Seto no podía entenderlo. No quería arriesgarse pero el deseo solo se propagó por su ser y beso al rubio atrayéndolo si fuera posible más a su cuerpo y girando se puso sobre él mientras continuaba le beso.
Su mano derecha levanto por el muslo la pierna izquierda del otro mientras su boca se traslado a ese delicioso cuello que tanto extrañaba.
Susurró en tono bajo sin poder aún controlar sus celos—Dime la verdad. ¿Cuántos han pasado por tu cama desde entonces?—
La depresión ocupó todo el ser del rubio.
Jamás le creería.
Y con toda la razón.
--Me llamaban loco—susurró mientras el otro se detenía para observarlo.
--Los paraba por la calle. Los hacía voltear y gritaba por la calle como enajenado—dijo el rubio recordando cada suceso.
--¿De que estas hablando?—preguntó el arqueólogo algo airado.
--Pensaba que eran tu. Te buscaba. Sé que no me creerás y ya creo que no intentaré convencert…--no pudo terminar pues miro a Seto y esos ojos mares lo hicieron perder el hilo de sus pensamientos.
El gato estaba herido y no solo en su orgullo.
--Jamás debí fijarme en ti—dijo el castaño.
Joey lo miro y con la mano rozó ese bello rostro de alabastro.
--Fueron tus ojos—dijo en medio de una ensoñación.
Seto levantó una ceja.
--Cuando me miraste el día en que nos conocimos. Cuando visitaste a mi profesor—dijo el rubio.
--Si y te dijo que me pidieras clases de apoyo—recordó Kaiba.
--El no me dijo tal cosa—dijo para desconcierto del arqueólogo el otro.—El dijo que tu no eras para enseñar—recordó.
--Pero tu…--dijo Kaiba tratando de averiguar si su memoria era tan mala así.
--Yo te dije eso como escusa para entrar a tu vida—dijo el otro con una sonrisa de pesar. –Fueron tus ojos. Tu me miraste directamente a mí y desde entonces no he podido separarme de esa visión—dijo observando de nuevo esos zafiros incrustados en ese perfecto rostro.
La boca de Seto se desboco de nuevo y deseo con ansias al otro que se agarró de su camisa mientras el otro se deshacía de la chamarra de Joey y mordía sus carnosos labios.
Sus manos se posaron sobre la tela del pantalón del otro acariciando sobre esta la sensible piel de sus muslos.
Joey rodeó su cuello con los brazos y exhaló en su oído como hacía mil años no lo hacía.
La pregunta escapó de sus labios--¿A cuantos has hecho el amor como a mi?—
La voz del rubio se quebró.
Seto cerró los ojos.
--A nadie—susurró junto a su oído.
--Pero tu y Motou…--dijo el rubio.
--Yo y él hemos salido pero..—aceptó el castaño tratando de esconder lo que realmente sentía al demostrarle al otro lo que por él sentía.
Joey sintió que era inundado por la felicidad y la culpa al mismo tiempo.
Seto en todo ese tiempo no había estado con nadie mas.
El castaño le volteó para terminar de sacar su ropa y repartió besos por su sensible espalda.
El ojos mieles se aferró al cobertor desesperado por el toque del otro mientras Seto llegaba a su cadera.
--Te deseo--le dijo el arqueólogo. Provocando en Joey que gimiera.
Sus oídos estaban llenos de Kaiba y su piel le anhelaba profundamente.