Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Realidad por natalia clow

[Reviews - 83]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Buenas y Santas y muchas Tantas

 

Sólo quiero decir que este es el comienzo del arco de Maurice, así que no tiene nada entretenido, es decir, de un acontecimiento romántico relevante, sólo historia de Maurice con respecto a su familia, de aquí en adelante, seguiremos un rumbo parecido que este capítulo así que puede que les aburra...

 

En fin espero que les guste y sin nada más que decir

BUENA LECTURA!

 

Capítulo 35

«Vivimos en un mundo polarizado».

 

— Mucho gusto, soy Joshua…  amigo de Elliot.

Quizás se pregunten, qué hace él presentándose. La respuesta viene adjunta a la compañía del tío de Elliot. No más al entrar al apartamento, se encontraron de frente con él. Elliot se quería meter en un hueco y morirse allí. No quería haberse encontrado con su tío en esas circunstancias.

— El placer es mío. Espero que este chico si te trate bien.

Los ojos de Elliot se escurrieron en un santiamén hasta su tío con cierto recelo. En el momento que menos se dio cuenta, ya Joshua había sido acaparado por las hábiles palabras de su familiar y ahora estaban en un terreno totalmente distinto. Aunque en su mente tenía un millón de planes por hacer, él haber sido parado de su irreflexiva pasión le hizo pensar seriamente en si sabía claramente que seguía a partir de allí. La idea que salió espontáneamente lo dejó meditabundo.

Los ojos verdes se encontraron por un centellante momento con la mirada de los ojos miel y los dos parecían tener la misma inquietud. Todo lo que seguía de ahí para adelante ¿Cómo se hacía? ¿Sería doloroso para el que recibiese? ¿Había algún tipo de preparación previa? ¿Tendría alguno que ponerse enemas?  Y la libido se fue bajando de su estante de primer lugar a ir descendiendo al quinto…sexto… séptimo…último lugar.

— Elliot por cierto, tu madre ha mandado un álbum de fotos que le he pedido y casualmente hay fotos tuyas cuando pequeño.

A Joshua le entusiasmó esa idea a pesar de que al aludido parecía haberle caído pésimo.

— Me gustaría verlas si no es mucha molestia. 

Elliot le pegó una patada a Joshua y este sólo se rió de ello.  Cuando el tío de Elliot se excusó en ir a buscar el álbum, la pareja parecía más consciente de su nueva relación. Joshua serpenteó su mano hasta agarrar la de Elliot.

­— Me alegro mucho haber conocido una parte de tú familia.

— Aunque esa no era propiamente la intensión.

— Lo nuestro… bueno eso puede esperar un poco.

Elliot apretó su mano en un gesto confuso entre compartir ese sentimiento de duda y a la vez querer meterse hasta al cuello con lo que siguiese de ahí para adelante.

— Bien, aquí está el álbum.

El tío de Elliot les dio tiempo de soltarse las manos y parecer de los más normales posibles. Joshua se lanzó con viveza sobre las fotografías y casi se roba el álbum entero.

***

Maurice se encontraba de nuevo en esa casa. Era tiempo de su madre para estar con él y en repetidas ocasiones había rechazado esos espacios. Ya no era agradable estar con una madre neurótica que se preocupaba por un espejismo de una sociedad juzgándola por ser mala madre. Ahora había un tiempo distribuido complementariamente, mientras el padre de Maurice estaba en vacaciones, su madre se iba a quedar a dormir a dónde la abuela de Maurice, y mientras el padre estaba en el cenit de su trabajo, su madre coaccionaba para pasar más tiempo en casa y excluir a su padre.

En ese momento estaba en la casa de su abuela. Maurice nunca había podido llevarse bien con esa mujer. No sabía de dónde sacaban que las abuelas eran adorables y que consentían a sus nietos, si para él las palabras que describían ese ser era «peor enemigo». Él ya había tenido varios problemas con esa señora desde tiempos inmemorables. La señora parecía maldecir la existencia de Maurice por el hecho de encadenar a su hija con su padre.  Esa fue de las personas que más les cayó encima en cuanto su padre tuvo el problema con la amante.

Después de ese inconveniente, la abuela tiene un trato déspota y clasificado a todo lo que venga de esa rama del árbol familiar. Al comienzo quería infundirle lastima así mismo sobre su desgraciado destino de tener un padre como él, sin embargo él nunca se sintió así, ni nunca culpó a su padre de nada, eso llevó a que se sintiera herida pensando que lo apoyaba y que de hecho era cómplice de esa infidelidad. Era algo impensable para un chico que si apenas sabía dónde estaba parado.

De ahí en adelante toda la situación se resume en esa mecánica de tratar de hacer oídos sordos a las constantes indirectas de su “desgraciada” ascendencia. Era claro porque odiaba tener que pasar una semana de su apreciado tiempo en ese infierno. No podía quitarle a su madre el derecho de visitar a su abuela, pero era inaudito tener que aguantar ese abuso contra su persona.

— Mamá, voy a salir a dar una vuelta. 

Trató de retirarse de esa casa que le daba claustrofobia. No esperó a la confirmación de nadie para irse y decidió caminar sin ningún rumbo. A cada paso sentía que los pulmones le funcionaban mejor, estos caprichosamente clasificaban qué aire era más saludable para sí mismos y definitivamente en esa casa se respiraba veneno.

 Lo único que siempre le alegró de ir a esa casa es poder encontrarse con sus primas. Ellas estaban por encima del bien y del mal. Siempre jugaron y a ellas poco les importaba los chismes de la familia así que se mantenían neutrales con respecto a su papá. Podría decirse que esa fue la principal razón de cogerles tanto cariño. Eran dos, la primera era una chica mayor que él y la otra menor que él por tres meses. El nombre de la mayor era Anya  y la menor se llamaba Nastasia. Era una curiosa familia compuesta de una rama Inglesa y por otro lado rusa polaca,  muy multiculturales ellos.  No obstante nunca hubo problema en que se adaptara su familia a la nuestra.

También le es imposible no acordarse de ellas sin pensar en lo mucho que influenciaron en él. En ese momento, él sólo estaba estudiando ingeniería civil porque Anya también la estudiaba. No puede decir que odie su carrera, pero no se siente apasionado hacía ella, sin embargo alguien le llegase a preguntar qué es lo que quiere estudiar, no tendría una respuesta, nunca supo que quería hacer de su futuro. Ahora dejarse ir con el flujo de la corriente era más fácil.

Él quería mucho a sus primas, fue como las hermanas que nunca tuvo. Las personalidades era contrastivas pero, no por ello desagradables. Mientras Anya era la mujer más rosa y vanidosa del mundo, Nastasia era una chica muy seria y solitaria. Pero a la hora de jugar no importaba nada, siempre estaban las dos en la misma tónica. Ahora que habían crecido no podía decirse que jugaban propiamente, pero compartían los nuevos espacios que se ganaron gracias a su edad de manera bastante agradable.

En su larga divagación no dio reparo en darse cuenta que estaba ya en un centro comercial que quedaba cerca de la casa de su abuela. Se le antojó irse a comer algo que le aliviara la turbulencia de su poca paciencia. Era extraño el hecho de que pudiese ser paciente en algunas cosas como su situación con Matthew, pero no pudiese aguantar las paletas de su madre. Se sentía patético, más que todo porque de alguna forma había sacado esa personalidad resignada que ahora tiene su padre.

 

Una vez era noche y no había más que hacer en la calle, se devolvió sobre sus pasos. Debía regresar, no sabía por qué, pero a pesar de que siempre podía escapar de ir a esa casa, terminaba regresando muy obedientemente. Una vez llegó, escuchó un piano. Se dirigió hacia las escaleras y con sigilo fue subiendo. En esa casa estaba un miniestudio de música. Su Tía Dorothy a quién siempre le decían Dory, era una compositora y de vez en cuando iba a la casa de la abuela cuando tenía que terminar algún trabajo urgente y en su pequeño apartamento no podía seguir haciendo ruido a altas horas de la noche.

Aquella tía no le caía mal, pero tampoco era santo de su devoción. No era un familiar sobre el que fuese a hacer mucho énfasis, sin embargo algo que sí le competía era que él en esos días se estaba quedando a dormir allí, por lo que si tenía que terminar con una composición esa noche muy probablemente no tendría dónde dormir.

Se acercó a la puerta sin hacer ruido para no desconcentrar a su tía y escuchó que estaba también su madre. Él no era una persona que espiara, pero por alguna razón quiso quedarse a escuchar qué era lo que hablaban. Contuvo su respiración y esperó.

— No entiendo qué es lo que buscas con eso. — Dory dijo.

— Quizás no lo entiendas porque nunca has estado casada, pero es desesperante, yo ya no aguanto más.

— ¿Pero hacer eso? No sé qué pensar.

En la conversación de su madre hubo una pausa más prolongada de lo normal, su corazón se encogió en un segundo al ir sabiendo qué era de lo que estaban hablando. Maurice ya conocía que su mamá sentía un gran odio por su papá y que siempre que podía hablaba con algún familiar quejándose al respecto. Siempre la había oído desde ese problema en adelante. No obstante, hasta el momento no pareciese que su madre trasgrediera el insulto a la acción. Eso era lo que más lo ponía tenso.

.

En su familia ya no existía algo como una paz sostenida. Era una hipócrita tranquilidad que amenazaba con clavarle el puñal a penas se descuidara. Se pegó más contra la pared y quiso seguir espiando, pero su madre salió en ese momento y sólo le quedó retroceder.

— Ya has llegado, ya sabía yo que no me había imaginado que alguien había entrado.

Detrás de ella, siguió su tía Dory a saludar.  Ella captó rápidamente que había estado espiando y esquivó magistralmente el tema invitando a Maurice a comer. Los sacó disimuladamente del ambiente tenso para arrastrarlos hacia la cocina.

— No tengo mucho tiempo, pero siempre puedo cocinarles una buena pizza.

Su madre aplaudió contenta mientras que Maurice no lo parecía tanto.  Eso le despertó todos los sentidos a todo lo que daban, ya sabía que algo no estaba bien en el momento que su madre insistió tan acérrimamente en que fueran a la casa de la abuela. Generalmente había dos momentos al año en el que iban a quedarse en dónde su abuela, uno era navidad y año nuevo y el segundo vacaciones de mitad de año. Sin embargo estaban en el final de abril y no había razón de estar allí y mucho menos que se hayan ido desde un martes.  Cuando generalmente se iban era un viernes hasta quedarse para el sábado de la siguiente semana.

— Raihmee me comentó que te estás quedando a dormir en el estudio, lamento haberte quitado tu cuarto.

— No hay problema tía, mi mamá ya sabes que le gusta hacer un alboroto con nada.

Y no fue necesario otra cosa complementaria para comprender a dónde quería Maurice mandar el agua al molino, su tía lo entendió. Esa frase quería decir que no importaba cuanto su madre criticara a su padre, no iba a hacer nada en contra él. Pero parecía esta vez diferente la forma en que procesó la información. La mirada que le devolvió su tía no fue una que dijera que ya lo sabía, era algo distinto, algo que no le gustaba para nada.

 Después de una conversación banal que ni vale la pena ahondar en estas líneas Maurice se levantó de la mesa a lavar la loza, para evitar esa tensión de querer preguntar qué era lo que estaba pasando. Estrujó con fuerza esas ollas mientras que su madre subía al segundo piso. Su tía se quedó sentada en la pequeña mesa de la cocina y ella ya sabía que iba a botar el reguero de preguntas en cualquier momento.

— Sé que te incomoda cada vez que tu mamá se queja con todo el mundo de tu papá, pero no puedo hacer nada, es mi hermana y tengo que escucharla.

— Pero ese no es el punto ¿O sí?  ¿Qué es lo que mi mamá quiere hacer?

Maurice no volteó en ningún momento a ver a su tía, pero ella no podía sentirse cómoda de esa forma. Se acercó a él e hizo que la mirara mientras con una cara muy seria seguía sin dar buen augurio.

— Maurice, tú ya sabes que tú familia está desbaratada y sé que no estoy teniendo el mejor tacto al decírtelo, pero deberías ir pensando en qué hacer contigo.

— ¿Qué? ¿Conmigo? … ¿Qué quieres decir?

— Pues eso, no sé qué quieras hacer de tú futuro, pero debes buscar algo rápido.

— ¿Al fin mi mamá quiere divorciarse de mi papá? ¿Eso es lo que me quieres decir?

Su tía apretó la mano contra el hombro y le dio unas cuantas palmadas y se fue sin decir nada. Eso lo dejó frío. Así que su mamá ya había al fin tomado la decisión de destruir la familia. Como una epifanía, un evento de la semana pasada que le había parecido extraño, al fin tuvo sentido para él. Cuando llegó de la universidad, encontró que sus padres iban a salir a comer juntos, cosa que no pasaba hacía más de cinco años. Sólo pensó que era inusual, pero nunca pensó que en esa reunión realmente pudieron estar hablando acerca del divorcio.

Botó los guantes en el lavaplatos y se subió dispuesto a encarar a su madre, pero la voluntad se le fue acabando en cada paso que daba. Nunca le pedía nada a su madre, pero por lo menos en ese momento si quería que lo encarara como adultos que eran y hablaran sobre eso. Ella no podía estar hablando de un divorcio o de una separación excluyéndolo a él.

Eso quería creer.

 

Llegando la hora de dormir, terminó por irse a acostar a la sala del primer piso. En sí la casa no tenía muchos cuartos ni espacio, por eso mismo se escuchaba todo. Acomodó sus cobijas y su almohada y se recostó en el pequeño sofá. Al cerrar sus ojos e intentar dormir, un pequeño timbre polifónico lo despertó. Ese timbre que sonaba era la melodía que su madre había puesto en el celular al número de su papá. No podría olvidarlo ni equivocarse, cada vez que peleaban insistentemente su madre recibía las llamadas que buscaban reconciliarse y nunca las contestaba. Cuando comprendió que podía significar esa llamada, se sentó en un santiamén y se arrastró por las escaleras tratando de no ser visto al subir al segundo piso. Como cosa extraña, su madre contestó el teléfono y si bien no podía entender qué estaba diciendo, no podía decir que estuvieran propiamente peleando.  Se le erizó la piel en ese mismo instante, su mamá gritaba cada vez que medio tenía que hablar para llegar a un acuerdo, ahora parecía de lo más tranquila.

Ella hablaría conmigo si quisiera divorciarse ¿verdad?, pensó tratando de convencerse que eso debía ser un error.

Notas finales:

Muchas gracias por haber leido, puede pasar al siguiente link y ver un mini comic que titula "Supongamos que... Joshua y Elliot se conocen cuando pequeños"

Here


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).