Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Por una apuesta terminé siendo tu hijo por Choped

[Reviews - 44]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

No sé si esto se trataba del destino o no, pero justo dos semanas después del anuncio oficial de que este fic quedaba parado por motivos de frustración integral, debo decir que ahora me doy cuenta de que no fue necesario para nada tal parón! Justo esta noche, no sé cómo ni por qué, alguien me ha iluminado con las palabras exactas y justas que llevaba buscando desde hace mucho tiempo como para poder escribir esto de tirón. Y además con el doble de duración a la habitual ^^. Actualmente a las 03:48 del domingo 14 de septiembre puedo decir que por fin, he escrito la continuación de este mi primer fic !! *lágrimas de alegría*.

No sabéis cuanto tiempo he querido estar diciendo estas palabras y traeros este capítulo porque a fin de cuentas, ya iba siendo mucho tiempo sin poder escribirlo y la historia necesitaba el avance :D. Además decir, que llegados a este punto, no queda mucho de historia tampoco, es decir, nos acercamos a la recta final de este fic!! :). Espero disfruten de este tan tardío cap. pero que hice con la mejor de las intenciones para que disfruten *abrazo*.

 Y sí, sin más demora, el cap!! *redoble de tambores*:

  1. 15.                  En el peor sitio, en el peor momento 2

 

Entonces el mayor reparó en una presencia que no le era familiar. Con su mirada de rapaz observó a la chica de pelo azul que atendiendo a su inquisitivo e intimidador mirar optó por presentarse ella misma.

-          Encantada señor, me llamo Kuina. Soy la novia de su hijo –habló extendiéndole la mano.Al oír esas palabras sus atemorizantes ojos áureos se tornaron más violentos, llegando a asustar a la joven.

-          ¿Qué dijiste?

 

   La tensión era asfixiante hasta el punto de hacerse difícil incluso respirar la densa atmósfera que se había creado entre ellos por las últimas palabras de Kuina, manteniendo en vilo a los presentes. Algo atemorizados de la penetrante mirada que tan bien caracterizaba a Mihawk los acuciaba sin reducirse un ápice su rudeza, esperaban su reacción. En especial Usopp que sabía la verdad que se ocultaba tras Mihawk y Zoro. Desde luego si no fuera partícipe de la historia que se traían entre todos a cuestas no se hubiera creído el guión ni saliendo de la mejor de las telenovelas venezolanas.

        El hombre había oído un claro crack en su interior. Lo oyó y no quiso prestarle atención porque en alguna parte de él aún más honda que donde se estaban originando todos esos sentimientos confusos su yo racional le gritaba que mantuviera la calma como adulto racional que era y debía aparentar ser.

     Y así lo hizo. No quería montar un alboroto delante de las personas que circulaban en ese momento a su alrededor -y mucho menos ante los chicos- con un bombardeo de preguntas inconexas a razón de paliar su alborozo. Mihawk desvió la mirada hacía un lado. Cruzó los brazos y en sus ojos se fundieron el hastío con la incomprensión. Los chavales respiraron aliviados, por lo visto no tendrían que lamentar perdidas.

     Con un suspiro profundo vació sus pulmones de la agonía para dar paso con la inspiración a la impasible y serena soberbia que trazaba en su rostro la máscara de la indiferencia más aristócrata. Alzando la mano estrechó la que le ofrecía la chica.

-          Encantado. Soy el padre de Zoro.

     No hubo resentimiento en su voz, tampoco un atisbo de sonrisa en su presentación. Fue algo frío y distante. Porque distante era lo que quería estar de ellos en ese momento. Distanciarse y correr al encuentro de Zoro y averiguar lo que pasaba. Acto seguido y con un leve ademán como despedida marchó por la dirección que le había indicado Luffy momentos atrás. 

     En el interior de la cabeza de Mihawk sólo resonaba una pregunta como un bucle continuo de incertidumbre “¿Qué está pasando aquí, Zoro?”.

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

    Kuina quedó viendo como el pelinegro se alejaba a un paso cada vez más vivo de ellos incluso creyó ver que en última instancia iniciaba la carrera. La muchacha estaba confusa, todo había ocurrido muy rápido y de forma turbulenta como para hallarle sentido de inmediato. Sin embargo, con esa última mirada hacia el lugar por donde el pelinegro se abría paso a trompicones entre los transeúntes, una idea vino a su mente:

    Cuando eran pequeños ella fue incontables veces a jugar a casa de Zoro y en algunas ocasiones los dos progenitores del chico se encontraban en el hogar. Recordaba al matrimonio tan feliz y tan enamorado como el primer día. Ella tan cariñosa y amable; él cordial y afable. Pero el padre de su amigo no era ese hombre de pelo negro y mirada cetrera; estaba segura de que jamás habría olvidado a alguien así. Él no era…

-          Oh, Dios mío… -sofocó un pequeño grito de alarma: “¡Genial! Eso es más que suficiente, gracias. ¿Ves a ese rubio de allá atrás?- señaló con el pulgar por encima de su hombro- pues es uno de los adorables compañeros con los que mi padre me ha hecho compartir casa de verano. Hace unos días de lo pesado que se puso se me escapó que estaba saliendo con alguien y bueno… te puedes imaginar el resto”. Se llevó una mano a la cara frustrada; todo estaba claro ahora, ¿por qué no se había dado cuenta antes de meter la pata hasta la cintura? – Oh no, Zoro, lo siento. Lo siento mucho…

 

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

      Zoro aminoró el paso hasta pararse con la espalda apoyada en una pared y las manos en las rodillas, respirando ajetreadamente por la carrera que se había pegado. Ni idea de cuanto había rato había corrido pero si fue lo suficiente como para dejarle sin aliento debió ser una distancia considerable. Ahora que estaba parado y que su respiración comenzaba a moderarse podía pensar con mayor claridad respecto a la razón de sus prisas. La mirada increpante de Usopp le había acuciado a solucionar lo que sabía perfectamente era culpa suya. No lo pensó en lo absoluto: tan solo había actuado prácticamente por instinto.

   Miró a un lado y al otro de la calle, en busco de la cabellera rubia de su compañero sin encontrarla. La cara de tonto se instaló en él. Si se hubiera parado a meditarlo fríamente no estaría ahora perdido entre las callejuelas del pueblo sin tener ni idea de donde se encontraba.

    Algo abatido y enojado consigo mismo por estar perdido de nuevo, se incorporó tomando una última bocanada de revitalizante oxígeno antes de continuar corriendo en una dirección al azar.

    Claramente lo mejor habría sido no picar en las provocaciones de Sanji en un primer momento, -desde luego se habría ahorrado todos esos problemas- pero llegados a la situación en la que se encontraban y sin poder viajar al pasado cual McFly en Regreso al Pasado se arrepentía de haberle engañado. Por muy irritante, pesado y pervertido acosador que fuera Sanji no se merecía ese trato. No estaba bien jugar con los sentimientos de la gente, mas siendo consciente de ellos desde hacía tanto. Había obrado mal, demasiado insensible y egoísta incluso para ser Zoro Roronoa. Quizá esa fuera la razón por la que tan imprudentemente salió tras el rubio sin pensar en que sería probable que su presencia turbase más a su amigo y le trajera malos pensamientos. Aunque, de todos modos, uno estaba en paradero desconocido y el otro más perdido que una aguja en un pajar.

   Zoro, suspirando fuertemente por la nariz de puro fastidio, continuó zigzagueando sin rumbo concreto por las empedradas calles de la zona. Un par de esquinas más tarde se encontró ante un parque bordeado por una vaya baja verde de un metro de altura y de arcos superpuestos. El recinto no lucía ni mínimamente similar en tamaño al parque donde solía jugar de pequeño con Kuina. Más bien era el típico parque entre edificios que ocupa un cuadrante en la manzana de menos de 50 m2 pero que tienen unos cuantos árboles y banquitos para dar descanso a la vista entre tanto cemento y piedra. Y en uno de los bancos, sentado con el costado recostado en el respaldo y abrazado a sus piernas, estaba Sanji.

-          Sanji.

-          ¿Zoro?- dijo el nombrado alzando la mirada para cerciorarse de quien le requería y con una voz quebrada a la vez que se sorbía los mocos- ¿Qué haces aquí? Prefiero estar solo…

     El peliverde meditó por unos instantes acatar el pedido de su compañero pero después de las vueltas que había dado y privado de la posibilidad de volver con los demás hasta bien entrada la mañana siguiente prefirió ignorarlo. Aunque jamás lo admitiría en voz alta, le resultaría muy difícil regresar si no era con la ayuda del rubio.

-          Ahora mismo no importa lo que prefieras, cejas de sushi –Sanji desvió la mirada, no tenía ganas de verle-. ¿Por qué te fuiste tan de repente?

En verdad Zoro era plenamente conocedor de sus motivos o al menos creía saberlos, mas de alguna forma tenía que acercarse a él y disculparse.

-          ¿Acaso importa? Ya no tiene caso…

-          Sí que tiene, porque al parecer es culpa mía.

-          ¿?- Sanji expulsó el aire con una risilla y un deje de sonrisa- ¿Y esa elocuencia, marimo?

-          Será cosa de la carrera que me pegado siguiéndote, que me ha despejado esta cabeza de alga.

-          Vaya, haciendo broma sobre ti mismo. Se nota que intentas animarme y no sabes cómo.

-          ¿De veras? Porque me parece que no iba mal del todo- mientras hablaba se dispuso a sentarse en el banco; no le vendría mal descansar un tanto.

-          Alto ahí- anunció Sanji interponiendo su mano izquierda entre Zoro y su objetivo-, nadie dijo que te pudieras sentar.

-          ¡Oye, maldito no estoy de…!

-          ¿Por qué todo es tan difícil, Zoro? Pese a mi carácter y actitud en general iba con la mejor de mis intenciones.

    Por un momento la desconcertada mente del peliverde se sintió confusa en cuanto a qué iba referida esa afirmación. Después se dio cuenta de qué estaba hablado. Sanji se estaba sincerando con él. Nunca se imaginó a sí mismo hablando de esos temas precisamente con el rubio mas agradeció que en ese momento fuera Sanji quien iniciara la charla en ese aspecto ya que él nunca había sido de muchas palabras.

-          Esa chica… soy un caballero que respeta y protegería a las damas hasta la muerte pero con esa chica, no puedo. Me crispa hasta límites que jamás podrías imaginar verla a tu lado- prosiguió-. Hasta no hace mucho estaba dentro de mis convicciones que capaz podría tener una oportunidad pero lo de hoy ha sido demasiado para soportarlo. No quiero verlo nunca más.

-          Creo que comprendo lo que quieres decir- dijo el peliverde mientras dirigía la mirada al suelo. No había imaginado que el rubio le profesara unos sentimientos tan profundos y ahora se sentía mal por herirle.

-          No, no lo comprendes en lo absoluto.

-          ¿Eh?

      Sanji se levantó del banco donde había estado acurrucado para erguirse en toda su estatura frente a Zoro que le sacaba apenas unos centímetros. Le observó con un cariño disimulado todo su ser: el pelo verde con el que tanto se metía y que tanta gracia le hacía; sus facciones duras y atractivas; los hipnotizantes pozos negros que tenía por ojos y su fibrosa complexión atlética de gladiador. Ahora que había comenzado el discurso no podía quedarse a medias; no se permitiría a sí mismo cortarlo en ese instante, no estando tan cerca.

-          No te estoy hablando sólo de hoy, hay demasiada competencia para seguir en una lucha que consume tanto de mí. Lo siento por Nami-chan en ese aspecto, se quedará sin spa. Y sin embargo, no puedo evitar quererte, Zoro.

    Sanji acortó la distancia que separaba a ambos en decimas de segundo, juntando sus labios en un beso casi tan imprevisto y audaz como el primero que le robó. El rubio ya casi había olvidado el sabor, la textura del chico que le traía loco. De modo que esa vez pensaba empaparse de él lo suficiente como para no dejar marchar ni una pizca de esa sensación por muchas décadas que pasaran. Deslizó sus hábiles manos de cocinero en prácticas por el rostro del contrario, notando a su paso el tacto de una futura barba que le conferiría una apariencia aún más madura y sexy y acabando por enroscarse en sus cortos cabellos verdes, algo ásperos en comparación a sus sedosos mechones rubios.

     Por el momento Sanji continuó en su empresa de memorización de cada parte ajena al no percibir resistencia ni oposición por parte de Zoro y aprovechó para deslizar su mano derecha por la fuerte nuca y profundizar el beso en lo que pretendería ser una lucha territorial. Y es que el peliverde se debatía entre sus propios fantasmas internos como para prestar atención a cada demanda del rubio.

     Zoro se había paralizado en el momento en que Sanji se le había acercado lo suficiente como para juntar sus bocas. Por una parte su corazón le gritaba que se alejara, que estaba mal y que estaba traicionando a Mihawk con un beso prohibido. Mas por otra parte, en su subconsciente menos propio, una vocecilla, apenas un susurro en la tormenta que era su interior en ese momento, le decía que todo estaba bien, que solo era un beso y que se lo debía en cierta manera por lo que le había hecho pasar. De tal guisa e incapaz de decidirse por una de las dos corrientes que le asolaban Zoro simplemente se abandonó al beso involuntario de que era partícipe. Su cuerpo se movió solo en el limbo de automatismo que era su sistema nervioso y acercó el cuerpo de Sanji al propio, juntándose en un cálido abrazo mientras proseguían los empeños del rubio por conquistar la boca ajena en una batalla de lenguas que claramente se decantaba a su favor.

-          Sanji, yo… esto no…

-          Por favor Zoro,- fue acallado el peliverde entre besos- sólo este momento, solo esta noche, solo hoy… por favor.

     La súplica que le dedicaron los cristalinos ojos de Sanji le impidieron de cualquiera de las maneras impedir que continuasen. No tenía fuerzas suficientes para negarle ese último deseo. Su alma no estaría tranquila hasta compensarle de alguna forma por lo sucedido.

     Ambos continuaron en sus roles de amantes durante minutos que a ellos les parecieron incontables hasta que un Sanji que por el momento no había requerido más que el calor del contrario junto a sus caricias y besos y un Zoro que no habría tomado la iniciativa a menos que así se le pidiera, tuvieron la imperiosa necesidad de llegar un poco más allá.

-          Z-Zoro, quiero que… lo hagamos- pidió entrecortadamente.

-          Pero nos podrían ver.

-          No te preocupes, están todos en el festival, nadie se dará cuenta. Esto está bastante apartado y como si no tuvieran cosas mejores que hacer que espiarnos.

    Sanji cogió suavemente a su pareja del cuello de la camisa ligera de manga corta que se había puesto esa noche sobre una camiseta verde oscuro también de manga corta, arrastrándole tras él mientras se recostaba en el banca en el que antes trató de esconderse huyendo de la misma persona que ahora colmaba su corazón y su mente de unas sensaciones de las que no se sentía dueño pero a las que tampoco estaba dispuesto a renunciar. Eran demasiado buenas como para dejarlas escapar. Preso de su mágico embrujo de cuento de hadas dirigió las manos de Zoro bajo su fresco polo blanco, incitándole a continuar a la vez que se unían en el enésimo beso de la noche. Si de verdad era un sueño aquello que estaba viviendo, no quería despertar jamás.

     El tacto suave de la delicada y perfecta piel de Sanji bajo sus dedos hizo que se le erizara el bello. El cuerpo del rubio no estaba surcado de cicatrices ni de marcas perpetuas que estropearan su figura, convirtiendo a su dueño en una pieza aún más valiosa si cabía. Su mano derecha abandonó el vientre de Sanji para posarla sobre su frente y apartarle el sedoso mechón rubio que nunca le había permitido observar los dos ojos del cocinero a la vez, ni siquiera cuando fueron al lago a nadar. Zoro no pudo evitar que una liviana risilla escapara de él al fijarse en que las cejas en espiral de las que tan a gusto reía estaban enfrentadas, como si del reflejo de un espejo se tratase. Ahora comprendía el porqué del afán del rubio por ocultar siempre la mitad de su rostro. Por una vez sin impedimentos de por medio, el peliverde se acercó y besó tiernamente la frente de Sanji. En realidad era un chaval bastante mono y cordial, podrían haber sido grandes amigos en otras circunstancias.

-          Siento no poder responderte que yo… también te quiero- dijo Zoro en un suspiro.

 

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

    

      Después de seguir el camino marcado por Luffy, Mihawk había tenido que hacer gala de todo su ingenio y suerte aleatoria para seguir por el camino correcto ya que por la calle indicada por el chico no había ni rastro de Zoro.

     Conforme avanzaba entre las calles empedradas del pintoresco pueblo, evitando peatones y agudizando la vista, iba planteándose mentalmente como preguntar sobre el tema novia misteriosa y ya puestos de qué manera sería mejor abordar el otro tema que le carcomía por dentro, el de la noche pasada, ya que una vez iniciada una conversación sería mejor llevarse todas las explicaciones, o disgustos, según se mirase, de golpe.

    Como no avistaba por ningún lado a Zoro supuso en un par de ocasiones que se encontraría al peliverde como un niño perdido en cualquier esquina, quizá con cara de consternación o preocupado, o puede que en un bar tomando alguna cosa, pero nunca, nunca de los jamases habría estado preparado para ver lo que se encontró al doblar un recodo y enfrentar de cara un parque urbano de unos pocos árboles y bancos. Y mucho menos para contemplar en la distancia prudencial de unos pocos metros a los dos que ocupaban uno de esos bancos y lo que hacían en ese momento entre ambos.

-          Yo… también te quiero- alcanzó a oír justo cuando llegó.

    No podía creerse lo que sus ojos dorados grabaron a fuego en su retina de cazador aéreo. Zoro y el chico de Doflamingo, Sanji, ellos estaban motándoselo en el banco justo enfrente de sus narices. Así que, ¿no sólo una novia sino que también otro amante secreto, eh? Te has llevado la palma Zoro pensó Mihawk entre los dolorosos trozos que alguna vez compusieron su corazón. Sabía que lo de anoche sólo había sido un juego. Tonto de mí por dejarme llevar.  Aún y con todo apartó rápido los rescoldos de un amor que se partía cual cristal y armándose de su máscara impasible tono dijo con toda la fuerza y serenidad pero cargada de rencor que pudo impresa en su voz con intención de llamar la atención de los dos amantes:

-          ¿Qué está pasando aquí, Zoro?

    El peliverde, hasta ese momento en un sopor comatoso similar a una inconsciencia en la cual se actúa por inercia e instinto y no por voluntad propia, reaccionó al reconocer la voz de su padre. Girándose en el acto pudo ver su sobria e imponente figura de pie, impasible, ante ellos.

-          Mihawk… -balbuceó apenas con un hilo de voz.

Notas finales:

Aix... anoche estaba tan convencida de él y ahora me da vergüencita leerlo todo junto. ¿En qué estaría pensando? xD. Esos dos jamás se comportarían así ~~... Aunque de todas formas muchos se alegrarán de que Sanji y Zoro compartieran aunque fuera ese momento :P. Sí, eso te lo estoy diciendo a ti, sabes que me refiero a ti, Ayume, que aunque llevamos mucho tiempo sin hablar por esto y aquello y yo mucho tiempo sin pasar por aquí más que para actualizar North, me acuerdo perfectametne de las cosas que prometemos ;). Recuérdame que debo leer tus últimas creaciones en cuanto tenga tiempo ~*o*~.

 

Sin más gracias por leer y espero les haya gustado. Saludos y besos para todos ♥.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).