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Institución Yasherville por Yori

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Notas del capitulo:

Aquí esta el segundo capítulo, sé que tarde mucho, pero es que me costó muchísimo escribirlo y como realmente no estoy muy segura de que gustase el fic, no me dio muchas ganas de continuarlo. Pero aun así soy consciente de que el capítulo 1 no fue muy interesante, así que aquí traigo el 2 y espero vuestros comentarios para seguirlo o no, de vosotros depende!

No me enrrollo más....A leeer!!

¿Qué hiciste tú?


 


 


 


 


Salí del despacho ligeramente asustado y nervioso, no sabía la razón pero ese Yoshiki no me había traído buenas vibraciones. Sobre todo sus últimas palabras diciendo que me olvidara el salir de aquí. De todas formas no me iba a hundir, yo saldría en unos meses como había planeado; como que me llama Takashima Kouyou.


 


En cuanto abandoné el lugar tuve que apoyarme contra la pared y respirar hondo, cuando levanté la vista del suelo me encontré con una cara conocida, Ruki.


 


-        ¡¡¡Shima!!!- exclamó lanzándose a mis brazos, colgándose, mientras yo le sujetaba a duras penas por la sorpresa.


-        Ruki, cuanto me alegro de verte- sonreí bajándole y mirándole a los ojos.


 


Ruki, era un chico de dieciséis años. Increíblemente infantil y dulce a la vez. Sentía un cariño por él increíble, como un bebé al que hay que cuidar. Seguramente era el único chico de este lugar que no había matado a nadie. Takanori fue ingresado aquí debido a su conducta mental estaba bastante grave, tendía a matar animales y encontraba diversión en ello. Llegó aquí después de regalar a su profesora su propio gato muerto, entonces vieron que algo no estaba bien en él y podría ser un futuro asesino. Aunque yo le veía incapaz de matar a nadie.


 


-        Reita, ganó la apuesta…- dijo, haciendo un puchero.


-        ¿Apuesta?- repetí confuso. Mientras que le seguía por los pasillos.


-        Sí, él dijo que en menos de un mes harías algo que te trajera aquí…- respondió con una mueca triste.- Yo pensé que no, siempre fuiste el más inteligente y sensato de nosotros.


-        Sí, bueno supongo que era cuestión de tiempo- me encogí de hombros, como si realmente no importara estar allí.


-        No lo digas así…ninguno queríamos que te metiesen aquí- me recriminó con la mirada.


-        Tranquilo- sonreí, pasando mi brazo por sus hombros.- Soy el Uruha, alumno impecable e hijo ejemplar, no duraré nada aquí.


-        Umm- murmuró no muy confiado, pero aún así dedicándome una infantil sonrisa, muy típica en él.


-        ¿Y esa iguana donde está?


-        Hoy no tenemos clases, así que seguramente este haciendo el vago por ahí- indicó, saliendo a unos inmensos jardines.


-        ¡Vaya, esto no está tan mal! Parecerán unas vacaciones- señalé mirando a mi alrededor.


 


El césped estaba increíblemente verde y había un cristalino lago en donde grupos de jóvenes, en su mayoría desconocidos, se agrupaban tumbados pasando el rato. Sin duda esto no iba a estar nada mal.


 


-        ¡Mira ahí esta Reita!- señaló con el dedo, antes de echar a correr en su dirección. Le seguí tranquilamente, estaba junto a un chico de más o menos mi edad de un cabello teñido de un rojo increíblemente llamativo.


 


Reita, un chico rubio (mal teñido) de mi misma edad, siempre solíamos ir a buscar chicas juntos y a beber, ya que Ruki era más dado a la tranquilidad y no le gustaba el alcohol. En nuestra época de instituto Reita era conocido como el “casanova” agrupaba chica tras chica a su larga lista de “novias”.


Fue clasificado como demente, por los ataques esquizofrénicos que le causan agresividad. Se lió a golpes con todas las personas que estaban en un vagón de metro.


 


-        Uruha- saludó contento Reita, levantándose para darme un masculino abrazo que me dejó la espalda destrozada. Reita era de los que se llevaba a las chicas de dos en dos, un ligón en toda regla.- Ya le dije al enano que no tardarías en aparecerte por aquí- rió a carcajadas.- ¿Tuvo que ver con el chico que te quitó a la chica esa?


-        Para nada, nunca arriesgaría mi internamiento por un juego con una chica- negué también entre risas.


-        Odio cuando os ponéis en plan súper-mega-macho-con huevos como los de un toro- reclamó el más pequeño.


-        ¡Envidioooosoooo!- exclamamos ambos tirándonos encima suya sobre el césped.


-        Heyy, ¡yo también éxito! ¿y fijaos? Estoy aquí- se quejó, el extraño pelirrojo.- ¿Nadie piensa presentarme?


-        Ah, sí, sí, es que eres tan poquita cosa que a veces me olvido de tu presencia…-dijo Reita.


-        ¡Que malvado! ¡Yo si que me olvido de ti, iguana, pero no de tu madre!- contraatacó el otro. No pude evitar reírme.


-        Retira eso de mi madre, ¡es una santa!


-        No en la cama conmigo…- sonrió lascivamente el pelirrojo. Reita se lanzó contra él en un placaje perfecto.


-        Siempre están igual…- suspiró Ruki.


-        Ja, ja, me hacen gracia- expliqué.


-        ¡Chicos, chicos, hay público delante! Ser educados con Uruha al menos al principio, antes de que haya confianza- se hizo oí Ruki. Ambos se detuvieron y me miraron.


-        Bueno, ya sabes lo que dicen Ruki, la confianza da asco- convino el pelirrojo.


-        ¡Preséntate, imbécil!- exclamó Reita, propinándole un flojo codazo.


-        Encantado, soy Daisuke Andou, aunque todos me llaman Die. Cuando era libre tocaba la guitarra en un grupo, pero todo se jodio cuando me internaron aquí- explicó de forma rápida apenas sin pararse a respirar.


-        Yo soy Takashima Kouyou, aunque prefiero Uruha- respondí con una sonrisa.- Si no es muy cotilla ¿qué hiciste para que te metieran aquí?


-        Ohhh, no, todo el mundo sabe aquí qué hizo quién- dijo haciendo un gesto con la mano, restándole importancia al asunto.


-        Aquí es conocido por el asesino de la asfixia- cortó Reita.


-        ¡Eh, quiero contarlo yo!- se quejó Die.


-        Buahh, lo haré yo sino estaremos todo el día- intervino Ruki.- Die se dedicaba a ahogar ancianitos del parque y después les robaba, ya ves, todo un matón.


-        Eso, eso, ni siquiera tiene el valor de enfrentarse con gente de su edad.


-        ¡Cállate, necesitaba comer y los viejos llevan dinero!- reclamó Die, comenzando a ponerse del mismo color que su pelo.


-        Eres un mierdecilla, reconócelo…- rió Reita.


-        Sin duda no es lo más peligroso que hay aquí…- afirmó Ruki que había comenzado a aplastar hormigas con el dedo.


-        Uruha, siéntate- indicó serio Reita, palmeando el césped a su lado.- ¿Empezamos con la iniciación, chicos?- preguntó a los otros dos.


-        Sí, creo que es mejor informarle de lo que se cuece aquí dentro- aceptó Die.


-        Debe estar prevenido con quien no pasarse- afirmó Ruki.


-        ¿Qué es? Me estáis asustando- contesté con una risita nerviosa, ya sentado al lado del rubio.


-        Bien, empecemos- dio una palmada Reita.- Ya sabes que todos aquí somos adolescentes potencialmente peligrosos para la sociedad, pero siempre hay unos más que otros.


-        Exacto, hay dos grupos con los que debes tener especialmente cuidado con no meterte- continuó Die.


-        En el segundo nivel de riesgo, esta el grupo liderado por Kaoru-san. Solo cuenta con dos personas más, pero sin duda son un grupo del que mantenerse alejado o al menos no causar problemas- indicó Ruki, señalando a lo lejos a tres chicos sentados en unas gradas que daban a un campo de fútbol.


-        Kaoru es el castaño más alto, él de apariencia seria. Es el más mayor de Yasherville, tendrá unos diecinueve- veinte años, no se sabe mucho de él- indicó Die.- Aunque se dice que envenenó a todo su colegio causando una masacre, pero él no lo a confirmado.


-        A su lado, Kai, ¿el de apariencia de bebé adorable y con sonrisa angelical? Pues no te dejes engañar, es dulce con quien quiere. Se le conoce como la “viuda negra”, tiró a su novio desde lo alto del edificio de la escuela.- explicó Reita.- Se dice que simplemente por no contentarle en la cama, pero es un rumor no confirmado.


-        Y por último, pero no menos importante: Mao. Es el rubio de estatura baja y aspecto rudo. Es un gran admirador de Kyo-sama; demente, sin duda. Cuando salió en los periódicos el caso de Kyo-sama, intentado imitarle, mató a toda su familia con un martillo.- ¡Dios! ¿Y yo estaba mal? Al lado de esos tres, tanto como yo, Reita, Die y mucho más Ruki, parecíamos monjas de la caridad.


-        ¿Y ese no es él más peligroso?- pregunté con un ligero tic en la ceja.


-        Turuturuuturuú y en lo alto de la pirámide, se encuentra el grupo liderado por Kyo-sama- anunció Die como si se tratase de un ranking.


-        Nunca, nunca, te metas con él- advirtió, muy serio Reita.- No se sabe ni su edad, ni verdadero nombre, ni nada de eso. Tan sólo se conoce el primer caso por el que le trajeron aquí. Por lo visto, su padre le maltrataba de pequeño, hasta que un día cogió a su padre y le torturó hasta la muerte; por lo que se dice ese fue el primer caso de muchos otros, carga con un gran número de muertes aunque se desconoce el número exacto. Pero su modo operandi es la tortura.


-        Aoi, su mano derecha. Fue un asesino en serie de jovencitos modelos, te cuidado, no te recomiendo ser su tipo- sonrió Die.


-        ¡No me hace gracia!- inquirí. Los tres se rieron a carcajada limpia.


-        Toshimasa Hara, llamado Toshiya- continuó Ruki.- Acabó con diez personas, por lo visto tiene una gran afición con las cuchillas y agujas.


-        Y por último, Shinya Terachi, el cual era prostituto de lujo después de la escuela y solía asesinar a sus clientes después de consumar la relación- finalizó Die.


-        Y ahí ha terminado los grupos principales de la escuela. Aunque siempre es bueno tener el apoyo de alguno de ellos, ya que si en algún momento la cagas siempre podrás tener su protección- explicó Reita.


-        ¿Protección? Siempre me la has dado tú y yo a ti, Reita, y juntos al enano.


-        Aquí es ligeramente distintito Uru…- miró al suelo.


-        Nosotros fuera podemos resultar “los matones” pero aquí somos simples ovejas, Uruha- contestó Die dándome una palmada en la espalda.


-        ¡Vamos, estáis asustando a Shima!- exclamó abrazándome Ruki.- No todo es tan malo, ellos no te harán nada si tú no te metes en su camino- indicó Ruki.


 


 


Estuvimos largo rato allí, hablando de todo un poco. Por mi parte conociendo más a Die, quien inmediatamente me había caído bien, aunque era un “sin remedio” como le apodaban Ruki y Reita.


Poco a poco los jardines habían sido abandonados por el resto de las personas, hasta que un fuerte y demandante sonido del estómago de Die, nos hizo reír y darnos cuenta de que era hora de la comida.


Volvimos al interior del edificio, la verdad es que era igual que un internado pijo, contaba con todo lo necesario y más. El comedor era amplio y estaba abarrotado de adolescentes ansiosos por llenar sus estómagos.


 


-        ¡Me pido no coger mesa!- saltó rápidamente Reita.


-        ¡Ni yo!- continuó Die.


-        ¡Yo tampoco!- exclamó Ruki.


-        ¿Eh?- dije, perdido.


-        Te ha tocado Uru, busca una mesa para que comamos- ordenó Reita.


-        ¡Pobre, se supone que Shima es nuevo, deberíamos tratarlo bien!- salió en mi defensa Ruki, abrazándome mientras hacia un puchero.


-        ¿Quieres buscarla tú acaso?- levantó una ceja Die.


-        Nooop ¬///¬ - contestó rápidamente.


-        Vaya, al final has resultado ser un traidor- reí, mirándole falsamente mal.


-        Nooo, la próxima vez me quedaré yo, te lo prometo- lloriqueó colgándoseme del cuello.


-        Vale, vale, iré a por esa maldita mesa- indiqué alejándome, viendo sus sonrisas de felicidad antes de ir corriendo a la exquisita comida.


 


Aquel lugar estaba tan lleno de gente que sería imposible encontrar una mesa para cuatro personas, completamente libre. Iba mirando a un lado y a otro, cuando no pude evitar clavar la mirada en un chico de baja estatura que acababa de entrar por la puerta. Su cabello era rubio y despeinado, algunos piercing, y unos ojos oscuros y profundos que prefería que no se dirigieran a mi persona. Vestía con un abrigo negro, una camisa a cuadros del mismo color y debajo una camiseta lisa, y vaqueros. Si una palabra describía a ese chico, esa era: peligroso. A pesar de todo, no sabía de quien se trataba, pero iba acompaño de un alto pelinegro, delgado.


Estaba tan distraído observando a ese par, que no me di cuenta de que seguí caminando hasta que choqué con otra persona. El golpe fue tal, que la bandeja que sujetaba el chico se le había caído encima, manchándolo entero, y después con un fuerte ruido terminado en el suelo. El silencio se había hecho presente en el comedor, como el de propio de una iglesia y las miradas impactadas de los alumnos se concentraban en mi figura.


 


-        Umm…eh…lo s-siento mucho. No miraba por donde iba.- expliqué rápidamente agachándome a recoger las cosas desperdigadas por el suelo.- Ten- indiqué tendiéndoselas. Ahora fijándome en ese sujeto. Era de baja estatura, cabello rubio y con un piercing llamativo en el pecho. Extrañamente se parecía al chico que me había quedado mirando, pero este no resultaba tan amenazador.


-        ¡¿Crees que con un perdón y una sonrisita lo solucionas?!- exclamó altamente cabreado, golpeando la bandeja que le entrega, haciendo que cayese a mis pies.- ¿Has visto cómo me has puesto?- inquirió refiriéndose a sus ropas. No sé quien era este niñato enano como para hablarme así, nadie en mi vida lo había hecho y no se lo iba a permitir a éste.


-        Te he pedido disculpas y si tan atento ibas podrías haberme esquivado tú- solté todo del tirón. La incomodidad y silencio del lugar se podía cortar con un cuchillo, aunque ante mis palabras aumentaron.


-        ¡¿Acaso no sabes quien soy?!- dijo aumentando su furia por momentos.


-        No. Ni me interesa… ¿tú sabes quién soy?- respondí burlándome. Al tío ya le palpitaba la vena de la sien.


-        ¡Soy Mao, que se te grave ese nombre por el poco tiempo que lo necesites!- OHH, OHH, Mao. Me había advertido de él, otra vez mi bocaza la había cagado hasta el fondo. Este tío me sacaría el cerebro a martillazos, como a su familia. No tardó en agarrarme el cuello de mi camisa a tiempo que levantaba su puño y yo esperaba el primer golpe.


-        ¡Espera, espera, Mao!- oí gritar la voz de Ruki, cuando abrí los ojos lo encontré corriendo hacia nosotros.


-        ¿Qué quieres Ruki-chan?- preguntó bruscamente al aludido, sin soltarme.


-        Por favor, suéltale, es nuevo y está desorientado…- murmuró en mi defensa Taka.


-        ¿Le conoces?


-        S-sí…es Uruha, mi mejor amigo- respondió sonrojándose y clavando la vista en el suelo.


-        Bien, por esta vez pasa- aceptó mirando a Ruki con una cariñosa sonrisa. Después se volvió hacia mí, cambiando a una mueca de asco.- Pero, a ti, como te vuelvas a cruzar en mí camino te aniquilo ¿me has entendido, alimaña?- preguntó, aumentando la fuerza de sus dedos.


-        S-sí…- Se ve que en este lugar debería a empezar a comerme mis palabras sino quería acabar muerto y bajar la cabeza en esta ocasión, sería el primer paso.


 


 


Me senté en la mesa libre, ligeramente temblando, no por miedo (que también) pero sobretodo por la rabia de haber tenido que comerme mis palabras con ese enano asqueroso. Fue entonces cuando sentí una mirada clavada en mí, levanté la vista y me encontré con los oscuros ojos del causante de mi accidente. Me dedicaba una sonrisa torcida, que hizo que un escalofrío me recorriese la columna.


 


La conclusión de mi primer día fue: ¡¡Quiero salir de aquí!!


 



Notas finales:

Espero que os haya gustado!!^^

 


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