Doloroso amanecer
El gatito abrió los ojos cuando escuchó un extraño sonido cerca de él, se revolvió asustado y logró salir de su cobija, ése lugar olía muy mal. Vio un ave grande cerca de él que le miraba con curiosidad, estiró su patita que en el acto de convirtió una mano alejando al ave.
Se levantó mirando su nueva figura, no llevaba nada puesto encima, miró confundido a su alrededor y tomó la cobija para cubrirse y comenzó a caminar sin poder reconocer nada a su alrededor, no sabía cómo había llegado ahí ni porque le dolía tanto el cuerpo.
Salió a la calle asustándose un poco al ver los autos, muchas personas le miraban un par de segundos y seguían su camino, se acercó un chico que lucía tan sucio y despeinado como él, le tendió un pan a medio comer y él lo aceptó con hambre, debía aprender a vivir en las calles a partir de ése momento.
---
Bastas abrió los ojos con un fuerte dolor de cabeza, estaba en su cálida cueva. Kano vigilaba la entrada sin hacer ruido, el gatito se levantó sintiéndose mejor que en el bosque, caminó hacia el lobo y en cuanto éste le sintió cerca se levantó para encararlo.
-Kano-habló suave y con la voz un poco rasposa.
-Tu comida está junto a la cama, también hay agua-dijo serio.
-¿En dónde está mi bebé?-preguntó, no le había visto en ningún lado de la cueva.
-Y tienes el descaro de preguntarlo-gruñó el macho dejándole confundido.
El gatito le siguió al interior más nervioso que nunca, el olor de su bebé estaba desapareciendo de la cueva, corrió afuera para buscarle entre los cachorros y no estaba ahí, volvió buscándole entre las cobijas mientras que el lobo solo se dedicaba a mirarlo con rencor.
-¡¿En dónde está?!-exigió saber bastante alterado.
-¡Eso no te importó estos tres días ¿Verdad?!
-¿En dónde está?-preguntó con lágrimas y el corazón más acelerado que nunca.
-Se lo llevó su padre-dijo serio-Come-ordenó.
Se sentó a un lado del gatito que seguía inmóvil, espero a que comiera el pequeño pescado que le había llevado del lago y le vio tomar agua, el coraje crecía cada vez más en su interior al ver que no reaccionaba, negó molesto y volvió a caminar hacia la entrada para no comenzar a gritarle ¿Qué tipo de madre era? Pero no, aquel no podía ser el Bastas del cual él se estaba enamorando, el gatito que había salvado de las destructivas garras de Teiwas.
-¿En dónde está mi bebé?-preguntó con un poco más de fuerza ya que había comido-Kano-llamó al ser ignorado-Kano… ¿En dónde está?
-¡Ya te dije!-se giró brusco asustando al gatito-¡Está con su padre en la ciudad! Y no va a volver ¿Entiendes?
El gatito estaba agazapado contra el suelo con las orejas echadas hacia atrás y los ojos fuertemente cerrados, no estaba acostumbrado a que Kano, con su potente voz, le gritara de semejante manera, cuando vio aquellos ojos enojados supo que era la verdad su hijo no se encontraba en la manada.
-Dame a mi bebé-exigió negando-Teiwas no… él no puede tenerlo, es mi hijo-dijo asustado-Voy por él.
-Estás loco-gruñó el macho-No puedes ir por el Bastas-se paró frente a él-¡Lo abandonaste!
El gatito negó respirando con dificultad mientras lloraba, había regresado, no le había abandonado, las patas del macho seguían deteniendo sus intentos por salir de la cueva, no importaba si le mordía o intentaba escabullirse, no le dejaba salir.
-¡Déjame ir!-le gritó fuerte-¡Mi bebé, mi Berkana! Tengo que ir por el-sollozaba sacudiendo todo su pequeño cuerpo.
-¡No Bastas!-le empujó con la pata sin calcular su fuerza, se estremeció al escuchar un chasquido y se quedó estático al ver al gatito sin aire-¿Bastas?-se acercó con cuidado al verle jadear.
Se transformó y cargó al gatito que lloraba en silencio tan asustado como él, le puso con cuidado en las cobijas y con manos un poco temblorosas comenzó a tantear las finas costillas, todo parecía estar en orden ahí, todo las vértebras con cuidado viéndole jadear como antes, no había problemas ahí, bajó la mirada encontrándose con una patita muy inflamada, cerró los ojos lleno de culpa.
-¿Qué sientes?-preguntó nervioso-¿Está rota?-le veía llorar.
-Mi bebé-le reclamó intentando levantarse sin apoyar aquella pata.
No lo pensó dos veces, levantó al gatito y fue a conseguir ropa y dinero humano con su madre, tomó la cobija que el chico siempre llevaba consigo y tras envolverle cuidadosamente le cargó en su hocico para comenzar a correr, debía llegar a un veterinario en cuanto antes, no se detuvo en ningún momento haciendo un tiempo record a la ciudad.
-Perdón Bastas, perdóname-rogaba cambiándose a toda prisa para cargarle y correr a la primera clínica que vio.
---
Thurizas se recostó tras dormir al cachorro, se metió en la cama y le sonrió a su esposo, no era tan complicado como había creído, era un pequeño muy bien portado mientras saliera a jugar su hora diaria en el parque, comía su leche sin replicar y también la carne y el pescado.
-Es un hermoso pequeño-habló bajito el chico-Y además es muy bien portado amor.
-Eso dices tú-se rio mostrandole su dedo envuelto en una pequeña curita por una mordida del cachorro.
-Es juguetón-se rió encima de él y le besó con amor.
El macho asintió riéndose con él y devolvió el gesto tomándole por la cintura, el chico no se negó como las veces anteriores sino que se aferró con más fuerza al pecho del hombre, jadeó un poco cuando las fuertes manos asieron sus nalgas y se rió un poco dejándole besar su cuello, rodaron por la cama y el chico quedó debajo.
-Creo que Berkana necesita un hermanito-opinó Teiwas haciendo reír al chico.
-Está bien, opino lo mismo-le sonrió-Pero ese hermanito debe ser fabricado en silencio ¿Bien?
-Muy bien-susurró juguetón y siguió besando las clavículas-Esto me estorba-jaló el camisón para quitárselo al chico y le vio sonrojarse-No seas tímido-le acarició la mejilla con ternura-Te prometo ser muy cuidadoso-le besó la mejilla.
El chico asintió enseguida y abrazó al macho jadeando con sorpresa y placer cuando sus sexos chocaron entre sí, enredó una pierna en la cadera del macho y se dejó hacer por él. Teiwas humedeció tres de sus dedos en el lubricante que había sacado previamente, rodeó las nalgas del chico buscando la entrada e insertó un dígito poco a poco fascinado con los quejidos que emitía entre dolor, sorpresa y placer.
-Tranquilo-le besaba sonriéndole para infundirle confianza, poco a poco introdujo un segundo digito viéndole arquearse y quejarse más, por unos minutos dos sería su límite-¿Estás listo?
-Poco a poco-rogó el chico cuando se acomodó entre sus piernas acariciándole los muslos.
Teiwas asintió, ese chico le estaba enseñando a querer, pero además a no ser tan brusco, le ayudaba con el bebé sin quejarse en ningún momento y en ese instante lo que más temía era dañarlo con su brusquedad, no había sabido controlarse con bastas y le había perdido, poco a poco fue introduciéndose en él conforme el chico le permitía, el resto de la noche para ellos dos fue mucho más que solo el placer, se tenían el uno al otro.