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Irrealidad por ItaDei_SasuNaru fan

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Notas del capitulo:

¡¡¡Hola, amantes del DouWata!!!

¿Saben? Aquí en mi país son las 03:30 de la tarde y es la primera vez que actualizo a una hora del día y no en la noche o la madrugada. Curioso...

Muy bien, primero las explicaciones: En primer lugar hay razones muy superiores a mí que me impulsan a escribir más rápido y por ende a actualizar más rápido. De ahí el porqué de no esperar el debido tiempo para continuar con la historia. En segundo lugar, no puedo hacer que paguen justos por pecadores. Hay unos cuantos que me escriben rr cada vez que pueden y una en especial que me escribe un rr por cada capítulo. Y hay otros de que a pesar de no escribirme rr, esperan con verdaderas ansias el siguiente capítulo, así que no puedo ser tan egoísta como para no poner la continuación.

A los que esperaron con sinceros nervios el capítulo... Se los dedico.

NOTAS:

  • A silver-MOON: Créeme que hice un esfuerzo descomunal por seguir tu idea acerca de Miku, sin embargo se me hacía muy complicada la cosa de seguir esa línea así que tuve que descartarla. Espero no te enojes.
  • A angeluz: Si me dejaste un rr la vez anterior lo harás esta vez, ¿verdad?
  • A Stig: Voy a ocupar tu regalo...

Disclaimer. Los personajes son propiedad exclusiva de las CLAMP. Menos uno. Sin embargo... los voy a tomar prestados un tiempo indefinido para satisfacer mis fantasías... [risa malvada]

Capítulo 6

 

 

─Kimihiro-kun, quiero que te sientes en las sillas de allá ─ordenó Miku señalando las sillas ya antes mencionadas.

─Pero… ─intentó replicar Watanuki, ya que también le inspiraba desconfianza el plan de la chica.

─Sin peros. Lo prometiste Kimihiro-kun ─dijo ella sin retroceder.

─Está bien ─concedió el aludido finalmente y fue a sentar dónde le pedían obteniendo una perfecta vista de lo que iba a suceder a continuación, sin olvidar el requisito de poder escuchar.

─Bien, pon tu mejor sonrisa ─dijo Miku una vez el menor se hubo sentado y se quedaron solos.

─¿Cómo? ─inquirió Doumeki.

─Lo que oíste, pon tu mejor sonrisa. Así… ─pronunció la fantasma al tiempo que componía en su rostro una deslumbrante sonrisa─. Vamos, inténtalo.

Y Doumeki lo intento…

Y lo intento…

Y lo intento…

Y lo intento…

Hasta que…

─Muy bien, basta ─dijo la chica ya cansada─. Primero relájate ─eso lo llevo a cabo el mayor sin problemas─. Bien, quiero que pienses en lo que más te hace feliz… ─Doumeki obedeció y casi de inmediato se instaló en el rostro del morocho una sonrisa ligera, pero al mismo tiempo tan seductora, enigmática y misteriosa al punto de dejar a Miku con las mejillas de un intenso plateado─. Así, exacto. Mantenla ahí ─felicitó la fantasma─. Ahora sígueme ─y Doumeki  la siguió.

<<¿Por qué estoy haciéndole caso?>> se preguntaron un confundido Watanuki y un irritado Doumeki.

Watanuki, en su privilegiado asiento, había presenciado toda la escena y también estaba sonrojado por la sonrisa que su novio llevaba. <<¿Pero qué demonios están pensando?>> no se puedo evitar preguntar el moreno. Al llegar al escritorio, vio que Miku se colocó justo detrás de Doumeki, apoyando su rostro en el hombro del chico y susurrándole cosas al oído que no logró escuchar.

─Buenos días ─dijo Doumeki con la voz más ronca de lo usual; incluso más suave se atrevería a decir Watanuki. El saludo obligó a la secretaria a levantar su rostro y…

─Buenos días… ─respondió la señorita una vez recuperada del impacto de ver tan única sonrisa, devolviéndosela con deleite y coquetería. La chica era atractiva y no debía de tener más de veintiún años. Watanuki se revolvió en su asiento─. ¿Qué deseas, guapo?

Miku seguía susurrando para Doumeki.

Watanuki enarcó una ceja con furia.

─Deseaba confirmar cierta información de un accidente ocurrido ayer ─prosiguió Doumeki entrecerrando los ojos e intensificando la mirada. Inclinándose, apoyó los codos en el muro, y colocó la barbilla en la palma de su mano.

─Dime a qué horas sucedió.

─Fue en el transcurso de la tarde. No podría decirle exactamente a qué horas. Calculando diría que fue… cerca de las tres de la tarde. Fue un choque ─seguía Doumeki con voz suave y serena. Watanuki logró percibir un ligero matiz de tristeza perfectamente mezclado en la conversación. Muy distinto al tono casi siempre monótono e incluso burlón que Watanuki estaba acostumbrado a escuchar─. La afectada fue una muchacha llamada Miku.

<<Un segundo… ¡¡¡¿ÉSTE ES EL GRAN PLAN?!!! ¡¡¡MIKU NO PUEDE ESTAR MÁS LOCA!!!>> reflexionaba Watanuki a gritos en su interior.

─¿Qué relación tenías con ella? ─Miku no paraba de mover los labios.

─Éramos compañeros en el instituto.

─Pues lo siento lindo, pero no podemos revelar información a menos que sean familiares directos ─dijo la secretaria.

<<¿Lindo?>> repitió Kimihiro en su mente mientras rechinaba los dientes.

─Yo comprendo, sin embargo ella era muy importante para mí… ─decía Doumeki abandonando la anterior sonrisa por una mirada de entera tristeza (que en opinión de todos los presentes lo hacía verse muy atractivo), pareciendo vulnerable y necesitado de un abrazo. Todos los movimientos le salían tan odiosamente natural que Watanuki simplemente no creía lo que veía. El pobre morenito tenía abierta la mandíbula a todo lo que daba. Miku casi saltaba de alegría sin dejar de susurrar.

─¿Era tu novia? ─preguntó con delicadeza la secretaria.

─No ─contestó el otro cerrando los ojos por un momento y suspirando con pesar.

─¿Ella te gustaba? ─la pregunta dejó a Doumeki estupefacto y a Miku sin habla. A Doumeki, porque no quería decir algo que lo iba a dejar sin comida por un mes. Miku, porque sentía ira de la más pura dirigida a la zona en la que ellos se encontraban y no quería hacer enojar más a Watanuki. Ninguno sabía qué hacer. Sin embargo, la secretaria interpretó el gesto de sorpresa del muchacho como habiendo descubierto su secreto. Así que creyendo haber averiguado el sentimiento que había impulsado al joven a venir, levantó una de sus manos y sujetó la de Doumeki diciendo─. Lamento tú pérdida… ¿La querías mucho? ─El joven Shizuka se limitó a asentir; sonriendo nuevamente, simulando agradecer el gesto de apoyo, y apretando la mano que lo sujetaba. Miku aligeró la tensión que acaba acumular y comenzó a susurrar de regreso al oído del chico.

<<¡¡¡Y una mierda!!! ¡¡¡Ése de ahí, no es Doumeki!!! ¡¡¡¿Y por qué se deja tocar con tanta confianza?!!! ¡¡¡Voy a matarlo!!!>> aullaba Watanuki en sus adentros, apretando los puños.

─No te preocupes, ni que fuera a decírselo a alguien ─dijo la señorita con suavidad, retirando su mano de la de Doumeki─. ¿Qué quieres saber?

─Me gustaría saber dónde vivía. Nunca tuve la oportunidad de ir a su casa y quiero ir a presentar mis respetos y condolencias.

─Comprendo… ─y empezó a teclear en la computadora─. Era Daishi Miku-san, 18 años, murió en un accidente automovilístico. Conducía un Honda verde esmeralda. El accidente sucedió a las tres de la tarde, más o menos… ¿cierto?

─Exacto, es ella ─dijo Doumeki con aplomo.

─Muy bien… ─siguió tecleando hasta que dio con más información  y dijo─ Los procesos legales ya terminaron. Los padres llamaron diciendo vendrían a traer el cuerpo hoy a las… ─se acercó al monitor y leyó más detenidamente─ cuatro en punto de la tarde.

─Entonces el funeral empezará hoy mismo ─dijo Doumeki para sí.

─Probablemente… ¿Algo más?

─¿Llevaba algo de valor con ella? ¿Algún paquete o alguna carta?

─No ─respondió con firmeza la secretaria confirmando en la computadora─. ¿Alguna otra cosa?

─La dirección, por favor ─dijo el morocho volviendo a su tono afable.

─Claro ─tecleó unas veces más y de la impresora salió una página con unos cuantos renglones al principio─. Aquí está la dirección.

─Muchísimas gracias ─dijo el chico tomando la hoja, doblándola cuidadosamente y guardándola en el bolsillo. Watanuki estaba al borde del infarto. Apostaría lo que sea a que ésa era la primera vez que Doumeki decía esas palabras, y lo que era todavía más terrible: ¡Estaba sonriendo justo como lo hacía Haruka-san! Con amabilidad y ternura. Ahora entendía el parecido. Pero eso no iba a salvar a Doumeki de la que le esperaba…

─De nada, y recuerda que las personas que queremos nunca nos abandonan del todo… ─dijo la secretaria por último y con muchos buenos deseos, tanto así que a Watanuki no le molestó que le sonriera a su Doumeki, hasta que…─ Y puedes volver cuando gustes. Salgo a las siete…

<<¡Hasta aquí!>> pensó Doumeki, a punto mandar al carajo toda su actuación.

─Gracias por todo y pase buenas tardes ─cortó el morocho con toda la paciencia y amabilidad de la que fue capaz; retirándose lo más rápido posible sin parecer que corría. Una vez lo suficientemente alejados, Miku susurró:

─No sabía que eras tan buen actor, Shizuka-kun.

─Ni yo tampoco ─respondió el aludido en otro susurro, sin apenas mover los labios. La fantasma le hizo señas a Watanuki de que los siguiera; y éste ni lento, ni perezoso los siguió a toda prisa.

 

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Una vez fuera de la comisaría y fuera del alcance de la secretaria (de la “zorra ofrecida”, si le preguntan a Watanuki) se detuvieron a observar la dirección que les habían proporcionado. Se detuvieron cerca de un parque, donde ya había poca gente. Se alejaron a un extremo del establecimiento público, donde se contemplaba el linde de un bosque.

─No puedo creer que funcionara… ─gruñó Watanuki.

─¡Bien! ¡Ya tenemos algo! ─exclamó Miku victoriosa.

─Sí.

─No digas “Sí” tan tranquilo, maldito bastardo… ─dijo el más bajo temblando de furia.

─Kimihiro-kun… ─pero Watanuki no estaba de humor. Había sentido por primera vez la inquietud de los celos y le había dejado un sabor muy amargo como para permanecer tranquilo. Sujetó a Doumeki del cuello de la camiseta, sin que el agredido pusiera resistencia alguna. Al momento de tenerlo sujeto lo último que quería era hablar: lo que quería era asestarle un buen derechazo. Levantó el puño decidido a dejarle un morado. Doumeki cerró los ojos, esperando un golpe que nunca llegó.

─¡¿Y por qué no te defiendes?! ─gritó el menor al borde de la histeria, con el puño en alto.

─Porque parece que necesitas descargarte ─contestó el mayor con sencillez, abriendo los ojos y sin hacer ni el amago de zafarse.

─¡Eres un idiota! ─volvió a gritar Watanuki soltándolo de un empujón y mirándolo con rabia.

─Kimihiro-kun… por favor basta… ─suplicó Miku con la voz quebrada─. Yo… yo le pedí a Shizuka-kun que hiciera todo lo que hizo… ¿Recuerdas?

─¡Eso ya lo sé! ¡Lo que no entiendo es…! ¡¿Cómo es posible que le sonrieras a esa mujerzuela cualquiera con tanta facilidad?! ¡¿Cómo demonios fuiste tan amable con ella?! ─Miku estaba a punto de colapsar. Doumeki hizo el intento de querer acercarse a él extendiendo sus brazos pero Kimihiro no lo permitió─. ¡No me toques, Doumeki Shizuka! ─<<Me llama así cada vez que está de verdad enojado>> pensó Doumeki avanzando unos pasos, haciendo al otro retroceder─. ¡No te me acerques, no me toques, no me hables y no me mires!

─¿En serio quieres que me aleje de ti? ─dijo el más alto, cruzando con parsimonia los brazos.

─¡No! ¡Sólo quiero que te quedes ahí! ─y mágicamente Doumeki se detuvo─. Ahora responde… ¿Por qué todas las veces que te pedí que me dieras las gracias, no lo hiciste? ¿Por qué…? ─Watanuki se maldijo porque la voz le empezó a fallar. Volvió a intentarlo─. ¿Por qué a mí nunca no me sonríes así? ─Más tarde Watanuki iba golpearse la cabeza contra una pared por estar diciendo esas cosas tan “cursis”, sin embargo, en ese instante estaba demasiado furioso como para controlar lo que salía de sus labios.

─De verdad que eres tonto… ─Watanuki iba a replicar con un grito, pero el otro continuó hablando así que decidió oírlo─. Creía que era obvio pero… Hice lo que hice porque Miku me lo pidió. Después de todo, estamos ayudando a Miku, y estoy ayudando a Miku porque me pediste ayuda. Si por mí fuera, no estuviera haciendo nada de esto. Después de todo no es algo que realmente me incumba ─dijo Doumeki con lentitud para que sus palabras fueran enfriando poco a poco el volcánico humor de su novio─. Pero tú pareces muy preocupado por ayudarla y yo por ti hago lo que sea. Hasta dejar de ser yo… ─declaró sin abandonar en ningún instante la serenidad que lo caracterizaba.

Si había algo que Watanuki admiraba de manera sincera de Doumeki era la capacidad de decir las cosas de frente.

─No digas cosas tan vergonzosas… ─dijo Watanuki más calmado y mucho más nervioso. <<Soy patético…>> se reprendió a sí mismo. El mayor aprovechó el estado de “debilidad” en el que se encontraba el moreno y lo jaló por un brazo hasta hacerlo estrellarse contra su cuerpo.

─Tú preguntaste ─objetó con simpleza.

─Sí, pero no tenías que decirlo así…

─¿Así cómo?

─Así tan… ¡Ya cállate! ─volvió a gritar el menor, pero sin ira.

─Deberías de ponerte celoso más seguido. Te ves muy coqueto… ─el pobre rostro del ojos azules descubrió una nueva tonalidad de rojo. <<Además, ¿En quién crees que pensaba para poder sonreír?>> pensó Doumeki con una sonrisa interna, pero que de alguna manera inexplicable el menor logró discernir en sus ojos. Watanuki se arrepintió de corazón de haber montado la escena que armó. Claro que eso no le impidió gritar:

─¡Te dije que te callaras! ¡Has hablado más de lo que hablas en una semana!

─No, tú cállate ─y Doumeki mató toda replica que podía llegar a surgir atacando los labios de Watanuki. Y ni modo, el otro tuvo que aceptar la derrota y se dejó llevar por la demandante caricia. Nuevamente, ni siquiera repararon en la pobre Miku…

<<Me hicieron preocuparme éste par de cabezas huecas. Pero está comprobado de que son el uno para el otro>> pensó Miku sonriente mientras les dejaba el tiempo justo para “reconciliarse”. Tenían que ir a la que una vez fue su casa.

 

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Caminaron tomados de las manos todo el camino hasta la casa de Miku. Cabe recalcar que no fue un recorrido corto. Quedaba exactamente en dirección opuesta a la comisaría, a un par de kilómetros. Ubicada en un barrio un poco alejado del centro de la ciudad y el bullicio.

─Aquí es ─dijo Watanuki cuando finalmente llegaron y comprobando la dirección─. Miku, por curiosidad… ¿Recuerdas este lugar?

─No… No lo recuerdo. Pero tal parece que vivía aquí… ─dijo quedito la muchacha con tristeza─. ¿Y qué casa, no? ─preguntó más animada observando con detenimiento la fachada de la vivienda. Era una casa conservadora, pintada de un apacible color salmón; con el techo, las puertas y las orillas de las ventanas pintadas de blanco. No tenía el antiguo estilo arquitectónico japonés, pero era sencilla. Tenía dos pisos y una extensión de aproximadamente veinticinco metros cúbicos. Con un ciruelo blanco lateral a la casa, y un muro de dos metros circundando la misma.

─Entremos ─dijo Doumeki.

─¿Por dónde? ─preguntó Watanuki─. ¿O acaso pretendes llegar y tocar la puerta?

─No ─Doumeki tomó actitud analítica─. Cuando  salí del templo con Miku y te encontré era la una y media de la tarde. En lo que tardamos en llegar a la comisaría, planear y actuar transcurrió por lo menos otra hora y un poco más. Digamos que faltaba un cuarto para las tres. La pausa en el parque nos llevó por lo menos otros treinta minutos, como máximo. Y el trayecto hasta aquí debió de ser de otros treinta minutos. Lo que nos ubica en un aproximado de quince minutos para las cuatro o las cuatro en punto… ─dijo Doumeki finalmente contemplando el sol─. Estarán a punto de salir.

─Qué buen sentido de la hora y la orientación, Shizuka-kun ─dijo Miku con admiración honesta.

Y como si las circunstancias fueran incapaces de desmentir al mayor, un auto de color blanco salió de la casa a través del portón principal. El conductor se bajó a cerrar el portón y volvió a su sitio para continuar la marcha; que contra toda posibilidad, los llevaba hacia el lugar en el cual unas horas antes ellos habían estado.

─¡Eso! ¡Entremos! ─dijo la chica contenta y atravesando la pared como si nada.

─ A veces siento envidia por ella… ─dijo Watanuki caminando junto a su novio hacia el muro que tenían que atravesar para irrumpir en el hogar recién abandonado.

Notas finales:

Se que más de alguno se quedó con una gran cara de"¡¡¡¿WTF?!!!" al ver cuál era el GRAN plan. Así que me disculpan la incoherencia pero fue así como mi mentecilla lo maquinó.

Me imagino que más de uno se decepcionó de la historia y no la piensa seguir leyendo... pues dejenme decirles que las cosas se empiezan a poner interesantes a partir de aquí.

Y ya que no puedo amenazarlos con atrasar la continuación, pido humildemente un rr para esta pobre escritora. Reitero: Me harían muy, pero muy feliz. Creánme, no les va a costar ningún esfuerzo y yo contestaré con alegría sus dudas y pensamientos.

En fin... ¡¡¡Nos leemos!!!


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