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Nekkar por Deilita

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Notas del capitulo:

Bueno, pues aquí de vuelta, gracias a todos por sus RR y a los que lo han leído y a los que lo añadieron como favorito :)

  Espero verlos la próxima semana, hasta luego disfrutenlooo :p

-Kano-reclamó apenas con voz.

-Lo siento-sonrió, en realidad no lo sentía, estaba bastante feliz.

   Bastas no dijo nada más, se acurrucó más contra él con la mente un tanto revuelta, el lobo le llevaba bastantes años, era mucho mayor que él en todos los aspectos, además él estaba esperando un cachorro de alguien más, y no de cualquiera, del hermano del lobo, pero aún así no podía evitar que su corazón latiera acelerado estando cerca de él, que casi todo le diera vergüenza y estar a gusto entre los brazos de Kano.

   Poco a poco ambos comenzaron a quedarse dormidos, después de todo era ya casi la madrugada y el frío ayudaba mucho contrastando con el calor que se daban el uno al otro recostados en la mullida cama improvisada.

~°~°~°

  Teiwas había caminado desde la colina hacia el valle, estaba algo cansado, el haber sido expulsado le había debilitado bastante emocionalmente, y con ello también físicamente, como lobo debía permanecer siempre en manada, pero ahora no tenía una donde estar, todo se había ido abajo por aquellos instintos.

-Maldita sea-gruñó dejándose caer, desde que se había enterado de todo lo sucedido su vida había dejado de ser aquella feliz y normal infancia.

-¿Teiwas?-preguntó una voz un tanto femenina acercándose.

-Thurizas-se sorprendió de no haberle escuchado acercarse antes y se sentó fingiendo estar bien.

-Hola-le sonrió un poco sentándose a su lado en forma humana cubriéndose apenas con las telas que solían llevar.

-¿Qué haces vagando a estas horas de la noche?-preguntó mirándole desde arriba.

-Nada-se rió un poco-Quería dar una vuelta porque no me podía dormir, ya sabes en estas fechas sobre todo…

-Odio estas fechas-dijo intentando escandalizarlo y alejarlo.

-Desde siempre-comentó sin hacer nada de lo que esperaba el otro-Recuerdo que nunca salías a jugar estos días, y después nadie podía hacer que te metieras de nuevo en tu casa.

-Eso fue hace mucho tiempo, no tiene importancia, ya no pertenezco a esta manada, creo que todos lo saben.

-Eso no significa que todos estemos de acuerdo-le miró un poco más serio-Te lo estoy diciendo directamente Teiwas, no estoy de acuerdo con que te hallan sacado.

-¿Y en que me sirve eso? Si no me equivoco eres el único.

-¡De que tienes alguien que te apoya!-se puso de pie frente a él-No seas estúpido, lo que menos necesitas en este momento es ponerte en ese plan de “no tiene remedio”

-No es como si tuviera remedio, no me van a volver a admitir, eso jamás ha sucedido.

-Pues tampoco habían expulsado a los hijos del líder.

-¡Eso sólo es una vergüenza mayor!-reclamó y calló al darse cuenta de que ambos gritaban agitados.

   Thurizas le miró con cierto reproche, sin embargo no se movió como para retirarse ni mostró signo alguno de pasividad, desde siempre había apoyado a Teiwas y lo seguiría haciendo sin importar las circunstancias que surgieran.

-No me digas-le miró más tranquilo-Que sigues con lo mismo de siempre.

-Bueno…-se sonrojó un poco-Si fuera así ¿Qué? De todos modos no espero un milagro, sólo soy realista, todas las personas necesitan un poco de ayuda, aunque no lo acepten.

-Me estás cambiando el tema, tan sutil como siempre. Dime ¿Sigues con lo mismo?

-Sí-musitó bajando el rostro sonrojado.

-Déjalo ya-mandó de mal humor-Sabes que nunca te he hecho caso, ni lo haré.

-Teiwas…-dijo bajando las orejas y la cola-P-pero se supone que yo sea tu esposo, lo determinó la líder desde que éramos pequeños.

-Como te dije, yo ya no pertenezco a esta manada, no sigo sus ordenes-intentó seguir.

-¡Teiwas!-se plantó frente a él-Entonces yo tampoco seguiré en la manda-fruncía su entrecejo.

-¡Deja de decir tantas tonterías!-regañó exasperándose-Eres un chico apenas de dieciocho, yo tengo más de veinte, no estoy en la manada, no puedes estar conmigo.

-¿Es porque quieres más a ese gato?-preguntó con los ojos inundados en lágrimas y sacudió su cabeza  con fuerza para deshacerse de ellas-¿Quieres estar con él?

   Teiwas se sentó mirándole serio, ese chico nunca dejaría de perseguirle al parecer,  desde que le había visto jugando con sus amigos en el lago que se había prendido de él, al principio le parecía divertido creerse mucho para cuidarle, pero después fue aburriéndole hasta el punto de hartarle.

-Bastas es alguien especial para mi, aunque nadie me lo crea-dijo orgulloso y a la defensiva-Va a tener a mi primogénito.

-Entonces sí lo quieres a él-dijo con el orgullo herido.

   Teiwas le miró severo, sí, quería mucho a Bastas, casi tanto como le molestaba, pero tampoco podía dejar a ese chico sólo en la noche y con tanto frío, le veía intentando aguantarse las lágrimas hasta casi no poder más, estaba enrojeciendo su rostro también.

-¿Hace cuanto que estas aquí afuera?-preguntó al ver que temblaba un poco y sus pies tenían un tono azulado.

-Desde la tarde-musitó, no se daría por vencido, pero tal vez no era el mejor momento de seguir insistiendo.

-Ven acá-dijo casi gruñendo y lo abrazó contra su cuerpo cuando tomó forma humana, el chico estaba verdaderamente helado-Tonto debiste estar en tu forma animal, te va a dar hipotermia.

-Quería que me reconocieras porque apenas volviste-musitó en su pecho.

-Te hubiese reconocido-sonrió apenas-Tienes una mancha en forma de diamante justo arriba de la nariz.

   Thurizas levantó sorprendido el rostro, jamás pensó que su amado supiese ese tipo de detalles sobre él, le parecía hasta cierto punto bastante increíble, le sonrió y se estrujó contra él recibiendo un bufido del otro, aunque tenía una sonrisa.

-Vamos, dudo que tus padres se alegren mucho de que vuelvas a estas horas a la casa-dijo separándole para tomarle de los hombros y dirigirle hacia el claro.

-Mis papas tampoco están de acuerdo con que te hayan sacado-dijo feliz por haber recibido aunque fuese un abrazo del hombre.

-No pueden retar a la líder, Thurizas, se los agradezco, pero no-pidió y se detuvieron frente a la vivienda del chico-Deja de llorar-pidió incómodo.

-Tenía mucho tiempo sin verte-dijo con una leve taquicardia, se veía muy guapo con su seño fruncido y ladeando el rostro como siempre, un poco despeinado por el viento y muy fuerte.

   Teiwas asintió, había visto muy pocas chicas lobo, pues sólo habían tres en su manada esa generación, y su propia madre era una de ellas, pero el chico lucía aún más delicado de lo que las mujeres parecían, maldijo en su mente por  haberle protegido toda su vida creando un vinculo bastante especial, por más que se esforzara en negarlo.

-Metete ya-pidió con el mismo rostro de molestia-No voy a esperar aquí toda la noche.

-Gracias-le robó un beso apenas y se metió rápidamente a la cueva.

   El hombre bufó llevándose los dedos a los labios y una pequeña sonrisa afloró, se sentía bien aceptado aunque fuese por alguien, pese a que ese alguien fuera un chico testarudo y también algo berrinchudo. Tomó su forma animal para ir caminando por la orilla reflejándose en el agua, no quería volver a su cueva, miró hacia arriba y vio aquella flor blanca asomándose por el relieve, aquella leyenda culpable de tantas cosas…

~°~°~°

 

   Kano despertó en la mañana con algo de pereza, aún hacía frío pero no como en la noche, a lo lejos se escuchaba ya a los cachorros chapotear en el agua como siempre, levantó un poco las cobijas con su pata y vio a Bastas, era una bolita negra cada vez más gorda, notó un pequeño circulo alargado color azul y de nuevo todo negro, cosa que le hizo reír.

-Ya vi que estás despierto-advirtió el lobo.

  Aquella bolita se rió y se hizo un poco más pequeña antes de estirar sus patitas sacando las garritas y bostezar mostrando los colmillitos y el rosa de su boca, se quedó ahí echado antes de abrir los ojos y fijarlos en la mirada del lobo y sonreír un poco.

-Hola-saludó desde la tibieza de las cobijas.

-Hola dormilón-sonrió al verle ya despierto-¿Cómo dormiste?

-Perfecto-restregó su carita con las patas-¿Y tú?

-También perfecto-dijo saliéndose para estirarse y sacudirse, le encantaba estar con el gatito-Ven-levantó la cobija con el hocico.

-Hace frío-se quejó en cuanto salió y se estremeció por el viento haciendo reír al otro-Es enserio-dijo frunciendo su entrecejo y se metió entre las patas del otro cubriéndose entre la cortina de pelo blanco.

-Sí, hace frío-dijo metiendo su cabeza entre las patas para ver al gatito-No voy a poder ir a ningún laso si te quedas ahí.

-No hay que ir a ningún lado-dijo resuelto riéndose un poco.

-Claro que sí hay que ir-devolvió la sonrisa y jaló una cobija para estirarla y recostar al gatito en ella, besó el vientre tibio y le envolvió con el hocico antes de cargarle.

.Me gusta tu idea-dijo riéndose al ver el piso moverse unos centímetros debajo de él mientras era cargado por Kano hacia el valle, le dejó en el piso y buscó su pequeña nariz para apenas darle un toque haciendo que el chico bajara las orejas-Kano-dijo apenado y feliz.

-Espera aquí, iré por el resto de las cosas-dijo echándose a correr colina arriba de nuevo.

   El gatito se quedó mirando el rastro del lobo, corría bastante rápido, pero sabía que el regreso con todas las cosas sería poco más que difícil,  se recostó en aquel suave pasto que le recibió cálido por el sol que ya se había encargado de derretir el hielo horas antes, estaba muy a gusto.

   Cerró los ojos un momento y dejo que el Sol le calentara un poco tanto las orejitas como el resto de la cara y cuerpo, era una sensación deliciosa cuando tenía frío, sintió algo cerca de su oreja que le hizo agitar un poco la oreja y una sombra le cubrió haciéndole abrir los ojos con molestia, pero se quedó petrificado al ver a un lobo que no conocía gruñendo encima de él con bastantes vibraciones en el pecho y los filosos y grandes colmillos amenazantes.

-¿Quién eres?-preguntó el inmenso animal con el pelaje erizado.

     Bastas sintió como si el alma de le fuese al suelo, intentó echarse a correr pero el otro era hábil, atrapó la cola haciéndole gritar, cayó al suelo intentando escapar aún, intentó arañar al otro pero era inútil, jugaba con él atrapándole la cola y luego soltándola como si fuese a dejarle ir.

-Te hice una pregunta pequeña rata-se quejó el lobo.

-Déjame-suplicó asustado-Por favor, déjame.

-¿Qué haces aquí?-preguntó más serio-Se te perdieron los gatos monteses ¿O qué?

Notas finales:

byeee 


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