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Muy adentro... por Enea

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Notas del capitulo:

Este capitulo sí que me ha salido un poco largo! Espero que sea del agrado de los lectores!!! ^^

 

Cap 2: ¡Nuevo trabajo!…y no, no es de puto…


-Naruto Uzumaki, tengo que hablar con usted.

La voz del profesor de Etica y Estilo Forense resonó en la estancia repleta de alumnos que empezaban a desaparecer por la puerta, provocado un gran alboroto.

No me moví del sitio, observando como la sala se iba vaciando. Entonces me acerqué al profesor.

-¿Qué tal te van las cosas, Naruto?-preguntó, mostrando su preocupación.

-Bien…

-He escuchado que te han despedido-noté como se mordió el labio inferior y supuse que lo hizo para tragar lo que había estado apunto de soltar. "Otra vez".

-Encontraré otro trabajo.

-He escuchado que en la facultad de diseño necesitan un modelo masculino para algún modelado. No tengo ni idea si es con ropa o desnudo, pero podrías informarte.

Acepté el papel que mi profesor me entregó y observé un número de teléfono.

Una sonrisa de medio lado apareció en mi rostro.

-Bueno, vete ya.

-Gracias, Iruka-susurré, cogiendo mis cosas con la intención de irme, pero el contacto de su mano en mi cabeza me paralizó.

Removió con ímpetu mi pelo, provocando que cerrase los ojos, dejando que la sensación me invadiera por completo. Era como volver atrás, en los momentos de felicidad. En el tiempo donde el dinero y la necesidad no estaba presente. Donde era feliz, siendo un niño inocente y feliz...

…junto a mis padres…

Un hombre alto, con el cabello de un rubio radiante y unos ojos color cielo, con una sonrisa que demostraba un cariño tan grande que era incapaz de expresar con palabras, acompañado por una mujer un poco más baja que éste, con una larga melena rojiza que acentuaba su pálida piel. Pero todo eso dejó de ser importante cuando posé los ojos en sus pupilas, perdiéndome en ellas.

¿Por qué tenía…?

Bah, chorradas. No tenía tiempo que perder metiendo en algo que sabía que no acabaría bien.

Bufé, en un intento de volver al presente, abriendo un poco los ojos, que me escocían avisándome que había unas lágrimas traicioneras que querían salir.

-Si necesitas algo, cualquier cosa, sabes que puedes contar conmigo.

Temblé al escuchar la voz de Iruka. ¡Me había olvidado completamente de él!

Mi profesor parecía que ni cuenta se había dado de mi actitud, así que tragué todo sentimiento que estrujaba con fuerza mi pecho y compuse mi mejor sonrisa.

-Gracias, Iruka-me dirigí a la puerta y me giré antes de salir totalmente del aula-. Tengo un problema.

-¿Cuál?-preguntó al instante Iruka con preocupación.

-No sé qué estudiar para el examen del lunes…

No acabé de hablar cuando me vi obligado a esquivar un libro, seguido por otro y luego otro hasta que salí de la sala entre risas.

-¡Estudia sobre todo el tema 20!-escuché con sorpresa.

Sonreí. Lo había dicho de broma, pero bueno, no me iba a quejar. Pero, joder, ¿el 20? ¡Era el más largo! Iba a ser uno de los que no pensaba ni mirar…¡Maldición!

Me dirigí a la biblioteca y me senté en una de las mesas con menos personas. Encendí el flexo que había cerca, haciendo que se ilumine con fuerza la parte de mi mesa y me dispuse a hacer los miles de trabajos que tenía para esa misma semana.

Estudiar derecho era algo muy complicado y problemático. No podía perder el tiempo con nada más. Tenía abandonada completamente mi vida social. Menos mal que alguno de mis amigos también estudiaban en esa universidad y de vez en cuando quedábamos para comer o hacer otras estupideces.

Mi vida era bastante normal y aburrida. Vivía solo, en un apartamento de lo más curte. Mis padres habían muerto en extrañas circunstancias cuando tenía apenas unos pocos años de vida. Ni siquiera me acordaba de mucha cosa, y lo que recordaba, me obligaba a olvidarlo. La policía había investigado con ahínco el por qué de sus muertes, pero todo fue en vano. Cerraron el caso, abatidos después de dos años de una incansable búsqueda. En ese tiempo, a mi me llevaron a un orfanato, donde viví hasta que apareció Iruka, un amigo de la familia que había estado de viaje por asuntos de trabajo, pero que dejó de lado al enterarse de la triste noticia. Cuidó de mi como si de verdad fuese su hijo y así lo sentí. Pero no podía estar todo el tiempo conmigo por exigencias de su trabajo, así que no tuvo más solución que alquilar un triste apartamento, dejándome allí, con una gran paga al mes para que pudiera sobrevivir, hasta me podía dar lujos.

Ahí fue cuando conocí a Sofía, con la que no congenie muy bien en un principio, pero que luego nos volvimos casi inseparables. Sus padres también me cuidaban como si fuese un hijo y tras unas circunstancias que intentaba olvidar con todas mis fuerzas, decidí hacerme lo más independiente que me fuese capaz. Dejé de ir a comer a la casa de mi amiga, le dije a Iruka que me dejase de pasar dinero y conseguí un empleo de medio tiempo. Desde ese momento, casi no pasaba momentos con ninguno de los mencionados, provocando una distancia entra los tres que se iba incrementando al pasar el tiempo.

Al llegar al instituto, empecé a juntarme con otras personas y hacer más amigos, lo que me ayudó bastante en el empeño de separarme un poco de Sofía e Iruka, pero, como se había demostrado esa misma mañana, en ocasiones no podía hacer otra cosa que depender de nuevo de ellos. Lo que más me frustraba de todo eso, era que se notaba como Sofía disfrutaba el verme así. Algún día le daría su merecido a esa lagartija disfrazada de gatita inofensiva.

Me levanté del asiento al ver que mi reloj mostraba que ya eran las 18:00. ¡Normal que tuviese hambre! Había estado sin probar bocado más de dos horas, y eso, en Uzumaki Naruto, era un escándalo.

Dejé todas mis pertenencias en la biblioteca y me dirigí a la cafeteria del edificio, donde extrañamente se encontraba casi vacía. Epoca de exámenes, pensé.

Cuando tuve algo comestible ente mis manos, cogí el móvil y marqué el número que había garabateado en el papel arrugado que Iruka me había entregado.

No sonó mas de dos veces cuando una voz masculina respondió. Sin mucho entusiasmo le expliqué el porqué de mi llamada. No me hacía una ilusión loca posar, pero no podía hacer ascos a nada. Mi nevera estaba vacía, no tenía casi dinero en el banco y mi barriga no hacía más que sonar y sonar estrepitosamente. Si seguía así, moriría de hambre y eso no me lo podía permitir. No antes de cumplir mi sueño de convertirme en un abogado respetado y conocido por todo el mundo.

Roberto, que era como se llamaba el chico con el que estaba hablando, me dijo que podíamos quedar para ver si mi cuerpo era aceptable, a lo que respondí que no había ningún problema, pero sí que lo hubo. ¡Quería quedar a las 9:00 de la mañana del día siguiente! ¿Pero qué persona normal se levantaba a tales horas? Lo normal era no estar con el ojo abierto antes de las 14:00.

Corté toda comunicación con un suspiro de resignación. Mañana tendría que esforzarme mucho para poder estar puntual a aquella entrevista.

Esa tarde me la pasé estudiando y trabajando en la biblioteca, desapareciendo unos instantes para asistir a mis clases que estaban esparcidas por todo el día, para luego volver a encerrarme en ese ambiente que te obligaba a estar callado y hacer el mínimo ruido posible, aunque para mi eso era más difícil que correr durante cinco horas seguidas. Era tan torpe, que siempre me caía, provocando un gran estruendo en la silenciosa sala. Al principio, todo el mundo se me quedaba mirando, pero luego fue algo tan normal que ya pasaban olímpicamente de mi. No sabía si alegrarme o no…

Me encaminé por la conocida calle, dirigiéndome a mi apartamento. En ese momento el recuerdo de lo que había pasado esa mañana me asaltó, dejando ver a un chico con el pelo azabache y los ojos negros. Mi corazón brincó y no supe la razón.

Me froté con fuerza la sien. Estaba bastante cansado y no podía pensar con claridad. Suspiré al pensar en todo lo que tenía que hacer al llegar a casa.

Tenía que poner la labradora, hacer la cena ya que no me podía permitir comprar algo del 24 horas, seguir con los…

Un escalofrío seguido de una descarga eléctrica me paralizó. Sufrí una especie de déjà vú. Cerré los ojos y, por segunda vez, sentía esa extraña sensación recorriendo cada rincón de mi cuerpo, cada centímetro.

Abrí los ojos y lo vi, de nuevo, frente a mi, con aquella mirada tan oscura que en cualquier momento me hubiese dado miedo pero justo ahora, justo allí, no pudo más que aumentar mi pulso que ya cabalgaba a voluntad propia.

Con unos movimientos casi divinos(por no decir que parecía el mismo Dios bajado del cielo con aquel ajustado pantalón de color negro que le marcaba todo y cuando digo todo, es TODO, haciendo que más de una señorita se desmayara en el acto ante la visión de tan tremendo bulto, pero esto había sido eclipsado por aquél abdomen que estaba cubierto por una simple camiseta ajustada que quitaba el hipo…porque no era gay, que sino, ese tío era mío pero en un abrir y cerrar de ojos), se acercó a mi de manera lenta, expectante a algo. Noté como en sus ojos se reflejaba algo que me descolocó bastante. En ellos había un cariño tan grande que me dejó sin respiración. También vi ansiedad, tanta que yo también empecé a sentirla, pero no tenía ni idea de porqué. Sólo me quedé en el sitio, esperando a que ese dios se acercase lo suficiente a mi.

Noté como su mano se posaba en mi mejilla. El contacto era más cálido de lo que me podía haber esperado e instintivamente cerré los ojos, intentando averiguar el porqué de mi comportamiento.

Algo intentaba aparecer en mi mente, pero me era imposible verlo. Era como si un enorme muro hubiese aparecido para que nada pudiese entrar ni salir de mi cabeza, provocando que me desesperase. Pero lo dejé estar.

Suspiré al notar como con un dedo acariciaba mi mentón con tanta dulzura que me hacía temblar. No tenía ni la remota idea de lo que estaba pasando, pero se sentía bien, se sentía como si ese simple contacto, como si aquellas manos que solamente estaban rozando apenas mi piel, era lo que había necesitado todo ese tiempo y no pude más que dejarme llevar por el momento, a la vez que una molestosa voz me gritaba que dejara de hacer el imbécil y se alejase de allí lo antes posible.

Pero, ¿desde cuándo había dejado de ser un imbécil?

Entreabrí los ojos para percatarme que el joven se había acercado tanto que nuestras narices casi se tocaban, lo que provocó que mi cara se volviese un tomate de lo rojo que me puse. Notaba que mis mejillas ardían por el intenso calor, pero olvidé todo cuando me centré en esos círculos negros que estaban ardiendo y noté como yo era la llama.

Nuestras respiraciones se entremezclaron a la vez que nuestros labios se hacían uno. No pude decir cuándo ni porqué acabó siendo así, solo que de repente sentí tanta urgencia de sentir más aquél desconocido que me aterré ante la magnitud de aquél sentimiento que hacia estragos en mi interior.

Nuestras lenguas se tocaron, provocando que ambos temblásemos ante el simple contacto. Al principio el beso fue calmado, ambos inspeccionábamos por turnos la cavidad húmeda del otro, pero pronto la desesperación creció y ya el simple roce de las lenguas no era suficiente. El beso se volvió tan apasionado, que en más de una ocasión tuvimos que separarnos para poder coger aire, para luego de unos pocos segundos volver a unirnos.

Mis manos se habían teletransportado hasta su nuca, donde entrelacé mis dedos en su sedoso pelo y lo acerqué más, mucho más a mi. No era suficiente… mi cuerpo se acercó al suyo, provocando un suspiro cuando noté el calor que provenía de éste, pero aún así todavía seguía sin ser suficiente.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo de arriba a bajo cuando noté que sus manos se posaban en mi cintura y me apretaban con fuerza contra su cuerpo. Sonreí para mis adentros al notar que él estaba igual de desesperado que yo intentando aumentar el contacto.

Jadeos, suspiros inclusive gemidos se escapaban de entre nuestras bocas que no se separaban por nada del mundo.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero no era suficiente. Tenía la necesidad de sentirlo dentro de mi o yo dentro de él, eso ahora me importaba bien poco…

…Espera…espera un momento, Naruto. ¿Dentro de qué? ¿Hacer el qué con quién? ¡Que es un hombre! ¡HOMBRE! ¡Qué no eres homosexual! ¡Qué lo que más te gusta son un par de tetas y la piel suave de una mujer! Vale, aceptemos que mejor que te han dado en tu vida ha sido este, pero…¡Basta!

Con ese grito interno, empujé con todas mis fuerzas(que eran pocas ya que estaba en un estado deplorable por culpa de la intensidad de aquél beso) y, jadeando, lo miré, intentando volver a mis cabales, sorprendido y enfadado conmigo mismo por dejarme besar por un desconocido.

Intentando recobrar la serenidad que se me estaba escapando entre los dedos de las manos, le miré. Noté que estaba confundido y profundamente herido por mi reciente comportamiento. Pero eso lo dejé pasar. Me fijé más bien en aquellas mejillas que ya no eran pálidas, sino que ahora estaban surcadas por un sonrojo tan intenso que hasta daban ganas de incrementarlo con alguna que otra acción poco decorosa. Y poco ayudaban sus labios entre abiertos, dejando ver una lengua que pedía a gritos la suya. Sus carnosos labios estaban hinchados y húmedos por la intensidad de nuestro beso, y supuse que los míos estarían igual. Tuve que utilizar todo el autocontrol que tenía para no abalanzarme y darle de nuevo un beso mucho más exigente, más…¡Dios, más profundo! Quería sentirlo, quería hacerlo mío, quería…

Parar. Sí, eso, quería parar.

Sacudí la cabeza con energía y respiré profundamente, intentando tranquilizarme.

-¿Por qué?

-¿Perdona?-preguntó sin entender mi pregunta.

-¿Por qué me has besado si no me conoces de nada?-aclaré.

Analicé su rostro, el cual, poco a poco, fue creando una máscara de indiferencia y de neutralidad total, pero en sus ojos se mostraban miles y miles de sentimientos que no se me pasaron desapercibidos, como si de un huracán se tratase. Pero el que más se hizo notar fue el dolor.

-No entiendo lo que…

-Me has besado-dije y me sentí tonto por lo obvio que era para ambos y para todos los que estaban a nuestro alrededor- aún siendo desconocidos, te has acercado y me has besado en contra de mi voluntad.

Sï, bueno, en contra de tu voluntad. Si por ti fuera, ya estaríais en la cama desnudos.

-Des-desconocidos…

Su voz sonó tan vacía y carente de sentimiento que me asusté por un momento.

-Sí, desconocidos…

El chico que tenía delante arqueó la ceja y me miró con indiferencia.

-Te he confundido con otra persona-dijo, ahora con una voz tan fría que me dolió-. Lo siento por el desagradable momento.

Me obligué a sonreír.

-Oh, bueno, no pasa nada.

-Jum-dijo a modo de afirmación. Nos quedamos mirándonos unos segundos más hasta que volvió a hablar-. En verdad te estaba esperando. Te he visto esta mañana y me he dado cuenta de que tienes un buen cuerpo-me sonrojé ante esa afirmación. Me lo iba a creer si todos me lo decían y luego nadie se podía quejar si me iba pavoneando por ahí. Metió una mano en su bolsillo y sacó una tarjeta la cual me tendió. En ella ponía un nombre de una empresa que se me hacía vagamente familiar, aunque no recordaba de dónde y el nombre del que supuse que sería del chico que acababa de darme el mejor beso de mi vida. Sasuke Uchiha-. Trabajo para una empresa de modelaje y me ha parecido que tú podrías encajar en este mundo a la perfección. ¿Te interesa?

No sé si mi cara mostró lo flipado que estaba en ese momento, pero por dentro no paraba de repetir una y otra vez las palabras de Sasuke.

¡Modelo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Modelo, dattebayo!

-Esto…esto…esto…-suspiré, intentando tranquilizarme y dejar de hacer el imbécil más de lo que lo había hecho-. Esto es una broma, ¿no?

Sasuke suspiró.

-No, no suelo bromear.

-Ah, bueno, es sólo que….bueno…no me lo creo…y encima…yo…modelar…-balbuceaba sin parar-. ¡Joder!-grité, agarrándome la cabeza entre las manos. Sasuke me miró entre sorprendido y preocupado-. Quiero decir… Sí, claro que me encantaría.

¡Dinero! ¡Dinero y comida por todos lados! Mmm comida….

Estaba tan emocionado ante la idea de pensar en que podría comer todo lo que me gustaba que no me percaté de la hermosa sonrisa que me dedicó en ese momento Sasuke y que la escondió en el momento exacto en el que me fijaba en él.

-Perfecto-dijo con su tono indiferente-. Entonces mañana por la mañana irás a la dirección que hay en la tarjeta y nos veremos allí para unas pruebas.

Asentí, pero de repente me vi en mi obligación de negar. Sasuke alzó las cejas al ver eso.

-Mañana tengo una entrevista para ser modelo en las clases de la universidad-me callé unos intentes, mientras me daba unos golpecitos con el dedo en los labios, intentando pensar-. Bueno, qué más da. Mañana estaré allí… pero, ¿a qué hora?

-A las 10:00 am. No llegues tarde.

Asentí, a la vez que le estrechaba la mano y me iba.

-¡Espera!-me frenó-. ¿Cómo te llamas…?

-Naruto Uzumaki.


 

Notas finales:

Gracias a yume, mitsuko chan sasunaru, jane-chan, SAKURA HIME y a ANGELUZ por comentar. Me hizo muy feliz leer sus comentarios ^^


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