Nunca más va a salir de su habitación. Se encerrará allí y fingirá una enfermedad mortal.
Ya había pasado una semana desde aquel accidente, y en toda esa semana había rehuido a todo el mundo. Iba a comer cuando todos estaban terminando; solo iba a sus clases y prestaba más atención de la usual, procurando evitar esa mirada profunda que sentía sobre sí en todo momento, y al terminar las clases, casi corría a su sala común. Y no salía.
Ya varios de sus amigos le habían preguntado, pero él les mentía con respuestas relacionadas con su abuela. Suspira una vez más y comprueba que la habitación sigue vacía, Ron y Harry están en entrenamiento de Quidditch. Se recuesta en la cama; en esos mismos instantes no puede creer que hubiera sido tan idiota aquel día. Se había confesado de la manera más extraña y poco romántica que existía, y sabía que había quedado como un total y completo idiota frente al Slytherin. Ya no quiere ser Neville Longbottom, sino cualquier estudiante con una vida promedio. Su cerebro sigue reproduciendo la misma película de toda la semana. Decide salir del lugar e ir a hablar con la que más preocupada ha estado. Llegando a la sala común de Ravenclaw se encuentra con su amiga en un ventanal cerca del lugar.
— Luna, necesitamos hablar. Pero no acá – antes de que la rubia pueda reaccionar, es arrastrada por las manos de ese chico que ahora está totalmente paranoico. Luego de revisar en varios salones, encuentran uno en desuso en el cual ambos se sientan frente a frente. La chica con cara de preocupación y él con una cara de consternación total – me has preguntado bastante qué he tenido estos días, y pues bueno, hace una semana cuando me obligaste a ir a la lechucería con Theodore, hubo un momento en el que mi cerebro se desconectó cuando él se acercó mucho a mí y accidentalmente le dije que me gustaba.
Ahora, la rubia tiene los ojos a punto de salirse y una gran “O” marcada en su boca. La ve boquear varias veces, pero no se decide a hablar. Él sabe que esta jodido, había escuchado al otro chico correr tras él y casi se había visto a punto de ser atrapado, pero por suerte, alguien había interferido el camino del otro. Se sintió el peor de los cobardes, pero en esos momentos lo era. No se atrevía a mirar esos ojos, aún no estaba listo para ningún tipo de respuesta ante esa extraña confesión.
— Creo que necesitas aclarar muchas cosas acá, Nev. ¿Por qué le dijiste eso? ¿Cómo reaccionó él? ¿Qué te dijo? – las preguntas de su amiga lo sacan de su ensoñación.
— Aún hoy no sé por qué se lo dije; fue el momento. ¿Reaccionar? ¿Decir? Antes de que pudiera siquiera procesar esa información, yo ya estaba a 30 metros de él, corriendo hacia un lugar muy lejano.
— ¡¿Escapaste?!! Neville. Eso fue aún más idiota. ¿Por qué lo hiciste? – su amiga esta tan ofendida, que el castaño empieza a sentirse mal.
— No lo sé. El miedo pudo conmigo. Yo no quería decirle eso y… no lo sé. Aún no sé qué podría decirle.
— Está bien. Tú quédate acá. Ahora mismo iré a buscarlo para que aclaren esto de una vez – la decisión en los ojos de la otra chica es tal que al verla ponerse de pie, Neville la agarra de la mano y no la deja moverse. Podría ser algo muy imposible, pero esa chica es capaz de lograr cosas que nadie entiende cómo.
— Claro que no. No quiero enfrentarlo, aún no me siento preparado, tengo mucho miedo. Luna, por favor, no me obligues con esto.
— Ya has dejado pasar el tiempo necesario, león. Ahora es el momento indicado. No dejes que el fuego se apague. – le guiña un ojo y aprovecha la distracción del chico para escabullirse hasta la puerta.
Cuando lo nota, comienza a correr tras ella para evitar que haga, y lo haga cometer una locura. Si bien, su amiga no es rápida, es muy hábil para evitar obstáculos y está logrando escabullirse fácilmente. En uno de esos giros, ambos chocan contra varias armaduras; haciendo un gran escándalo y atrayendo a las personas que pasaban por el lugar.
— Lovegood, Longbottom, ¿están bien? Eso sonó bastante doloroso – esa voz; sabe que proviene de una pequeña chica pelinegra, que además pertenece a la casa de las serpientes y que no quiere mirar en ningún momento.
Ahora mismo, ambos gryffindor están sentados en el suelo con las armaduras sobre ellos. El chico sabe y siente como una de las armas se clavó en una de sus piernas, y empieza a sentir la sangre corriendo de a poco, pero no quiere quejarse. Los otros que llegaron se acercan a ayudarles, uno de ellos más rápido que los otros.
— Estamos bien, Parkinson. Sólo estábamos jugando un poco cuando nos chocamos sin darnos cuenta. Agradecemos su ayuda. – Luna lo agarra de la mano y lo ayuda a levantar, pero él no puede evitar hacer un gesto de dolor – Oh por Merlín, Neville, te lastimaste.
En esos mismos instantes, ve al frente una mirada azul clavada con preocupación sobre él; y además, siente otra mirada tras él más intensa que la de la rubia.