Teiwas veía en silencio a Thurizas aun dormido. Desde cachorros Gebo, su padre, había decidido que serían una buena pareja para la manada. Siendo un cachorro no había pensado nada al respecto, Thurizas era un cachorro muy bello y había sentido algo de orgullo por las felicitaciones que había recibido de todos. Le tomó apenas unos años comprender que no había sido su trabajo ni suerte, sino la decisión del líder.
Siendo una adolescente todavía el líder había muerto, cuando aun estaban peleados por el problema que causó entrando al territorio de la manada vecina sin permiso. Nunca consintió al arreglo con Thurizas cuando entendió lo que sucedía, de hecho, se esforzó por deshacerlo a toda costa intentando convencer, en vano, a su padre. Ni una sola vez había tenido suerte ni se había detenido a pensar lo que el chico o su familia pensarían de sus acciones. Ni siquiera cuando su hermano Gebo quedó a cargo de la manada junto con Isa pudo convencerle de romper aquel acuerdo.
Siempre le había molestado la obediencia ciega de todos en la manada hacia el líder, como si en el nombre de Gebo heredaran alguna forma de poder incomprensible. Ningún otro híbrido obedecía tan fielmente su sociedad animal, salvo quizás los leones. Él quería las comodidades humanas para ellos más allá de la agricultura y un poco de medicina. Quería algo como un hospital de verdad, electricidad que ayudara por las noches y a conservar la comida. Todo aquello era un tema de conversación recurrente con Thurizas desde que estaban juntos, y sólo ahora se daba cuenta de que el trato iba más allá de los caprichos de su padre; El chico tenía un genuino interés en él y lo que le decía, incluso sus propias ideas sobre cómo debía ser la manada. Estar juntos no era obedecer ciegamente al antiguo líder, sino algo que ambos querían.
El llanto de su cachorro le hizo volver a la realidad. Fue a su habitación para cargarlo del pequeño nido que le habían hecho en su hogar entre los dos. Aun con Berkana entre sus brazos rebuscó el biberón preparado en el refrigerador, otra comodidad que los cachorros huérfanos de la manada no tenían.
-Teiwas-llamó la voz adormilada de su pareja.
-Berkana tenía hambre-se dejó abrazar por la espalda.
-Deberías traerlo a dormir en la cama con nosotros. Me preocupa que necesite algo en la noche y no estemos ahí para él. -acarició un poco al cachorro.
-¿Estás seguro? Es un cachorro grande- le sonrió apenas. No podía imaginar no tenerlo. No concebía ya su vida sin aquellos dos a su lado.
-Bastas podía con él y es un gato-dijo levantando una ceja divertido-Vamos a asegurarnos de que este cachorro esté bien para cuando vuelva mamá ¿No es así Berkana?-lo tomó en sus brazos sin siquiera preguntar y tomó el biberón para alimentarlo él mismo. Teiwas se sorprendía del cariño que le mostraba al cachorro a pesar de que Bastas no le agradaba demasiado, era un buen chico.
-¿Crees de verdad que vaya a volver?-preguntó recargándose en la encimera. Sentía un hueco en el estómago al pensar que no lo haría.
-No es mi persona favorita, Teiwas, pero creo que no sería capaz de abandonar a su cachorro sin más. Creo que debió tener una razón para salir corriendo así. Sobre todo, después de lo que hizo Gebo para asustarlo. No tiene ninguna excusa para haberlo tratado de esa manera. Hagalaz debió tomar cartas en el asunto, es su marido después de todo.
-Estoy seguro de que habló con él-suspiró besándole la frente a su novio. -Gebo tiene demasiadas cosas en la cabeza; cosas que aprendió de mi padre. Estoy seguro de que Bastas volverá, debería pedirle una disculpa.
-Tu hermano pidiendo una disculpa-casi bufó. -Yo quiero ver eso. Es demasiado aferrado a las ideas de tu padre. No escucha a nadie, apenas un poco a Hagalaz o a tu madre, por eso todo el mundo acude a hablar con ellas.
-Es el próximo líder-dijo con cierto disgusto. Era verdad que prometía ser un líder como lo había sido su padre; a algunos en la manada esa idea les agradaba más que nada, pero a otros, como a Thurizas y él mismo, la idea no les agradaba demasiado. Personalmente podía decir que la muerte de su padre había sido un alivio en gran medida.
-Entrará en razón-dijo Thurizas adivinando lo que estaba pensando el hombre, conocía muy bien los problemas que todo el asunto provocaba. -Tu madre no lo dejará tomar el liderazgo hasta que sepa ser un líder para todos, y ella tiene ideas muy distintas de las que tenían tu padre y tu abuelo.
-Esa es mi única esperanza para la manada-asintió abrazándole para volver a la habitación, aún era de noche.