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El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

:B lo sé es tarde pero aquí apenas van a hacer las 11 xD salí cosa que creía que no haría o por lo menos por poco tiempo así que he aquí el cap sin más demora, felices vacas :B este cap va para Carlo Magno que siempre me hace reir con sus tweets acerca del fic y a wartful :)

Ariel subió corriendo las escaleras, escapó a tropezarse más de una vez. Abrió de golpe la puerta, pero a simple vista Alessandro no estaba allí. Corrió de nuevo escaleras abajo, unas que el pobre Dante apenas empezaba a subir— No está. No está allí. Mierda, yo no debí haberlo forzado a ir— la culpa lo estaba comiendo vivo—. Él me dijo que no quería salir más y yo insistí. Yo insistí— subió al Jaguar. Una vez más—. Yo también sentí que no debíamos salir, pero insistí.

—No es tu culpa, Ariel. En todo caso sería mía por no haber visto primero lo que contenía la caja— Incluso a Dante se le hizo un nudo en la garganta al ver lo que había en ella. Sin embargo se sorprendió ver que fue Lyosha el primero en quitar la caja de la mesa  para evitar que Ariel viera el contenido. Al parecer tenía que tener una charla con el español. Sacó su móvil y activo la llamada por voz ya que no podía darse el lujo de ir marcando las teclas. Tenía que tener bien puesta la mirada en el camino y en Ariel, quién le preocupaba que tuviera una recaída— ¿Lyosha está en el PS? — Preguntó cuando le contestó.

—No. No está. ¿Dónde más se supone que deberíamos buscar?

—No lo sé…

Ariel se aferraba a sus rodillas— Es mi culpa, es mi culpa, me dijo que no estaba bien y yo no lo escuché.

—Dante no dejes a Ariel solo…

El aludido sintió la mirada de su jefe y amigo por lo que se recluyó en sus pensamientos y todos le decían que si algo le pasaba a Alessandro él iba a tener toda la culpa.

— No te preocupes. Yo…

— ¿Dante?

El jaguar frenó en seco. Dante se aferró con fuerza al timón. Se quitó el cinturón de seguridad y bajó del auto sintiendo que sus piernas no eran lo suficiente fuertes para sostenerlo. Ariel bajó con lentitud. Vio todos los vidrios quebrados en el pavimento. Al menos dos vehículos casi desechos. Dante se apresuró a tomar a Ariel— No, no…— susurraba el pelirrojo.

Dante apartó la mirada de la sangre que estaba en el pavimento, pero encontrarse con la Ducati, de Alessandro, deshecha bajo uno de los vehículos le hizo sentir que todo había acabado. La ambulancia estaba terminando de cerrar las puertas cuando sintió a Ariel sollozar— Aguarda aquí…

Dante se separó de Ariel y caminó hasta uno de los policías. Sentía que no iba a poder soportar el saber si su amigo estaba vivo o muerto. Iba a hacerlo cuando los escuchó hablar— ¿Me quieres decir que el dueño de la motocicleta salió huyendo?

—Así parece, no me preguntes a mí como logró evitar el impacto. Él, puesto que la motocicleta está deshecha. La llevaremos a una deshuesadora a ver si lograr salvar alguna pieza.

— ¿Ya saben quién es el dueño?

—No. La placa era falsa.

— ¿Qué hacemos?

—Esperar a que vengan los de medicina legal. La copiloto del Toyota no llevaba puesto el cinturón de seguridad y prácticamente salió volando por el parabrisas.

Dante giró sintiéndose entre abrumado y aliviado. Corrió hasta Ariel y dijo por lo bajo— Vámonos. No está aquí.

Ariel temblaba— ¿E-está en el hospital?

Dante negó y lo llevó hasta el Jaguar. Corrió a ocupar el asiento del conductor y arrancó— ¿Lyosha sigues allí?

— ¡Llevo tres minutos gritándoles! ¿Qué pasó? Escuchamos una ambulancia.

—Busquen a Morello, debe estar herido.

Dante empezó a recorrer todas las calles, intentaba hablar con Ariel, pero este parecía que se había aislado mentalmente. Cuando había pasado una hora frenó de golpe—  Ariel—Dijo perdiendo el control—  ¡Maldita sea, Ariel, reacciona! — Gritó Dante mientras golpeaba con fuerza el timón. El pelirrojo se estremeció—. Escúchame— dijo tomándolo con fuerza del brazo—. Necesito que me ayudes porque solo tú lo conoces bien.  Necesito que dejes de echarte, por un segundo, la culpa de lo que pasó y me digas a dónde pudo haber ido.

Ariel negaba. No se le ocurría ningún lugar. Sin embargo luego recordó algo importante—: El lugar que solo nosotros conocemos…

Dante le miró como si se hubiera vuelto loco— ¿Qué?

Ariel empezó a decirle con rapidez hacia dónde tenían que ir. Dante seguía las indicaciones lo más rápido que podía. En menos de diez minutos estuvieron allí. Dante le miró extrañado— ¿Aquí? Pero es en medio de la nada.

—Aguarda aquí. Si está allí es probable que me cueste hacerlo bajar. Te dejo una perdida si está allí.

Dante se sorprendió de ver el cambio de Ariel de unos minutos a otros. Si momentos atrás estaba deshecho, ahora lucía tan decidido a hacer lo que fuera para encontrar a Alessandro.

Ariel bajó del Jaguar resuelto. No podía volverse a dar el lujo de lucir vulnerable. Era un egoísta. Alessandro vivía ayudándole y jamás se había detenido a pensar en qué podía ayudarle a él.

Alessandro no estaba bien. Quizás nunca lo había estado. Se había enamorado de alguien que estaba roto por dentro. Se había dejado engañar por el brillo que creía que desprendía, pero ahora comprendía que Alessandro apenas emitía un débil resplandor, pero había sido suficiente para atraerlo.

Subió la hasta la cima teniendo la certeza que lo encontraría allí. Cuando puso sus pies en lo más alto del lugar y lo vio allí sintió un alivio. Dejó una llamada perdida a Dante y se quedó allí mirándole. Empezaba a hacer frío— Te dije que un día de estos ibas a chocar…

Alessandro giró su rostro con lentitud. Ariel sintió un nudo en su garganta al ver como había sangre seca cruzando su rostro— No deberías estar aquí.

Ignoró su reproche y se sentó a su lado. Fue cuando notó que Alessandro tenía un hombro dislocado— Alessandro…

—No importa. No duele— Dolían más los recuerdos que lo invadían.

—No me importa si no te duele, hay que curarte. ¿Sabes lo preocupado que me tenías?

—Nunca ha sido mi intención preocuparte, Ariel— susurró mientras apretaba con fuerza la carta que tenía en sus manos. Miró los rasguños que había en sus manos y  cómo tenía varios cristales incrustados en sus palmas.

Ariel se inclinó hasta él e hizo que le mirara— Me preocupo por ti. No puedes hacer nada para evitarlo.

—Ricura, no deberías estar aquí…

Ariel sonrió con tristeza— Lo sé. Yo vine a usurpar el lugar de Misha. Se veía que te quería mucho. Me gusta cómo suena mi niño.

—Ariel…

—Nunca debí haberte obligado a salir de casa. Perdóname. Yo solo quería que pasaras un feliz cumpleaños.

—No te preocupes. Se ha hecho tradición que nunca pueda tenerlo por eso prefiero fingir que es un día más, porque siempre termina todo mal para mí.

—No lo sabía…

—No tenías porqué. No soy exactamente la persona más abierta para hablar— Alessandro alzó la mirada al cielo—. Ahora sabes por qué— Jamás pensó llegar a ese estado, pero todo le había explotado en la cara—. Estoy roto, Ariel, siempre lo he estado. No puedo amarte como te mereces porque nunca he estado bien.

—Pero Misha…

—A Misha creía que lo amaba, pero nunca logré amarlo como se merecía. A ti tampoco lograré amarte como te mereces porque nunca he aprendido a hacerlo. Estoy roto, siempre lo he estado. No hay una vida normal para mí. No cuando no soy capaz de enfrentarme a mi pasado.

Ariel se puso frente a Alessandro— Lo sé. Estás roto. Me costó mucho tiempo darme cuenta  de eso y al parecer no es solo por Misha que te encuentras así— Posó una de sus manos la mejilla ajena—. ¿Sabes cuál es tu problema? — Preguntó con cariño— Que no has permitido nunca que nadie te vea como en verdad estás: Roto. Tú solo no puedes volver a armarte porque son demasiadas piezas. Necesitas ayuda. Yo quiero ser la persona que te ayude a volver a ser una sola pieza.

Alessandro no mentía cuando creía que Ariel era un ángel. Uno que había bajado hasta su infierno para salvarlo, pero que estaba pagando el precio de salir herido— No sé qué se siente estar bien. Quizás alguna vez lo supe, pero ha pasado demasiado tiempo, tanto que cuando intento recordarlo siento que son recuerdos de alguien más.

—Entonces crearemos nuevos recuerdos para ti— le aseguró con una sonrisa—. Aún te amo. No me importa pasar toda una vida pegando todas esas piezas. Voy a hacer que estés bien. Yo también estoy roto, quizás lo que necesitamos es que uno arme y pegue las piezas del otro. ¿Quieres?

Alessandro buscó sus labios evitando tocarlo con las manos que sangraban por los vidrios. Nunca pensó que lo vería en ese estado. Sin embargo Ariel lo había aceptado. A pesar de no merecer siquiera su mirada, Ariel lo había aceptado tal como era: una persona rota.

Se separaron y unieron sus frentes. Tuvo que reprimir una mueca de dolor— Empezaré a curarte por lo físico. Luego iremos poco a poco con el resto. ¿Sí? Pero necesito que confíes en mí. Que seas capaz de mostrarme tu mundo, sino al final solo uno de nosotros estará reconstruido. Confía en mí, Alessandro, confía. Siempre voy a estar contigo no importa los secretos que tengas—Tomó sus manos y sintió la carta en ella. Bajó la mirada y luego vio esos ojos verdes dudar—. Confía…—Las manos le temblaron antes de atreverse a soltar la carta. Ariel sonrió al verse con ellas en sus manos—. Gracias por confiar— susurró con una sonrisa. Sin embargo solo la dobló y se la devolvió—. Prefiero ser tú el que me cuentes de él cuando estés listo. Si no te afectara tanto el tema de Misha no insistía tanto con él.

—Lo sé— Susurré—. Prometo que no pasará esta semana.

—No tienes que contármelo todo esta semana.

—Sí. Si tengo, sino me volveré loco.

Ariel sonrió un poco— De acuerdo. Estaré listo para escucharte cuando estés listo.

Alessandro sonrió a su pesar— Eres un ángel, ricura.

—Soy tu ángel. No lo olvides— le besó—. ¿Bajamos? Dante nos está esperando y sé que está preocupado por ti.

Sin embargo cuando bajaron no estaba solo Dante. Lyosha y Lamire estaban allí— Por un segundo creí que iba a tener que subir para traerte— respondió Dante aliviado.

Lyosha se apresuró a caminar hasta ellos. Lo sentó en el capo del Jaguar— Esto te va a doler— exclamó como si nada mientras examinaba el hombro—. Tuviste suerte que solo fuera un hombro dislocado.

—Lo sé, tenía que haber perdido el brazo, pero ya ves soy demasiado sexy como para estar incompleto. Hazlo rápido— Ni siquiera terminó de pronunciar la bien la “O” cuando Lyosha en un movimiento logró ponerlo en su lugar. Ariel se estremeció al escuchar el hueso crujir—. Joder…— fue lo único que masculló Alessandro.

—Dijiste que fuera rápido.

—Aún no estaba listo.

—Pues dislócatelo de nuevo y lo hago cuando lo estés — Lamire le pasó el botiquín el cual Lyosha abrió y sacó unas pinzas pidió las manos de Alessandro. Empezó a quitarle los vidrios incrustados—. ¿Te duele?

—No…

—Lástima. Desearía que si te doliera como castigo por preocuparnos— Los ojos miel de Lyosha le miraron inquisitivos. Cuando vio a Lamire alejarse para hablar con Ariel y Dante susurró—. No puedes seguir así. No conozco ni la mitad de tu historia, pero lo poco que descubrí me hace pensar que necesitas ayuda y no te atrevas a amenazarme con tu colt para decirme que me retracte porque no voy a hacerlo.

—No tengo la Colt en estos momentos.

—Bien. Entonces puedo decirte que necesitas hablar con alguien de todo. Mejor dicho tienes que hablar con Ariel. Luces terrible y no es solo porque estás sangrando, tenías un hombro dislocado, rasguños, moretones y de paso vidrios incrustados. No estás durmiendo ¿verdad?

Alessandro pensó que Lyosha podía ser más insoportable que Ariel cuando se trataba de velar por su salud—Pesadillas.

—Te daré unas pastillas para que duermas sin tener que soñar, pero solo por unos días. No quiero que te hagas adictos a ellas.

—Pareces una madre histérica.

Lyosha sonrió a su pesar— Alguien tiene que cuidar de los polluelos que se creen halcones.

—Que Lupo no te escuche decir eso sino te arriesgas a que te desplume vivo.

—Lo sé, pero ya que yo te guardo un secreto supongo que tú puedes guardarme ese y el de mi pasado.

—No diré nada.

—Lamire descubrió una carta de mi padre.

Alessandro le miró con seriedad— ¿Murió?

—No, no tengo tanta suerte. Ya sabes, se está muriendo desde hace meses. Desearía que lo hiciera de una vez, así tendría que ahorrarme los lamentos de la enfermera que lo cuida.

— ¿No planeas irlo a ver?

— ¿Irías tú?

—Si hablamos de tu padre, no.

Lyosha sonrió mientras aplicaba agua oxigenada en las heridas. Por eso le agradaba Morello. Aunque no se lo dijera en voz alta sabía que debió haber pasado por algo parecido, puesto que no lo juzgaba como el resto de personas cuando hablaba de esa manera de su progenitor— Bien. Entonces no me pidas que vaya a verlo. Extraño Barcelona, pero solo iré una vez que el tipo esté a tres metros bajo el suelo— Pasó a revisar la herida de la cabeza—. Sigo insistiendo que alguien te protege. Vi el accidente y por lo menos deberías estar en coma.

—Creo que fue Misha— susurró. Lyosha desvió la mirada de la herida solo unos segundos—. Sé que esos autos debieron haberme matado. Me di cuenta de todo un segundo tarde, tú sabes bien que en esas cosas un segundo tarde significa la muerte, pero tuve tiempo suficiente de maniobrar incluso de arrojarme a un costado. Y sé que eso es imposible, a la velocidad que ambos carros venían solo hubiera tenido tiempo de ver quién iba a matarme.

Lyosha sonrió— Por cómo te protegía no me sorprendería que aun siguiera haciéndolo desde donde sea que esté—Terminó de curarle y le puso dos cierres mariposas en la herida.

— ¿Suena ilógico? ¿Será que me estoy volviendo loco?

—Siempre has estado loco, cariño, pero no suena ilógico, al menos no para mí. A veces cuando voy a hacer alguna locura escucho a mis hermanos diciéndome que no lo haga. A veces sueño con mi madre con su voz chillona gritando: ¡Nicolás! Tú lo que quieres es que me muera de nuevo. Deja de hacer tantas pendejadas y usa preservativo cada vez que vayas a hacer esas tonterías por el amor a mis huesos—Lyosha sonrió al notar como Alessandro sonreía—. Te ves mejor con una sonrisa, cariño.

—Me pagan por asesinar. No por sonreír.

—Siempre puedes aprender a mí.

Alessandro negó con la cabeza— Tú eres caso especial, eres el halcón loco.

—Halcón loco sexy español, para ti.

Guardó todas las cosas en el botiquín— ¿Quieres que vaya a buscar la Ducati mañana la deshuesadora?

—Sí. Llévala a la guardia. Allí puedo trabajar en paz.

—Dante se quedó con la caja de pandora— dijo mientras buscaba en los demás compartimientos del botiquín—. Si quieres puedo llevarla a la guarida también. Es mejor tenerla allí por si las dudas— Sacó un grupo de pastillas—. Las rojas para el dolor y las azules son para que duermas. Descansa.

Lyosha se despidió de Morello, Ariel y Dante. Con Lamire subieron a la Hummer dispuestos a cuidar el fuerte. Al poco tiempo Dante, Ariel y Alessandro iban en el Jaguar. Los dos últimos algo apretujados en el asiento del copiloto.

Llegaron al apartamento cerca del centro de la ciudad. Ariel agradeció a Dante por todo y subió por las escaleras. Alessandro quedó a solas con Dante— Necesitas…

—No me digas tú también que necesito ayuda porque ya lo escuché toda la noche.

—Solo me preocupo por ti.

—Lo sé. Yo me encargo.

— ¿Seguro?

—Sí. Le contaré a Ariel todo de a poco.

Dante sonrió— Hablar te ayudará. No temas abrirte con él. ¿Qué hago con la caja?

—Dásela a Lyosha…

— ¿Lyosha lo sabe?

—Lo descubrió por sus propios medios. Es demasiado astuto.

—Para unas cosas…

— ¿Lo dices por Lamire? — Preguntó Alessandro con perspicacia.

Dante le miró sorprendido— ¿Lo sabes?

—Claro que lo sé. Sería mal líder sino me diera cuenta de lo que les pasa a mis compañeros. Sin embargo los sentimientos de Lamire no tienen cabida en estas situaciones.

Dante le miró con cierta incomodidad—Pero…

—Exacto— Lo cortó sabiendo a donde terminaría todo—. En lo que a mí respecta, entre menos sepa Lyosha, mejor para el bienestar del grupo.

— ¿Qué  harás si pasa algo entre ellos?

—Nada. Soy el líder. No su niñera. Creo que solo me quedaría rezar porque las cosas no terminen mal entre ellos. Y cuando me refiero a que terminen mal, es a que uno de los dos esté bajo tierra.

—Creí que eras ateo.

—Lo soy,  pero a veces supongo que quiero creer que hay algo o alguien que a veces se le ocurre no hacer la vida de las personas un infierno— Salió del vehículo—. Te llamo luego.

—Hazlo. Mañana te mando los regalos que sí puedes tener a tu alcance ¿eh?

—De acuerdo. Cuídate.

No se atrevió a mirar a atrás porque sabía que Dante lo estaría observando con su semblante preocupado. Así que solo se dedicó a entrar al condominio donde Ariel lo esperaba.

***

Ethan despertó hasta bien entrada la mañana. Una de las enfermeras estaba allí. Todas eran muy amables con él. Le informó que por el momento no había tenido más visitas que Dante quien estaba abajo comprando un café y por eso se había quedado haciéndole compañía. A los pocos minutos subía. Ya luciendo más reanimado.

Hasta ese momento no había notado que había una caja en el sofá— ¿Y eso?

—Lyosha vendrá por él. Le dije que estaría aquí y dijo que aprovecharía a venir a saludarte— Dante se sentó a la orilla de la cama y acarició la mejilla de Ethan—. Ayer estabas dormido cuando regresé. Espero que no hayas tenido que darte una mano— sonrió con malicia.

Ethan si bien olvidaba muchas cosas, pero no lo que sentía—Ahora prefiero las tuyas así que preferí esperar— le aseguró. Aunque se sentía algo avergonzado por estarle diciendo esas cosas a Dante. Sin embargo sentía que ya tenían la suficiente confianza para hacer bromas de esa índole. Aún no salía de su asombro que no se hubiera arrepentido de haber hecho esas cosas con Dante. Incluso una parte de su cuerpo quería más.

Dante se acostó al lado de Ethan y decidieron  ver True Blood. Aunque él estaba más ocupado viendo a Ethan. Le encantaba ver sus reacciones, era demasiado expresivo y esos preciosos ojos azules siempre terminaban por delatar lo que estaba pensando, aunque a veces pensaba que Ethan solo comunicaba lo que quería que supieran los demás, en esos momentos viendo una de esas escenas elevaditas de tono sabía que exactamente lo que quería.

Su mano empezó a acariciar su brazo. Cuando aquellos zafiros se enfocaron en él sus labios se unieron con urgencia. Al parecer su lindura estaba teniendo la revolución de hormonas que nunca se había dado el lujo de permitirse. Él se sentía afortunado ser quien se encargara de aliviar sus urgencias. Sin dejar de besarle logró ponerle pausa al televisor. Ethan le sorprendía más con sus arranques de pasión. Aunque sabía que se lo había buscado por estar bromeando de aquella manera.

Ambos estaban de lado besándose. Sus manos no pasaban de acariciar los brazos y la espalda de Ethan, puesto que ayer se había dejado ganar por los impulsos, pero una parte de él se había reprochado puesto que Ethan aún no sanaba del todo. Aunque el otro parecía ansioso por ir subiendo cada vez más de nivel porque esas manos bajaron más de lo que debían. Dante supo que nunca se cansaría de experimentar esos cambios tan drásticos de su lindura.

— ¿Puedo tocarte? — Susurró Ethan rompiendo el beso solo unos segundos mirándole ansioso.

—Ya lo estás haciendo— le recordó.

Ethan  nunca había sentido la necesidad de explorar un cuerpo que no fuera el suyo, pero el de Dante lo invitaba a hacerlo. Aún sobre la tela del pantalón del otro su mano se paseaba por aquella zona baja, se sentía torpe tocando a alguien que de seguro había sido tocado antes por manos más hábiles, pero intentaba compensar su inexperiencia con sus ganas de hacerlo sentir bien.

Dante jadeaba entre besos. Él mismo se estaba excitando de escucharlo. En esos momentos se maldijo por no haberse puesto a pensar que ayer Dante, también quedó bastante excitado y no había hecho nada para aliviarlo. Jadeó al sentir la lengua del otro acariciar la suya. Ethan se apegó más a Dante buscando más contacto entre ellos—Ethan, te amo—le susurró de una manera que le hizo erizar la piel. Aún vacilante intentó abrir la bragueta del pantalón cuando escuchó un carraspeo.

—No es que la situación no me esté excitando, pero creía que al menos iban a esperar que le dieran de alta a Ethan—Ambos se separaron. Haciendo que Dante casi se cayera de la cama. Frente a ellos estaban Lyosha y Lamire—. No quisimos ser voyeurs, pero no deberían dejar la puerta sin llave si van a hacer esas cosas.

Dante miró incómodo a Lyosha, quien evitó mirarle a toda costa, por lo que se dirigió solo a Ethan mientras Dante se levantaba—Hola bonito. No te pregunto cómo has estado porque veo que estás mucho mejor. Lamento no venir lo suficiente a verte, pero ya sabes como Morello nos explota.

—Comprendo. Gracias por cierto por los DVD’s que ambos me mandaron.

Lyosha sonrió— De haber sabido te enviaba una peli porno, pero Lupo me mataba.

—Sí, creo que lo hubiera hecho. En realidad revisó todo lo que me habías enviado— respondió Ethan sintiéndose un poco incómodo porque habían sido pillados in fraganti.

—Si necesitas una avísame y veo como logro pasar el control de Lupo—le dijo guiñándole un ojo—. Bueno, creo que venimos en mal momento y con Lamire tenemos muchas cosas que hacer— Lamire asintió para reforzar la teoría de Lyosha, pero la verdad tenían el resto de la mañana libre—. En realidad veníamos por la cajita de pandora— El español se apresuró a tomar la caja e indicarle a Lamire que debían salir.

—Lyosha…— lo llamó Ethan sin saber que decir. Vio los ojos del español, pero no comprendió si estaba molesto, dolido o sorprendido—. Lo siento…

Solo sonrió— Más te vale. No es bueno que hagas esas cosas aún. Solo aguanta unas cuantas semanas más. Vengo a verte mañana ¿sí? Me hace falta entrenar contigo.

—A mí también.

—Nos pondremos al día cuando estés mejor. Por ahora solo procura descansar. Si quieres más series me avisas ¿eh?

—Gracias…

— ¡Cuídense mis cachondos!

Cuando entraron al ascensor. Lamire miró preocupado al español, pero tenía la mirada inexpresiva. Intentó hacerlo hablar, pero le respondía con monosílabos. Terminaron en el estacionamiento del condominio donde vivía Lyosha—Te veo luego— fue lo único que le dijo antes de salir.

Lamire se quedó mirando como Lyosha subía al condominio, sin embargo algo en su interior le dijo que estaba en el lugar equivocado. Parqueó la Hummer y se apresuró a subir las escaleras. La puerta apenas se estaba cerrándose, logró poner la mano justo a tiempo para impedir que se cerrase. Aquellos ojos miel le miraron sorprendidos. Sin embargo pudo ver las lágrimas que caían por las mejillas del español. Lamire respiraba agitado por haber corrido todo el trayecto. Lyosha estaba demasiado confundido como para limpiar siquiera sus lágrimas.

—Perdóname por dejarte solo…

Lyosha no comprendió a qué venía esa disculpa— Solo han pasado tres minutos…

—Pero esos tres minutos eran cuando más me necesitabas—Ignoró las protestas del otro. Cerró las puertas y le abrazó.

—No quiero llorar de nuevo. Él es feliz. Lo ama— dijo intentando sacar valor de donde ya no había—. Solo quiero que deje de doler; de importarme— Lamire solo lo estrechaba con fuerza en sus brazos—. Ya no sé qué hacer, Lamire, lo he intentado todo. Siempre que intento olvidarlo con alguien me encuentro pensando en él. Nadie logra que lo olvide y yo ya no quiero recordarlo…

Lamire cerró sus ojos con fuerza. Esas palabras le lastimaban, pero Lyosha lo necesitaba más. Bajó la mirada y solo se le vinieron a la cabeza las palabras de Di Ferrer: Digo que si en verdad te gusta tienes solo dos opciones: O le dices sin rodeos que te trae loco o te acuestas con él mínimo una docena de veces y rezas porque sienta lo mismo que tú.

La primera opción nunca fue viable para alguien como él, así que solo le quedaba la segunda. Hizo que el español le mirara a los ojos—  ¿Lamire? — En ese momento empezó a rezar.

Cerró sus ojos y acortó toda distancia entre ellos. Su boca besó con devoción los labios del español que le correspondieron luego de unos segundos. Lamire no tenía idea de qué pasaba por la mente del español, pero esperaba que no fuera una comparación de quién besaba mejor, si él o Di Ferrer.

— Lamire ¿qué haces? —preguntó confundido el español rompiendo el beso.

—Te has equivocado eligiendo. No puedes olvidarlo porque ninguno te conoce — Susurró mientras lo aprestaba contra la puerta—. Yo te conozco. Te conozco, Lyosha. No me iré de aquí hasta que dejes de pensar en Di Ferrer aunque sea dos minutos— Lo volvió a besar esta vez con más ansia; deseo y amor. Había sido bastante ingenuo al creer que no lo amaba y que solo había una atracción meramente física. Ahora que lo besaba sabía que era él y que no podía haber alguien más.

Una de sus manos se enredó en aquellos rizos de la manera que siempre soñó. La otra se aferró a la cintura del español con una posesividad que no pudo evitar, aunque una parte de él le recordó que jamás él ha sido suyo y no podía reclamarlo como tal, por lo que tenía que conformarse con ser el segundón.

Cuando sus lenguas se tocaron por primera vez sus piernas le fallaron, pero se sintió mejor cuando el español se aferró a su cuello. Lo recargó sobre la puerta mientras la mano que antes había estado tocando aquellos sedosos rizos se fue hasta la parte de atrás de la rodilla. La hizo alzarse y la puso alrededor de su cintura. Lyosha hizo el resto del trabajo, puesto que al siguiente segundo sentía todo el peso de su cuerpo sobre él. Lamire lo cargó y empezó a caminar siguiendo las torpes indicaciones del español.

Cayeron en la cama la cual estaba sin arreglar, pero poco le importó porque en poco tiempo estaría en peores condiciones. Sus labios se fueron al cuello del  Lyosha, empezó a besarlo primero con cierta cautela, pero al notar que no lo detenía siguió adelante, incluso se permitió el lujo de dejar marcas en él. No sabía cuánto tiempo pasaría antes que otro borrase  las suyas, pero esperaba por lo menos dejar marca en el corazón de Lyosha por un segundo.

—Lyosha…Lyosha— susurraba entre besos mientras sus manos se encargaban de desabotonar la camisa del español—. Piensa en mí. Piensa en mí— le suplicaba mientras sus besos volvían ascender y los repartía con vehemencia sobre el rostro. Las mejillas, la barbilla, la boca—. No pienses en nadie más, solo esta vez.

Sus manos se fueron hasta la  bragueta del pantalón. Creyó que Lyosha lo pararía, pero no lo hizo ni siquiera cuando lo desnudó por completo. Sabía que era español, pero no podía evitar comparar ese cuerpo con las esculturas de los griegos tan finas, bien definidas, perfectas—Lyosha…—susurró antes de besarle. Su mano tocó el pene del otro y a su pesar tuvo que admitir que el del español era más impresionante que el suyo.

Empezó a masturbarle sin dejar de besarle. Los jadeos que le regalaban solo le servían para que su erección doliera más. Reprimió un gruñido cuando sintió como palpaba su sexo— Sigue— pidió. Sin embargo Lyosha no lo hizo. Se separó unos segundos de sus labios—. Está bien. Todo está bien. Si no soy tan bueno piensa que soy él. No tiene importancia— susurró. El otro no hablaba, sin embargo aquellos ojos se tornaron frágiles una vez más— No llores. No llores por nadie. Olvídate del mundo. Solo siente — le susurró al oído mientras su boca empezó a deslizarse por el cuerpo que adoraba. Se sentía en la gloria de poder contemplarlo sin ningún impedimento. Lamió sus pezones, jugueteó con ellos escuchando esos gemidos que solo hacían parecer la escena más irreal. Cuando su boca envolvió el sexo supo que estaba a punto de explotar.

Su boca recorría toda la extensión con deseo, lo deseaba, quien no deseara a Lyosha debía estar completamente loco. Le encantaba, sus manos intentaban memorizar cada rincón de su piel, para que no creyera que aquello era un sueño. Lo escuchó gemir con fuerza cuando finalmente alcanzó el orgasmo. Uno que le tomó por sorpresa, pero logró beber todo lo que Lyosha le regaló. Una parte de él se sintió aliviado cuando no pronunció ningún nombre. No hubiera soportado escuchar el nombre de Di Ferrer.

Se acostó a su lado viéndolo recuperarse del orgasmo. No comprendía cómo la gente solo podía desearlo para una vez. Era hermoso. Quitó uno de los rizos que caían sobre sus ojos. Una parte de él tenía miedo que una vez repuesto lo retara por lo que había hecho, pero cuando se posicionó encima de él con ese brillo de quien iba a ejecutar una travesura supo que no estaba en problemas. No demasiados. Lyosha prácticamente le arrancó la ropa y lamió sin descaro su sexo.  Lamire hundió sus dedos en la sábana revuelta, sin embargo el placer duró poco, porque lo vio inclinarse sobre la gaveta donde había al menos media docena de condones de sabores. Tomó el bote lubricante. El coreano tragó hondo. Sin embargo se quedó confundido cuando Lyosha se lo puso en las manos.

—Creí que tú no dejabas que cualquiera…

Lyosha se sonrojó un poco, pero recuperó la compostura. Se limitó a acostarse en la cama y abrir las piernas para Lamire, dejándose expuesto y vulnerable—Está bien. Puedes hacerlo tú—Lamire untó en abundancia sus dedos con el lubricante antes de atreverse a palpar la entrada del español quien jadeó al sentir el primer dedo. El segundo, y el tercero. Lamire no quería dañarlo así que probablemente tardó más de lo que cualquier otro. Cuando iba a ponerse el condón las manos de Lyosha lo frenaron. Una parte de él pensó que finalmente se había arrepentido, pero solo observó cómo le sonreía—. Permíteme— Jadeó al sentir como finalmente se lo ponía y volvía a recostarse.

— ¿Estás seguro que no quieres estar arriba?

—No importa. No es como si fuera menos hombre por estar aquí abajo— Le recordó con una sonrisa—. Solo hazlo.

Lamire asintió y empezó a penetrarle con lentitud. Lyosha era cálido. Le costaba un poco de trabajo moverse dentro de él, pero sentía el placer inundarle. Jadeaba, quería gemir con fuerza, gritar que se estaba volviendo loco por estarlo poseyendo. Su boca buscó la de Lyosha quien lo recibió sin objeción. Usaba una mano para hacer más fácil la penetración y la otra para evitar aplastar al otro. Ambos rompieron el beso para gruñir excitados una vez que lo poseyó por completo.

Lyosha respiraba agitado, quizás algo incómodo por la intromisión, pero en sus ojos veía el deseo porque empezara a moverse. Lamire  pensó que solo había sido creado para complacerle así que no puso objeción. Empezó a moverse primero lento, pausado, pero luego ese ritmo se hizo demasiado torturante. Empezó a penetrarle con más fuerza, con rapidez. Al poco tiempo sus manos se deslizaban con facilidad por el cuerpo del español, el cual estaba cubierto por una capa de sudor, al igual que él. Hacía demasiado calor, sentía que se ahogaba en el placer. Pasó sus manos bajo la espalda del otro e hizo que ambos terminaran sentados. Lamire le tomó de la cintura para que las penetraciones no fuera interrumpidas.

Sonreía encantado de ver a Lyosha de esa manera. Apenas quedaba unos centímetros arriba de él. Sin dejar de penetrarle empezó a besar su barbilla, invitándole a bajar la mirada cosa que hizo luego de unos segundos. Lyosha buscó la boca del coreano y se fundieron en un beso húmedo, demandante. Lamire posó sus manos en el perfecto culo del español y no pudo resistir apretarlo con fuerza, cosa que volvió loco a Lyosha—Tócame más—suplicó.

Lamire sonrió y volvió a repetir la acción mientras su otra mano empezó a masturbarle. El ritmo que llevaban no podía durar mucho— ¿En qué piensas? — susurró con dificultad.

Lyosha le miró con una sonrisa—En ti. Y solo en ti— le aseguró entre jadeos.

—Gracias…—susurró. Gimió con fuerza al sentir como Lyosha se corría nuevamente y su  cuerpo apretaba con fuerza su erección. Sin embargo no logró correrse aún. Tuvo que dar unas cuantas embestidas más hasta que finalmente su cuerpo logró alcanzar el clímax. Dejándolo satisfecho, exhausto.

Lamire salió del interior de Lyosha con cuidado. Se levantó a tirar el preservativo. Sin embargo cuando volvió no supo si era correcto volver a acostarse en la cama. Sin embargo Lyosha disipó todas sus dudas— Puedes dormir la siesta junto a mí. Te lo has ganado.

Lamire se acostó a su lado. Entrelazó sus manos sobre su pecho y se quedó mirando el techo largo rato— Lyosha ¿estás despierto?

—Sí…

Ladeó el rostro para verle. Se veía exquisito con sus rizos desordenados y una cara llena de serenidad — ¿He estado tu altura?

— ¿Te preocupa no haberlo estado?

—No. Solo que no sé qué decir en estos momentos.

Sonrió de lado— Duerme.

— ¿Si te abrazo mientras duermes serás menos hombre?

Se encogió de hombros y se deslizó hasta Lamire donde apoyó su cabeza en el pecho del otro— Da igual. Al que lo dude le patearé el culo.

—Sé que lo harías— dijo mientras lo estrechaba en sus manos. Sus manos empezaron a acariciar la espalda del español, sin embargo no podía conciliar el sueño. ¿Era buen momento para decirle lo que sentía por él? —. ¿Lyosha? — Sin embargo no respondió. Lamire sonrió y cerró sus ojos. Luego se lo diría. 

Notas finales:

:D Bueno creo que me he quedado sin palabras, es el sueño, así que ya saben cualquier comentario siempre es bienvenido! :) y actualizo el lunes!! :D Nos leemos~ 


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