Está seguro de que su amigo ha enloquecido. En cuanto vuelva a su sala común va a obligarlo a ir a la enfermería a que lo revisen, porque en serio, Harry Potter ha perdido completamente la cabeza.
Lo último que vio del chico de gafas fue su mirada de picardía mientras le levantaba las cejas al más estilo Malfoy. Él, mientras tanto, no ha podido apartar la mirada de aquel cuadro sintiendo como una sentencia a muerte se acerca lentamente y toca su hombro con suavidad.
- Vamos pelirrojo, sabes que no podría obligarte a hacer algo que no quieres; aunque estoy completamente disponible a ayudarte en lo que pueda. Es una decisión que sólo tú vas a tomar – los ojos del moreno miran directamente a los azules contrariados que lo observan ahora fijamente.
Su pensamiento empieza a volverse irracional. Por supuesto que quiere estudiar con el chico, quiere pasar todo el tiempo con él, quiere entregarse en alma y cuerpo al joven moreno que le ha robado todos los sueños ese año; pero no se siente con el valor suficiente de hacerlo. Todavía hay rastros de su desconfianza hacia las intenciones de la serpiente, y teme mucho salir lastimado. Suspira mientras agacha la mirada y niega con la cabeza. Esa sería su perdición, y Harry Potter sería el principal culpable de su descenso al pecado.
- No me siento obligado, es sólo que Harry puede ser muy impulsivo cuando se lo propone. La verdad, te agradecería mucho cualquier ayuda; pero no creas que accederé a esa tonta apuesta!! – el moreno le sonríe ante el cambio de actitud. Él no puede evitar sonrojarse, así que vuelve a agachar la mirada.
- Claro que no. Simplemente podremos conocernos un poco más y hacer que esa salida a Hogsmeade sea un poco menos incómoda – le guiña el ojo mientras se gira para empezar a caminar con Ron tras él.
Claro. Aquella salida. Uno de sus mayores tormentos durante aquellos días. Y el momento se acercaba a velocidades impresionantes; en tan solo 5 días sería la dichosa salida y él aún no tenía idea de cómo debía arreglarse o qué movimiento debería hacer con el moreno.
- Supongo que tienes razón. Ahora, ¿dónde vamos a terminar, o mejor dicho, hacer aquel ensayo? – suspira resignado mientras camina tras el italiano que lo mira de reojo cada ciertos pasos.
- Creo que vernos juntos en la biblioteca sería un tanto alborotador para los estudiantes; así que propongo un sitio más privado pero donde pueda encontrar la información necesaria para el trabajo.
Observa como el más alto se detiene a pensar entre algunas escaleras y sin planearlo una loca y simple idea llega a su mente. Impulsado por la adrenalina, toma de la mano al moreno quien lo mira sorprendido. Caminan rápidamente por varios pisos, doblan pasillos y pasan por varias puertas, dejando en el camino una pequeña estela de estudiantes impresionados ante la escena. Al final llegan al tapiz de Barnabás el chiflado; frente a ellos hay una pared lisa. El moreno lo mira estupefacto sin entender, así que ron lo encara.
- Piensa en el mejor lugar que te puedas imaginar para conseguir toda la información y que podamos terminar el ensayo. ¿Está bien? Mientras piensas en eso, vamos a pasar juntos tres veces frente a esta pared.
Blaise abre los ojos sorprendido. Ron espera no hacerlo sentir incómodo, pero el chico parece más intrigado que otra cosa. Por supuesto que él recuerda la redada que hicieron los Slytherins con la bola rosa que era Umbridge para desmantelar el Ejército de Dumbledore. La verdad su idea no era crear un mal ambiente, pero es el único lugar que se le ocurre. Los dos siguen las instrucciones que da el pelirrojo y frente a ellos aparece una pequeña puerta de madera.
- Bueno, creo que funcionó. Entremos – el italiano está lleno de intriga y emoción que no intenta ocultar. Ante lo que el pelirrojo le sonríe con una mezcla de cariño y diversión.
Atraviesan la puerta para encontrarse con una habitación con unas cuantas estanterías dedicadas únicamente al área de pociones; además, hay una mesa grande y varias sillas y sofás. En uno de los lados pueden ver toda una mesa llena de bocadillos y bebidas de toda clase. El moreno mira con una sonrisa al pelirrojo mientras comienza a buscar libros en las estanterías. El otro sólo atina a sonrojarse un poco.
- Harry y yo nos dirigíamos a las cocinas. Tengo hambre! – el sonrojo de sus mejillas le quitan fuerza a su excusa. Y su incomodidad aumenta cuando el otro chico suelta una suave risa que hace que sus vellos se erizaran.
- No te preocupes. Come algo mientras yo busco el material – su suave voz hacen que el corazón de Ron se agite violentamente – además, siempre he pensado que con el estómago vacío es imposible realizar alguna tarea. Así que ve y de paso me traes algo a mí.
Ron camina algo indeciso a la mesa de las comidas, aunque al llegar allá todas sus dudas desaparecen ante el exquisito banquete. Blaise mientras tanto sigue buscando entre los libros, teniendo ya algunos separados en la mesa central. El Gryffindor lo observa desde lejos y sonríe levemente al ver la dedicación del otro para completar el trabajo. Un fuerte suspiro hace que el otro voltee a mirarlo, obligándolo a girarse rápidamente para que no lo pille desprevenido. Siente de nuevo el calor en sus mejillas, así que decide seguir eligiendo algunos bocadillos para los dos. Sus pensamientos comienzan a irse a otro mundo. Aún recuerda el momento en el que puso sus ojos en aquel chico; su piel morena en aquel entonces ajada y maltratada por la guerra y los días en prisión; el cabello completamente marchito y desordenado; los labios partidos; la mirada perdida y vacía…… Verlo ahora frente a él, demostrando mucho más valor que el que hubiera podido presenciar en cualquier otro león; queriendo saber si aún quedan algunas de aquellas marcas en esa oscura piel.
Sacude su cabeza y vuelve a enrojecer al ver que el otro lo mira con una ceja levantada y una clara sonrisa de superioridad. Lo había descubierto analizándolo y eso no era bueno; él se había prometido a si mismo más autocontrol pero, ¿qué tenía ese italiano que lo hacía pensar en cosas tan fuera de lugar?
- Ron, deja tus ensoñaciones de lado por el momento. Antes que nada debemos terminar el trabajo. Ya si más tarde queda tiempo, miraremos en qué otra cosa puedo ayudarte – el levantamiento de cejas con su mirada de malicia hicieron que un rojo, ahora brillante, adornara toda la cara del pelirrojo.
- En tus sueños, Zabinni – fue lo único que atinó a contestar mientras se acercaba con las cosas y se sentaba bastante alejado de él.
- Oh… créeme; en mis sueños no tenemos que pasar primero por una sesión de estudio – el guiño descarado que le dedica es lo último que alcanza a ver antes de esconder su vergüenza tras un libro de “Ingredientes para pociones. Tomo III”