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With a thousand Lies. por black_phenix

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Notas del capitulo:

bien, me parece que les ha gustado el prologo. sin mas que decir que, actualizare este dia todas las semanas, los dejo con el primer capitulo.

disfrutenlo.

In middle of the Night. 




“Somos un puzle con un sin fin de soluciones; donde nuestros sentimientos son las piezas que se hacen irrecuperables con el tiempo.” 
The cube. 





Hay momentos en la vida donde sientes que te desmoronas; donde tu propio mundo, creado con cada paso, se cae completamente a pedazos frente a tus ojos; (en un aspecto psicológico humano y común). Momentos donde sientes que necesitas de alguien que te ofrezca una sonrisa sincera y reconstructora, un cálido y mitigante abrazo que te haga sentir mejor o un dulce beso que calme a tu alma ofuscada y borre toda mala experiencia de tu memoria, aunque sea solo un momento. En lógica retrospectiva y analizada, ese sería alguien cercano; un familiar, un amigo o una persona lo suficiente especial como para ayudar —un amigo de cama, novio/a —. Como conocimiento colectivo, indicativo humano (brujo/a, Muggle o criatura mágica con similar aspecto y pensamiento), sabes que alguien en concreto te ayudara de alguna manera y te hará sentir mejor.




Tarde te das cuenta de la realidad de las cosas, cuando, perteneciendo a una familia como la suya y teniendo amigos como él los tenia; en vez de ser una vida común donde las fantasías parecen historias algo realistas, él vivía en un mundo sosegado por la hipocresía y la apariencia física (y el dinero que te cargas en el bolsillo y tengas en Gringotts). Su padre (llegando a la suposición de que tuviera el valor de pedir algo similar), primero lo mataría antes de abrazarlo o decir una palabra reconfortante. Y como punto extra por lo del beso en la mejilla, lo Cruciaria hasta dejarlo como un vegetal con posibilidades de poder regresar a la normalidad, (no se podía dar el lujo de perder a su heredero). 




Con síntesis propia y analizada con respecto a sus amigos (suponiendo que estos lo eran, o al menos fingían serlos), estos lo mirarían horrorizados, le harían cara de asco y por ultimo bufarían indignados antes de dejarlo abandonado en su sufrimiento. Regresando luego de que él regresara a la “normalidad”. La única persona (única que quedaba) que haría aquellas cosas seria su padrino, Severus Snape. Otra seria la persona por la que estaba sintiéndose de aquella manera tan impotente y miserable, llegando al punto de querer volverse loco y matar todo cuando respirara y se moviera. 




Había un punto muerto en sus pensamientos, aislado en el fondo de su memoria y sellado con varias cadenas, gruesas y bastante fuertes, donde estaba un corto agradecimiento a Harry Potter por haber logrado meter en Azkaban a su padre. Pero como todo Mortifago que falla una misión a su amadísimo señor, Lucius Malfoy sufrió su castigo. No sólo quedándose encerrado en Azkaban hasta que el Lord se dignara a sacar a sus hombres, sino que también había perdido a un miembro de su familia. Su ahora difunta madre, Narcisa Malfoy, a manos del Lord con el Avada Kedavra. Incluyendo su degradado rango de las filas del círculo interno…




Lamentablemente, aun cuando había perdido cosas importantes, el hombre seguía siendo un gilipollas de primera y no entraba en razón con respecto a lo de cambiar de bando o al menos quedar neutral en lo que se avecinaba. 




Había buscado a su padrino por todos los pasillos del colegio, donde suponía que se encontraba asustando a los estudiantes, no encontrándolo por ningún sitio. Parecía que estaba ocupado atendiendo uno de los estúpidos llamados del viejo senil del director. Sólo faltaban dos días para irse de Hogwarts (a los estudiantes se les dejaba dos días libres después del termino de clases, antes de que se fueran, para que se destensaran antes de regresar a sus casas). El frio y solitario hogar, pensó, suspirando hondamente, tratando de controlar un doloroso gemido que quería salir desde el fondo de su garganta. Estaba haciendo una de sus rondas acostumbradas por Hogwarts, fuera del toque de queda. Siendo prefecto no era razón de preocuparse el toparse con Filch y su estúpida gata. 





Todo lo que estaba sufriendo era culpa de Potter… era lo que se decía, pero a quien engañaba. Según las noticias del profeta, en quien pocas veces se podía confiar, Potter había perdido a alguien muy importante como lo era para él su madre. Lo entendía, pero sólo escuchar a todos los estudiantes (exceptuando a los Slytherin) sintiendo pena por él y su perdida, lo encolerizaba de una manera única y que nunca había sentido en aquellos cinco años de estadía en el colegio. A Sirius Black se le había homenajeado en primera plana, dejando completamente claro el cómo se le había eximido de los cargos cuando el tan rumoreado Colagusano (el que Potter tanto había dicho que estaba vivo y el ministerio descarto como una de las locuras del niño que vivió, al igual que el regreso de Voldemort), había sido atrapado y obligado a confesar el asesinato de los doce Muggle’s y la traición a la familia Potter como el guardián secreto del Fidelio, con Veritaserum.





En cambio, la muerte de su madre figuraba como una enfermedad incurable, en la última página del diario. Cuando se había enterado, lo primero que hizo fue levantarse normalmente, salir del comedor y correr hacia los baños de prefectos, donde enojado destrozo todo, mandando al diablo a Voldemort y sus seguidores (conociendo la verdad detrás de aquella presunta muerta que uso el ministerio para encubrir otro de los ataques del Lord) e inclusive contra su propio padre, no logrando mucho con lo de aplacar la ferviente furia que seguía consumiéndolo.




Había faltado a todas las clases de la mañana y la tarde, metido en su habitación sin ganas de querer ver a nadie, hasta la hora donde había salido a dar un paseo nocturno alegando que sería sólo una ronda de seguimiento por los corredores. Lamentablemente, se había encontrado con una de las cosas que lo tenía de tan mal humor y en tan mal estado sentimental. Potter estaba parado frente a él, con ese porte tan egocéntrico que le daba cuando se cruzaban, vistiendo la túnica roja de Gryffindor.




Crispando los dientes, endureciendo la mandíbula y apretando los dientes, lo miro con el seño fruncido.



— ¿Feliz con tus logros, Potter? —Dijo, comiéndose cada frase con odio. Draco estaba enojado, y lo único en que podía canalizarlo era en ese maldito Gryffindor. Harry frunció rápidamente el ceño. El no estaba para nada feliz, el sentimiento que se lo devoraba era la culpa y distaba mucho de ser simple y dolorosa. Draco cruzo los brazos frente a su pecho y lanzo una de sus sonrisas despectivas—. ¿No lo sabes, verdad? ¡Pero qué digo!, por supuesto que no lo sabes. Nadie a parte de mi lo sabe.




— ¿De qué diablos me hablas, Malfoy? —Preguntó, frunciendo más el ceño y con tono molesto. No quería discutir con nadie en ese momento y mucho menos con aquel mimoso. Decidiendo que era mejor dejar la escena, se dio media vuelta para alejarse, siendo detenido por el fuerte agarre de Draco sobre su brazo.




— ¡Ah no, Potter! ¡No te irás! ¡No hasta que no termine contigo! —bramo Malfoy con fiereza y un odio sin igual adornando sus pupilas. Cada segundo parecía menos soportable mantenerse callado, ni siquiera, aparte de gritar, blasfemas y destruir, había tenido la oportunidad de llorar a su madre. Draco hizo aquella mueca de asco que lo representaba tanto, tan Malfoy—. Por tu maldita actitud de héroe suicida perdí todo cuanto amaba, ¿sabes? ¡Por tu maldita culpa!




Harry frunció los labios y el ceño, removiéndose hasta haber logrado soltarse de Malfoy. Draco trastabillo antes de que Harry lo tomara de la solapa de la camisa y lo azotara de la pared: —El que tu papi este en Azkaban por estar jugando al Mortifago enmascarado con aquella asquerosa rata de su amo, no tiene nada que ver conmigo, Malfoy. 




Escupió Harry, con todo asco que pudo impregnar en las palabras. Soltó a Malfoy, quien cayó de culo en el suelo, y se encamino de nueva cuenta por el pasillo. Malfoy apretó los dientes y se levanto para comenzar a golpear a Harry, cayendo ambos en el suelo mientras forcejeaban.




— ¡Devuélvemela, asqueroso Gryffindor, devuélvemela! —después de unos cuantos golpes, Harry logro sujetarlo de las muñecas, girándose sobre él y sentándose en sus caderas para hacerle peso. No entendía del todo qué diablos estaba sucediendo, y mucho menos la razón del por qué Malfoy le gritaba que se la regresara, ¿Quién era ella? —. Es tu culpa, es tu culpa, ¡es tu maldita culpa! ¡Devuélvemela! 





Forcejeando un poco más, Harry logro ganar total control del enrabiado Slytherin. Tenía sus muñecas agarradas con una sola mano, consternado ante lo que estaba admirando. Aparte de gritarle como desquiciado, Malfoy estaba literalmente llorando. Algo en su interior se removió inquieto cuando visualizo las lágrimas, soltándolo y parándose. Parecía que algo quería atravesarle la garganta en ese momento: — ¡¿Qué mierda te sucede, Malfoy?! 




Draco se quedo tendido en el suelo, cubriendo su rostro mientras las lagrimas seguían cayendo una tras otra, ya incontenibles. Harry se limpio el labio superior, donde tenía una cortada por el fuerte golpe que Malfoy le había asestado de improvisto en el primer derechazo. No entendía a la perfección lo que estaba sucediendo, pero no era de alguien como él dejar tendido a alguien en el suelo a mitad de la noche.




Ya se había esperado el primer rechazo, por lo que lo había tomado de la muñeca y lo había obligado a levantar, también recibiendo aquella tan esperada mirada de odio: — ¡Suéltame! —gruño, sobando su muñeca y pasando una mano por su rostro, aun sin indicios de parar de lagrimear—. ¡Mierda!




— ¿Te puedes explicar, Malfoy? —Harry se recostó del muro y lo miro con detenimiento, viéndolo de alguna manera como si fuera un niño que no tiene idea de que hacer, adolorido y completamente solo. No supo de donde le surgió la idea, pero la desecho inmediatamente.




Si abrazaba a Malfoy, ni Merlín sabía lo que pasaría luego.




—Mi madre, Potter, eso sucede…—bajo la mirada cuando los verdes ojos de Harry se posaron sobre él—. Lucius falló en su misión en el ministerio y creo que sabes que el Lord castiga a los que fallan. Mi madre pago por él… con su vida…— un corto gemido escapo de él, haciéndolo derrumbarse de nuevo en el suelo, soltando mas lagrimas. Harry se sintió morir otra vez. No sólo había perdido a su padrino, sino que ahora la culpa se lo carcomía con más achico después de escuchar aquello. Puede que Malfoy padre fuera un Mortifago, pero no le deseaba a nadie aquello y al parecer a quien más le afectaba era al joven Slytherin. 




Paso una mano por su rostro… ¡Merlín! Era totalmente imposible no sentirse más decaído con eso. Era la primera vez en todo el tiempo que llevaba conociéndolo, que veía a Malfoy tan expresivo y devastado por algo. Si realmente fuera posible, él hubiese revivido a la señora Malfoy y a su padrino. No tenía idea de que hacer, Draco estaba aun tirado en el suelo, casi haciéndose un ovillo, mientras gritaba aun desconsolado.




—Malfoy… yo…




—Es mentira, ¿verdad, Potter? Ella no está muerta. —La garganta se le seco al escuchar aquel tono tan dolido. Malfoy estaba mostrando facetas que jamás había mostrado a nadie—. Ella está en casa, esperando para darme un abrazo a escondidas de padre. Ella… no puede haberse ido….




Aún para su propia sorpresa, no pudo soportarlo más cuando Malfoy se echo a llorar con tanto sentimiento. Harry se había arrodillado y lo había abrazado, tratando de calmarlo. No recibiendo ninguna negativa del chico que se aferraba con más fuerza de su túnica. 





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Se estaba removiendo incomodo entre las sabanas, con los recuerdos (o algo parecido a una pesadilla) que estaban atacando su sueño. Su madre le sonreía y luego, en una variante de llamas verdes y azules, algo que parecía ser una potente luz cegadora y la risa desquiciada de lo que parecía ser algo que antes fue humano, ella desaparecía, gritando de una manera aterradora y que le dejaba la bilis en la garganta y miles de lágrimas pasmadas. Agitado, se arranco las sabanas como si fuese un fierro hirviendo. Se vio sudando a mares, llorando y siendo consolado por alguien parecido a Potter.





—Es una pesadilla, Malfoy. Una pesadilla. —Harry susurraba mientras posaba sus verdes ojos en los plateados de Draco, que parecían vibrar de miedo. Malfoy se aferraba a su túnica y susurraba algo parecido a “Es sólo un sueño” a lo que temblaba. 





Cuando había caído dormido entre sus brazos en el pasillo, Harry no tuvo más opción que llevarlo hasta la sala de menesteres para que descansara. No podía llevarlo a la torre (lo tomarían como sacrificio si lo descubrían llevando a Malfoy a su cama) y llevarlo a su propia habitación dentro del territorio de las serpientes no era una opción a tomar. 





Draco se calmo y lo soltó mientras este se levantaba y le pasaba un vaso de agua: —bébelo. Te calmara. —Sin objetar nada, tomo el vaso y se bebió el contenido con calma. Harry suspiro y se sentó nuevamente en el sillón azul florido, desde donde vigilaba el sueño de Malfoy y pensaba, al lado de la chimenea. Había pedido un lugar cómodo donde descansar y poder pensar con tranquilidad, apareciéndole esa habitación con decoración victoriana. 




— ¿Por…qué? —Dijo Draco en voz baja y luego miro hacia donde Harry estaba, observándolo de soslayo, con algo que parecía ser seriedad absoluta—, ¿por qué me ayudaste, Potter? 




— ¿Acaso deseabas quedarte tirado en el pasillo, muriendo de frio? —Potter alzo una ceja y sonrió burlonamente, crispando de nueva cuenta su orgullo (o lo que quedaba de él, después de haber protagonizado toda aquella escena melodramática). Gruño y desvió la mirada, sintiendo la sangre fluir caliente por sus mejillas.




—Luego te devolveré el favor. Se me da mal quedar en deuda y mucho más si es contigo, Potter— Harry le asintió, no quería armar un escándalo allí sólo por algo tan trivial—. Potter…—el chico lo miro y volvió a alzar una ceja en cuestión a su llamado—. Soy prefecto, ¿sabes? ¿Qué haces a estas horas de la noche, fuera de tu torre? 




—Fugándome… —la indiferencia en aquella palabra lo hizo abrir y cerrar la boca varias veces. ¿O Potter estaba loco o sus oídos estaban mal?




— ¿perdón? 




Harry suspiro y lo miro directo a los ojos: — Más claro no puedo ser, Malfoy. Me estoy F. U. G. A. N. D. O. ¿Comprendes? Me estoy escabullendo del castillo y escapando. 




Draco parecía pez fuera del agua. Si se estaba fugando (y no es que dudara de la palaba de un neurótico como aquel Gryffindor), ¿Por qué coño le estaba diciendo a él sus planes como si nada…? Oh, claro, la deuda.




— ¿Estas contando con la deuda de hace un momento para que no diga nada, verdad? —Harry asintió, levantándose de nueva cuenta.




—Al menos, explícame tus razones. ¿No te pondrías en más peligro si sales del castillo? Que yo sepa, el Lord oscuro esta tras tu cabeza. Y no habrá nada que lo pare hasta tenerla. —Potter, para crispamiento de todo sentido común de Draco, se encogió de hombros mientras tomaba lo que parecían ser baúles encogidos en la mesa a su lado.




—Estoy harto de esta situación. Tomare vacaciones hasta entrar a Hogwarts el año entrante, cuando cumpla la mayoría de edad mágica y lidiare a mi manera con Voldemort —Draco tembló y Harry rodo los ojos. Siempre odio cuando todos parecían perros mojados al escuchar ese estúpido nombre que Tom había elegido—. Dumbledore querrá manipular todo movimiento que haga si voy a casa de mis familiares. Razón lógica para escapar…




—Potter… —Malfoy tenía ganas de arrancarse el cabello y cortarse la garganta—. En primera, Potter, aparte de saber burlar las defensas del castillo, que no lo dudo, ¿qué piensas hacer con tu apariencia? Todos en el mundo mágico te conocen—levanto la mano y le detuvo, prosiguiendo con la explicación: —Aunque te fueras al mundo Muggle, seguiría siendo lo mismo. El hermano de la comadreja trabaja en Gringotts, según tengo entendido—Harry le asintió, haciendo un ademan con la mano para que siguiera—… no podrás sacar un solo Knut sin que este se dé cuenta y le informe a la orden del fénix, que ese mequetrefe del que quieres huir maneja. Y antes de que digas otra cosa más, no puedes usar magia hasta la mayoría de edad sin que el ministerio te localice sin problema alguno.




Analizándolo mejor, Malfoy tenía razón en cada una de sus advertencias (o replicas de esposa gruñona). Harry sonrió de lado: — Entonces, ¿qué me sugieres, Malfoy?




—Lo primero, conseguir una varita ilegal y no detectable. Lo segundo, que me lleves contigo…




Harry parpadeo fuertemente, pasando una mano por su cabeza algo confuso por el pedido de su enemigo natural.





— ¿Por qué quieres venir conmigo? —Pregunto, tomando nuevamente asiento y encarando a Malfoy con rostro serio.




—Al igual que tú, necesito unas vacaciones. Como te había dicho, mi madre murió y ya fue enterrada sin mi consentimiento; el estúpido del ministro lo hizo así para ocultar este hecho que fue también sepultado en la última página del profeta puesto como una enfermedad incurable. —Apretó los puños y suspiro para serenarse—. Mi padre está en Azkaban, puesto para ser ejecutado dentro de unos pocos días con el beso del Dementor, por lo que legalmente soy el cabeza de familia de los Malfoy. En otras palabras, el Lord oscuro me querrá en sus filas para tener total acceso a la fortuna Malfoy como lo hacía con mi padre. Cosa en la que no le daré gusto ni privilegio…





—Me sorprendes—le corto Harry, cruzando sus piernas mientras sonreía de lado—. ¿No era tu deseo que, sangres sucias y mestizos, desaparecieran? 




—En lo absoluto. Esos son sólo los ideales de mi padre, compartidos con el Lord e inculcados a mi desde que nací (siendo corrompidos por mi madre) —respondió, tomando la misma postura relajada de Harry—. Todo está legalmente a mi nombre. Padre, aunque quiera, no puede quitarme nada cuando ya está prácticamente muerto. Hoy he cerrado la mansión y todas las propiedades Malfoy, a familia y desconocidos. Nadie que no tenga mi permiso puede entrar y los que estaban dentro han sido expulsados de ella. En otras palabras, soy un traidor a su causa en estos momentos, y te puedo asegurar que desean mi cabeza más que nada. Incluso mis compañeros parecen haber sido informados, y me miran de manera repulsiva.




—Podrías estar seguro en tu mansión. De todas formas, según entiendo, nadie puede traspasar los dominios de una propiedad protegida con magia más que ancestral, de sangre. ¿Por qué quieres ponerte en peligro, huyendo conmigo? —Potter se estaba comportando un poco más lógico y sereno que antes, parecía que la muerte de su padrino (su tío) le había afectado de una manera más positiva de lo que lo afecto la muerte de su madre a él.





—Por qué no quiero estar en aquella gran edificación, por un tiempo. Quiero pasar a dejarle flores a madre, pero no deseo permanecer allí todo este tiempo, encerrando y con miedo de que encuentren una manera de eludir las barreras para asesinarme. —Respondió, suspirando y pasando una mano por su cabello—. Tengo varias mansiones alrededor del mundo, Potter. Tú, por el contrario de mí, no puedes usar ninguna de las mansiones de la familia Potter hasta tu mayoría de edad, sin contar que no tienes ningún contacto que te ayude a permanecer seguro hasta regresar a Hogwarts. Y mucho menos, maneras de conseguir una varita ilegal para ayudarte con tu magia. 





—Bien, acepto que tienes razón en todo eso. No había pensado más que en largarme de este castillo y de la “protección” de Dumbledore. Tú pareces haber pensado lo mismo que yo, aunque quieres huir de algo diferente de lo que yo huyo…





—En realidad, quiero escapar de lo mismo que tu, Potter. —Harry lo miro sin entender nada. Draco chasqueo la lengua—. Estar bajo la influencia de Dumbledore como protección para lo del señor tenebroso, sólo me haría ir a caer en las redes del Lord. Si voy con el anciano para que me ayude, en contra parte me pedirá que actué como un espía en las filas de Mortifagos, cosa que quiero evadir a como dé lugar. Por eso te estoy pidiendo a ti que me dejes ir contigo. Puedo serte de ayuda y tengo propiedades de sobra que son desconocidas para incluso los miembros de la familia y mi padre. Podremos ocultarnos y tú tendrás tus vacaciones.





Harry planeaba negarse. Puede que estuviera tentativa la proposición con tantos planes formulados de manera coherente, pero no quería estar con nadie. No obstante, viendo la realidad de los hechos detrás de aquella mirada de plata liquida, descubrió que Malfoy tenía miedo, miedo a estar solo y no tener a alguien que lo ayudara. En más de un punto tenía razón con lo de que Dumbledore lo emplearía como espía si se acercaba a pedirle ayuda, teniendo en cuenta que el profesor Snape estaba en prueba con el Lord al haber sido casi expuesto como espía.





Al menos había dejado la nota con Hedwig para Remus cuando pensó en fugarse. La cual debía entregársele después del amanecer. 





—Son las 3 de la madrugada, Malfoy. Sólo tienes media hora para recoger tus pertenencias…

Notas finales:

Como siempre, espero sus comentarios, Mon petit coeur.


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