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Irrealidad por ItaDei_SasuNaru fan

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Notas del capitulo:

¡¡¡Hola mis amadísimos lectores, amantes del DouWata!!! Aquí me tienen, dejando un nuevo capítulo.

No tienen ni idea de la odisea que he pasado. ¿Pueden creer que el Microsoft Office instalado en la computadora de mi mamá era de prueba? Me tocó ir a la tienda y comprar una libreta para ir escribiendo el capítulo. Hoy estoy en un cíber-café subiendo la continuación. Mañana regreso a la ciudad y a mi casita, a mi cama y sobretodo a mi computadora... ¡¡¡YEAH!!!

Pero mejor no les cuento mis tonteras porque ustedes han estado esperando el capítulo.

Espero que hayan pasado un excelente 2011, unas divertidas fiestas y arrancamos el 2012 con este capítulo.

A los que aman un Seme Celoso, les decido este capítulo.

 

Disclaimer: Los personaje son propiedad de las CLAMP. Menos uno...

Pero eso a nadie le importa. Aquí lo que importa es que los tengo en mi poder para satisfacer un poco mis y sus fantasías yaoistas.

¡Disfruten!

Capítulo 8

 

 

<<¿Qué le hice para que me mire así?>> pensaba asustada y un poco aturdida la dulce peliazul, sin abandonar el refugio que su compañera pelirroja le prodigaba. Apenas habían transcurrido unos escasos segundos desde la aparición de las chicas pero la atmósfera que se estaba creando (debido a Doumeki, más que todo) era tan increíblemente pesada que parecía que el tiempo había detenido su marcha por primera vez. Ni uno de los presentes había abandonado su posición y el morocho no había cambiado ni su posición ni su actitud en ningún instante.

─Parece que no nos han presentado. Estos chicos son muy maleducados, pero discúlpenlos. Andan perdidos en otras cosas justo ahorita y creo que es debido a mí… Me están ayudando muy gentilmente con algo. Soy Daishi Miku, ya habrán notado que no estoy completamente viva ni completamente muerta y déjenme decirles que estoy encantada de conocerlas, guapas ─enunció Miku de un jalón y con una sonrisa abrumadora. Por lo menos logró que ambas hadas despegaran la vista del más alto de los chicos para dirigirla hacia Miku y corresponder el saludo.

─Mucho gusto ─respondió Ame Warashi con el siempre fiel matiz de arrogancia qua acompañaba sus palabras─. Yo soy una Ame Warashi y ella es una Zashiki Warashi.

─Mucho gusto… ─saludó quedito la más pequeña.

─¡No puedo creerlo! ¡Qué genial! ¡En mi vida creí que conocería una Ame y Zashiki Warashi!

─Eres un… fantasma ─se aventuró a afirmar Zashiki.

─Algo así, me imagino que ésa es la mejor definición ─confirmó Miku aligerando el ambiente para alivio de las chicas. Sin embargo, con los dos chicos…

 

─¿Y ahora que mierdas te sucede? ─exigió saber Watanuki. Doumeki movió su rostro hasta posar su mirada en la de Watanuki, sin dignarse a dar una respuesta─. ¿No me piensas dar una respuesta? ─nula contestación─. ¡Doumeki! ─insistió Watanuki ya preocupado por la actitud de su amado─. Explícame, creo poder entender…

Al ver la súplica, la intriga y un poco de desesperación plasmada en los ojos del moreno, el mayor se limitó a decir:

─¿Se lo dices tú o se lo digo yo?

─¿Eh? ─articuló el otro plenamente confundido.

─Repito: ¿Se lo dices tú o se lo digo yo?

─¿El qué?

─Que tú eres mío y que no tiene derecho a verte.

─¡¿Cómo?! ¡¿A quién?!

─A la Zashiki Warashi.

─¡¿Por qué?!

─Eres un auténtico capullo…

─¡¿A qué viene el insulto, maldito tarado?!

─Perdiste la oportunidad…

Cualquier otra palabra que hubiese querido salir de la boca de Watanuki fue obstruida por los dominantes labios de Doumeki. El mayor tomó la boca de su amado con goce, con propiedad y con conocimiento. Era un beso abusador, lleno de arrebato y determinación. Posesivo, casi furioso. Enérgico, casi asfixiante; obligando al moreno a sujetarse de los brazos que apresaban su cintura. Watanuki lo sentía como una demostración en la que le recordaban a quien pertenecía. Era una caricia tan profunda y a la vez tan desenfrenada que el pobre ojiazul sintió temblar sus piernas dejándole a total merced de Doumeki.

Tan inmersos estaban en lo suyo que no se percataron (otra vez) del mundo real a su alrededor. De hecho, tampoco las chicas; hasta que la peliazul, en su deseo de ver a Watanuki, se movió de su escondite y profirió un grito ahogado al contemplar tan romántico espectáculo, terminando las tres viendo la escena.

─¡Kyaaa! ─dijo Miku con un gritito alegre acercándose a sus compañeros. No se cansaba de presenciar esos momentos.

─Los humanos son tan extraños… ─enunció Ame Warashi con un rostro y un tono de voz que aparentaba ser indiferente, pero con una sonrisa que delataba lo tierna que encontraba la escena.

La Zashiki Warashi era otra historia. La pobrecita ni siquiera podía parpadear.

En algún momento al aire se les tenía que acabar obligando a los jóvenes a separarse. <<¿Cómo demonios aprendió a besar así?>> fue todo lo que Watanuki atinó a pensar tratando de regularizar la respiración y el latir de su corazón. Doumeki estaba en las mismas, sin embargo logró su cometido más rápido.

De repente el sentido común del menor se activó y se acordó de que las hadas y el fantasmita seguían allí.

Con ellos.

Observándolos.

Se zafó de los brazos que lo sujetaban y abrió la boca para replicar a los tres tipos distintos de miradas dirigidas hacia la pareja, cuando sintió cómo una mano de piel canela tapaba su boca y un brazo se enrollaba en su cuerpo.

─No te acerques a Watanuki. Él es mío… ─declaró Doumeki con voz grave, hablando única y exclusivamente para el hada peliazul.

Las chicas y Watanuki se quedaron estáticos al escuchar el tono sencillamente macabro de la oración recién pronunciada.

Zashiki Warashi abrió los ojos con estupefacción y se quedó boquiabierta. <<¡Malo! ¡Esto es muy malo para ella!>> pensó la pelirroja.

─¡Nos volveremos a ver, Kimihiro Watanuki! ─exclamó Ame Warashi, acunando a su amiga con los brazos y desapareciendo en una explosión de burbujas.

Hubo un buen rato de silencio hasta que…

─Wow… ─dijo Miku sorprendida─. ¡Qué buen método de transporte!

─Siempre tan relajada… ─dijo Watanuki que ni siquiera se había dado cuenta de que ya no se encontraba “apresado”. Cuando al fin se percató, incluso se tocó la cara y el cuerpo con las manos visiblemente extrañado de que su amado lo hubiera soltado. Giró buscándolo con la mirada y lo encontró detrás de él con la mirada perdida en algún punto del suelo, con el rostro inexpresivo (ósea, el de siempre), con el cuerpo relajado y una de sus manos aún sujetando el sobre recientemente estrujado.

<<Ya parece nuevamente Doumeki>> pensó Watanuki recordando como se había comportado el susodicho hace tan sólo unos minutos. Sin embargo, Watanuki también tenía un lado travieso y decidió molestar a su novio un poco. Después de todo, se lo debía por el desplante que había hecho. Se acercó a él lentamente para no perturbar su calma, y antes de que se diera cuenta ya lo tenía enfrente. En un fugaz movimiento, Watanuki se paró de puntillas y besó a Doumeki para la sorpresa del mayor que en ningún momento lo vio venir.

─Tú también deberías de ponerte celoso más seguido. Te ves… sexy… ─dijo Watanuki en un ronroneo al momento de separarse, que dejó a Doumeki sin poder reaccionar. El moreno le dio un último “piquito” al morocho y lo tomó de la mano para hacerlo caminar, ya que parecía que Doumeki aún no salía del trance. Miku ya iba delante de ellos encabezando la marcha.

 

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─Que pequeño es tu apartamento, Kimihiro-kun.

─¡No tengo lo suficiente como para pagarme un hotel! ¡No como el desgraciado éste, que sólo en su baño cabría toda mi casa!

─No lo decía con mala intención. En realidad, es muy acogedor… ─aclaró avanzando con toda la tranquilidad del mundo en el pequeño apartamento.

─Y tú necesitas cambiarte, ven aquí… ─dijo Watanuki que en todo lo que quedó del trayecto había sujetado la mano de Doumeki. Lo guío hasta la cómoda en la que guardaba ropa limpia, y lo soltó para buscar algo para que ambos se vistieran, debido a que los dos aún tenían las ropas lo suficientemente húmedas como para que fuesen molestas─. Puede que te queden algo cortas, pero no te incomodaran. Y no es bueno que te quedes con las ropas mojadas… ─dijo Watanuki agachado en el suelo sacando dos conjuntos de vestir que el moreno utilizaba cuando tenía que ir a dormir.

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Doumeki había colocado el sobre a un lado de su cuerpo ya que pensaba leer su contenido cuando no hubiera nadie para interrumpirlo. Vio cómo Watanuki le ofrecía un improvisado pijama y lo tomó pensando en que le quedaría un poco corto ya que eran varios centímetros en la diferencia de alturas, sin embargo taparía lo necesario. Se había sacado la camisa ya que era la prenda que más lo molestaba y no quería pescar un resfriado por unas insignificantes gotas de lluvia.

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Watanuki apartó el pijama correspondiente para retirarse del cuarto. Cerró el mueble, agarró la ropa contra su pecho y cuando se dio la vuelta se le cayó de las manos mientras su boca se abría lentamente. El muy desgraciado se había comenzado a desvestir sin esperar a que Watanuki saliera del cuarto. En ese maravilloso instante, el menor contemplaba a Doumeki desnudo de cintura para arriba. No era un cuerpo fornido, pero era masculino y esbelto. Tenía el pecho lampiño, con cada músculo no resaltado sino más bien definido, los brazos largos y fuertes (esos mismos brazos que le encantaba que lo abrazaran) y su trigueña espalda… ¡Oh Dios! ¡Esa espalda era pecado!

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El morocho desdoblaba pausadamente la camiseta limpia cuando sintió una mirada recorrerlo, queriendo devorarlo. Sólo sentía ese tipo de mirada en el instituto, cuando alguna loca fanática iba a verlo justo después del entreno. Al terminar sentía tanto calor, que solía mojar un pañuelo y pasárselo por el cuello y el pecho para refrescarse. No tenía la menor idea de que podía tener de especial ese gesto, sin embargo se percataba de que había (como mínimo) unas diez chicas mirándolo sin parpadear. No obstante, en la habitación sólo se encontraban él y Watanuki. <<¿Puede ser que…?>> pensó Doumeki con curiosidad. Bueno, valía la pena intentarlo. Giró para ponerse de espaldas a su novio y sintió a la perfección como la mirada incrementaba su intensidad.

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Watanuki bruscamente cayó en la cuenta de su embobamiento y que inconscientemente se estaba relamiendo los labios. En su nerviosismo sólo atinó a gritar:

─¡¡¡¡¡ESPERA A QUE SALGA, MALDITO DESVERGONZADO!!!!! ─y salió del cuarto hecho un bólido.

Estando a solas, Doumeki sonrió jactancioso. Al fin y al cabo, Watanuki no se decepcionó de lo que vio.

 

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Watanuki llegó a la cocina abanicándose con una mano por el calor que lo atacaba en esos momentos.

─¿Qué vas a cocinar, Kimihiro-kun? ─preguntó Miku entrando a la cocina detrás de Watanuki.

─¿Cómo? ─preguntó el chico medio atontado.

─¿Qué vas a hacer de cena?

─Ah… Sopa de miso… creo que tengo los ingredientes suficientes ─respondió un poco ausente el moreno mientras buscaba los ingredientes en el refrigerador y sacaba su mini-cocina.

─¡Qué lástima no poder probar tu comida! Doumeki ha de ser muy dichoso al ser tú el que le da de comer…

─¿Por qué lo dices Miku? ─dijo Watanuki tratando de seguir la conversación.

─Porque degusta comidas deliciosas y porque le da de comer la persona que ama.

─¿Tú crees? ─preguntó el ojos azules mientras manejaba los ingredientes con maestría.

─¡Claro! Lo digo muy en serio. A propósito… ¿Qué lo dejaste haciendo?

─Le di ropa limpia para que se cambiase y pudiera dormir tranquilo. Es extraño… después de que Ame y Zashiki Warashi se fueran ha estado muy callado. Me refiero a más callado de lo normal, por supuesto. Es casi un milagro que no se haya acercado a la cocina para ver lo que estoy cocinando… ¡Algo malo le pasa! ─saltó Watanuki de repente deteniendo todo movimiento y asustando a Miku.

─¿A qué te refieres?

─¡No me ha dicho que quiere de cena, ni ha venido a la cocina para ver que se va a zampar!

─Kimihiro-kun ─dijo Miku riéndose─, ¿Cómo te puedes alterar por eso?

─¡Tú no conoces a ese maldito “pozo-sin-fondo” como yo!

─Eso ni siquiera lo dudo, pero probablemente esté ocupado.

─¿Haciendo qué? ─inquirió el moreno retomando lo que hacía y frunciendo ligeramente el ceño.

─No lo sé… ─trató de objetar la chica ya que no imaginaba qué podía decir para desviar la atención del cocinero. Ella no quería que el chico se diese cuenta de que ahorita Doumeki posiblemente estuviese leyendo el sobre que ella le dio─. Tal vez esté descansando, tal vez tenga sueño o tal vez no tenga hambre…

─Imposible.

─Entonces… tal vez esté avergonzado ─fue lo mejor que se le ocurrió.

─¿Perdón? ¿Dijiste “avergonzado”? ─repitió Watanuki completamente divertido.

─Sí ─aseguró Miku extrañada por la incrédula sonrisa del chico.

─¿Me vas a decir… que de verdad crees… que ese tipo con cara de estatua sufre de vergüenza?

─¿Y cómo no, Kimihiro-kun? ¡Es humano! Es muy posible que sienta pena por la escena de celos que hizo allá en la calle.

─Pues no te lo creo. Además… Exagera.

─Puede ser. Sin embargo, se nota que te ama y lo expresa de la mejor manera que puede ─Dijo Miku con corazoncitos en los ojos─. Pero sobretodo… A ti te encantó verlo celoso ─susurró sólo para que escuchase Watanuki.

Kimihiro-kun sólo atinó a sonrojarse sin contradecirla, mientras Miku sonreía satisfecha.

─Ve a decirle a Doumeki que la cena está lista, por favor.

─¿Ya estuvo? ¡Qué rapidez!

─Gracias ─respondió el ojos-azules con suavidad sin que el color rojo desapareciese de su rostro.

─Ya te lo llamo ─dijo Miku atravesando la cocina para avisarle al susodicho.

Cuando el mayor se presentó en la cocina, al menor se le vino la imagen a la mente de su novio sin camisa, causando que el rojo de su rostro aumentara de nivel. Sin embargo Doumeki no pareció darse cuenta, o si se dio cuenta no dijo nada al respecto. Pero como venía solo, Watanuki no pudo evitar preguntar:

─¿Dónde está Miku?

─Se quedó en tu cuarto.

─¿Haciendo qué?

─No lo sé. Sólo dijo que quería estar sola.

─Entiendo.

Y sin decir una palabra más empezaron a comer. Watanuki no podía evitar reflexionar en las palabras dichas en la corta conversación que sostuvo con la fantasma. Doumeki de verdad estaba extraño, parecía… pensativo. Era muy curioso verlo de esa manera. Era incluso divertido. Pero no podía para de darle vueltas al asunto: ¿Doumeki de verdad sentía pena? La idea no se le hacía para nada verosímil, pero no quedaba descartada como posibilidad. ¿Era quizás por el beso que le robó? Porque sabía que lo había sorprendido con ese gesto, pero no creía que fuese para tanto. Sin que nadie se percatara realmente de ello, ya habían terminado de comer y movido por un impulso, Watanuki preguntó:

─¿Te… gustó la cena? ─sólo recibió un asentimiento como respuesta. Doumeki levantó sus platos y los dejó en fregadero diciendo:

─¿Quieres que lave los platos o preparo el futón?

Hoy sí…

Watanuki estaba al borde del desmayo.

¿Doumeki… servicial?

Eso era más de lo que su corazón podía aguantar…

Eran demasiadas sorpresas para un día…

Tanto era el sincero asombro del menor que se acercó al mayor y elevó las manos hasta tocar las mejillas de su amado. Tocó desde la frente hasta los labios bajo la atenta mirada del más alto.

─Pues no tienes fiebre… ─concluyó Watanuki después de su examen retirando las manos.

─¿Por qué compruebas si tengo fiebre? ─preguntó Doumeki monocorde.

─Porque estás raro.

─Aún no contestas…

─¿Eh?

─Lento…

─¡¿Y por qué carajos siempre tienes que salir con un insulto?! ¡Es que no te entiendo y lo peor es que me sacas de quicio!

─Cállate…

─¡Y todavía te atreves a decirme que me calle! ¡Eres un…!

Doumeki adoraba poder besarlo para hacerlo callar. Aquí entre nos, era una de sus mejores ideas. Era como un bono extra y podía hacerlo cada vez que quisiera.

─Entonces yo arreglo el futón ─dijo el morocho al separarse. Y se fue al cuarto dejando a un Watanuki anonadado lavando los platos.

 

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Doumeki entró al cuarto para arreglar el futón como el mismo había acordado. Vio a Miku posada en el pequeño balcón, observando a la luna, meditando. Decidió no interrumpirla y realizó su tarea en silencio. Sin embargo, a pesar de todo su sigilo, la fantasma sin voltear a verlo, preguntó desde donde estaba:

─¿Hasta dónde avanzaste?

<<Supongo que se refiere al sobre…>>

─Ya llegué a las últimas tres páginas.

─Posees lectura rápida, Shizuka-kun ─Doumeki no respondió al elogio─. ¿Te sirvió de algo?

─De mucho. Gracias ─dijo escueto pero con gratitud honesta.

─Fue un placer. ¡Más te vale dejarlo feliz y contento!

─Lo haré ─aseguró el mayor completamente serio.

─¡Así me gusta! Ahora vete a dormir que mañana tendremos un día igual de ajetreado que ahora.

─Hmp… ─recibió Miku por toda respuesta, el sonido de Doumeki apagando la luz del cuarto y luego el frufrú de las sábanas. La chica cerró lentamente los ojos y se quedó dormida.

El morocho escuchó como Watanuki guardaba los últimos utensilios de cocina y caminaba hasta la habitación. No se detuvo hasta llegar al balcón y volvió después de unos segundos. Observó en la penumbra, como Watanuki se acomodaba justo a su lado. De repente escuchó:

─Se quedó dormida en el balcón ¿Crees que le pase algo?

─No lo creo. Pero si algo pasa nos daremos cuenta.

─¿Cómo lo sabes?

─Porque ambos somos capaces de verla y sentirla.

─Espero que tengas razón porque me preocupa.

Doumeki rodó los ojos.

─No va a salir volando, si es lo que piensas.

─¡Ya lo sé, idiota! ¿Pero y si aparece un espíritu?

─No va a aparecer ninguno, porque yo estoy cerca de ustedes.

─¡¿Y qué acaso tienes un radio de alcance?!

─Tal vez…

─¡¿Cómo que “tal vez”?!

─No grites porque la vas a despertar. Tranquilízate y duérmete.

─¡No puedo! ─<<¡Carajo!>> pensó el mayor─. ¡A pesar de que estoy cansado no puedo!

─¿Todavía tienes energías?

─¿Por qué preguntas?

─Porque si de verdad quieres, podemos… ─sugirió Doumeki, al tiempo que medio se levantaba colocando las manos a cada lado de la cabeza de Watanuki, y las rodillas a cada lado de su cadera. <<Tal vez así se tranquiliza. Además me las debe…>> pensó un poco vengativo el más alto. El menor se coloreó del blanco de papel para estallar, un segundo después, en un furioso sonrojo. <<Adoro verlo así…>> caviló internamente embelesado el mayor.

─¡N-n-n-n-n-n-no! ¡Debes estar exhausto! ─replicó Watanuki cual tartamudo─. Vamos, duerme tranquilo. Ya me callo… ─siguió hablando mientras recostaba a Doumeki lentamente en su sitio inicial.

<<Tiene miedo>> reflexionó el morocho analizando los ojos, la voz y los movimientos de su amado en lo que se dejaba acostar. El moreno seguía parloteando y hablando sin sentido. Así que dejó de escucharlo y se perdió en sus propios pensamientos: <<Sí, estoy seguro de que tiene miedo ¿Pero de qué? Se ve nervioso… ¿Pero por qué? Aunque debo suponer que su actitud es normal; considerando que es su primera vez…>>

Y el cerebro de Doumeki dejó de funcionar en ese instante.

<<Su primera vez…>> repitió mentalmente. La frase se siguió repitiendo en su mente, como una odiosa cancioncilla, hasta el punto de sofocarlo.

─Watanuki… ¿Eres virgen?

─¿C-c-c-cómo? ─respondió con otra pregunta Watanuki muy sorprendido.

─¿Eres virgen?

─¡¿A qué viene la pregunta?! ─inquirió el menor completamente avergonzado.

─Contesta.

─Pues… sí ─respondió el ojos-azules en un murmullo.

─¿Del todo?

─¿De qué hablas?

─Tonto… ─<<Hay que aclararle todo para que entienda. Watanuki es tan ingenuo…>>

─¡No me insultes, tarado!

─¿No has tenido sexo con ninguna mujer ni con ningún hombre? ─dijo Doumeki sin decoro.

─¡No lo digas así! ¡Y obvio que no! ¡¿Acaso me crees el tipo de persona que se revuelca con el que le pasa enfrente?! ─chilló Watanuki indignado; importándole poco que Miku estuviese dormida. Y siguió gritando cosas, pero Doumeki ya no fue capaz de oírlo. No es que dudase de la… castidad de su novio, sino que era bueno oírlo de sus labios.

<<Entonces, eso significa que soy el primero… ¡El primero!>> chilló el mayor en su interior.

─Dime qué es lo que más te gusta de mí ─ordenó Doumeki de repente; recordando cierta conversación con su amiga, la fantasma.

─¿Por qué? ¿Qué te sucede?

─Dímelo.

─Pues podrías pedírmelo bien…

─Dímelo ─volvió a exigir. Watanuki suspiró resignado y luego se dedicó a observar el rostro del contrario con concentración.

─Todo ─respondió finalmente. Y eso Doumeki no lo vio venir.

─Especifícate.

─¿Por qué?

─Sólo hazlo.

─¿Por qué?

─Watanuki… ─susurró lento y grave el mayor, como una sutil amenaza.

─Bien. Pues… me gusta el verde opaco de tus ojos. A veces, a la luz del sol, cuando ya es tarde se ven… color ámbar y… pues… me miran como si… ─Watanuki tuvo vergüenza de proseguir.

─Sigue ─pidió el otro. El menor tragó grueso y continuó:

─Me miran… como si no existiera nada más.

─¿Qué más? ─preguntó Doumeki físicamente impávido pero emocionalmente deseoso de saber más.

─Pues… este… Me gustan… tus abrazos porque… me siento seguro y protegido ─dijo Watanuki en el paroxismo de la pena y la vergüenza. Era tal su bochorno, que se había encogido y apartaba su mirada de la de Doumeki. <<Y ni siquiera le he preguntado cómo lo quiere… También sería interesante preguntarle>> pensó el morocho curiosa e insanamente.

─Dime más.

─¡¿Todavía más?! ─preguntó Watanuki desesperado.

─Sí.

─A ver… Me gusta tu pecho… porque es muy cálido y puedo recostarme en él y escuchar tu corazón… y… y… y… ¡Y ya es suficiente! ─gritó el morenito para finalizar. Ya no podía con tanta pena.

─Ahora dime que me quieres.

─¡¿Qué?!

─Dime que me quieres ─<<¿Lo estoy molestando mucho…? ¡Nah! En realidad, quiero oírlo>>.

─¡¿Pero qué demonios te pasa?! ¡¿Qué putas tienes en la cabeza?! ¡No te entiendo! ¡Definitivamente no te entiendo!

─¿Y eso qué tiene que ver?

─¡Que no te entiendo!

─No tienes que entenderme…

─¡Claro que sí! ¡¿De dónde sacas qué no?!

<<Es histéricamente hermoso…>> pensó Doumeki.

─Sólo dímelo ─dijo sereno.

─Eres un idiota rematado… ¡Pues escúchame bien! ─demandó Watanuki sujetando el rostro de su amado─. ¡Sólo te soporto porque te amo! ¡¿Entendiste, descerebrado?!

No era exactamente la respuesta que había esperado, pero sonó más que bien:

─Sí, lo entiendo ─respondió Doumeki visiblemente feliz y satisfecho, extendiendo lo brazos para envolver a Watanuki y acercarlo a sí.

─Más te vale… ─amenazó el más bajo acurrucándose gustoso contra el pecho del más alto─. Eres tan extraño…

─Aún así me amas…

─¡Ya lo sé! ¿Quién más podría aguantarte sino yo?

─Tienes razón.

─¡Claro que tengo razón! ─bostezó─. Buenas noches ─dijo el moreno cerrando los ojos.

─Buenas noches ─respondió el morocho contemplándolo por última vez en el día y bajó los parpados para descansar junto a su histérico amor.

Notas finales:

Espero que les haya gustado.

El próximo ya está bastante avanzado y yo lo considero emocionante.

Espero que no se hayan confundido en la escena que traté de narrar bajo la perspectiva de ambos protagonistas.

Como regalo de Año Nuevo...

¿Me dejan rr?


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