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Nunca encontrarás el amor si escuchas al corazón. por Arima_Shiro

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Capítulo 2: Agua pasada sí mueve molino

Tatsumi guardó los papeles en el cajón de la mesa. Estaba cansado de tanto trabajar. Se pasó todo el día haciendo cálculos, utilizando el ordenador y escribiendo documentos. A él le gustaba, o, al menos de eso se había convencido a sí mismo. No le suponía ninguna molestia quedarse más horas que los otros trabajadores. Debía ser útil, responsable y competente, y esa era la principal razón de su existencia. Aún así, su cuerpo no aguantaba más, y necesitaba darse unos minutos de respiro. Se acercó a la cafetera y se hizo un café. Empezó a hacer tragos de la caliente bebida, que le iba quemando la garganta y el pecho.
“Este café es estupendo” pensó, “uno de los mejores que hay.” Entonces le vino a la mente la queja de Watari de que el café salía sin azúcar. “Bah, Watari es un ignorante y tiene mal gusto. ¿Es que no sabe que, para degustar bien el café, hay que beberlo solo? Si le añades azúcar, leche o caramelo el sabor cambiará y la bebida perderá la consistencia y el carácter.”
Pero, en realidad, Tatsumi sabía que pocas personas se tomaban el café solo, como él hacía.
“En fin, tendré que mandar que venga alguien a reparar la puñetera cafetera.”
Entonces vió que al lado de la cafetera había algo. Eran las galletas que Tsuzuki trajo por la mañana para reconciliarlos a él y a Watari. Tatsumi cogió una y se la llevó a la boca. Eran dulces y muy finas. Mientras iba probando la galleta sentía que se encontraba mejor y recuperaba su energía, asi que se comió la bandeja entera (hala, ¡qué bestia!). Después decidió volver al trabajo con las energías renovadas. Revisó todos los papeles y las cuentas. Parecía que todo cuadraba a la perfección, y no había más trabajo para hacer. Se dispuso a marcharse. Cogió su cartera y su chaqueta y apagó el ordenador. Mientras iba avanzando hacia la salida, su chaqueta se enganchó en una silla y la hizo caer. Y, resulta que, encima de esa silla, Tsuzuki se había olvidado su bolsa con azúcar. La bolsa cayó junto con la silla, y todo el suelo quedó cubierto de blanco. Tatsumi se enfadó, ahora tenía que limpiar lo que, él mismo, había tirado sin querer. Dejó sus cosas en la mesa y se fue a por una escoba. Recogiendo el desastre del suelo pensaba:
“¡Ese Tsuzuki! Mira que ser irresponsable, inconstante y llegar tarde; pero me tiene que complicar la vida hasta cuando no está. ¡Me tiene harto!”
A la vez iba notando un sentimiento amargo, como si él no estuviese realizado y le faltase algo. Como si desease algo que no podria tener nunca.
“Sí, es cierto, no lo voy a tener nunca.”
Todo se había desmoronado, el día perdió el ritmo y el equilibrio. Tatsumi se sentó en una silla, dejando la escoba y el azúcar en el suelo.
“Veamos, hay que recapacitar y calmarse. Otra vez vuelve a pasarme la misma historia. Conseguí superarlo en tantas ocasiones. También podré hoy. ¿Cuál es mi problema?”
Sabía la respuesta y la pronunció en voz baja:
− Tsuzuki.
“¿Por qué él es mi problema?”
Estaba a punto de dar una de sus típicas excusas, refiriéndose a la torpeza y la impuntualidad de Tsuzuki, pero se paró, y de su boca salieron las siguientes palabras:
− Por que le quiero.
“Pero, ¿qué estoy diciendo? Esto no tiene sentido, yo no quiero a Tsuzuki. Eso no es amor, solo que pasamos bastante tiempo juntos. Y, aunque le quisiera esto no podría ser: somos dos hombres. Una relación de pareja entre dos hombres no tiene futuro. Siempre acaba mal, solo conseguiria que me hechasen del trabajo. Arruinaria mi vida, y le haría daño a él. ¿Acaso el amor es necesario para vivir? No, porque todo este tiempo he estado bien contento, no necesito que alguien esté por mí. El amor es una pérdida de tiempo. Yo tengo que centrarme y trabajar, y no pensar en esas tonterías.”
Tatsumi se levanta y retoma la tarea de barrer el suelo. Con cuidado, recoge todo el azúcar, dejando el suelo como si nada hubiera pasado. Pero, un movimiento brusco de su brazo es suficiente para hacer que la bolsa (en la que hechó el azúcar que acababa de recoger) se diese la vuelta, y el suelo volviese a estar hecho una pena.
− ¡Maldición! Hoy realmente estoy disperso.
Entonces Tatsumi se dio cuenta de algo curioso: el azúcar le recordaba a Tsuzuki. Se agachó para tocarlo, y lo invadieron los recuerdos.
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Tsuzuki se le acercó sonriendo, aunque se notaba mucho que era una sonrisa forzada.
− Gracias, Tatsumi − le dijo. − Me has ayudado mucho, por fin hemos podido enviar a esos chicos a donde les correspondía.
− No hay para tanto. Somos compañeros y debemos hacer juntos el trabajo.
− Gracias otra vez. Me voy a casa.
− Tsuzuki, espera...
Pero ya era demasiado tarde, Tsuzuki se alejaba rápidamente. Tatsumi tenía un mal presentimiento. Sabía que algo no andaba bien, asi que sigió a su compañero. …ste, pero, no se dirigió a su casa, sino que entró en un local. Allí pidió una botella de vino y se sentó en un oscuro rincón. Tatsumi se acercó para ver qué pasaba, decidido a hablar con Tsuzuki. Cada vez que acababan una misión, Asato estaba así, y hoy iba a averiguar el motivo. Vió que su compañero bebía directamente de la botella, haciendo grandes tragos.
− Tsuzuki...¿pero qué...? ¿Qué haces tonto? Te vas a emborrachar.
El shinigami levantó la vista hacia Tatsumi. Entonces este se dio cuenta de que su compañero estaba llorando. Las lágrimas no paraban de caer de sus hermosos ojos violeta.
− ¿Qué te pasa? − a Tatsumi le tembló la voz.
− Oh, Tatsumi. ¿Por qué has venido? No quería que me vieses así. Soy patético. Vete, nos veremos mañana y estaré mejor.
− ¿PERO QU… TE PASA?
− Yo...yo...nada. − al decir eso se tapó la cara con sus manos.
− Tranquilízate. Deja esa botella y cuenta qué te sucede.
− Soy un estúpido ¡hip! − (al pobre le ha entró hipo) − Yo sé que ¡hip! estamos haciendo un buen trabajo ¡hip!, que estamos ¡hip! ayudando a otras personas ¡hip! Pero no puedo ¡hip! concentrarme. Las cosas ¡hip! como la muerte y la vida ¡hip! son superiores a mí ¡hip! Me duele mucho, Tatsumi ¡hip! Tanta tristeza ¡hip! tanto dolor ¡hip! tanta decepción y crueldad me hacen ¡hip! desesperar. ¿Qué puedo hacer? ¡hip! No quiero ¡hip! seguir matando a personas.
− Toma, bebe un poco de agua (será que sí). No matamos a esas personas, sino que las llevamos al lugar que les corresponde.Es nuestro deber y nuestro orgullo. Nos hemos quedado aquí para ayudar a hacer un mundo mejor. Tienes que ser fuerte y actuar con determinación.
− Pero yo no soy fuerte...
− En eso intentaré ayudarte yo. − Tatsumi se le acercó y lo abrazó, intentando transmitirle la seguridad que le faltaba en ese momento. Ese cálido abrazo hizo sentirse mejor a Tsuzuki, que acabó durmiéndose acurrucado en los brazos de Tatsumi. El hombre reflexionaba:
“Pobre chico, lo está pasando verdaderamente mal. Yo ya me he acostumbrado, pero él sufre mucho con cada alma que nos llevamos. Sus heridas están abiertas, su corazón no para de sangrar y sus preciosos ojos de llover. Por Dios, cómo me gustaría hacerle sentir mejor. Daría lo que fuera por que sonriese, por que no tuviese penas y no derramase más sus preciadas lágrimas. No sé qué me pasa, no esoty acostumbrado a sentir esto. Lo que tengo claro es que, si él llora así, no podré soportarlo.”
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Tatsumi inspiró profundamente. Sí, eso fue lo que le perdió. Lo invadió otra oleada de recuerdos.
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Se encontraba en la cafetería con Watari. El joven sonreía divertido tomando té. Siempre se le notaba animado, con ganas de trabajar. Aunque también era muy cabezota, y no había quién lo parase cuando quería demostrar que tenía la razón. A Tatsumi le inspiraba confianza, era agradable hablar con él y podía contarle cualquier cosa. Por eso estaba allí, necesitaba contarle a alguien lo que pasaba en su alma. Quería comprensión y consejo. Poco a poco, empezó a introducir al científico en el tema. Watari, por su parte, se quedó muy sorprendido y se sintió halagado: Tatsumi iba a abrirle su corazón. Sabía que el shinigami no solía mostrar nunca lo que sentía, lo guardaba en una caja cerrada con muchos candados. Y ese día, sin prisa, cerradura tras cerradura, abriría esa caja y vería su contenido... Tatsumi acabó su relato contando su inseguridad acerca de Tsuzuki, y calló aguardando la sentencia de su rubio amigo.
− Ya me había dado cuenta de que te preocupabas mucho por él. También pienso que es una persona agradable y simpática. Es cierto, lo está pasando mal, pero eso nos pasó a todos. Todavía tiene muy frescos los recuerdos de su vida... y de su muerte. Con el tiempo, logrará superar sus desgracias. Podrá reír y ser feliz. Y ése será el momento en el que te lanzarás, le confesarás tu amor por él y te convertirás en su amante.
− ¿¡Pero qué dices, loco!? º////º
− Ay, qué mono estás cuando te sonrojas. Ahora te puede resultar precipitado, pero lo verás todo más claro con el tiempo. Tú espera y verás: no hay nada mejor que el amor (qué guai, Watari habla con rima consonante XDDD).
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“Debió de haber especificado que lo mejor era el amor correspondido, el amor auténtico, el amor puro y duro. Hay veces en las que el amor te desgarra, que no es más que una ilusión. Entonces es cuando la vida se convierte en una pesadilla.”
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Se encontraban en Kioto. El paisaje se veía triste: las casas de los alrededores estaban parcialmente destruidas. Suerte que parecía no haber víctimas. El cielo estaba nublado, iba a llover muy pronto. El polvo flotaba en el aire y el silencio absoluto reinaba en el lugar. Tsuzuki estaba arrodillado en el suelo, al lado de un cuerpo sin vida. Lo abrazó, y sus manos, su ropa y su cara se tiñeron del color rojo de la sangre.
− Tsuzuki, déjalo. Ya no puedes hacer nada, sólo lograrás ensuciarte. Ella ya está en el Más Allá. Dentro de un rato vendrán a buscarnos. − dijo Tatsumi.
− ¿Por qué? ¿Por qué tuvo que pasarle esto? Era una persona tan amable, no sería capaz de hacerle daño a nadie.
− Pero lo hizo. Aunque en ese momento ya estaba poseída por el demonio.
− ¿Por qué? ¿Por qué a ella? Nadie es libre de pecado, hasta los más inocentes. ¿Por qué existe el mal? ¿Porqué existe el bien? ¿ Por qué todo este sufrimiento, si acabamos muertos y olvidados? ¿Por qué todo se convierte en cenizas? ¿Por qué he de destruir? ¿Porqué la felicidad solo dura un fugaz instante, y el resto es dolor y desesperación?
− Tsuzuki...
…l se abrazó al cadáver llorando amargamente. En su rostro se veía la desgracia. A sus lágrimas se iba sumando el agua de la lluvia. Primero muy poco a poco, sólo unas gotitas. Luego se iba animando más y más hasta que comenzó a diluviar. El agua caía del cielo cubriéndolo todo, alrededor no se veía más que agua.
− Tsuzuki...¡Tsuzuki!
…ste se giró y Tatsumi se quedó parado al ver su rostro, el rostro más hermoso del mundo. El cabello mojado caía sobre su blanca piel pegándose a ella, pero no impedía verla. Sus hermosos ojos violetas expresaban sus sentimientos mejor que cualquier palabra. En ese momento gritaban que se le partía el corazón. Todo estaba mojado y las lágrimas se confundía con el agua. Manchas de sangre. Las manchas de sangre en esas mejillas eran algo terrorífico. En ese momento, Tsuzuki dejó de pensar: su rostro se quedó totalmente inexpresivo y los ojos vacíos. Parecía un muñeco. Ahora sí que era un shinigami − un dios de la muerte. Tatsumi se quedó inmovil, fascinado por la visión. De repente, comenzaron a pasar recuerdos por su cabeza. Los pensamientos se arremolinaban, cada vez había más. Tantas emociones a la vez le hicieron perder la consciencia, cayó al suelo...
Despertó en una cama de la infermería. Por la ventana se veían los imponentes cerezos en flor.
− Buenos días. ¿Qué tal te encuentras? − le preguntó Watari.
− Bien. Ayer el cansancio se me acumuló...
− Ya veo...Aún así, creo que deberías quedarte un poco más aquí. Esta tarde podrás volver al trabajo. He hablado con el jefe y dice que no hay problema.
La puerta se abrió bruscamente y entró Tsuzuki:
− ¡Tatsumi! ¿Cómo te encuentras? ¿Te duele algo? ¿Quieres que te traiga algo de comer?
− Tranquilo ^_^U Ahora estoy un poco cansado, pero, si quieres, podemos hablar esta tarde.
− *_*U Gomen. >///< Te he molestado. Mejor me voy ya. ¡Que te mejores!
− Pero si no molestaba...
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“…l sonreía como siempre, llevando su máscara. Ese día, me pasé la mañana meditando y llegué a la conclusión de que, si seguía con Tsuzuki, me volvería loco. Asi que le dije que ya no quería tarbajar con él, nos separamos. Pensaba que, al fin, estaba libre, pero eso era un gran error. No se soluciona nada huyendo. Los peores tormentos acaban de comenzar.”
Tatsumi se despertó de sus recuerdos y volvió a barrer el suelo. Para no volver a liarla, tiró todo el azúcar a la papelera. Ojalá le hubiera sido tan fácil deshacerse de los sentimientos que albergaba hacia Tsuzuki. Cogió sus cosas y se dirigió a la salida. Apagó la luz y cerró la puerta con llave.

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