Era casi de noche y el rubio parecía insistir en hacer mal las cosas.
¿Cómo podía ser tan burro?
Se preguntó casi histerico el ojiazul mirando la nota garabateada frente a él.
Joey no podía creer su suerte.Había creído conocer a los peores profesores de la historia y sobre vivirlos pero todavía no había conocido a Seto Kaiba.
Había rehecho 12 veces el trabajo y aun parecía no gustarle al exigente castaño.
--Te he dicho que esto esta mal expresado mas de una vez.¿Por que no prestas atención?—grito el frustrado arqueologo.
--Sera porque me dices tantas cosas que ya no se que esta bien y que esta mal—dijo Wheeler.
--Con ese nivel de memoria no es de extrañar que estes en problemas—le dijo Kaiba mirandolo frente a frente desde una muy disminuida distancia.
Joey iba a replicar.
Iba.
Hasta que se dio cuenta de lo cerca que estaban y quedo hipnotizado por los labios del castaño.
Seto percibio que la rebeldía del otro se había esfumado de pronto y se pregunto la razón.
El ojimiel se acercó de a poco a sus labios y para cuando sus alientos se entremezclaban muy cerca de su piel Seto se dio cuenta de sus intenciones.
Asustado el arqueólogo dio un paso atrás pero su huída se vio entorpecida por el escritorio frente a la ventana colocado atrás suyo y su escape se vio frustrado.
Los labios del castaño fueron rozados con delicadeza por los del otro para después ser azorados por un intempestivo beso mientras JHoey le abrazaba con fuerza y su mano derecha arrugaba la tela de su camisa en la espalda.
Mientras su otra mano se deslizaba por la nuca del castaño para empujar su cabeza de tal modo que el beso fuera mas intenso.
El arqueólogo estaba shockeado y no pudo reaccionar.Tan solo miro y sintió esos labios que se prendían a su boca y pensó que todo estaba yendo mal.Su propio cuerpo lo traicionaba.Y con un hombre.
Sus brazos se movieron sin pedirle permiso a su voluntad o razón.
Ambos se deslizaron hacia el suelo quedando él sentado y con las piernas abiertas mientras el rubio quedó arrodillado entre ellas cosa que no pareció advertir sumido como estaba en ese beso profundo..
De pronto abrió sus ojos y sus orbes mieles miraron casi gatunamente a sus ojos de cielo como preguntandole si debía continuar.Si tenía su permiso.
El sonrojo en el mayor le pareció mas que adorable y sus labios algo inchados por el pasional beso insinuantes.
--Tal vez no debiera seguir—dijo el estudiante sacando sus manos del cuerpo del otro.
Por instinto.Sin que el pensamiento lógico actuara el mayor retuvo sus manos presintiendo el desenlace de tal accion.
No quiero que lo hagas, decía su inesperado modo de actuar y el rubio acudio a sus labios de nuevo mientras sus manos se ocupaban de la corbata del otro antes de que este se diera cuenta de sus acciones.
¿Qué le estaba pasando por la cabeza?
Se preguntó Kaiba.
A él y a ese estudiante.¿Como se le ocurría irrumpir asi en su vida tan…?
De pronto se estremeció cuando los labios del otro viajaron por su garganta directo al espacio que había dejado descubierto desabotonando la los primeros botones de la camisa blanca del arqueólogo.
Los labios de Joey se deleitaron con ese pequeño hueco dejado al descubierto por la clavícula mientras sus manos se deslizaban por los costados del torso del otro hasta llegar al pantalón.
Se deslizaron luego por sobre la tela marrón por los muyslos bien delineados y atléticos y sintió con gozo la r4espuesta en el cuerpo ajeno.
El suspiro en su oído todo lo dijo pues el otro se había encorbado y tocando la parte masw tierna de la anatómía ajena Joey advirtió el motivo de tal acción.
Despacio.Cual un mago que se prepara a develar un gran misterio bajo el cierre de dicha prenda pero de pronto su acción truncada por la mano del otro.
--Nnn..no lo hagas—dijo la voz ronca en su oído que le provoco algo parecido a mil deseos en el corazón.
Sin hacer caso de sus palabras Joey se deshizo de la mano intrusa y continuó su cometido despojando a la parte baja del cuerpo del otro de su coraza.
El palpitante miembro fue expuesto luego y con deleite, ingenuidad y extrema curiosidad los dedos del rubio lo recorrieron delicadamente cuan largo era.
El cuerpo de Seto se tensó por el contacto y emitio un leve gemido que intento ahogar dentro de su boca sin éxito.
Era censurable.
Era vergonzoso.
Sus mejillas ardían por tan leve contacto y su cuerpo todo pedía mas.
Sin proponérselo sus caderas se movieron hacia la mano que prodigaba tales caricias e impactado el rubio miro la cara del otro que permanecía con sus orbes selladas pues acumulaba vergüenza.
No pudo evitarlo y sus labios acudieron de nuevo a los del arqueólogo mientras su lengua exploraba con deleite irrumpiendo en el semi cerrado espacio.
Seto lo aoatuvo por los hombros dispuesto a apartarlo pero sus impulsos lo llevaron en dirección distinta apretando el cuerpo del otro al suyo.
La mano del rubio toco su delicada parte intima volviendolo loco de placer y gimió en el interior de su boca un momento antes de que por la fuerza esta se separara de él.El joven de ojos mieles miro lo que provocaba en el otro tal acción y despacio se acercó a la palpitante masculinidad de el otro para despacio tocar su punta, despacio, con su lengua.
Para Seto fue tan traumático como el haber sido alcanzado por un rayo y su cuerpo reaccionó de igual manera con estruendoso espasmo para después aferrarse al cuerpo del otro lo cual provoco que su parte mas sensible se hundiera en esa húmeda cavidad.
Sintió el roce de esos lijosos dientes en las paredes sensibles de su ser pero eso solo provocó mas goce haciendo que sus mejillas enrojecieran mas mientras el otro se abrazaba a su cintura haciendolo arquearse mas hacia él.
Kaiba hecho hacia atrás la cabeza confundida, nublada por el intenso deseo, por la incipiente necesidad de mantener y aumentar tal contacto.
Con fuerza arrugo la desalineada ropa del otro mientras este se mecía en un vaivén de adelante hacia atrás que culminó como er4a predecible en una violenta descarga y un grito agónico del castaño que se derrumbo ya sin fuerzas contra el lado del escritorio.
Aun no abríus sus ojos.
No podía.
No después de haber cometido semejante imprudencia.
Así pensaba Seto cuando de pronto sintio los ardientes labios del otro de nuevo sobre los suyos y abrió sus soles azules para mirar con sorpresa a Joey.
--Me gustas—le dijo sin inhibiciones.—Me gustaste desde el momento en que te vi—añadió.
Seto no sabía como responder a aquello.
--No es necesario que digas nada.Te deseo y tu a mí.Eso es lo único que importa.Nuestros cuerpos hablan un idioma que la mente no entiende—exclamó mirando los labios del arqueólogo para de nuevo besarles intensamente.
Era cierto, pensó Seto. Su mente no entendía aun lo que pasaba pero su cuerpo disfrutaba intensamente del contacto.