Debo salir de aquí.
Por suerte el almuerzo había sido tranquilo, al menos lo que quedaba de él. Comí evitando la mirada de todo ser viviente del lugar, a excepción de las de mis amigos, los cuales en varias ocasiones se había burlado de mí. Ya me gustaría haberles visto en su primer día…
Ya estaba oscureciendo y la lluvia caía con tal intensidad, que parecía que iba a necesitar el Arca de Noe para salir de este horrible centro. Nos habíamos quedado solos Takanori y yo, así que aproveché para preguntarle.
- Ruki-chan, ¿de que conoces a ese matón?- Taka no era el tipo peligroso que se junta con rudos que pegan a niños indefensos, además Mao se había detenido casi inmediatamente cuando el enano se lo pidió. Por un momento sentí celos de que me hubiese sustituido por ese mocoso rubio.
- ¿Eh?- respondió confuso desde el sillón donde estaba medio tumbado.- Mao, me tiene mucho cariño- sonrió.- Él, se puede decir, que aquí es mi “protección”
- ¿Te tiene mucho cariño?- repetí sus palabras, arqueando las cejas.
- Sí- afirmó nuevamente con la cabeza.
- ¿A caso me has sustituido tan pronto Takanori?- pregunté con tono frío y serio.
- ¡¡Nooo!!- lloriqueó, dejándose caer del sillón para tirarse sobre mí que me encontraba en el sofá. El enano quedó tumbado completamente sobre mí, con la cabeza apoyada en mi pecho.- Sabes que no te podría sustituir…- dijo lentamente para mirarme a los ojos desde su posición.
- Eso espero- reí, mientras le agitaba los cabellos con la mano.
- Hey, para, para, ¡que me ha costado mucho peinarme!- se quejaba entre risas.
- Sin duda ambos deberían parar- se oyó una voz madura e increíblemente seria. Ambos levantamos la vista, encontrándonos con un sujeto de pelo castaño, rostro duro y de edad superior a la de todos nosotros…Sin duda no podía ser un alumno. Ruki se levantó corriendo, medio asustado, para quedarse en posición totalmente recta frente al hombre, mientras que miraba al suelo. Yo le seguí tranquilamente.
- Gackt-sensei- nombró Ruki, asustado. Así que este personaje tan serio era un profesor…umm…y parecía que a Ruki le asustaba.
- Takanori, es tarde y si no tiene otras cosas que hacer, debería estar en su habitación descansando o haciendo sus tareas y no jugando. Vete inmediatamente a tu cuarto- ordenó.
- Sí, sensei…p-pero…yo…
- ¿He oído “pero”? ¿Acaso no ha oído mi orden?- dijo con aire superior y demandante.
- Sí, sensei- afirmó antes de marcharse de allí, no sin antes dedicarme una expresión de arrepentimiento por dejarme solo y cargada de lo que me parecía… ¿miedo?
- En cuanto a usted- comenzó, una vez Taka se había perdido. Me miró de arriba abajo, examinándome con una mirada cargada de un sentimiento que no llegaba a captar del todo.- ¿Cuál es su nombre?
- Takashima Kouyou.
- El nuevo…- dijo más para sí mismo que para mí.- Bien, por lo que tengo entendido usted no está atado a quedarse en este lugar todo los días. ¿Qué hace aquí, entonces? Además de juguetear con Ruki, por supuesto…- dijo lo último con una clara insinuación.
- Somos amigos- inquirí con tono frío.
- Ese tono, Takashima- advirtió. Volviendo a recorrerme con la mirada y girando en torno a mí.- Aquí, somos todos muy “amigos”- dijo con tono burla.
- No me he marchado porque no sabía como hacerlo, nadie me ha dicho nada- cambié de tema, incómodo.
- ¿Piensas qué alguien te va a decir como salir de aquí?- preguntó con una ligera carcajada.- En fin, hay una parada de autobús al final del bosque. Ya puedes largarte.
- ¡¡¿Qué?!! ¡Esta loco si cree que voy a atravesar el bosque en plena noche y diluviando!- grité cabreado.
- Mira, jovencito- advirtió acercándose a mí peligrosamente y agarrándome del cuello de la camiseta con fuerza.- Con ese tono, nunca te dirijas a mí, si no quieres acabar muy mal ¿me has entendido?
- Sí- gruñí.
- ¿Cómo has dicho?
- Sí, Gackt-sensei.
- Eso está mejor- sonrió soltándome.- Kouyou, tengo muchas ganas de que te quedes en este lugar, para poder domarte a mi antojo…- indicó con una sonrisa claramente lasciva, que me dejó completamente helado.- ¿Sabes? Adoro los retos…y contigo ya serán dos- dijo antes de marcharse por la puerta.
DIOS, DIOS, DIOS, ¡¡tenía que salir de aquí como fuera!! Me dije a mi mismo, mientras cogía mi abrigo y salía de allí. A estas alturas me daba igual atravesar un bosque en medio de la tormenta, ¿qué coño había insinuado ese tipo?
Nadie impidió mi salida, lo cual me sorprendió gratamente. Ya me esperaba a ese Yoshiki con su falsa cortesía diciendo que tendría que pasar la noche allí. No, no, ni muerto me quedaba en Yasherville.
Me introduje en el bosque, tan solo iluminado por la luz que desprendía mi móvil y con la que lograba caminar a duras penas. La lluvia parecía cada vez más fuerte a pesar de la protección que me otorgaban los altos árboles. Estaba completamente empapado y lleno de barro.
Iba quejándome en voz alta cuando comencé a oír ruidos, más bien parecían voces… ¿Acaso no era el único que podía salir de Yasherville? Desde luego no se me ocurría que una persona normal fuese a ese bosque en plena noche y menos tan cerca del centro donde encerraban a adolescentes asesinos.
Cuando llegué a una leve explanada, las voces se transformaron en lo que a mis oídos, parecían gemidos. ¿Alguien allí, haciéndolo? Sin duda la gente cada vez estaba peor. Intenté ir por otro camino, evitando tener que ver la escenita, pero parecía que no iba a poder atravesar por otro lugar, a menos que no quisiera perderme. Y era todo lo contrario, quería alejarme de ese lugar y no volver nunca.
Caminé lentamente, intentando hacer el menor ruido, acercándome a lo que debía ser la pareja, ya que los sonidos iban aumentando su nivel con mi cercanía. Intenté estar concentrado en el suelo, mientras que atravesaba esa zona entre los troncos de los árboles. Sabía que si levantaba la cabeza del suelo vería a la pareja, pero una parte de mí no pudo controlar esa parte “cotilla” del cerebro y terminé levantando la vista. Encontrándome algo para lo que no estaba psicológicamente preparado. Allí, tirados en medio de las altas hierbas mojadas del suelo, se encontraba Reita con la espalda sobre este. Gimiendo, debajo de quien ahora me parecía realmente conocido. Sin duda era el mismo chico rubio y de aspecto peligroso que me había quedado mirando en el comedor. Y allí estaba acariciando a mi medio desnudo amigo, provocándole gemidos con sus labios recorriendo el pecho de Reita, mientras que sus manos se perdían por debajo de la tela del pantalón.
Mi estado fue de shock, no podía creer lo que estaba viendo. La única palabra que atravesaba mi mente era repulsión.
En ese momento me dio igual ser descubierto, arruinar a Reita ese contranatural (a mis ojos) placer. Salí corriendo de allí como alma que lleva el diablo y sin darme cuenta, estaba respirando agitadamente en la parada del bus, el cual por suerte no tardó en llegar.
Las calles pasaban de largo sin que centrase mi mirada en ellas, ni en nada. Realmente no podía pensar, solo tenía clavada en la mente la grotesca escena de Reita con ese sin nombre. El conductor me indicó que ya me podía bajar y me encontré con la puerta de mi amada casa, creo que en la vida había echado de menos tanto a mi familia, a mi hogar…
Bajé del bus y en cuanto entré por la puerta, me encontré con la figura preocupada de mi madre.
- Kouyou, ¡estás completamente empapado!- exclamó corriendo a por una manta y después cubriéndome con ella.- ¿Qué ha pasado?- preguntó aumentado su preocupación al ver mi mirada pérdida.
- M-mamá, no…no quiero volver a ese sitio…Por favor- supliqué.
- Cariño…- me miró con aflicción. Pero, yo, ella y todos, sabíamos que tendría que volver a Yasherville.- Te prepararé un baño caliente y un chocolate, seguro que mañana estás fresco como una lechuga.
El baño logró que entrase nuevamente en calor, pero aún así no me podía quitar de la cabeza esa imagen. ¿Desde cuando Reita hacía esas cosas? ¿¿Por qué?? No sé la razón, pero me lo había tomado como una traición, Reita era el macho alfa ¿a qué venía hacerlo con un hombre?
Era como si todo lo que hubiese vivido todo este tiempo con él, fuera una gran mentira. De Ruki, me lo podría haber imaginado…pero nunca de mi segundo mejor amigo. Desde que entré en Yasherville, parecía que todo iba a ser igual que en el instituto, con un ligero cambio de no acercarse a ciertas “personas” y ahora resulta ¿qué él se lo montaba con el tío ruder ese? Aquello debía ser una broma de pésimo gusto.
Todo había cambiado y por culpa de ese maldito centro, mi amigo ya no era quien conocía y resulta que ese profesor llamado Gackt estaba completamente loco. Y por alguna razón, ahora sabía que sus palabras iban dirigidas en el mismo tema en el que había pillado a Reita.
No, no, no. No sé como, pero debía salir lo antes posible de Yasherville y ni loco el provocar que las palabras de Yoshiki-sama se transformaran en realidad, quedándome allí internado totalmente.
Deseé romperme ese maldito detector de posición del tobillo y marcharme a Hawai o al mismo Tíbet para que no me encontrasen. Bajo esos pensamientos me quedé dormido, sin apenas darme cuenta mis ojos ya se había cerrado en un reparador sueño.