Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¿Cómo decir adiós? por Amii

[Reviews - 137]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

Un poco más de presentación en este capítulo, pero ojo que ya se muestran algunos pequeños sucesos que son necesarios de su atención.

 

Os pido disculpa por la demora, de verdad no dejen de leer porque crear que me tardo, es solo que he tenido un montón de cosas que hacer y como ven me he estado informando bastante con relación a la capital del país donde se centra mi historia. Quería agradecer a los que me han ayudado con algunos detallitos y por favor, les ruego, debeis decirme cualquier cosa que vosotros crean que esta mal, para mi es mejor un comentario con criticas que solo elegios, de verdade s importante para mi

 

Gracias por su tiempo y disfruten, para los que me dejan reviews y para los lectores fantasmas como leí por ahí jajajaja

Se cuidan!

 

No le costó trabajo advertir mi presencia en cuando aparecí por el pasillo donde se encontraba nuestra sala. Era uno de los más altos de la clase, media entre un metro ochenta y cinco y el metro noventa, por lo que miro por encima de quienes lo acompañaban y me observo mientras me acercaba a la sala. Sus ojos color ámbar se veían fríos y en ningún caso mostraban esa calidez a la que estaba acostumbrado a recibir de aquellos. Camine lentamente sin atreverme a mirarlo.

 

-¿Qué tal Allan?- levanté la vista de inmediato, pero sabía que no era Bruno quien me hablaba.

-Hola Ricardo- sonreí por compromiso y en vez de mirar a quien hablaba le di un vistazo a Bruno, pero este estaba mirando hacia otro lado y unos mechones de su cabello negro tapaban sus ojos impidiéndome saber cuál era su expresión-

 

No tarde mucho en entrar a la sala, no quería que me volviera a mirar con odio. Prefería dejarlo en paz por ahora, sabía que lo había arruinado todo y ni siquiera sabía cómo arreglarlo.

Sonó el timbre de entrada y todos comenzaron a entrar a la sala. Bruno se sentaba en el pupitre que estaba junto a mi así que espere nervioso que entrara, quizás sería lo más cercano que lo podría tener de ahora en adelante. Aun así mis nervios no se debían a ello, sentía temor por lo que podría llegar hacer, quizás me diría frente a todos los presentes lo mucho que me despreciaba.

Lo vi entrar y aún así no me miro ni siquiera una vez, supe que me estaba evitando por completo. Cuando llego a su asiento, donde ya estaban todas sus cosas, no dudo ni un segundo en cogerlas y moverse de mi lado. Nuestros asientos estaban en una de las últimas filas, mi pupitre estaba junto a una ventana que a duras penas mostraba su paisaje con toda la seguridad que poseía, a veces creía que estábamos en una cárcel. Lo vi petrificado mientras tomaba asiento adelante, junto a la puerta de la sala y sin ninguna preocupación comenzó a revolver su bolso.

 

-¡Hey Allan!- hablo Ricardo nuevamente que se sentaba atrás mío.

-Dime- me volteé tratando de mostrar mi mejor cara, pero aún estaba impresionado por el actuar de Bruno.

-"¿Están enojados?- miró hacia el ambarino.

 

No supe que responder al comienzo a pesar de conocer la respuesta. Ricardo era más amigo de Bruno que mío, así que no sabía si este le había comentado algo a estas alturas, por lo que no quería mentirle realmente, pero estaba consciente que haría más preguntas de las que podía responder y en estos momentos lo que menos quería era dejarle el peso a Bruno, ya que si yo no le decía que estaba pasando, acudiría a él para enterarse.

 

-Nada de eso- murmuré antes de darme la vuelta. Sabía que atacaría con más preguntas, pero en ese momento el profesor atravesó el marco de la puerta de la sala y sentí un gran alivio.

 

Observe a Bruno durante toda la hora, de lejos era más fácil que no lo notara así que no me sentí culpable en ningún momento. Era muy delgado para su altura, por lo que la camisa le quedaba bastante holgada, además de traerla toda desordenada fuera del pantalón. A ratos se volteaba y veía su rostro grácil que me encantaba. Pero tuve que salir de mi ensoñación cuando sonó nuevamente el timbre y me dispuse a salir de ahí antes de que Ricardo recordara que teníamos una conversación pendiente.

 

Este instituto no era más que un viejo edificio que parecía un gran laberinto, tenía bastantes pisos como para perderse y por si eso fuera poco tenía un gran subterráneo donde hacían educación física en días lluviosos. Tenía diversos patios por todo el lugar. Los más conocidos eran las canchas donde siempre había alguien chuteando una pelota. Pero también había patios donde no rondaba ni una sola alma. Había patios en todos los pisos, para sorpresa de los más chicos que nunca terminaban de conocer el lugar. Incluso yo, que me falta un año y unos cuantos meses para irme de ahí, no conocía entero aquel lugar. Pese a ello si conocía un sitio que me agradaba bastante y al cual recurría siempre con Bruno. Nunca andaba nadie por ahí así que me fui directo para allá, confiado de que nadie me molestaría hasta la próxima clase.

 

-Mira al chico de ahí- oí murmurar y levante la vista del libro que hojeaba.

-¿No es el amiguito de Bruno?- cuestiono otro.

-No, el otro es más alto- respondió un tercero.

 

Los quede mirando impávido. Esos tipos acostumbraban a jugar a la pelota con Bruno, y nunca terminaban en buenos términos los partidos. No aceptaban su derrota, y menos de personas menores a ellos, ya que estos estaban en último año y por lo general los de cuarto eran todos jóvenes  soberbios.

 

-Es él- insistió el primero que hablo -Esos ojos verdes los reconozco en cualquier parte- sentenció con una mirada que no logre descifrar pero me produjo un escalofríos.

-¿Qué haces tan solo por aquí?- se acercó uno de ellos, traía sus manos en sus bolsillos. Su postura era totalmente altanera -¿Esperando a Bruno?- sacó una de sus manos y la acercó hacia mi jugueteando con uno de mis mechones castaños que caían por sobre mis ojos.

-Déjalo en paz- sentenció el tercero un poco más preocupado -Bruno va llegar en cualquier momento y solo nos harás tener problemas con él- advirtió.

 

Lo miré lo más serio posible, tratando de no demostrar que él no aparecería por estos lados, que había cero posibilidad de que me salvara de estos altaneros.

 

-Puedo apostar que no vendrá- se acercó el otro chico, dejando atrás al que acaba de advertirles que me dejaran en paz -¿No es así?-

-Está un poco ocupado como para tener que encargarse de gente como ustedes- dije venenoso.

-Puedes hablar después de todo- rió uno, tratando de jugar nuevamente con mi mechón, pero me eche un poco para atrás evitando el contacto.

 

Me mantuve sentado sabiendo que si corría me iban a dar alcance con gran facilidad. Era bastante torpe con mis pies y sabía que me iba a caer y ese sería mi fin, así que prefería evitarme más vergüenzas y quedarme ahí, expectante a ver que decidían hacer conmigo.

 

-Bruno siempre nos hace pasar malos ratos, podríamos desquitarnos un poco contigo- rió uno tomándome del brazo con rudeza y forzándome a levantarme. Yo no pude evitar reír por lo bajo -¿Qué es tan gracioso?- interpeló zamarreándome.

-Son los típicos matones que buscan gente más débil para molestar- sabía que aquella sería mi sentencia de muerte, pero no me podía quedar ahí sin hacer nada ante aquel trato.

-Te crees muy gracioso- vi con horror como el otro chico levantaba su puño, mientras que el que me afirmaba un brazo, ahora me afirmaba ambos, dejándome incapacitado para cubrirme la cara siquiera. Por lo que cerré mis ojos lo más fuerte que pude, teniendo la boba idea de que así quizás no sentiría tanto dolor.

Extrañamente el golpe nunca llegó, abrí mis ojos después de unos segundos y vi al tipo que quiso golpearme afirmado contra el barandal mirando hacia el edificio del colegio que estaba justo del otro lado de la cancha y patio principal del recinto. El tipo que me afirmaba aún lo hacía, pero su agarre era débil por lo que me solté con facilidad y huí antes siquiera que ellos pudieran notarlo, los tres estaban mirando algo que yo desconocía por completo puesto que yo tenía mis ojos cerrados en aquel momento que apareció lo que al parecer les llamo la atención.

Suspiré aliviado al perderme por el pasillo y notar que no habían ido tras de mí. Al irme acercando a mi sala comencé a sentir cierta curiosidad por lo que habían visto y mucho agradecimiento también ya que me ahorre una paliza que me solían dar antes de conocer a Bruno.

 

Estuve el resto del día pensando en lo ocurrió que incluso había dejado en segundo plano el tema de Bruno, el cual siguió sin dirigirme siquiera una mirada fugaz durante el resto del día. A la hora de salida volví a escurrirme lo más rápido posible a mi casa. No quería andar de rogón con Bruno, si él no quería verme estaba bien por ahora, necesitaba tiempo para decirme lo mucho que ahora me detestaba.

Salía de clases alrededor a las dos de la tarde por lo que el regreso a casa no era tan agitado como en la mañana que venía atestada la micro. Me sentía de poco humor para un viaje en micro así que tome el metro, el cual iba más rápido, pero debía pagar el precio de ir de pie, puesto que siempre andaba con más gente que las micros.

 

Mi hogar se ubicaba en el sector poniente de la capital, vivía en la comuna más grande de mi país, o al menos eso decían, vivía en la llamada comuna verde, en Maipú. Hace poco que habían hecho la extensión de metro así que me sentía de ánimo para recorrer construcciones nuevas.

 

Siempre me sentía un poco feliz al poder andar paseando y conociendo lugares nuevos. Y esto no era tan raro si se sabía que yo quería estudiar arquitectura, era mi sueño desde pequeño y en poco más de un año quizás podría lograr mi sueño.

 

De pronto noté que la gente comenzó a mirarme mientras iba en el vagón del metro. Trate de mostrarme indiferente y mire por la ventana de la puerta más cercana, pero estaba todo negro afuera así que seguía viendo a más de un curioso que aún me seguí mirando. Traía mi mp4 junto a mí así que cerré los ojos para inundarme en mi música y no tener que pensar en aquella gente. Pero de pronto comprendí porque me miraban, sentí una pequeña vibración en mi pantalón y enseguida me quite uno de los audífonos de mi oído, y cogí rápidamente mi celular y conteste. Evite voltearme a ver a la gente, sabía que debía estar como un tomate de la vergüenza, quizás hace cuanto rato venía molestando a las personas con el sonidito de mi celular, una tonta melodía que había puesto Bruno en mi celular hace algún tiempo, la cual ahora que lo pensaba era un ironía, puesto que la melodía era una tonta canción que encontramos en internet llamada "Sí fueras gay"*.

 

-Mamá- hablé lo más bajo que pude, sabía que con el ruido del tren le sería difícil a la gente saber con quien hablaba, aunque ni siquiera les debía importar, pero me sentía demasiado avergonzado como para razonar.

-Allan, hasta que me contestas- hablo mi madre con voz preocupada -Creí que te había pasado algo-

-Estoy bien, voy en el metro, no sentí el teléfono- explique en pocas palabras - ¿Qué ocurre?- cuestione rápidamente.

-Cariño, tendrás que ir por tu hermana, no alcanzo a ir a recogerla- resoplé, ya era costumbre de ella hacerme lo mismo.

-Está bien- dije de mala gana y corté el celular.

 

Me baje una estación antes para poder recoger a mi hermana. Estudiaba relativamente cerca de casa, su colegio se llamaba "Santa maría de Maipú", siempre nos reíamos de ella y la molestábamos diciendo que ella de santa no tenía nada así que no debería estar estudiando ahí, pero ella era indiferente ante nuestras bromas, se acostumbro al igual que yo a la de mis hermanos mayores.

 

-Hasta que llegas- estaba al otro lado de la reja con los brazos cruzados, notablemente impaciente.

-Mamá me acaba de llamar, tuviste suerte que no estuviera en casa ya o me hubiera tardado más- le reproche -Gracias- le dije a la portera en cuanto le abrió la puerta.

-Gracias Gladys, nos vemos mañana- se despidió ella cordialmente, me sorprendí un poco con su comportamiento, no solía ser así en casa, al menos no conmigo.

-Te tienen bien enseñada- me burle y cogí su mochila para hacer de burro de cargas para que luego no se quejara con mamá.

-No me molestes Allan, estoy cansada- suspiró y camino un paso adelante mio.

 

Como estábamos a una estación de casa, acostumbraba a llevar a Amanda caminando para que no se volviera un ser sedentario que yo ya lo era.

 

-¿Caminaremos hasta el paradero?- se giró y comenzó a caminar de espaldas.

-La casa no esta tan lejos del metro- le recordé.

-Esta como a diez cuadras del metro- respondió quejumbrosa.

-No te matara caminar un poco- sentencie, ella se volteó y siguió caminando normalmente, sabía que iba molesta por hacerla caminar.

 

De los cuatro hermanos que éramos, ella fue la única deportista de la familia. Por lo que me parecía extraño que le molestara tanto caminar, aún así no dijo ni una sola palabra más hasta llegar a casa.

Cuando llegamos, no había nadie más en casa como era de esperarse. Papá siempre trabajaba hasta tarde, siempre se la pasaba pegado a su teléfono si es que llegaba temprano a casa, así que siempre era preferible que llegara por la noche. Es difícil explicar el trabajo de él, así que me limitare a decir que gana mucho dinero. Mi madre por su parte es abogada de la misma compañía en la que trabaja él

 

-Tengo hambre- se quejó la pequeña revisando el refrigerador -Y no hay nada para comer- sentenció cerrando la puerta. Me miro molesta con esos ojos verdes idénticos a los míos.

-No se cocinar- advertí, pero esta siguió mirándome impávida.

-Tengo hambre- advirtió.

-No cocino- recordé con el mismo tono de voz que ella ponía cuando estaba molesta.

-Pues llegó tu hora de aprender- me sonrió con malicia.

-Espera que llegue mamá- me volteé y me dirigí al living para ver televisión por un rato -O que llegue Rodolfo o Fernando, ellos te cocinaran algo delicioso-

-Mamá no va llegar pronto- se interpuso entre el televisor y el sillón de la sala -Y ellos no saben cocinar tampoco- me miró con pena.

-Eres una manipuladora- me levante del sillón, donde recién me había sentado, y me dirigí a la cocina -Me manipulas con esa carita de niña buena, me imagino que haces lo mismo en el colegio- la miré de reojo buscando que cocinar -Con esos ojos verdes y ese pelo rubio, engañas a cualquiera- agregué, ella rió y comenzó a buscar conmigo.

 

Éramos una graciosa combinación en casa, mientras yo era idéntico a mi padre, el cual tenía su pelo castaño y ojos verdes. Mi hermana tenía solo los ojos de él y su cabello era del mismo color que el de mi madre, un rubio precioso. Por su parte, mis hermanos eran la copia de ella, tenían ese mismo rubio, pero además tenían el mismo color de ojos, una combinación entre celeste y gris que hacía sus miradas bastante intensas y misteriosas. Esa era una razón más por la que ellos se burlaban de mí, me hacían sentir muy común con mi cabello castaño como el de mi padre.

 

-No prometo que sea comestible- miré mi extraña creación ya servida en la mesa.

-Al menos tienen pinta de tallarines con salsa- confirmó mi hermana mirando con curiosidad la comida -Pero adelante, puedes probarlos tú primero- me sonrió servil.

-Muchas gracias por querer matarme- cogí mi tenedor y probé un poco -Delicioso- dije tragando con dificultad.

-Muy bien- dijo feliz y se llevo un bocado a la boca. Unos segundos después su cara se deformó por lo que había probado. Me reí y me levante de la mesa.

-No iba a caer solo- advertí y tomé el teléfono de la cocina -Pediré una pizza- la complací y ella me regalo una sonrisa de perdón, tomé el numero que frecuentábamos que estaba en la nevera y marqué.

 

Ya por la tarde, cuando mamá llego y vio el desastre que dejamos en la cocina con nuestro experimento, prometió no volver a dejarnos sin comida y eso me tranquilizo, ya que si seguíamos así, quedaría pobre en poco tiempo comprándole pizzas a Amanda.

Recostado en mi cama deje que todo volviera a mi mente, lo bueno, lo malo, lo absurdo, lo vergonzoso, todo. Necesitaba comenzar analizar todo y dar una solución rápida a lo que había pasado en estos días. Me sentía solo, esa era la verdad. Extrañaba profundamente a Bruno y realmente comenzaba a cuestionarme el hecho de haberle dicho lo que sentía por él. Quizás no había sido una buena idea, pero siempre creí que él sería tolerante con el tema, después de todo lo conocía, no podía haberme equivocado tanto al juzgar a una persona, y menos si aquella persona era mi mejor amigo. Pero la verdad era que no sabía cómo recuperarlo, no tenía la menor idea si algún día podría llegar aceptarme tal y como era realmente, tal vez el error lo cometí yo, puesto que le mostré algo que no era verdaderamente. Si me hubiera mostrado tal y como era, quizás nunca hubiéramos sido amigos.

 

-No logro resolver esto- dijo él notablemente molesto.

-Con paciencia amigo mío- me senté junto a él y revise el ejercicio que estaba haciendo.

-¿De verdad a tus padres no les molesta que venga?- murmuró un tanto preocupado.

-En tanto no despiertes al monstruo de mi hermana, ellos no te odiaran- advertí.

 

Solía venir los sábados a mi casa para estudiar. Éramos bastante responsables con nuestros estudios, ambos teníamos objetivos altos, así que debíamos esforzarnos mucho.

 

-No era tan difícil, solo te daba pereza hacerlo- le tiré su cuaderno por la cabeza cuando complete el ejercicio que él no hizo.

-Era muy largo- admitió.

-No podrás excusarte con eso cuando tengas que rendir exámenes o cuando des la PSU- aclaré.

-Es solo por ahora- reclamó.

-Eso lo dicen los flojos- reí -¿Quieres algo?- me levante de la pequeña mesa de la cocina en la que nos encontrábamos y me dirigí al refrigerador -Los engendros pronto aparecerán y se comerán todo- esta vez rió él, pero negó al mismo tiempo.

-Estoy bien- me observó mientras tomaba un poco de jugo.

-¿Cuándo podré ir a tu casa?- interrogue de pronto cambiando el humor de Bruno.

-Pronto- prometió con un deje de tristeza.

-¿Volvemos a lo nuestro?- cambié el tema rápidamente.

-Está bien- se giró y se concentró en mi cuaderno.

 

No era más inteligente que Bruno, pero siempre me encargaba de tener todo hecho para cuando el viniera a estudiar conmigo y así no tener dudas estúpidas frente a él. Claramente le molestaba que yo me adelantara, pero se acostumbro después de un tiempo y al final en nuestras juntas siempre terminaba ayudándolo yo.

 

-Deberíamos salir por ahí en la tarde- hablo después de un rato. Yo estaba frente a él mirando por la ventana mientras llovía, me tranquilicé al notar que regresaba a la normalidad.

-Si así lo deseas, vamos a donde tú quieras, pero está lloviendo bastante fuerte- mencioné.

-No creo que te haga daño una que otra gota de agua- bromeó lanzándome mi cuaderno a la cara.

 

-¡Allan!- gritó Amanda a mi oído despertándome.

-¿¡Que!?- grite de regreso, me molestó que me despertara.

-Teléfono- murmuró dándome la espalda y saliendo de mi habitación -Es el colmo contigo, te llamo mil veces y además te enojas porque uno te viene a buscar- siguió hablando, pero ya estaba muy lejos para escucharla.

 

Me tome unos segundo para reaccionar y despertar completamente antes de tomar el mismo camino que mi hermana, era raro que alguien me llamara, si no era Bruno, no imaginaba quien podría ser y claramente él no era.

Mientras caminaba tranquilamente por el pasillo hasta el teléfono sentí que a mi corta edad, al comienzo de mi vida, ya me encontraba en una calle sin salida, debido a que mi vida comenzaba a girar en torno a un gran problema y no a mis sueños y expectativas.

 

-¿Quién es Amanda?- la mire antes de tomar el teléfono.

-Pues quien más, si a ti nadie más te llama- rodó los ojos. La miré estupefacto y casi no oí lo que decía productor del shock, más bien supe lo que dijo porque le leí los labios y esta dijo claramente -Es Bruno- me estremecí por completo y comencé a tambalearme.

-¿Aló?- hablé hacia la otra línea.

 

Notas finales:

 

Ya todo esta dicho anteriormente, prometo actualizar antes esta vez !

Y el proximo capítulo también ya será más largo, este lo tuve que cortar por razones de la historia jajaja 

adiosin!

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).