Estaba sentado en la reunión con los 26 países que formamos parte de la Unión Europea, en donde se discutía sobre la situación económica del euro, en parte me alegra todavía conservar mi moneda y no hacer el cambio.
Mientras tú te encontrabas enfrente de Alemania, siendo regañado por que en parte por tu culpa, la situación esta así y parece no mejorar, el alemán parece no querer prestarte más dinero, siento que es por que ya le dio a Italia, quien también se encuentra en las mismas que tú.
Veo tu expresión adormilada, la cual me hace recordar la época en la que convivíamos más seguido, debido a la relación de la Casa de Glücksburg*, cuando en tu forma de gobierno todavía era la monarquía.
Aún recuerdo ese año 1973, cuando después de tantos conflictos internos, golpes de Estado y Contra Golpes de Estado, en Grecia, se instauro la república presidencial, tu creías que alejarte de mí y de Noruega era lo mejor para tu gente, que en este momento de transición de una forma de gobierno a otra.
Esa última noche juntos en la casa de la familia real, cuando tu Rey Constantino II, ya estaba en el exilio y te mando un telegrama diciendo que lo mejor era que volvieras allá, que él ya no era tu jefe.
Recuerdo que tomaste tu morral y al gato que te di cuando llegaste con tu ex jefe, para que te sintieras más en tu casa, a pesar de lo que opinaba Noruega, se quejaba del pelo y demás.
- Adiós-. Me dijiste.
- Hasta luego, es lo correcto, no te estás muriendo-. Te dije, cosa que hizo que sonrieras ligeramente.
- Nos vemos-. Volviste a despedirte.
- Espera, ¿Sabes?, Nunca te conocí realmente a pesar de que convivíamos, me gustaría tener un recuerdo más profundo de ti-. Te dije, la verdad ni yo mismo me creía esas palabras tan serias, normalmente ya te hubiera dejado partir.
- ¿Perdón?, ¿No te entiendo?-. Me cuestionaste, con tu cara ya mas despierta.
- Sí, quiero probar ese sex appeal que tanto dicen que tienes. Tanto que Francia, envidia.-. Le dije muy seductoramente, mientras me acercaba a ti, lo cual por una extraña razón no te molesto.
Te tome del brazo, agarre a tu gato, lo puse en el suelo y tu soltaste tu morral, comenzamos a besarnos, nuestras ropas comenzaron a desaparecer.
- ¿No le molestara a Noruega?-. Me preguntaste con incertidumbre.
- No, se encuentra ocupado, arreglando unos asuntos-. Te conteste muy tranquilo, y continúe besándote, comencé a masajear tu miembro.
Soltaste cerca de mi oído un gemido profundo, mientras la lamias. Eres un neko muy travieso, te gusta usar tu lengua, noto que tu falo ya se encuentra duro, empiezo a masturbarlo con velocidad, quiero que te vengas en mis manos, y así probar tus jugos.
Lo consigo, te retuerces encima de mí, lamo mi mano, sabes extremadamente dulce, veo que te posicionas encima mío y te diriges a mi miembro, lo tomas entre tus manos y comienzas a estimularlo, ese movimiento me enloquece, es por ello de tu reputación de “Dios del Sexo”, veo que relames tus labios y te llevas mi capital a tu boca, no puedo creerlo, si lo anterior me gusto, esto me encanta, me fascina, el sube y baja de tus labios y lengua, es muy bueno, me estoy viniendo en tu boca, te tragas mi semilla, esta se escurre por tus labios.
Te vuelvo a besar, pero ahora de forma demandante, desesperada, tanto que nos quedamos sin aire, al separarnos, me posiciono sobre tu y llevo mis dedos a tu boca, los cuales los empiezas a lubricar, pues sabes perfectamente lo que va a ocurrir.
Con mis dedos listos, los comienzo a introducir en ti, puedo notar que eres estrecho pero no virgen, con tu entrada lista, empiezo a introducirme en ti, eres exquisito, quisiera que nunca termináramos.
Te siento en mi miembro para comenzar el sube y baja, tu empiezas a sacar leves gemidos, los cuales me recuerdan a los ronroneos de gatos, eres un dulce neko, mi neko griego.
- Oh, Dinamarca-. Exclamaste cuando comenzabas a correrte.
- Grecia-. También gemí, al sentir tu estrechez aprisionando mi miembro.
Estoy a punto de correrme por segunda ocasión, lo hago dentro de ti, mientras que tú en tu abdomen, el cual se ve suculento cubierto con tu esencia, nuestras respiraciones se encontraban agitadas, fue la última vez que vi tus ojos brillando como nunca, estabas despierto.
Han pasado 39 años desde aquella despedida, es una noche que nunca voy a olvidar y quisiera me gustaría repetir.
Pero eso nunca va a ocurrir, noto que ves, nuestras miradas se encuentran y percibo como tus ojos comienzan a brillar como aquella noche y el resto de la Unión Europea deja de tomar importancia para nosotros. Es este momento solo somos tu y yo, ojala fuera así para siempre.
Me gustaría que estuviera aquí, conmigo. Eternamente.