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Príncipe Vs. Pato por H2NJ Dess Hayashi Nao

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Notas del capitulo:

Hola, aqui dejo la continuación del captítulo anterior, y les anuncio que el próximo capítulo será el Final. Así que agradezco profudamente a todas aquellas personas que me dan una oportunidad y leen este fic.

Por ahora es todo, así que Enjoy~!:

-*-

Estuvo a punto de dejarse vencer por el cansancio. Sus ojos se cerraron un segundo, y al sentir de nuevo la oscuridad sus reacciones fueron inmediatas, se levanto como pudo y salió corriendo hacia el lago, quien lo viese no hubiera creído lo bien que se ocupaba de que el enorme vestido no le hiciera estorbo. Al estar cada vez más cerca comenzó a llamar a su primo.

-¡Sakito, SAKITO! *maldición, escúchame demonio tonto* SAKITO-

Para cuando el castaño arribaba a la orilla del lago el último rastro de su primo se perdía en el interior del lago. Voltea a ver si alguien más había podido escapar del hechizo, mas no encuentra a nadie, sólo el cuerpo inanimado de Uruha.

No le queda más que hacerse cargo de su vestido, y comenzar a adentrarse en el lago. Ya llevaba el agua casi a las rodillas, y no tenía señales de su primo, quería meterse de una  buena vez al agua y buscarlo, cuando de entre las copas de los árboles, como si volaran, salieron disparados hacia el lago cuatro hombres, eran los amigos de Yoshiki, y al chocar contra el agua realizaron la misma forma de pasarla sin realmente tocarla que usara el dragón oscuro. Hizaki se quedo sin poder pedirles ayuda, el quinto hombre apareció de la misma forma, pero este sí le dio una buena salpicada de agua al castaño, sólo alcanzó a ver unas mechas rosas sumergiéndose en el agua *creo que se llama Hide… entonces ¿a dónde fueron los otros cuatro?*

Se había quedado inmóvil, con su vestido flotando entre el agua, y sin darse cuenta de lo que realmente pasaba. Pequeñas burbujitas a mitad del lago comenzaron a salir, conforme se intensificaban llamaron la atención del castaño, unos momentos después Hide y Sakito salían del agua, el demonio negro seguía completamente inconsciente, y su cuerpo se había enfriado demasiado.

Entre los dos lo sacaron del agua, para llevarlo a la orilla. De inmediato, Hizaki comenzó a transmitirle parte de su calor, esperando a que su primo reaccionara a tiempo. El de cabellos con mechones rosados se levanto y con su capa negra cubrió la vista que Hizaki pudiese tener del lago, este sólo escucho algunos gritos y el ruido del agua siendo expulsada, al ver hacia el cielo contemplo al gran dragón oscuro emergiendo entre gotitas de agua y un montón de flechas de luz que se clavaban en todo su cuerpo.

-ah!- Hizaki era distraído del animal por la repentina respuesta de Uruha, como lo hubiese dicho Aoi *el hecho de que atravesará así el lago, algo tuvo que ver con el desvanecimiento de Uruha* Al regresar su vista al dragón el resto de los hombres de Yoshiki se dejaban caer desde las alturas para ‘abandonar’ al dragón.

-¿ahora qué haremos?- pregunto nervioso el castaño a Hide.

-no podemos hacer mucho mientras tu amigo oscuro no esté de pie…-

Momento justo para que Sakito comenzara a dar signos de vida, escupió algo del agua ingerida, y comenzó a recuperar su respiración. Hizaki se le abalanzo para abrazarlo y seguir transmitiéndole calor. El mayor no rechazo el abrazo, sujeto con cariño a su primo mientras seguía estabilizándose.

-pues bien, ya estoy de regreso ¿qué decías que íbamos hacer ahora?- se dirigió el pelinegro al que lo salvase de ahogarse.

-en estos momentos Yo-chan degolla al dragón oscuro, tienes que ir por la espada…-

-¡no puede!- dirigiéndose al forajido -¡Sakito, aún estas débil!- dijo con preocupación su primo menor, pero el pelinegro ya se deshacía de su abrazo para ponerse en pie.

-cuida de Uruha, no tardaré en regresar- ni siquiera volteo a ver el rostro triste y asustado de su primo menor, zafo su pesado abrigo de su cuerpo, y corriendo se acerco al dragón que aún se elevaba en vertical hacia afuera del claro, ayudándose de las flechas de luz subió con agilidad por el cuerpo del animal. En unos segundos se encontraba cerca de donde hubiese estado del corazón de un dragón real, la cabeza oscura caía a su lado con pesadez al tiempo que se desvanecía en su caída. El resto del cuerpo se retorció, y Sakito al fin atravesó hacia el interior.

Una vez dentro encontró de inmediato la espada, que fungía como corazón del enorme animal. Del otro lado apareció su contraparte.

-no fuiste lejos, pero está vez me asegurare de que mueras- con suma agilidad la sombra toma la espada y se dirige a atacar al pelinegro *maldición, aquí no puedo usar mi propia magia, sólo lo alimentaria más… sólo me queda, sólo el frío…*

-¿qué tal un cambio de clima?- utilizando el enfriamiento del aire genera corrientes que se transforman en un torbellino que asciende desde la cola del dragón hasta a donde se encuentra su oponente, justo a tiempo para atraparlo y evitar que dañe al demonio negro –te equivocaste de demonio negro… todos aquellos sentimientos negativos que te dieron vida, ya no existen en mí, es hora de que MUERAS!-

Se deja absorber por el remolino y le da alcance a su oponente. Alcanza a ver como la oscuridad que forma el cuerpo del dragón está siendo atacada con más flechas de luz, la magia de Hizaki y la de Uruha. Se encuentra con el cuerpo de su oponente y sujeta la espada por la empuñadura, de inmediato la congela, haciendo que el proceso pase al cuerpo de la sombra, que al congelarse por completo se hace trizas, dejándole la espada a un Sakito que pierde el conocimiento, mientras cae desde las alturas.

Al notarlo Uruha lo envuelve con un ligero torbellino.

-Hizaki lo dejo a tu cuidado, tengo que ir por Aoi…- una vez que pudieron soltar de sus manos el arma congelada y que lo habían puesto a salvo, el rubio recuerda que varios de sus amigos y su amado aún no regresan. 

El castaño sólo volteo a verlo a los ojos, al entender su preocupación le asintió -ten cuidado *que yo también tengo deseos de salir corriendo a buscar los latidos que acompañan a los míos*- para después dedicarse a atender al demonio negro.

Uruha camino con seguridad hacia el bosque, al internarse  un poco más cerró sus ojos y con una mano sobre su corazón, se concentró en los latidos de su corazón, concentrándose sólo en ese palpitar, y proyectándolo hacia la inmensidad inhóspita del bosque. Unos momentos después, cuando ya perdía la esperanza, encontró los débiles latidos del corazón de Aoi. Súbitamente abrió los ojos, y con la localización del pelinegro en mente se dirigió a buscarlo.

-*-

En otro punto del bosque Ruki buscaba desespera mente a Kiyoharu *por su condición puede no superar el hechizo, debo encontrarlo* Al pasar del otro lado de un gran tronco por fin encontró al militar de pie, como si de una estatua se tratase.

-¡Kiyoharu!- tras ser nombrado el pelicobrizo caía sobre sus rodillas, y alzando sus brazos para mirar las heridas sangrentes en sus muñecas, Ruki alcanzaba a ver dos lágrimas que surcaban el rostro del mayor justo antes de que este terminara de caer de frente sobre el suelo.

Estuvo tentado a correr y abrazarlo, mas su mente fría lo contuvo, miro su entorno con más cautela y se dio cuenta: *esto sólo es una ilusión más…*

En su mano apareció una ensangrentada espada, fabricada por el mismo Kiyoharu para sustituir a la vieja espada que usara en el duelo con Aoi. Sus ojos se tornaron los del demonio de fuego y su espada refulgió entre las partículas brillantes e incandescentes.

-¡muéstrate, sombra cobarde!- la supuesta figura de Kiyoharu se torno por completo oscura, y aún tirada en el suelo le transmitió la idea de que burla al demonio de fuego, quien le veía con coraje -¿cómo te atreves a intentar manipularme de esta forma? ¡Usando así a quien amo!…-

Sin hacer uso de las extremidades la sombra se levanto y encaro con cinismo al rubio, este no dudo ni un segundo y le embistió con toda su furia. De un solo golpe le corto en dos por el vientre, la sombra cayo, y no contento, Ruki le atravesó la espalda con su arma haciendo que el fuego se propagara por toda la figura.

Tras uno de los árboles con esfuerzos aparecía Kiyoharu, con un hilo de sangre manchando la comisura de sus labios y en sí bastante golpeado, en sus ojos se asomaban algunas lágrimas, completamente enternecido de la declaración de su monarca.

-Ruki…- alcanzó a articular, sin poder despegarse del apoyo del árbol para no caer.

Al aludido no le salió palabra alguna de la boca, se le aflojo todo el cuerpo de ver el estado de su [ahora] amado militar, la espada cayo de sus manos y corrió con lágrimas en los ojos hasta tener en sus brazos al pelicobrizo.

Enredados en su abrazo lloraron un poco y descansaron sobre el grueso tronco, tranquilizando sus corazones.

-*-

Al verlo ahí clavado en medio del bosque en un diminuto claro a Uruha se le encogió el corazón, corrió más aprisa para darle alcance, a unos metros se percato de que sí bien ese era el verdadero Aoi, su estado adinámico se debía a algo que se desarrollaba en el interior espiritual y mental del pelinegro. De entre sus ropas sacó un cristal para poder adentrarse en el trance bajo el cual estaba su amado Aoi.

Volvió a recitar algún conjuro recientemente aprendido, cerrando sus ojos para concentrar ce en Aoi. Comenzaba a adentrarse en el hechizo, su concentración aumentaba para evitar caer en la desesperación.

Sin previo aviso fue derribado con brusquedad, interrumpiendo su rezo, al abrir los ojos se topo con la imagen del pelinegro sobre él… Tras una larga lucha en su interior había sido vencido, ahora el rey de Ascort se encontraba posesionado por la oscuridad.

-Aoi…- el hilo de voz que salió de los secos labios del rubio era casi un llanto, busco en lo profundo de los ojos de Aoi, todo lo que encontró fue un alma corrompida. Para cuando reacciono su cuerpo era jaloneado y sometido por el pelinegro. Busco defenderse pero había perdido mucho tiempo sus ropas comenzaba a ser rasgadas y Aoi de forma repulsiva lamia su cuello, y parte de su pecho expuesto, mientras seguía tratando de despojarlo de su ropa, los forcejeos del menor fueron inútiles, comenzaba a sollozar ante el roce desagradable de las caricias de Aoi.

-*todo el tiempo… ¿estos fueron tus deseos? ¿Sólo mi cuerpo, esa era tu único deseo?… y aún siendo así, aunque en este momento mi corazón esté roto por tus acciones… aún así, no puedo dejar de amarte, Aoi te amo* Sí esto es lo que quieres- dejando de forcejear -tómalo, es tuyo… porque yo te amo- mete sus brazos alrededor del cuello del pelinegro para atraerlo y poder besarlo, la bestia que tiene sobre de él se sorprende ante tal acto, dejando de desgarrar la ropa y mancillar el tibio cuerpo debajo suyo.

Acabo el beso, sin obtener respuesta concreta del mayor, Uruha se deja tumbado sobre el suelo esperando su reacción, con las lágrimas saliendo de sus ojos y surcando sus mejillas. Y vuelve a verlo a los ojos… la batalla en el interior de Aoi vuelve a gestarse, con una notaria diferencia, el verdadero Aoi ha retomado su férrea y desenfrenada actitud, dando lo mejor de sí.

Rápidamente el cuerpo de Aoi se levanta y lleva las manos sobre la cabeza, cerrando los ojos y dando un alarido.

En la mente de Aoi:

-ésta  espada es mi corazón, que desea con toda su fuerza destruirte, bestia te atreviste a usarme para herir así el corazón de Uruha…- con su furia al máximo apunta su arma y realiza un último ataque certero contra su oponente, acabando con él.

Tras un instante de que el cuerpo del pelinegro pareciese quedarse de nuevo anclado al suelo, su fisonomía se torna tal y como la recordaba el rubio, para después caer inconsciente, a salvo de la oscuridad, pero agotado.

-*-

Hizaki alza su vista al cielo, la noche ha caído por completo, su primo sigue dormido acurrucado en su regazo y estable. Yoshiki y sus hombres se encuentran sanos y salvos… bueno, un par de heridas, que según ellos mismos ‘no son nada, sanarán pronto’. El castaño suelta un profundo suspiro de angustia, Kamijo no ha regresado, tampoco Uruha ni Aoi; Ruki y Kiyoharu habían aparecido momentos antes, en un estado que terminó de alarma a la bella dama.

Sus preocupaciones y la opresión en su corazón se volvían dolorosas cuando de entre el bosque por fin vio salir a su amado, en mejores condiciones de las que esperaba. Su vista se ilumino, poniéndose en pie de inmediato para ir a su encuentro, a unos cuantos pasos sintió un leve tirón que lo detuvo.

Giro la cabeza para ubicar a quien le detenía -ah… ¿Sakito?-

-quédate aquí- le indico el demonio negro sin dirigirle la vista al castaño.

-pero… es Kamijo… mi Kamijo-

-ese no es tu Kamijo, ha venido de nuevo por mí, su poder aún no se ha acabado, persiste a pesar de todo, alimentado por la oscuridad natural y por la de cada corazón al que puede entrar-

Un nuevo tirón y Hizaki quedo tras su primo, al darse de cuenta de que le habían descubierto le cuerpo poseído de Kamijo desenvaina y antepone su espada esperando el ataque del pelinegro que avanza sigilosamente hacia él.

-¿se te cumplen tus mejores deseos?- le dirigió una sonrisa socarrona a Kamijo, estando a unos pasos de él invoco su espada y gran velocidad realizo un ataque que dejo desarmado al poseído, sin siquiera darle tiempo de percatarse de la acción hasta el final –creía que eras muy veloz, pero al parecer la oscuridad de hizo lento…- aún dándole la espalda por la inercia misma del ataque.

Hablo demasiado rápido, al instante siguiente el rubio se encontraba frente suyo, espada en mano, y con un despliegue de agilidad le conecta un puñetazo directo al rostro. El demonio negro cae derribado contra el suelo.

La espada de Kamijo se alza amenazante sobre Sakito, y cae sin vacilación, el demonio negro alcanza a reaccionar a tiempo para interponer su antebrazo y forma un escudo de oscuridad que repele el ataque de la espada, Kamijo no desiste, aumentando la fuerza sobre el corte del arma.

Uruha aparece llevando a Aoi a cuestas, sujetando su cintura  con un brazo y con el otro jalando sobre su cuello el brazo del pelinegro, que avanzaba a trastabillasos sin mucha conciencia. Lo primero que aparece a su vista es Sakito sobre el suelo con un escudo de oscuridad sobre su brazo mientras es atacado sin piedad por Kamijo.

Hizaki se encargaba de recuperar la espada oscura que habían clavado en algún punto del claro, aunque está volviese a lastimar sus manos por el rechazo de magias opuestas. Junto todas sus fuerzas y la extrae del suelo y la empuña. Al llegar a donde se encuentran el demonio negro y el militar se interpone con un rápido movimiento mete su mano y la estampa en la cara del rubio, haciéndolo caer al suelo tras volar unos metros. Sakito se ve agotado, aún así Hizaki le entrega al espada, pese a la renuencia del mayor.

-*sí yo uso ésta espada podría perder el control, y todo esto sería en vano…* ¿Hizaki no lo entiendes?-

-creo en tu corazón- Fue la respuesta que el demonio negro recibió de su primo, dejándole la pesada espada en las manos mientras se alejaba, dejando el campo libre para la batalla. La duda se plasmaba en el rostro de Sakito, quien no se atrevía a sujetar con firmeza el arma.

-¡Cuidado!- el grito de Uruha lo alerto justo a tiempo, Kamijo ya se había recuperado y se dirigía a atacarle.

Al pelinegro no le que otro remedio que ponerse en pie y empuñar la espada, buscando creer con todas sus fuerzas en las palabras de su primo. Apenas si tuvo tiempo de recibir el ataque de su oponente y defenderse. Con las espadas empatadas, friccionándose hasta sacar chispas, el demonio negro comenzó a recitar un conjuro, concentrado su furia en el ataque y en sus ojos que se clavaban en los del rubio. Al ver a través de ellos no pudo encontrar ningún rastro del verdadero Kamijo, así que con más furia elevo el rezo hasta hacer que de él y de la espada saliese líneas ondulantes de oscuridad. Toda la energía se reconcentro en la espada, para después salir expulsada contra su oponente.

Al recibir la fuerza de esa energía de lleno, el cuerpo de Kamijo quedo libre de la posesión, la sombrar se proyecto fuera de él y su cuerpo cayó agotado al suelo.

Tanto Sakito como la figura oscura se miraron fijamente, el demonio negro hizo girar su espada entre sus manos, dispuesto a llevar la contienda a sus últimas consecuencias. La noche era más oscura que la última vez, y eso no le favorecería, además de que todos lucían realmente agotados, tal vez su único apoyo serían los hombres de Yoshiki, comenzaba a resignarse y asumir la responsabilidad de sus actos. Con la guardia casi baja, se percato de los ruidos que indicaban que algo venía a toda velocidad hacia ellos, desde varias direcciones.

La figura delante suyo parecía adivinar sus pensamientos, ya que le veía reflejando burla en la idea que le transmitía a Sakito. Yoshiki daba una señal silenciosa a cada uno de sus amigos, en un instante los cinco se encontraba apostados en rededor del perímetro del claro, esperando lo que saliera de la espesura, Ruki y Kiyoharu buscaron acomodarse para pelear pese a sus cuerpos lastimados.

-Hide, Pata, Taiji,  Toshi- los cuatro aludidos asintieron al llamado de su líder y agudizaron sus sentidos en busca de la amenaza inminente. De igual forma lo hacían el demonio negro y su primo.

La emboscada daba comienzo. Todos aquellos que habían perdido toda humanidad al servicio de la oscuridad aún le eran fieles como si de sirvientes se tratase. Al borde del desquicio, sin alma, dispuestos al máximo esfuerzo y guiados por la misma oscuridad que ahora dependía de ellos para subsistir.

Estando rodeados por un gran número de salteadores se vieron obligados a replegarse un poco, momento preciso para ser atacados de forma masiva.  Tres hombres saltaron sobre Hizaki, el castaño reacciona a tiempo para detener a uno con su espada, al segundo con pequeñas flechas de fuego… voltea a tiempo a ver al tercero literalmente cayéndole encima, ya sin tiempo para defenderse. Sakito y su oponente oscuro observan la situación, Yoshiki y sus amigos habían comenzado lazando flechas con arcos, sólo la primer línea, al siguiente momento todos habían desenfundado sus armas y se batían contra los salteadores. El pelinegro volteo hacia su primo en el momento justo y dejando de lado a su oponente acudió en su ayuda, le forjo un pequeño escudo de oscuridad que apenas si a tiempo atajo la espada que pesada caía sobre el cuerpo descubierto del menor.

El castaño buscaba incorporarse y contraatacar, para no desaprovechar la ayuda de su primo mayor. La espada que lo amenazaba  cayó sin fuerza a un costado suyo, al desaparecer el escudo vio que su oponente había sido batido por un mazo de tierra, a unos metros, aún dentro del bosque descubrió la presencia de Kai, Reita, Miyavi, Gackt y Hyde.

El moreno novio de Reita era quien había acabado con el mazo a su oponente. Con ayuda de sus poderes seguía peleando contra aquellos esbirros que se le enfrentasen, Reita, Gackt y Hyde hacían gala de sus espadas, sin dejar atrás a Miyavi que había desarrollado muy bien la técnica de las dagas. Hizaki miro a su alrededor [*] y contemplo la magnífica batalla, Uruha y Aoi tampoco podían luchar, así que era resguardados por Ruki y Kiyoharu. Recordo a Kamijo y recorrer su vista hacia donde había quedado el cuerpo tirado ya no le encontró. Uno de sus hombros fue ligeramente tocado, al voltear completamente a la defensiva se topo con el rubio militar ya incorporado, mas sin posibilidad de combatir.

Se incorporó para auxiliar a Uruha con Aoi, los alejo de la batalla, dejándolos bajo el cuidado de Kamijo, y regreso a la batalla.

-*-

-creíste que iba a pelear directamente contigo ¿no es así?… ¿sabes? Ese es tu problema, tu propio lado negativo: te crees demasiado, cuando en realidad sólo existes gracias a los deseos impuros de los humano, la forma de derrotarte esta noche será destruyendo los cuerpos de todas las almas que corrompiste-

Fueron las últimas palabras que Sakito le digiera a su oponente oscuro antes de dejarlo a un lado en la batalla, sin posibilidad de que interviniese en ella, y él poder ayudar en la batalla. Yoshiki y sus amigos realizaban un buen trabajo con sus armas resguardadas en la magia de la luz, y también sabía que su plan de doble frente había salido bien, los refuerzos llegaron justo a tiempo, su única preocupación era encontrar a Miyavi, temía que fuese lastimado por la falta de magia en sus ataques.

Catorce hombres envueltos en la batalla contra los deseos malignos de la humanidad y los errores cometidos en su nombre. Catorce hombres lastimados no sólo en sus cuerpos sino también en sus almas, por su pasado y sus acciones, dejando lo mejor de ellos en cada golpe, demostrando que no han venido en vano. Pronto Kiyoharu tuvo que detenerse y ponerse a salvo, en su lugar acudió un medianamente repuesto Uruha. Los enemigos menguaron poco a poco, desgastando los filos de sus espadas, agotando sus fuerzas y sus poderes, hasta cerca del amanecer. Pronto cayeron los últimos, dejando heridos a aquellos que les ofrecieron su valiente resistencia.

La oscuridad había desaparecido de su forma física tras ver disminuido su ejército y con ello su poder en sí mismo.

Varios cayeron agotados, dispersos, ya cuando la luz del nuevo día les comenzaba a contemplar, tras su batalla ganada. No fue sino cerca del medio día que la última congregación encabezada por el segundo general de Ascort y el general mayor de Liarnet junto con sus mejores soldados aparecieron en el claro del lago.

Tras las anteriores luchas se había registrado cambios en el lugar, en esta ocasión la naturaleza había quedado prácticamente destruida, el paisaje había quedado desolado entre troncos derribados y ligeramente incendiados, con las rocas y piedras removidas y situadas a varios metros de su lugar original, aunado a trozos de tela desgarrados por aquí y por allá. Tuvieron que rastrear la ubicación de cada uno de los valientes que se habían batido la noche anterior, con temor de que tal vez no todos hubiesen sobrevivido.

-*-

Notas finales:

Me despido hasta el capítulo final. Nos estamos leyendo, Hayashi Nao~!


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