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El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

:B Ya, ya sé que vengo tarde...muchos me dejaron claro que venía muy tarde lo siento, primer dia de la U D: Aún no me acostumbro y no me he ordenado bien en los horarios y todo lo siento. Así sin más les traigo el cap :B ya estan todos los reviews contestados :D

Se sentía ansioso. Respiraba con dificultad. Cerró sus ojos deseando poder dormir, pero no podía. Se sentía estresado. Tenía que hablar con Alessandro. Lo sabía, pero no tenía el valor de hacerlo en ese estado. Llevó una de sus manos a su pecho y escuchó a su corazón latir con fuerza. No quería seguir así. El sabor de la boca de Mapelli seguía en sus labios, tembló al pensar en el beso. Sus ojos se llenaron de lágrimas. No iba a poder escapar de él. Tarde o temprano le iba a poner las manos encima en todo el sentido de la palabra y no iba a soportarlo. Un escalofrío le recorrió. Quería olvidarse de todos los problemas por una noche.

Cuando abrió los ojos ya estaba de rodillas en el suelo buscando la bolsa con las drogas. Sus manos temblaban. Tenía que aguantar, de alguna manera tenía que aguantar. Vio el contenido. Ya casi no había. Vertió todo el contenido en sus manos. Tenía que ser suficiente. Quizás hasta era demasiado para esos momentos, pero necesitaba más. No sabía que le diría Alessandro. ¿Y si terminaba con él? No quería sentirse solo. No quería salir de esa casa. Ya lo habían echado una vez de una. Su madre no lo quería. De seguro ya se habrá olvidado por completo de él. Total pronto tendría un nuevo hijo o hija. Uno que no cometiera el error de no salir normal. De seguro su padre tampoco despertaría nunca y aunque lo hiciera,  al ver a su nuevo hijo o hija lo querría más porque él o ella si haría las cosas bien. No era justo privarle ver crecer a su hijo. Él se haría cargo al final de la deuda. Dejaría que todos fueran felices. Inhaló. No pudo con todo. Su nariz le escoció. Tenía que soportar ese infierno de alguna manera. Aferrarse a algo, ya que sentía que pronto no tendría a nadie. El tenía que...

La puerta del baño se abrió de golpe. Tan rápido que no tuvo tiempo de reaccionar— Ari…

Tardó en darse cuenta que Alessandro lo había descubierto. Se quedaron en silencio mirándose. Su cuerpo reaccionó antes que él. Tembló. Sus ojos se pusieron húmedos. Alessandro había descubierto su secreto—  Y-yo…yo no quería…— sollozó. Alessandro no se movía. Solo le miraba incrédulo, pálido—. Alessandro, te juro, te juro que yo no quería…—  su voz se quebraba cada vez que intentaba decir una frase coherente. Quería dejar de llorar, pero no podía.

—  Ariel, tu…— Lo veía pálido. No se movía. Tenía una mano apoyada en el marco de la puerta—. Tú… ¡Tú! —   Alzó la voz tan de improvisto. Cruzó la distancia que los separaba en un segundo lo levantó con brusquedad. Vio la mano alzarse. Cerró los ojos, pero el golpe no llegó—  Tú…tú… ¡¿Cómo te atreviste?!—  No  le decía nada más. La mano se apoyó en su hombro y lo zarandeaba con cierta fuerza.

— No me odies. No me odies. Te lo suplico. Te amo…maldita sea…te amo…no me odies tú también.

Lo tomó del rostro. Las le manos temblaban. Ariel creía que era por la rabia—  Tú pequeño idiota…tú…pequeño estúpido ¡¿Cómo pudiste?!…tú…tú…mi amor—La voz de Alessandro se quebró. Lo tomó con más fuerza. Obligándole a mirarle a los ojos.  Ariel se quedó sin palabras al escuchar como lo había llamado, pero cuando sintió una lágrima caer en su rostro y luego otra y otra. Sintió un nudo en su garganta—. Ariel, Ariel…mi vida…y-yo, yo te hice esto…fui yo...perdóname, perdóname…— Las lágrimas de Ariel se acumularon en sus ojos ya incapaz de poder dejarlas salir como Alessandro. Solo negaba con la cabeza incapaz de hablar—  Ariel…Ariel…

Le dolía, le dolía en lo más profundo de su alma el verlo así—  Alessandro…

— S-si yo hubiera olvidado a Misha…si yo no fuera tan débil…si yo…si yo…nunca te hubiera conocido no habrías…

Ariel lo abrazó con fuerza. Ambos lo hicieron. No supo quién fue primero. Su corazón se desgarraba al escucharlo llorar. Él. Había sido él quien lo había hecho llorar. A él quien era tan fuerte. Él lo había hecho caer en pedazos.

—Yo solo quería ser la persona más importante en tu vida— Susurró con dificultad. Intentó soltarse pero Alessandro no le soltaba el rostro. Sus manos se fueron hasta los brazos de él, sintió todos los músculos en tensión. Sentía su mundo derrumbarse—. Te veo día a día y sé que no es conmigo quien quieres estar. Yo solo quería ser la mitad de bueno que Misha. Quería que me amaras aunque sea un poquito. Que tuviéramos una canción, que pensaras en mí cuando escucharas una, así como yo pienso en ti cuando escuchó “Back in Black”.

—Ariel…

Los ojos le escocían, hablaba en un hilo de voz porque ya no soportaba ese sentimiento que lo oprimía—Quería que cuando enfermaras fuera mi nombre el que dijeras en medio de delirios. Quería provocarte la misma felicidad que tú me provocas cuando te veo.

—Ariel…

—Quería conocerte aunque sea un poco, no sentirme como un idiota cuando me preguntaran algo de ti. Yo solo quiero ser capaz de decir que te conozco aunque sea un poquito. Saber si eres Bolshói o Di Stephano…

—Ariel, escúchame…

— ¿Hay algo de malo, Alessandro? Solo quería saber cuál es tu color favorito, tu animal favorito, saber cuándo es tu cumpleaños, saber que sabor de pastel prefieres… ¿Soy muy estúpido? ¿Me comporto como una chica por querer eso?

—Ariel…

Rompió en llanto porque si no lo hacía sentía que se iba a morir allí mismo—Yo solo quería ser tu mundo. Así como tú eres el mío…

Unió sus frentes. Sentía su respiración entrecortada. Jamás pensó que llegaría el día que Alessandro llorara. Lo veía demasiado perfecto, casi irreal, que se olvidó que detrás de esa fachada de hombre duro, estaba el corazón de una persona que también amaba, sufría. Los dedos de Alessandro delinearon sus labios—Mi Ariel, tú ya eres eso y mucho más. Perdóname por haber sido tan idiota y no habértelo dicho antes. Ariel, mi ricura, mi todo…

Sus labios temblaron antes de curvarse en una tímida sonrisa. Sentía sus ojos arder a causa de las lágrimas. No soportaba tanta distancia. Lo besó. Tan lleno de amor que sintió que sus piernas no podían sostener tales magnitudes de sentimientos. Por fortuna su Alessandro lo tomó en brazos, salvándolo dejarlo caer al piso. Ariel entrelazó sus piernas alrededor de la cintura. Al sentirse alzado creyó que lo estaba salvando no solo de caer al piso, sino que lo elevaba, que lo ayudaba a salir a flote. Terminaron en la cama. Ariel buscó quitarle la chaqueta, pero Alessandro rompió el beso—No…—susurró—. No así, mi ricura, quiero amarte cuando estés bien. No así. No con esa basura recorriendo por tus venas.

Ariel le miró a los ojos, aquellos que estaban vidriosos, algo rojos por las lágrimas—Perdóname…Yo no quería, yo no quería…ayúdame…intenté parar, te juro que intenté.

—Lo sé. Sé lo que se siente. El miedo de no poder parar incluso cuando sabes que ya es suficiente, pero tu cuerpo…

—Tu cuerpo necesita más…— Ariel terminó la frase— ¿Cómo…?

—Lo he vivido, por eso te digo que esa no es la solución, mi ricura. Nunca será la solución a los problemas…

Ariel se quedó en silencio, no sabiendo bien que decir. Acarició el rostro de Alessandro, ese que se veía tan triste—Nunca me lo dijiste…

—Existen muchas cosas que no te he dicho— susurró mientras bajaba la mirada—. Pero ya no quiero callar más. No tiene nada de malo que quieras saber de mí. Ahora lo sé. Yo también quiero saber todo de ti.

—Perdón, perdón— no podía dejar de pedírselo. Su respiración se hacía más errática y dificultosa.

—Ariel, tranquilo. Que te alteres no te hace ningún bien. Descansa. Hablaremos cuando estés en condiciones de hacerlo ¿sí?

— ¿No me odias?

— ¿Si te odiara crees que haría esto?

Cerró sus ojos al sentir a Alessandro besarle. Su cuerpo reaccionó con más intensidad a la que estaba acostumbrado. Reprimió un gemido. Se sentía sucio. Quería sacar eso de su organismo—Abrázame—pidió buscando su calor—. No quiero volver a hacerlo, no más…

—No te preocupes. Voy a encargarme de cuidarte, incluso de ti mismo—susurró recostándolo en la cama y acogiéndolo en sus brazos. Sus manos acariciaban los brazos. Besó su frente.

—Lo siento…—susurró antes de caer en un sueño profundo.

Alessandro se quedó en silencio mirándolo dormir. ¿Cómo no se dio cuenta? Se estaba perdiendo de muchas cosas, buenas y malas, por vivir en el pasado— Ya no más…—susurró estrechándolo contra él.

Durante toda la noche no pudo conciliar un sueño profundo. El ver a Ariel en ese estado le había recordado muchas cosas que creía haber superado. Fantasmas de su pasado volvían a presentarse dispuestos a no darle tregua. Cuando se despertó por décima vez en medio de la madrugada supo que lo mejor era intentar dejar de dormir. Se sentía exhausto, sin embargo los fantasmas habían vuelto con más fuerza de la que había esperado.

Quería espantarlos a todos y solo lo conseguía acercando más a Ariel a su cuerpo, sintiendo su calor, su aroma, lograba tranquilizarse. Sin embargo sabía que el que necesitaba más ayuda en esos momentos era su Ariel. Lyosha lo había sospechado, por eso le había dicho que no lo dejara solo en ningún momento. Ése también le había advertido que si seguía así podría hacer una locura, no sabía si se refería a ese tipo de locura, pero todos lo habían visto venir menos él. Jamás quiso lastimarlo de esa manera.

Las horas avanzaban hasta que el alba se hizo presente. Sin embargo sabía que Ariel no despertaría pronto. Estaba cansado. Lo había visto en sus ojos. Se puso de pie y notó la bolsa con drogas. Jamás pensó que él lo llevaría a inducirlo a tomar ese tipo de decisiones y mucho menos que él le facilitaría la droga. Había más de treinta gramos, y ahora ya no quedaba nada. No sabía desde hace cuanto tiempo lo consumía. Apretó con fuerza la bolsa.

Fue hasta el botiquín que tenían el baño y extrajo todas las pastillas que Ariel podría usar en caso que tuviera una recaída. Las guardo en un cajón bajo llave. Una que solo él tenía una copia. Cada diez minutos iba a ver si Ariel había despertado. Al final para tener su cabeza ocupada fue a la sala y se quedó trazando la ruta del cargamento que recibirían. Recogerlo en el puerto sería muy arriesgado. Llegaría a medianoche y que hubiera movimiento a esa hora no era algo usual y menos en uno tan pequeño como el de Silver Beach.

Veía el mapa marítimo. Los lugares adecuados, donde las aguas no fueran muy profundas, en caso que las cosas se complicaran a tal punto que tuvieran que tirar el cargamento. No tenía aún todas las cartas marítimas que necesitaba. Trabajaba arduo buscando la salida más viable. Según sus cálculos el barco vendría entre tres semanas a un mes. Todo dependía de la suerte y que el clima estuviera de su parte. Si había lluvia les complicarían bastante las cosas por las olas. Seguía trazando posibles rutas para interceptar el barco. Esa era la salida más obvia en estos momentos. Era lo único que tenía claro. Quería esperar a tener el plan bien elaborado antes de comunicárselo a los demás. Aunque aún no comentaba ni siquiera eso con ellos porque no había olvidado la vez que le tendieron una emboscada. También sentía que lo que pasó con Civella fue un plan elaborado. No sabía si habían sido casualidades o todo estaba premeditado. Aunque aparentaba lo contrario, aún estaba preocupado por esas fugas de información a eso había que sumarle que habían entrado en las casas de todos sus compañeros.

Su móvil empezó a vibrar en la mesa lo cual le sacó de sus pensamientos. Suspiró al ver el número de Lyosha. Desvió su mirada al reloj y notó como eran ya más de las diez. ¿Cuánto tiempo llevaba trabajando? — ¿Aló?

— ¿Te he despertado?

—No. No te preocupes, pero Ariel aún duerme.

— ¿Podrían venir cuando despierte? Necesito confirmar algo. Por favor…

Alessandro se sentó en el mullido sofá y se dejó hundir en él. Se llevó una mano a su rostro—No necesitas confirmar nada, Lyosha. Yo mismo lo vi…—Silencio. No supo cuanto duró, pero fue demasiado para él— ¿Por eso me pediste que no lo dejara solo? — La confirmación de Lyosha no lo hizo sentir mejor—. Llegaremos después de almuerzo. ¿Está todo en orden por allá?

—Por ahora sí. Lamire ya viene aún. Y Lupo consiguió lo que necesitábamos.

—De acuerdo. Hablamos bien en persona—No le gustaba discutir esos temas por teléfono y menos por ese que  era su teléfono “público”.

—De acuerdo. Descansa, te escuchas molido.

No tenía ni la mínima idea de cómo se sentía en esos momentos. Se estiró un poco. Y fue hasta la habitación. Aún dormía. A esa hora se moría de hambre así que fue a la cocina y empezó a hacer unas crepas. Buscó algo con que acompañarlas. Aún era temprano para comer algo salado así que saco la nutella que tanto le encantaba a Ariel, buscó algunas bananas. Luego de una hora ya tenía su desayuno y el de su pareja. Miró el reloj. Eran ya pasadas las once. Sin embargo no se atrevió a despertarle. Dejó el desayuno en el horno el cual apenas encendió solo para evitar que se enfriase la comida.

Fue hasta la habitación. Sonrió al notar como abrazaba la almohada. Se acostó a su lado. No podía dejar de contemplarle. Quizás se le estaba pegando lo cursi de su ricura, pero estaba seguro que si pudiera pasar así el resto de sus días con él sería el hombre más feliz de planeta. No habría mayor dicha. Si lo tuviera siempre a su lado sabría que no desearía la muerte con tanto desespero. A veces se sentía cansado, demasiado cansado, apenas tenía veintitrés años, pero había vivido tantas cosas que sentía que cargaba con unos ochenta. Tanto así que había días en que deseaba no volver a despertar. Pero desde que Ariel estaba en su mundo lo había deseado menos.

Pasaron unos minutos antes que notara como su ricura luchaba por despertar. Sonrió un poco. Tan genuino. Tan feliz. Hasta tal punto que no pudo borrar esa boba sonrisa de su rostro incluso cuando esos hermosos ojos verdes se asomaron con pereza. Su mano se fue hasta ese rostro adormilado y lo acarició con ternura. Una que creía que había perdido. Ariel sonrió un poco, pero vio la vergüenza en sus ojos y desvió la mirada. Alessandro  no dijo nada. Solo atrajo hacía él— ¿Tan temprano y tan triste?

—Alessandro, yo anoche…

Lo estrechó con fuerza—Tranquilo. No me gusta  verte así. Esa no es manera de empezar un domingo. A ver intentemos de nuevo. Cierra los ojos y haz como si nada ha pasado.

Se separó un poco y notó como tenía los ojos cerrados. Los vio abrir con lentitud, tal como si se fuera despertando. Le besó en los labios—Buenos días, ricura…

Lo vio sonrojarse, pero correspondió el beso. Sintió un escalofrío cuando Alessandro le mordió el labio inferior. Ahogó un suspiro. Ariel nunca comprendería cómo es que a veces sentía que estaba en pleno infierno, luego venia Alessandro y lo elevaba hasta el cielo— ¿He dormido mucho?

—Lo usual, mi ricura dormilona. Te hice el desayuno. Aguarda aquí.

Alessandro salió de la habitación y buscó algo para llevárselo. No quería presionarle en esos momentos con el tema. Aún no era tiempo. Era mejor que lo abordaran más tarde. Quería que en esos momentos estuviera tranquilo. Una vez todo preparado le llevó el desayuno a la cama. Sonrió al notar la cara de incredulidad cuando puso la comida en la cama— ¿A poco quieres que crea que tú hiciste esto?

Alessandro solo tomó una de las crepas y le dio una mordida. No sabía qué cara debió haber puesto porque notó como Ariel se sonrojaba demasiado—Puedes creer lo que quieras. La próxima vez las haré frente a ti.

La próxima vez. Ariel no podía describir cuanto le aliviaban esas tres palabras. Comieron en silencio, pero no era de esos incómodos. De a poco todo estaba volviendo a ser como antes, cosa que lo aliviaba y le aterraba de sobremanera. Dejaron la bandeja junto a la mesa de noche. Entonces Ariel pudo notar los golpes que tenía Alessandro. Deslizó sus manos por los moretones cuidado no lastimarle— ¿Te peleaste con algún luchador profesional?

—No— Sabía que no quería volver a lo mismo, pero no estaba acostumbrado a rendir cuentas de lo que hacía—. Me caí tres pisos y supongo que el golpe fue más fuerte de lo que preví— Al ver la cara de susto de su pareja deseó no haber dicho nada—. Oye, quita esa cara. No me hagas arrepentirme en contarte mis grandes hazañas.

—Me da miedo cuando realizas tus grandes hazañas. Temo por tu vida.

Alessandro sonrió un poco. No era la primera vez que alguien le decía eso. Se acostó por completo en la cama y se quedó viendo el techo de la habitación—Tu temes por mi vida. Yo temo por tu culito cada vez que sales a la calle— Sonrió al notar cómo se acostaba en su pecho. Quería creer que las cosas de alguna manera volverían a ser como antes—. Pero jamás temí tanto como ayer…

— ¿Solo te preocupas por mi culo?

—No, pero es el que tiene mayores riesgos de salir dañado—dijo sin poder evitar sonreír un poco. Exhalo. No quería arruinar ese momento, pero Ariel estaba tranquilo ahora y su principal error, el de ambos, era postergar cosas que no podían ser postergadas—. Ariel, tenemos que hablar…

Lo sintió tensarse. Se incorporó un poco con la ayuda de las almohadas. Ariel solo se movió al compás de él y el cuerpo de este quedo sobre el suyo. Sus piernas entrelazadas. A veces creía que era un crío por cómo se comportaba, pero la inocencia que aún poseía a pesar de todo era lo que lo volvía loco.

Tenía que ser paciente. Algo que nunca había sido, pero sabía que con Ariel  no podía ser de otra manera. Él no estaba acostumbrado a hablar las cosas. En el pasado arreglaba todo a base de gritos, amenazas, una que otra cosa volando, muchas veces con sexo ante los ojos de cualquiera bastante agresivo. Cualquier manera que lograra agotarlo, a él y a Misha, física y emocionalmente era buena. Generalmente la parte de hablar venía como el final de un proceso demasiado agotador.

Dante le había dicho que Ariel no era Misha. Creyó que ya comprendía eso, pero se había equivocado. Si en verdad quería aprender a diferenciar a ambos tenía que empezar a tratar diferente a Ariel. Sabía que sería difícil, pero quería demostrarle que Misha ya no afectaría su relación— ¿Podrías mirarme, ricura? — Se movió con una lentitud premeditada. Se incorporó un poco para mirarle con el rostro bajo. El flequillo que ya le había crecido bastante le tapaba  el ojo derecho.

—Creí que las cosas estaban bien entre nosotros de nuevo…

Cuando le hablaba de esa manera se sentía débil. ¿Quién diría que un mocoso de diecisiete años lograría hacerlo sentirse así? Tomó su rostro y lo alzó con delicadeza— Todo está bien. No voy a regañarte, no soy Civella para hacerlo, pero necesitamos hablar. Además— sonrió un poco—. A ti te encanta hablar, así que hazme el capricho porque no soy bueno haciéndolo  así que necesito que finjas que te importa aunque sea un poco lo que voy a decirte.

—Siempre me va a importar todo lo que tengas que decirme…

Alessandro sonrió. Hablar con Ariel era fácil. A veces hasta demasiado. Le daba miedo esa sensación que le transmitía. Adoptó un semblante serio puesto que era un tema delicado, pero  procuro que su voz reflejara que no estaba molesto y solo quería ayudarle— Lo que has estado haciendo no puede seguir. No te hace bien. Eres demasiado bueno para recurrir a esas cosas, Ariel. Tienes que comprender que eso te hace daño. Necesitas dejar de hacerlo porque a la larga solo te dañará más.

Para esos momentos Ariel estaba sentado en el abdomen de Alessandro y le miraba arrepentido—Yo no quería. No sé porqué lo hice. Todo se complicó tanto que sentía que me ahogaba. Primero lo de mi padre, luego del embarazo, el odio de mi madre, Mapelli…

—Yo solo terminé de empujarte a ese precipicio ¿verdad? — Vio la respuesta en sus ojos, sin embargo Ariel aún era tan bueno de mentirle—. No mientas. Tienes derecho a decirme todo lo que no te guste.

—Creo que ayer dije demás…

—Ya tomé nota de eso. No te preocupes, es lo que sentías y necesitabas sacar. No es justo que solo tú sufras. Estamos los dos aquí para hacer la vida del otro más llevadera y no he estado cumpliendo bien mi trabajo. Se supone que estamos aquí para apoyarnos en las buenas y en las malas…

Vio aquel brillo en sus ojos algo vacilante, pero aún estaba dentro de Ariel—Eso lo hacen los matrimonios…

— ¿No somos ya como uno? Vivimos bajo el mismo techo, tú me cocinas, a veces muy mal, pero lo haces. Peleamos, tenemos sexo de reconciliación—  Le encantaba ver como sonreía. No solo con la boca sino con los ojos. Pocas personas podían hacerlo y Ariel tenía ese rasgo.

—Tienes razón. Somos como un matrimonio. Uno bastante singular…

Le besó. Amaba besarle. No comprendía cómo estuvo a punto de perderle por ser tan idiota— Quiero recompensarte.

—No tienes que hacerlo…

—Sí, si tengo. Necesito hacerlo por ti y por mí. No es justo que vengas y me perdones todos mis errores así como así— Tenía que ser más respetuoso con los sentimientos de su pareja—. Voy a ganarme tu perdón. Necesito que solo me perdones hasta que creas que he superado tus expectativas ¿eh?

—De acuerdo, a partir de ahora porque ya has superado mis expectativas con este desayuno en la cama preparado por ti.

Sonrió un poco. No iba a desperdiciar esa oportunidad. No más errores— ¿Enserio? ¿Con tan poco te impresiono? No me dejes tan fácil el trabajo. Sabes que me gustan los retos.

Ariel se mordió el labio inferior—De acuerdo. Me haré el difícil.

Alessandro solo sonrió mientras lo apegaba más a él—Sujétate— Así sin más se levantó. Ariel se aferró con fuerza a su cuerpo.

— ¿A dónde vamos? —  Entraron al baño directo a la ducha— ¡No! ¡No quiero bañarme! Es demasiado temprano— No le dio tiempo de siquiera pensar en bajarse. Abrió la ducha al máximo y el agua helada cayó de inmediato— ¡Idiota!  ¡Aún tengo la ropa puesta!

Alessandro solo rió mientras lo desnudaba con lentitud. Lo apoyó contra la pared mientras le bajaba los pantalones. Se estaba excitando al verlo en ese estado. Le besó con deseo. Uno que Ariel respondió con creces. Ahogó un gemido al sentir como Ariel mordía su labio e intentaba, aparentemente, rasgarle la camiseta— Creí que te harías el difícil…— sonrió agitado.

Lo vio sonrojarse a límites insospechados. Antes que pudiera decir algo quitó las piernas alrededor de su cintura y lo sacó de la ducha a empujones— Tienes razón. ¡No habrá sexo! — Le dijo con una sonrisa antes de cerrar la puerta de la ducha.

Alessandro sonrió. No insistiría, esta vez. Se desnudó y se fue a acostar a la cama. A pesar de todo se sentía agotado. Fue cerrando sus ojos con lentitud. Aunque deseó no haberlo hecho.

La boca se le llenó de sangre. Estaba encogido en un rincón. Gritó al sentir un nuevo golpe. Su abuelo no estaba cerca. No iba a poder ayudarlo— Eso te servirá para respetarme…

— ¡Esta no es tu casa! ¡Es del abuelo! —Un nuevo golpe le cruzó el rostro. La puerta se abrió. Apareció una mujer quien solo miró despreocupada la escena. No comentó nada. Como siempre. Aquellos ojos negros no se apartaron de él ni un segundo.

— ¿Ves a tu abuelo aquí? Ese maldito vejestorio no volverá nunca y nadie va estar aquí para protegerte…

—No. Él me lo prometió. Vendrá. Él vendrá, él…

Abrió los ojos de golpe. Agitado. Ariel estaba a su lado—Tuviste una pesadilla— dijo preocupado.

No. Era la realidad. Sin embargo Alessandro no dijo nada. Sentía sus manos temblar. Las apretó intentando controlarse— No quise preocuparte.

— ¿Estás bien?

Alessandro se incorporó con lentitud—Estoy bien…—Se puso de pie sin atreverse a mirar a Ariel a los ojos—. Solo estoy cansado.

—Entonces descansa.

—No. No quiero descansar—No quería volver a dormir si iba a seguir con esos sueños. No había de dejado de tener pesadillas de todo tipo desde hace días. Sentía que iba a volverse loco—. Solo necesito una ducha.

—Alessandro me preocupas…

— ¡Lo sé! — Gritó. No quería hacerlo, pero se estaba volviendo loco. Miró a Ariel. No merecía eso. Sus manos no dejaban de temblar— Lo sé, sé que te preocupas por mí, pero no lo merezco. No lo hagas porque yo no soy nadie—Cuando menos se lo esperaba estaba encerrado en el baño. Ariel golpeaba la puerta. No se merecía eso. No se merecía esta vida. Era su infierno. No quería seguir arrastrándolo más dentro de él. Se estaba desmoronando en pedazos. Ariel no dejaba de golpear la puerta. No quería preocuparlo más. Él tenía sus propios problemas, no era justo que lo llenara con los suyos. Abrió la puerta con lentitud. Seguía allí con el semblante preocupado. Apenas lo vio le abrazó con fuerza. No dijo nada. Solo le abrazó. Y no pudo describir lo bien que se sintió. Lo abrazó con fuerza. Quizás demasiada porque lo escuchó reprimir un quejido. Sin embargo no se movió. Se quedaron así por varios minutos, sentía como Ariel le transmitía la paz que no podía encontrar en su interior—Gracias…

— ¿Estás mejor?

—Sí. Voy a darme bañarme.

—De acuerdo.

Ariel le mostro una de esas sonrisas que lograban reconfortarlo. Se dio prisa en ducharse. No quería dejar demasiado tiempo solo a Ariel. Todo parecía normal, pero sabía que Ariel esperaba que le confiara su pesadilla. No quería hablar de esas cosas, sin embargo sabía que era lo correcto. Iba a hacerlo, pero salió con algo totalmente diferente: — ¿A qué horas tienes que trabajar ahora? — Preguntó mientras tomaba una nueva rebanada de pizza de la caja que estaba frente a ellos. Hacía diez minutos que habían recibido la pizza para almorzar.

—En la noche. Hasta que cierren. Creía que tendrías trabajo por eso tomé ese turno…

Alessandro sonrió un poco— No te preocupes. Supongo que puedo avanzar un poco con los asuntos pendientes.

— ¿De verdad todo está bien? Te he notado más tenso estos días.

Confianza. Se lo repetía a cada segundo para tal vez así no dudar cuando su pareja le pedía que hablara— Tenemos que recibir un cargamento importante. Y se nos han presentado unos problemas que tengo que solucionar.

— ¿Solo tú?

—Soy el líder. Tengo que encargarme de esos detalles. Lupo podría ayudarme, pero después de lo de ése apenas y cumple sus tareas. Me toca estar cumpliendo con sus tareas.

—Deberías decírselo. Es decir es normal que quiera cuidar a su sobrino, pero no es justo que te toque hacer tanto trabajo.

—Sí, tienes…—Iba a dar una mordida a la rebanada de pizza cuando paró en seco y miró a Ariel confundido— ¿Qué dijiste?

—Que deberías decírselo— comentó mientras mordía su propia porción de pizza.

—No. Lo de cuidar su sobrino…

Ariel alzó una ceja demostrándole que no comprendía a dónde quería llegar—Sí, Ethan—Al notar la expresión de perplejidad y como la porción, que Alessandro tenía en la mano, terminaba en el sofá supo que había metido la pata hasta el fondo—. Tú no lo sabías….

Se puso de lado para mirar bien a su novio. Iba a hablar, alzó su mano intentando buscar cómo explicarse, pero quedó suspendida en el aire y luego en su cara— Aguarda. Me estás diciendo que Lupo es tío de ése. ¿Tú lo sabías y no me lo dijiste?

—Creí que ya lo sabías. Conoces a Lupo por más tiempo y creí que eran amigos y se contaban todo. Además me amenazó con no decírselo a nadie, en especial a Ethan.

—Aguarda, porque no estoy entendiendo nada— Se echó los cabellos hacia atrás—. Me estás diciendo que son familia, entonces Lupo vendría a hacer el…

Ya no tenía sentido estarlo ocultando— Es el hermano de Mapelli.

— ¿Estás seguro?

—Sí. Lo dijo la misma Clarissa. Dante y yo escuchamos cuando…

— ¿Dante también lo sabía y no me lo dijo?

Quizás debería de dejar de hablar.

 

***

Sus ojos se abrieron de una manera casi cómica al notar como el español se le lanzaba encima. No lo había visto venir. Al siguiente segundo estaba con el pecho contra el tatami y su brazo doblado dolorosamente contra su espalda. Sentía la rodilla de Lyosha clavársele en la espalda baja—Me rindo…—declaró sin poder evitar sonar bastante adolorido.

— ¿Ya? ¿Tan rápido?

Lamire respiró aliviado cuando sintió que se le quitaba de encima. Hacía dos horas que estaba entrenando con Lyosha. Su cuerpo dolía, pero  era incapaz de negarle a Lyosha su cuerpo para que lo destrozara—Lo siento…

El español se dejó caer a su lado— Extraño a Ethan— Para ser sinceros el coreano también. Era más fácil solo hablar con Lyosha. Ethan se llevaba la parte del entrenamiento. Intentó ponerse de pie pero sintió un tirón en la espalda. Algo que no pasó desapercibido por su compañero—Aguarda. Déjame ayudarte.

—No, estoy bien…

—Sí claro y yo soy virgen. No te muevas— Se sentó en su espalda y en un rápido movimiento hizo tronar la espalda de Lamire— ¿Mejor?

El coreano ahogó un gemido—Ohh, sí…—Sin embargo Lyosha no se movió—Ya estoy bien…—dijo algo nervioso al notar que no se quitaba.

— ¿Seguro? Tu cuerpo está tenso— Lamire pensó que no podía ser culpado puesto que la persona de la que creía estar locamente enamorado estaba encima de él— ¿Necesitas un masaje?

—No, no estoy bien— dijo algo alarmado. Lyosha siendo fiel a sus costumbres no le escuchó y empezó a masajear sus hombros. Lamire dejó escapar un largo suspiro de satisfacción. Las manos iban descendiendo de a poco. Al final terminaron por relajarle por completo.

— ¿Te quitas la camisa? Así es más fácil.

Para esos momentos las milagrosas manos de Lyosha lo tenían sedado y accedió sin tantos peros. Las manos volvieron al ataque y se sintió desfallecer—Eres excelente con las manos.

—Gracias, siempre me lo dicen, pero en un contexto diferente.

Lamire se quedó más serio al recordar lo de anoche. Apoyó su mejilla contra el tatami. De repente se sintió algo deprimido—Oye Lyosha. ¿Puedo preguntarte algo?

—Ya lo estás haciendo…

— ¿Cuál es tu tipo de hombre?

Sus manos que masajeaban la espalda baja se detuvieron unos segundos. Se inclinó un poco para mirar el rostro de Lamire— Mi tipo de hombre— repitió con voz vaga. Sus manos volvieron a la tarea—. Pregunta interesante. ¿Por qué la haces?

No se espero que respondiera su pregunta con otra  y menos una que lo ponía en jaque—Es que te vi ayer con el chico ese el mesero y no sé es diferente a Di Ferrer— fue lo único que se le ocurrió decir—. Y como son totalmente opuestos pues me llamo la atención.

—Sí, el tal Will— dijo como si nada—. Pues mira, creo que no tengo un tipo definido. Me he acostado con todo tipo de sujetos: Árabes, españoles, suecos, brasileños, canadiense, británicos,  chilenos etc, etc. Con Dante maté como cinco nacionalidades a la vez, el chico tiene más mezclas que la masa de pastel de cumpleaños. Así que no creo que tenga un solo tipo.

—No mencionaste asiáticos—Notó con cierto pesar—. ¿Qué eres racista o algo así? —Preguntó intentando aligerar el ambiente.

Lyosha rió al escuchar aquello—Claro que no lo soy. Ahora que lo dices solo he hecho con un tipo que era mitad filipino. No un asiático puro. Aunque no me llama mucho la atención…

— ¿Por qué?

—No sé. Cuando hice mi residencia atendí a varios chinos y los pobres no estaban tan bien dotados.

—Yo no soy como ellos— se le escapó algo molesto.

Lyosha se levantó de él y se sentó a su lado— ¿Te enojaste? ¡No lo dije por ti! Bueno nunca te he visto esa parte, pero supongo que tú estarás bien.

Sentía que había herido su ego— ¿No me crees?

— ¿Qué? ¿Quieres enseñarme? —Preguntó Lyosha juguetón.

Lamire intentó saber si iba en broma o enserio. Cuando vio aquellos ojos miel brillando con malicia supo que iba muy enserio. Tragó hondo. Sin embargo no iba a dejar que pensara que estaba poco dotado y perder su oportunidad de ser en algún futuro una opción para su amplio catalogo. Se puso de pie y se bajó los pantalones con la ropa interior incluida. Alzó la mirada al techo intentando no sonrojarse. Sin embargo el sentirse tan observado en esa área le hizo bajar la mirada y notar como Lyosha solo se mordía el labio y tenía una sonrisa de niño pícaro en su rostro—¿Y bien?

—Nada mal. Es casi tan impresionante como el mío— Sus mejillas ardieron al pensar en eso. Se apresuró a subirse los pantalones y a sentarse a su lado— Me has quitado mis prejuicios, solo con los coreanos. Quizás debería agregar uno a la lista. ¿No tendrás algún amiguito por allí que quiera algo de una o dos noches?

Aquello fue como una patada en el trasero—Creí que ibas a intentarlo con el chico Will.

—Cierto, pero después de él puede que me anime por un coreano— Se escucharon unos pasos por las escaleras. Seguido de una voz— Es Morello. Andando— dijo como si nada mientras se ponía de pie y le daba una palmadita en el hombro—. E iba enserio lo de avisarme si tienes algún amigo que presentarme—Apenas lo vio salir de la habitación y sintió el impulso por tirarse por la ventana.

***

Lyosha tuvo que esquivar la engrapadora que casi se le clava en la frente al entrar al despacho de Morello— ¡Yo voy a buscarte! — Fue lo único que logró decir Alessandro que estaba intentando controlar a su pareja. Lo siguiente que tuvo que esquivar fue un enorme libro capaz de noquear a cualquiera con más de sus ochocientas páginas y su pasta dura. La puerta volvió a cerrarse—Ariel, cálmate.

— ¡¿Cómo quieres que me calme?! ¡Creía que eso se iba a quedar solo entre nosotros dos! —Luego de hacer un esfuerzo monumental para no ponerse a gritar. Cruzó la habitación protegiéndose de todo lo que le tiraba. Lo tomó de los  brazos con fuerza.

—Ariel, tú no estás bien. ¿Crees que hago esto por lastimarte? Solo quiero ayudarte, ricura. Necesito que confíes en mí. No voy a decírselo a alguien que no crea que sea capaz de ayudarte—Ariel temblaba de furia, de frustración, de vergüenza. Sabía que no era fácil aceptar que tenía un problema con las drogas y mucho menos decírselo a cualquiera—. Además, Lyosha sospechaba. Me pidió que te trajera ahora incluso sin que yo lo supiera. Solo intenta ayudarte y yo también—Aflojó el agarre cuando lo notó un poco más tranquilo—. Confía en mí…

Tenía la mirada baja— Es que no quiero que piensen que soy débil— susurró avergonzado—. No quiero que me juzguen. Tampoco quiero su lástima.

—Nadie va a juzgarte y todos somos débiles en algún momento de nuestra vida, incluso yo, ayer viste una faceta que creía haber olvidado. No hay nada de débil en admitir que tienes un problema Ariel— Hablaba con voz firme mientras le acariciaba los brazos—. La debilidad estaría en no querer hacer nada para solucionarlo. Quiero ayudarte. Estamos juntos en las buenas y en las malas.

Alzó la mirada de a poco, avergonzado sin embargo no podía evitar sentirse feliz— ¿Sabes algo? — Sonrió a su pesar—. Te odio por hacerme amarte de esta manera. Te amaba incluso antes de conocer esta faceta tuya y ahora que la conozco solo me haces creer con más fuerza que eres el amor de mi vida.

Alessandro sonrió a su pesar—Algún día me enseñarás a decir todas esas cursilerías y hacer que suenen tan bien—Besó sus labios con amor—. ¿Puedo llamar a Lyosha sin arriesgarme que le des de baja? —Fue a buscar al halcón quien no emitió ningún comentario al respecto.

Sonrió al escuchar la disculpa de Ariel. Los guió hasta el pequeño consultorio que habían improvisado. Anoche que vio Ariel a los ojos en Tabú había visto los síntomas. Sin embargo no comprendía cómo Morello no había sido capaz de notarlo. Estuvo silencioso mientras tomaba una muestra de sangre de Ariel, demasiado quizás— La enviaré donde un conocido para que la analice bien. Es de fiar. No te preocupes. Primero necesito saber que has estado consumiendo. A no ser que quieras decírmelo ahora.

Se sentía incómodo al notar a Lyosha hablando tan serio sin embargo no podía culparlo— No lo sé…

Alessandro le miró preocupado— Creía que era solo cocaína— Al notar la expresión de Ariel y la seriedad con que lo miraba Lyosha le hizo sentir culpable. Demasiado culpable.

—Anoche me confundí de bebida y no sé que abría de en ella— confesó.

Lyosha miró a su líder—Déjame a solas con Ariel—Si no hubiera sido por la expresión de extrema seriedad sabía que Morello hubiera replicado. Apenas salió se sentó al lado de Ariel—. Sabes, sé que soy la peor persona del universo para decirte que tienes que dejar de consumir drogas, pero necesito hacerlo: Ariel tienes que parar. No sé qué te haya llevado a hacerlo, tengo una vaga idea de las muchas cosas que pudieron hacerlo, pero estoy casi seguro que Morello fue lo que terminó de empujarte a esa decisión. ¿O me equivoco?

El segundo que dudó fue lo suficiente para que saliera molesto de la habitación, echando seguro para evitar que Ariel saliera.  Miró a Morello quien estaba apoyado contra la pared— ¿Lo amas? — Preguntó de golpe.

— ¿Qué pasó?

—Te estoy preguntando si lo amas porque después de lo que me dijiste ayer, luego confirmar mis sospechas y saber que tú tuviste mucho que ver que haya terminado así— Tomó un segundo para tomar aire que se le había escapado del coraje con que hablaba— me hace cuestionarme si de verdad lo amas o solo quieres intentar recuperar algo que ya no volverá a ser tuyo, Morello.

—Lyosha, cálmate.

El español explotó— ¡No me pidas que me calme, Morello! No tú, no cuando sabes que a Ariel lo considero casi como a un hermano menor al que necesito proteger. Te lo he dicho más  de una vez. Ustedes con Ariel e Ethan son mi familia— Estaba furioso intentaba no aplicarle una llave para hacerlo hablar—. No quiero ver como todos los que quiero toman decisiones equivocadas y no poder evitarlo. Eso ya lo viví una vez, Morello. Tú lo sabes, solo tú con Dante lo saben…

—Lo sé. No quiero dañar a Ariel. Jamás fue mi intención.

—Intención o no el daño está hecho. Quizás deberías pensar bien si la vida que vas a darle va ayudarlo o solo terminará por hundirlo— Le miró a los ojos—. Quizás deberías dejar que me ocupe de esto por unas horas— No era una propuesta era un hecho.

—De acuerdo, pero Ariel tiene que trabajar en la noche con Dante. Intenté disuadirlo, pero no escucha.

—Creo que es lo mejor que podría hacer. Es decir, mantener despejada su mente.

— ¿Quieres que me vaya?

—Solo quiero que hagas lo que consideres correcto. Además sabes bien que si ha consumido más de una vez eso es peligroso ya que ha causado un desequilibrio neuroquímico en el cerebro y hay que tratarlo con medicamentos. Supongo que como no padece ninguna enfermedad mental unos antidepresivos le vendrían bien, pero sabes bien que debido a lo que pasa Ariel quizás deberías buscar algún tipo de psicólogo que le ayude aunque sea a tratar el tema de las drogas. Vi en medicina un poco de psicología, pero no soy tan bueno en eso y además quizás es mejor que alguien diferente a mí lo trate, ya sabes alguien con quien se sienta cómodo, pero que a la vez no esté muy metido en su vida.

Alessandro escuchaba todo, pero se sentía vulnerable, incapaz. Él estaba acostumbrado a ver como las personas a su alrededor caían en ese mundo no a ayudarlas a salir de él. Lo peor que empezaba a creer que seguir con Ariel quizás lo terminaría de hundir. Cerró sus ojos y echó su cabeza hacia atrás—Me encargaré de eso. No pasa de hoy. Además tengo que encargarme de otro asunto. ¿Podrías cuidarlo, Lyosha? No me he atrevido a dejarle solo por más de cinco minutos.

—Tú encárgate de lo que debas. Lo llevaré donde Dante a la hora— Así sin más volvió con Ariel quien estaba justo donde lo había dejado.

Su mirada le provocó un Deja vu—Fui yo quien lo hizo. No es justo que culpes a Morello.

— Fue por él quien terminaste de tomar la decisión.

—Lyosha…

—No los comprendo. Se lastiman. Ambos. Aún así están juntos. ¿Por qué querer estar con algo o con alguien que te lastima?

Ariel sonrió un poco— Lo que pasa es que tú solo ves lo negativo de nuestra relación. Sé que la mayoría solo eso puede ver, pero no tienen idea como él es conmigo. A veces es hasta tierno— Al notar la cara de incredulidad del español solo pudo sonreír—. ¿Lo ves? Sé que no debería ser lo correcto, pero la manera que en Morello se comporta aquí y como lo hace conmigo es a veces muy diferente— Incluso él se sentía abrumado al descubrir nuevas cosas de su novio. Entre ayer y ahora había descubierto más cosas de él que en los meses pasados—Lo que cuenta al final del día es que estamos juntos en las buenas y en las malas. Él es mi dolor y mi felicidad, mis sonrisas y mis lágrimas. Nada es cien por ciento bueno o malo. Eres tú quien decide al final con qué parte te quedas.

La puerta se abrió en esos momentos. Cosa que Lyosha agradeció infinitamente porque no sabía bien que decirle. Sentía que lo había desarmado. Tomó el tubo de ensayo donde estaba la sangre de Ariel y se la pasó a Lamire— ¿Puedes llevar esto a la dirección que va aquí? — Pidió con una sonrisa y le pasó un papelito extra— Buscas a un tipo que se llama Joe y le das este papel, dile que vas de mi parte. Y dile a Claudio que nos vaya a traer algo de comer. Creo que hoy no saldremos.

—De acuerdo. Voy y vengo— Cuando Lamire salió Lyosha no pudo evitar quitarse las palabras de Ariel de su cabeza. Si eso era el amor entonces  nunca había luchado por alguien.

***

Estacionó la Chopper justo en el momento en que a la par de él se estacionaba el Bentley de Dante. Cuando salió del auto sonrió— Supongo que no vienes a ver a Ethan.

—Supones bien. Venía a buscar a Lupo, pero también necesitaba hablar contigo.

Dante sabía que cuando Alessandro necesitaba hablar era porque las cosas iban entre mal y catastróficas— ¿Quieres ir a algún lado? — Lo vio dudar unos segundos, al final entró en el Bentley. Dante hizo lo mismo— ¿A dónde vamos?

—A ningún lado. Solo pon el aire—pidió. Alessandro tenía la mirada fija en el enorme hospital que se alzaba frente a ellos—. Dante, necesito tu ayuda…

Al principio creyó que había escuchado mal. Y no podían culparlo, que Alessandro viniera por voluntad propia a pedirle su ayuda era algo que solo pasaba pocas veces en la  vida— De acuerdo. Te escucho— Apoyó las manos en el volante porque no sabía bien que esperar, generalmente Alessandro no iba con peticiones comunes—. Alessandro…

—Anoche descubrí que Ariel consume drogas— Soltó. Necesitaba decírselo a alguien que no lo juzgara. Necesitaba ayuda. Miró a su amigo cuya expresión era indescifrable—. Y no dejo de pensar que es mi culpa.

—Es tu culpa—Había cosas que no podía callarse. Había visto a Ariel muy mal el día en que Alessandro casi se muere de la fiebre y los días siguientes su ánimo no mejoró—. Sé que no es lo que quieres escuchar, pero tú tuviste mucho que ver en su decisión. Así como lo metiste ese mundo sé que lo ayudarás a salir de él— Posó una mano en su hombro—. Hombre cambia esa cara. Lo descubriste a tiempo, estoy seguro que podrás ayudarlo.

—Ese es el problema—pronunció en un hilo de voz—. No creo ser capaz de ayudarlo. Siento que lo estoy hundiendo en un mundo que no merece.

—Ariel ya está hundido en un mundo que no se merece…

Alessandro miró a su amigo, lucía sereno. Sus ojos, en esos momentos, de un azul suave le indicaban que no debería torturarse con esas pequeñeces y debería de concentrarse en ayudar a Ariel— No se merece estar conmigo. No cuando no conoce ni la mitad de cosas de mí. Últimamente siento que voy a enloquecer. No dejo de tener pesadillas sobre el pasado.

—Entiendo. Entiendo y me sorprende que no las hayas tenido antes. Te has reprimido mucho todo Alessandro por años. Eso no te hace bien, en algún momento todo lo que has querido ignorar te iba golpear. Te haces daño. Quizás deberías dejarlo salir. Sé que no conozco ni la mitad de tu historia y quizás no comprenda nunca todo el dolor que has vivido, pero sé que no es sano que alguien se guarde esas cosas.

—No me las guardaba Misha también las sabían…

—Porque estuvo presente en mucha de las cosas que te afectaron. Siento que su misión fue ayudarte a seguir adelante, a protegerte, pero solo te ayudó a seguir adelante. Nunca se detuvo a analizar cómo podría ayudarte a superar todo. No te preguntó cómo te sentías y tú nunca se lo dijiste. Ambos se confiaron, como nunca demostraste que te afectaba demasiado y él solo quería hacerte olvidar en lugar de ayudarte a enfrentar esos temores— Presionó con cariño el hombro de su amigo. Él había intentado hacerlo hablar, pero era tan cerrado—. Ariel es más sensible en esos campos. Posee una increíble capacidad de escucha y sé que estará feliz de ayudarte. Y aunque no tuviera las palabras de aliento que necesitas escuchar, porque quizás nadie nunca pueda decírtelas, sé que hablar con él te ayudará y alejarás todos esos fantasmas.

—Nunca nadie los podrá ahuyentar a todos. Son demasiados— Tantos que se sentía sofocado día a día. A veces sentía que la vida lo arrastraría a dónde todo empezó—. Pero no soy yo quien me preocupa en estos momentos: Es Ariel.

—Lo sé. ¿Cómo puedo ayudarte?

—Necesito hablar con el tipo Shiheflit.

— ¿Con Samuel?

—Ariel me dijo que era psicólogo. Quizás un genio para esas cosas y sé que está ayudando a ése con lo de la muerte del tal Matías— Notaba que Dante ya empezaba a saber a dónde se dirigía. Por eso era tan fácil hablar con él—. Si puede tratar temas de esa magnitud, sé que podría ayudar a Ariel. Por eso necesito hablar con él. Sabes bien que un tema de drogas no se soluciona de la noche a la mañana.

—Entiendo. Buscaré la oportunidad para preguntarle si puede ayudar a Ariel…

—Quiero hacerlo yo—Pidió con seriedad—. Necesito ser yo quien haga esas cosas por él. Solo necesito que me ayudes a lograr hablar con él.

Dante asintió. No se imaginaba a Alessandro pidiendo otra cosa— De acuerdo. Y sobre lo de Ariel, quizás deberías de dejar de mortificarte tanto y hacer que sea el mismo Ariel quien decida si quiere estar contigo o no— Sonrió un poco para darle ánimos—. Si puedo ayudarte en algo para que puedas demostrarle que lo quieres, no dudes en avisarme.

—He estado pensando en algo, pero primero necesito hablar con Lupo. Luego me ayudas con mi idea.

Bajaron del auto para dirigirse al hospital.  Cuando entraron a la habitación Ethan estaba dormido. Dante pensó que lucía mejor que los días anteriores. Se sentía aliviado que la palidez extrema que había tenido empezara a ser solo un recuerdo. Varios golpes y rasguños ya habían sanado por completo. Solo le preocupaba ese golpe en la cabeza. Ethan tenía un cuaderno donde anotaba lo más importante de cada conversación que mantenía para no olvidar nada. Sabía que tenía anotadas las conversaciones que mantenía con él, porque incluso le preguntaba algunos detalles que ya se le habían olvidado. Además de todas las conversaciones con Lupo, Ariel y los médicos. Lo que no comprendía era porqué no le dejaba siquiera tocar el cuaderno. No podía quitarse la idea que allí había una conversación importante y que por alguna razón Ethan no quería que nadie la supiera. Fue a su lado y sonrió al notar lo tranquilo que se encontraba. Cuando alzó la mirada Lupo y Alessandro ya salían de la habitación. Se sentó al lado de la cama y se quedó contemplando a Ethan. Las cosas iban bien entre ellos desde que se habían sincerado. Esperaba que en verdad lograran hacerse feliz el uno al otro.

***

Bajaron hasta el estacionamiento y entraron al Audi. Durante todo el camino hasta éste Morello había estado silencioso. Demasiado. Si no lo conociera de años diría que le estaba tendiendo una emboscada, y sin embargo todo el perfil de él le hacía pensar que estaba en lo correcto: Hombros y mandíbula tensa, el escrutinio constante, la mirada desafiante. La postura en la cual no dejaba ningún punto vulnerable. No sabía que le sucedía ese día a Alessandro. Porque así fue como lo conoció hace tiempo atrás. Morello surgió mucho después. Él vio el nacimiento de esa otra personalidad, pero nunca emitió juicio al respecto. Misha se encargó de hacerlo. No él. Y no sirvió de nada.

— ¿Recibieron la información? —Cuestionó harto de ese silencio.

—Sí.  Sin embargo no es de lo que quiero hablar— Morello le miró a los ojos—. He estado pensando mucho. Hay cosas del pasado que no me han quedado claras que necesito que me expliques para poder emitir un juicio de la situación presente.

—Te escucho.

—Cuando Misha murió fuiste tú el primero que llegó al lugar. Incluso demasiado pronto. No habían pasado ni diez minutos. La pregunta es: ¿cómo lo supiste?

Alessandro miraba a Lupo, estudiaba sus reacciones, aunque sabía que difícilmente sabría si le mentía o no, ya que llevaba tenía más experiencia que él, una que le superaba con creces— ¿A dónde quieres llegar con esto?

—Responde. ¿Cómo lo supiste?

— ¿Me estás acusando de traicionarlo?

Alessandro no quería llegar hasta ese punto, pero no tenía más opción— ¿Sabes por qué te lo pregunto? Porque si eres capaz de traicionar al que fue tu amigo por años, si fueras tan rastrero como para hacerlo, entonces no tendrías problemas de haber entregado a Civella. Y no tendrías problemas para entregar a ninguno de nosotros.

Lupo tronó sus nudillos. Apretó los dientes con fuerza antes de decir: —Si crees que yo soy el que ha estado soltando información últimamente…

—Sí lo creo— Lo cortó—. Lo creo porque eras el único a quién le comenté la idea de Civella en el PS. Creo que fuiste capaz de decirle a Mapelli que planeamos asesinarlo. Te creo capaz de ser tan mezquino para traicionarlo sin importar las consecuencias que traería para Ariel…

—Ya vas metiendo a ese maldito debilucho.

— ¡No te permito que hables así de él!

Lupo sonrió de lado. Con frialdad— Ahora hasta te escuchas como Misha. ¿Qué vas a dejar de hablarme por decirte que es un maldito debilucho que hace mucho debería haber muerto?

Alessandro desenfundó su Colt a la misma rapidez que Lupo sacó su revólver. El aire se volvió pesado. Ambos se miraban desafiantes. El espacio de movilidad era nulo. Ambos tenía su arma bajo la mandíbula del otro— Si esa era la concepción que tenías de mí entonces estoy feliz de haber sobrevivido para no darte la razón.

—Si estás vivo es porque Misha así lo quiso. ¿Cuándo vas a entenderlo? — Presionó con más fuerza su arma contra Morello—. ¿Quieres la verdad? Bien. Misha sabía que lo iban a matar, lo sospechaba desde hacía tiempo. El día que lo mataron sabía que iban a ir directo casa. Él pudo haber escapado, Alessandro. Me llamó, me dijo que tenía un plan para salvarte, le dije que estaba loco, pero no me escuchó— Veía la perplejidad en su rostro. Esos ojos verdes que tanto Misha le aburría diciendo que tenían tanta vida y ganas de vivir a pesar de todo lo malo que le había sucedido—. Lejos de tomar el primer vuelo a cualquier parte del mundo tomó la motocicleta que está a metros de nosotros y fue directo hasta tu casa. Sabía que no tenía mucho tiempo, que si los encontraban juntos te matarían a ti también, así que por eso con sus tretas te dejó en ese armario para evitar que te asesinaran.

La mano de Alessandro tembló. Bajó la Colt—No. Misha no me amaba tanto como para…

Lupo frunció el ceño— Él te amaba hasta el punto de dar su maldita vida. Si tan solo hubieras escuchado una de las miles de horas que me venía a hablar de ti, hubieras quedado hastiado de escuchar decir lo maravilloso que eras y que no te merecía, sabrías de lo que era capaz— El semblante de Morello no mejoraba—. Si todo este tiempo has dudado de sus sentimientos entonces no valió la pena su sacrificio. Si fui esa noche hasta tu casa fue porque pensé que nosotros tres tal vez tendríamos una oportunidad, pero llegué tarde y Misha ya había elegido— Hablaba con voz seria incluso en su voz se reflejaba cierta molestia por estar teniendo esa conversación—. Así como Civella había elegido arriesgar todo por su familia. Si lo de Civella se supo ve tú a saber cómo Mapelli lo averiguó porque ni Lyosha ni Lamire estaban ese día. Si información que no debería está llegando a oídos ajenos no me culpes a mí, Morello. Deja de pensar tanto en Misha y el patético de tu novio y ponte a trabajar— Abrió la puerta del Audi y salió de allí dando un fuerte portazo. Guardó su arma y salió rumbo al hospital. 

Notas finales:

Haré todo lo humanamente posible por actualizar jueves, aunque no puedo prometer nada aún por la U :/ Esten pendientes del twitter si publico algún adelanto es que si habrá cap para los que no tienen tweet si no publico para esta hora mi más sincera disculpa vv' la U ...nos veremos prontito espero que les haya gustado el cap :')


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