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El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

:B Hola a todos! Espero que hayan pasado unas buenas vacaciones y no terminaran enfermos como yo D: Gracias por sus reviews *O* Prometo ponerme al día con los de el cap anterior cuando se me pase la gripe D: También gracias a los que me hacen los hermosos fan arts :D!! 

Así sin más un cap más de EDC :P

Este va para mis followers del twitter que tienen un personaje de la historia desde Alessandro hasta Carlo Magno! :D amo leer sus locuras, así que espero que disfruten este cap :B!

Ariel terminó de anudarse la corbata frente al espejo. Se miró de arriba abajo. No lucía tan mal. Esa noche había un evento especial en el restaurante de Dante. Así que iba a cantar toda la noche, era paga extra, puesto que era su día de descanso. Necesitaba el dinero. Según el doctor Rosell su madre no tardaría en dar a luz. Y aunque no le permitiera estar a su lado en ese momento, él iba a cumplir con sus obligaciones.

Sentía un gran peso sobre sus hombros, pero seguía adelante. Habían pasados dos días desde el incidente con Alessandro y cada vez lo veía peor. Se despertaba en medio de la noche sudando, a veces lo escuchaba balbucear en sueños. Le preocupaba, pero cada vez que le pedía hablar, éste le prometía que no iba a pasar de esa semana. Y dudaba que tuvieran mucho tiempo para hablar el fin de semana puesto que el sábado tenía que ir hasta Silver Beach para acompañar a Mapelli a no sabía qué evento, pero no le producía ninguna felicidad pasar horas con su carcelero.

Se quitó parte de sus cabellos de los ojos. Lo tenía ya demasiado largo para seguir teniendo ese peinado. Se miró a los ojos y notó como había ganado unos centímetros más. A su pesar sonrió. Se parecía cada vez más a su tío Marcus. Pensó que su padre le hubiera dicho algo semejante. Sin embargo apartó sus pensamientos de Aarón que seguía sin despertar. Los médicos cada vez perdían las esperanzas que despertara.

El doctor Rosell incluso le había sugerido que era mejor llevarlo a casa así se ahorraba una gran cuenta en el hospital, pero no lo hacía puesto que sabía que su madre solo se pondría peor si tenía el cuerpo inerte de su padre en la misma cama que dormían. Pasó su mirada, a través del espejo, por la habitación y su vista inevitablemente se posó sobre la persona que yacía dormida en el sofá.

Esperaba que no estuviera teniendo otra pesadilla porque le costaba mucho tranquilizarlo. Cada vez se le hacía más difícil hacerle comprender que ese era el mundo real. Él por su parte había empezado sus sesiones con Samuel Shiheflit aunque le era difícil no poderse abrir por completo con él. Se limitaba a hablar de su familia y a su pesar había empezado a hablar de su relación con Alessandro, de lo mucho que se había deteriorado semanas atrás y como ahora intentaba hacer que las cosas salieran a flote entre ellos, pero que no era fácil con los fantasma del pasado de Alessandro. No mencionó lo complicada que era la situación de su novio, pero al parecer Shiheflit se podía hacer una idea puesto que se limitaba a decir “comprendo” y algo en su interior le decía que sí lo comprendía aunque sea un poco  con solo mirarle a los ojos.

Se acercó para despertarle, pero por primera vez en días lo veía tan sereno mientras dormía. Así que decidió no molestarlo. Aún tenía tiempo. Sin embargo se preguntó qué estaría soñando Alessandro.

***

Estaba oscuro. Allí en el enorme jardín de esa casa apenas se lograba visualizar la luz del comedor que siempre sus padres dejaban encendida por si se levantaba a tomar agua— ¡Silenzio! ¡Non seguite! ¡Stop!— Gritaba dando pequeños saltitos— ¡Cállense! No sean tontas. ¡Se van a morir!

— ¿Alessandro? —Se giró y se encontró con su padre que estaba en medio de la terraza. Se estaba restregando los ojos. Claramente había estado durmiendo— Figlio, ¿Qué haces? Es más de medianoche.

— ¡Papino! — Corrió hasta él y lo tomó de la mano y le indicó que lo siguiera hasta en medio del jardín—. ¡Ayúdame! Las cigarras son tontas y no se callan. Hay que hacer que dejen de cantar.

El hombre se inclinó hasta ponerse a la altura de su hijo— Ellas no pueden  dejar de cantar, Alessandro.

—No, si pueden, se van a morir. ¿No oyes? Un niño de mi clase le preguntó por qué cantaban y de repente parecían que se quedaban sin voz. La maestra nos dijo que cuando eso pasaba era que se morían— Le explicaba mientras movía mucho las manos. Y abría los ojos hasta hacerlos ver muy redondos a causa de la sorpresa—. Hay que hacer que se callen.

Lo vio sonreír antes de poner una mano sobre sus cabellos y despeinarlo. No comprendía por qué sonreía cuando había que salvar a las cigarras— Es parte de su naturaleza. Se podría decir que fueron creadas para que cantaran.

Alessandro le miró confundido— No entiendo. ¿Por qué las hicieron si se van a morir?

—Todos tenemos una razón para vivir y otra para morir. Morir no tiene nada de malo.

— Pero yo no quiero que se mueran…

Su padre lo estrechó entre sus brazos —Nadie nunca quiere morir, pero no debes temer a eso. Las cigarras lo saben, por eso cantan con fuerza— se separó un segundo se su hijo—. Demasiada fuerza. Me han dejado sordo— Alessandro sonrió—. No temas. Las cigarras luego irán al gran cielo de las cigarras donde cantarán sin temor a morirse.

— ¿Y no les duele morirse?

—No, porque lo hacen mientras cantan, que es lo que más les gusta hacer en el mundo. ¿Comprendes?

Alessandro asintió y volvió a mirar el enorme jardín donde se escuchaba el canto de las cigarras con fuerza— ¿Tú no tienes que morir verdad, papino?

El hombre sonrió un poco— Todos vamos a morir, pero no te preocupes aún falta mucho tiempo para que eso pase.

Alessandro sintió sus ojos llenarse de lágrimas— ¿Lo prometes?

—Lo prometo. Tu mami y yo estaremos aquí para ti siempre.

—No quiero quedarme solito de nuevo.

—No, no lo estarás. Porque aunque  no nos puedas ver siempre vamos a estar aquí—dijo mientras señalaba donde estaba el pequeño corazón de Alessandro—. Ahora a la cama, es muy tarde para que estés despierto. Mañana tienes que ir al kínder.

— ¿Me cargas en tu espalda papino? — Sonrió mientras veía a su padre darle la espalda y prácticamente se le colgó al cuello del hombre quien sin mayores dificultades lo cargó devuelta a la casa—. Ti voglio bene, papino. No quise despertarte.

—Ti voglio bene, Alessandro.

Alessandro abrió los ojos con dificultad. Le costó acoplarse a la luz de la sala. Ariel estaba apoyado en uno de los reposa brazos del sillón, concretamente en el que él estaba apoyando la cabeza. Se inclinó un poco hasta que alcanzó sus labios. Alessandro sonrió agradecido por ese beso y por tener al fin un sueño reconfortante.

—Luces feliz…

Alessandro asintió aún adormitado mientras acariciaba una de las mejillas de Ariel— Tuve un buen sueño para variar.

— ¿Estaba yo en él?

—Ya ocupas todos mis pensamientos y así quieres ocupar mis sueños. ¿No eres muy acaparador?

El pelirrojo se dejó caer en el sillón al lado de Alessandro—Tú acaparas mis pensamientos y mis sueños. Es justo que estemos a mano— le recordó—. Sino soñabas conmigo ¿puedo saber con quién soñabas?

Alessandro sonrió con cierta nostalgia— Con mi padre— Vio la cara de desconcierto de Ariel y solo rió antes de besarle—. Te ves muy guapo. Me dan ganas de meterte mano. ¿No podemos jugar un rato?

—Hoy no. Llegaré tarde.

Alessandro bufó fingiendo molestia. Así que se puso de pie y tomó una de las nuevas chaquetas que Tessa y Armand le habían obsequiado y se la puso— Andando. Hay trabajo que hacer—Él tenía mucho que hacer esa noche.

***

La música de Tabú empezaba a sonar con fuerza. Los primeros clientes de la noche, los que no perdonaban ningún día para salir de fiesta, empezaron a entrar. Los meseros por su lado empezaron a salir, sin embargo siempre se quedaba más de alguno intentando no hacer sus horas. Luego de diez minutos decidió entrar a ver si la habitación donde reposaban los meseros estaba vacía.

A simple vista no había nadie. Sin embargo se sabía las mañas de esos meseros holgazanes. Movió sus pies simulando que eran pasos y luego cerró la puerta. Aguardó.

Escuchó unas risitas—Ya se ha ido— escuchó una voz ronca—. Joder, cuidado con los dientes— Lamire apretó sus labios con fuerza hasta formar una finísima línea donde se suponía que debían de estar sus labios. Caminó decidido hasta uno de los probadores, la ventaja de ese lugar que solo eran cortinas las que impedían ver a quien se cambiaba. La corrió con brusquedad, pero deseó no haberlo hecho. Solo logró ver como Lyosha terminaba de correrse en la boca de ese chico: William.

Sin embargo ninguno de los dos parecía avergonzado por haber sido descubiertos. No, la vergüenza no existía para Lyosha y mucho menos para ese chico, el cual empezaba a enfermarle— ¿No tendrías que estar trabajando?

Will se relamió los labios se encogió de hombros restándole importancia. Se irguió y ayudó a Lyosha a dejarlo tal como lo había encontrado: Con su sexo bien guardadito en sus pantalones— Creo que las cadenas las dejamos para después— Lamire carraspeó indicándole que tenía que largarse ya. Will solo le miró algo molesto— Ya voy. Joder, siempre soy el último en irse. ¿No cuenta eso solo un poco? — Miró a Lyosha antes de besarle—. Creo que a tu amiguito no le gusta que otros sean amigables contigo. Estamos hablando ricitos sexys.

Una vez salió de allí encaró a Lyosha— ¿Qué crees que estás haciendo? —Tenía que controlarse, porque sentía que iba a destruir todo lo que tenía a su alrededor. Estaba muriéndose de celos.

Lyosha sonrió como niño travieso— Nada. Solo tomando un descansito del trabajo. Morello me llamó y dijo que apenas iba saliendo de dejar a Ariel, así que había tiempo. Y ese chico, Will, solo decidió echarme una mano.

—Decidió echarte la boca— le dijo con furia contenida.

Lyosha alzó una ceja—Oye, no te enfades, si tienes problemas perfectamente puedo decir que ha sido mi culpa que el tipito se haya retrasado.

— ¡No es eso lo que me molesta! — Gritó por primera vez el coreano.

Lyosha no emitió ningún comentario. Solo terminó de arreglarse la camisa y se detuvo en el umbral de la puerta— Entonces no sé qué te pasa o si estás molesto conmigo, pero si vienes con esa actitud enfermiza a arruinar el buen momento de mi día lamento informarte que te jodes, porque no voy a dejar que lo hagas— Lamire lo llamó más de una vez, pero Lyosha no volteó.

Lo único que se le ocurrió a Lamire cuando estuvo solo fue tirar una de las bancas contra la pared escuchándose como se partía a la mitad. Dio más de una patada a los lockers. ¡¿Qué Lyosha era estúpido o qué demonios pasaba con él?! Gritó, destruyó casi todo lo que tenía a su alcance, hasta que se dejó caer en un rincón de la habitación. ¡¿Es que no había sido suficiente obvio con haberle hecho el amor?! Había intentando buscar la oportunidad perfecta para decirle sus sentimientos, pero siempre Lyosha estaba ocupado o en su defecto él. Y ahora lo venía a encontrar con ese chico. Iba a matarlo. Se puso de pie y  fue  cuando notó la figura de una chica— ¡¿Qué pasó aquí?!

Lamire se puso de pie furioso y solo salió casi empujándola a uno de los costados de la pared. Entonces recordó algo importante, la chica, giró furioso— ¡Tú! —Dijo señalándola— ¡¿Qué estás ciega?! — Veía como la chica le miraba entre sorprendida y ofendida— ¡¿Qué no ves que tu novio te pone los cuernos?! ¡Controla a tu maldito novio calenturiento!

Hayley se quedó en silencio  viendo a aquel hombre, que hasta hacía unos minutos hubiera jurado que era de lo más tranquilo, salir como alma que se lo lleva el diablo. Miró la habitación que estaba completamente destruida. Escuchó unos pasos apresurados, para cuando Hayley giró, Will ya estaba en la puerta— ¡¿Qué demonios has hecho Hayley?!

La chica le miró indignada—Mejor dime qué has hecho tú para que ese coreano haya destruido todo y  me haya gritado que te controlara— Tenía la barbilla elevada a manera de retarlo, las manos en su cintura.

Will hizo una cara de fastidio— Ahora todos son expertos en diferenciar chinos— Chasqueó la lengua—. Ignóralo. El tipo está loco.

— ¿A quién te estás ligando, William? No sé quiénes son esos tipos, pero no soy tonta, se ven peligrosos y si te estás metiendo con su chica…

—El chino ese es gay. No me estoy ligando a ninguna chica— dijo Will mientras miraba todo el lugar destrozado. Metió sus manos en su pantalón y se apoyó contra uno de los costados del marco de la puerta—. Está molesto porque con el español nos enrollamos.

Hayley sintió un nudo en su garganta— ¿Te estás acostando con su novio?

— No, aún no lo he hecho con él. Solo le di una buena mamada— Vio a Hayley fruncir el ceño molesta—. Oye, lo nuestro no es exclusivo, ya probamos eso y no funcionó. Además no es su novio. El tipo es demasiado cobarde como para decirle que está  enamorado de él. Así que no se lo estoy bajando.

—Bien. Haz lo que quieras. Cuando termines solo y muerto en una cuneta por estarte juntando con esos tipos no cuentes con que yo te vaya a enterrar.

Will bufó molesto— No contaba con que lo hicieras. Y no terminaré así. Es más fácil que tú lo hagas por andarte acostando con cualquiera por dinero—La chica palideció notablemente—. ¿Creías que era estúpido y no lo iba a notar?

—Sabes bien que yo no tengo a unos padres que me apoyen, William, creí que entenderías y…

Suspiró—Lo entiendo. Además ya te dije. No somos nada. Solo nos la pasamos bien. Así de simple. Tenemos buena química en la cama, pero pésima en el día a día. Dejemos nuestra relación solo en la cama, el sofá o donde se te ocurra hacerlo.

—Bien. Así será.

Se dejó caer sobre una de las bancas al verse sola una vez más. Una parte de ella había querido creer que Will bromeaba con lo de ser bisexual, pero al parecer ella había sido la ciega en no verlo.

— ¡¿Qué demonios pasó aquí?!

La chica alzó la mirada y tragó hondo al ver al encargado del lugar. El hombre la miró molesto—. Esto saldrá de tu paga Hayley— La chica empezó a balbucear que ella no había sido, pero fue gastar saliva en vano—. Date prisa que tu cliente te está esperando—La chica solo atinó a darle un fuerte golpe a la banca. Se miró unos segundos en el espejo antes de tomar su cartera dispuesta a irse con un nuevo cliente que prometía mucho.

***

Alessandro entró a su pequeño escondite. Anoche la operación había sido bastante agitada. Aunque no comprendía porqué de repente Lamire y Lyosha parecían tensos entre ellos cuando tenían que trabajar juntos. Al final había decidido separarlos por su bien. Él había ido con Lyosha quien no comentó nada, pero desde hacía unos días notaba a ese par extraños. Lamire por su lado hizo pareja con Lupo, no es porque fueran exactamente complementarios, los ponía juntos solo porque sabía que Lupo no soportaba el palabrerío de Lyosha y el coreano era la mejor opción para alguien tan silencioso como Lupo.

Miró hacia el porche donde estaba la que en su momento fue su hermosa Ducati ahora destrozada. Se quitó la camisa y los guantes que Ariel le había regalado. Fue hasta la pequeña bodega y buscó su caja de herramientas. Empezó a trabajar en su motocicleta. Por suerte las partes vitales no habían sido dañadas. Iba a reconstruirla desde cero. Aquello era lo único que lo relajaba cuando Ariel se encontraba en la escuela.

Procedió a desmantelar el compartimiento secreto donde aún estaban sus armas intactas. Fue una fortuna que los tipos que se la llevaron no lo hubieran descubierto. Luego de unos minutos estaba cubierto de grasa y sudor. Probablemente tardaría unos meses en reconstruirla, pero era un reto, así como seguir vivo y lograr convivir con sus fantasmas.

Escuchó unos pasos en el bosque y entre ellos apareció Lupo con su eterna cara de aburrimiento e indiferencia a la vida. Alessandro siguió trabajando unos minutos más en ella hasta que el halcón estuvo a su lado— ¿Por qué repararla si puedes comprar otra?

—Tengo planes para esta.

Lupo se sentó en el pórtico y lo observó trabajar unos minutos más— Necesitas una máquina para soldar. Puedo conseguirte una.

Alessandro no emitió ningún comentario porque sabía que no era necesario hacerlo con Lupo. Quitó el sudor de su frente. Se olvidó que tenía compañía por largo rato hasta que supo que tenía que irse a cambiar para ir por Ariel. Cuando se giró, Lupo le tendió una botella con agua.

Creía que aún tenía tiempo así que se sentó al lado del halcón— ¿Y eso que estás aquí?

—Es tranquilo. Además prefiero evitar venir aquí por la mañana que en la tarde o en la noche en caso que se te ocurra venir a hacer tus cosas con el niño que andas criando.

—Ariel no es un niño.

—Sí y yo no estoy viejo.

Alessandro sonrió de lado antes de dar un largo sorbo a la botella con agua. La verdad Lupo era bastante traga años. Quizás tragaba demasiados porque lucía de unos treinta. A veces pensaba que era ilegal verse tan joven. Aunque Lupo no había sido el único traga años que había conocido.

Luego de un rato ambos entraron a la casa y fue cuando Alessandro reparó en la caja que estaba en lo alto de unos de estantes. Suspiró. Lupo dirigió la mirada a la caja y como Alessandro la tomaba— ¿Es ésta? — Aunque no había estado allí al final se había enterado de todo por boca de Morello.

—Sí…

Alessandro se inclinó para alcanzarla. La abrió sobre la mesa y sintió una vez más su nudo en la garganta. Inconscientemente llevó su mano hasta su cuello dónde yacía el anillo reposando en la cadena. No había podido desprenderse de él por más que luchara por dejarlo olvidado. Vio todas las cosas que habían en la caja y recordó la carta que también estaba en el bolsillo del pantalón. La sacó y la depositó con todas las cosas. Los recuerdos.

—Allí no está ni la mitad de los objetos que Misha guardaba de ustedes— Comentó Lupo. Alessandro le miró con sorpresa—. Él guardaba todo lo referente a ustedes.

—Lo sé. Bueno, en realidad no lo sabía, pero una parte de mí quería creer que esos recuerdos no quedaban en el aire.

—Y ahora están en tus manos— comentó. Él recordaba como Misha se pasaba horas hablándole de cosas que a él no le importaban en absoluto, en cómo deseaba no ser olvidado y sobre todo no quería que las cosas que habían sido importantes para él se perdieran después de su muerte—. ¿Qué vas a hacer con ellas?

Alessandro dudó unos segundos— Guardarlas. Hay demasiadas cosas aquí. Muchas las había olvidado— Empezó a remover las cosas, veía cintas de video, fotografías, cartas, dibujos. No había sido consciente en cómo en esa caja estaba resumida casi toda su vida. Muchos recuerdos empezaron a aflorar mientras veía aquellas cosas que habían simbolizado algo una vez. Sonrió a su pesar cuando encontró un envoltorio de chocolate, en verdad Misha guardaba todo y lo que más le llamaba la atención era cómo debió haber gastado mucha parte de sus horas rotulando cada cosa y poniéndole una breve explicación seguida de la fecha—. Quizás es hora que empiece a recordar en lugar de querer olvidar. Lo último no me ha funcionado bien.

—Solo mantén todo esto lejos del enclenque pelirrojo. Es por tu bien.

—Lo sé—Miró los ojos grises de Lupo que le observaban con cuidado—. Estoy bien.

—No te lo he preguntando.

—Solo me apetecía decírtelo, en caso que te interesara.

—No me interesa. No cuando estás más concentrado en querer arreglar las cosas con ese niñato aún a sabiendas que tenemos más problemas esperándonos. El principal viene en un barco que a cada hora se acerca.

Alessandro frunció el ceño— Tú también estás concentrado en tus cosas, Lupo, pasas demasiado tiempo con ése.

—Tengo mis razones, Morello.

—Todos tenemos razones para hacerlo que hacemos, Lupo, y que ése sea tu sobrino no ayuda a que me ayudes a que no nos metan tras las rejas.

Alessandro le miró de reojo. Atentó. Lupo tensó su mandíbula. Él sonrió— Voy a descuartizar a tu maldito pelirrojo, Morello. Te lo juro.

—No dejaré que le hagas nada. No ha sido su intención decírmelo.

Lupo apretó sus puños con fuerza— Tú no lo entiendes, si Mapelli…

—Él no se enterará de nada.

Lupo le miró incrédulo— Tú no lo conoces. No tienes ni idea de lo que es capaz de hacer cuando se propone a destruir a alguien.

Alessandro adoptó una expresión sombría— Créeme que lo sé. Lo que no entiendo es cómo has podido vivir todo este tiempo bajo la sombra de él.

—Eso no te interesa. Es mi pasado.

Lupo le miraba molesto, Alessandro estaba relajado. Volvió a limpiarse la grasa que había en sus manos. Cerró su caja para colocarla dónde la había encontrado— La respuesta de los problemas del presente siempre estará en el pasado— Se quedó mirando su anillo y lo apretó con fuerza—. Es algo que la vida me ha enseñado muy bien. Todo lo que somos es gracias a él.

—Tú estás obsesionado con el pasado.

—Solo porque aún no entiendo muchas cosas de éste. Y creo que es hora que vaya intentando buscar las respuestas correctas.

—Estás loco. No sabes ni siquiera a dónde empezar.

Alessandro caminó hasta la ventana que daba a la parte posterior del bosque. Cerró sus ojos. Vio patrullas, hombres con uniformes a los que no estaba acostumbrado, un gato gordo, un camino solitario, una señora gorda. Abrió sus ojos y se vio reflejado así mismo en el cristal—Sí. Sí lo sé— susurró tocando su anillo—. Es solo que lo había olvidado. Misha se encargó de recordármelo.

—Eso no soluciona nuestro problema del presente— le recordó Lupo.

—He estado trabajando en eso. Por eso necesito partir hoy a Silver Beach.

— ¿Los demás lo saben?

—No. Solo tú.

Lupo le miró con seriedad— Creía que no confiabas en mí.

—Sí lo hago. Nunca quise poner la confianza en duda. Es solo cuando me enteré que tú y Mapelli…

—Mi lealtad siempre estará contigo.

Alessandro sonrió a su pesar— Te equivocas. Tú lealtad siempre estuvo de parte de Misha.

—Él ya no está. Ustedes eran casi una sola persona, por lo que a mí respecta mi lealtad está contigo ahora.

— ¿Qué hay de Ariel? Él y yo somos casi la misma persona ahora.

Lupo frunció el ceño— Pues cuida esa parte de tu persona tú solo, que yo solo me encargaré de la parte que es ajena a él.

***

Cuando Ariel salió de clases y solo vio el Audi en la entrada tragó hondo. ¿Y si Alessandro había mandado a Lupo a recogerlo? ¡¿En qué cabeza cabía cometer semejante tontería?! Caminó con una lentitud casi ridícula. Cuando abrió la puerta del Audi ya iba con la idea de decirle a Lupo que tenía que quedarse a hacer algún trabajo o algo por el estilo, pero cuando vio a su novio en él, divertido por la cara de desconcierto que de seguro tenía, se sintió aliviado.

—Recuérdame enviarte a Lupo un día de estos.

—Prefiero caminar— le aseguró Ariel mientras subía al auto y se despedía de los del equipo de básquetbol. Últimamente se habían vuelto muy unidos con él. Y se sentía agradecido que no  fuera solo porque era el amigo de Ethan, sino porque en verdad disfrutaban su compañía por él como persona.

— ¿Dónde está la Chopper? — Preguntó mientras ponía su mochila en el suelo del auto—. No me digas que has chocado con ella también.

—No. La tiene Lupo—  La risa explosiva de Ariel le hizo apartar la mirada del camino un segundo—. ¿Qué es tan gracioso?

— ¿Me quieres decir que un hombre de casi cincuenta años tiene tu motocicleta? — Si viera a Lupo en la motocicleta de su novio seguramente se partiría de la risa enfrente de él—. L-lo siento, pero es que es una imagen tan poco creíble para mí.

Alessandro sonrió de lado y se puso los lentes de sol— Tuve que cambiársela por el Audi. Nos vamos ahora a Silver Beach y el camino es largo, por lo que no quise que viajáramos en la Chopper sería muy incómodo para ti.

Ariel se tensó—Pero Mapelli no me ha enviado nada…

Alessandro buscó la mano de su pareja. La encontró en unos segundos y la estrechó entre la suya—No te preocupes. Nos vamos ahora por mí. Necesito hacer unas cosas. Espero que no te moleste.

—No. No te preocupes. De todas maneras Dante me había dado el día libre y sabía que el fin de semana no podría trabajar. Solo necesitamos ir por un poco de ropa y…

—Todo está arreglado. Tu ropa está en el maletero del carro. Lo único que necesitas hacer es disfrutar el paisaje. Nos espera un largo camino.

Y no mintió. Cuando llegaron a Silver Beach estaba  anocheciendo. Ariel había dormido casi la mitad del camino, por lo que cuando se estacionaron en el hotel de la familia de Dante estaba más que despierto. Alessandro había pensado en ir a la casa de playa dónde habían estado con Ariel la última vez que vinieron, pero recordó que no era un viaje de placer.

Subieron hasta una de las suites dónde rápidamente fueron acomodados. A él no le importaba dormir en cualquier lado, pero los pocos lugares dónde podía quedarse en esa ciudad no eran lo más seguros para Ariel. Así que prefería no correr ningún riesgo. Abrió el balcón y sintió la brisa del mar acariciar su rostro. Silver Beach. Conocía el lugar como la palma de su mano. Ese era su territorio. Nadie nunca se atrevería a cuestionarle o a hacer algo que fuera en su contra justamente en esa ciudad, por lo mismo se sentía a salvo trayendo a Ariel con él en ese lugar.

Probablemente era la única ciudad dónde él tenía más control que Mapelli. Hacía tiempo la había dejado por órdenes expresa de su jefe. Aunque nunca se lo dijo sabía que estaba consciente que sería más difícil perjudicarle en ese lugar. Su mirada se endureció. Todos sus recuerdos, los buenos y malos estaban allí. Esta ciudad lo vio nacer como un halcón, muchos años atrás.

— ¿Alessandro?

Ariel estaba a su lado. Nada malo podía pasarle en esa ciudad. No más— Tengo que salir por unas horas— Lo vio asentir comprendiendo que no podía llevarlo con él—. No me esperes despierto.  Puedes bajar al restaurante o ir a la piscina, pero no salgas tú solo de aquí. ¿Entiendes?

Besó su frente y salió de la suite. Palpó el arma en su chaqueta. Ya era hora de trabajar. No podía darse el lujo de vivir en el pasado. Ni tampoco podía vivir pensando que Ariel era su única preocupación en la vida. Aún había mucho trabajo por delante.

Cuando bajó al vestíbulo unos de los encargados del estacionamiento se acercó a él y le indicó que Dante le había dejado algo y que uno de los empleados estaba en esos momentos trayéndolo.

Alessandro no pudo evitar sonreír de lado cuando una flamante Kawazaki Ninja color negro fue dejada frente a él. Uno de los empleados le pasó la llave. Al poco tiempo recibió un mensaje en su móvil.

“Supuse que la necesitarías para trabajar. Suerte.”

En verdad Dante se lucía con lo que él llamaba sus “pequeñas ayudas”.

***

Ariel se puso a hacer todos los trabajos que tenía atrasados y los que tenía que adelantar. Una tarea poco glamorosa para alguien que estaba en un hotel cinco estrellas, pero el recordar que estaba allí porque mañana vería a Mapelli le hizo querer estar en la comodidad del apartamento de su novio a kilómetros de allí.

Al final decidió mandar a pedir la cena a su habitación. Estaba terminado su reporte sobre los aminoácidos cuando su celular empezó a sonar. Sonrió al notar que era Will. Los últimos días habían estado hablando bastante a menudo— Hola, firedoll Ariel. ¿Vienes a San Peter a dar una vuelta?

—Hola, Will. Lo siento. No puedo estoy haciendo unos trabajos.

— ¿Ni un ratito? Anda, no seas malo. Los haces en el metro. Nos la pasaremos bien. Además Hayley está alistándose para ir a no sé dónde. Te quedas en mi casa.

—No puedo. En verdad. Estoy muy atareado.

— ¿No quieres viajar en metro? Bueno, te voy a traer para que veas que maravilloso soy.

Ariel rió un poco— No, no puedo enserio y no gastes gasolina de por gusto, porque estoy en Silver Beach.

— ¿Hasta allá? ¡Joder! ¿No que estabas haciendo unos trabajos?

—Sí…

— ¿Sexuales?

Ariel se sonrojó un poco—Ya empiezas a meterle lo sexual a todo lo que hago.

—Eres demasiado sexual, yo que culpa. Ya, ¿enserio estás en Silver Beach?

—Sí. Y no mentía cuando dije estoy trabajando en unas cosas del colegio.

— ¿Me quieres decir que viajaste hasta allá solo para ir a hacer tareas? No te lo creo nada.

—No. Estoy acompañando a alguien. Aunque ahora tuvo que ir a hacer unas cosas.

— ¿Tu novio?

Ariel sonrió sin poder evitarlo— Sí.

—Qué romanticón me saliste firedoll. Quién diría que podrías ser tan tierno después de semejante presentación. Bueno, entonces supongo que lo dejaremos para la otra.

—Sí. Lo siento, de verdad.

—No importa, llamaré a Lyosha a ver si tiene tiempo de quedar conmigo.

—Sí, mejor llama…—Ariel se quedó mudo—. ¿A Lyosha?

—Sí. Tu amigo el sexy español. Es una fiera y está como quiere.

Ariel tragó hondo—Aguarda. ¿Cómo sabes tú que es una fiera?

Escuchó a Will reír del otro lado del teléfono— ¿A poco creías que no íbamos a hacer nada después de las indirectas que nos estuvimos mandándonos? El tipo es excelente. Vino a mi apartamento esta madrugada, me amarró a la cama y para qué te sigo contando. Tengo una erección solo de recordarlo.

— ¡¿Te has acostado con Lyosha?! — Chilló Ariel sin poder evitarlo.

—Sí. Te cuento todo cuando nos veamos. Cuídate firedoll Ariel.

Ariel dejó caer su cabeza sobre la mesa dónde estaba escribiendo. ¿Lyosha y Will? En su mente solo pasó el rostro de Lamire. Esperaba que no lo supiera.

***

Alessandro se sentía en su ambiente. Incluso en ese lugar que era el más inseguro de todo Silver Beach se sentía más cómodo que en cualquier lugar de San Peter. Apenas bajó de la Kawazaki sintió la mirada de más de uno de los presentes. Entró al bar y se hizo un silencio sepulcral. Al parecer no se les había olvidado quién mandaba en ese lugar. Caminó entre las mesas y se sentó frente a la barra. Rápidamente le sirvieron un trago. No necesitaban preguntar. Allí siempre tomaba Whisky.

Se giró para observar todo el lugar. La gente volvió a sus asuntos o casi todos. A lo lejos divisó a quién había estado buscando una simple mirada le indicara al tipo que se acercase. Regla en ese lugar. Él nunca se movía hacia otros. Los demás lo hacían. Tomó su Whisky— Me llevas otro en dos minutos— fue lo único que le dijo a quién atendía la barra. Caminó en dirección contraria a donde se encontraba el tipo y fue hasta una de las mesas de la esquina. Quienes estaban allí se apresuraron a retirarse cuando vieron la decisión de Morello de ocupar esa mesa.

Al poco tiempo tenía al tipo frente a él. Bajo. Regordete— Eddie. Ha pasado tiempo.

—Lo mismo digo, Morello, sin embargo la gente no te olvida.

—A mí nadie podría olvidarme— le aseguró. Miró el lugar antes de sacar una fotografía—. Lo necesito en una semana.

Eddie pasó una mano por su pelo grasiento. Sus dedos eran gordos como las salchichitas de cóctel. Tenía una fea cicatriz surcándole la mitad del ojo izquierdo. Casi lo pierde en una redada— Quieres que lo consiga desde ya para no levantar sospechas ¿verdad?

—Exacto— Sacó de su chaqueta un sobre y se lo puso sobre la mesa—. Allí está el precio por tus honorarios— Eddie asintió. Esperando más instrucciones—. También necesito otra cosa: Tres hombres de confianza, creo que está demás decirte qué conlleva la palabra “confianza”.

—Está demás, Morello, no te preocupes. Sabes que mis hombres no cantan y en caso que lo hiciera al ver que trabajarían para ti dudo mucho que siquiera se les pasara por la cabeza hacerlo. ¿Para cuándo los necesitas?

—En este instante.

Eddie sonrió de lado. Morello permaneció serio indicándole que no bromeaba. Confiaba en el criterio de Eddie, pero confiaba más en el suyo. Lo vio rascarse la barbilla— Puede que tome un poco de tiempo.

—Haz que no sea demasiado. No tengo tu tiempo.

Eddie asintió y se puso de pie. Al poco tiempo Alessandro tenía su segundo Whisky en sus manos. Debieron pasar veinte minutos cuando Eddie volvió con tres tipos de quién rápidamente se olvidó sus nombres, pero no sus caras. Nombres irrelevantes. Caras vitales. Así había aprendido en ese negocio. Los examinó. Hizo las preguntas pertinentes. Despachó a uno y Eddie tuvo que buscar a otro. No debía ser cuestionado. Esperó otros veinte. Conversó con los tipos, el ambiente entre ellos era más relajado, pero Morello los seguía probando. Cuidaban la lengua. Eso era bueno. Excelente en esos casos. Al final escogieron a otro tipo de mediana estatura. Piel bronceada. Eddie parecía ansioso por saber porqué tanto misterio.

Alessandro sacó un plano. Y puso otra fotografía. Una isla. Dio las instrucciones. Ellos parecieron no comprender bien de qué iba el plan y esa era la idea. Cualquiera diría que estaba loco y si  los tipos  pensaban eso entonces estaba cumpliendo con su objetivo. Los tipos aceptaron el trabajo. No era la gran cosa a ojos de ellos, pero antes los suyos era algo sumamente vital si quería que el plan saliera acorde a lo que estaba planeando. Complejo, pero eficaz. En teoría a prueba de tontos. Sin embargo no se confiaba. Siempre alerta.

Acordó pagarle cien a cada uno. Una suma demasiado exagerada a los ojos de cualquiera por el trabajo que iban a realizar, pero necesitaba gente que no anduviera diciendo que hacían en esa isla, sobre todo no debían ser vistos.

Terminó de hablar y ultimar detalles hasta entrada la medianoche. Nadie allí decía. Hacía mucho que su base había sido invadida por los nuevos halcones. Más lameculos que los propios guardaespaldas de Mapelli, así que prefería hacerlo en esos lugares. Esa gente no hablaría. Ni informaría a sus “compañeros halcones” que estaba en la ciudad.

Odiaba que a él le hubiera tocado limpiar la ciudad de la maldita competencia para que luego cuando empezaba a tener paz lo mandaran a limpiar dos ciudades con más  competencia. Miró la mesa y descubrió que había tomado más de la cuenta. Ariel se molestaría. Lo sabía. Pagó lo consumido y como siempre que salía y entraba un lugar de los bajos fondos de Silver Beach se hizo un silencio cuando salió.

Había una espesa neblina cubriendo el puerto de Silver Beach. Alessandro disminuyó la velocidad por dos razones: El lugar le traía demasiados recuerdos y sobretodo necesitaba ver qué tanto había cambiado. Con tanta neblina no consiguió lo segundo. Cuando llegó al hotel eran pasadas la una. A esa hora aún había mucha gente en el vestíbulo, como si fuera cualquier hora del día. Silver Beach era una ciudad que nunca dormía.

Cuando entró a la suite empezaba a creer que Ariel tampoco. Estaba, al parecer, luchando con algunos logaritmos porque no dejaba de apretar las teclas de la calculadora con frustración. Cerró la puerta con cierta fuera para indicarle que había llegado. Se acercó hasta la mesa donde trabajaba, se puso detrás de la silla y pasó sus manos por los hombros del pelirrojo los cuales empezó a masajear. Ariel alzó la mirada, se quedaron largo rato mirándose con intensidad hasta que al menor se le hizo insoportable esa distancia. Estiró el brazo para tomar a Alessandro de la nuca y besarlo. Lento, suave, mordiendo sus labios.

Apenas se separaron y lo vio fruncir el ceño— Has estado tomando— se quejó.

Alessandro sonrió como un niño que fue descubierto después de una travesura—Ha sido por trabajo.

— ¿Te pones ebrio cuando trabajas? ¿Cuánto has tomado?

—No lo sé. Quizás unos ocho Whiskys y cinco cervezas. Nada grave— Lo giró con todo y silla, para luego inclinarse para besarle el cuello—. Anda quita esa cara. ¿Vamos a la cama?

—Aún tengo que terminar esto y no comprendo nada.

—Yo te lo explico en la cama— susurró rozando sus labios contra el lóbulo de la oreja de Ariel—. Te puedo explicar muchas otras cosas. ¿Qué dices?

Ariel río intentando no mostrar lo mucho que le gustaba la idea— Mejor explícame esto primero y luego hacemos lo que quieras. ¿Qué dices?

Alessandro bufó mientras tomaba asiento. Tomó el cuaderno de Ariel. Hacía mucho que no veía logaritmos. Demasiado quizás. Sin embargo leer un poco la teoría y ver los ejemplos hizo que todo volviera a estar fresco. Al final estuvieron trabajando con la tarea hasta bien entrada la madrugada. Cuando terminaron, las ganas de hacer algo más se habían extinguido hacía horas. Terminaron en la cama desnudos bajo las sábanas, no porque fueran a tener sexo, sino porque hacía mucho habían descubierto que les gustaba sentirse a plenitud, incluso cuando no hubieran hecho nada. 

Notas finales:

Bueno, juro yo que estaré ya bien para el jueves así que me arriesgo y diré que hay actualización el jueves :) !! Muchos se preguntan: ¿Cuando hablará Alessandro sobre su pasado? La respuesta es el próximo capítulo :D!!! Así que no se lo pierdan el próximo jueves y vengan mentalmente preparados para todo tipo de emociones porque noc como me saldrá el cap xD Pero me he propuesto superarme :B! XD Así que veamos que tal me sale :P ! Bye bye~


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