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El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

Hellou~ a todos!! He vuelto dspués de mil años de no saber de ustedes! Vengo algo apresurada y actualizando más temprano porque tengo que ir a hacer horas sociales y preparar 15,000 talonarios xD eso solo entre 30 personas sooo moriremos x.x y hoy es el cumple de mi señor padre así que dudo que pueda actualizar más noche :B!

Este capítulo va para mi migaja favorita que estuvo baby el domingo :) y que no le había podido dar uno de sus regalos así que he aquí un nuevo capítulo espero que les guste :)!

Ariel le miraba con cierto miedo. Jamás había visto a Lupo actuar de esa manera, con cierto disimulo se llevó una de sus manos hasta su garganta, donde minutos atrás Lupo estuvo a punto de estrangularlo, a él y a Dante. Cuando se percató que había más seguridad de la que había planeado para efectuar un asesinato desistió de sus maquiavélicos planes. Así que ahora los tenía en una cafetería, a unas calles del hospital, sentados frente a él.

Dante estaba a su lado, quien parecía más sorprendido que aterrado. Durante todo ese tiempo había ignorado el hecho que casi moría estrangulado— ¿Entonces es verdad? —Preguntó sin poder contenerse un segundo. Ariel comprendió que detrás de esa pregunta que a simple vista solo contenía curiosidad, había esperanzas para él. No era tonto, sabía que Dante consideraba a Lupo como su único rival, con el cual se sentía muy inferior, por el amor de Ethan. Un amor que al parecer si existía, pero no de la manera que todos habían creído.

Ariel no pudo evitar recordar la vez que conoció a Lamire y a Lyosha donde el último había estado molestando a Lupo con Ethan. “Oficialmente estás demente. No sabes lo que dices. Sería completamente repulsivo en más de un sentido.” Las palabras de Lupo sonaron con fuerza en su cabeza, como si las hubiese repetido en ese mismo instante. Aún no contestaba a la pregunta de Dante, pero si era verdad ahora entendía a que se refería Lupo aquel día con lo de “en más de sentido”. Además ahora comprendía por qué la primera vez que vio a Lupo le había parecido que ya lo había visto en alguien más. Lo había visto en Ethan. Por eso su perfil hasta cierto punto le había parecido familiar.

—Sigues haciendo preguntas estúpidas, Dante— susurró dejándose ver por primera vez agotado. Se dejó hundir la butaca—. Es verdad…

Hubo un minuto de silencio, dónde ninguno dijo nada. Lupo tenía la mirada perdida en la calle. Ahora así, por primera vez luciendo hasta cierto punto vulnerable se le hizo más fácil identificarlo con Ethan. Es cierto que tenían los mismos cabellos azabaches y ojos grises que Mapelli, pero le era más fácil identificar a su amigo con su tío que con Mapelli. Quizás eso se debía a que había visto que en Lupo podía haber mucha bondad, aunque fuera a determinadas personas. Además no le sorprendía que encontrase más semejanzas con Lupo que con Mapelli, él mismo era un buen ejemplo que tenía más rasgos de su tío Marcus que de su propio padre.

— ¿No has pensado que Ethan debería saberlo?

Lupo le miró como si hubiera dicho la mayor estupidez del mundo— Estás loco si piensas que voy a decírselo.

—Quizás se impresione al principio, pero Ethan te ha llegado a querer muchísimo, Lupo, no dudo que se sienta feliz saber que por lo menos un miembro de su familia lo ama.

Se rebuscó en sus bolsillos, por un momento Ariel creyó que iba a sacar el revólver y volarle los sesos a Dante por andar proponiendo cosas como esas. Se relajó cuando vio que sacó la cajetilla de cigarrillos y el encendedor. El halcón siempre fumaba para pensar mejor o para intentar relajarse—No es tan fácil…

— ¿Por qué no?

Ariel miró a Lupo a los ojos. Siempre le pareció fascinante como muchas veces para él era más fácil comprender a las personas mirándola a través de las ventanas del alma. Quizás no era el mejor en las relaciones humanas, pero de alguna manera había aprendido a saber lo que muchas personas, cuando se lo permitían, querían expresar— No es tan fácil— repitió él. Dante le miró confundido, Ariel aún miraba a Lupo de reojo, pero también miraba a Dante—. Si Mapelli se entera…

—Mapelli ya sabe que Ethan es su hijo.

—No. No me refiero a eso— lo cortó Ariel. Al notar como Lupo no lo interrumpía creyó que iba por buen camino—. Si Mapelli se entera que Lupo que conoce de su existencia, y que en verdad lo quiere, no dudes que va a querer sacar provecho de eso.

— ¿Es eso verdad?

—Creí que ya conocías lo suficiente a Mapelli  y de lo que es capaz de llegar a hacer, Dante— Dio una calada profunda al cigarrillo y retuvo por unos momentos el humo para luego dejarlo escapar—. Ariel tiene razón— Era la primera vez que lo llamaba por su nombre sin hostilidad—. A Mapelli no le importa de quien se trate. Ethan es fuerte físicamente, pero es débil en el aspecto psicológico—Notó la indignación de Dante—. Cuando me refiero a la debilidad no es porque él desee serlo. Él no se da cuenta, pero la vida que le ha dado Clarissa no ha contribuido a se desarrolle de una manera normal. Ha sufrido demasiado, la soledad de esos años hace que busque en nosotros el cariño que se le fue negado. En este mundo no hay espacio a esas debilidades. Uno tiene que ser despiadado. El que Ethan sea así, solo hace que sea el blanco perfecto de chantajes de Mapelli.

Ariel se sorprendió como en verdad Lupo había llegado a comprender a Ethan. En tan poco tiempo lo había llegado a conocer a la perfección, algo que le tomó más tiempo a él— Lupo tiene razón—no podía evitar que su voz sonara culpable—. No hay nada que Ethan no haría por alguien que considere su familia. Todos sabemos lo que es capaz de llegar a hacer por alguien que quiere.

—Entonces lo haces para protegerlo.

—Y protegerme— dijo mientras daba un largo trago a la cerveza que había ordenado hace más de diez minutos, pero que hasta ese momento tocaba—. Si Mapelli se entera no va a dudar en sacarle provecho a ambos lados. Y ni loco dejaré que ese me controle, llevo años evitando que eso pase y no empezaré ahora a ser manipulado. Para Mapelli ni yo sé la existencia de Ethan, ni él sabe de la mía. Las cosas se van a quedar así— Su voz sonó amenazante en las últimas palabras. Mandándoles un claro mensaje que no debían abrir la boca.

Dante se llevó las manos a la cara—Aún no creo que tu y Mapelli sean…

—Yo llevo más tiempo intentando digerir la noticia—Intentaba no darle demasiada atención a ese tema. Él era él. No quería nada que lo relacionara con Mapelli.  Aunque nunca lo admitiría en voz alta, tampoco quería que Ethan supiera que eran parientes porque estaba consciente que el chico odiaba todo lo que tenía que ver con su progenitor. Lo había dicho una vez en las tantas salidas que habían tenido los últimos meses. Y cuando decía  todo, una parte de Lupo no podía evitar pensar que él iba incluido en eso. Así que prefería callar. No quería que todo lo que había conseguido con Ethan se fuera a la basura por cuestiones de sangre.

—Siempre está la posibilidad que Mapelli se lo diga.

—Mientras crea que no sabemos uno del otro y menos que somos tan cercanos no habrá problema. Aún cuando supiera que sabemos uno del otro, mientras no demostremos que nos preocupamos por el otro todo estará bien.

— ¿Por eso cambiaste con él? Porque te diste cuenta que era tu sobrino— Quiso saber Ariel. Creía que no andaría mucha suerte preguntándole, pero se sorprendió cuando le contestó sin mayores signos de aversión a su persona.

—No fue porque fuéramos parientes.  Esos argumentos de a la familia hay que quererla y soportarla porque es la familia jamás han tenido efecto en mí— No mentía. Aunque Ariel no pudo culparlo sabiendo que tenía como hermano a Mapelli. ¿Cómo había sido tan idiota de no notar el parecido entre ellos también? Aunque no eran del todo parecidos ahora que los veía bien. Muchos rasgos de Lupo no los poseía Mapelli. Lo atribuyó que uno se parecía más a su padre o a la madre—. Si empecé a soportar a Ethan— Una cosa era que le dijera al chico que lo quería y otra muy diferente decírselo a esos dos—fue porque de alguna manera congeniamos mejor de lo que esperaba. No porque fuéramos parientes— Si lo llegó a querer fue porque Ethan era Ethan. Si se hubiera guiado solo porque el chico era hijo de Mapelli hace mucho que lo hubiera asesinado. Quería al chico porque era lo mejor que le había pasado en años. Se sentía cómodo a su lado y no quería estropear el lazo que habían formado en los últimos meses.

***

— ¿Seguro que no desea un calmante?

—No, no estoy bien. Ya se me pasa. Muchas gracias, es usted muy amable— La enfermera le miraba preocupada. Lo había encontrado llorando como si hubiese perdido a uno de sus padres. Lo que ella no sabía que en efecto eso era lo que había sucedido.

—Procure no alterarse, joven. Su estado aún es delicado.

—Lo siento. Ya me calmo— susurró avergonzado. Nunca había querido que una completa desconocida lo viera en ese estado. Cuando se quedó solo de repente ya no sintió ganas de llorar. Solo un gran vacío en su corazón. Estaba solo. Siempre lo había estado, pero ya no deseaba estarlo.

No quería recordar las noches en vela esperando a que su madre llegara después de trabajar. Él no era tonto, desde pequeño sabía que su madre quería pasar el menor tiempo con él. Recordaba que le decía que había tenido una junta de trabajo hasta tarde cuando más de alguna vez había escuchado a sus abuelos comentando que ella salía de la oficina a las cuatro. Sin embargo Clarissa no llegaba hasta pasada la medianoche a casa.

Al principio le daba miedo quedarse solo. La empleada solo llegaba por el día a hacer la limpieza y a cocinar. A veces se quedaba con él hasta que se “dormía” y luego se iba. Le producía  pánico estar encerrado bajo llave en  casa. De pequeño creía que iban a salir fantasmas o monstros del sótano. Cuando fue creciendo le daba miedo cosas más realistas. Temía que algún ladrón entrara a su casa o que algo hiciera cortocircuito y la casa ardiera en llamas con él dentro.

Su madre no estuvo allí para recogerlo el primer día del kínder. Lo recordaba. Fue su abuelo que había llegado a recogerlo ya cuando todos se habían ido; solo quedaban él, la profesora y el personal de limpieza. Recordaba haber estado llorando por horas al notar como a todos los habían ido a recoger menos a él. Había creído que su madre finalmente se había deshecho de él. Tampoco estuvo presente para cuando hizo su primera obra de teatro. Recordaba que se había esforzado mucho para conseguir el papel principal esperanzado que su madre llegase al notar que iba a interpretar a Romeo. A ella le gustaba mucho Shakespeare y cuando comentaron que iban a hacer la obra para la semana de inglés no dudó en aprenderse todos los diálogos en el inglés antiguo en una noche.

Todo lo había hecho para complacerla. Solo quería un poco de su cariño. ¿Pedía mucho a caso? Con el tiempo fue comprendiendo que la manera de complacerla era causándole los menores problemas posibles. Así lo hizo. Creyó que si era buen hijo de alguna manera un día iba a reconocer su esfuerzo, cuando se aburriera de trabajar todo el día, pero eso nunca pasó. Ahora la había perdido para siempre— O quizás nunca la tuve…

Cerró sus ojos intentando calmarse.

<<—No deberías pensar en alguien como ella. Tú nunca le importantes, Ethan, ya lo sabías. ¿Por qué sigues viéndote tan lamentable? Si a ella no le importas entonces a ti tampoco te tendría que importar ella. Tienes que cambiar. Deja de ser tan débil—se dijo mientras apretaba con fuerza las sábanas. >>

Escuchó un chirrido lento de la puerta. Intento controlarse. No quería que Lupo, Dante o Ariel lo vieran en ese estado— Debo admitir que esperaba encontrarte en coma, como a Civella, pero creo que te he subestimado.

Abrió los ojos de golpe. Se hundió instintivamente en el colchón a sabiendas que eso no iba a protegerle. Un escalofrío le recorrió y la voz denotó su temor cuando pronunció: —Vete…

—Oh, vamos, admite que te sientes halagado que tu padre venga a visitarte al hospital— Ethan tembló al sentir como Mapelli llegaba a su lado y ponía una de sus manos en sus cabellos. Temblaba, miró el botón para llamar a la enfermera, pero no se atrevió a tocarlo por temor a que su padre le hiciera daño. Pasaba con especial fuerza sus dedos donde tenía las vendas, de la nada le jaló los cabellos con fuerza haciendo que reprimiera un gemido de dolor al sentir como si le hubieran incrustado un vidrio en la cabeza—. ¿Qué se siente, Ethan? — Le preguntó muy bajo y muy cerca de él. Vio aquellos ojos grises brillar con malicia—. Siempre he tenido curiosidad que se siente para una persona con una vida normal el haberle quitado la vida a otra— Se separó lentamente del chico, estudiando fascinado sus reacciones. Lo vio confundido, aterrado con sus palabras— ¿No me digas que no lo recuerdas?

— ¿D-de qué estás hablando?

La sonrisa llena de crueldad hizo que Ethan empezara a querer retractarse de haber preguntado— La manera en que tú, Ethan Lenz, asesinaste a sangre fría a Matías Shiheflit.

—Mientes…

— ¿Enserio? Por qué no le preguntas a Samuel Shiheflit. Aunque claro, también se encontraba Dante Di Ferrer en el momento en que le quitaste la vida— Ethan se llevó las manos a la cabeza. Cerró sus ojos con fuerza. No quería escucharlo. La cabeza no dejaba de dolerle a horrores— ¿Ya lo recuerdas? —No dejaba de temblar. Imágenes cortadas aparecían en su cabeza. Pedazos de diálogos—. Querías proteger a Samuel Shiheflit y al final solo lo terminaste dañando de una manera de la que jamás podrá recuperarse.

—Vete, vete— se llevó sus manos a sus oídos intentando no escuchar nada. Sintió la aguja que le comunicaba el suero clavársele aún más en su piel—. No es verdad…

—Si es verdad. Me llamaste. Me dijiste que te ayudara. Fuiste a la compañía. Heriste a uno de sus tipos, a otro le sacaste todo el sistema digestivo, pero los dejaste con vida, no te preocupes, pero al que si asesinaste fue a Matías Shiheflit. Frente a su propio padre y frente a Dante Di Ferrer.

Las lágrimas volvían a caer en sus mejillas—No es cierto, yo prometí que nunca iba a matar a nadie—. Aquello era lo único que le impedía ser como el hombre que estaba en esa misma habitación.

—Pero lo hiciste, Ethan. ¿Por qué crees que Samuel no ha venido? Te odia. Todos van a hacerlo a su tiempo. En estos momentos están contigo porque sienten que es su deber, pero nadie quiere estar con un asesino como tú.

Ethan abrió sus ojos cargados de lágrimas, apenas podía mirar a Mapelli a causa de estas—Ya déjame en paz, por favor, vete— suplicaba desesperado. Sentía que el corazón le latía demás. Se sentía horrible. La cabeza parecía que le iba a estallar en cualquier momento. Y entonces la imagen le llegó con fuerza. El hombre con el pasamontañas. La manera en que se disponía a matar a Dante y a Samuel. Él apretando el gatillo del arma que tenía en la mano. El cuerpo del tipo en el suelo sin vida. Él sangrando. Sintió que le faltaba el aire—. Yo no quería, yo no quería matarlo…

— ¿En verdad? ¿Quién crees que te creería?

— ¡De verdad! — Gritó desesperado— Yo no quería, yo no sabía que era Matías. Yo nunca quise matar a nadie, fue un error, un error…

—Llámalo error, yo lo llamo destino. Tarde o temprano las circunstancias nos van imponiendo quienes somos, Ethan, no puedes escapar de ese destino.  Eres un asesino.

—No…No por favor…no puedo serlo…fue un accidente…

— ¿Vas a quedarte a ver como siguen ocurriendo esos accidentes, como tú lo llamas o vas aceptar que eres un halcón?

— ¡Cállate! ¡Déjame! ¡Dios yo no te he hecho nada, déjame, déjame te lo suplico!— Se encogió en posición feta y sintió un dolor en el abdomen que lo paralizó por un segundo. Tenía los ojos cerrados con fuerza— ¡Maldita sea déjame, yo no soy como tú!

— ¿En verdad piensas eso? Mírate y mírame. Ambos somos iguales. Lo de asesino lo llevas en los genes, generaciones y generaciones. No puedes luchar contra eso. ¿Y quieres saber otra cosa?

—No, no, no quiero escucharte. Vete…

Mapelli no se inmutó. Hablaba con voz fría— Tu madre, tu querida madre había accedido a liquidar a tus abuelos. Los iba a matar ella misma. ¿Te imaginas? A sus propios padres.

—No es verdad. Ella no haría tal cosa.

—Eres más ingenuo de lo que creía. Ella era mi marioneta. No dudaba en hacer todo lo que yo quería, si no hubiera sido por ese desafortunado incidente que tuvieron tus abuelos en ese robo al final hubieran muerto a manos de su hija. Así que como ves, no tenías escapatoria. Siempre estabas condenado a hacer un asesino.

—No, no puedo serlo…

Mapelli caminaba tranquilo alrededor de la cama de Ethan. Sin prisas, encantado de ver como dentro de él se llevaba a cabo una batalla campal, el bien contra el mal— Al final nadie va a estar a tu lado. Eventualmente te dejarán. Con suerte serás tú quien los lastime a ellos y no querrán volver a saber de ti— Se inclinó hasta Ethan y lo obligó a mirarle a los ojos. Notó como las sábanas del chico se iban tiñendo de rojo. Se le había abierto más  de un punto cuando se encogió—. Ahora que lo pienso ¿Qué hay entre tú y Di Ferrer?

—Na-nada— susurró temblando, muerto de pánico. Por un momento creyó que Mapelli sabía que mentía.

—Que bueno. Ya suficiente tenerlo correteando detrás de Morello desde hace años—Ethan sabía a dónde iba esa conversación. No quería escucharlo. No quería comprobar sus sospechas—. El pobre Dante, tan enamorado de Morello aún a sabiendas que nunca le iba a corresponder. Prestándole su cuerpo cuando Misha no tenía ganas de nada porque Morello era solo uno más— ¿Cómo sabía Mapelli de Misha y Alessandro? — Claro, las personas siempre creen que van a encontrar amor y lo único que en verdad encuentran es sufrimiento. No es que quiera bajarte de tu nube, pero claro por si alguna vez se te ocurre fijarte en Di Ferrer, no te lo recomiendo. No es un buen partido. Esos amores son enfermizos, nunca se olvidan de la persona, incluso cuando esta ya ha muerto. Solo serías un plato de segunda mesa, Ethan. En el corazón de Dante Di Ferrer solo hay lugar para una sola persona y ese es Morello. El siempre preferiría a Morello antes que a ti.

Ethan no dijo nada. Solo seguía llorando, intentando en vano tapar sus oídos para no escuchar nada—Ya vete, vete, no digas más, por lo que más quieras déjame solo…—estaba destrozado. Física y psicológicamente. No soportaba más un minuto así.

—De acuerdo. Creo que esta visita ya se extendió más de lo debido. Solo venía a felicitarte por el excelente trabajo que hiciste deshaciéndote la competencia. Cuando decidas como será tu paga me lo dejas saber. Total sabes cómo localizarme, mi pequeño halcón— Pasó su mano por su cabeza de nuevo y sin ninguna delicadeza quitó una de las lágrimas que caían por sus mejillas para luego salir sin más. Sus pasos resonaban con fuerza. Se quedaron grabados en la mente de Ethan quien sentía que ya no resistiría ni un segundo más.

Sintió un horrible dolor en el pecho se estaba quedando sin aire, su corazón lo sentía latir tan desesperado como él. Más pasos. Unos gritos de una enfermera llamando a un doctor. Dolía, todo era dolor para él. Suplicó a quien sea que lo había enviado a ese infierno que parara de una vez. Intentó decirles a los doctores que ya no quería esa vida, pero su voz no salía, solo era un triste y sucio jadeo lleno de dolor. Aún con las lágrimas en sus ojos solo escuchaba a las enfermeras intentando calmarlo, él ya solo quería morir.

***

Ariel se había adelantado a Dante y a Lupo. Iba caminando por el hospital rumbo al elevador. Cuando las puertas de éste se abrieron, las piernas casi le fallaron por un segundo—Hola, mi precioso firedoll— Ariel retrocedió instintivamente. Mapelli salió del elevador con paso decidido—. Veo que ya estás mucho mejor después de nuestro último encuentro. Así me gusta. Espera esta semana la visita de Morello. Ya sabes, esa deuda no se paga sola.

Estiró la mano para acercarlo, pero Ariel por primera vez fue más rápido y le dio un manotazo y aumento la distancia entre ellos. Intentó controlar sus nervios—Usted no tiene nada que hacer aquí.

—Vine a ver a mi hijo, como es natural— Palideció al escuchar aquello. Miró el ascensor que se estaba cerrando en esos momentos. Antes que Mapelli lo evitara se coló en él, solo vio aquellos ojos grises mirarle sin inmutarse—. Sí, yo también iría a ver si sobrevivió a mi visita.

Apenas las puertas se abrieron, salió corriendo hasta la habitación de Ethan. Estaba llena de doctores y enfermeras que estaban intentando calmarlo— ¡Ethan!—No lo miraba. Escuchó que le habían aplicado un calmante pero aún faltaba para que hiciera efecto.

— ¡Está sangrando doctor!

— ¡No puedo hacer nada si no se calma!

 

Se metió entre todos, aún cuando escuchó que debía salir de allí y llegó hasta Ethan. Lucía desesperado. Lo tomó del rostro. —Ari, yo no quería hacerlo, yo no sabía que era Matías— Temblaba, tenía el rostro llego de lágrimas, de dolor. Apenas pudo escuchar su voz estaba rota, sonaba muy dañada, notó como se seguía haciendo daño al estar hablando.

—Ethan, cálmate, te lo suplico. Todo está bien.

—Lo mate….lo mate…—repetía una y otra vez. Creía que se iba a volver loco, no podía dejar de pensar en lo que había hecho y de repente, sintió paz. Cerró sus ojos y notó como Ariel lo besaba. Apenas se separaron intentó volver a hablar pero el otro no se lo permitió.

A Ariel no le importó lo que los demás pensaran. Su amigo lo necesitaba. Acaricio sus mejillas—No llores. Sé que no querías. No te juzgo, Ethan. Te quiero. Nunca lo dudes ¿sí? —Volvió a besarlo con suavidad.

Ethan respondía con torpeza a los besos—No me dejes, Ari, te necesito. No me odies. No me abandones.

Ariel sentía un nudo en la garganta al escucharle hablar así—Ethan, no seas bobo, jamás voy a dejarte. Eres mi mejor amigo. Eso nada ni nadie lo va a cambiar. Relájate. Por favor—Estuvo besándolo hasta que se durmió entre esos besos. Al notar que no los correspondía, se separó un poco de él. Vio cómo Ethan estaba sangrando de su abdomen. Miró a los demás presentes que no podían evitar mirarle sorprendidos. Una de las enfermeras más jóvenes reaccionó y le indicó que tenía que salir.  Apenas llegaron a la puerta se miraron unos segundos— Gracias por calmarlo. No sabíamos que hacer…

Ariel solo asintió con la cabeza pero no sonrió. Se quedó mirando la puerta detrás de la que estaba su mejor amigo. De alguna manera tenía que hacerse fuerte y así evitar que Mapelli les siguiera haciendo daño, a ambos.

***

Pasó una hora antes que los doctores volvieran a salir de la habitación de Ethan. Lupo y Dante habían visto a Mapelli subir a su camioneta, por fortuna no fueron visto por él, pero llegaron corriendo temiendo lo peor. El que nadie hubiera salido hasta esos momentos les hacía preocuparse más.

Las enfermeras salieron una a una para luego dejar salir al doctor quien lucía exhausto— ¿Qué parte de no hacer que mi paciente se altere no han comprendido? — Nadie dijo nada—. Hemos tenido que volverle a curar, porque empezó a sangrar, pero el  chico sufrió un ataque de pánico, sino hubiera sido por la intervención del joven— dijo mirando a Ariel—. Las consecuencias hubieran sido severas.

Miró a Lupo— Señor Lenz. Su hijo recibió un fuerte golpe en la cabeza. Pudo haber quedado ciego o paralítico a causa de este—Todos palidecieron al escuchar las palabras del médico. Sabían bien que la cabeza era una zona peligrosa para salir lastimado, pero nunca se imaginaron que las consecuencias pudieron haber sido irreversibles—. No sé que lo haya alterado tanto, pero es obvio que parte de la memoria que había perdido ha regresado. Tengo que seguir realizándole unos exámenes, pero es muy probable que tengas problemas con su memoria a corto plazo durante un tiempo, es lo único de lo que podemos estar casi seguros por el momento. Ethan debe estar tranquilo, por lo que he considerado apropiado que no reciba visitas el día de mañana. Aunque es muy probable que no despierte por más de unos minutos, el calmante que le aplicamos fue bastante fuerte.

Sin agregar más el doctor se fue de allí— ¿Hasta cuando Mapelli va a seguir arruinándole la vida?

—No podemos dejar que Ethan lo vea de nuevo.

—Lo sé, pero es difícil querer proteger a alguien de Mapelli. Por no decir imposible.

Ariel solo sintió un nudo en su garganta. No sabía cómo, pero él iba a proteger a su familia del líder de los halcones.

***

Esa fue una de las noches más largas para Ariel, al final no quiso ir a dormir donde Dante, así que terminó durmiendo en la habitación de su padre.  Tenía la esperanza que despertarse mientras él dormía, pero cuando el reloj marcó las cinco de la mañana supo que probablemente nunca volvería a hacerlo. Se apresuró a bañarse y salió del hospital rumbo a los apartamentos del centro. Cuando vio el edificio alzarse frente a él supo que no quería estar allí. Sin embargo o entraba al apartamento o no iba a clases. La segunda idea era más tentadora que la primera, sin embargo Ethan ya le había salvado con las tareas y esas cosas demasiado tiempo, así que tenía que ser responsable y de paso devolverle el favor.

Entró al departamento. Se suponía que Alessandro no iba a estar allí. Ya era lunes y se le había olvidado por completo que tenía su mochila en el departamento. Ethan no había despertado después que lo sedaron. Le había dejado una nota explicándole que tenía que ir a clases para que ninguno de los dos reprobara. Aunque había cosas más importantes en esos momentos.

Abrió con lentitud la puerta. Solo tenía que sacar sus cosas rápido. Esperaba que Alessandro no estuviera allí. El estacionamiento del departamento quedaba del lado trasero del edificio y no pasó por esa zona. Vio su mochila en la mesa. Justo donde la había dejado días atrás. Guardó todas las cosas cuando notó que le faltaba su libro de química. Recordó que había estado leyendo un poco antes de dormir. Fue hasta el dormitorio, pero al ver a Alessandro allí dormido se quedó sin animarse a entrar.

El libro estaba en la mesita de noche. Se acercó hasta la mesita e intentó no hacer mucho ruido—Misha…—su corazón se encogió al escucharle llamarlo—Misha, me siento mal…—Tomó el libro brusquedad. Antes de poder girarse lo sintió tomar con debilidad su muñeca. Se hubiera soltado enseguida, pero al notar la temperatura soltó el libro. Y tocó su frente.

—Misha ¿Qué hago con Ariel?

—Alessandro…—Estaba ardiendo en fiebre, lo veía temblar. Ariel soltó todas sus cosas y buscó su móvil. Marcó a Lyosha. Tenía que contestar. No lo hizo a la primera, ni a la segunda. Ariel se estaba empezando a preocupar. La fiebre era muy alta. Corrió hasta la cocina sin dejar de llamar al halcón. Y llenó una de las cubetas con agua y regresó a la habitación. Fue hasta el baño y buscó una toalla que humedecer—Alessandro, resiste.

Puso uno de los paños mojados en su frente esperando que eso lograse bajar la fiebre. Estaba desesperándose cuando su celular empezó a sonar— ¿Eh? Mini Morellito. ¿Está todo bien? — La voz sonaba algo somnolienta.

—Lyosha, ¡¿Por qué no contestabas?! — Dijo sin poder evitar sonar desesperado— Algo le pasa a Morello. Tiene fiebre, no deja de temblar. Lyosha, ven por favor, no sé qué hacer.

— ¿Cuánto tiempo lleva con la fiebre?

—N-no sé, no sé— ¿Cómo le decía que ni siquiera había dormido allí? —. Ayer estaba bien. No sé, ahora está mal— No sabía por qué, pero sentía que aquello era su culpa.

— ¿Dónde están?

Ariel sabía que Alessandro no compartía sus muchas residencias con los halcones, pero esto era algo serio. Le dio la dirección lo mejor que podía e intentó orientarlo— Llego en quince minutos. Ponle paños fríos para que se le baje la fiebre. Tranquilízate ya llego.

Ariel colgó y miró a Alessandro que estaba empapado de sudor—Misha, no llames al abuelo, va a preocuparse— Ariel no sabía qué hacer. Intentaba recordar que demonios hacía su madre cuando se enfermaba—. Misha, no vas a dejarme ¿verdad?

Estaba delirando. Tenía que hacer algo. Siguió aplicándole paños húmedos—Misha ¿me voy a morir? — Ariel sintió como una lágrima cayó. ¿Por qué? ¿Por qué tenía el que seguir con esa tortura? —Misha…—Buscó su mano. Vio como abría los ojos pero lucía ausente.  Cerró sus ojos una vez más. Tenía la mano entrelazada con la de Alessandro a quien le costaba cada minuto respirar — Misha, me voy a morir ¿verdad?

Ariel ya no podía estar allí. Ahogó su sollozo—No, no te vas a morir. Vas a estar bien. Solo es fiebre— Sabía que no era la persona que Alessandro quería, pero ya no podía estar en silencio—. Tranquilo, yo te cuido…

— ¿Misha, me cantas nuestra canción para cuando estoy mal?

Cerró sus ojos con fuerza. La manera en que se lo dijo, la pureza, incluso la inocencia, le hacía creer que estaba ante un niño enfermo y no ante un asesino. Apartó las lágrimas casi con odio. De alguna manera, en esos momentos de delirio, Alessandro le podía escuchar y comprender— ¿Me recuerdas cual es?

— ¿Ya se te olvidó?

—Lo siento…

—Endless Love…

Justo allí, viendo a Alessandro en ese estado, deseó que él muriera. Quería que lo hiciera así él podría reunirse con Misha. Él nunca iba a poder competir por ese amor. Habían roto ya su espíritu. ¿Cómo competía un amor como ese? Un amor eterno. Se acercó a él. Y puso la cabeza de Alessandro sobre sus piernas y empezó a cantar. Sentía un nudo en su garganta que hacía que la canción sonara más un triste lamento más que una canción de amor. Veía como unas lágrimas caían en el rostro de su amor, uno que ya tenía dueño. Se sentía tan destrozado. ¿Qué había hecho mal? Porque entre todas las personas se había tenido que fijar en él.

Cuando terminó de cantar Alessandro estaba dormido. Veía como le costaba respirar, estaba ardiendo en fiebre. Incluso estaba temblando como si estuviera muriéndose de frío. Se sentía tan impotente. Siempre se iba a sentir así. Quería cambiarlo, pero siempre llegaba algo que le recordaba que solo era un estúpido niño, uno que no tenía oportunidad de ser feliz. Se inclinó y besó los labios de su ¿novio?— Perdóname por no ser Misha…—susurró con tristeza mientras acariciaba el rostro del otro—De seguro que el cantaba mejor que yo y te amaba más —No había otra manera de explicar porque no podía olvidarle. Quizás al final su amor no llegaba ni a los pies del que le dio Misha—. Alessandro, ya no puedo soportar un día más así. Ya no quiero amarte, ya no quiero ser la sombra. No puedo vivir sin ti, pero sé que tú si podrías hacerlo…

Alzó la mirada empapada de lágrimas. Y notó como Lyosha estaba en el umbral de la puerta. No sabía cuánto tiempo llevaba allí— Lamento la demora— caminó hasta su líder. Ariel se quitó de allí. Al poco tiempo Lamire entraba también—. Mierda, esto luce mal—Buscó entre su pequeño maletín y sacó el termómetro

No deja de temblar. Estaba delirando hace unos minutos.

Lyosha miró el termómetro sin poder evitar su expresión de preocupación— Tiene 41°C por eso delira. Lamire, ve por la camioneta. Hay que llevarlo al PS.

— ¿N-no es mejor llevarlo a un hospital?

—Créeme. En el PS está mejor que en un hospital— Tomó a Alessandro en sus brazos. Lyosha se veía aún más diminuto cargándolo—. Hay que darse prisa.

—Le avisaré a Dante. Yo llego después.

Lyosha le miró confundido, pero no dijo nada al respecto. Salió a toda prisa del apartamento. Ariel se quedó en un rincón llorando. No quería ir al PS, no quería ver como Alessandro moría para irse a reunir con Misha ni tampoco le hacía mucha ilusión la idea de que sobreviviera y verle vivir una vida miserable a su lado. No podía dejar a Alessandro. Por más que lo lastimara, el verlo en ese estado le había hecho comprender que no importaba cuanto sufriera, jamás  iba llegar a odiarlo suficiente como para dejarle.

Su celular le indicó que había recibido un mensaje. Lo abrió con cierto pesar: “El miércoles a las 7 pm pasa Morello por ti. Más vale que te comportes, sino tu hermano/a pagará.” Tiró con fuerza el celular contra la pared. Lo escuchó hacerse pedazos. No le importaba. Su vida iba a hacer un infierno permanente— ¿Por qué me dejaste solo, papá? —sollozó desesperado. Todo estaba tan mal, se sentía roto. Necesitaba a alguien. Su madre lo odiaba, su padre no podía ayudarle, tampoco Ethan. Alessandro ni siquiera lo amaba. Mapelli iba a hacer que se terminara suicidando al no ser tan fuerte como para soportar todo lo que se le venía encima.

Quería olvidarse de todo, aunque fuera por unos segundos. Alzó la mirada y notó una bolsa café al lado de la mesita de noche. Ya no pensaba bien. El dolor lo estaba matando por dentro. Sólo buscaba algo que lo aliviase unos segundos. Abrió la bolsa y confirmó lo que creía que había en ella. Había visto como se hacía miles de veces en los baños del PS. Esas personas lucían tan relajadas, sin preocupaciones, quería sentirse como ellas. Hizo una pequeña raya blanca sobre la mesita de noche. Algo que hacía feliz a las personas no podía ser tan malo. Imaginó la cara de su padre si lo encontrara en esos momentos. Sin embargo sabía que Civella no iba a despertar. Quizás no lo hiciera nunca. Lo había dejado solo en este infierno. Inhaló. La nariz le ardió al principio, pero no le importó porque en pocos momentos ya se había olvidado porque estaba llorando. Sintió su cuerpo ligero. Estaba feliz. Empezó a reír sin razón aparente. Sin embargo no comprendía por qué seguía llorando, pero no le importaba, ya nada le importaba realmente…

Notas finales:

¿Bueno? Qué puedo decir :B noc mejor no digo nada para que no me maten ok no xD gracias a todos por sus reviews! :D o.O capítulo que rompió record con el # de reviews recibidos :) gracias tambn a los que han agregado esta historia e Infierno de Ángeles a sus favoritos, también a aquellas personas que en Twitter no dejan de sacarme una sonrisa cuando veo que tienen como nombre a los personajes de esta historia :) y he aquí una imagen que me pasaron :) de como se imaginan a los personajes :D a mi me encanta jaja según veo la mayoría de los que la comentaron quedaron felices con Ethan xD así que si alguien se los imagina diferente no dude en dejarme una muestra ;)! 

https://p.twimg.com/AlQ8hsqCAAAM7yg.jpg:large

 

Así sin más actualizo el lunes con fortuna. El lunes tambn ya estarán respondidos todos sus reviews, lamento de verdad no haberlos podido contestar hasta ahora, pero mi asunto familiar me ha tomado más tiempo del que creí @.@ asi que ando aún en esas vueltas.

Gracias por su apoyo!! :D


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