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Chemistry Love por ShuKoi

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Notas del capitulo: ¡Disculpen la tardanza, y feliz navidad a todos!
Chemistry Love

 

Sus ojos se abrieron en la oscuridad con sutileza. Notaba un calor distinto a su lado, y decidió voltearse. Era… ¿Watari?

 

Recordó de golpe lo de la noche anterior. Cómo había estado con él todo el tiempo, y… esa caída furtiva. Rió para sí mismo. Era algo tan bizarro, pero de hecho había sentido unas ganas tremendas de besarlo.

 

Sonrió de golpe al recordar todas las escenas dulces que había vivido ese mismo día, conmovido por la actitud pasiva del científico, y tan cohibida que lo hacía parecer un niño pequeño.

 

- Watari… Eres tan tierno… - Susurró, besando a continuación la mejilla del científico que soltó un ruidito algo parecido a un ronroneo. Sintió como una calidez rodeaba su cuerpo, y lo abrazó, colocando un brazo sobre su cintura y pegándolo a él. Su cuerpo era tan suave y cálido…

 

Desde la distancia que marcaba entre la cama y la ventana, una pequeña lechuza ululaba emocionada por tanto cariño. ¡Tatsumi estaba tratando tan bien a su amo!

 

- ¿Sabes, Watari? Pienso averiguar cuál es la dichosa poción que preparas con tanto recelo… No sé… se ve interesante… - Sonrió al notar cómo la lechuza los miraba ululando emocionada. - ¿Verdad que tu amo es tierno? Ojalá y me pudieras decir cuál es la poción que él está preparando…- Suspiró. La lechuza negó con la cabeza tan frenéticamente que se calló del perchero del cual se sostenía, haciendo reír al secretario.

 

- Está bien, sé que no me puedes decir. Pero voy a averiguarlo…- Amenazó levemente el secretario, dejando a la expectativa a la joven lechuza que ahora ululaba, pero inquieta.

 

El secretario de Enma Chow apoyó su cabeza entre los dorados cabellos del científico que dormía plácidamente de espaldas a él, abrazando suavemente el cuerpo de Watari, embriagándose con su olor y su calidez, durmiéndose momentos después. Se estaba muy relajado y tranquilo así. Realmente… Watari lo llenaba de alegría.

 

A la mañana siguiente, Watari se sintió enteramente feliz, sin conocer razón alguna. O al menos hasta que se dio la vuelta y observó el dulce, calmado, y sereno rostro del secretario de Enma Chow dormido a su lado, abrazándolo. Ya entendía la fuente de esa gran felicidad.

 

- Tatsumi-san…- Suspiró. No podía esperarse algo mejor de una persona como él, tan dulce y dedicado.

 

- Buenos días, Watari-san….- sonrió un poco el hombre, adormilado. Le encantaba estar acompañado en su casa, quebrando esas barreras de soledad que había montado tan celosamente el científico. No entendía el porqué de esa actitud solitaria, callada. Pero la verdad era que ese hombre le atraía mucho y no deseaba dejarlo sufrir en silencio.

 

- ¿Dormiste bien? – Preguntó el moreno. – Por primera vez en muchos años logré conciliar el sueño en toda la noche… - Susurró, acariciando el rostro de Watari.

 

- ¿En… en serio? – Sus mejillas adquirieron un tierno color carmín. Realmente… se duerme muy tranquilo así… - Un ligero “bip” sonó en su muñeca izquierda y la levantó, notando que ya era tarde para ir al trabajo. – Tatsumi… llegaremos tarde…- Dijo con algo de reticencia.

 

La verdad no quería separarse del secretario, se estaba tan cómodo de esa forma…

 

- Pues… nos tocará levantarnos entonces… Si quieres tomar un baño…. – Sonrió, y el científico asintió un poco molesto por la responsabilidad del secretario. Pero no se podía esperar menos de Tatsumi Seiichirou…

 

El mayor de los dos sonrió, levantándose y soltando el abrazo cálido en el cual habían permanecido toda la noche. Realmente… se había sentido bien dormir acompañado.

 

El rubio entró presuroso al baño para asearse, saliendo unos minutos después con una toalla en la cintura y un tierno gorro sosteniendo su cabello. Rápidamente, buscó sus ropas, en el interior de las maletas, siendo observado desde el alféizar de la ventana por su lechuza 003, la cual reía para sus adentros por lo gracioso que se veía su amo.

 

Tatsumi, que iba a pasar por sus gafas a la habitación, se quedó un poco estático al ver al científico. Tenía un cuerpo delgado pero bien formado, ese gorro le quedaba demasiado tierno y la toalla que rodeaba su cintura…

 

“¡Basta! ¿Qué estoy pensando?” Se preguntó en sus pensamientos, sintiéndose ruborizar de golpe. No le gustaba sentirse avergonzado pero…

 

- Watari… espera, yo… voy a buscar mis gafas que las dejé aquí adentro… y… ya salgo…- Técnicamente estaba tartamudeando, y sus manos temblaban. ¿Por qué le estaba pasando eso? No comprendía… -Las encontré…- Suspiró aliviado y salió de la habitación con rumbo al baño.

 

Cuando entró, todo olía a Watari. Tal vez por el shampoo o algo así… Pero ese olor le gustaba, y mucho. Se metió en la regadera y empezó a dispersar pensamientos “extraños” con respecto al científico. Sí, le enternecía. Sí, le agradaba estar con él. Sí, le gustaba protegerlo, pero…

 

Eso no podía ser.

 

La única vez que había sentido aquel sentimiento había sido por Tsuzuki, pero siempre se sintió un poco decepcionado por el miedo que le tenía moreno de ojos amatista a la muerte. Pero… en esta oportunidad, estaba cuidando de Watari, quien era su compañero. De alguna u otra manera, no se sentía para nada decepcionado o un poco “avergonzado” por ese miedo que le tenía el científico a la soledad, y al sufrimiento. Sólo lo hacía querer protegerlo.

 

¿Acaso sus sentimientos iban a tomar el mismo rumbo como con Tsuzuki?

 

¿Y si eso pasaba… Qué con Watari?

 

Era mejor averiguarlo.

 

Salió de la ducha, dirigiéndose rápidamente a la habitación y poniéndose su ropa, observando que Watari ya estaba listo. El científico estaba peinando su cabello y amarrando el eterno lazo color rojo a sus hebras doradas. Cuando estuvo listo, se colocó sus pequeñas gafas.

 

El secretario se terminó de vestir, peinando su cabello y acomodándolo como a él le gustaba, y luego, subiendo sus gafas por el puente de su nariz.

 

- Estamos listos, entonces vayamos andando…- Dijo, sonriendo tiernamente y dándole el brazo a Watari, el cual lo tomó ocultando su rostro ruborizado entre sus hebras doradas. Entrelazaron sus brazos y salieron a la calle. Caminando, invisibles para los mortales.

 

Cuando ya estaban cerca de su trabajo, un chico de cabellos castaño los llamó.

 

- ¡Watari-san! ¡Tatsumi-san! ¡Espérenme que yo también llegue tarde! – Era Kurosaki Hisoka… seguido de Tsuzuki que corría para alcanzarlo.

 

- Hisoka-kun! ¿Quieres esperar? – Pedía (o mejor dicho, rogaba) el de cabellos negros que intentaba alcanzar al muchacho.

 

Cuando el de orbes esmeraldas alcanzó a los otros dos, se volteó con un rostro ruborizado al máximo diciéndole.

 

- ¡¡Por tu culpa llegamos tarde!! ¡¡¡¡No me dejaste dormir y estabas roncando en la noche, Tsuzuki-no-baka!!!!! – Y salió corriendo.

 

El secretario y el científico se miraron, sonriendo.

 

- Ne… Hisoka no tiene que ser tan duro conmigo… - Suspiró el de cabellos negros, entrando también al edificio de Juohcho. (Corríjanme si me equivoco con los departamentos y esas cosas, porque realmente no tengo ni idea de si es Enma Chow o Juohcho, lo único que sí se con certeza es que Tatsumi es el secretario de Enma Chow XD) Los dos testigos de aquella pelea de “amantes” rieron levemente y entraron al edificio.

 

Todos se presentaron pidiendo perdón a Konoe-shacho por llegar tarde, el cual les soltó una amplia reprimenda y el que peor la pasó fue Tatsumi, con aquella sarta de quejas del tipo. “Nunca me lo esperé de ti, siempre tan responsable y atento…” Realmente llegaban momentos en que Konoe lo aburría enormemente. Después de pedir por enésima vez disculpas, se dirigió a su oficina. “Insoportable” Pensó.

 

El científico se había puesto un poco triste debido a que el que peor parado había quedado en eso había sido Tatsumi, y se sentía culpable. La lechuza se posó sobre su hombro y se frotó contra su mejilla, renovándole entonces los ánimos.

 

- Bueno, 003… Nos toca seguir con la poción. – De un enorme bolso, sacó un monstruoso libro, grueso y grande, en el cual se dedicó a pasar y a pasar páginas hasta dar con la que estaba buscando. – Ne, ayer estuvimos en verdadero peligro de que Tatsumi se diese cuenta de lo que tramamos, así que hoy procuremos ser más discretos… Bueno, veamos los ingredientes…-

 

Y así transcurrió el día. Cuando ya eran entradas las seis de la tarde y empezaba a anochecer, una explosión se hizo presente en el edificio, justo en el interior del laboratorio del científico Yutaka.

 

- ¡Maldición! ¿Qué acaso no pongo suficiente colorante? ¡Me tiene harto! – Maldijo el científico cubierto de hollín y cenizas. Tomó un pañuelo color blanco del escritorio para limpiar sus gafas, y rió abiertamente cuando vio que su lechuza tampoco había salido muy ilesa que digamos. – En vez de parecer lechuza ahora pareces búho… -

 

- ¡¡¡¡¡Watari!!!!!! – Un grito molesto se escuchó fuera del laboratorio, y Watari se imaginó ya quién sería. “Gomen, mi querido Tatsumi-san…”

 

- Watari… te dije que no hicieras tanto ruido… ¿Qué tanto haces? – El secretario entró por la puerta y observó el desastroso panorama. Watari cerró el libro de golpe.

 

- Una poción, pero no te puedo decir más. Después de todo sabes que estamos viviendo juntos… lo siento, realmente, pero no sé que pasa con esta poción que no quiere asimilar los ingredientes…- El rubio se frotó las sienes con una mano, y luego se dirigió al lavamanos, para limpiarse un poco la cara con agua

 

- ya entiendo… - Sonrió un poco a la mención de que estaban viviendo juntos. -Lamento haberte molestado. Oye, ya podemos irnos… Ya no hay nadie en el edificio, Konoe-san me dijo que me dejaba a cargo puesto que iba a hacer una diligencia. – Dijo, sonriendo.

 

- ¡Está bien! – El científico se quitó la bata, colgándola de un perchero y llamado a 003, tomó el libro de pociones y lo guardó en el interior de un cajón con cerradura. Así nadie lo encontraría, puesto que había decidido utilizar un marca libros para no perder la página.

 

- Ya podemos irnos ^^ - Sonrió dulcemente y tomó al secretario de la mano, saliendo con 003 ululando detrás de ellos. El secretario sintió una leve corriente de aire frío recorrerle la espalda, al momento en que el rubio lo tomó tan delicadamente de la mano.

 

- Muy bien… - Sonrió. La verdad era que no dudaba el que esos sentimientos que se estaban desarrollando dentro de su corazón fuesen iguales a los que una vez sintió por Tsuzuki…

 

/ Mientras, en otro lugar de la misma ciudad…/

 

- Hisoka… lo siento… Siento mucho el haberte hecho llegar tarde, de verdad… - Susurró un ruborizado Tsuzuki, intentando buscar con su mano la delicada y suave del muchacho. El más joven interpretó las acciones del mayor como una disculpa, y tomó entre su mano la que Tsuzuki le otorgaba, entrelazando sus dedos y acariciándolos.

 

- Te perdono, Tsuzuki. – Sonrió un poco, pero gracias a la oscuridad del parque en el que se encontraban, Tsuzuki no lo podía ver.

 

- Etto… Hisoka… ¿Puedo…? – En su garganta se formó un nudo y las palabras no salieron. – Etto… Mejor… mejor dicho… Lamento haberte obligado a ir a mi casa ayer… pero… necesitaba decirte algo importante… y al final nunca te lo dije…- Tragó una enorme cantidad de saliva y le tomó el rostro con una mano. – Tú…. Yo… Hisoka, Yo… Estoy enamorado de ti… y… quisiera saber si tú… sientes lo mismo… -

 

El rostro del menor se ruborizó completamente, y sus ojos esmeraldas se llenaron de lágrimas, debido a que el dulce tacto del moreno sobre su rostro le transmitía esos sentimientos que le estaba confesando. Sentía el amor, el cariño, el deseo, la pasión… todo…

 

- Tsu…Tsuzuki… - Utilizó su otra mano libre para tomar la de Tsuzuki sobre su rostro. – Siento… siento lo mismo, Tsuzuki… desde que conocí me enamoré de ti y ya no podía hacer nada… tenía tanto miedo de perderte cuando ocurrió lo de Muraki… Intenté confesarte lo que sentía de mil maneras pero… siempre estabas asustado, creyendo que no eras humano… me quedé contigo… te transmití tantas cosas pero nunca las recibiste…-

 

- Al contrario, Hisoka. Lo entendí todo, es por eso que tomé el valor para decírtelo…- Se acercó un poco al menor, intentando alcanzar sus labios, pero el más pequeño lo empujó un poco. Sin duda estaba algo asustado…

 

- Hisoka, nunca te haría daño… te amo, te amo más que a nadie, te protegeré y nunca dejaré que te hagan daño…. No quiero que te lastimen… eres lo mejor que me ha pasado y nunca lo permitiré…-

 

El menor se abrazó su pecho, y el moreno le besó la cabeza. Bueno, ya habría tiempo.

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