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Todo el mundo tenemos una horma para nuestro zapato por arichan

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Notas del capitulo:

siento la espera, pero aquí comienza el final... la verdad no se quien morira todavía... ^_^ 

 

Desde pequeña había sabido lo que era ser pobre. En realidad era de familia pobre. No es que no tubieran para comer, pero tampoco se podían permitir lo que se permitía la gente normal. Su padre trabajaba duramente para poder comer al día siguiente, casi no podían pagar la casa en la que estaban. Pero ella siempre tubo un sueño. El sueño de salir de aquel lugar, de casarse con un chico que tuviera dinero, o porvenir. Alguien que la sacara de aquel asqueroso agujero en el que se encontraba inmersa desde que nació.



Era la mayor de dos hermanas, siempre tenía que compartir todo con su hermana pequeña. Pero no porque ella quisiera, si no por imposición de sus padres, era lo que ellos querían, a ella nunca la dejaban elegir, siempre era lo que ellos decían. Y lo peor de todo es que nunca la tenían en cuenta. Muchas veces pareciera como si no estuviera viviendo con ellos. Por eso siempre deseó salir de aquel lugar, ir lejos, donde conocería a un chico guapo y rico que se enamoraría de ella y se la llevaría a la gran ciudad, rodeada de todos los lujos que podiera imaginar.



Así conseguía dormir todas las noches, vislumbrando en su mente la realidad tan esperada. Pero para su suerte, la vida dio un giro, y la puso en el camino de un chico de ciudad, un chico que fue a pasar las vacaciones con su familia aquel lugar pequeñito. Sabía que no era la persona más rica, ni que fuera muy guapo. Pero tenía algo de dinero, y se le veía trabajador, y su padre siempre le había dicho que los mejores hombres son aquellos que trabajan que les gusta trabajar, porque así jamás les faltaría nada. Por eso se acercó al chico, cuando este se interesó en ella.



Con tan solo dos semanas lo engatusó, le enamoró hasta tal punto que el chico le pidió matrimonio delante de sus padres, quería casarse antes de volver a su ciudad, y así poder llevarla con él. Ésta última frase fue la que la convenció de casarse con ese hombre que no amaba. La de salir de aquel lugar. La de un futuro lejos de aquel pueblo, en el que solo iban turistas a divertirse. Salir del pueblo en el que estaba presa de su propia pobreza. La esperanza de una vida mejor.



Solo tardaron dos semanas en organizar todo rápidamente, desde la ciudad llegaron amigos y familiares de su novio, los cuales no la miraban con bueno ojos. Ellos pensaban que solo se casaba con él por su dinero. Si ellos supieran, era exactamente eso. Se casaba con él por su dinero. Por lo que podría ganar en el futuro. Y al parecer tenía mucho más de lo que ella pensaba en un principio. Y aquello le gustaba. Ahora si que tendría la vida que ella se merecía.



Fue una boda dulce, y una luna de miel muy ardiente. Se sabía deseada por aquel hombre, y eso le gustaba, pero por el momento se tendría que conformar, de momento. Hasta por lo menos tener bien atada toda la fortuna de aquel hombre, habiéndole dado un hijo. Si tenían un hijo nadie podría quitarle la fortuna que le pertenecía. Aunque a ella no le apetecía en lo más mínimo tener que cuidar a un renacuajo. Cambiarle los pañales, darle de comer, bañarle, cuidarlo. No eso no iba con ella, ella era una señora, ella tenía que tener a gente encargada de ello. Pero para su desgracia su marido no aceptó, el quería que ella cuidara a sus hijos. Si en plural porque aquel hombre quería más de uno.



Al cabo de unos pocos años de casarse tuvieron su primer retoño, una niña hermosa. Su padre la llamó Dami. La primera personita que le quitó la atención de su marido. Se sentía desplazada, y para colmó la engendró que había salido de ella no era buena para nada. Todas las amigas que tenía en aquel lugar tenían hijos con increíbles habilidades. Para su desgracia aquel bicho no hacía nada más que llorar, y llorar.



Pero la sorpresa que se llevó dos años después por casi la manda al hospital. Su "queridísimo marido" quería que tuvieran otro bicho de esos que lloran y se cagan encima. Ella no estaba dispuesta. Pero al final tubo que ceder. Todo por el dinero. Tubo que dejar de ver a sus amantes, por un tiempo, aquello no era definitivo, en cuanto tuviera al segundo engendro que quería su marido, volvería a sus amantes, aquellos que si que la trataban como la dama que era, y que la hacían la mujer más feliz y satisfecha del mundo.



Su segundo hijo nacido durante el año del dragón. Al cual su marido puso Ji Yong en comemoración a ese año. Además de que había sido un año muy productivo su marido había teníado mucha suerte en el negocio, y todo creía que gracias al pequeño que venía en camino. Mientras que ella solo deseaba que aquel bicho supiera hacer algo de provecho, el cual explotar hasta que no quedara nada más dentro de él.



Pero para desgracia del pequeño si que tenía un talento. Tenía buen oído musical, sabía seguir la música, era como si las notas fueran una prolongación de su mismo, como si se introdujeran dentro de él para hacerle moverse al ritmo de estas. Tardo poco tiempo en llevarle a castings y programas de variedades, e incluso le presnetó para participar en varios anuncios. Y para suerte de la madre le cogieron en todos y cada uno de ellos. Era dinero caido del cielo. Era invitaciones a casas de sus amigas, para que llevara a su hijo.



Después de un tiempo cuando el pequeño de sus hijos se puso algo revelde, y no quería seguir fabricando dinero contante y sonante para ella, volvió a retomar su vida de soltera, se veía con cuanto amante podía mantener sus caprichos. Le daba igual su marido, y su hija, con tal de que esos dos no se acercaran mucho a su fábrica de dinero, no le interesaba que pensara. Que quisiera estar con otras personas que no fuera ella.



Sin embargo, aun con todos sus planes, y sus cosas, su marido decidió por ella, se mudaron del barrio donde se sentía agusto. Del barrio donde estaban todos sus amantes, sus amigas, con las cuales presumía tanto de amantes como de hijo. Se marcharon lejos. Claro que, no sin antes amenazar al niñato que intentaba meterle ideas nuevas en la cabeza al bicho que tenía por hijo. Aunque este le juró y perjuró que jamás volvería a la pantalla.



Pero era tal el talento que no podía retenerle mucho tiempo, en unas vacaciones, a las que tubo que ir obligada por su marido, y en las cuales no pudo divertirse, su pequeño engendro se presentó, sin permiso de ninguno de ellos, a un concurso de bailes, el cual ganó por aplastamiento. No se tuvo que esforzar mucho para ganar a todos esos chicos mayores. Fue ahí donde ese hombre, el que seria su pesadilla desde el primer momento, le interceptó. Le convenció para que fuera aprendiz en su compañía de baile. Según ese hombre le haría muy famoso, sacaría todo el talento que tenía en su interior. Y hasta que no leyó el contrato, viendo que ella recebiría todos los veneficios de lo que hiciera su hijo mientras fuera menor de edad. Y sopesando toda la ingesta cantidad de dinero que seguro que haría, porque una cosa si que tenía que reconocerle, era bueno.



Demasiado bueno, tan bueno que tras poco tiempo de ingresar en aquel lugar, ya llegaba a casa hablando de que sería un gran artista, que cantaria en un grane scenario. Que tendría muchos fans. Que sería uno de los artistas más grandes de toda Korea. Sueños y más sueños. Que para suerte de su bolsillo se cumplieron, dando lugar a que le llegara dinero a caudales cuando ese engendro comenzó con el grupo. Aunque no le gustaba que ese Choi volviera a parecer en la vida de él.



Tan solo tenía que ver como haría para echarlo. Cosa que vio que era imposible al cabo del tiempo. Su hijo comenzaba a pensar por si mismo, a dejar de preguntarle todo, comenzó a cambiarse el peinado cada dos por tres. Y eso no era bueno. No porque no podía controlarlo a su antojo. En ese momento tenía que hacer algo. Y ese algo fue el no dejarle ni a sol ni a sombra, diciéndole siempre lo que ella pensaba.



Como que tenía que casarse con una chica de bien, bonita y con buenos modales, que le diera hijos. Aunque se consideraba demasiado joven para tener nietos, lo prefería a que ese desgraciado se le fuera de las manos. Tenía que separarlo del grupo. Cuando cumplió la mayoria de edad, el grifo abierto de dinero procedente de su hijo se cerro de golpe. Ya no recibiría nada. Pero sabía que su hijo era ahorrador, y tan pronto como conoció al abogado más famoso de toda Korea, no por su integridad, si no por truncar la carrera de varios famosos en plena cuspide, desde que conoció a ese hombre toda su vida cambió. Habían estado planeando la caída del gran GD.



Tantos años manipulando, y conspirando por detrás, tanto tiempo perdido, y dinero, pagar a todas esas personas que estaban cerca de su hijo para instruirle en unas ideas, para que le guiaran a donde ellos querían. Todo ello, para que cuando al final consiguieron su meta, vinieran los idiotas de los amigos del engendro a salvarle. Y para colmo su esposo se enfada con ella, le corta el grifo y le pide el divorcio. Todo ello cuando su hijo despertó del coma en el que había estado durante un mes a causa de su intento de suicidio. Que por culpa de Choi al final no lo hizo. Llegó justo a tiempo. Odiaba a ese joven. Si tenía que admitirlo era atractivo, pero era gay, y no estaba disponible, para engatusarlo y ponerlo de su lado.



Tras una semana de que su ahora ex marido le pidiera el divorcio, se entera de que su abogado, su amante, el hombre que realmente la hizo sentir como una mujer, ese hombre había sido asesinado en plena calle, por la asesina que querían contratar para matar al psicólogo y al médico de su engendro.



Pero gracias a que cambiaron de asesino pudieron por lo menos conseguir algo. Por lo menos consiguió quitarse del médio al estúpido del psicólogo. Murió, por dos disparos. Pero lo peor de todo fue que su primer engendro, la buena para nada también se encontraba en esa habitación, lo vio todo, pero salió herida, para su desgracia. Lo que más deseaba era que se hubiera muerto, que muriera para así ella poder hacer lo que quisiera. Pero no, al parecer las cosas nunca salían como ella quería. Ella sobrevivió, sobrevivió al disparo, seguía viva, aunque de salud delicada. La habían llamado del hospital para comunicarselo. En realidad, ni siquiera ellos la dejaban pasar, pero tenía que cercionarse de que esa pequeña molestia estuviera muerta, que para su desgracia no era así. Al final consiguió sobrevivir.



En la sala de espera se encontró con su ahora ex-marido, hablaron de que él no quería volverla a ver en la vida de su familia. Que los dejara en paz. Que le daría una casa, y le pagaría todas las semanas una cantidad de dinero para que dejara en paz a sus hijos. Que se arrepentía de no haber hecho caso a sus amigos y hemano, de enfadarse con ellos, de dejarles de hablar por su culpa. Pero ella no sentía remordiminetos de nada de eso. No los sentía porque todo lo que habían dicho anteriormente esas personas de ella era todo cierto. Todo era verdad, tan solo se casó por el dinero de su futuro esposo, y tubo hijos solo para complacerle a él, sólo para darle el gusto y que no se fuera con otra, y a ella la dejara sin dinero.



Pero eso era lo que exactamente ahora pasaba. Eso era lo que estaba pasando en ese instante. Pero a ella nadie la tiraba a un lado. Ella era mucho mejor que todo eso. Ella sería dueña y señora de todo. Y nadie podía decirle lo contrario. Ella haría desaparecer a esas tres personas que le habían arrebatado la felicidad. Y si a su paso también se llevaba por delante a la asquerosa asesina esa, la que se había llevado la vida de su fabuloso abogado, mucho mejor.



Pero tendría que entrar a aquella habitación que llevaba llave. En realidad aquello no era un problema para ella. Lo que era un problema, en realidad, era salvar todas las medidas de seguridad que el hospital había adquirido después del atentado contra uno de sus trabajadores.



Todo lo haría aquella noche, para su suerte a su segundo engendro le quedaban un par de noches, para su seguridad, en aquella habitación. Con suerte sino aquella noche, la siguiente entraría en aquella habitación y los mataría mientras duermen, a los tres. No sentirían nada, no se enterarían de lo que ha pasado, porque no despertarían jamás. Morirían durante el sueño a causa del veneno. A causa de un veneno que no se detectaba por ningún lado. Pero tenía que introducirse en aquella habitación. Podría ponerlo en la comida, pero alguien la podría ver, e incluso si la ayudaran luego podrían traicionarla, o algo peor, pedirle dinero. Y no estaba dispuesta a eso. Esa sería su último recurso. Primero intentaría hacerlo a su manera, entrando en aquella habitación sin ser vista.



Para suerte de ella, no habían cámaras de seguridad por ninguna parte, porque el hospital intentaba preserbar la privacidad de sus pacientes, la mayoría famosos, y gracias a ello, nadie podría decir que ella estaba en ese sitio. Tendría una coartada. La coartada perfecta.



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Dos días, dos días le quedaban en aquel hopital. Ya había hablado con su médico, le había dado indicaciones de lo que tenía que hacer para poder moverse con soltura otra vez. Para poder moverse como hacía antes de que todo eso pasara.



Recordando unas cuantas horas antes, cuando despertó, cuando se encontró en otra habitación que no era la suya, cuando encontró que su padre no estaba ahí, y que ahora compartiría habitación. Pero tampoco había señales de los chicos, nadie estaba con él. Tan solo veía a GaHo dormir en su camita encima del sofá, traía encima su mantita. Sonrió al verle. Era el mejor regalo que le habían hecho jamás.



Al cabo del tiempo la puerta de la habitación se abrió para dar paso a una camilla. En la cual reconoció en ella a su noona. Aquello si que era extraño, ¿qué había pasado para que estuviera así? ¿Y su padre? ¿Se encontraba bien? ¿Le había pasado algo?



Cuando intentó hablar los enfermeros que habían llevado a su hermana ya se habían retirado de la habitación. Y al parecer tendría que esperar a que su hermana se despertara para que le contara todo lo que había pasado. Porque como le pasara como a él, que todavía no recordaba lo ocurrido aquella semana después del concierto. Sabía lo que había pasado pero no lo recordaba. Era una laguna para él. Y al parecer sería lo mejor para su salud, que eso se mantuviera bien encerrado en su mente, que no supiera exactamente que era lo que le pasaba por la cabeza para suicidarse. Porque aunque los chicos dijeran intento de suicidio, él sabía perfectamente que si no hubiera ido en ese preciso momento TOP a salvarle, él estaría muerto. Y ellos llorando encima de una tumba.



Miró la cama de su noona, se la veía tan tranquila. Le veía el vendaje en el hombro. Veía la sangre seca por parte de su bata y piel. Al parecer había pasado algo grave. Pero solo esperaba a que su hermana se despertara y que su padre estuviera bien. Aunque tenía una buna sensación, y otra mala. Pero no sabía cual era cual. Eso no le gustaba. Ni eso, ni dormir sin su hyung, o alguien a su lado. Tan solo esperaba que alguien apareciera pronto por esa puerta para que le ayudara a dormir. Para que estuviera junto a él durante la noche. Y su hermana no contaba, porque ella estaba en aquella cama sin poder moverse, con la venda en el hombro, y durmiendo, seguro que a causa de la anestésia. 

Notas finales:

Espero que os haya gustado, y espero poder escribir algo más esta semana XD 


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