Cautelosos, gráciles y sin desearlo en realidad, fueron deshaciendo el pronto contacto que, de manera maquinal, sus cuerpos buscaron al nada más sentirse cerca. Un roce etéreo, pero anhelante, donde, sin palabras, fueron semi-capaces de expresar lo mucho que se habían extrañado y echado en falta, disfrutando por segundos la reconfortante calidez que el estrecharse el uno al otro provocaba.
-“Te extrañé.”-Confesó en un afable y sincero susurro el más pequeño, sonriendo con traviesa dulzura al aún algo pasmado castaño frente a él.
Y es que, sin duda, lo más difícil de vivir durante ocho largos meses en otra ciudad, había sido la latente y constante ausencia de su mejor amigo. Pues, por más fastidioso y engreído que fuera gran parte del tiempo que estaban juntos, significaba su mayor impulso a ser mejor cada día, sin obviar, por supuesto, el añadido de que le quería mucho y adoraba pasarse las tardes a su lado, consciente de que sólo él podía animarlo hasta en los momentos más desoladores de su bizarra existencia.
-“Que cursi eres a veces.”-El mayor articuló sagaz y espontáneo, dibujando en sus labios una amplia sonrisa de absoluta complacencia consigo mismo, al reparar en la enfadada y, a su parecer, divertida mueca que el pelinegro había trazado en sus gestos, casi al segundo de expresado uno de sus usuales y arrogantes comentarios.
-“Debí imaginarlo... Sigues igual de exasperante.”-Musitó encogiéndose de hombros, a la vez que fruncía el ceño molesto-“¿Es necesario que siempre termines arruinando el ambiente?”-
Como respuesta, Gary rió con ganas, revolviéndole los negros cabellos en el proceso.
-“¡Era broma!”-Profirió en tono risueño-“No es necesario que te enojes.”-
-“In-so-por-ta-ble.”-Arrastró fastidiado cada sílaba, volteándose indignado y esbozando en su rostro un encantador mohín, que por poco acaba con el exiguo juicio que le venía quedando al de orves castañas.
-“Ash...”-Le llamó, tiñendo su voz de dulzura, como raras veces hacía y acercándose al menor con discreta ansiedad-“Era broma.”-Tímido le rodeó la cintura con los brazos, atrayéndole de nueva cuenta hacia su cuerpo y volviéndole con sutileza, para que le mirase directo a los ojos-“Sabes que yo también te extrañé...”-Suavizó su tono lo más que su nerviosismo le permitió, apreciando encantado el leve rubor que empezaba a teñir de forma alucinante las mejillas del moreno-“Eso no deberías siquiera dudarlo.”-
-“Gary...”-Pronunció en un hilillo de voz, comenzando a extraviarse extasiado en aquella mirada que tan misteriosa y expresiva se le hacía a una misma vez, apreciando de pronto un tinte distinto en el entorno a su alrededor y sintiendo como poco a poco su ritmo cardíaco iniciaba un desvoque de latidos casi audible.
Y, como llevados por el magnetismo de un impulso irrefrenable, fueron aproximándose enajenados en la influenciable presencia del otro, vaciando de coherencia alguna su razón y concentrándose sólo en el maravilloso trance que afloraba cual enjambre de mariposas en sus vientres, en tanto sus párpados descendían acorde la distancia entre sus rostros mermaba, agitándoles sutilmente la respiración y erizándoles la piel.
Gary apreciaba sus palpitaciones golpeando intensas y aceleradas contra su pecho, mientras un particular vértigo sacudía su estómago. Sentía como el respirar del menor se estremecía conforme los cada vez más escasos centímetros entre ambos menguaban, embelesándole la sola idea de al fin rozar con los suyos aquellos labios que, como el aire, a cada segundo más necesitaba. Y Ash, por su parte, no conseguía, ni quería entender las razones de estar reaccionando de aquella forma frente a su amigo y confidente de toda la vida, creyéndose incapaz de hallar lógica a su actuar, considerando lo endemoniadamente demasiado que anhelaba que esa mínima distancia que aún los separaba se extinguiese de una vez, precisando como nunca de aquel audaz roce final.
Sin embargo, sobresaltándoles y logrando que se aparten como por influencia eléctrica, interrumpió el crucial momento el resonar de una llave siendo introducida en la cerradura de la puerta principal, seguido de la misma abriéndose del todo y la, para el joven Ketchum, inesperada aparición de una tercera persona en el, según sabía, apartamento privado del castaño.
-“¿Gary?”-Inquirió sopesada una voz suave y candorosa, cuya poseedora era una castaña bordeando los diecisiete años de edad, de mirada azul y curiosa, delgada figura y expresión dudosa.
-“May...”-Musitó incómodo el aludido, suspirando fastidiado-“¿Qué haces aquí?”-
-“Vine por los apuntes que olvidé en tu habitación ayer.”-Aclaró ésta con simpleza, escrutando insistente a Ash, quien se encontraba apoyado en la pared en que se hallaba dispuesto el gran ventanal con vista panorámica hacia fuera, regresándole con disimulo el gesto, escaneando hasta sus más ínfimos movimientos-“A caso... ¿ Interrumpí algo?”-
El de cabellos marrones se encogió de hombros resignado, negando escueto con la cabeza, lanzándole a su amigo una abatida mirada y haciéndole a la chica un ademán de mano para que le siguiera, dejando, de paso, a un muy desconcertado Ash observándoles alejarse receloso.
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-“No me habías contado que ya tenías novia.”-Comentó fugaz el azabache, tras pasados varios minutos desde la insospechada visita de May, de pie muy cerca de la salida, cruzado de brazos y con expresión seria.
-“Sería estúpido hablarte de algo que ni siquiera existe, ¿no crees?”-Se defendió el castaño, justo de frente a él, sintiéndose cada vez más molesto ante la reciente intromisión, escrutándole suspicaz, llenando de neutralidad su semblante.
-“Claro...”-Ash se movió unos pasos lejos de su alcance, suspirando hastiado-“Tan inexistente es, que hasta le entregaste una copia de llave para que entrara aquí cuantas veces se le vinieran en gana.”-
-“Confío mucho en ella.”-Espetó buscando su mirada, más fallando en el intento-“¿Hay algo de malo en eso?”-
-“Oh, por supuesto que no.”-Su tono empezaba paulatino a teñirse de sarcasmo-“Especialmente si tienen largas y agotadoras tardes de estudio en tu habitación.”-
-“Ash...”-Le llamó absorto, mientras sus ojos se abrían en desmesura, cayendo en cuenta de lo que en verdad sucedía-“A caso...”-Se aproximó unos pasos, sonriéndole sutil-“¿Estás celoso?”-
Más, contrario a oír la respuesta que esperaba, advirtió como los labios del otro se fruncían en un gesto exasperado, entornando los ojos con irritación y abandonando con pronta agilidad la estancia, dejándole atónito e incapaz, unos segundos, de salir tras él.
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Las puertas del ascensor se apartaron, justo a tiempo para divisar al chico desapareciendo tras el cierre automático de la entrada al edificio departamental, transcurridos un par de minutos luego de su desconcertante intercambio de palabras. Por ello, y casi destrozando el botón que permitía la reapertura para salir, Gary corrió tras él, apreciando nacer en su interior una gama de sentimientos imposibles de explicar.
-“Hey...”-Le sostuvo con sutil fuerza del brazo, alcanzándole pocos pasos antes de llegar a su auto-“¿Qué sucede contigo?”-Estaba agitado y leves gotas de sudor comenzaban a aperlar su frente-“¿Por qué actúas así?-
-“Suéltame, Gary.”-Demandó con voz sombría, forcejeando tenaz contra el aferre de sus dedos.
-“No.”-Se mantubo impasible-“Ni sueñes que te irás de aquí, sin antes explicarte.”-”-
Si existía alguien todavía más terco que él era el castaño, demostrándoselo sin problema al sostenerle aún con mayor afán, agregándole el que su otro brazo había decidido ir a parar alrededor de su cintura, quedando totalmente prisionero en un forzado abrazo.
Ash suspiró, entornando resignado los ojos.
-“Eres desesperante.”-Soltó, sin dignarse a cruzar sus miradas.
-“No imaginas cuanto.”-Le siguió en su propio juego, sin alterar ni mínimamente su expresión y apegándole sin real consciencia más hacia si.
Y, durante un largo instante, no se oyó más que el resonar típico de la ciudad en plena tarde, junto al casi inaudible soplo de sus respiraciones.
-“¿Y?”-Gary volvió a tantear, sin menguar ni un poco su agarre entorno al cuerpo del menor.
-“¿Qué?”-Ash suspiró, intentando hacerse el desentendido.
-“¿Estás celoso?”-Su voz sonó ligeramente ilusionada y suspicaz al inquirir tal cosa.
-“Ya quisieras...”-Le fue imposible dejar escapar una suave y divertida risita, al oírle a él soltar una traviesa carcajada.
Entonces, y con cautela, el castaño le volteó, obligándole a enlazar sus miradas.
-“Sí lo estás.”-Afirmó juguetón, quitándole de la frente un oscuro mechón de cabello-“Admítelo.”-
-“Encima narcisista...”-Espetó, frunciendo los labios otra vez-“Vaya que estás mal.”-
Gary volvió a reír solazado, contagiando de nueva cuenta a Ash.
-“Tal vez...”-Resolvió aún sonriendo-“Pero al menos acepto cuando algo me sucede.”-
-“¿Qué me estás queriendo decir con eso, Gary Oak?”-El más pequeño indagó en una mezcla de enfado y diversión, enfrentando ya sin cohibirse los castaños ojos de su amigo.
-“Que estás celoso, y no quieres asumirlo.”-Soltó con sencillez, en un mordaz y afable susurro.
El moreno bufó rendido, volviendo a desviar su mirada.
-“De acuerdo... Tú ganas.”-Asumió apenado, tiñéndoseles las mejillas de leve rubor-“Me dieron... Celos.”-
Su compañero sonrió con hermoso encanto, atrayéndole de nuevo hacia su cuerpo en un afectuoso abrazo, sintiéndose de pronto demasiado pleno y ansioso de tenerle tan cerca como pudiera, comprendiendo de nuevo lo precisas que se estaban tornando las cosas.
-“No hay razones para que lo estés.”-Le aseguró conciliador, acariciando con dulzura sus oscuras hebras.
Y, una vez más, Ash apreció como el entorno a su alrededor iba adquiriendo un tinte distinto, viendo ofensivamente tentadores esos sonrosados labios, que se movían con tal incitación al articular aquel alentador conjunto de palabras. Y Gary, al borde de un colapso irracional, creía que el corazón se le saldría del pecho, al advertir como, a la par con él, su adorado niño de orbes oscuras se acercaba también.
La exigua proximidad les hechizaba, sonrojándoles y logrando que exhalaran airados y suaves suspiros, seducidos ante el hipnotizante mirar del otro. Entonces, cuando al fin sus labios se rozaron con dulce y anhelante ligereza, sus párpados acabaron de descender, cerrándose sus ojos para obtener mayor goce de cada sensación.
Cálido, inexperto y tierno, inició el primer beso entre los dos, despojándoles de cualquier signo de coherencia y sumiéndoles en un letargo fascinante, desbocando sus sentidos, su alma… Su corazón.
Los brazos de Ash se enredaron anhelantes en el cuello de Gary, mientras los de este le aferraban ansiosos desde la cintura, buscando un contacto entre sus cuerpos que les llenara mas. En tanto, enajenados, sus labios se batían al compás de una melodía incitante e inaudible, que sólo ellos eran capaces de entender, de sentir.
Con ansiosa cautela, el castaño mordió tentador el labio inferior del moreno, arrancándole un pequeño y alucinado suspiro, detonante perfecto para extinguir sin regreso el imperceptible resto de juicio que le quedaba. Hasta que, deseosos ambos de sentir más, profundizaron, tornándolo en un beso febril y apasionado, donde sus lenguas iniciaron un cadente busque de dominio, robándoles más de un extasiado gemido.
No obstante, a falta de aire, transcurridos unos cuantos segundos, se vieron forzados a apartarse. La agitación en sus respiraciones era más que evidente, mientras que el rubor en sus rostros les delataba sin opción a refutar. Y, como dulce añadido a la encantadora situación, aún permanecían unidos en aquel ávido abrazo, con los ojos levemente entrecerrados y un par de complacientes sonrisas trazadas en sus ausentes semblantes.
-“Gary... Yo...”-El pelinegro quiso hablar, más este se lo impidió, posando gentilmente el índice en sus labios.
-“Shhh... Ash, no digas nada.”-Musitó con sutil ternura, acariciando con delicadeza la mejilla del menor, en medio de una cómplice mirada-“Sólo acepta salir conmigo esta noche, ¿de acuerdo?”-
-“¿Salir?”-Repitió él, esbozando una tímida sonrisa-“¿Como... Una... Cita?”-
Gary asintió, derritiéndose por dentro ante la usual y encantadora manera de ser que poseía el chico, trazando en su gesto una SEDUCTORA Y dulce sonrisa, que por poco logra que a Ash se le paralicen los latidos.
-“Sí, como una cita.”-Aclaró, delineando idiotizado los labios del otro-“¿Aceptas?”-
-“S-Sí...”-Se perdió de nuevo en su mirada, pasando saliva con dificultad-“Acepto.”-
El castaño amplió aún más su seductora sonrisa, consciente que, de no encontrarse justamente frente al moreno en esos precisos momentos, se pondría a saltar de felicidad ante lo real y afirmativo de su respuesta.
-“Entonces... Paso por ti, ¿bien?”-Indicó afable, encaminándose juntos hacia donde el auto que el menor conducía se hallaba estacionado.
-“¿Y en qué iremos?”-Indagó, seguro de que el de ojos claros pretendía no usar el suyo aquella noche.
-“Sorpresa.”-Ultimó sagaz, al tiempo que le abría la puerta al chico para que subiera.
Ash sonrió, regalándole una suspicaz mirada.
-“Te esperaré.”-Exteriorizó entre incitante y dulce, entrando al vehículo, a la vez que el de cabellos marrones cerraba la puerta, apoyando sus brazos en el sitio que ocupaba la ventana, cuyo cristal ya se encontraba abajo.
Entonces, poco antes que se pusiera en marcha, Gary posó sobre sus labios un beso fugaz, susurrándole un dulce “Te quiero” al separarse.