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El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

Buenas, algo rápido vengo ahora xq muero del sueño vv' 12 horas en la U haciendo horas sociales no es de Dios xD ayer ha sido mi unico día libre desde que publique el jueves pasado y me lo pasé casi solo durmiendo así que por eso me disculpo la tardanza y por aun no tener las respuestas a todos sus reviews pero prometo hoy si trabajar en eso pero me he estado consumiendo vv' así sin más capítulo! :B!

Podía ver su propio aliento. Estaba temblando a causa del frío. No recordaba cuantos días llevaba encerrado allí. Desde que se había escapado para buscar a su madre y fue encontrado por los hombres de su padre lo habían tenido encerrado en ese lugar. No estaba seguro dónde estaban, pero estaba consciente que era el campo. Los primeros días entraba una mujer muy anciana para llevarle la comida. Al principio había querido dejar de comer como protesta por no dejarle salir, pero al final había terminado cediendo al hambre. Sentía que estaba cayendo en una trampa, pero al final no importaba.

Aquella mañana hacía más frio de lo habitual. Estaba envuelto en una finísima sábana que parecía más propia para el verano. Eran las diez de la mañana. Lo sabía porque a los lejos se escuchaban las campanas de una iglesia, las cuales a cada hora tocaban un número de campanadas acordes al tiempo. A lo lejos se escuchaban unos pasos que resonaban por el pasillo. De a poco fueron resonando con más fuerza hasta que se detuvieron frente a su puerta.

Aún era demasiado temprano para que le dieran el almuerzo. Escuchó la cerradura ceder. Vio a su padre. Se apegó contra la pared—Camina.

Su instinto le indicó que mejor hacía lo que aquel hombre le indicaba. Se apresuró a ponerse los zapatos y salió detrás de él quien ya iba bajando por las escaleras. Tuvo que correr para darle alcance. — ¿A dónde vamos?

—No hagas preguntas.

No le agradaba ese hombre. ¿Sería muy tarde para buscarse otro papá? O con su madre le bastaba. Nunca le había hecho falta nada. Su madre había sido muy buena con él. ¿Por qué hablaba de ella en tiempo pasado? — ¿Me llevará con mi mami?

Salieron a un enorme patio. Allí había otro niño mucho más alto que él, se parecían mucho. Sonrió esperanzado que iba a tener al fin un poco de compañía. Su padre se inclinó hasta él y le hablo al oído de manera que solo él podía escucharle — ¿Quieres saber dónde está tu madre? —  Asintió —Bien tienes que ganarle a ese niño. Si demuestras ser más fuerte que él entonces te llevaré a verla.

— ¿Cómo lo hago?

—Pelea con él.

Sus ojos se abrieron llenos de sorpresa —Mamá dice que pelear es malo.

— ¿Quieres verla o no?

Miró el suelo. Su mamá nunca le había alentado a que peleara con otros niños. Le decía que estaba mal y eso no era bueno para niños como él. Sintió como lo empujaba más cerca del otro niño — Te advierto que él va a pelear quieras o no.

Al principio creyó que le estaba mintiendo, pero al ver al otro niño caminando hacia él decidido comprendió que no iba a tener otro remedio —¡Pelea! — Le gritó el niño. Tenía voz más ronca que la suya. Se negó, pero recibió un puñetazo en la mejilla — ¡Te dije que pelearas!

—No…

Se puso de pie, pero un nuevo golpe lo volvió a tumbar. Antes que pudiera ponerse de pie se le lanzó encima. Sentía como le pegaba en la cara, en la cabeza, en todo su cuerpo. Él solo intentaba protegerse, pero al final algo pasó.

—Perdón, mami… —susurró antes de devolverle un golpe. Con tanta fuerza que tumbó al otro niño. Antes que pudiera saber que estaba haciendo, se le lanzó al otro niño. Le pegaba con fuerza. Que sentía algo caliente subirle por la garganta. Sentía rabia. Enojo. Escuchaba al otro gritar y más cuando le hundió las uñas en el rostro.

— ¡Basta! ¡Basta! ¡Me rindo!

No podía parar. Seguía pegándole. Tenía lágrimas en sus ojos, pero no podía parar incluso cuando él no quería pegarle más. Sintió como lo tomaban de la  parte de atrás de la camisa. Y lo lanzaban con fuerza contra lejos de allí. Temblaba, pero no de frío. Aún estaba furioso, sentía su corazón palpitarle en los oídos.

Vio a su padre pegarle al otro niño — Deberías sentirte avergonzado que alguien más pequeño que tú te gane. ¿Y qué es eso de rendirse? ¡¿Acaso no eres hombre?! ¡Te he dicho mil veces que la muerte es preferible antes de rendirse!

Parecía que quería echarse a llorar, pero sabía que le pegaría por hacerlo — Lo siento, señor.

—Te quedas sin cena esta noche. Y ya sabes que perdiste todos tus derechos. Ahora eres el segundón. Esperaba mucho más de ti.

Le dio la espalda y empezó a caminar hasta la entrada. Sus ojos repararon en su otro hijo — Tú. Levántate. Para que lo sepas, acabas de pelear contra tu hermano — dijo deteniéndose unos segundos al lado del pequeño. Lo vio mirarle asustado — Después del almuerzo te llevaré a ver a tu madre. Como sabes cumplo mi palabra.

Los dejó a solas. Él miraba asustado a su hermano mayor. Su mamá jamás le había dicho que tenía uno. Solo le había explicado que papá tomó lo que era suyo y se fue. Quizás su hermano era más de su padre que de su madre — Lo siento, yo no sabía que tú…

— ¡Cállate! ¡No me hables! — Le gritó furioso.

—¡¿Sabes todos los problemas que me has ocasionado?!

—L-lo siento. Yo no quise pelear, por favor, perdóname. Somos hermanos debemos querernos.

 — ¡No es cierto! ¡Tú no puedes ser mi hermano! ¡Te odio! — Así sin más le dejó solo en ese enorme patio. Miro sus manos que aún tenía sangre de su propio hermano. Empezó a llorar. No quería estar allí.

***

— ¿Se pondrá bien?

—Lo preguntas como si fuera un doctor mediocre, Dante.

—No, no es eso, es que estoy preocupado.

—Todos lo estamos, pero se pondrá bien. Eso no es lo que me preocupa en esos momentos.

— ¿Entonces?

—Que Morello se ponga bien o no va a depender mucho de él. Y por lo que vi al entrar al apartamento las cosas con Ariel no andan bien. ¿O me equivoco?

—No, no lo haces.

—Me preocupa su salud. Esa fiebre que le dio no es de la noche a la mañana. No sé desde cuando las cosas deben andar mal entre ellos, pero si mini Civellita no se dio cuenta de su estado es porque los problemas vienen de largo.

— ¿Es decir que Morello está mal desde hace días?

Lyosha le miró con seriedad y asintió— Es un necio. Nunca dice que se siente mal, como si fuéramos a pensar que es débil por enfermarse. Ahora que él y Mini Civellita viven juntos pensé que lo notaría. Él no está bien desde hace días y la fiebre solo fue el golpe final.

Ariel escuchaba todo desde el rellano del pasillo— Solo queda esperar que las cosas entre ellos mejoren. Sino…

—Si no lo hacen entonces vamos a tener muchos problemas. Esperamos un cargamento muy importante, el más importante hasta ahora y si Morello tiene problemas con Mini Civellita entonces nosotros estamos perdidos. Sabes bien cómo actuaba los días que habían cortado. En estos momentos no nos podemos dar el lujo que vuelva a ese estado, sino todos estaremos perdidos porque dependemos que él haga un buen plan.

Se alejó de allí. No quería seguir escuchando. ¿Es que todo lo que hacía tenía que tener una consecuencia negativa en los que lo rodeaban? Entró en donde estaba la especie de clínica de los halcones. Lamire estaba en ella. Sonrió al verle. Ariel no dijo nada— Está mejor. Lyosha tuvo que inyectarle y no sé que más le hizo, pero está mucho mejor ahora. Pronto despertará.

Ariel no apartó la vista de Lamire. La vida de él, de Lyosha e incluso la de Lupo dependían hasta cierto punto de su relación con Alessandro. No podía ser tan egoísta e ignorar eso. Había llegado al PS con la resolución de dejarlo de una vez. Lo amaba, pero le había quedado más que claro que Alessandro jamás lo iba a amar a él. Y sin embargo cuando escuchó la conversación de Dante con Lyosha supo que tenía que resistir. De alguna manera él tenía que resistir a la idea de ser solo un reemplazo. Al menos solo un poco más— ¿Estás bien, Ariel?

No, le dolía el desamor— Estoy vivo. Supongo que eso es lo único que importa— Valía más vivo que muerto, pero cuanto deseaba estarlo en esos momentos.

***

Ethan abrió sus ojos con lentitud. Le costó acostumbrarse a la luz de la habitación. Miró a un lado y notó como Lupo estaba profundamente dormido en el sillón que había en la habitación. Sonrió a su pesar. La puerta se abrió y entró una enfermera. También notó a Lupo— Su padre no ha querido dejarlo solo en ningún momento— explicó con una sonrisa. Ethan no comprendió un primer momento, pero luego supo que se refería a quien dormía en la habitación—. ¿Cómo se siente este día?

—Mejor, aunque me duele bastante la cabeza.

—Es normal. No se preocupe le voy a dar un calmante.

— ¿Cuánto tiempo voy a tener que estar aquí?

—Dependerá de su evolución. Aunque en teoría tendría que estar bien en unas seis u ocho semanas.

— ¿Tanto tiempo?

—Si hubiera sido una simple apendicitis hubiera sido menos tiempo, pero ya que fue provocado por una herida de bala pasará más tiempo para que sane interna y externamente— No dijo nada al respecto—. Listo. Dentro de poco no debería sentir ningún dolor, le he aplicado un calmante intravenoso.

—Gracias, es muy amable.

—Es mi trabajo. Además aunque no lo fuera su padre nos obligaría a todos a tratarlo como un rey.

Ethan le miró algo avergonzado ¿Qué tanto los había amenazado Lupo? —Discúlpelo. Se pone un tanto paranoico.

—No se preocupe. De vez en cuando es bueno ver como hay padres que se preocupan así por sus hijos. Tiene suerte de tener a uno como él.

—Sí…

La enfermera salió de la habitación prometiendo volver más tarde. ¿Cómo le decía que Lupo era solo un amigo? Sus pensamientos se estaban dirigiendo hacia aguas peligrosas cuando vio que su amigo se despertaba. Se quedó unos segundos algo desorientado, por lo que Ethan sonrió. Quizás eso ayudó a despertarlo por completo—Ethan— Se puso de pie y fue a su lado— ¿Cómo te sientes?

—Bien. La enfermera se fue hace poco y me puso un calmante por me dolía un poco la cabeza. Estoy bien.

— ¿Seguro?

—Sí. No te preocupes— sonrió para no preocuparle—. Ahora que lo recuerdo ¿así que ahora somos familia? — Lupo le miró pálido— ¿Estás bien?

— ¿Cómo es eso que somos familia?

Parecía que le iba a dar un ataque de nervios en ese momento—La enfermera dijo que eras mi padre— Ethan no comprendió porqué de repente Lupo sonreía más tranquilo.

—Algo tenía que inventarme para que me dejaran quedarme contigo. Espero que no te moleste.

—Lo único que me molesta es que no lo seas…

Lupo le miró sorprendido. Ethan  algo apenado— Pero soy un asesino…

—También yo— dijo con tristeza. Lupo no supo bien que hacer—. Y aún así daría todo porque tú fueras mi padre.

Sintió un nudo en su garganta. Llevó una mano a los cabellos azabaches y los acarició con cuidado— Yo también daría todo por tenerte como hijo, Ethan— No tenía idea de todo lo que daría con tal de ser su padre. Quería al chico como si fuera su propio hijo.

— ¿De verdad?

—Cualquiera estaría orgulloso de ser tu padre. Y yo me siento halagado que quieras que sea yo.

—No podría pensar en nadie más.

Lupo no podía recordar ningún momento en que se sintiera tan feliz y tan triste al mismo tiempo. Él daría todo por ser el padre de Ethan. Odiaba que Mapelli también hubiera ganado ese derecho.

— ¿Lupo me abrazas? — Pidió algo apenado, pero quería creer que de alguna manera él y el halcón podían ser familia. Reclinó la cama y con cierto cuidado se inclinó al halcón quien le rodeó con delicadeza. Se aferró a los brazos de Lupo y respiró hondo. Se dejó envolver por esa cálida sensación de ser querido. Le gustaba ser querido por Lupo.

—No te acostumbres ¿eh?

Ethan sonrió a su pesar. Y hundió su rostro en el pecho del otro. Así estuvo largo rato, hasta que la posición le empezó a dolerle. Luego de un rato se percató en algo importante— ¿Y Ari y Dante?

Aquello  sacó a Lupo de sus pensamientos— Fueron al PS, regresarán pronto.

— ¿También Dante? — Aquello no era muy normal— ¿Pasó algo?

Sopesó en decirle, pero al final prefirió decírselo para evitar que se preocupara— Morello está enfermo, así que fueron a ver como seguía. No te preocupes, Lyosha lo está cuidando.

 “Dante siempre va a preferir a Morello antes que a ti” intentó no pensar en eso. No podía ser egoísta. Alessandro era amigo de Dante desde hace años, era normal que se preocupara por él, así como él lo hacía con Ariel.

— ¿Se va a poner bien? ¿Es grave?

—No te preocupes. Lyosha me mandó un mensaje hace una hora y dijo que se pondría bien.

—Que bueno—No quería que Ariel sufriera más. Ya tenía muchos problemas como para agregarle algo que se relacionara con Morello. Miró unos segundos al halcón—. Lupo— Tenía miedo de preguntar, pero tenía que saberlo— ¿Es verdad? — Parecía que ya sabía que iba a preguntarle— ¿Yo maté al hijo del señor Shiheflit? — No decía nada. Sus labios temblaron antes de volver a preguntarle y agregar: — Lupo, necesito saberlo…

***

Sus manos acariciaban aquel rostro que solo dormido parecía estar en paz. Lo sentía tan cerca de él, pero cuando despertaba la distancia se hacía más grande entre ellos. Ya no había signos de fiebre, pero tenía que guardar reposo. Vio como iba despertando. Una parte de él quería que durmiera para siempre, así era más fácil amarlo. Tomó el poco valor que tenía para que lo encontrara con una sonrisa y no con el rostro lleno de tristeza.

Lucía un tanto desorientado, pero cuando lo miró parecía que el desconcierto era mayor. Estiró la mano para tocarle. Ariel apoyó su mejilla contra la mano de este—Nos preocupaste a todos.

Alessandro no podía creer que en verdad estuviera allí junto a él— Ariel, yo…

Lo besó. No quería excusas que luego no valían nada. Quería que no hablara nunca. Sintió el pecho dolerle porque por primera vez  le dolía besarle, cerró sus ojos con fuerza. Y acarició el rostro de su amado—Descansa. Eres un tonto. Debiste decirme que te sentías mal desde hace días. Casi te mueres y me dejas aquí solo— Su expresión se volvió amarga—. ¿Cómo esperas que viva sin ti? No seas tan egoísta, si te vas a morir por lo menos llévame contigo.

—No quería preocuparte.

— ¿Sabes cómo vas a conseguirlo? — Se esforzaba por sonreír, pero no podía de dejar de pensar cuánto tiempo pasaría para que recordara a Misha—. Diciéndome cuando te sientas mal y me ahorres esos sustos de muerte.

—Ariel, tenemos que hablar…

Negó intentando por mantener esa expresión serena. Le besó una vez más—No hay nada que hablar. Te amo, siempre voy a amarte. Eres el amor de mi vida. Perdóname por pelear contigo.

—Ariel, escúchame, por favor…

—Tranquilo. Descansa, luego hablaremos todo lo que quieras— Besó su frente y por suerte en ese momento entró Lyosha—. Justo iba a buscarte. Ya despertó. Yo los dejaré a solas para que lo revises bien—Sonrió a Alessandro y apretó su mano cariñosamente antes de salir. Apenas lo hizo se apoyó contra la pared. Y se dejó deslizar hasta quedar en el suelo. Cuando se percató que Dante lo observaba ya era demasiado tarde para disimular su estado de ánimo.

Este fue a su lado— ¿Necesitas hablar?

—No te ofendas, pero creo que no eres la persona indicada para que hable de mis problemas.

— ¿Es porque soy su mejor amigo? — Ariel no quería decírselo en esas palabras, pero al parecer fue pillado— Puedo ser muy amigo de Morello— Nunca lo llamaba por su nombre en el PS—. Aunque eso no significa que no vea los errores que tiene. Lo que sea que me digas no iré de chismoso a decírselo. Ethan no se encuentra muy bien en estos momentos como para ayudarte, así que si necesitas hablar alguna vez ya sabes que puedes buscarme.

—Necesito hablar con alguien—admitió a su pesar—. No aquí—le indicó con la mirada la puerta detrás de la que se encontraba Alessandro—. Quizás en otro momento.

—En el restaurante podría ser un buen lugar. Antes o después de tu turno.

Ariel sonrió un poco—Lamento no haber empezado ahora…

—Yo no. Estás a su lado y él te necesita más en estos momentos— Sabía que lo necesitaba—. Pero comprendo que tú también necesitas de alguien— Lo comprendía más de lo que imaginaba. Si había alguien quien comprendía a plenitud como Ariel se sentía ese era Dante—. Quiero ayudarte. No estás solo.

—Gracias. Es bueno saberlo…

***

Ethan miraba a Lupo quien no sabía qué responderle—Por favor, dime la verdad…

—Ethan, yo no estaba allí.

—Sé que sabes la verdad. ¿Fui yo? ¿Yo lo maté?

—Sí…

Tenía expresión acongojada. Ethan no reaccionó en un primer momento. Solo se quedó mirando a Lupo, no pudo evitar pensar que era hasta cierto punto parecido con Mapelli, pero a la vez tan diferente. Los ojos grises de su padre habían brillado llenos de maldad al decirle que había asesinado a Matías, mientras que los de Lupo parecía que le dolía casi tanto como a él el decirle eso.

—Ethan, no fue tu culpa. Tú solo querías proteger a las personas que te importaban.

Hundió su rostro entre sus manos—Pero eso no justifica que yo…

—Fue un accidente. Sé que no lo hiciste con intención. Todos lo sabemos. No pensabas, nadie podría juzgarte por como reaccionaste en una situación como esa. Cualquier persona habría hecho lo mismo.

—Yo no soy cualquier persona, Lupo— susurró con voz acongojada—. ¿No lo ves? Ahora soy igual a él.

—No, no digas eso. Jamás vas a hacer como él. Te conozco lo suficiente como para saber que tú eres más fuerte.

—Solo quería una vida normal. Ahora no sé qué va a pasar.

—Nada malo va a pasarte, Ethan— Este alzó la mirada confundido.

—Señor Shiheflit…

No podía creer que en verdad estuviera allí. Samuel Shiheflit traía un pequeño ramo de flores, parecía que hubiera envejecido al menos diez años desde la última vez que lo vio. Lucía tan triste, sus ojos estaban carentes de ese brillo y amor por la vida—Nada va a pasarte. No te preocupes—Miró a Lupo quien se había erguido y estudiaba bien sus acciones—. Sé que no debería recibir visitas este día, pero… ¿Podría hablar con el chico?

Este vaciló unos segundos—Mientras yo esté presente. Está delicado de salud. No voy a interrumpir a no ser que sea necesario.

Samuel accedió. No estaba en posición de negociar nada. Lupo se sentó en el sofá y pretendió que leía una de esas revistas médicas, pero tenía los ojos bien puestos en aquel hombre. Ethan no sabía qué hacer. Jamás pensó que tendría que enfrentarse a Samuel Shiheflit, quien avanzó hasta sentarse a la orilla de la cama— ¿Cómo te sientes?

¿Qué hacer? Quería buscar las palabras adecuadas, pero sabía que no las iba a encontrar nunca—Yo no quería…

Samuel alzó la mano indicándole que no siguiera hablando. Sonrió un poco, con cierta tristeza— Creo que el golpe en la cabeza si fue bastante fuerte, porque te he preguntado cómo te sentías—Ethan bajó la mirada y apretó con fuerza las sábanas—. Si no deseas que esté aquí, puedes decírmelo. Estás en tu derecho de recibir visitas que solo sean gratas.

—Yo quiero que esté aquí, pero no sé qué decir…

—Ni yo. Por primera vez en más de cincuenta años no tengo idea qué decir, Ethan. Sabes bien qué para nuestra carrera se nos prepara para tener una respuesta para cada situación. Ahora intento recordar todo lo que he aprendido a lo largo de los años y sigo sin saber qué decir. Así porqué no me ayudas un poco y me dices como te sientes.

Sonrió un poco, pero no se atrevía a mirarle a los ojos—Bien, me pusieron un calmante hace poco porque la cabeza me dolía demás.

—Me imagino. De pequeño mi mejor amigo por estar jugando conmigo terminó por tirarme de la bici y me di un buen golpe en la cabeza, tuvieron que darme cinco puntos y esta no dejó de molestarme por casi una semana. Así que comprendo un poco que ese dolor es una molestia—En verdad por primera vez no tenía idea que decir, así que se lo dejaba a la espontaneidad—. Recuerdo que Ryan, así se llamaba mi amigo, llegó al hospital pálido. Casi se desmaya al saber que tuvieron que coserme la cabeza. Estuvo llorando que le pidiera disculpas y me llevó un ramo de flores muy parecido a estas—Ethan alzó la mirada al notar como ponía las flores en sus manos—. Aunque me temo que las lágrimas si te las voy a deber, creo que me quedado seco, pero aún así espero que puedas perdonarme, Ethan.

Su labio tembló. Sentía un escalofrío invadirle y luego ese nudo en su garganta—Señor Shiheflit, soy yo quien debería pedirle disculpas— Intentó calmarse, pero ya empezaba a sentir como su corazón iba latiendo demás, y eso se reflejaba en el monitor cardiaco—. Yo…por mí…fui yo…—quería decir algo coherente, pero la muerte nunca iba a tener coherencia para los que estaban vivos—. Si yo no…

Samuel puso una mano sobre su cabeza. Ethan le miró intentando contener las lágrimas—Si tu no hubieras estado allí no solo yo hubiera muerto, sino que también Dante. Y después muchas personas más.

—Yo no sabía que era Matías.

Samuel sintió una punzada de dolor al escuchar el nombre de su difunto hijo— Ethan, hay algo que quiero preguntarte, lo he estado pensando mucho y necesito que seas sincero conmigo—Lupo ya ni siquiera pretendía que estaba leyendo. Tenía los ojos bien puestos en Samuel. Si llegaba a hacer algo que pusiera mal a su sobrino iba a asesinarlo, traía unas ganas de hacerlo desde hace días—. Tú sabías que Matías no andaba en buenos pasos ¿verdad? Por eso fuiste a buscarme a la compañía ¿O me equivoco?

Intentaba contener sus lágrimas. Sabía que Samuel tenía derecho a saberlo—Al principio tenía mis dudas, pero ese día que fui a buscarle ya lo tenía claro, sabía que Matías iba a…—No pudo seguir hablando. No podía de dejar de pensar en la muerte de Matías Shiheflit, una muerte que él había provocado—. Intenté llamarle para advertirle, pero nadie respondió. No confiaba en la policía, solo en el oficial Erbil, pero tampoco llegó.

—El oficial John Erbil me dijo que hubo una especie de tiroteo donde tú vivías, recibieron la llamada poco después que tú hablaras con él, por eso no fue de inmediato donde nosotros. Creyó que estabas herido o algo. ¿Los tipos del apartamento eran los mismos que luego fueron por nosotros? — Ethan asintió solo con gestos. No podía mirar al hombre que tenía enfrente— Que bueno que lograste escapar de ellos. Aún no comprendo cómo sacaste el valor para irme a avisar.

—Era lo correcto, señor Shiheflit…

—Entonces quiero que pienses que lo que pasó allá, también fue lo correcto— Ethan le miró sin poder comprender a lo que se refería—. Tú no tuviste la culpa de nada, Ethan. Yo no te juzgo. Si hay alguien que tiene ese derecho eres tú. Mira todo lo que has pasado por mi culpa, si hubiera sido un mejor padre te hubiera ahorrado todo esto, lo que tú hiciste allá fue  consecuencia de no fijarme que estaba perdiendo a mi hijo.

—Usted fue un buen padre. Las decisiones de Matías no tuvieron que ver con usted. Lo conozco hace poco, pero pondría mis manos al fuego asegurando que usted fue un buen padre y es un buen esposo.

— ¿En verdad lo crees?

—Nunca lo he dudado. Usted es muy bueno. Solo que hay veces que las situaciones se nos escapan de las manos y superan nuestro entendimiento.

Samuel sonrió de una manera muy curiosa. Era triste, pero a la vez se notaba cierta chispa de orgullo en ella— Sabes, eres muy bueno aconsejando a las personas— Ethan sonrió a su pesar—. Aunque tienes un pequeño defecto, que se puede solucionar si tú quieres— Al notar que no comprendía sonrió más—. Tu defecto que es no sigues tus propios consejos. Tu mismo lo has dicho y eso aplica para ti también. Tú eres bueno. Una persona de un gran corazón y lo que pasó allá se escapó de nuestras manos. No te niego que aún no me hago a la idea que no voy a volver a ver a mi hijo—La voz de Samuel sonó cortada—. Y sin embargo tengo que hacerme a la idea porque lo que pasó allá supera nuestro entendimiento.

—Sé que un lo siento no va a solucionar nada, pero de verdad me siento muy mal por lo que hice, señor Shiheflit, por favor perdóneme…—Samuel lo abrazó. Ethan apoyó su rostro en el hombro de aquel hombre. Sufría pequeños espasmos intentando controlar su llanto, que no pudo más—. No sé porqué lo hice. Yo solo quería que usted y Dante estuvieran a salvo, pero nunca quise matar a nadie.

—Lo sé, Ethan. Cálmate. Aún estás delicado. Ahora solo preocúpate por mejorarte.

— ¿No me odia?

—Jamás podría odiarte. Perdóname si en algún momento pensaste en eso al no verme aquí, pero ayer fue el entierro y no quería dejar sola a mi esposa. Por eso vine hasta ahora— Ethan se quedó abrazado a Samuel llorando hasta que el cansancio lo venció. Aún estaba débil. Samuel lo acostó con delicadeza y luego le indicó a Lupo a señas si podían salir.

El halcón no muy convencido siguió al hombre. Cerró la puerta detrás de él. Samuel Shiheflit le miraba sin saber bien qué decir— Yo lamento haber venido de improvisto.

—Él esperaba que lo perdonara. Está muy alterado con la noticia.

—No es para menos.

Lupo no era muy bueno conversando. De hecho charlar era lo que menos hacía. En general los demás eran los que le escuchaban mientras les apuntaba con un arma. Así que no había desarrollado bien sus habilidades de conversación. Metió sus manos en los bolsillos del pantalón— Yo lamento su pérdida— Samuel no había abierto la boca y por lógica era su turno de decir algo más o menos coherente.

—Se lo agradezco. Y también que se preocupe por Ethan. Él es un buen chico que no ha tenido una infancia y adolescencia feliz. Lo sé cuando lo miro a los ojos. Me tranquiliza saber que tiene un buen modelo que seguir.

—Espero que esté hablando de usted—No bromeaba. Lupo estaba consciente que era poco lo que en verdad podía enseñarle a Ethan y que le sería útil en el mundo normal.

Samuel sonrió— Hablo de usted. El chico lo quiere mucho. Siempre me cuenta que ha sido un gran apoyo en su vida. Él lo admira muchísimo. Siempre habla de usted con gran respeto y agradecimiento.

—Pues también hace lo mismo de usted.

—Porque trabaja para mí y compartimos el amor por la psicología. Es normal que hable de mí, pero cuando alguien habla de otra persona donde no hay mucho en común. Espero me perdone el atrevimiento de decirlo, pero por lo que me cuenta Ethan no hay mucho en común entre ustedes— Lupo le permitió que siguiera sacando esas conjeturas, porque la verdad nada bueno los unía—. Y sin embargo no deja de hablar de usted, eso es prueba de que en verdad le admira y le aprecia.

¿Y ahora qué decía? No sabía que el chico hablara tanto de él. Ni él mismo hablaba mucho de sí. Aunque sentía cierta alegría y orgullo de saber que Ethan gustaba de su compañía, siempre pensaba que lo forzaba un poco. Tenía esa clase de pensamientos porque pocos habían sido sus amigos a lo largo de su vida— Lamento si le aburre.

—En absoluto. Me siento tranquilo que Ethan tenga la compañía de alguien como usted que se preocupa por él.

Esa conversación estaba dando círculos. Algo que Lupo nunca había soportado. Siempre iba directo al grano. Y esta vez no va a hacer la diferencia— ¿Qué va a pasar con Ethan ahora?

Samuel sonrió—No me equivoqué con respecto a usted. Se notaba que era de los que no se andaban con rodeos—No le gustaba hablar con los psicólogos por eso. Sentía que era una especie de conejillo de indias y que cada palabra que decía podía tener un doble significado—. No se preocupe por Ethan. Si no había venido también fue porque quería solucionar todo con él. Mi abogado ya se ha encargado de todo y el chico está absuelto de cargos. Nadie podía juzgarlo debido a las circunstancias y menos después que salió herido. La policía insistía en hacer un interrogatorio puesto que las personas implicadas eran buscadas desde hace meses, pero dado el estado de salud de Ethan logramos que fuera cancelado—Lupo no dijo nada en un primer momento—. ¿Sorprendido?

—Para ser sinceros, sí. Es decir, solo han pasado tres días desde el percance. Debe tener gente muy competente a su servicio.

—La verdad después de que ingresaron a Ethan a la sala de operaciones y el oficial Erbil me indicó las implicaciones que podía tener todo esto se lo encomendé a mi gente. Saben que no me gusta una respuesta negativa cuando tengo la razón.

—Entonces fue antes que supiera que su hijo había estado implicado.

Samuel lució triste. Sin embargo tenía que empezar a asimilar la noticia y muy en el fondo agradecía que el hombre que estaba frente a él no se contuviera en expresar sus sentimientos como la mayoría de sus conocidos— Sí. Y aunque lo hubiera descubierto antes eso no hubiera cambiado mi decisión— Se sentía débil. Apenas había pegado ojo. No habían querido hacer mucho escándalo con la muerte de su hijo. Lo velaron suplicando a Dios porque tuviera piedad de su alma, pero estaba consciente que si él no se había arrepentido de sus actos poco había que hacer, pero él no perdía la fe de encontrarse con su hijo en la otra vida. El entierro había sido privado y apenas podía creer que en verdad estuviera muerto.

—Lamento su pérdida. No me imagino por lo que debe estar pasando. Sin embargo no debe culparse por lo que pasó. Ethan me hablaba de usted y sé que las decisiones de su hijo no fueron influenciadas por su trato. No debería guardar remordimientos porque usted dio lo mejor de sí para criar a su hijo. El trabajo de un padre es aconsejar, no influir. Usted lo aconsejó correctamente, pero tiene que comprender que jamás podría haber decidido por él, si lo hubiera hecho entonces no hubiera sido un buen padre.

Samuel le miró sorprendido— ¿Tiene hijos, señor…?

—Puede llamarme Lupo. Así me dicen todos. Y no, no tengo— Pero la experiencia con su padre era suficiente como para comprender que su éste no fue eso, fue más un carcelero o un dictador, uno que nunca le dio ningún consejo, ni un buen trato, que decidió por él desde pequeño y al estar acostumbrado a ese trato no se dio cuenta que él también pudo haber elegido una vida diferente, pero ya era tarde para eso—. Pero a medida pasan los años adquieres experiencia en la vida y todo tipo de situaciones—En especial con la vida que él llevaba.

—Usted es joven aún, pero a veces la edad no tiene que ver con las situaciones a las que se tiene que enfrentar ¿verdad? — Lupo solo hizo un gesto con la cabeza—. Quería consultarle una última cosa, preferí hacerlo con usted primero antes de decírselo a Ethan.

Lupo no sabía bien como sentirse ante todas las palabras de Samuel Shiheflit. Una parte de él sospechaba que ya se había dado cuenta que los unía algo más que una simple amistad, pero con un poco de suerte sus pensamientos se iban a desviar ante las retorcidas ideas que habían tenido todos sobre que lo que sentía por Ethan era amor de pareja o algo así. Había preferido que todos pensaran eso antes de que averiguaran su parentesco.

—Aún me preocupa Ethan. En el aspecto psicológico. Esto solo puede terminar de desestabilizarlo. Y si le parece bien, me gustaría venir a hablar con él por lo menos tres veces por semana mientras le den de alta.

—Es Ethan quien debe elegir. Por mi parte no presento ninguna queja ante la idea— En realidad se sentía agradecido por no tener que lidiar con esas situaciones. Él no era bueno consolando a las personas y menos a alguien porque mató a otro. En realidad estaba acostumbrado a felicitar, en su mente, por un trabajo bien hecho—. ¿Y tiene experiencia lidiando con casos como este? — Tampoco iba dejar que experimentara con su sobrino.

—  En realidad esa fue mi tesis de graduación. Trabajé con varios soldados retirados el aspecto post traumático de los encuentros bélicos. Así que hablamos mucho de muerte y esas cosas. Así que creo que puedo manejarlo.

Lupo también lo esperaba— De acuerdo. Lo mejor será que usted se lo proponga antes de que haga grandes planes.

—Por supuesto. Me retiro. Lamento haberle robado su tiempo.

—Descuide. Buenas tardes.

Ambos se dispusieron a separarse cuando Shiheflit agregó: —Y señor Lupo— Alzó una ceja al escuchar el “señor”, pero volteó—. Muchas gracias por sus palabras.

—De nada— dijo no muy convencido de cuales palabras se refería—. Y solo Lupo. El señor me hace sentir viejo y como usted dijo aún soy joven—Samuel sonrió. Ahora comprendía a que se refería Ethan con el extraño humor de Lupo. Se despidió con un elegante ademán y salió de allí. El halcón se quedó mirándole hasta que entró al ascensor—. Raro…— murmuró antes de entrar de nuevo a la habitación.

***

Lo veía comer. Últimamente su grado de embrutecimiento había alcanzado límites insospechados que hasta se quedaba embobado por verlo masticar. Incluso sabía cuántas veces lo hacía antes de tragar— ¿No tienes hambre, cariño?

Lamire salió de su estado de idiotez—No, digo sí. Tranquilo, ya comeré.

— ¿Estás bien? Te noto distraído.

—Estoy preocupado por Morello— Mintió a medias.

—No te preocupes está con Dante y con Ariel.

—Oye Lyosha…— ¿Debería decírselo? Él no hablaba mucho de esas cosas. Para ser sinceros no hablaba mucho de casi nada.

— ¿Dime?

—No, no es apropiado.

Lyosha sonrió divertido al escucharlo hablar de esa manera. Apoyó su rostro en sus manos— Anda, dime. Creía que éramos amigos y nos podíamos decir todo.

—Tú nunca me dices la mayor cosa a mí.

Pareció recapacitar su respuesta— Me gusta cómo te queda el color azul en las camisas te ves lindo. Odio como se te ve el amarillo te ves demasiado pálido. El rojo te hace ver sexy. Listo ya dije algo. Tu turno.

Lamire sentía que su corazón se le iba a salir en esos momentos y más la manera en que Lyosha le miraba expectante. Bajó su mirada— No quiero incomodarte con mi comentario.

— ¿Qué pasa? ¿No me digas que estoy más gordo?

—No, no es eso— Quería decirle que él siempre lucía muy bien, pero no era tan abierto como el español—. Es que me preocupa que sigas viendo a Di Ferrer—Silencio. Del incómodo.  ¿Lo había enojado? —. Digo, sé que es tu vida y puedes juntarte con quien quieras, pero siempre que lo ves terminas, no sé, triste y no me gusta verte así porque no puedo hacer nada para animarte. No digo que no vuelvas a hablarle, pero creí que se darían un espacio por lo sano. No es que sea paranoico pero es que ahorita que estuviste hablando con él luces más apagado y yo…—Se perdió en esos hermosos ojos color miel—…y yo ya mejor me callo porque no es correcto que te diga estas cosas.

Lyosha no sabía bien qué decir. No porque le hubiera molestado el comentario, sino por el hecho de ser Lamire quien se lo dijera. ¿Tan evidente era? No es que pudiera borrarse a Dante de la noche a la mañana y menos cuando creyó que las cenizas volverían a arder—Lamire…

La puerta se abrió. Y por su expresión supo que había escuchado todo. ¡¿Es que todos tenían que escuchar las conversaciones ajenas?! — Perdón. Lyosha ¿crees que podrías darnos una mano con Morello? Está necio que quiere irse a casa.

El español suspiró un poco. Mientras se ponía de pie— Hablamos luego, cariño. El deber llama— Salió de allí casi arrastrando los pies. Dante lo miró sin poder sentirse culpable. Cuando lo vio entrar a la otra habitación cerró la puerta tras de sí y fue a sentarse frente a Lamire quien le miraba extrañado—. Sabes, Lyosha no es de los que ven lo obvio.

— ¿Qué quieres decir?

Dante sonrió un poco. Y se inclinó un poco sobre la mesa— Digo que si en verdad te gusta tienes solo dos opciones: O le dices sin rodeos que te trae loco o te acuestas con él mínimo una docena de veces y rezas porque sienta lo mismo que tú.

Lamire frunció el ceño—No sé de qué hablas.

Reprimió una pequeña risa— De acuerdo. Aún no estás listo. Solo recuerda lo que digo. Lyosha tiene ese defecto que no comprende bien cuando la gente lo quiere solo para un rato o para toda la vida. Y tú se nota que eres de los segundos. Suerte— Le dio una pequeña palmadita en el hombro y salió de allí.

Lamire dejó que su cabeza se diera de lleno contra la mesa—Creo que en verdad me gusta Lyosha…

***

Ariel intentaba hacerlo entrar en razón, pero era inútil.

—Ya estoy bien. Además odio estar aquí. No me estoy muriendo.

— ¡Pero casi lo haces!

—Casi, pero yo nunca muero. Soy demasiado joven y sexy para hacerlo. Ya no seas paranoico. Déjame que nos vayamos a casa.

La verdad no se atrevía a quedarse solo en casa con Alessandro. Lyosha lo examinaba de cerca. Esperaba que la suerte estuviera de su lado— Bien. Puedes irte. No noto nada malo. Sin embargo te voy a aplicar otra dosis antes que te vayas por si las dudas y llegaré a las seis a inyectarte. Terminaremos con una última dosis a las seis de la tarde. Si me obedeces y te quedas en la casa comiendo lo que te voy a indicar, descansas y no haces más que dormir, ver tele y esas cosas que la gente hace cuando está enferma podrás volver al trabajo el miércoles, pero claro que nada arriesgado.

Alessandro bufó molesto. Odiaba que le dijeran que hacer— De acuerdo.

Lyosha sonrió. Buscó una jeringa y el medicamento— Y ahora con el permiso de tu novio necesito verte el culo.

Ariel sonrió a su pesar. Cada día confirmaba que Lyosha siempre iba a ser capaz de sacarle una sonrisa incluso cuando creía que no lo volvería a hacer. Alessandro gruñó mientras se bajaba un poco los pantalones—Es curioso…

— ¿Pasa algo malo? — Preguntó algo preocupado Ariel.

—No. Solo que no había notado que Morello tiene culo de pasivo.

—Tú vas a ser el pasivo si te andas con mierdas como esas. Apresur…—Reprimió un gemido al notar como Lyosha casi le clava de un solo la inyección—. Cabrón…

—Lo siento. ¿Te dolió? — Preguntó con una sonrisa traviesa y le guiñó un ojo al pelirrojo. Luego de unos segundos todo había acabado—. Bien puedes irte, pero ni creas que te voy a dejar ir manejando. Que te lleve Dante. Tiene el Bentley afuera— El aludido iba entrando en esos momentos—. Hablando del rey de Roma. Llevarás a Morello al apartamento del centro porque es el único que conozco su ubicación y no creo que le agrade la idea que conozca los demás.

—No te equivocas.

—Cuídate y hazme caso.

— ¿No vamos? — Preguntó a Ariel.

—Yo me voy en la Ducati. Ya llego.

No muy seguro asintió. Lyosha no pasó desapercibidos esos detalles— Ya te lo mando. Solo le doy las recetas y lo que debes comer— Una vez salieron se puso a escribir—. No sé qué pasa entre ustedes y no quiero ser un metiche, pero Morello te quiere, solo que a veces no se da cuenta que no te lo expresa lo suficiente—No dijo nada al respecto y el halcón no quiso seguir insistiendo—. Aquí esta lo que debe comer. No dejes que se acueste muy tarde—  Buscó en un pequeño closet y sacó unas pastillas—. Estas son por si se le sube la temperatura en la noche y aquí te dejo unos somníferos por si no quiere irse a la cama. Cualquier cosa me llamas. De todas formas creo me tocará quedarme toda la noche cuidando el fuerte con Lamire y haciendo trabajos.

—Lamento que las cosas se le hayan acumulado a ustedes dos.

—Nos las arreglaremos. No te preocupes.

Así sin más se despidieron.

 ***

Cuando Ariel llegó al apartamento Dante ya se había ido. No quería dejar demasiado tiempo solo a Ethan, le había explicado Alessandro. Sonrió un poco mientras ponía las bolsas con la comida que había pasado a comprar. Miró a Alessandro, no se atrevía a enfrentarle. ¿Qué demonios iba a hacer?

Miró los somníferos. Dudo unos segundos, pero al final la tentación fue demasiado grande. Tomó un vaso con agua y sacó una de las pastillas— Toma, Lyosha dijo que debías tomarte una de estas cuando llegaras.

—Creía que era suficiente con la inyección…

Se encogió de hombros—Yo solo sigo ordenes— No pudo evitar sentir un horrible acceso de culpa al notar como se la tomaba sin más reparos e incluso le sonreía—. Iré a servir la cena— Alessandro le tomó de la mano y lo hizo sentarse en sus piernas—. ¿Qué pasa?

—Te quiero, te quiero, mi ricura— susurró mientras lo abrazaba—. No quiero perderte— admitió.

Los labios de Ariel temblaron—No lo harás— Le besó con suavidad.

—No sabes lo feliz que me sentí al verte junto a mí— admitió. Se sentía extraño por ser tan abierto con Ariel. Una parte de él se negaba a exponerse tanto ante éste, pero lo quería—. Ariel, de verdad no quería que…

Lo calló con un beso— Estás débil. Mejor hablamos de eso después.  Ahora deja que vaya a traerte la cena o sino el que te pierda seré yo por no cuidarte como se debe.

Alessandro sonrió. Ariel quiso llorar. Le sirvió la comida y se pusieron a ver televisión. Después de cinco minutos Alessandro se había quedado dormido sobre su cena. La culpa fue más grande que el alivio que esperaba. Le quitó el plato y con cierto pesar lo terminó de acostar bien el sillón. Ni siquiera era capaz de cargarlo hasta la cama. Lo arropó, pero eso no mermó su culpa. Se fue hasta la habitación y se desnudó. Miró con cierta duda la bolsa que aún yacía sobre el escritorio, donde la había dejado esta mañana.

—Solo una última vez…— susurró antes de abrirla y volver a hacer una pequeña rayaba blanca sobre la mesa de noche. Alessandro no lo notaría. Luego de unos minutos él también dormía justo como quería, sin culpas.

 ***

Las hojas revoloteaban su cabello. Se colocó mejor su bufanda mientras caminaba entre las diversas placas que había en el suelo. No comprendía que hacía allí. Finalmente su padre se detuvo frente a una de ellas— ¿Y mi mamá?

— ¿No la ves? Lee con atención.

Así lo hizo, vio el nombre de su madre y unos números gravados, pero no comprendía nada— Tu madre está muerta. Esta es su tumba. Sus huesos están bajo nosotros.

Lo vio alejarse de allí. Iba directo al auto. Solo le dijo que no tardara. Se quedó allí mirando el nombre de su amada madre y no comprendiendo cómo era posible que estuviera muerta después que la había visto viva hace tan poco¿De verdad ya no voy a volver a verte, mamita?No pudo reprimir sus lágrimas ante esa idea que más tarde se volvió en una dolorosa realidad para él.

Notas finales:

Cn suerte actualizo el jueves si no muero D: Recen por mí :B!


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