Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

[Reviews - 1052]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

:B! Hellou~ a todos un poco tarde el cap pero aquí está :B! Sus reviews casi estan he respondido la mitad de los que me faltaban así que eso es un yay para mí :')! 

Este cap va dedicado a todas las personas que me sacan una sonrisa poniendose los nombres de los personajes en twitter xD y a las peleas de las fans de Ethan que siempre es divertido ver x) 

Que lo disfruten :D!

Entró a la habitación con cierto temor de que su madre estuviera adentro. No había nadie. Sonrió. Sin embargo una parte de él sentía que no debía estar allí. No después de cómo se había estado comportando. Se había dicho que tenía que ser más fuerte, pero solo sentía que se hacía débil.

Miró el cuerpo inmóvil de su padre. No importaba cuantas veces viera esa escena. Siempre era desgarradora— Hola papá. ¿Te han tratado bien los doctores? — Hablarle lo reconfortaba. A veces pensaba que le habían dicho que podía escucharlo solo para que no sintiera que ya estaba muerto—. Ethan ya está mejor. Tiene que pasar unas semanas en el hospital pero vive. Al final creo que eso es lo importante. Alessandro también está mejor. Ayer pasé toda la tarde cuidándolo. Supongo que las cosas andan bien. Aunque me gustaría que estuvieras despierto. Necesito unos consejos y no se me ocurre a nadie más a quien preguntarle…

En realidad solo quería preguntarle a él. Estuvo media hora hablando, era buena terapia. Sacaba todo lo malo que había vivido los últimos días. Aquella noche tenía que ir a San Peter. Alessandro había ido a trabajar esa mañana, así que suponía que las cosas volvían a la normalidad.

Se despidió de Aarón deseando que en verdad pudiera escucharlo. Estaba terminando de cerrar la puerta cuando las puertas del elevador se abrieron y su madre salió de él. Ambos se miraron bien sin saber qué decir. Ariel había intentando evadirla a toda costa. Hasta ese día todo había funcionado— Buenas tardes— fue lo único que pudo decir.

—No te estás alimentando correctamente— Ariel la miró extrañado—. Luces pálido. Y tus cabellos han perdido brillo. ¿Qué ése no te alimenta bien?

Sabía que de alguna manera su madre hacía un esfuerzo para hablarle, pero odió la manera en que lo intentó— Ése tiene un nombre. Se llama Alessandro, mamá…

—No quiero discutir, Ariel.

Él tampoco. Estaba harto de las discusiones. Miró a su madre. A estas alturas el embarazo no pasaba desapercibido— Yo tampoco. Buenas tardes…

Se alejó de allí arrastrando los pies— Ariel— Le llamó su madre preocupada— ¿Eres feliz?

No. Sin embargo tuvo que mentir antes de entrar en el elevador y presionar el botón que lo llevaría al piso donde se encontraba Ethan. No había podido irlo a ver desde el incidente con Mapelli. Así que cuando entró a la habitación apenas reconoció el lugar. Estaba lleno de globos y de flores. En medio de tanto colorido estaba su mejor amigo— ¡Ari! — Cuyos ojos se iluminaron al notar su presencia.

—Perfecto. Te quedas con él. Iré a comprar algo de comer— Hasta ese momento no había reparado en Lupo. Quien se puso de pie y salió de la habitación. No sin antes prometer a Ethan que no se tardaría.

Ariel miró toda la habitación por la cual circulaban globos con helio— ¿Vas a poner una florería y una tienda de regalos? — Preguntó extrañado.

— Los de la escuela se enteraron de todo al final— El tono de su amigo le indicó que ese “todo” no incluía la parte del asesinato—. Al parecer Samuel no pudo callar a los medios esta vez. Y aunque no dijeron nunca mi nombre, Mike llegó contando lo que había pasado el sábado cuando me lo encontré, tomé su bicicleta y le dejé a Carlo Magno. Al ver que no llegué el lunes y no contestaba mi móvil ya sacaron las conclusiones. Aunque no sé como dieron con el hospital. Así que estos dos últimos días han estado viniendo los de la escuela. Incluso el director y los profesores vinieron.

—Me alegro que hayas tenido buena compañía estos días…

—Sí. Aunque a Lupo no le agradó mucho la idea de estar recibiendo tanta gente en las horas de visitas.

—Me sorprendería si se hubiera alegrado…

Sonrieron. Ethan le indicó que se sentara cerca de él. Ariel movió una pequeña banca que había allí y la puso al lado de la cama— ¿Y tú cómo estás?

—Sigues preguntando cosas que yo debería…

— ¿Está mejor Alessandro?

—Sí. Debe andar por allí haciendo su trabajo…

Ethan notó el tono de voz de su amigo. Estiró el brazo e hizo que le mirara a los ojos— ¿Se han peleado?

—No quiero hablar de eso.

—Yo creo que lo necesitas.

Ariel negó— No es justo que te preocupes tanto por mí. Es mi turno de cuidarte. Así que dime qué hay de nuevo en tu vida— Escuchó atento todo lo que Ethan le decía. Incluso allí postrado en la cama veía esa chispa de vida. Reía ante las anécdotas que le contaba. Era feliz al lado de Ethan. No podía evitarlo. Sentía que le devolvía la vida. No podía evitar soltar carcajadas al escuchar como Mike había llevado a Carlo Magno a visitarlo y a la enfermera casi le da algo cuando notó al gato en brazos de Ethan— Por lo menos lo viste.

—Sí. Ahora se está quedando con Dante, porque la mamá de Mike es alérgica a los gatos. Aunque Mike parecía triste de tener que despedirse de él. Decía que gracias a Carlo Magno su madre ya no husmeaba en su habitación.

—Al parecer las cosas están mejor con Dante.

Ethan sonrió a su pesar— Eso creo, pero no sé. Supongo. Es muy amable, cariñoso y atento.

— ¿Entonces cual es el problema?

Ethan le miró a los ojos de una manera un tanto intensa. Tuvo que desviar la mirada para evitar sonrojarse— Tú no me cuentas tus problemas. Así que no tendrás ni una palabra de mí.

—Tramposo— se quejó mirándole de reojo y con una sonrisa divertida—. Lamento no haber venido estos días.

—No te preocupes. Tenías que cuidar a Alessandro.

—Pero yo quería estar contigo— Soltó de repente al sentirse irritado por el tono conciliador de su amigo. Silencio. De seguro no se esperaba tal confesión, pero Ariel había querido estar con Ethan.

— ¿Tan mal están las cosas?

Ya no lo soportó. Explotó. Antes que se diera cuenta estaba contándole todo a Ethan. Las mentiras, las verdades a medias, la distancia, Misha. ¡Odiaba a Misha! Lo odiaba porque le hacía empezar a odiar a Alessandro. No supo cuanto tiempo habló, ni cuantas vueltas dio alrededor de la habitación. Alzaba por momentos la voz, pero al notar a Ethan tan sereno escuchándole con atención lograba tranquilizarse un poco.

— ¿Pero aún le amas? — Se atrevió a preguntarle cuando hubo terminado.

—No lo sé. Es decir, creo que sí, pero cuando estoy a su lado solo quiero escapar.

—Quizás necesitas tiempo para aclarar tus ideas.

—Quizás debería enamorarme de otra persona— dijo entre dientes.

Ethan le miró sorprendido. No podía creer sus palabras— ¿Es que te gusta alguien más?

Ariel no supo bien qué decir. ¿Qué le decía? No podía decirle: ¡Hey no es mi culpa! Desde que nos dimos ese beso que se suponía que solo era de reconciliación me has dejado algo confundido.

— ¿Ariel?

—No lo sé. No. Sería extraño. No me puede gustar de nuevo…

—No me digas que hablas de Adrián.

Ariel se sonrojó un poco— ¡No! No seas bobo. A ese cabrón  no le hablo desde que casi lo amenazaste con  romperle la cara. Me evita lo más que puede. Lo he visto una o dos veces, pero siempre termina huyendo—No podía decirle a Ethan que era de él de quién estaba hablando.

— ¿Entonces?

—No te preocupes. No creo que me guste de nuevo.

—Si necesitas tiempo puedes quedarte en mi apartamento— Propuso. Se encogió de hombros—. Al fin y al cabo tengo dos meses pagados por adelantado.

—No, no podría…

—Oye. Nadie lo va a usar y me duele dar el dinero de gusto.

—No puedo irme— dijo con amargura. Al final le contó lo de la entrega que iban a recibir los halcones. La conversación de Dante con Lyosha. Todo.

—Pero si ya no estás seguro de lo que sientes no puedes quedarte con él. Solo te haría más infeliz.

— ¿Y qué pasa si Alessandro se pone mal? ¿Y si por mi culpa no se concentra y terminaba todo en un desastre?

—Él tendría que aprender a diferenciar las responsabilidades del trabajo. No es justo que sacrifiques tu felicidad por la de él.

—No soy feliz, Ethan. No hay mucha diferencia de no ser feliz y no ser feliz.

Su amigo le miró con tristeza. Con algo de dificultad y reprimiendo una mueca de dolor al moverse le abrió espacio en la cama y le indicó que fuera a su lado. Ariel se acostó a su lado. Y al poco tiempo se vio rodeado por los brazos de Ethan. Ahora solo tenía una jeringa clavada en la vena. Cosa que le aterraba un poco a Ariel, pero no le prestó mucha importancia.

— ¿Y ahora eres aunque sea un poquito feliz?

Ariel sonrió. Y se apegó a él. Cerró sus ojos al sentir como le acariciaba los cabellos— A tu lado soy muy feliz—susurró. Alzó un poco la mirada y se encontró con el rostro de Ethan muy cerca del suyo—. Siempre he sido feliz junto a ti.

—Yo también. Y mucho…

Sus labios se encontraron con cierta timidez. Una que no tardaron en perder. Ethan lo apegaba a su cuerpo. Ariel se sentía desfallecer entre esos suaves besos. No necesitaba nada. No pensaba que aquello estaba mal. No pensaba siquiera en Alessandro. Ethan ocupaba todos sus pensamientos. Los besos fueron subiendo de nivel. Ya no eran simples roces. Ahora sus lenguas jugueteaban una con la otra. Ambos se estremecían, reprimían jadeos en la boca del otro. Se mordían los labios con cierta desesperación. La poca cordura estaba abandonando a Ariel. Se separó de Ethan algo agitado. No quería romper ese beso, pero para su desgracia se estaba excitando. Cosa que no pasó desapercibida por su amigo, pero no emitió ningún comentario. Agradeció que Ariel estuviera demasiado preocupado intentando ocultar su vergüenza, así tampoco notaba que él también se había excitado un poco. Ethan le hizo que le mirara y sonrió antes de darle un corto beso en los labios— Lamento que esté en estas condiciones.

— ¿Por qué? — Susurró mientras unía sus frentes.

—Porque no puedo cumplir mi promesa de acostarme contigo en situaciones adversas— Vio como las mejillas de Ariel parecían arder. Rió por lo bajo—. Me gusta cuando te sonrojas.

—Cállate, bobo— le espetó completamente apenado—. Y no quiero acostarme contigo…

— ¿A no? — Preguntó con una sonrisa algo burlona. Solo quería molestarle un poquito—. Algo allá abajo me dice lo contrario.

— ¡Ethan! — Chilló intentando separarse de él, pero el otro no se lo permitió.

—Ya, ya solo bromeaba— Se quedó mirando el techo—. Si no quieres que nos acostemos solo dímelo…

—Estás herido ¿cómo quieres que lo hagamos?

— ¿Así que sí lo estás considerando?

Ariel no podía creer que estuviera sosteniendo esa conversación— Ya, cambia de tema— decía completamente apenado.

Hacer avergonzar a Ariel no era difícil—De acuerdo, de acuerdo. Solo digo que me dan de alta en unas seis u ocho semanas. Si aún no solucionas tus problemas existenciales, supongo que allí si podríamos intentarlo— Ariel hundió su rostro en su pecho. Ethan sonrió, pero una parte de él se sorprendió porque esas palabras no las dijo tan en broma.

—Eres un bobo…

—Uno que está feliz de tenerte de vuelta.

Ariel sonrió. Le encantaba esa tranquilidad que le trasmitía Ethan incluso en esos momentos. Cerró sus ojos unos segundos, ojala pudiera sentirse así en brazos de Alessandro de nuevo. ¿Qué iba a hacer? Ethan tenía razón. Tenía que aclarar sus pensamientos. Incluso en ese infierno merecía ser un poquito feliz.

Ethan tenía el rostro hundido en los cabellos de Ariel. Le gustaba su olor: A manzanilla. Le dolía verlo sufrir de esa manera y más por Alessandro. Sentía que tenía que hacer algo. No sabía bien qué, pero era su deber como mejor amigo— Ari— le susurró con cariño. Se encontró con los ojos de su mejor amigo—. Todo tiene que mejorar para nosotros. De alguna manera vamos a salir adelante. Y no olvides que puedes contar conmigo siempre para lo que sea.

—Es raro que ahora tú digas mis palabras.

—Alguno de los dos tiene que hacerlo.

Recibió un besito en los labios. A veces se preguntaba como lograban ser tan cursis. No le importaba mucho. Solo lo disfrutaba— No quiero irme de aquí.

— ¿Y tienes que hacerlo?

—Ahora empiezo a trabajar con Dante y tengo turno desde las dos hasta las cinco. Después tengo que ir a San Peter.

Ethan comprendió que implicaba— Así que vas a saber de qué va el asunto— Quería estar bien para protegerlo. Sin embargo una parte sabía que Ariel era fuerte y lograría soportar todo lo que se le viniera encima—. ¿Vendrás a verme mañana para contarme?

— ¿En verdad quieres que lo haga?

—Claro que sí. Me preocupo por ti. Además si vienes mañana puedo contarte como me fue con el señor Shiheflit— Ariel indicó que no le seguía ya la conversación—. ¡Oh! No te he contando. Hoy empiezo algo así como unas terapias. No sé. Él no quiere decirle así, pero sé que lo son. Supongo que quiere ayudarme a superar lo de…

—Comprendo— se apresuró a decir al notar como aún no podía hablar bien del asunto—. Eres muy valiente, Ethan. Has pasado por mucho y aún sigues siendo el mismo. Ojalá fuera un poquito más como tú.

—Tú también eres fuerte, Ari. Lo sé. Aún no has descubierto todo lo que puedes llegar a hacer. Sé que piensas que la fortaleza se limita al aspecto físico, pero tú eres muy fuerte psicológicamente. Todo lo que vives y aún así te mantienes de pie sin recurrir a cosas para escapar de tus problemas— Ariel no supo que decir al escuchar lo último. Ethan había metido el dedo en la llaga. Y no sabía bien cómo decirle que había consumido drogas para escapar de sus problemas—. Sigue entrenando con Lyosha. No importa lo que Mapelli diga. Demuéstrales a todos que se equivocaban contigo y que puedes ser tan fuerte como ellos e incluso más. Cuando esté mejor yo también prometo ayudarte.

—Eres el mejor amigo súper especial que alguien podría tener— Quería abrazarlo con todas sus fuerzas en esos momentos, pero tuvo que contenerse—. ¿Te importa si uso el baño de la habitación para cambiarme?

—Adelante. Mejor date prisa porque si no se te hará tarde—Se quedó a solas en la habitación. Cuando se intentó acomodar de nuevo al centro de la cama, para evitar problemas con Lupo o una de las enfermeras, sintió algo clavársele en la espalda—. Auh, Auh— se quejó mientras sacaba el teléfono de Ariel que se había quedado debajo de él. Notó como la pantalla estaba rota. Miró hacia la puerta del baño. Sabía que su amigo era muy cuidadoso con sus cosas, en especial con las que le regalaban. La grieta del celular se atravesaba por en medio de la pantalla y hacía parecer como si estuviera rasgando la foto de fondo donde estaba su amigo con Alessandro. Odiaba no ver a Ariel con la chispa de vida que tanto lo había caracterizado. No se lo pensó mucho y se apresuró a escribir un mensaje de texto. Apenas lo envió lo borró de la bandeja de enviados. Justo a tiempo. La puerta se abrió y Ariel salió con el uniforme del restaurante de Dante— Se te cayó— le dijo pasándole el móvil. No emitiendo ningún comentario del estado del teléfono.

—Gracias, ando un poco distraído últimamente— Lupo entró nuevamente a la habitación. Lucía menos malhumorado. Supuso que se debía a que ahora ya había almorzado—. Bueno, tengo que dejarte. Vendré mañana a verte después de clases ¿sí? Y no te preocupes, es mi turno de hacer todos los trabajos. Prometo que no estropearé nuestro promedio— Se miraron unos segundos y luego rieron sin razón aparente para Lupo. Sin embargo ellos se entendían a la perfección y acordaron tampoco besarse frente a Lupo para no traumarlo—. Descansa. ¡Te quiero!

Así sin más salió del hospital con el ánimo renovado.

***

Lyosha y Lamire se miraron unos segundos antes asentir y bajar de la Hummer. Revisaron con disimulo que sus armas estuvieran al alcance de su mano por si las cosas se ponían feas. Morello había tenido que irse a encargar de otros asuntos, así que a ellos les tocaría ir a hacer el trabajo que él tenía con Lupo.

Era un barrio bastante feo. Peligroso a todas horas, pero no más peligrosos que ellos. Los tipos no habían querido pagarles la renta el mes pasado así que hoy tocaba con interés. Entraron a la casa de apuestas. Todas las miradas se posaron en ellos. Más de alguno no se movió. Lyosha sonrió un poco. Hora de trabajar.

Se acercaron hasta la chica del mostrador que se mostró incómoda al verlos allí— Hola, cariño. Hagamos esto rápido. Tú sabes a que venimos. Nosotros sabemos a que venimos. Y si todos lo sabemos ¿por qué no nos ahorras el trabajo de empezar mal la tarde?

—Mi jefe dijo que no les daría nada.

Lamire miró de reojo a Lyosha. No perdía sonrisa, pero se notaba que ya se imaginaba esa respuesta— ¿Está tu jefe? — La chica solo se hizo a un lado. Lamire miró a todos analizando cualquier graciosito que se le ocurriera llamar a la poli—. Creo que todos sabemos aquí lo que deben y no deben hacer ¿verdad? —Nadie dijo nada, pero sabía bien que no debían entrometerse.

Entraron al despecho del “Sucio Jones”. Lyosha siempre se preguntó porque le apodaban así, pero al mirar su despacho y al tipo creyó que “Sucio” se quedaba muy corto. Hombre chaparrito, con una prominente barriga que si no quedaba colgando era gracias a los tirantes  que usaba, y quizás lo más llamativo era el bigote que parecía la copia barata del de Adolf Hitler—Hola Jones— El hombre hablaba con uno que parecía ser los de seguridad—. Lamento venir antes que terminaras de decir al tipo que no nos dejara entrar.

— ¿Qué demonios hacen aquí?

—Morello nos manda a hacerte una visita social. Ya sabes, preguntar cómo estás, cuantas putas te has follado con el dinero que nos debes y de paso cobrarte.

—No voy a darles ni un centavo. Putos halcones.

Lamire sentía que las cosas se iban a poner feas. Miró de reojo a Lyosha. Generalmente Morello y Lupo eran los que se encargaban de los más pesaditos, como ese tipo. Él no tenía tanta experiencia en el ámbito del cobro de la “renta”, pero Lyosha al parecer sí. Le había pedido que lo acompañara. Sabía bien que al español no le gustaba hacer los trabajos él solo aunque podía encargarse de ellos con facilidad.

Lyosha se acercó a Jones y el tipo que era de seguridad se apresuró a ponerse de pie— ¿Se te perdió algo? Si yo fuera tú mejor me quedo sentadito, bonito— El hombre le miró desafiante. Le llevaba por bastante. Lyosha apenas le llegaba al pecho, pero nunca había sido impedimento para él meterse con tipos más altos—. Escucha, si quieres pelear deja que hable con Jones y luego salimos— Lyosha vio lo que se proponía, sonrió. Una simple patada en la pantorrilla y un empujón en el pecho y el tipo quedó sentado. Se le acercó. Y en un rápido movimiento le quitó el arma— Oh, vaya, sí se te había perdido algo— Se la pasó a Lamire—. No te preocupes, Lamire es bueno y la cuidará por ti— dijo mientras le apretaba la mejilla. Se giró a Jones—. Buena mascota. Es lindo— Se sentó en el escritorio—. Nos debes dinero, Jones. No nos gusta esperar. Sabes nuestras políticas. No es mi culpa que hayas decidido poner tu bonito negocio clandestino en nuestro territorio. Así porqué no nos ahorramos la parte fea de la negociación y nos das el dinero. ¿O te gusta que Lupo venga a amenazarte? Porque puedo jugar a ser Lupo. Aunque claro, cuando me lo propongo puedo ser peor que él.

—Ustedes, malditos cabrones, se creen lo mejor del mundo, pero no van a obtener ningún centavo de mí tan fácil.

—Nos gusta jugar rudo. No te preocupes. ¿Por qué no hacemos algo? Dejamos que termine el encuentro de boxeo que están pasando. Nos invitas a una copa y con lo que ganes nos das el adelanto por las buenas. Vamos a esperar a fuera para que recapacites.

Lyosha se dio la vuelta y le indicó a Lamire que salieran, pero el sonido de la silla del de seguridad le alertó. No iba contra él. Sino contra su compañero. Logró atravesársele, pero no alcanzó a evitar el puñal que se clavó un poco más abajo  del hombro derecho. El hombre le miró asustado al notar que solo le miraba sin inmutarse— ¿Acabas de apuñalarme? —Preguntó con una tranquilidad que helaba la sangre de cualquiera. El tipo retrocedió asustado, al notar como Lyosha se lo sacaba así sin más y la sangre empezaba a salir—. Espero que por lo menos esté desinfectado sino vas a tener muchos problemas conmigo— Antes que pudiera decir algo ya le había hecho un corte en la garganta. Miró al sucio Jones realmente molesto—. Tienes mala suerte. Tu mascota me ha enfadado— Jones miraba a Lyosha asustado. Intentó buscar el arma debajo del escritorio, pero cometió el error de dejar una de sus manos sobre el escritorio. Así que no dudó en clavarle el puñal, atravesando la mano. Jones gritó—. Puedo ser muy amable, Jones, pero conmigo nadie juega. Así que te diré que vas a hacer. Que te quede claro que no te estoy preguntando y mucho menos te estoy dando opciones ¿entendiste? — El sucio Jones gritaba desesperado porque el dolor parara, pero al notar que Lyosha ni se inmutaba terminó asintiendo desesperado—. Te voy a quitar el puñal y en lugar de salir corriendo como una nena te vas a controlar y nos vas a dar el dinero que tienes. Nosotros lo tomaremos y luego ya podrás llevar a tu mascota donde el veterinario porque fui lo suficientemente amable de hacerle un corte chiquito— Miró de reojo a Lamire quien estaba pálido—. Bonito, haz que el perrito de Jones tenga la cabeza agachada, si sigue en esa posición lo único va a lograr es que la sangre se le vaya a los pulmones.

El halcón reaccionó e hizo lo que Lyosha le indicó. El tipo parecía que quería gritar, pero parecía que el corte había tocado alguna cuerda vocal. Mientras tanto el español quitaba el puñal a Jones quien sangrando se apresuró a meter todo el dinero en una bolsa de papel. Las lágrimas le caían por su cara de sapo. Lyosha le miraba molesto. Odiaba los tipos así, que se creían muy rudos y que al final salían llorando por cualquier nimiedad.  Recibió la bolsa y sonrió— Gracias, Jones. Si yo fuera tú me daría prisa. El tipo con esa herida solo aguantará unos diez minutos. Tienes que parar la hemorragia con algo limpio, aunque dudo que tenga algo con ese adjetivo en este basurero. El otro mes viene Lupo. Así que si fuera tú mejor tengo el dinero.

Miró a Lamire unos segundos— Tu chaqueta— Lamire se la pasó con rapidez sin saber bien qué iba a hacer. Se quedó confundido al notar como se la ponía—. Tengo mi orgullo, bonito. Ni loco dejo que me vean sangrando— Así sin más le pasó el dinero a su compañero y salió de allí. Todos afuera tenían la mirada en ellos. Lyosha dirigió la vista a la pantalla— El tipo de la calzoneta azul no va aguantar mucho. Si  yo fuera ustedes le apuesto al otro. Bueno, un placer verlos a todos. Y si hay algún doctor por aquí les sugiero que vaya a echarle una mano a la mascota de Jones— Así sin más salieron. Lyosha estaba de pésimo humor. Cosa atípica de él. Entró a la camioneta dando un portazo. Lamire le miraba preocupado— ¡Arranca! ¡¿Qué vas a esperar a que me muera desangrado?! — Lamire aceleró directo al PS. En menos de diez minutos estaban subiendo las gradas del lugar. Lyosha tiró la chaqueta de Lamire en medio del pasillo. Morello iba saliendo de su despacho.

— ¡¿Qué carajo te pasó?! — Exclamó al notar como la camisa blanca del español estaba llena de sangre.

Lyosha le fulminó con la mirada— Ahora no Morello. Necesito un buen trago de Whisky y una larga dosis de meditación ya que aún es muy temprano para buscarme un buen polvo para quitarme el estrés—Entró a la pequeña enfermería que habían improvisado y dio un portazo.

— ¿Qué demonios sucedió, Lamire?

Solo logró ponerle la bolsa con el dinero a Morello y salió corriendo hasta la enfermería. Lyosha estaba quitándose la camisa en esos momentos mientras buscaba algo para desinfectar la herida— Lyosha…— Sentía un nudo en su garganta. Había salido herido por su culpa. Se había desconcentrado solo un segundo cuando lo miró a los ojos y por ese descuido había salido herido.

Se acercó a él. Quien ya tenía en la mano todo lo que necesitaba. Al parecer no esperaba que lo siguiera— Tengo que curarme, bonito, y no estoy de humor…—Lamire solo le quitó las cosas y las puso en la mesa de metal. Tomó a Lyosha de la cintura lo alzó un poco para sentarlo en la mesa. Empezó a curarle. En silencio. Dejando el nerviosismo, de tocar ese cuerpo, por una vez de lado. Sabía que no arreglaba nada con curarle, pero no sabía qué hacer. Jamás esperó que llegase a esto. ¿Y si hubiera sido una herida peor? Una vez terminó de hacer todo lo que sabía, miró a Lyosha pidiéndole un consejo— Solo ponme una gasa. Si me pongo los puntos ahorita terminaré como Frankenstein— Lamire asintió. Y buscó lo necesario. Una vez puesta. Se quedó mirando donde había curado.

Lyosha le obligó a alzar la mirada. Sintió un escalofrío al notar la manera tan intensa de aquellos ojos negros, notó como el flequillo azabache le caía por la cara. Nunca se había fijado bien en Lamire, pero tenía unos rasgos muy finos. Agradables a la vista. De repente, mirándole su enojo se disipó. Sonrió—Oye, estás usando una camisa azul.

Lamire le miró algo confundido al principio por su cambio tan drástico de humor. Ahora que le sonreía de esa manera y estaban tan cerca su corazón empezó a latir como loco y más por el comentario. Mejor ni le decía que el lunes solo llegó a regalar todas las camisas amarillas que tenía—Ah, s-sí seguí tu consejo…

—Te ves lindo.

Tuvo que controlarse para no sonrojarse allí mismo. ¿Desde cuándo él se sonrojaba? ¡Era casi un anciano! No debería estarse sonrojando. Es decir tenía treinta y tres años. Esas cosas de sonrojos debieron quedarse en su adolescencia, pero ahora que lo recordaba nunca se había sonrojado. Intentó desviar sus pensamientos y vio la sangre que estaba reseca en el abdomen de Lyosha. Tomó un algodón húmedo y empezó a limpiarla— Perdóname…— susurró luego de unos minutos.  No se había percatado que ahora parecía más como si acariciara ese cuerpo de infarto—. No debiste haberme protegido. Fue mi culpa por desconcentrarme. Yo debí recibir esa puñalada. No tú.

—Si la hubieras recibido tú. Te hubiera dado directo en el corazón. No digas tonterías. Estamos allí para cuidarnos las espaldas. Además agrégale que no iba a permitir que lastimaran a mi amigo—Lamire le miró con culpabilidad—. Ya cambia esa cara. Estoy bien. No es nada.

—La próxima vez yo voy a protegerte, Lyosha. Lo juro— Se sentía culpable por sentir que le gustaba. Insinuando a llegar a un enamoramiento y aún así no se lo demostraba. Debía protegerlo y solo hacía que saliera herido—. Perdóname…

—Por supuesto. No te preocupes— Se quedaron mirando unos segundos, pero la mirada de Lamire le hacía sentir algo nervioso. Era demasiado intensa—. Lamire…—Solo le miraba. ¿Por qué le miraba así? Estaban demasiado cerca. Lamire estaba entre sus piernas. Aún tenía su mano en su abdomen. Parecía no ser consciente que hacía mucho le había quitado toda la sangre.

—Lyosha…

Tenía que decírselo. O por lo menos asegurarse que no se había vuelto loco por sentirse atraído por él. Quería decir algo, pero solo podía seguir acercándose a ese rostro. Lyosha esperaba expectante que siguiera hablando, pero la puerta se abrió de golpe. Tanto que hizo retroceder a Lamire. Se maldijo por lo bajo. No estaban haciendo nada indebido. Morello solo le miró alzando una ceja y posó la mirada en el español— ¿Estás mejor?

—Sí. Ya. Lo siento por haberte salido tan pesado.

—No es tu culpa. Yo hubiera estado de igual o peor humor. Sé que debía ir con Lupo, pero…

—El trabajo se nos ha acumulado. Lo sé. Primero Civella, luego lo de Ethan, y terminamos con que te enfermaste. Comprendo. Las cosas se han complicado un poco, pero no te preocupes que siempre lograremos salir con todo. Yo también odio tener a Mapelli rondando por aquí.

—Veré cómo hacer para reorganizarnos. Por ahora solo necesitaré que se queden aquí durante la  noche. Si te sientes bien claro está.

—Seguro. No te preocupes, jefe. Me hirieron en combate pero no me han derribado. ¿Y tú que harás?

—Tengo que llevar a Ariel a San Peter.

Silencio incómodo— Suerte. No hagas ninguna locura, Morello.

—Eso intentaré.

—Va enserio. No nos la vamos a poder arreglar solo Lamire y yo. Sé considerado—Para su sorpresa sonrió.

—De acuerdo. Les llamo más noche. Aprovechando que estaré en San Peter iré a ver cómo va todo— Hizo el amague de salir, pero se giró—. Por cierto sobraron como cincuenta dólares de lo que acaban de ir a recoger. Si aún quieres tu Whisky puedes ya sabes…

—Gracias— Dijo con una sonrisa. Sabía que era la manera de Morello de disculparse, aunque no era su culpa que saliera herido. Son cosas que pasaban, pero sabía que su líder creía que eran su culpa. Una vez salió miró a Lamire con una sonrisa— ¿A dónde quieres ir con esos cincuenta dólares?

—Creí que teníamos que quedarnos aquí.

—Él dijo que nos necesitaba aquí en la noche. No ahorita.

Lamire sonrió a su pesar. Lyosha no cambiaría— Tú dime. Yo solo manejo.

—No, no, se supone que disfrutemos los dos. Así que andando— Se puso de pie pero luego hizo mueca de fastidio—. ¿Podrías ayudarme?

—Seguro. ¿Qué hago?

Lyosha se inclinó a rebuscar en los cajones. Lamire no pudo evitar mirar sin ningún disimulo el genial culo de Lyosha. Una parte de él se sentía como un acosador por estárselo mirando y la otra deseaba mirarlo sin esos jeans tan ajustados.

— ¡Aquí está! — Luego de unos minutos le pasó una jeringa—. Pónmela.

— ¿Eh? ¿Por qué?

—Es para el tétano. Dios sabrá donde ese idiota andaba el puñal así que no me arriesgo. Además me dio en el brazo derecho así que aun no puedo moverlo bien y siempre he odiado inyectarme a mí mismo.

—De acuerdo— dijo algo nervioso. Vio como Lyosha se acostaba en la camilla y fue cuando se alarmó— ¿Q-qué esto no va en el brazo?

—Si me la pones en el brazo no voy a poder defenderme si algún brabucón se pasa de listo ahora en la noche. Esta vacuna duele hasta la puta madre y generalmente cuando me la he puesto termino con un moretón. Al parecer si puedo ponerlas a los demás, pero no a mí mismo. Así que en el brazo no.

— ¿Entonces a donde? — Preguntó con voz algo atropellada, pero ya sabía a donde era. Tragó hondo cuando Lyosha se bajó los pantalones. Sabía que debía estar agradecido con kami por cumplirle sus lujuriosos deseos, pero no esperó que se los cumpliera tan pronto y menos de esa manera.

Lyosha se giró un poco al notar como Lamire solo le miraba el culo— Ah, perdón, no sabes donde ¿verdad? Se inclinó un poco y puso un dedo justo donde debía. Allí. No me vayas a meter el líquido de una vez ¿de acuerdo?

— ¿Estás seguro? No quiero lastimarte.

—No te preocupes, de todas formas siempre quedaré caminando raro por unos minutos.

Lamire al notar como Lyosha ya no lo miraba se dio el lujo de sonrojarse a límites insospechados. Sentía su cara arder. Una de sus manos tocó aquella tersa piel. Era tan suave. Intentó concentrarse y hacer lo que Lyosha le había indicado. En menos de un minuto ya estaba listo— ¿Te dolió? — Preguntó inclinándose hasta él.

 El otro giró su rostro y sonrió—No, para nada. Aunque cuando me ponga de pie sé que sí, pero es normal. Tienes una mano suave. Ya sé a quién recurrir cuando necesite inyectarme.

—Seguro…—Él no se enojaría en absoluto. Aunque su corazón aún latía con fuerza por haber tocado aquella piel.

—Busco una camisa para ponerme y luego salimos por allí ¿sí?

No esperó su respuesta. Dejó a Lamire solo, quien apenas la puerta se cerró quiso tirarse por la ventana. ¡¿Qué no podía controlar sus hormonas?! Tenía el corazón latiéndole a mil. Y si su amigo se hubiera quedado unos segundos más hubiera notado que empezaba a tener un problema entre las piernas solo porque sus pensamientos se habían disparado— Esto no puede seguir así…—susurró molesto.

***

Alessandro miró una vez más el mensaje que había recibido extrañado. Se suponía que Ariel tenía turno hasta las cinco, pero le había mandado uno diciéndole que lo esperaba donde ése a las cuatro treinta. Miró su reloj. Era la hora acordada. La puerta estaba abierta y vio a Lupo hablando con Ethan. Al notar su presencia ambos callaron.

— ¿Dónde está Ariel?

Lupo le miró como si hubiera perdido un tornillo— Se fue. Dijo que tenía que trabajar.

—Pero me mandó un mensaje diciendo que me quería aquí…

—Ariel no lo hizo— dijo Ethan con seriedad. Una que Alessandro encontró muy propia de Mapelli—. Fui yo…—Lupo miró a su sobrino intentando buscar una pista porque lo había llamado—. Lupo, te importaría esperar a que hable con Morello.

— ¿Estás seguro? — Preguntó no  convencido de dejarlo a solas con el explosivo de Morello.

—Estaré bien. Además deberías ir a estirar las piernas. No quiero que te enfermes por estarme cuidando tanto.

Asintió, y solo le lanzó una mirada de advertencia a Morello. Cuando la puerta se cerró ambos se quedaron mirando— ¿Para qué querías verme?

—Necesitamos hablar sobre Ariel.

Notas finales:

Bueno ¿opiniones? :D Actualizo Lunes si todo sale como espero :') así que un besote a todos gracias a los que me han agregado a sus autores favoritos me honran! prometo no decepcionarlos :)! Feliz finde desde ya!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).