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Por una apuesta terminé siendo tu hijo por Choped

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11.   Noche de fiesta + alcohol, mala combinación, ¿o no?

 

 

 

-LA NOCHE ANTERIOR-

 

   Al acabar el tour por les Fogueres, el grupo se dividió, quedando por un lado Mihawk y Zoro que irían a ver a Sergio como prometieron, y por el otro, todos los demás, que prefirieron seguir viendo los monumentos y dar una vuelta por el resto de racons y barracas.

 

   Tuvieron que preguntar a un par de personas que se cruzaron por la calle la ubicación exacta de la barraca “Els Valents” pero finalmente consiguieron llegar. El sitio no era muy grande, de hecho apenas había unas doce mesas, aunque se veía un lugar acogedor. Por dentro estaba decorado con motivos campestres; distintos animales de cartón piedra aquí y allá; vayas de cartón imitando los cercados; farolillos encima de cada mesa; un mural con fotos; una pequeña fuente en un lateral y algo de paja remataban el conjunto. Seguro que les había costado varias tardes de trabajo montarlo todo.

 

    Nada más entrar estaba la pista de baile, iluminada por distintos focos de vivaces colores provenientes del escenario, donde un pikú se encargaría de animar la noche con la música más de moda. Echaron una rápida ojeada a las mesas, tratando de distinguir la correspondiente a Sergio. Y allí estaba, en la esquina derecha, ya con ropa normal, (la oficial de la barraca en este caso) se trataba de una camiseta azul eléctrico y pantalones negros que ponía Valents, y sin maquillaje, acompañado de otros miembros de la barraca. Todos charlaban y reían animadamente, estaba claro que disfrutaban de aquellas fiestas como de ninguna otra cosa en el mundo.

 

   Justo en ese momento se fueron cada cual a sus sitios y se acercaron a su conocido.

 

-         Hey! Qué bien que hayáis venido, ¿queréis una copa?-les ofreció amable el doctor, aunque antes de contestar ya les había servido un par de mojitos a cada uno- Bueno, ¿qué me cuentas chaval?

 

   Nada del otro mundo, la otra semana fuimos a Terra Aventura y eso…-miró de reojo al pelinegro que bebía despreocupado de su copa. Puede que no hubiera sido nada del otro mundo, pero para él había significado mucho-

 

-         Ah! Es un buen lugar, me dijeron que ahora está genial después del arreglo.

 

-         Sí, cuando puedas tendrías que ir…

 

   El comienzo de la música cortó sus palabras, haciendo muy complicado hablar si no era justo en el oído del receptor. La gente que pululaba por las mesas se afanó a lanzarse a la pista de baile, llenándose enseguida, luciendo sus desgarbados movimientos como profesionales. Eso era lo mejor de ese tipo de fiestas, todo el mundo se ponía a moverse, cada cual peor que el anterior, pero no importaba, formaba parte de la diversión. El ritmo y la letra eran animados, invitando a los que faltaban a unirse, y eran muy pocos los que resistían la tentación. Incluso Sergio se animó al, dejando solos a sus invitados.

 

   Zoro miró expectante a su padre, y éste a su vez mirándole a él. Entendiéndose perfectamente lo que se pedían mutuamente.

 

-         No- respondió secamente el pelinegro-

 

-         ¿Pero por qué?

 

-         Yo no bailo.

 

-         Joo… Mihawk, eres una alga sosa y aburrida…- dijo haciendo un gracioso mohín hinchando los mofletes y cruzando los brazos sobre su pecho-

 

   Desde la pista la chica del desfile, también vestida con el uniforme reglamentario de la barraca, observaba la escena conteniendo la risa malamente. Es que era muy gracioso ver cómo se comportaban ese par. Y sin pensárselo dos veces se acercó a ellos, quizá podría echarles una mano.

 

-         ¡Hola Zoro-kun, señor Dracule! – ella siempre con la alegría puesta. Ahora que no llevaba el traje de borrego ni el maquillaje, se podía apreciar que era morena, con el pelo por los hombros medio ondulado y mechas rojas. Ojos chocolate con destellos ámbar, piel tostada y un tatuaje en la muñeca derecha. –

 

-         ¿Miri? Sin maquillaje es difícil reconocerte jeje.-dijo el peliverde-

 

-         Sí, esa soy yo ^^. Oye, ¿te apetece bailar?

 

   Zoro miró con desdén y un mensaje de “pues si tú no quieres, voy con ella, ala” a Mihawk.

 

-         Claro- sentenció acabando sus copas de un trago y cogiendo la muñeca de la chica y arrastrándola de vuelta a la pista.

 

Ya en el centro, los dos comenzaron a bailar según pedía el ritmo de la canción que cambiaba cada pocos minutos, riendo y comentándose cosas al oído cuando la música lo permitía. Desde su sitio, Mihawk observaba la escenita, y no le hacía ni pizca de gracia. Comprendía hasta cierto punto que si él no bailaba y el chico quería hacerlo, fuera con ella, pero aun así la sangre le bullía sólo de verlo.  Pensándolo fríamente no tenía sentido estar celoso de una chica que acababa de conocer, además sólo bailaban…pero ¡estaban muy juntos, ¿por qué se tenían que pegar tanto?! Si las miradas matasen la pobre morena haría rato que estaría en el otro barrio.

 

-         Te van a quitar al chaval.-oyó que decía una voz a su lado- Yo que tú iría con él, por mucho que no me gustara bailar…- dejó caer como quien no quiere la cosa-

 

Inconscientemente de lo que hacía, pues ahora sólo tenía ojos para el peliverde, asintió a quien quiera que le hubiera hablado y se encaminó al centro de la pista.

 

   Zoro se lo estaba pasando bien, no era lo mismo que estar con Mihawk pero oye, él se lo había buscado por no querer bailar con él, ¿total, qué le costaba? Sólo sería una noche. Miri le sacó de sus cavilaciones tocándole el brazo para que la escuchara.

 

-         Me parece que tu chico está celoso- sonrió. Su compañero la miró asombrado tratando de decir algo, sin embargo ella continuó-: ¿Me lo vas a negar? Vamos, si sólo hay que ver cómo nos mira, parece que me quiera matar.- rió alegre con el resultado logrado. Cuando la presencia del pelinegro la interrumpió- Bueeeenoo… yo aquí ya sobro, hasta luego- se marchó pitando dejando a los chicos solos-

 

-         ¿Tienes la misma sensación que yo de que esto es una encerrona?- preguntó Mihawk. El chico asintió.- Pues que se le va a hacer, ¿aprovechamos el tiempo? Bueno, si aún quieres… -Estaba sorprendido de cuanto había influido el chico en él. Antes de conocerle ni se le habría pasado por la cabeza subirse a una montaña rusa ni meterse en una pista de baile aunque le torturaran. Pero aquella nueva faceta que se estaba despertando y abriéndose paso en él no era tan molesta como había imaginado.-

 

Zoro le miró fascinado. Al principio cuando se lo propuso se lo había negado con un rotundo no, pero en cambio Miri, sin hacer prácticamente nada había logrado sacarlo a la pista de baile. Sacudió la cabeza incrédulo, menuda estaba hecha la tía.

 

-         Por supuesto, mientras seas tú, hasta el fin del mundo…

 

   Era tremendo ver bailar a esos dos. Zoro con los típicos movimientos normales que todo el mundo sabía, sin destacar aunque sabiendo cómo debía moverse. Pero Mihawk era una dimensión aparte. Parecía un robot mal articulado y contracturado con fallas de montaje. Lo intentaba, sin embargo se veía a la legua que eso no era lo suyo. El peliverde no había parado de divertirse con ello, restregándoselo al mayor cada vez que podía, y él defendiéndose con que hacía siglos que no bailaba.

 

   Debido al ticket de libre consumición que les dio la morena en su momento, las copas se habían ido sucediendo una tras otra para el peliverde quien no dejaba de llevarse al cuerpo cantidades ingentes de alcohol que habrían tumbado a cualquiera hacía rato pero que a él aún le mantenían medianamente lúcido, aunque bastante achispado. El pelinegro viendo el estado en que se encontraba decidió que era mejor abandonar la barraca y llevarlo a casa.

 

-         Hasta luego señores, ha sido un placer tocar con ustedes esta noche, pero papá decidió que es hora de irse, ¡nos vemos! –gritó Zoro con el habitual tono borrachil al salir por la puerta.

 

 

 

Para cuando llegaron a la hacienda ninguno de sus compañeros de vacaciones había regresado todavía. El chico cada vez más alegre por el alcohol en sangre iba perdido de un lado a otro hasta que Mihawk le cogió, y en brazos lo llevó hasta la cama.

 

-         Te quiero papá.-soltó de pronto sentándose en su regazo –

 

-         Sí, vale, yo también, pero quítate- decía-

 

-         No,- dijo con decisión, agarrándose de su camiseta - no, te digo que te quiero ¿y tú quieres que me quite? La ecuación no está bien- la voz achispada y el ligero rubor permanente sobre sus mejillas estaban captando la completa atención del mayor. Hipnotizando sus sentidos hasta el punto de que nada conseguía que apartara la vista del muchacho- … te haré el amor.

 

   Acompañando sus palabras, sus manos comenzaron a recorrer la anatomía de Mihawk, retirando lentamente las prendas a su paso, rozando con cada movimiento la reciente piel expuesta.

 

El pelinegro seguía cada uno de los movimientos de su pareja fascinado. Por primera vez era él el que se sonrojaba ante los actos del chico. Puede que se viera ridículo de esa manera, intentando frenar a un peliverde que no se encontraba en sus cinco sentidos. Pero no deseaba arrepentimientos después, lamentos por lo que fue mejor que no ocurriera.

 

-         Venga Zoro…, deja ya eso –dijo cogiéndole las muñecas y apartándole  las manos de su cuerpo-

 

   Como respuesta recibió una rotunda mirada que no dejaba lugar a dudas que iba a hacer con él lo que había dicho sí o sí.

 

-         Estás borracho y no piensas con claridad... detente antes de que te arrepientas- dijo el moreno.

 

-         No he pensado más claro en toda mi vida- concluyó tomando por la barbita al pelinegro y plantándole un dulce beso en los labios.

 

   La situación lo superaba, el desconcierto le dejaba sin defensas ante una faceta de Zoro que nunca creyó que llegaría a ver, aunque el alcohol fuera la que la influyera. Sintió la intrépida mano del chico colarse en sus pantalones, paseándose y tocando descaradamente su miembro.  Ni en sus más húmedos sueños había llegado a imaginarse una estampa más excitante.

 

   Zoro había dejado de pensar, se limitaba a proceder. Su cuerpo ya no actuaba por designio de su raciocinio, se había convertido en canalizador de un deseo desenfrenado. Percibía como el cuerpo de la persona debajo suyo se agitaba nervioso con cada una de sus atenciones. Un confortable calor inundaba su pecho por las reacciones que lograba provocar en el moreno.  Su propio corazón bombeaba furiosamente dentro de su pecho, queriendo escapar, ser libre y volar entre las vaporosas nubes en que se tornaban los sentimientos de ambos al ser expresados de aquella forma tan personal e íntima. Desatendiendo la tarea que había empezado momentos antes, volvió a centrar su atención en despojar a su acompañante de la poca ropa que continuaba cubriendo su cuerpo, dejándole totalmente a su merced, para continuar explorando hasta el último rincón de su anatomía, robando jadeaos y gemidos mal reprimidos.

 

    El muchacho se veía condenadamente arrebatador siendo el dominante. Y no podía negar que no le atrajera la idea que fuera Zoro quien se ocupara de todo. Aun así quería recuperar algo de iniciativa mientras aún le quedara algo de lucidez en esa cabeza suya que le gritaba se dejara llevar. 

 

    Dejó escapar un incitante gemido; el peliverde frotaba la urgida entrepierna contra su no menos requirente pene, aprisionado en los pantalones.  Mihawk había tenido otras relaciones pero nunca había estado en esa posición tan… comprometedora. Zoro lamió y acarició la zona debajo del ombligo, propagando oleadas de placer en el cuerpo de su amante. Degustar la salada piel de su compañero, perlada ligeramente de sudor, le instaba a probar otras partes de su cuerpo.

 

    El moreno cerró los ojos exhalando un largo suspiro, perdiéndose en el mar de sensaciones que lo colmaban, rindiéndose a las súplicas de cada célula de su cuerpo, dejándose llevar por los impulsos de su amante. Le quería, no, le amaba, de ello no tenía duda alguna y llegados a ese punto le iba a dejar experimentar con él cuanto quisiera y más. Regalándole algo especial, una parte de sí que nunca nadie había tenido. Entregado al impulso de sus deseos tomó al peliverde del rostro con ambas manos juntando sus labios en un apasionado beso que poco a poco el pequeño se encargó de ir trasladando por su mejilla, cuello y pecho, entreteniéndose con sus pezones. El pelinegro, por su parte, comenzó a recorrer la musculada espalda del chico, trazando círculos mientras se perdía en el erotismo del momento y la corriente de unas sensaciones diferentes aunque no menos agradables para él. Luego, el peliverde se adueñó de su erecto miembro, que hasta entonces había permanecido en un segundo plano, triste por la desatención. Mihawk notaba el cálido aliento de su amante envolver las fibras sensibles de su sexo. 

 

   El peliverde recorrió el largo de la erección con su lengua y succionó con afán provocando que la persona bajo él se arqueara de placer. Alzó la vista para observar las reacciones de su compañero. Éste se mordía el labio inferior conteniendo todo lo posible los sonidos que surgían de su garganta, con los ojos entrecerrados y un inusual sonrojo sobre las mejillas. Los eróticos sonidos que escapaban de ambos eran un concierto de sensualidad para sus oídos.

 

   La orquesta de fondo y los actos del chico le estaban encendiendo aún más. Su cara debía haber adquirido el rojo como color natural. Se aferró a los verdes mechones con elevada ansiedad y marcó un ritmo más acelerado. Iba a venirse y necesitaba más velocidad.

 

        -  Z-Zoro…yo…

 

 No hicieron falta más palabras, el nombrado, entendiendo el mensaje aumentó la cadencia, y aprovechando el momento nublado por el placer en que se encontraba el pelinegro, introdujo el primero de sus dedos, con cuidado de no lastimarle, en su entrada, al que pronto se unió un segundo,  preparándolo para lo próximo.

 

      Los espasmos posteriores al orgasmo sacudieron el cuerpo de Mihawk, liberando su esencia en el camino, la cual el peliverde se aseguró de no desperdiciar, ayudándole a olvidar la incomodidad del invasor, que por mucho cuidado y cariño con que lo hiciera seguía doliendo. Mientras seguía preparándolo, el chico subió hasta unir sus labios en dulces y fogosos besos en los que sus lenguas luchaban por adueñarse de la cavidad contraria, ambos se afanaban en profundizar el contacto. Para cuando el moreno pudo acostumbrarse a su presencia Zoro retiró sus dedos sustituyéndolos por su ansioso miembro, el pobre había pasado todo el tiempo encerrado sin un mínimo de acción, pero sin llegar a introducirlo observó al moreno, esperando su permiso.

 

        -  Oh, vamos… no me has hecho ni puñetero caso en todo el rato… ¿y ahora te detienes?- dijo con la voz entrecortada-

 

_ Zoro depositó un último beso en sus labios, libre de cualquier trasfondo de frenesí, sólo tierno y dulce- Te quiero- dijo juntando sus frentes-

 

       -   Yo también te quiero, pero hazlo ya, ¿quieres?-

 

   El peliverde se afanó a cumplir los deseos de su adorado padre, penetrando en su interior poco a poco y más rápido a continuación conforme las dimensiones de la cavidad, agradablemente estrecha, se iban adaptando. Volviendo a masajear el de nuevo despierto miembro de su pareja al mismo ritmo que sus embestidas.

 

   El punzante dolor que sintió con el primer movimiento le llevó a aferrarse al muchacho, hundiendo su rostro en la curva de su cuello, respirando su aroma y el de la pasión entremezclados. Poco después las molestias que notara al principio desaparecieron rápidamente dejando paso a oleadas de placer que nunca antes había experimentado. Con precisas estocadas en el punto clave ambos llegaron al éxtasis, dejándose caer rendidos.

 

    Con la respiración aún agitada por la excitación y el esfuerzo, Mihawk se volvió, medio incorporándose para ver a la persona que yacía a su lado. Viéndole dormir tan tranquilo y emitiendo leves ronquidos parecía mentira lo que acababa de suceder hacía unos minutos.  Con la cantidad de alcohol que llevaba en sangre lo raro era que no hubiera caído antes. Se había aprovechado de su estado para hacer el amor con él, bueno, en realidad el punto de quién se aprovechó de quién, aún era confuso, pero no se arrepentía de nada. Si sólo experimentando le había hecho sentir todas aquellas sensaciones, que le usara cuanto quisiera. Pudo sentirle de una forma que de cualquier otra manera no habría sido capaz. Le había tenido, durante una noche, había sido totalmente suyo.

 

      -    Niño cabezota, no me has dejado hacer nada.- le recriminó cariñosamente. Tras lo cual se acomodó sobre su pecho para descansar lo que restara de noche-

Notas finales:

Os esperabais que fuera así ? ejjeej Si es que no, me alegro por haberos sorprendido :)

Besos, espero que os haya gustado ;D


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