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El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

Hellou bueno como se está volviendo una mala maña he aquí el cap tarde. Lo siento vv' salí con mi familia y no creía que nos tardaríamos todo el día xD sumenle que me llamaron a ultima hora para atender mis deberes de amiga xD y me faltaban más de 50 reviews de responder pero ya están todos! Así que yay! :') me siento orgullosa xD los he respondido todos ya sin más los dejo con el cap :B!

Un saludo especial para mi nuevo contacto del twitter "Carlo Magno" así como lo oyen ;)!

Nunca le agradó el chico. Podía ser la mejor persona del mundo según todos, pero a él jamás le iba a simpatizar. Le miró a los ojos. No se inmutó. Quizás esa era una de la larga lista de razones por la que jamás le caería bien. Se creía igual a él. Tenía un cierto aire de petulancia y egocentrismo que a veces sentía que se burlaba y le decía que era mejor que él. Nadie era mejor que él.

Inclusive allí postrado en esa cama seguía mirándole de esa manera tan retadora. ¿Es que acaso creía que podría lastimarlo en ese estado? Alessandro se quedó allí donde estaba: Justo al pie de la cama. Tenía las manos apoyadas en los barrotes de ésta. Miraba amenazante a Ethan. No se inmutaba. ¿Es que acaso creía que solo porque era el mejor amigo de su pareja no iba a evitar pulverizarlo?

— ¿Así que quieres hablar sobre Ariel? —Preguntó con cierta burla en su voz—. Bien podríamos empezar hablando sobre que no debes besarlo porque tú no eres nada suyo.

—Soy su amigo— respondió con seriedad. Sentía la cabeza dolerle, pero no le impedía sostener esta conversación. Con ayuda de unas almohadas quedaba inclinado, aún no podía sentarse bien, pero por lo menos podía mirar a Alessandro a los ojos— ¿Así que nos viste? — Los nudillos de éste se iban poniendo blancos de la presión que ejercía a los barrotes. Esos ojos brillaron amenazantes—. Pensé que habían sido cosas mías al haber creído que alguien había entrado a la habitación, pero veo que me equivoqué. De haber sabido que eras tú lo besaba por más tiempo.

—Al parecer alguien necesita ayuda a cruzar al otro lado.

—El que lo haga no va a impedir que pierdas a Ariel— Le espetó con seriedad. No se sentía intimidado por Morello. Al principio quizás un poco, pero a medida lo iba tratando ese temor hacia su persona desapareció—. Tú y yo nos debíamos hace mucho una conversación. Creo que debería empezar por allí.

— ¿Qué te hace pensar que yo te debo explicaciones?

—No las necesito. Sé lo necesario para comprender por qué eres así. Aunque admito que averiguarlo no fue nada fácil. Cuidas bien de no dejar pistas que ayuden a averiguar lo que no deseas que la gente sepa de ti.

Alessandro se quedó en silencio. No le gustaba para nada Ethan Lenz. Sabía demasiado. Más que cualquiera de sus enemigos y eso no le hacía sentir mejor— ¿Estás chantajeándome?

—Estoy poniéndote al tanto que sé algunas cosas que no quieres que salgan a la luz.

— ¿Sabes algo? Si eres de las personas que aprecian su vida deberías callarte en este mismo instante—Miraba al chico, pero sentía que estaba ante Mapelli. Ganas de asesinarlo a él también no le faltaban—. ¿O quieres jugar sucio al igual que tu papi? Porque sé jugar muy sucio y puedo darte donde más te duele si quieres intentar destruirme.

Ethan sentía una rabia subirle por la garganta, pero se controlaba. Respiró hondo. Tenía que mantener la mente fría— ¿Con qué vas a destruirme? No tengo familia con la que puedas chantajearme, si le haces algo a mi madre me da igual, si lo haces con mi padre también. No tengo hermanos, ni familiares cercanos. Mi propia vida  me importa ya muy poco, las únicas personas que podrías tocar, que son realmente importantes para mí, son: Ariel, Dante y Lupo. Y como ellos significan algo para ti en mayor o menor medida dudo mucho que te atrevas a hacer algo en su contra— Lo vio sacar el arma y apuntarle. Sentía el dolor de cabeza crecía—. ¿Así que vas a matarme? Aún sabiendo que no ganaras nada con eso.

—Ganaré la satisfacción de no tener que ver abrir esa maldita boca por el resto de mi vida.

—Pues esta maldita boca está intentando ayudarte, pero claro, tu problema es creer que no necesitas de nadie. Si quieres no diré nada más, pero por favor no me prives del gusto de ver cómo te destruyes a ti mismo solo por no escuchar a los demás.

Lo veía temblar de furia. No iba a negar que una parte de él temía que en verdad apretara el gatillo, pero otra confiaba en que iba a escucharlo. Luego de unos minutos de silenciosa batalla Alessandro finalmente dijo:— Creí que estábamos aquí para hablar de Ariel— Guardó el arma.

—Pues tú empezaste con tus celos a decirme que no tenía derecho a besarlo.

—Es que no tienes derecho a hacerlo.

—Ariel es mi amigo y me tomo todas las libertades que él me otorga. Si en mí encuentra el amor que tú no eres capaz de darle, entonces estaré gustoso de dárselo. No es mi culpa que alguien no deje atrás el pasado.

Temblaba de ira—Ariel no necesita nada de ti— dijo entre dientes

—Si crees eso entonces eres más estúpido de lo que pensaba— Le soltó sin importarle si le disparaba—. ¿Qué clase de vida le estás dando? Él te ama, pero tú nunca se lo demuestras. Si crees que una persona puede ser feliz solo son sexo entonces tienes que pasar menos tiempo con las armas y más con las personas.

— ¿Tú que puedes enseñarme? No sabes nada.

—Tú tampoco. Por todos los cielos, ¿podrías dejar de estar tan a la defensiva todo el tiempo? Hay personas que quieren ayudarte, pero tú nunca las dejas.

Alessandro sonrió sarcástico— ¿Y debo entender que tú eres una de esas almas caritativas?

—No. Actúas como un idiota y yo no ayudo a ese tipo de personas. Si estoy hablando contigo es porque me preocupa Ariel. Me preocupa que haga una tontería porque tú eres tan ciego de notar que es infeliz a tu lado.

—Él me ama.

Ethan le miró con tristeza. No sabía bien cómo ayudarlos a ambos. No lo admitiría en voz alta, pero quería ayudar a Alessandro también, pero era difícil cuando él no se lo permitía—Cuando el amor solo lo siente una persona ésta está destinada a experimentar el mayor de los sufrimientos. Yo no niego que él te ame, pero es infeliz porque tú aún vives en el pasado. Solo míralo a los ojos e intenta recordar al chico que conociste y verás que no es el mismo.

— ¿Cómo quieres que sea el mismo con todo lo que está pasando? Su madre lo echó de la casa, Civella está muerto en vida y tu papi no deja de joderle la vida.

—Aún no entiendes que lo que más lo está afectando es su deteriorada relación ¿verdad? Es obvio que todo eso también lo afecta, pero eres ya lo único bueno que tiene en su vida y sin embargo lejos de darle paz solo encuentra sufrimiento en ti— Ethan le miraba con dureza—. No puedo culparte porque no puedes olvidar a Misha, pero lo que si no puedo perdonarte es que hayas decidido iniciar una relación con Ariel si aún no estabas listo. Creía que querías a Ariel por lo que él era, pero quizás me adelanté a los hechos y de alguna manera solo buscas intentar volver a vivir lo que sentiste en el pasado. Si solo vas a causarle sufrimiento deberías hacerte a un lado y dejar que alguien más le dé lo que tú no puedes.

—Y supongo que tú quieres ese puesto…

Su paciencia había llegado a un límite— ¿Por qué? Tienes miedo si eso fuera así.

Alessandro le miró desafiante— Tú jamás podrías quitármelo.

— ¿Sabes algo? Ariel no es una cosa. No es algo que sea tuyo porque así lo decidiste. Si sigues así en cualquier momento te va a dejar. Te crees muy superior porque él está contigo, ¿pero cuándo fue la última vez que estuvieron juntos? —Dejando a relucir bien el tono y la intención de la pregunta— ¿Cuándo fue la última vez que te besó de la misma manera que lo hizo conmigo?

— ¿Te enorgulleces por quedarte con las sobras? — Hubo algo en la mirada de Ethan que le indicó que estaba jugando con fuego. La mirada del chico fue incluso más intimidante que ninguna que Mapelli le hubiera lanzado antes. Ethan le miraba lleno de rabia, de dolor, pero sobretodo ira. Jamás nadie que hubiera estado a punto de morir le había mirado de esa manera.

—Lo que haga con mi vida no debería importarte. A no ser que en verdad me consideres como tu mayor amenaza. ¿Acaso temes que Ariel me prefiera a mí? Le conozco hace más tiempo que tú. Sé lo que le gusta, lo que no. Sus sueños. Sé cómo tratarlo a diferencia de ti. ¿Qué sabes tú? — Alessandro se había quedado en silencio— ¿Cuál es su canción favorita? ¿Sabes qué es lo que siempre lo pone de buen humor? ¿Conoces sus programas favoritos? ¿Cuál fue su primer concierto? ¿Qué países desea visitar? ¿Qué animal es su favorito? ¿Su color favorito? —No iba a dejar ya ser pisoteado por nadie. Ni por su madre, ni por Alessandro. Ya no iba a dejarse sentir menos y si tenía que poner a las personas en su lugar entonces lo haría— ¿Acaso sabes algo de él? —No contestó— ¿Si quieras sabes cuándo es su cumpleaños? — Silencio. Esta vez fue turno de Ethan sonreírle con superioridad y decir: —. Quizás alguien debería pasar menos tiempo pensando en Misha y concentrándose en la persona con la que se supone que convive a diario. Si es que en verdad te importa.

***

Miraba la maceta que tenía en las manos. No sabía bien qué estaba haciendo. Los últimos días pocas veces estaba consciente de saber lo que hacía. Situación que le estaba fastidiando hasta el extremo. Había tenido unas horas libres así que había ido a descansar a su casa después de dejar a Lyosha en la suya. Habían quedado en verse mucho más tarde. A último minuto decidió dar una caminata  por su barrio cuando sin razón aparente entró a una florería. Al final había salido con esa maceta que aún tenía en sus manos. Sabía bien porqué, o mejor dicho para quién, la había comprado. Ahora no le parecía buena idea.

Una de las puertas del PS se abrió. Salió Lyosha sin camisa. Como era costumbre suya cuando no tenía nada que hacer. Se veían los puntos en su hombro. No dejaba de sentirse culpable por lo que había pasado hace unas horas. El español notó que Lamire estaba en medio del PS con una maceta en las manos— Hola bonito. ¿Pasa algo?

—No…

—Es que estas allí sin hacer nada— Antes que pudiera decir algo más, Lyosha tenía la maceta en su cara— ¿Para mí? — Preguntó extrañado. Mientras la maceta era depositada en sus manos. Miró bien la flor que había en ella y no supo bien cómo interpretarlo.

—Estoy muy arrepentido por no haber sido un buen compañero hace unas horas. No volverá a pasar—dijo haciendo una pequeña reverencia—. Por favor perdóname.

Aquello lo dejó más relajado. Sonrió aliviado— ¡Uff! Por un momento creí que era una especie de declaración de amor o algo por el estilo.

Lamire le miró nervioso— ¿Eh? ¿Por qué lo dices?

—Por la flor— explicó con tranquilidad—. Se llama no me olvides. Tiene como mil historias unas trágicas, otras un tanto poco creíbles, pero todas se resumen en el significado: esta flor simboliza el amor desesperado.

Lamire pensó que se iba a morir allí mismo— Y-yo no sabía que esas cosas hablaran o tuvieran significado, es más no pensaba regalarte eso yo no sé porqué lo hice, creo me gustó el color no sé es roja y azul y no sé…

Balbuceaba nervioso. ¡¿Es que nadie era capaz de decir esas cosas importantes?! Veía a Lyosha con la planta. ¡Esa maldita planta que se estaba declarando por él! ¡No se suponía que iba hacerlo en primer lugar!

—Bonito, Bonito. Calma es solo una flor— Se apresuró a tranquilizarlo—. Tranquilo. Todo está bien. Sé que no lo hiciste con esa intención. Tú no eres así— No comprendía bien porqué parecía al borde de un colapso nervioso—. ¿Tan feo soy que te ofende que pueda creer que te gusto?

—Y-yo no dije nunca que eras feo— Creía que era hermoso. Y de seguro había una flor habladora que también le diría lo que pensaba.

Lyosha le miró entrecerrando los ojos y frunciendo el ceño. Lamire pensó que se veía adorable. Era un asesino, pero eso no le quitaba que tuviera sus encantos bien puestos. Luego de un largo escrutinio sonrió— ¡Ok! Te creo. Y me encanta mi nueva planta. Es la primera vez que me regalan una flor tan bonita y poco común, sin que se los sugiera. La mayoría nunca pasa de las rosas. Gracias, lindo. Iré a ponerle un poco de agua. No quiero que se marchite. Y por supuesto que no te olvidaré.

Mientras lo veía perderse por el pasillo agitando sus risos con cada paso supo que él tampoco jamás iba a poder olvidarlo—Estúpida flor chismosa…—dijo entre dientes.

***

Ariel terminó de servir la mesa ocho y fue a cambiarse. No recordaba que hubiera tanto jaleo a esas horas cuando trabajaba con anterioridad, pero desde que habían puesto un amplio menú de postres y el café capuchino gratis por la compra de éste, el lugar se veía atestado de gente mayor que buscaba el café de la tarde y a veces aprovechaban para quedarse a cenar.

Fue a cambiarse el uniforme. Alessandro no debía de tardar mucho. Se despidió de Hamid que estaba feliz de tenerlo de vuelta. Aquella tarde en un momento de tranquilidad le había enseñado a preparar un pollo guisado que era excelente. Al principio no estaba muy seguro que el árabe quisiera ayudarle, pero se sorprendió lo mucho que logró cuando esa tarde le confesó que no sabía cocinar nada. Apenas había pronunciado esas palabras y casi lo llevó arrastrando a la cocina donde empezó a explicarle lo básico. Hamid le había prometido enseñarle un platillo diario. Ya sea que viniera antes o que se quedara después de su turno. Sentía que iba por buen camino. Tenía que de dejar de depender de los demás. No podía dar grandes saltos aún. Tenía que empezar por cosas pequeñas como las de la casa.

Se despidió del árabe y salió del restaurante. En la entrada estaba alguien de quien empezaba a creer que no podía de dejar de depender. Aquella tarde lucía extraño. Lo saludó, pero no respondió nada en un primer momento. Durante todo el camino hasta el apartamento estuvo callado. Tenían dos horas libres antes de partir a San Peter. En la motocicleta de Alessandro debían llegar en hora y veinte, en lugar de las dos horas que se acostumbraba a hacer. Subieron hasta el apartamento y Ariel dejó sus cosas sobre el desayunador, pero Alessandro seguía actuando demasiado extraño.

Lo supo cuando de la nada lo giró de repente y se quedó mirándole a los ojos como si intentara descubrir algo. No supo bien qué pasó, pero sus facciones se ensombrecieron y lució más apagado. Solo le acarició el rostro por largo rato, pero cuando se inclinó para besarle desvió el rostro automáticamente. No quiso hacerlo a conciencia, pero al notar su expresión deseó no hacerlo.

— ¿Pasó algo? Luces extraño— comentó intentando compensar su error.

Alessandro siguió mirándole de aquella manera tan enigmática. Sin embargo logró recobrarse— Lyosha salió herido ahora—Quizás notó la preocupación en sus ojos porque se apresuró a agregar que no era nada grave—. Se suponía que yo tendría que hacer el trabajo, pero tenía que encargarme de otras cosas además Lyosha no me deja hacer los trabajos de siempre por temor a que tenga una recaída—Se dejó caer en el sofá—. No sé dónde tengo la cabeza últimamente—Masajeó sus sienes. Lucía cansado y sumamente estresado—. Siento que estoy tomando las decisiones equivocadas y poniendo su vida en peligro en vano…—No supo que decir ante esa confesión. Alessandro se percató de eso—. Y no debería estar diciéndote estas cosas. No te preocupes, Ariel.

Ariel. Ya no era su ricura. Éste salió rumbo a la habitación. Se encerró unos minutos. Sabía que tenía que regresar para reparar su error. Alessandro se estaba abriendo con él. Eso era lo que quería, pero ahora no sabía bien qué decirle. Buscó la bolsa que había escondido debajo de la cama. Alessandro nunca revisaba allí. La sacó. Vio el contenido de ella. Miró hacia la puerta por temor que su pareja lo siguiera. Volvió a mirar el contenido. La cerró de golpe. Se había prometido no seguir con esa locura. Sin embargo Alessandro necesitaba que fuera el Ariel de antes solo por unos minutos. Solo unos minutos.

Cuando salió  luego de unos minutos. Vio a su pareja en el sillón. Lucía tan agobiado, pero él estaba tranquilo. Ya no pensaba. Se sentó a su lado e hizo que se acostara en sus piernas—No es tu culpa que Lyosha saliera herido. No podías controlar esa situación. No te culpes— susurró mientras se inclinaba para besarlo. Alessandro no comprendió porqué ese cambio tan drástico. Sin embargo Ariel no le dejó pensar mucho—. Estás tenso. Nada ha sido fácil estos últimos días. Yo no he ayudado mucho a que te sientas mejor…

—No es tu culpa. Es mía. Yo nunca…—Fue callado con un beso. No supo cómo terminó Ariel encima de él. Le besaba tan apasionado. Como antes. Alessandro creía que estaba de nuevo en el edén y no en el infierno que él mismo se había encargado de forjar alrededor de ellos. Se separaron unos segundos para respirar. Ya no tenía camisa y sus jeans estaban desabotonados—. ¿Es esto lo que quieres?

Ariel solo sonrió— Aún tenemos tiempo. Creo que nos vendría bien relajarnos antes de lo que se nos viene encima.

No respondió su pregunta, pero Ariel no dejó que volviera a preguntarle. En menos tiempo del que creyó necesario se vio envuelto en una vorágine de sentimientos. Sus manos acariciaban ese cuerpo desnudo que pronto se encontró bajo de él. Su boca recorría los caminos que ya conocía a la perfección. Esos que adoraba. Sin embargo algo fue distinto esa vez. Fue salvaje, brusco, muy satisfactorio en el momento del orgasmo, pero después que los efectos del orgasmo, sintió un enorme vacío.

Habían terminado en el suelo. Ariel se había quedado dormido. Salió de su interior intentando no despertarlo. Se acostó a su lado en el suelo y no pudo evitar sentir que algo estaba muy mal. Se sentía infeliz. Desesperado. Por primera vez en todo el acto no escuchó ningún “te amo” y eso lo puso en jaque.

Miró a su ricura. Había algo roto en él. En ellos. No notó la paz ni la preciosa sonrisa que solía tener después que hacían el amor—Ariel ¿qué te he hecho?— susurró acariciando sus cabellos. No quería admitirlo en voz alta pero “ése” como él lo llamaba tenía razón. No había rastros del Ariel que él conoció. Él se había encargado de matar su amor. El había asesinado sus sentimientos sin siquiera darse cuenta. Lo abrazó. Por primera vez desde que conocía a su ricura se sintió desesperado. ¿Era demasiado tarde ya? — ¿Es que ya te perdí?

***

Solo se escuchaba el sonido de la motocicleta deslizándose por la solitaria carretera. A esa hora eran pocos autos los que circulaban. Ariel apoyó su rostro contra la espalda de Alessandro. Cuando se despertó no pudo evitar sentir una gran culpabilidad. Sentía como si lo hubiera engañado, por primera vez no había hecho el amor con su pareja, y aquello solo le había generado un enorme vacío.  No se había atrevido a mirarle directo a los ojos desde que despertó. ¿Qué estaba haciendo? No dejaba de cometer error tras error. Le daba miedo pensar que a partir de ahora solo seguiría tomando decisiones equivocadas.

Alzó la mirada al cielo estrellado que se alzaba sobre ellos. Tenía que tomar una decisión. ¿Debía terminar con Alessandro? Aunque eso implicara romperle el corazón y destruirse así mismo. Quizás Ethan tenía razón y debería aclarar las cosas. Además le daba miedo pensar que pudiera llegar a querer a su mejor amigo como antes.

A lo lejos divisó la enorme ciudad de San Peter con sus altos edificios. Estaban llegando. No tenía idea con qué se encontraría allí, pero desde hace meses se había hecho a la idea que nada bueno podía pasarle ya.

Entraron a la ciudad. Ariel se apegó más a Alessandro. Quería decirle que lo amaba, pero que a la vez no soportaba ya sentirse un remplazo. ¿Había un límite de sentirse así? Algo en su interior le decía que ya lo había rebasado hace tiempo. Quizás fue cuando empezó a consumir drogas. Temía que no pudiera parar, pero a la vez cuando se sentía acorralado era lo único que se le ocurría hacer para seguir a flote.

Se dirigieron a la parte alta de la ciudad, donde las discotecas y bares eran cada vez más llamativos, pero de una manera común, se detuvieron frente al bar más grande de todos. “Tabú” Era su nombre. Era de dos plantas y ocupaba más de la mitad de la manzana. Aún era demasiado temprano para que estuvieran abiertos. Así que dejaron la motocicleta estacionada enfrente. Alessandro pareció que iba a decirle algo, pero se abstuvo ante la presencia de dos de la seguridad del local.

—Morello— dijo uno de ellos con aparente indiferencia, pero Ariel notó cierta chispa de admiración y temor en sus ojos.

Alessandro se limitó a asentir y guiar a Ariel adentro del lugar. Si no supiera de quien fuera este lugar de seguro se la pasaría muy bien. Jamás había visto un bar con esas dimensiones. Era de dos plantas, la mitad del local entre las dos plantas estaban repartidas una serie de sillas y butacas. Mientras que en el otro lado en una esquina se encontraba el enorme bar. Al centro estaba la pista de baile que iba en desniveles. Sin embargo lo que le llamó la atención fue lo que parecía un sofisticado escenario también al extremo, al otro extremo había una nueva hilera de butacas, pero a un número reducido, se notaba que aquella era el área VIP.

— ¿Esto es de Mapelli?

—Su nueva adquisición y mi nueva responsabilidad— respondió intentando lucir neutral cuando hablaba con Ariel, pero le era difícil. Pretender que apenas lo conocía y que no lo quería era una tortura para él y más cuando tenía que dejarlo a solas con ese hombre que solo se había encargado de arruinarle la vida.

Ariel solo asintió. Sabía que si hablaba de esa manera Mapelli estaba cerca. Finalmente salió de una puerta que estaba junto al bar que hasta ese momento había visto. Intentó mantener la calma, pero no pudo reprimir sentir una punzada en la cabeza justo donde le había pegado la última vez.

Detrás de él venía su séquito de lameculos como los llamaba Alessandro. Mapelli se detuvo frente a ellos— Mi precioso firedoll— Ariel le lanzó una mirada llena de odio, a la cual solo sonrió de lado—. Me alegra que estés como nuevo y tus ánimos más cargados de odio. ¿Qué te parece tu lugar de trabajo?

Sintió algo amargo subirle por la garganta, quiso gritarle, pero tendría que aprender a moderarse sino nunca podría pagar la deuda si siempre terminaba lleno de golpes— Me da igual.

Mapelli no se inmutó— ¿Tuviste problemas para traerlo, Morello?

Alessandro le miró indiferente— ¿Acaso eso importa? El chico está aquí.

Una muestra de disgusto apareció por el rostro de Mapelli, si había algo que en verdad odiara era la altanería que mostraba su empleado ante él— Bien. Ve a encargarte de mis negocios en la parte baja de San Peter.

—Mi trabajo ahora es ser el guardaespaldas del hijo de Civella— Respondió sin inmutarse.

—Ahora está conmigo. No necesita que lo estés protegiendo. Ahora vete— le dijo ya bastante irritado—. Te llamaré cuando tengas que recogerlo.

Alessandro salió del lugar. Ariel lo vio perderse entre las mesas, sabía que no volteó porque si no se le haría más difícil salir de allí. No sabía cuánto tiempo podrían soportar pretender que no sentían nada uno por el otro. Aunque uno solo sintiese cariño y el otro amor.

— ¿Te preocupa Morello?

La pregunta lo hizo volver a subir la guardia— Me preocupa que le pase algo y no pueda regresar a casa para ir a clases.

— ¿De verdad te preocupa eso? — La sonrisa burlona que tenía en su rostro le hizo querer borrársela a golpes—. Ni siquiera sé porqué sigues en la escuela. Civella nunca va a despertar. Ahora eres mío. Y sobre todo el trabajo que vas a desempeñar por los próximos años no va a necesitar un título de escuela— Se giró y le indicó que lo siguiera, pero Ariel sintió temor al escuchar aquellas palabras. Los sueños donde se veía obligado a mantener relaciones sexuales con desconocidos le acudieron de inmediato.

No pudo moverse hasta que Mapelli volteó al principio impaciente, pero al notar su expresión de pavor solo pudo sonreír para hacerle sentir peor. No supo cómo logró controlarse y le siguió. Entraron a un pequeño despacho, al lado izquierdo había una enorme puerta, sin embargo ellos entraron a la puerta de la derecha donde había un despacho más grande.

Allí se encontraba lo que un momento pensó que sería una mujer, pero al notarlo bien y al ver como hablaba supo que era un hombre. Un tipo demasiado extravagante. Ariel pensó que la “Miss J” de America’s Next Top Model, programa que le encantaba a su madre, se vería muy normal a la par de ese tipo.

—Joel, él es firedoll— Dijo mientras volvía a tomar asiento.

El tal Joel se puso de pie y empezó a dar vueltas alrededor de él. Llevaba un bastón que obviamente era más un accesorio, pero eso no evitó que lo usara  para darle más un par de golpe en el cuerpo con él. Usaba unas sombras de color negro demasiado exageradas, también usaba un lápiz labial del mismo color e iba envuelto en lo que parecía un turbante árabe muy vaporoso.

—Muy bonita adquisición. Será buena mascota. ¿De dónde lo sacaste, Mapelli? — Al notar que iba a darle un nuevo golpe Ariel detuvo el bastón en seco. Y le miró furioso.

—No soy ninguna puta mascota— Le soltó el bastón con brusquedad dejándole claro que no iba a dejar que siguiera tratándole de esa manera.

—Tu perrito necesita un bozal— Fue lo único que lo dijo.

—Cómo ves tiene cierto carácter, pero sabes que me gusta los desafíos.

— ¿Van a decirme para qué diablos estoy aquí sí o no?

Joel ni siquiera se inmutó— Quizás deberías amarrarlo a tu cama y dejarlo sin comer una semana a ver si así le aplacas ese humorcito que tiene.

Mapelli notó que Ariel iba a explotar en cualquier momento. Así que decidió que mejor aclaraba todo de una buena vez— Siéntate, Firedoll. Como te dije aparte de ser mi bonita mascota serás la atracción de este bar. El trabajo de Joel es que te conviertas en la atracción de todo San Peter. Incluso más.

No comprendía bien que implicaba todo eso, pero no le gustaba como sonaba. Sintió un vacío en su estómago— Tu trabajo aquí, se limitará a que hagas lo que mejor sabes: Cantar.

Al principio creyó que se estaba burlando de él, pero al notar que no añadía nada más supo que iba en serio, aquello hizo que se relajara un poco. Cantar, solo iba a cantar. No implicaba nada raro— ¿Acaso crees que iba a prostituirte? —Sabía que su expresión lo había delatado— No, firedoll. Ya sabes que no me gusta compartir mucho mis cosas y en ese ámbito tú serás solo mío.

La tranquilidad que había tenido hasta esos momentos se desvaneció. Mapelli no bromeaba. La manera en que lo desvestía con la mirada sabía que no había dejado lugar a equivocaciones.

— ¿Cuándo es su debut? — Preguntó finalmente Joel, a quien no le importaba nada de lo ellos hablaban.

—Sábado.

Joel alzó una ceja  probando a su jefe, pero sabía que él rara vez bromeaba— Te costará un poco más, si quieras montar un buen espectáculo. Me dejas poco tiempo y más que aún no sé qué tan diestro será este chico.

—Si no lo es,  tu trabajo convertirlo para eso te pago y muy bien debo admitir.

—Bien. Entonces mañana a las cuatro en su discoteca de vagos— Dijo dirigiéndose a Ariel—. No llegues tarde. No tengo tu tiempo— Salió de allí como si fuera la nobleza. Ariel supo que no iba a soportar mucho tiempo en compañía de ese tipo.

Miró al que ya imaginaba como su verdugo en busca de una explicación— Como te dije serás mi nueva atracción, pero no te limitarás a cantar, vamos a hacer que este bar sea famoso por ofrecer espectáculos en vivo y tú eres mi atracción principal. Será como un verdadero espectáculo y Joel se encargará de pulirte.

Ariel sopesó las muchas posibilidades de trabajos que pudo haber tenido, pero supo hasta cierto punto había tenido suerte, si podía decirse así, con su trabajo. La parte mala era que eso no lo salvaba de estar en las garras de Mapelli.

—Entonces…—empezó no sin cierto cuidado al elegir sus palabras—. ¿Aquí solo canto, bailo y me largo?

—Sirves mesas de vez en cuando, pero no te preocupes, no te expondré tanto. Como ya te dije tú eres de mi propiedad.

Él podía hacer eso. Una parte de él quería creer que sería como el trabajo que realizaba donde Dante, pero a la vez sabia que sería muy diferente. Se había quedado metido en sus pensamientos que no notó que ahora tenía un carísimo traje frente a él. Hasta que uno de los guardaespaldas lo hizo ponerse de pie fue que reaccionó— Ve a cambiarte. Vamos a salir— Ariel miró las ropas.

—Iré con lo que tengo puesto.

— ¿Se te olvida quien es el que decide aquí? Ve a cambiarte.

—Si tanto desea que lo acompañe a donde sea que vayamos entonces va a dejarme que vaya como yo quiera.

Mapelli se puso de pie con una lentitud premeditada. Quería intimidarlo. Lo sabía. No iba a caer en su trampa. No iba a retractarse. No apartó la mirada de aquellos intimidantes ojos grises, entre los miles de pensamientos que lo invadieron en esos pensamientos, aún no podía creer que en verdad él y Lupo fueran hermanos.

—No me hagas repetirlo, Ariel. No me tientes porque sabes bien que puedo jugar muy sucio y los primeros en caer serían tu madre y el hijo que espera— Tomó el traje y se lo puso en las manos—. Ahora ve a cambiarte. Y quiero que pienses, cada vez que decidas abrir esa deliciosa boca, que la vida de tu familia está en tus manos y el mínimo error puede costarles muy caro— Mapelli le tomó del rostro con fuerza. Ambos estaban demasiado cerca, quiso gritar, correr, escupirle, algo, pero no podía. No debía. Cuando sus labios se juntaron quiso estar muerto. Fue un beso superficial, pero duró lo suficiente como para no olvidar a que sabía el infierno—. Ahora ve a cambiarte.

Casi salió corriendo de allí. Tanto que chocó con alguien más. Ambos cayeron al suelo—Mierda. Bonita manera de empezar el turno— Se quejó con quien había chocado. Era un tipo un poco más bajo que él. Moreno. Debía tener unos veintiún años.

—Lo siento. Yo no me fijé por donde iba.

—Me di cuenta— Sin embargo no había tono de reproche en su voz. Lo ayudó a ponerse de pie. Y vio que lo examinaba—. Por esa ropa debo suponer que no trabajarás aquí— dijo señalando en traje.

—Sí lo haré, pero no ahora. Lo siento, no quise tirarte.

—No te preocupes. Soy Will por cierto.

Volteó al despacho de Mapelli, pero la puerta estaba cerrada, eso le hizo sentirse un poco más tranquilo—Ariel. Mucho gusto.

— ¿Ariel? Bonito nombre. ¿Así que eres un león de Dios?

Sonrió un poco al escuchar el comentario— No lo sé aún— En esos momentos se sentía más como un gatito asustado—. ¿Podrías decirme dónde puedo cambiarme?

—Seguro. Ven yo también debo ponerme mi uniforme, sígueme— Entraron a la puerta que estaba en la izquierda. Había un largo pasillo donde terminaba en una estancia más grande donde se encontraban los des vestideros y sanitarios para los empleados. Notó como había una escalera hacia abajo— Esta va a la parte baja del escenario— explicó Will con tranquilidad—. También allí guardan algunas cajas con vino y licor. Y cuando nadie ve las meseras y meseros se lo pasan bien, pero eso no se lo digas al jefe ¿eh?

Sonrió un poco. Y se metió a uno de los cambiadores— Oye, Will…— Empezó recordando algo importante—. Dijiste que aquí había meseros y meseras.

—Sí. ¿Por qué?

Abrió la cortina que era lo único que los separaba y reprimió un sonrojo al notarlo en ropa interior. Al parecer solo él era demasiado pudoroso— Creí que aquí solo trabajaban hombres…

William al principio no comprendió porque preguntaba eso— ¿Creías que esto era un bar gay? — Al notar como el otro se sonrojaba supo que eso era lo que había creído— Bueno en teoría si lo es. Mira te explico. Los lunes está cerrado. Martes es noche de lesbianas, miércoles es para latinos, jueves es noche de asiáticos, viernes es para cualquiera que quiera venir a pasársela bien, sábado es para gays y bisexuales, domingo es para quien quiera venir—Ariel solo dejó salir un sonido de admiración. No sabía que podían ser tan elitistas— Pero claro, siempre los sábados se cuela más del algún hetero movido por la curiosidad o a veces porque tienen que hacer negocios con el jefe. Viene gente muy importante siempre los días sábados es cuando hay más movimiento.

Aquello no lo hizo sentir mejor. Terminó de cambiarse— ¿Y tú qué días trabajas?

—Miércoles, viernes y sábados.

— ¿Eres gay?

—Bisexual.

—Ohh…

— ¿Y tú?

—Gay.

—Me lo imaginé.

Ariel salió del des vestidero— ¿Debería sentirme ofendido? — Preguntó sin poder evitar que el comentario hiriera un poco su ego. Aunque una parte de él se sentía un poco más aliviado que ahora si pudiera decir a los cuatro vientos sus preferencias. En ese aspecto sí había dado grandes pasos.

—No lo dije con mala intención. No sé. Ya sabes que tenemos un sexto sentido para reconocer a los nuestros. Ven, déjame ayudarte con esa corbata que no está bien anudada— Una vez cerca no pudo evitar notar que Will usaba una loción Hugo Boss. Le gustaba el olor—. ¿Así que trabajarás aquí?

—Sí. Empiezo el sábado.

—Genial. El sábado es un buen día. El jefe dice que finalmente le daremos uso al escenario. Todos están muertos de curiosidad de conocer al famoso firedoll. — Ariel tragó hondo. No emitió ningún comentario. Lo que Will consideró como pauta para poder seguir hablando—. Dicen que es un tipo guapísimo, pero no sé. No me fio de los rumores, pero con el nombre el tipo debe estar que arde—Sentía que sus mejillas iban a explotar en esos momentos—. Ya veremos que tal es. Bueno por suerte podré verlo de cerca porque soy uno de los bailarines que lo acompañará en el show.

¿Bailarín? ¿Qué demonios estaba planeando Joel? Bajó un poco la mirada, pero Will le hizo que volviera a subirla— ¿Tú bailas?

—Sí. Soy bastante bueno si me permites decirlo— Lo sintió separarse de él—. Listo.

—Gracias. No quiero sonar rudo, pero tengo que irme, sino tendré problemas— Ya se había tardado demasiado.

Como si hubiese invocado a los problemas uno de los guardaespaldas entró en esos momentos— Firedoll, el jefe espera por ti— Sintió la mirada de Will sobre él. Lo vio abrir al máximo los ojos y casi le colgaba la mandíbula de la impresión.

—Adiós. Gracias por la ayuda— dijo bastante apenado mientras se apresuraba a salir de allí. El guardaespaldas lo guió hasta afuera del local donde una Hummer estaba aguardándolos. Entró a esta. Mantuvo su mirada pegada en el vidrio, no se atrevía a mirar a los ojos a su “jefe” quien sentía que lo devoraba con la mirada. Solo rezaba porque todo esto acabara rápido.

Terminaron en la entrada de un casino. Algo le decía que también era propiedad de Mapelli porque lo dejaron entrar sin problemas aún cuando a leguas se veía que era menor de edad. Ariel miraba asombrado todo lo que tenían. Llegaron a una zona especial donde había una enorme mesa de póker. Allí ya había varias personas. Todas acompañadas de unas voluptuosas mujeres con vestidos carísimos y grandes escotes. Ahora comprendía porque quería que se vistiera de esa manera. Se sentaron a la cabeza de la mesa.

Notó como las mujeres miraban con fascinación a su verdugo mientras que a él lo miraban con asco. Los hombres no emitían ningún comentario. Empezaron a jugar. En menos de una hora muchos habían perdido el doble de la cantidad que él necesitaba para pagar la deuda. No comprendía cómo podían estar sin inmutarse cuanto estaban perdiendo miles.

— ¿No vas a presentarnos a tu acompañante, Mapelli? — Preguntó uno de los señores de mayor edad, pero que iba acompañado por una de las mujeres más jóvenes.

— ¿Tanto interés ha despertado en ti, Mikenli? —El hombre no se atrevió a decir nada al respecto. Se notaba que el que mandaba allí era Mapelli—. Para todos, él es Ariel.

Todos asintieron, pero ninguno se atrevió dirigirle la palabra directamente. Ahora que lo pensaba, nadie le dirigía la palabra a ninguna de las mujeres allí. Eran como si fueran trofeos o cosas sin mayor valor.  La partida duró una hora más. En una hora más sería medianoche. Sin embargo no se atrevía a abrir la boca allí. Sabía que la sola insinuación que tenía que irse frente a todos ellos haría que su familia corriera un riesgo innecesario. A las once y treinta Mapelli se levantó sin decir más y todos suspendieron la partida. Solo hizo una seña a Ariel para que lo siguiera. Subieron un nivel más y terminaron en un enorme despacho.

—Tengo negocios que atender. Morello vendrá aquí en cualquier momento— Aquello lo hizo tranquilizarse. Se dejó caer más relajado en el sofá de cuero que estaba en la habitación. Empezó a desanudarse la corbata que sentía que lo estaba ahorcando, pero se detuvo cuando notó a Mapelli casi encima de él— ¿Ves? Ambos podemos llegar a un buen trato. No te la pasaste tan mal. Si lo comparamos con el trabajo que tu familia había hecho antes.

—Yo no tendría problemas en llevarlo a cabo.

— ¿De verdad? Ni siquiera pudiste matarme en aquella ocasión. Mira que tu decisión solo causó más problemas. No solo a ti, sino que a mi hijo. ¿No te sientes culpable de ver como la vida de todos es peor porque no tuviste el valor de asesinarme? — Ariel no lo había pensado de esa manera— ¿De verdad te divierte ver a Ethan sufriendo? Porque a mí me fascina hacerlos sufrir a ambos, pero no sé si con tu decisión no querías que mi hijo también sufriera el mismo infierno que tú.

—Yo jamás le desearía el mal a Ethan. Es mi mejor amigo.

— ¿De verdad? — Preguntó con falsa ternura— ¿Cuánto tiempo crees que eso dure? Ustedes mismos van a encargarse de hundirse el uno al otro. Cuando menos lo esperen todo bueno que se desean cambiará.

—Eso no ocurrirá.

—Al final ambos se terminarán odiando y se culparán de todo lo malo que les acontece. Ya lo verás.

Ariel le miró furioso— Eso jamás va a pasar. Ethan siempre va a estar para mí así como yo estaré para él.

Mapelli lo tomó por la corbata y lo obligó a acercarse— ¿Eso crees? En verdad eres más estúpido de lo que pensaba. Con gusto veré como entre ustedes se hunden mutuamente— Al notar como Ariel quiso separarse tomó con más fuerza la corbata, lo escuchó reprimir un quejido de dolor—. Creo que es buen momento para que empieces a pagar tu deuda— Notó el miedo en los ojos del otro. Una de sus manos se fue hasta la camisa. La mano del pelirrojo se lo impidió— ¿Vas a negarte? — Sintió el agarre aflojarse un poco. Adoraba ver la expresión del chico llena de pánico. No dejó que el otro pensara.  Sus labios se fueron al cuello del pelirrojo. Sintió como intentaba quitárselo de encima. Mapelli sonrió. Adoraba cuando la presa intentaba luchar por su vida. Aquello hacía todo más excitante, su rodilla se fue hasta la entrepierna de Ariel la cual apretó con demasiada fuerza, lo que lo hizo gritar de dolor. Una mano apresó con firmeza las dos del chico— ¿Vas a negarte, Ariel?

Vio aquellos ojos verdes reflejar todo el miedo que una persona en su situación podría, pero jamás aquel brillo de terror le había excitado tanto. Con su mano libre lo obligó a besarle. Lo sintió luchar con todas sus fuerzas, pero a él le encantaban los desafíos. Victorioso degustó aquella lengua que se resistía a corresponderle. Apretó con más fuerza las manos del chico haciéndole ahogar un grito en su boca. Su mano libre se fue hasta el pantalón del otro. Iba a hacerlo suyo en esos momentos. Le abrió la cremallera del pantalón. Su mano ya estaba intentando palpar aquel sexo cuando la puerta se abrió de golpe.

Mapelli giró molesto y al ver a Morello allí no hizo que se sintiera de otro modo. Morello estaba pálido— ¡¿Qué mierda quieres ahora, Morello?!

Alessandro estaba a punto de sacar su colt y abrirle la cabeza al tipo, pero al sentir a los guardaespaldas atrás de él supo que no iba a tener posibilidad, y se arriesgaba a herir a Ariel—Vengo por el chico. Fueron sus órdenes— Mapelli le miró furioso—. Además sus socios están esperando por usted. Me pidieron que se lo hiciera saber.

Solo se puso de pie sin mirar a Ariel. Tenía la vista bien puesta en Morello quien cada día le hacía perder la paciencia. Si no fuera tan bueno en su trabajo hace mucho lo hubiera mandado a liquidar, pero ya había exterminado al mejor de ese grupo una vez. No podía darse el lujo de hacerlo de nuevo. No aún. Tenía que arreglar varios asuntos antes. Se arregló el traje como si no hubiera pasado nada. Se dispuso a salir, pero se detuvo al lado de Morello— Mañana asegúrate que llegue al Placer Salvaje a las cuatro. Llegará Joel. Lo que ellos hagan allí no es tu asunto— Así sin más salió.

La puerta se cerró tras de ellos. Ariel tenía la vista perdida en la pared. Temblaba. Alessandro no supo qué hacer. Intentó acercarse, pero Ariel lo rechazó— Puede volver. No me toques— susurró aún temblando. Solo logró subirse la cremallera— Vámonos, te lo suplico.

Salieron de allí montados en la Ducati. En menos de tres minutos salía de San Peter a más de ciento veinte kilómetros por hora . Cuando volvieron a carretera abierta Alessandro frenó de repente. Tan fuerte que Ariel se aferró al él con todas sus fuerzas. No supo porqué paró. Sin embargo agradeció cuando Alessandro le abrazó con fuerza. Rompió en llanto. En esos momentos no le importó si no lo amaba, solo quería sentir un poco de cariño, ya ni siquiera pedía amor, solo quería sentirse seguro en brazos de alguien, quería que le dijera que tenía que soportar todo eso por su familia.

Ariel buscó los labios de su novio y lo besó desesperado. Se aferraba a él. No podía dejarle. Era su condena pero al mismo tiempo su salvación—Alessandro…abrázame…te lo suplico sino voy a volverme loco— ¿En verdad lograría resistir ese infierno o este acabaría con él mucho antes?

Notas finales:

:D Gracias a todos los que esperaron en twitter a que actualizara lamento la demora intentaré postear el prox más temprano y será el día jueves ! Un beso a todos. ¿Un review? :B Prometo responderlos todos a tiempo xD FELIZ INICIO DE SEMANA! 


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