Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

[Reviews - 1052]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

:) Hellou, Hellou como esta mi bella gente este día?? Yo bn bn de vacaciones por un ratito así que aspiro la libertad con felicidad :B ! Prueba de ello es que sus reviews han sido contestados y de paso actualizo temprano :)!! 

Este cap va para aliossha y todos los que me han dejado su primer review en estos últimos capítulos :B!

Espero que disfruten sus vacaciones que todos anden bien!! un besoteee!!! así sin más a leer!

Él corría a toda velocidad. Su camiseta estaba empapada de sudor. No sabía cuánto tiempo llevaba corriendo, pero sentía que no era mucho o si lo era no estaba lo suficientemente lejos de la zona de peligro. Giró en una esquina, pero no notó el barranco que estaba a escasos centímetros de él. Calló. Cuando sintió que su cuerpo dejaba de girar sin control debía tener al menos una docena de cortadas y moretones nuevos. Intentó ponerse de pie, pero apenas sus manos podían sostenerlo en aquella posición. Alzó la vista al cielo. No había nada con lo que pudiera guiarse. Ni siquiera una pequeña estrella que le dijera dónde se encontraba.

Sus manos aún estaban llenas de sangre, al notarlo empezó a sentir arcadas y devolvió lo poco que había comido. Su cuerpo temblaba. Intentaba quitarse; en las hojas, en los árboles en lo que fuera, los restos de sangre, sin embargo parecía que se rehusaba a borrarse de sus manos para recordarle lo que acababa de hacer.

Pasaron varios minutos antes que pudiera ponerse de pie. Palpó la daga que aún goteaba sangre. La sacó unos segundos y notó la empuñadura de los halcones. Aquellos que jamás iban a ser su familia. Cerró sus ojos y hundió sus manos en sus cabellos azabaches. Sentía el sudor frío caerle al recordar cómo la vida se le iba de a poco a aquel hombre. Él no había querido matarlo. Era ese hombre o su persona. Quería convencerse que no había tenido otra salida, pero empezaba a creer que su muerte hubiera sido la elección correcta.

Pasaron al menos dos horas antes que pudiera encontrar una carretera. Más de un vehículo aumentaba la velocidad cuando pasaba a su lado. Temblaba de frío. Su sudadera estaba deshecha. No sabía a dónde estaba. No conocía esas calles, era de las pocas veces que salía más allá de su ciudad natal. A lo lejos se empezaba a ver las luces de una ciudad. Apenas procesaba la imagen cuando una camioneta negra paró con brusquedad a su lado. De esta bajó la persona que menos quería ver en esos momentos: Su padre. Seguido de esta su hermano mayor que desde el día que él, Jensen, había sido presentado como sucesor oficial de los halcones había tenido que soportar largas torturas en el colegio y mayores dosis de odio contra su persona.

Dos camionetas más pararon y bajaron varios hombres de ella, todos se apresuraron a rodearlo. Hasta ese momento no se había atrevido a mirar a su padre, pero apenas lo hizo una sonrisa de satisfacción se formó en su rostro— Lo ha hecho— fue lo único que dijo mientras alargaba la mano indicándole que le devolviera la daga. Jensen así lo hizo, aún con su mano temblorosa. Su padre sonrió más satisfecho al notar la sangre que la daga—. Finalmente mi hijo es miembro oficial de los halcones.

Todos los presentes se apresuraron a aplaudir y a darle palmaditas en su espalda. Aquella escena le parecía retorcida. Ninguno de los carros que pasaban al lado suyo conocía el verdadero motivo de las felicitaciones. Miró a Demian quien era el único que no aplaudía, de seguro estaba frustrado porque no había muerto en el intento. Miró a todos los que tenía a su alrededor. Y luego sus manos. Había matado a alguien. No estaba orgulloso de ello. Sin embargo sí sentía orgullo por estar vivo, por no darle el gusto a Demian de verlo bajo tierra. Si había motivo para celebrar era ese: Que aunque tuviera catorce años y hubiera cometido su primer asesinato; él aún estuviera  vivo. Que aunque su hermano ahora tuviera veinte no le iba a dar el gusto de verlo derrotado.

— ¿Has pensado tu nuevo nombre?

La verdad lo único que había tenido en su mente todo ese tiempo era que no iba a salir vivo. Miró a todos los que le rodeaban esperando una respuesta. Sentía su garganta reseca, pero pronunció el nombre si vacilar: — Lupo…

Ese día supo que jamás iba a ser normal. Que estaba destinado a ser un asesino y que no importara lo bueno que intentara ser; las personas de su mundo siempre solo iban a reconocerle las acciones reprobables para el resto de la sociedad, pero ese era su mundo y tenía que adaptarse a sus reglas.

***

Ethan miraba los edificios y el ocaso a través de la ventana. Los primeros días se lo había intentado tomar lo mejor posible, pero ahora ya empezaba a sentirse desesperado de estar postrado en una cama todo el día. No soportaba tampoco la idea de no poder recordar nada, pero no se quejaba puesto que solo haría preocuparse a las personas que estaban a su alrededor. Una de ellas venía saliendo del baño en ese momento— Se te ha hecho tarde ¿verdad? — Preguntó intentando sonar lo más casual que pudiera.

Lupo miró hacia la ventaba un tanto indeciso— Creía que Dante vendría más temprano— admitió.

Ethan sonrió un poco— No te preocupes por mí. Ve ha hacer lo que tengas que hacer. Unos minutos solo no me mataran.

— ¿Seguro?

—Segurísimo— dijo con esas sonrisas que lograban engañar a todos los de su alrededor. No quería demostrar lo frágil que era. No era su costumbre—. ¿Vas a San Peter? — Lupo vaciló unos segundos antes de asentir—. Si no querías decírmelo no tenías que haberlo hecho.

Lupo negó mientras recogía las llaves de Audi— Es mejor que sepas dónde estoy. Así sabes por qué no vuelvo pronto.

—No tienes que volver. Si las cosas se complican no dudes en quedarte. Yo estaré bien. Además ya se va haciendo tarde. No sería muy recomendable que regresaras tan noche— Al notar la vacilación en aquellos ojos grises Ethan sonrió un poco—. Nos veremos mañana. Ten cuidado ¿vale?

—Siempre lo tengo— Aseguró con su eterna expresión de seriedad—. Cuídate. Vendré mañana después del almuerzo.

—Descuida no iré a ninguna parte— Sonrió al notar como hacía sonreír a Lupo. Una parte de él se sentía feliz de ser el único que podía hacerlo sonreír. Eso lo hacía sentirse especial.

Lo vio salir y los primeros minutos intentó buscar que hacer, pero nada le ayudaba. Sabía que Lupo tenía una vida y respetaba eso, sin embargo se sentía muy solo cuando todos se iban. En el pasado podía combatir la soledad trabajando con Samuel, entrenando e incluso estudiando, pero ahora no podía hacer nada de eso.

Buscó su libretita de apuntes y repasó todas las conversaciones que había tenido los últimos días. Aún no podía creer que Alessandro en verdad hubiera intercedido por su persona, si no lo hubiera anotado probablemente se hubiera reído en la cara de quien lo hubiera llegado a insinuar.

Sin darse cuenta empezó a dibujar. Una actividad bastante nueva para él. Después que del quinto grado que ya no recibió más clases de arte se había olvidado por completo que no le iba tan mal en eso. Ahora se encontraba allí intentando visualizar a Carlo Magno con sus enormes ojos y nariz achatada, su enorme cola peluda. Sonrió satisfecho al notar cómo iba quedando su dibujo. Estaba tan concentrado que ni siquiera notó cuando la puerta se abrió. Cuando alzó la vista las personas ya estaban adentro. Ethan sonrió al notar de quienes se trataba— Hola, Ethan, ¿cómo has estado?

—Buenas tardes— Dijo sin poder evitar mostrarse feliz por tener compañía—. Bien, ¿y ustedes? ¿Qué hay de nuevo en Francia?

Armand sonrió un poco— Ya sabes mucho pan francés y amor.

Tessa se acercó para ver el dibujo y sonrió— Es una imagen muy fiel de Carlo Magno. Acabamos de ir a la casa, está muy bien. Aunque creo que ha aumentado de peso.

Ethan sonrió al sentir el beso en su frente. Los padres de Dante habían ido más de una ocasión a verlo. Siempre se sentía muy bien en su compañía. Le hacían sentir parte de una familia normal, si no contaban los millones que poseían,  serían súper normales.

—Lamento las molestias que puede estar ocasionando.

Tessa sonrió— No te preocupes. Es agradable tener una mascota en casa. Además Carlo Magno es un gatito muy bien educado. Creo que está feliz en la casa rodeado de tantas atenciones.

—Es un gato demasiado mimoso— admitió algo apenado.

— ¿No ha venido Dante a verte ahora? — Preguntó Armand al notar la ausencia de su único hijo.

—Ayer fue a Silver Beach. Tenía que atender unos asuntos. Dijo que vendría más tarde.

Tessa frunció un poco el ceño— Este hijo mío es un necio, le hemos dicho que no te deje solo. Los negocios pueden esperar, además tiene gente muy competente trabajando para él. No veo por qué tiene que ir hasta allá— Tomó la mano de Ethan y la apretó con cariño—. Discúlpalo, Ethan, espero que eso no le reste puntos contigo.

Se sonrojó un poco— No se preocupe. A mí me parece excelente que trabaje. Así mantiene su mente ocupada. La verdad yo y a apenas puedo estar acostado en la cama todo el día. No me imagino cómo será para Dante estar aquí varias horas al día solo por mí.

—Por él no te preocupes, él siempre llega a la casa con una enorme sonrisa cada vez que viene de verte. Tú eres su alegría y también eres parte de la mía y de Armand— Ethan sonrió por esas palabras—. Por cierto te hemos traído un regalo, espero que sea de tu agrado.

— ¿Eh? No se hubieran molestado. No era necesario y…

—No es nada, después de todo ya eres como de la familia— le dijo Armand con una sonrisa.

Ethan les miró algo apenado. Se sentía bastante culpable por cómo había tratado ayer a Dante. Prácticamente lo había ignorado y se había desquitado con él, el mal trago que Ariel le había hecho pasar.

Tessa seguía buscando en su enorme bolso el regalo que no tardó en estar en las manos de Ethan. Sonrió al ver la gran libreta y un enorme estuche para dibujar. Acompañado con un libro de introducción a la psicología— Me encantan…

Tessa sonrió— Cuando seas el mejor psicólogo de la historia podremos presumir que te regalamos uno de tus primeros libros.

Ethan no quiso arruinar el momento diciendo que probablemente ni siquiera fuera capaz de recordar toda esa conversación. Abrazó a Tessa. Siempre se sentía muy bien con ella. Era muy cariñosa, le recordaba a como había sido en su momento la madre de Ariel. Deseaba que Emely pudiera parecerse un poco más a Tessa así su amigo podría ser feliz.

Pasó una hora antes que Dante llegara al hospital, aunque recibió una buena reprimenda de parte de Tessa por haber dejado a Ethan solo. Ethan adoraba esos momentos que pasaba con Tessa, Armand y Dante.  Lo trataban como un miembro más de la familia. Se sentía normal. Eran casi las siete cuando Armand y Tessa se despidieron. Cuando quedó a solas con Dante le miró algo nervioso. Se sentó, aburrido de estar completamente recostado todo ese tiempo.

—Lamento lo que pasó ayer, Dante…

Este sonrió un poco— Yo soy quien lo lamenta— Le aseguró con una sonrisa—. Ethan, si ayer no seguimos adelante es porque no quiero cometer ningún error contigo. Quiero que ese momento sea perfecto para ambos y dudo que en un hospital podamos consumarlo como te mereces. ¿Puedes entender eso?

Ethan se sentía avergonzado. Ahora que Dante se lo explicaba de esa manera todo tenía sentido para él. No debió haber actuado de una manera tan infantil—Sí. Lo siento.

Dante le besó con suavidad—Te amo, lindura— susurró contra sus labios—. Quiero estar contigo. No tienes ideas de cuanto deseo que llegue ese momento, pero no quiero que tengas  dudas de estar conmigo.

Ethan suspiró contra esos labios. Le miró con intensidad. Quería aprender a amarlo sin dudar un solo segundo si era a él quien quería. Le besó con un poco más de pasión. No quería dudas, solo entrega absoluta. No debía haber nada de malo en eso. Quería ser capaz de entregarse de la misma manera que Dante lo hacía—Te quiero—susurró contra los labios del mayor. Lo apegó a él un poco más, fascinado por los sentimientos, por las emociones, las sensaciones—. No quiero tener dudas.

—No las tendrás. Voy a probarte que es a mí quien debes amar.

Se miraron unos segundos agitados antes de besarse un poco más. Por la mente de ambos cruzó el pensamiento que estaban rompiendo la regla que se habían autoimpuesto hace solo unos segundos, pero sus cuerpos pedían sentirse. Necesitaban estar uno cerca del otro. Dante fue quien dio el primer paso esta vez. Su mano se metió bajo la bata de Ethan quien jadeó al sentirlo tocar su piel con deseo por primera vez. La boca de Dante se fue hasta el cuello de Ethan el cual no dejó de besar. Sentía que se estaba excitando demasiado, Ethan era demasiada tentación para su precario autocontrol. Y el haberse enterado que Lupo estaba a kilómetros de allí solo le hacían querer seguir adelante.

—No pares— susurró Ethan contra su oído—. Dante, no te detengas— suplicó extasiado por las emociones que estaban despertando en él. Jamás pensó que se volvería loco solo por sentir unas manos recorrer su cuerpo, sin embargo estaba consciente que se sentía así porque eran las manos de Dante.

Sus bocas se encontraron con ansias y la sábana terminó en el suelo. Terminó recostado en la cama una vez más e Ethan  atrajo a Dante más a él. Se removía ansioso al sentir como esas manos iban bajando de a poco. Acariciaban su vientre, luego ascendían para tocar tus pezones los cuales pellizcaba con malicia y le hacían delirar. Cuando sintió aquella mano en aquella zona que jamás nadie había tocado abrió los ojos llenos de sorpresa. Dante le besó con deseo, pero también con amor. Quizás con demasiado amor, solo atinó a aferrarse a la camisa de éste. Hundió su rostro en el cuello del otro, su cuerpo temblaba de placer, sus gemidos se fueron haciendo más audibles conforme Dante le masturbaba con más rapidez— Dante— gimió con más fuerza. Empezó a sentir una necesidad de poder tocar a la persona que le estaba brindando placer en esos momentos, tanta era que pronto lo tuvo sin camisa. Ethan pasó sus manos por aquel cuerpo tan bien trabajado. Cuando Dante apretó con fuerza su glande mordió la clavícula del otro para evitar que más gemidos siguieran escapando de su boca.

Escuchó gruñir a Dante no sabía si de placer o de dolor. Sus bocas se encontraron con ansia, con deseo. Ethan acariciaba la espalda desnuda del otro y a veces clavaba sus uñas en ella al sentirse al límite. Para esos momentos su bata solo cubría parte de su pecho.  Dante no dejaba de masturbarle de esa manera que Ethan pensaba que era tan deliciosa, mientras  la otra mano se dedicaba a explorar su cuerpo— Ya casi…—susurró anhelante, sintiendo que no faltaba mucho para alcanzar su orgasmo.

Jadeó al sentí la lengua de Dante pasearse por sus pezones. No iba a soportar demasiado ese ritmo. Su corazón latía con fuerza. Jamás pensó que entregarse así a alguien se sentiría tan bien — ¡Dante! — Gimió con fuerza al sentir con por fin se corría. Su cuerpo tembló de placer ante el inminente orgasmo que lo dejó en blanco por varios minutos.

Cuando abrió los ojos se encontró con la mirada de Dante quien le sonrió—Te vez hermoso— le aseguró. Ethan se sonrojó aún más. Su respiración aún era agitada puesto que aún era presa de los efectos del orgasmo. Dante se levantó y fue a echar seguro a la puerta. Luego se dirigió al baño del cual volvió con un rollo de papel—Hay que limpiarte para que nadie sepa nuestra pequeña travesura— le dijo con una sonrisa pícara antes de besarle.

Ethan se dejó hacer mientras Dante limpiaba los restos de semen que habían quedado en su abdomen, ambos suspiraron aliviados al notar que no habían manchado la cama. Rieron divertidos por su pequeña travesura. Una vez su bata estuvo cubriendo todas sus partes y tuvo la sábana de vuelta. Dante quitó el seguro de la puerta.

Ambos respiraron aliviados cuando a los pocos minutos entró una de las enfermeras a hacerle el chequeo general, aunque la mujer les miró con detenimiento, quizás porque Ethan tenía un brillo y una sonrisa que no había tenido desde que había entrado al hospital. Una vez se fue ambos rieron— ¿Crees que se dio cuenta?

—Puede que sospeche, pero no tiene pruebas en nuestra contra— le aseguró el mayor—. Es tu culpa por tener una cara de satisfacción en tu rostro.

—Estoy satisfecho— admitió Ethan.

Se besaron por largo rato. Hasta que Dante notó la hora— Lindura, tengo que irme por unas horas, pero regresaré más tarde. ¿Sí?

Ethan asintió, sin embargo no pudo evitar preguntarle— ¿Vas a ver a Alessandro?

Dante se vio atrapado y no vio motivos para mentirle a Ethan— Sí. Ariel me pidió ayuda con unas cosillas así que prácticamente le hemos preparado una fiesta sorpresa. Irán Lyosha y Lamire. Tal vez mis padres lleguen un rato.

—Suena divertido— admitió Ethan—. Que se diviertan.

—Desearía que pudieras ir.

—Yo no. No quiero arruinarle el día a Alessandro— aceptó Ethan. Ambos en una misma fiesta no era una buena combinación—. No te preocupes si tardan más de lo que habían planeado.

—No quiero dejarte solo demasiado tiempo. Volveré pronto— le aseguró con una sonrisa para luego besarle—. No vaya a ser que me necesites más tarde— dijo insinuante.

Ethan sonrió—Sí. No vaya a ser que se me ocurra solucionar yo solo mis problemas— dijo siguiéndole la corriente.

Dante rió— Ya veo que puedes jugar. Ni si te ocurra hacerlo, yo vendré a darte una mano.

—De acuerdo. Esperaré.

—Más te vale, lindura.

***

Alessandro se estremeció al ver dónde estaba.  Buscó su arma dentro de la chaqueta, pero no había nada. Empezó a caminar hasta que el chirrido del tablón flojo hizo que se detuviera de golpe. El ambiente cambió. Estaba en una cueva que conocía a la perfección. Apenas dio unos pasos y todo cambió de nuevo. Alessandro supo que estaba soñando, pero eso no impidió que su cuerpo se tensara. El viento le golpeó con fuerza. Sintió un nudo en su garganta y supo que no extrañaba esa sensación. Veía a un niño esperar en vano en una banca de un parque demasiado peligroso para estar solo a esas horas. Se giró intentando buscar una manera de despertar, pero el escenario cambió por última vez.

Su corazón empezó a palpitar con fuerza al notar la sangre cerca del sofá. Volvió a buscar en vano su arma. Sin embargo no había nada que lo protegiera de él—Hola, mi niño.

Alessandro cerró con fuerza sus ojos. Sus labios temblaron, se giró con lentitud— Misha…—su voz apenas fue audible. No quería mostrarse débil, pero incluso en esos momentos él seguía haciéndolo ver vulnerable.

Tembló al sentir como acariciaba su mejilla. Allí estaba esa mirada llena de amor, de misterio, brillando tras esos ojos verdes— Has crecido, mi niño, te dije que te faltaban unos cuantos centímetros.

—Esto es un sueño.

Lo vio sonreír con tristeza— Si fuera la realidad sería yo quien estaría en tu cama.

—Misha…

Alessandro tragó hondo cuando lo vio fruncir el ceño y alejarse de él— Sabía que romperías tu promesa.

—Misha…

— ¿Qué pasó con eso de que solo me amarías a mí?

—Misha. Tú estás muerto— susurró con voz quebrada.

—Yo no me he ido, Alessandro, sigo aquí. Estoy aquí por ti—Alessandro intentó acercarse, pero tuvo que esquivar el control remoto— ¿Lo amas? — No respondió,  solo sintió como el florero que habían reemplazado un millón de veces pasó zumbando por su oído izquierdo y se volvía a quebrar contra la pared.

Alessandro se sintió desarmado, cuando Misha se enojaba de esa manera solo quedaba ceder, susurró derrotado un lastimero: — Te amo…

—Pero también lo amas a él. No soy estúpido. ¿Crees que es fácil para mí ver cómo eres feliz a su lado? — Alessandro rompió toda distancia, pero terminó en el suelo con Misha pateándole el pecho, impidiéndole ponerse de pie—. ¿Crees que es divertido ver cómo le haces el amor? ¿Cómo tu amor por él crece día a día y el que sientes por mí apenas es ya un recuerdo? Maldita sea, ni siquiera ha pasado un año y ya me has olvidado— Misha se sentó en su pecho y lo tomó de la chaqueta alzándolo apenas.

—Tú hubieras hecho lo mismo, me habrías olvidado…

—Yo no fui el que prometió que no amaría a otro, Alessandro, lo sabes bien. Tú no puedes hacerme esto. No a mí. Yo aún sigo aquí. Sigo aquí por ti. No puedes olvidarme. ¿Crees que alguien te hubiera querido si te hubiera encontrando  en el  estado en  que yo lo hice?

Alessandro deseaba despertar con todas sus fuerzas. No soportaba esa casa, estar frente al fantasma de la persona que amo. Sentía que se asfixiaba— Perdóname, perdóname…

—Elige: Él o yo.

— ¿Cómo quieres que te ame si ya ni siquiera puedo sentirte? — Dijo desesperado, ni siquiera era capaz de mirarle a los ojos—. Cada día desde tu muerte he ido a todos los lugares que solíamos ir juntos, pero ya no te siento. Ya no hay nada que me haga sentir que aún estoy conectado a ti. Tú estás en un lugar que yo no puedo ir.

— Sabes que podrías seguirme. Yo no soy feliz sin ti. Creí que eso te lo había dejado ya claro. Vivo o muerto no puedo ser feliz sin ti. ¿Cómo crees que me siento? No puedo acabar con el sufrimiento, la rabia, los celos de verte con otro porque ya estoy muerto— Alessandro intentó ponerse de pie, pero notó como estaba amarrado a una silla. Su corazón empezó a palpitar con fuerza al notar qué silla era.

—Misha, no Misha, no— su pecho dolía. Quería gritar con fuerza, pero se vio amordazado. Al poco tiempo estaba en ese armario de nuevo. Sus lágrimas caían con fuerza. Se iba a volver loco. Vio esos ojos verdes mirarle con tristeza.

—Ariel te espera. De seguro es mejor que yo consolando—Alessandro gritaba con fuerza, pero no salía nada a causa de mordaza. Llamaron a la puerta. Tembló de pánico. No podía verlo de nuevo—. Te amo, mi niño, aunque tú ya no sientas nada por mí.

Se estaba ahogando con sus lágrimas. La puerta quedó entreabierta de nuevo. De nuevo hablaron, discutieron, gritaron. El sonido del arma dando de lleno en el corazón de Misha lo volvió loco. No despertaba. ¿Por qué no despertaba? Veía la sangre expandirse en un charco alrededor del cuerpo sin vida. Se estaba volviendo loco. Su corazón se aceleró cuando las personas no se iban, al contrario se dirigían a donde estaba. El armario se abrió y sintió pánico. Solo vio alzarse el arma directo a su cabeza lo último que escuchó fue el sonido del seguro del arma siendo quitado.

Alessandro despertó sintiendo que todo su mundo se estaba derrumbando. Sus manos buscaron lo único que lo mantenía cuerdo. Sin embargo no lo encontró— ¿Ariel? — Su voz no sonó como de costumbre. Estaba sudando frío, temblando— ¿Ariel? — ¿Por qué no respondía? ¿Dónde estaba? Se suponía que después de hacer el amor siempre despertaba después de él— ¡¿Ariel?! — Gritó.

Solo se escuchó la puerta abrirse y cerrarse, luego unos pasos apresurados. Ariel entró en la habitación— ¡Joder! No me asustes. Creí que te estaban matando o…— Calló cuando Alessandro cruzó la estancia en dos pasos lo abrazó— ¿Alessandro qué pasa? — Estaba temblando. Sentía que le sacaba el aire.

—No hables— pidió. Hundió su rostro en los cabellos rojizos para buscar tranquilizarse con su aroma, sus manos recorrían torpes el cuerpo que abrazaba, intentaba convencerse que ese era el mundo real. Sin embargo las imágenes seguían en su cabeza. Al recordar la sangre sintió que todo le daba vueltas. Apenas fue capaz de salir directo al baño para devolver todo lo que había comido. Sus manos temblaban mientras se aferraba al retrete. Odiaba el sabor amargo en su garganta. Se sentía débil. Derrotado. Se estaba volviendo loco.

Bajó la tapa y la palanca. Se quedó allí unos segundos intentando recuperar la compostura, pero sentía que ya no podría recuperarla. Hacía mucho que no sentía miedo, pero ahora lo tenía, tenía miedo de levantarse y que en el espejo no estuviera reflejado Ariel, sino Misha diciéndole que tenía que elegir a uno de los dos.

Cuando creyó que sería capaz de enfrentar a Ariel se puso de pie. Buscó un poco de enjuague bucal para quitarse el mal sabor. Ladeó su rostro. No se sorprendió de encontrarse con el rostro preocupado de su ricura— Estoy…

—No— lo cortó—. No digas que estás bien cuando no es verdad—Ariel se acercó a él y suspiró—. ¿Qué pasa? ¿Podrías decírmelo? Apenas duerme, trabajas de más y ahora esto. ¿Qué pasa, Alessandro?

Su voz sonaba tranquila, pero sabía que no lo dejaría irse sin una explicación;  en el peor de los casos y esta explicación no llegara sería Ariel quien se iría— No puedo dormir bien— suspiró—. Apenas puedo dormir veinte minutos sin tener una pesadilla. No es que no pueda dormir, es que no quiero hacerlo. Si trabajo demás es para no pensar en esos sueños porque me enfermo; asfixio y siento que me vuelvo loco. Eso es lo que pasa.

La expresión de Ariel no ayudó a sentirse más tranquilo— Debiste decírmelo…

Estaba perdiendo la paciencia, solo porque se sentía demasiado expuesto en esos momentos— ¿Y cómo se supone que vas a ayudarme?

—Yo…—Ariel calló al notar que no podía ayudarlo—. Buscaría la forma. Así cómo tú encuentras la manera de ayudarme, es lo mínimo que haría, es lo mínimo que te mereces, que intente  ayudarte, así como tú siempre intentas y consigues ayudarme.

Suspiró derrotado al notar como Ariel lo abrazaba. ¿Cómo era que aunque no hiciera nada lo hiciera sentirse mejor? Le dio unas palmaditas en la espalda indicándole que no necesitaba ser tan cariñoso todo el tiempo, aunque se lo agradecía. Fue cuando notó que Ariel estaba bañado y cambiado— ¿Planeabas salir?

—Contigo…

Alessandro le miró no muy convencido— No lo sé, ricura. No estoy de humor.

—Anda. La noche aún no acaba, tenemos tiempo para celebrar tu cumpleaños.

—Ya has hecho suficiente. ¿No podemos quedarnos aquí? Me siento mejor solo con tu compañía.

—Aún tenía muchas cosas planeadas. ¿No vas a hacerme quedar mal?

—Ariel, por favor…

—Alessandro, no seas aguafiestas.

—En verdad no me encuentro bien.

—Anda, sé que te vendrá bien salir, así despejas tu mente. Aún falta que compremos tu pastel de cumpleaños. ¿Qué dices? — Alessandro decía que ya había tenido suficiente cumpleaños para toda su vida, pero no podía negarle nada a Ariel.  Aunque una parte de él le decía que esta vez debía insistir porque se sentía pésimo; terminó aceptando— ¡Genial! Te espero afuera. Toma una ducha para despejar tu mente— Antes que su pareja cambiara de opinión salió del baño. Con rapidez le mandó un mensaje de texto a Dante diciéndole que llegarían en una media hora. Solo necesitaba buscar la excusa perfecta para llevarlo hasta el hotel de la familia de Dante.

Aunque una parte de él le decía que mejor debían quedarse en casa. No sabía bien por qué tenía ese mal presentimiento, pero intentó ignorarlo puesto que todo ya estaba dispuesto para la velada que esperaba que fuera memorable. Se puso a hacer un poco de zapping en la televisión cuando su celular empezó a vibrar. Apenas le prestó atención a quien llamaba— Aún se está bañando. Llegaremos pronto…

— ¿A dónde planeas salir, firedoll Ariel?

Ariel se quedó extrañado, pero cuando vio en su pantalla “Will” sonrió— Hola, Will. ¿Y eso que llamas?

—Bueno ya que la gran estrella se olvida de la plebe, la plebe acude a la gran estrella. ¿Cómo has estado?

—Bien, bien— la verdad excelente.

—Se te escucha feliz. ¿Qué? ¿Te has reconciliado con el novio?

—Algo así…

—Me alegra escucharlo. ¿Cuándo vienes a San Peter? Porque el jefe ya nos avisó que no hay show este fin de semana. Lo cual es una lástima, quería ver si ahora si hacías que todos se montaran una orgía.

—Cállate. No seas bobo.

—Si hubieras visto lo ocupados que estaban los baños después que te fuiste no estarías hablando así y dudo mucho que los que los ocuparon los hubieran usado para lo que deben.

—No sigas— pidió. No estaba acostumbrado a hablar de esas cosas y menos cuando él las causaba—. ¿Y qué haces?

—Pues nada. Esperar a Hayley se supone que íbamos a vernos, pero de la nada me dijo que vendría dos horas más tarde. Vaya usted a saber qué demonios anda haciendo.

Ariel tendría que empezar a hacerse a la idea que Hayley sería mencionada más de lo que deseaba. Aunque esperaba que ella e Ethan no tuvieran que volver a encontrarse, porque si no sería algo muy catastrófico desde su punto de vista— Lo siento. ¿Tenías planes con ella?

—Ya sabes, lo de siempre, follar, comer algo del refri, follar de nuevo, quizás dormir para seguir follando.

—Qué profundo…

Escuchó a Will reír — Ya me conoces, soy todo un poeta. ¿Y tú? ¿Vas a salir?

—Sí. Eso creo.

— ¿No habrá sexo esta noche?

Ariel se sonrojó y agradeció que Will no estuviera frente a él— Bueno…

— ¡Ricura, a dónde sea que vayamos espero que no nos tardemos porque quiero volver temprano para tener sexo!

Ariel casi se muere de vergüenza al escuchar a Alessandro gritarle eso desde la habitación— Creo que si tendrás sexo esta noche. Bueno no te interrumpo porque no vaya a ser que tu novio se enoje si no le das el sexo que pide.

—Lo siento. ¿Puedo llamarte mañana?

—Si sobrevives a tu noche de sexo salvaje, por supuesto. Cuídate, firedoll Ariel.

Así sin más colgó. Justo en el momento que Alessandro salía ya listo. Llevaba esos pantalones que  siempre le provocaban una erección a Ariel de lo apetecible que se veía como remarcaba sus atributos delanteros y traseros. Una sencilla camiseta blanca y como el complemento perfecto su chaqueta. Se veía más relajado. Sabía que debía preocuparse por lo que Alessandro acababa de decirle, pero quería creer que salir y compartir tiempo con Dante y los demás le serviría más.

— ¿Nos vamos?

—Seguro. ¿Puedo conducir? —Preguntó con una sonrisa de esas que sabía que su novio no le negaba nada. Se sintió satisfecho cuando tuvo las llaves de la Ducati en sus manos. No le dijo a dónde iban, sin embargo cuando Alessandro empezó a hacerle preguntas siguió pretendiendo que necesitaba concentrarse en el camino. Cuando llegaron al hotel de Dante supo que tenía que pensar en algo bueno y en esos momentos, sin embargo Alessandro le ahorró mucho de ese trabajo.

— ¿No me digas que me traes aquí para seguir teniendo sexo? — le susurró  mientras se apegaba a él y empezaba a meterle mano.

—Me descubriste— exclamó fingiendo molestia—. Primero cenaremos aquí y luego subiremos a una de las habitaciones para que te siga consintiendo. ¿Qué dices?

—Digo que la idea me encanta…

Bajaron y apenas tuvo tiempo de dejarle una llamada perdida a Dante para informarle que estaban a punto de llegar. Entraron directo hasta el restaurante. Ariel sonrió anticipadamente, abrió las puertas y la serpentina cayó sobre él y Alessandro seguido del: ¡Sorpresa!

Giró para ver a Alessandro quien estaba sorprendido, pero no tuvo tiempo para salir de la impresión porque al siguiente segundo estaba siendo abrazado por Tessa,  y al siguiente segundo Armand estrechó su mano y le dio unas palmaditas en la espalda, solo para que después Lyosha casi se le tira encima felicitándolo. Lamire reía a su manera silenciosa, y cuando tuvo su oportunidad se limitó a estrecharle la mano a Alessandro deseándole un feliz cumpleaños. Dante al ser el amigo de Alessandro por más años pareció que le dio un abrazo que duraba todos los años que había vivido.

Ariel sonreía al notar aún la perplejidad en su novio. El restaurante del hotel estaba cerrado esa noche en honor a Alessandro, así que tenían suficiente espacio para estar cómodos. Lyosha cantó su versión rap del cumpleaños feliz que sacó una risa a todos, incluso Alessandro rió un poco.

La cena estuvo deliciosa, Tessa llenaba de atenciones a Alessandro como si fuera su propio hijo. La mesa estaba decorada con globos con helio. Incluso había presentes en ella. La velada transcurrió increíble. Alrededor de las once Armand y Tessa se retiraron a descansar no sin antes desearle una vez más feliz cumpleaños a Alessandro.

Una vez quedaron a solas Lyosha no dudó en pedir una buena botella para celebrar— ¡Si eres aburrido, Morello! De haberlo sabido hace años te hubiera organizado unas buenas fiestas en el PS.

—Es por eso que no te lo dije— confesó Alessandro mientras llevaba por el vasito de Whisky—. Ya suficientes fiestas. Esto fue idea de mi ricura quien más noche pagará porque tengo una estricta regla de no regalos de cumpleaños.

—¡Uy! Eso suena bien. Entonces creo que mi regalo les vendrá como anillo al dedo.

Ariel tragó hondo. Buscó un trago también, pero Alessandro se lo quitó de las manos y se lo bebió de golpe—No, no ricura, mañana tienes escuela.

— ¿No puedo beber y si tener sexo desenfrenado toda la noche?

—Exacto— dijo con una sonrisa y se inclinó para besarle. A Ariel le golpeó de lleno el olor a Whisky. Era obvio que estaba tomando de más—. Yo sé que no te molesta tener sexo toda la noche.

—Creo que a nadie le molestaría tener sexo toda la noche con alguno de los dos— dijo Lyosha con una sonrisa mientras bebía también.

—A ti no te molesta tener sexo con nadie, Lyosha— apuntó Dante.

—Claro que sí. Recuerda la vez que me pediste un trío con un tipo de la india. Esa vez dije que no.

Dante rió divertido— Solo porque se veía demasiado dominante y a ti no te gusta morder la almohada.

— ¡El tipo era raro! Además tenía una obsesión con las vacas.

—Si es cierto— admitió Dante divertido—. Pero estuvo peor la vez que tú me pediste uno con unos irlandeses que parecían duendes.

Ambos estallaron en carcajadas— Ellos solo querían enseñarnos la olla de oro al final del arcoíris.

—No, ellos querían que tu culo fuera la olla al final de su arcoíris.

— ¡Cállate! ¿Qué no ves que Ariel está presente? ¡¿Qué va a pensar de mí?!

—Que eres la olla de oro al final del arcoíris— acotó Ariel quien se unió a las risas de todos, bueno casi todos, Lamire permanecía serio y seguía bebiendo sin parar.

Dante notó eso y paró las bromas por lo sano— ¿Por qué no partimos el pastel? — Propuso intentando aligerar el ambiente para el coreano a quien miró de reojo y éste solo le mandó un silencioso agradecimiento.

—No compraste otra vez un pastel — dijo Alessandro en tono que solo Dante pudo comprender, le miró apenado.

—Sí lo hice, pero me encargaré que esta vez sí te lo comas— dijo mientras se ponía de pie antes que los demás notaran su sonrojo. Al poco tiempo volvió con un  pastel de chocolate— Pensé poner todas las velas, pero luego cambié de parecer, no iba a arriesgarme a incendiar el pastel.

—Idiota, espera un poco y verás— dijo Alessandro frunciendo el ceño.

—Bueno, aquí está…

Ariel sonrió— ¿Puedo tomarte una foto?

—No…

Ariel le miró algo ceñudo— No seas aburrido. Anda, solo una.

Alessandro suspiró— Solo si sales conmigo.

—No es mi cumpleaños.

—Pero yo puedo pedir lo que quiera. Así que tú elijes.

Al final suspiró derrotado y le pasó su celular a Lyosha quien no hizo ningún comentario de la pantalla rota. Dante tomó una foto a su vez con el teléfono de Alessandro— Me encantan como estos dos se ven juntos— dijo Lyosha con una sonrisa, una que Dante correspondió. Al final terminaron tomándose una foto en grupo— Lastima que no vino el amargado de Lupo.

—Tenía unas cosas que hacer en San Peter— respondió Alessandro—. Supongo que eran asuntos personales, ya que hoy no tenía más trabajo que en la mañana.

— ¡Bah! Él se lo pierde. Bueno ya. Cantemos…

—No. Ni muerto quiero que me canten— dijo Alessandro frunciendo el ceño—. No sé porqué a la gente les gusta cantar la misma melodía todos los años mientras que el cumpleañero no sabe qué hacer. Así que sin canciones.

Todos se miraron y terminaron por encogerse de hombros, aceptando las condiciones de Alessandro— Al menos pide tus tres deseos— pidió Ariel quien encendía las velas con números.

—Si no hay de otra— dijo el halcón frunciendo el ceño. Cuando vio las velas encendidas no pudo evitar recordar que sus deseos nunca se hubieran hecho realidad. Quizás siempre había pedido demasiado para alguien como él. Sopló las velas teniendo en claro sus tres deseos: Que Ariel se reconciliara con su madre, ser capaz de amarlo como él se merecía y sobretodo seguir vivo…

El pastel estaba delicioso y aunque no quisiera admitirlo en voz alta el estar allí rodeado de personas que no querían asesinarlo le hacía sentirse muy bien. Le hacían sentirse casi normal.  Luego de comer el pastel todos instaron que abriera los regalos. Al final de tanta insistencia terminó accediendo. Se preguntaba cómo la gente normal soportaba ser el centro de atención por veinticuatro horas.

— ¡Yo, yo, abre el mío primero! — Pidió Lyosha con una sonrisa— Espero que les guste.

Alessandro no del todo convencido abrió el regalo, tuvo que reprimir una risa al ver como les regala un libro del kamasutra gay y de paso un kit de juguetes sexuales y una caja de tamaño industrial de condones de sabores— Creo que les daremos un buen uso ¿O no, ricura?

—Sí…— dijo apenado Ariel.

Lamire le regaló el libro el arte de la guerra y el príncipe, ambos de Maquiavelo. Quién también lo agradeció. Al parecer su compañero era silencioso, pero muy observador con lo que leía. 

—Este es de mis padres— dijo Dante mientras le pasaba una enorme bolsa de regalo—. Dijeron que estaban cien por ciento seguros de que te gustaría.

—Pues no creo que tus padres me regalen algún disfraz para ponerle a Ariel para que tenga una noche de placer garantizada— dijo con cierta malicia. Abrió la bolsa y sonrió—. Dale las gracias y dile que acertaron.

Alessandro sacó primero una chaqueta de cuero marrón Marc Jacobs, luego una de piel color negro Gucci, para seguir con una de piel de cordero café del emporio Armani.

—Creo que dieron en el blanco— comentaron todos al unísono.

Luego pasó Dante con su regalo uno que dejó sorprendidos a todos. Incluido a Alessandro por unos segundos. Luego pasó a sacar del estuche el violín que su amigo le había regalado— ¿Sabes tocarlo? — Preguntó Ariel sorprendido.

— ¿Qué si sabe? — Respondió Dante en su lugar—. Sabe tocarlo mejor que muchos profesionales.

—No te lo puedo creer— dijo Lyosha sorprendido—. Yo quiero ver eso.

—No. Fue hace mucho tiempo— Alessandro tocó con nostalgia el violín. Sentía que habían pasado años desde que había tocado uno, pero aún lo recordaba muy bien.

—Yo también quiero escuchar— pidió Ariel.

Dante sonrió— Puedo acompañarte en el piano como en los viejos tiempos— sugirió sintiéndose algo culpable de que ahora todos quisieran escucharlo. Al final terminó accediendo. Dante caminó hasta el piano que estaba al fondo del restaurante y comprobó que el sonido fuera el deseado. Mientras Alessandro veía que el violín estuviera bien afinado—. ¿Y bien qué quieres tocar?

—Algo no muy largo debo estar oxidado— Alessandro.

— ¿El nocturno de Chopin para piano y violín está bien?

—Sí. Ese estaría bien.

Ariel miraba con curiosidad a su novio que se puso en posición, a simple vista para él esa posición de cómo sostenía el violín debía ser muy incómoda, pero Alessandro no lucía incómodo, parecía que estuviera acostumbrado a hacerlo desde hacía años.

Cuando empezó a tocar tuvo que contener el aliento creyendo que su respiración arruinaría el sonido que entre él y Dante estaban produciendo. Ariel no podía salir de su impresión cuando Alessandro empezó a tocar de esa manera tan magistral. Jamás se había detenido a escuchar música clásica, pero la manera en que tocaba Alessandro le hacía querer escucharla todo el tiempo. Lo veía allí con sus ojos cerrados, haciéndolo lucir tan fácil, pero sabía que eso era años de práctica, la postura, la soltura en las manos, todo.

 Lyosha no podía salir de la impresión. Lamire estaba sorprendido aunque disimulaba un poco mejor. Ariel no podía apartar la mirada de Alessandro.

Dante deslizaba sus dedos con facilidad, pero sabía que Alessandro era mucho mejor que él incluso en el piano. No tenía la misma técnica que su amigo. Si había decidido obsequiarle un violín era porque recordaba lo mucho que disfrutaba al tocarlo. Era su instrumento favorito por excelencia. Le miró de reojo. Viéndolo allí tocando le hacía pensar que estaba de nuevo en el instituto.

Alessandro por el contrario sentía que estaba de nuevo en aquella habitación de un sucio apartamento, incluso podía oler la pizza que vendían en una esquina. De repente se sentía desnudo como años atrás donde tocaba el violín para Misha luego de haber hecho el amor por horas. Toca algo más para mí, mi niño. Lo escuchó tan cerca que tuvo que afianzar el agarre del arco. Llegó a la última nota y recordó que tenía que volver al mundo real, sin embargo el olor al cigarrillo que Misha fumaba siempre que lo escuchaba tocar siguió impregnado en él. Cuando abrió los ojos y encontró a Ariel sonriéndole sorprendido, admirado, enamorado se sintió culpable por haber estado pensando en su antiguo amante.

— ¡Eso fue increíble! — Dijo anonadado.

Alessandro sonrió y miró a Dante quien le dedico unos aplausos como en el pasado— No estás oxidado.

—Cierto, se trata de mí. No hay manera que no haga algo bien— dijo con autosuficiencia.

Volvieron a la mesa donde guardó su violín y el arco en el estuche. Aún escuchando las alabanzas que Ariel le dedicaba. Notó como aún quedaban dos regalos más sin abrir. Tomó uno de ellos— Ese es mío. Lamento no haberte podido comprar algo mejor— dijo apenado Ariel.

Alessandro sonrió para indicarle que no tenía que haberse molestado, ya había hecho mucho. Su sonrisa no se perdió al ver los guantes de cuero que le había comprado— Me encantan, ricura— le aseguró.

Fijo su atención el último regalo que era una caja de madera tamaño mediado y que a simple vista pesaba mucho. Solo tenía un listón azul. Y venía un sobre pegado sin rotular— ¿Y este?

Dante se encogió de hombros— Ni idea. Cuando llegué al restaurante uno de mis empleados me lo entregó. Dicen que lo trajo un hombre del correo diciendo que venía a mi nombre, pero que dio instrucciones que debía entregártelo a ti en tu cumpleaños— Alessandro le miró extrañado—. Quizás una de tus fans del colegio no pudo olvidarte.

Alessandro solo frunció el ceño— Muy gracioso— Tomó el sobre pero no le dio mucha importancia y se lo pasó a Ariel quien estaba a su lado.

— ¿Puedo abrirla? — Preguntó Ariel con cierta curiosidad. Alessandro asintió mientras intentaba luchar por abrir la casa.

Ariel abrió el sobre con cuidado para no estropear la carta. La sacó con cuidado. Lo primero que notó fue la forma estilizada de la letra. Empezó a leer con cierta curiosidad.

Hola mi niño:

¿Cómo has estado? No, no te preocupes, si estás leyendo esto es porque estoy muerto y solo quería atormentarte un poco, ok no, eso no está bien. Disculpa mi humor bizarro incluso después de muerto. ¿Pusiste la canción que quería para mi funeral? No temas, esto no será como la versión gay de P.S I love you, sé que casi te suicidas cuando te obligué a verla. Solo que no quería perderme la oportunidad de decirte una vez más “Feliz cumpleaños, mi niño, mi amor.”

Ariel palideció de golpe. Tuvo que apartar la mirada de la extensa carta. Miró a Alessandro que tenía peor aspecto que él. Todos los miraban preocupados— ¿Morello? — Preguntó Lamire preocupado.

Las manos de Alessandro temblaron cuando extrajo de la caja un anillo que iba en medio de una cadena. La voz del coreano retumbó con fuerza en la mente de Alessandro que solo atinó a arrebatarle la carta a Ariel antes de tapar la caja y mirar a Dante— ¡¿Es esto una broma?! —Quien no sabía bien qué decir— ¡Responde! — Lyosha se apresuró a interponerse entre los dos—. ¡No es gracioso, Dante! ¡Maldita sea no es gracioso!

—N-no sé de qué me hablas…

— ¡Claro que sabes! T-tú…tú…—Lyosha tuvo que empujarlo para evitar que se lanzara contra Dante— ¡¿Cómo explicas esto?! — Gritó alzando la cadena con el anillo.

Alessandro tembló al recordar todo lo que había dentro de la caja. Empezó a respirar con dificultad. Tenía que salir de allí. Se iba a volver loco. Camino hacia la entrada, sintiéndose mareado, desorientado, le faltaba el aire.  Antes de darse cuenta de lo que hacía estaba corriendo hacia la Ducati. Chocaba con más de un vehículo del estacionamiento, sus manos temblaron cuando intentó encontrar el contacto con la llave. Solo atinó a arrancar y en pocos segundos el velocímetro subió a más de ciento veinte.

Yo sigo aún aquí…

Aceleró intentando despejar su mente, pero nada tenía sentido. En su mano izquierda aún iba la carta que le había arrebatado a Ariel y la cadena con el anillo. No pensaba, solo escuchó más de un chirrido de automóvil. Alzó la mirada demasiado tarde para darse cuenta que se había pasado una luz en rojo.

***

Las paredes retumbaban en Tabú. Desde la zona VIP observaba su poderío. Nadie se atrevía nunca a sentarse con él a no ser que fuera estrictamente necesario. Como la persona que venía en esos momentos entrando. Dejó su Martini seco sobre la mesa y empezó a tamborilear sus dedos contra la mesa, en uno de los dedos yacía un anillo en forma de halcón.

No tenía mucho tiempo. Le indicó que tomase asiento —Llegas tarde— recalcó para darle a entender que no tenía que repetirse.

—No contaba con tener que venir ahora. Tenía planes.

Mapelli le examinó con cuidado. Nunca le había gustado el tono de cómo le hablaba— ¿Qué has averiguado?

—No mucho. Necesito más tiempo.

—Tiempo es lo que menos me sobra. Haz tu trabajo, para eso te pago.

Vio como el ceño se fruncía— No es tan fácil, no es solo venir acorralarlo contra una pared y amenazarle con un arma para que cante. Bueno, sí podría, sabes bien que es mi especialidad, pero en este caso hay otros métodos.

—No subestimes a firedoll.

—Nunca lo he hecho. Desde el primer momento que lo vi sabía que el chico era problemas. Voy a averiguar todo lo que quieres, pero necesito tiempo, sino puedo por mi cuenta ya sabes que siempre puedo hacer que los amiguitos de él hablen— Sonrió con cierta frialdad mientras daba un largo sorbo al Martini de Mapelli—. Después de todo tengo mis métodos de persuasión.

Mapelli crujió los dedos sin embargo su Martini no volvió a estar en sus manos— Creo que está demás decir que no debe darse cuenta que le estás sacando información.

—Ya te he dado información de la valiosa ¿Por qué esperar si podrías actuar ahora?

—Hay que ser paciente. No eres el único espía que tengo. Espera a ver lo que tengo planeado, luego te darás cuenta qué planeo.

— ¿Y si las cosas no salen como espera?

Si no hubiera sido por la música que sonaba a todo volumen se hubiera hecho un silencio muy incómodo— Creo que no te ha quedado claro la razón por la cual  soy el líder de los halcones. Sin embargo no tengo tiempo que perder con basura como tú. Estaremos en contacto. Manten a firedoll bien vigilado— Se puso de pie y caminó hasta la salida. Sonrió ante la perspectiva que Ariel Miderhive no  sabía que desde hacía mucho estaba jugando sus cartas. Todo era cuestión de tiempo para terminarlo de hundir.

Notas finales:

¿Y bien? ¿Qué les ha parecido? :B No alargaré más la tensión así que actualizaré el Jueves :D! Aunque la extensión no sé que tan larga resultará porque mis padres también estarán pronto de vaks y saldremos -espero- xD pero hay actu el jueves que es lo que importa un beso a todos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).