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El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

Bueno he aquí uno de los capítulos claves de la historia, desde el principio tenía claro como era la vida de Alessandro, pero me era bastante complejo describirlo, espero poder haberlo hecho de una manera que guste a todos, sin más que agregar he aquí EL capítulo

Y para quienes se preguntan que significa el título es: Somos polvo y sombras :) está en latín, pero lo encuentro más plante en esa lengua xD 

A la mañana siguiente despertaron bastante tarde, aunque ninguno de los dos parecía sorprendido por eso. Ariel había amanecido extra cariñoso esa mañana, así que no  dejó salir a Alessandro de la cama hasta que estuviera satisfecho con el número de besos que recibía— Eres un consentido de primera, ricura— susurraba contra sus labios. Sin embargo él no tenía problemas en consentirle. Se sentía excelente haciéndolo. Sus manos acariciaban el cuerpo del otro sin mayor deseo del contacto con su piel. Quería hacer demasiadas cosas antes que llegase Mapelli, así que no podían perder tiempo.

Bajaron a las once y decidieron almorzar en algún lugar. La última vez no habían podido conocer mucho de Silver Beach o mejor dicho no le había enseñado los lugares que él había querido. Empezaron en el muelle. Ariel seguía a Alessandro, pero no comprendía a dónde se dirigían o que se proponían.

Pasaban entre las decenas de puestos donde la gente ofrecía los pescados recién sacados del mar. Cuando pararon a mitad del muelle Alessandro se giró hasta su novio quien había estado guardado pacientemente por una explicación. Se apoyó contra uno de los barandales y vio el agua verdeazulada— Prometí explicarte muchas cosas sin que pasara esta semana.

—Sí necesitas más tiempo…

—No— lo cortó—. Sé que no puedo decírtelo todo así como así. Entonces pensé en enseñártelo— Ariel  asintió y siguió caminando. Cerró sus ojos. Mientras tomaba la mano de su novio— ¿Qué haces?

—Intento visualizarte aquí, pero no se me ocurre nada— Abrió los ojos confundido—. ¿Acaso antes eras pescador?

Alessandro rió. No pudo evitarlo. Incluso sentía raro reírse. Pasó una mano por los hombros de Ariel y siguieron caminando— Allí— dijo señalando una de las esquinas del final del muelle—. Solía venir con mi abuelo cada quince días los domingos. Pescábamos. Siempre tuve la intención de alquilar un bote, pero desistí cuando me dijo que el mar le mareaba.

Ariel sonrió un poco— ¿Vivías con tu abuelo?

Alessandro frunció un poco el ceño— Sí. Vivía con él y otras personas indeseables. Él, mi abuelo, era un hombre increíble. Me enseñó mucho.

— ¿Por ejemplo?

—Gracias a él aprendí a tocar el violín. Me enseñó desde pequeño— Ariel le miró sorprendido. Se detuvieron al final del muelle— Hace años esta parte no tenía esta valla de metal— le explicó—. Sin embargo cuando tenía unos seis o siete, no lo recuerdo bien en estos momentos, unos niños me tiraron del borde y yo no sabía nadar. A la semana siguiente pusieron la cerca.

Ariel le miró preocupado— ¡¿Qué hacías en el muelle si no podías nadar?!

—Era una excursión. Yo que culpa. No te pongas así. Apenas eras un bebé cuando eso me ocurrió.

—Pero no eras tan crío. Debías haber aprendido a nadar a esas alturas. Yo desde los cinco nado en aguas profundas sin ningún problema.

—Sí, pero yo no conocí el mar hasta que tuve cuatro.

Ariel le miró sorprendido— ¿Estás bromeando?

—No— Tomó la mano de Ariel y le indicó que lo siguiera. Bajaron hasta la playa y se detuvieron en un punto en específico—. Aquí. Justo aquí fue la primera vez que sentí la arena bajo mis pies mezclada con el agua. Fue hace mucho tiempo, pero cuando vi el mar por primera vez supe que estaba ante una de las cosas más asombrosas de la vida.

— ¿Qué fue lo primero que pensaste?

Alessandro sonrió un poco— En cómo habían hecho para poner toda esa agua allí adentro.

Ariel no pudo evitar reír un poco ante las ocurrencias de Alessandro— Bueno, te fue mejor que a mí. Mi padre dice que la primera vez que fui al mar salí llorando porque creía que el mar me venía siguiendo.

—Es que eres demasiado violable, así que hasta el mar te sigue— Ariel se sonrojó un poco— ¿Te apetece si almorzamos por aquí?

—Suena bien. Tú guíame.

Entraron a un pequeño restaurante de mariscos con vista a la playa. Pidieron la langosta rellena con camarones. Sin embargo Alessandro miró intrigado a Ariel cuando le pidió al camarero dos lapiceros y unos post-it.

Cuando los tuvo allí sonrió — Se me ha ocurrido una idea— explicó con una sonrisa—. Cada uno escribirá una pregunta que quiere saber del otro. Las meteremos aquí— dijo señalando una especie de pecera de cristal que estaba vacía—. Y ambos debemos contestar. ¿Qué dices?

Alessandro empezaba a preguntarse cómo no podía negarse nunca nada a lo que Ariel le proponía. Tomaron los post- it y al poco tiempo la pecera estuvo llena de papelitos.  A veces paraban de escribir para dar un largo sorbo a sus bebidas. Ariel se preguntaba si Alessandro era demasiado sexy para no sudar porque estaba allí con su chaqueta como si nada mientras que él que solo andaba una playera y unas bermudas se moría del calor.

—Listo. Nos hemos terminado los post-it— comentó el pelirrojo con una sonrisa— Tú primero— le invitó.

Alessandro revolvió los papeles antes de tomar uno: — ¿Qué era lo que más te asustaba de pequeño? — Hizo una pausa antes de responder—: La gente— Ariel le miró extrañado y ya que había aceptado ese juego no le veía nada de malo seguir adelante—. La mayoría de personas que me rodeaban nunca inspiraron confianza en mí y con justas razones. Así que la gente. Les temía a ellos más que a cualquier otra cosa. ¿Qué hay de ti?

Ariel se quedó serio unos segundos no sabiendo qué tantas implicaciones llevaban esas palabras— La oscuridad— dijo apenado.

Alessandro sonrió un poco— Tu turno.

Ariel tomó otro papelito— ¿Tuviste alguna mascota de pequeño? — Leyó mientras veía su propia letra. Hasta el momento solo habían salido preguntas suyas—. No. A mi padre le aterraba la idea de tener una mascota  porque decía que lo consideraría parte de la familia y no se podía dar el lujo de proteger a otro miembro más— Se le hizo un nudo en su garganta al recordar a su padre. Uno que estaba en el hospital sin poder despertar mientras él estaba en la playa con su novio esperando su langosta rellena.

Alessandro notó la tristeza en los ojos de su ricura así que decidió romper el silencio— Tuve un gato una vez. Uno muy gordo. Creo que es el primer recuerdo que tengo de toda mi infancia. Ese gato gordo colándose en la cocina. No era exactamente mío, pero yo lo consideraba como propio. Después tuve un pez se llamaba Larry y luego un hámster que se llamaba Lancelot.

— ¿Has tenido tantas mascotas? No tienes cara de que te gusten los animales.

—Me llevo bien con Lyosha que a veces se comporta como un animal— Ambos sonrieron un poco antes que Alessandro tomara otro papelito— “¿Cuál es tu color favorito?” Rojo.

Ariel sonrió— Verde. Oye, no es justo. Solo mis preguntas están saliendo ¿seguro que escribiste alguna? — Tomó un papelito no sin antes amenazar a Alessandro que si no era una de las preguntas que él había escrito seguiría hasta sacar una. Se sonrojó al notar la pregunta: — ¿Qué es lo que más te excita? —Quiso que la tierra lo tragara cuando notó que tenían al camarero frente a la mesa y le miraba con expresión reprobatoria. Dejó los platos y se fue sin decir nada—. Qué vergüenza— Alessandro seguía esperando su respuesta, divertido por la situación—. Cuando me arrinconas, usas esa tu voz de sexo que te manejas y me susurras que no me dejaras ir hasta que me hayas hecho el amor— Terminó la frase en un hilito de voz a causa de la vergüenza.

Alessandro sonrió satisfecho por esa respuesta. Tenía que recordar hacerlo más a menudo. Fue su turno de responder—: Tú desnudo por la casa o el apartamento mientras cantas.

Ariel le miró como se hubiera vuelto loco— Nunca lo he hecho.

—En mis sueños sí. ¿Por qué crees que siempre amanezco con una gran erección?

— ¡Si serás pervertido! — Chilló—. ¡Ya elige uno!

Alessandro pinchó con su tenedor un camarón antes de tomar otro papelito— Esta es buena: ¿Tú lugar favorito para hacer el amor? A me encanta hacerlo en la ducha o la cama. Ambos están bien.

Ariel se hubiera avergonzado, pero en ese momento recordó que ellos dos nunca lo habían hecho en la ducha. Intentó no darle mucha importancia a ese aspecto. Solo se prometió que la próxima vez lo harían en ese lugar— El sofá o en la cama. Mi turno— dijo mientras sacaba otro papelito—. ¿Pokémon o Digimon? Pokémon.

—Digimon.

Ariel le miró sorprendido— ¿Viste esos programas?

Alessandro se encogió de hombros— Son los pocos recuerdos normales que poseo. Y sí. Me gustaba Digimon, soy culpable— Ariel sonrió ante la idea de su novio teniendo una vida normal—. La siguiente pregunta dice: ¿Sabes tocar algún instrumento? —Hizo una pausa en la que sonrió con malicia— Aparte del tuyo…—Disfrutó ver como su novio se sonrojaba— La guitarra; ambas acústica y eléctrica,  violín, flauta y piano.

— ¿Tantos? —Exclamó sorprendido— ¿Cómo sabes tocarlos?

—Violín mi abuelo. Piano aprendí de mis padres. Flauta en el colegio, al igual que la guitarra acústica y la eléctrica…

Ariel leyó la respuesta en los ojos de su novio— ¿Misha?

—Sí…— dijo evitando la mirada de su novio.

Ariel sonrió un poco— Está bien. No importa. No necesitas guardarte esas cosas. No es como si odiara a Misha. Está bien que hables de él de vez en cuando— Alessandro asintió. Aunque captó la frase “De vez en cuando” —. Yo solo puedo tocar la flauta, pero ya se me han olvidado unas cosas. De allí, guitarra no puedo muy bien, pero sí saco una que otra canción, y soy buenísimo tocando el triangulo y la pandereta— Esto último lo dijo para terminar de aligerar el ambiente. Cosa que funcionó muy bien. Empezaron a comer mientras se tomaron una pausa con el juego. Una vez terminaron reanudaron el juego.

Alessandro fue el que sacó un papelito esta vez— ¿Prefieres el día o la noche? Noche.

—Día— Sacó un papelito—. ¿Lluvia o sol? Sol.

—Lluvia— Sonrieron un poco al notar lo diferente que eran para unas cosas— ¿Música moderna o antigua? Antigua.

—Moderna. Oye, no escribí esa pregunta— Empezaba a creer que Alessandro solo preguntaría cosas demasiado sexuales—. ¿A qué te refieres con música antigua?

—Ya sabes música antes que tú nacieras. Prefiero la clásica, luego la de los 70’s y 80’s aunque mucha de los 90’s es todavía buena. Son pocas bandas que me gustan del 2000 y generalmente todas llegan hasta el 2005 o 2006.

—Algunas bandas que te gusten.

—Los Rolling Stones, U2, Nirvana, Pink Floyd, Guns and Roses, Scorpions, Aerosmith de las bandas que es más probable que escuches serían System of a Down, Linkin Park, 30 Seconds to Mars.

—La mayoría son artistas masculinos. Las mujeres van a pensar que eres machista.

Alessandro sonrió un poco— Las mujeres me adorarían aunque lo fuera. No sé a mi madre le adoraba a Tina Tunner, Donna Summer y Madonna. Recuerdo que a mi madre le encantaba “Hot Stuff”.

—A mi madre también le gusta esa— Rió un poco—. Y las mismas artistas. También escuchaba un grupo llamado Menudo. ¿Pero a ti no hay ninguna artista mujer que te guste como cante?

Alessandro pensó por largo rato— Hay una mujer. A ti te gusta mucho. Tienes todas sus canciones en tu teléfono. Creo que se llama Adele.

— ¿Tu canción favorita de ella?

—Creo que se llama “Set fire to the Rain” — Se sentía demasiado identificado con la canción en más de un sentido como para pasarla desapercibida.

—A mí me gusta “Someone Like You” — Ariel tomó otro papelito.

—Hey, no me has dicho tus bandas favoritas. No quieras saberlo todo de mí y dejarme en las mismas condiciones.

—De las que mencionaste me quedo con Linkin Park, 30 Seconds,  y U2, le agregaría Simple Plan, Maná, Marron Five, Lifehouse, The Fray, Snow Patrol y One Republic. ¿Y cuál es tu solista favorito?

Alessandro sonrió ante la pregunta— Bon Jovi.

—Canta muy bien. Yo no tengo uno en particular, creo que los cambios con cada mes—  Sacó un papelito y  lo miró extrañado—: Tu cumpleaños.

—Lo siento. Civella nunca lo mencionó.

Ariel asintió indicándole que todo estaba bien— Diez de Octubre y como no responderás nada te diré que Ethan cumple el diez de Noviembre y nos parece de lo más genial llevarnos  solo por un mes. ¡Listo lo he dicho! Saca otro papelito.

Alessandro sonrió derrotado. No tenía remedio discutir con Ariel— ¿Sabes otro idioma? español, inglés, ruso, italiano y un poco de francés cortesía de Dante.

— ¡¿Es que tienes que ser tan perfecto?! Yo apenas  hablo un intermedio de inglés y español porque Dios es grande.

Alessandro se encogió de hombros dándole a entender que no era su culpa ser tan genial— Vele el lado amable. No te perderás conmigo si viajamos alrededor del mundo.

—Más te vale— dijo con una sonrisa mientras sacaba otro papelito—. ¿Vainilla o chocolate? Vainilla.

—Chocolate—No se esperó la siguiente pregunta—: “Tu mayor deseo en esta vida”. Vivir— Se vio reflejado en los ojos de Ariel—. Poder seguir con vida para poder seguir estando a tu lado y poder protegerte.

Ariel sonrió— Mi deseo es poder pagar la deuda y así evitar más sufrimiento en mi familia.

—Lograrás tu sueño, ricura, no lo dudo— Siguieron preguntándose hasta que notó que empezaba a hacerse tarde—. ¿Nos vamos? Aún hay varias cosas que quiero enseñarte.

Al final habían decidido ir la Kawasaki ya que ambos se sentían más cómodos en motocicleta. Se empezaron a alejar de la zona turística y terminaron en una zona que Ariel sintió que se le ponían los pelos de puntas. Edificios viejos, casas descoloridas, en todas las casas habían barandas en las ventanas que le hacía creer que estaban en una cárcel. La calle estaba llena de agujeros, señal que hacía mucho la municipalidad se había olvidado de esa zona de la ciudad.

Pasaron por un parque, pero no había niños jugando. Apenas y había personas allí. No comprendía que hacían allí, pero cuando se detuvieron en una casa Ariel se aferró con más fuerza a Alessandro. No quería lucir como un cobarde, pero ese lugar le recordaba mucho al barrio gitano de San Peter. Las calles desprendían un olor putrefacto. La basura se amontonaba en las esquinas. Todos los focos del alumbrado público estaban rotos— ¿Qué hacemos aquí? — Preguntó sin poder evitar sonar ansiosos por irse.

—Lo siento. Sé que no es un buen lugar para traerte. Tranquilo, nadie nos molestará — Guió a Ariel a una de las casas y se sorprendió al notar como la abría con una llave. La casa estaba vacía a excepción de unas camas y la mesa. Se giró a Ariel— Aquí. Aquí fue donde viví casi por más de diez años— Alessandro miró todo el lugar bastante incómodo. Sintió un escalofrío. Demasiados recuerdos. La mayoría no lo ayudaban  sentirse tranquilo. Empezaba a sentir que se asfixiaba por estar allí. Sin embargo ese era solo el inicio de un largo día. Palpó el anillo que estaba bajo su camisa y se dio fuerzas por permanecer solo unos minutos más allí.

— ¿Cuál era tu habitación?

Alessandro lo guió y abrió la más próxima a la puerta. Los recuerdos lo asaltaron con demasiada fuerza. Sus gritos. Sangre. Golpes. Se detuvo en el umbral de la puerta. Ariel al notar como Alessandro no lo seguía decidió salir rápido de allí. Después de todo no había mucho que le dijera algo de que en verdad hubiera sido la habitación de su novio. Hacía mucho que se veía que estaba abandonada— La siguiente era dónde dormía mi abuelo— Ariel la abrió. Olía a medicina aún. Prueba de que en verdad hubo un adulto mayor. Miró la otra puerta. Alessandro estaba tenso—. Allí vivía la gente indeseable.

Ariel no quiso seguir forzando las cosas. Alessandro por primera vez se veía incómodo en un lugar— ¿Quieres que nos vayamos?

Su única contestación fue ver como se dirigía a la puerta. Sin embargo Ariel retrocedió al ver como había unos hombres rodeando la Kawasaki— ¿Cuántas veces tendré que decirles que no se queden mirando  mis cosas como unos idiotas? — Ariel tragó hondo al escuchar a Alessandro a hablar así.

—Hola, Dimasi. Oh, disculpa, eres Morello. Se me olvida. Ya sabes te conocemos desde crío. Así que nos tomamos la libertad de llamarte por tu apellido.

Ariel miró de reojo a Alessandro— No me conocen. Así que no se tomen tantas libertades. ¿Qué demonios quieren?

—Solo saludar. Ya sabes, el súper halcón ya casi no viene por estos lados.

—No hay nada que me motive a venir muy seguido por aquí.

Los hombres fruncieron el ceño— ¿Ni siquiera la posibilidad de que suelten a tu vieja pronto?

Morello crujió sus nudillos— Ella se va a podrir en la cárcel.

—Pues la hija de Nacho que estaba en el bote dice que es probable que  la  saquen por buena conducta. Así que creo que volveremos a tener como vecina.

—Lo dudo— En especial cuando él metiera sus manos en el asunto—. Tengo que irme.

—Claro, Morello. Vuelve cuando quieras. Ya sabes que este es tu barrio. Oye por casualidad no andarás…

Alessandro frunció un poco el ceño. Sin embargo rebuscó en sus pantalones. No es que soliera cargar, pero sabía que terminarían allí y había probabilidad de que se encontrara a esos tipos, así que prefirió prevenir. Les pasó una bolsa con una considerable cantidad de cocaína— Tengan. Quédense sin neuronas.

Los tipos rieron— Nunca pensamos darle usos. Eres el mejor, compa. Cuídate—Se alejaron intentando ponerle una mano a la bolsa de cocaína. Una vez se fueron solo subió a la moto, Ariel subió detrás de él, se aferró con fuerza al sentir como la motocicleta dio un fuerte chirrido. Iban rápido. Demasiado rápido.

Ariel le pidió que disminuyera la velocidad, pero Alessandro no lo hacía. Le pegó en la espalda, pero no reaccionaba— ¡Alessandro para! — Gritó por primera vez asustado. Creyó que sería en vano, pero la motocicleta  frenó con brusquedad. Ariel se bajó de la moto temblando—. ¡¿Estás loco?! — Gritó asustado— ¡Maldita sea vas a matarnos!

Alessandro apagó la motocicleta— Perfecto.

— ¡¿Me estás escuchando?! ¿Acaso quieres que terminemos muertos?

Alessandro le miró a los ojos—Sí…—Ariel creyó que en verdad se estaba volviendo loco—. Hay que hacerlo. Hay que morir— Lo tomó de las manos y el pelirrojo intentó apartarse de él—. ¿No lo entiendes? Si morimos nada malo va a pasarnos ya. Nadie va a lastimarte. Yo no tendría miedo de morir y de dejarte solo. Ariel hay que morir para que seamos felices.

—Alessandro, necesito que te calmes porque estás empezando a asustarme— Susurró sin dejar de temblar—. En verdad me estás asustando…

— ¿Me amas?

—Alessandro…

—Me amas, lo sé. Si morimos seremos libres de todo. Estaremos juntos siempre, nuestras almas estarán juntas. Hay que morir, hay que morir…

Ariel sentía que la situación se estaba saliendo de control— ¿No quieres que tu madre salga de la cárcel?

—Ella no es mi madre. Ella jamás será mi madre…

Lo veía tan tenso, nervioso que creía que no debieron haber ido a ese lugar en primer lugar —Alessandro, tranquilízate. Me estás asustando de verdad. Cálmate. No podemos morir. Aún tenemos muchas cosas que hacer— Lo tomó de los hombros y lo obligó a mirarle—. Escucha. No necesitamos morir para estar juntos. Nada malo va a pasarnos—Miró las llaves y con cautela las tomó. Alessandro no estaba en condiciones de manejar—. Tranquilo. Todo está bien. Yo manejo, pero tranquilízate ¿sí?

Aún no habían salido del todo de esa zona y la verdad es que le daba pánico estar allí. Subió frente a la motocicleta. Siguieron en silencio por largo rato— Dobla a la izquierda— pidió Alessandro luego de varios minutos. Lo estuvo guiando durante largo rato. Hasta que le indicó que se detuvieran y Ariel supo que este paseo no le estaba gustando en absoluto.

Alessandro bajó y él sabía que debía seguirlo, que aún no estaba bien, pero jamás le había gustado entrar a los cementerios. Sin embargo se había prometido seguir hasta el final. Bajó de la motocicleta, luego de unos minutos de vacilación, y entró al lugar. Las lápidas estaban gravadas en el césped por lo que si las ignoraba podía creer que estaba en un enorme prado demasiado cuidado.

El lugar estaba desierto a esa hora. Tardó más de lo que hubiera pensado en encontrar a su novio, quien Alessandro de rodillas. Se acercó con lentitud hasta donde estaba— Los extraño, los extraño maldita sea, sé que no pienso en ustedes, que no rezo por ustedes, ni siquiera traigo flores a su tumba, pero  pensar que ya no están me vuelve loco— Ariel se le hizo un nudo en su garganta al escucharlo hablar así—. No sé qué hago; a que aferrarme. No cuando todo es tan efímero; las personas son tan vulnerables y todos los que me rodean parecen morir a mí alrededor.

Ariel solo se arrodilló a su lado y lo abrazó— Te amo, Alessandro— Lo estrechó con fuerza. Se quedaron en esa posición por largo rato, tanto que pensó que sus rodillas empezarían a sangrar. Alessandro se separó de él con lentitud. Ariel sonrió indicándole que todo estaba bien. Se sentaron en el césped.

—Yo quiero presentarte a mi familia—dijo Alessandro estrechando la mano de Ariel—. El primero es mi abuelo materno— le indicó enseñándole una de las lápidas que estaban en línea vertical, tenía la inscripción de “Bethlem Dimasi” — Ella es mi madre— La siguiente lápida decía “Lucy Di Stephano” — Por último mi padre— “Blaine Di Stephano”.

Ariel no pudo evitar notar que la fecha de la muerte de los padres de Alessandro era de los años noventa. Alessandro notó como miraba las lápidas— Ellos murieron cuando yo tenía cinco años.

—Lo siento…—Notó como el apellido del abuelo materno de Alessandro coincidía con el que le habían dicho esos hombres a Alessandro—. ¿Dimasi era el apellido de soltera de tu madre?

—Sí. Por lo tanto es el de mi tía, quien es la que está en la cárcel. Cuando fui a vivir allí mis padres habían muerto. Así que todos creían que era hijo de ella, al final dejé de insistirles que no era así, pero odiaba que dijeran que podría ser hijo de una mujer tan repugnante como ella.

Ariel tragó hondo al escucharle hablar con tanto odio a Alessandro— Entonces tu abuelo vivía con tu tía.

—Te equivocas. La asquerosa cucaracha de esa mujer fue a vivir donde mi abuelo y lo peor  es que decidió no ir sola— Alessandro miró por el rabillo del ojo a unos metros de allí y se estremeció.

—Fue con alguien más— susurró Ariel sin perder detalle de los gestos de su novio—. ¿Su esposo?

—André no era su esposo, pero peleaban como si lo fueran.

Ariel notó como cuando mencionó ese nombre su odio incrementó, pero también algo más— No querías a André ¿verdad?

—Lo odiaba. Lo odiaba tanto— Su expresión se volvió sombría—. Tanto que disfruté matarlo con mis propias manos.

Ariel sintió un nudo en su garganta al escuchar aquello—. No supe qué disfruté más, si haberlo matado o luego ver como ella, Eva, era acusada del homicidio y terminaba en la cárcel. El día que me  di cuenta que me deshice de ellos supe que era el día más feliz de mi vida— Ariel tembló. No pudo reprimirlo— ¿Tienes miedo, ricura? —Lo dijo con voz lúgubre.

Respondió con un hilo de voz: —No…

Alessandro sonrió de lado con amargura— Deberías de tenerlo. No soy un ángel como tú. Lo peor de todo no me arrepiento de haberlo matado, ni de ver como se llevaban a esa mujer a la cárcel. Ellos hicieron mi vida un infierno. Mi vida antes no había sido perfecta, pero después que ellos llegaran a ella todo fue peor. Sé que querías preguntarme cómo empecé a consumir drogas.

—Alessandro, no tienes que seguir hablando de esto— sin embargo lo hacía porque sentía que él no iba a soportar escuchando más. Sin embargo Alessandro siguió hablando.

—Fue André. Me drogaba. El tipo era un enfermo, al parecer no quería arriesgarse a que los demás vieran sus extrañas aficiones. Al principio solo se divertía verme confundido, extrañado, así como antes disfrutaba golpearme por cualquier motivo, pero después necesitaba ver hasta dónde podía llegar conmigo. Se sentía poderoso cuando solo era un triste malnacido.

—Alessandro, en verdad…—sentía que su voz se quebraba. Creía saber dónde iba a terminar todo y no quería escucharlo.

—Cuando fui creciendo el tipo empezó a notar que tal vez no solo le gustaban las tipas, así que decidió probar conmigo ver que se sentía estar con un hombre— Miró a los ojos a Ariel que estaban empapados de lágrimas.

—Alessandro— susurró con voz quebrada mientras las lágrimas caían por sus mejillas.

Alessandro desvió la mirada hasta las lápidas de sus padres. Su voz sonaba vacía, como si hacía mucho hubiera dejado de sentir—Toda una vida. Todo un infierno. Tardé años en darme cuenta  que yo tenía el poder en mis manos. Eso lo descubrí cuando lo maté, me sentí libre, era libre por primera vez o eso creí. Sin embargo, André se había encargado de procurar que mi vida fuera un infierno, por más que intentaba no podía conciliar el sueño, me volvía loco y recordaba que en los únicos momentos que no me sentía así era cuando André me drogaba. Entonces no pude parar.

—¿Có-cómo lo soportaste? ¿Es que nadie te ayudó? ¿Eva, tu abuelo?

Alessandro alzó la mirada al cielo— Mi abuelo estaba enfermo, ricura, demasiado enfermo. No era justo que cuidara de mí. Eva no le importaba nada ni nadie. Era egoísta, resentida porque nunca logró ser ni la mitad de buena que mi madre. Siempre vivió a su sombra y por eso cuando ella murió se desquitó conmigo todo lo que siempre quiso hacerle a mi ella, solo porque era perfecta y sabía que jamás iba a poder competir con alguien así.

Ariel pensó en cómo él creyó que se iba a volver loco cuando aquel hombre casi lo violaba. No podía siquiera pensar qué habrá vivido Alessandro bajo las manos de ese hombre por años.

—Cuando Misha apareció estaba roto. Él me cuido a su manera y creí que en verdad tendría la oportunidad de ser feliz, pero descubrí que el amor puede ser igual o más peligroso que el odio de las personas. Me volvía loco, ahora pensando en que él podía tener a otros.

— ¿Te engañaba?

Alessandro sonrió a su pesar—Debió hacerlo más de una ocasión. Yo no quería pensar en eso porque lo veía como la persona que me salvó. Lo amaba, lo amaba con todas las fuerzas y con los pocos sentimientos puros que me quedaban. Lo amaba hasta el máximo que una persona rota podía amar a alguien.

—No se merecía que lo amaras. No es justo que sufrieras tanto…

—No lo sé. Ya no estoy seguro de nada. Demasiados secretos, verdades a medias, todo me volvía loco, me enfermaba— Miró sus manos—. Y sin embargo no podía dejar de amarlo, él era mi nueva droga una más potente y más perjudicial. Sin embargo ya no podía imaginarme sin él porque jamás había sido tan feliz como cuando estaba a su lado— No se atrevía a mirar a Ariel a la cara mientras confesaba todo—. Sin darme cuenta me estaba introduciendo a un nuevo infierno, para cuando fui consciente de ello ya era demasiado tarde  y lo peor de todo era que no quería hacerlo. Cuando se ama demasiado corres el riesgo de no saber distinguir cuando es demasiado. No escuchas razones solo sabes que amas y que estarías dispuesto a dar la vida por esa persona.

Ariel lloraba en silencio— ¿Qué pasó después? — Susurró.

Alessandro bajó aún más la vista— El resto lo conoces. Murió. Mejor dicho lo asesinaron porque fui demasiado débil para protegerlo. Llegaron a la casa donde vivíamos,  discutieron, entonces allí en esa conversación me enteré de demasiadas cosas que me hicieron creer que quizás nunca supe a quién amaba.

—Alessandro…

—La noche que Misha murió estaba lloviendo. Sin embargo yo sabía lo que tenía que hacer. Él bromeaba constantemente sobre su muerte. Al final hice lo que me había pedido. Salí bajo la lluvia con su cuerpo arrastras, hice un montículo de madera que rocé con gasolina y le prendí fuego con el cuerpo de Misha en medio de ellas— Sintió sus ojos arder—. Lo vi arder, esa noche parecía que la lluvia ardía. Creía que me volvería loco, que era una mala broma. Que solo quería tomarme el pelo. Incluso cuando puse la canción que quería que sonara mientras las llamas consumían su cuerpo creí que solo era una broma de muy mal gusto, pero lo vi arder mientras sonaba “Goodbye my lover”  y yo solo pensaba que eso no podía pasarme a mí. No porque yo tenía derecho a ser feliz. Creí que tenía derecho a ser feliz…

Una lágrima lo traicionó. Solo una. Se había prometido no volver a llorar por un pasado que no volvería jamás. Ariel lo abrazó. Lo abrazó como nunca antes, con fuerza, tanta que lo hizo querer llorar hasta que no tuviera lágrimas, pero ninguna lágrima más se atrevió a salir y le hizo pensar que quizás tampoco tenía el derecho a sufrir como los demás.

—Cuando murió Misha odié al mundo, a las personas que me rodeaban, quise sumergirlos a todos en el mismo infierno que yo vivía— Sus manos temblaban cuando se posó en las mejillas de Ariel, dudó unos segundos antes de mirarle a los ojos—. Luego apareciste tú y aunque al principio solo pensaba: Joder, tengo que follarme ese culo. De repente algo pasó y descubrí que dejé de odiar todo lo que me rodeaba porque mirase a donde lo hiciere había algo que me recordaba a ti— Limpió las lágrimas que caían por las mejillas de Ariel—. Desde ese día volví a amar el mundo  y a todo lo que me rodeaba porque sentía que de alguna manera nos conectaba aunque yo estuviera lejos de ti. Sin embargo intenté alejarte porque todo lo que me rodea muere, muere y yo no puedo evitarlo. Nunca puedo evitarlo aunque me haga más fuerte. Y solo sé que si te pierdo yo ya no tendré las fuerzas para seguir adelante.

Ariel intentó no llorar más, pero no lo consiguió— No vas a perderme. No moriré. No voy a morir por ti. Todo estará bien— Le besó. Necesitaba hacerlo. Hoy más que nunca. Hoy porque era el día en que Alessandro finalmente se había abierto con él—. Estaremos siempre juntos. Lo prometo. No voy a morir.

—No mueras…

—No podría dejarte. No cuando eres lo mejor que me ha pasado en mi vida— Juntó sus frentes. Sonrió. Sin embargo solo quería seguir llorando, por Alessandro, por todo lo que había soportado—. Todo estará bien a partir de ahora.

—Quiero creerte, ricura— Posó una mano en la mejilla del otro antes de besarle. No podía vivir sin él. Ya había perdido a demasiadas personas importantes en su vida. Se había prometido que nunca más volvería a darle un lugar relevante en su vida a alguien. Durante meses fue un tirano, hizo cosas que nunca creyó que sería capaz, cayó más profundo de lo que nunca lo había hecho. Ariel había llegado a salvarlo.

Se quedaron largo rato en esa posición— Dijiste que nunca les habías traído flores a tus familiares. ¿Quieres hacerlo ahora?

—Sí…

—Aguarda aquí. Iré a comprar unas que vi en la entrada del cementerio.

Alessandro asintió, acto seguido vio como Ariel se alejaba. Se quedó en silencio largo rato antes de ponerse de pie y caminó entre las tumbas. Se detuvo en una de ellas. La miró por demasiado tiempo. Tenía el rostro inexpresivo, pero por dentro recordaba todo y se sentía desfallecer una vez más. Alessandro sacó su nueva arma y disparó contra la lápida. Ese hombre nunca debió haber sido enterrado allí, pero su tía había insistido tanto que al final terminó cediendo su tumba. Quizás tenía la esperanza que  Bethlem viviera muchos años más y pudiera comprar una nueva tumba. Ahora solo quedaba él para enterrarla, pero lo único que haría cuando recibiera ese cuerpo sería arrojarla a los perros callejeros.  Tal vez ellos si la querrían.

Tenía su arma fuertemente agarrada. Caminó unos metros más. Ascendió una colina hasta que llegó bajo un árbol. Allí contra todo pronóstico había una pequeña placa bajo la sombra del enorme árbol. Solo la placa, porque el cuerpo no estaba allí. Alessandro se dejó caer de rodillas. Vio los números que simbolizaban toda una vida. Pasó sus dedos por la placa— Hace un año…—susurró sin poder creer que hubiera pasado tanto tiempo, que hubiera soportado todo ese tiempo sin él—. Te extraño. Siempre lo haré, pero debo seguir adelante. Ahora más que nunca— Tomó el anillo que estaba colgando en su cuello y lo puso sobre la lápida—. Te amo. Siempre voy amarte. El que siga sin ti no significa que vaya a olvidarte, así que ya no me atormentes, no podré olvidarte porque me hiciste feliz. Aprenderé a vivir con tu recuerdo; a respetar tu memoria; a amarte de otra manera que no interfiera con la manera que  deseo amar a Ariel. Necesito que lo comprendas— Miró el anillo. Una parte de él le decía que debía dejarlo allí, pero hubo algo en su interior que le indicó que no debía hacerlo. Sus presentimientos pocas veces fallaban por lo que volvió a tomarlo y se lo colocó en su cuello—. Gracias por todo. Volveré. Siempre volveré porque te llevaste una parte de mí, maldito bastardo, así que cuídala bien.

Escuchó los pasos de Ariel, se puso de pie con rapidez y se volvió ante su ricura que traía tres enormes ramos de flores blancas— ¡Hey! ¿Qué haces allí? Me preocupaste cuando no te vi dónde te dejé.

Alessandro caminó hasta donde Ariel y lo estrechó en sus brazos— Solo busqué un poco de sombra. Andando— Ariel giró un poco su cabeza—. ¿Allí está enterrado Misha?

—Quemé su cuerpo…

Ariel se detuvo y sacó dos flores de los arreglos— Vale, pero si hay algo de él allí quizás querrías llevarle flores.  Yo espero aquí— Las puso en las manos de Alessandro—. Es algo que debes hacer solo tú. Tranquilo.

Alessandro volvió sobre sus pasos con lentitud. Dejó las flores sobre la tumba— Estas flores no son para ti— susurró—. Tú no eres a quién yo amé. Tu  aquí solo eres…— sus labios temblaron y su voz se cortó—. Aquí solo eres Marcus Miderhive…

Alessandro se puso de pie con lentitud y miró por última vez la lapida antes de descender por la colina donde Ariel le esperaba con una sonrisa y le tendió la mano, la cual Alessandro estrechó con fuerza cuando sus dedos se entrelazaron. No quiso mirar atrás porque sentía que la persona que amó lo veía partir ahora con alguien más, alguien que era su sobrino.

***

Se hacía tarde. Había recibido hace horas un mensaje de Mapelli indicándole que Alessandro pasaría por él. Mientras siguiera pensando esas cosas era mejor para ellos. Ahora se encontraban ascendiendo colina arriba en la motocicleta, no sabía hacia donde se dirigían, pero llegaron alto, muy alto. Allí dónde apenas se sentía ya el calor de la playa. Donde las casas eran casi mansiones con sus jardines bien cuidados y exageradamente amplios, tanto que parecían un bosque.

Sin embargo  se detuvieron a una de la casa más descuidada y alejada de todas. En su momento esta debió haber sido hermosa. La maleza había crecido a límites insospechados. Habían puesto tablones de madera en las ventanas— Aquí vivía antes que mis padres murieran— dijo Alessandro mientras se apoyaba contra la motocicleta. Miró a Ariel de reojo—. Y también fue aquí dónde vivía con Misha…—Sabía que no tenía que agregar el factor que fue allí dónde lo mataron.  Ariel le miró sorprendido.

— ¿Quieres entrar?

Alessandro negó— No he podido hacerlo. He intentando más de una vez, pero no puedo— Ariel se puso a su lado—. Entra tú si quieres, solo quise enseñarte un poco más de ti.

—Hagámoslo. Juntos— Dijo con una sonrisa. Estaba allí para apoyarlo, a ayudarle a superar cosas de su pasado. Tomó las manos de Alessandro y le guió quien cada pasó que daba de mostraba vacilante—. Estaré contigo. No temas.

Alessandro asintió no muy seguro. Caminó entre la maleza que ahora se había apropiado del que antes fue un hermoso jardín. Uno lleno de rosas, unas que aún podían verse. Vio los rosales que había plantado con su madre. Una parte de él se arrepintió de haber llevado a Ariel allí. Cuando abrió la puerta se levantó una nube de polvo. Ambos tosieron.  Alessandro cerró sus ojos. Aún recordaba todo en esa casa. De la sala más de treinta pasos era ir a la cama, si eran quince a la cocina, veintidós y llegabas al baño de invitados. Dieciocho al armario. Abrió sus ojos solo para enfocarse en el armario. Tembló sin embargo caminó hasta él. Las cosas estaban tal como el día que murió Misha. No había podido tomar nada. Dejó todo tal como estaba. Abrió el armario, se fijó en Ariel que fue a la cocina. Miró el suéter que odiaba tanto, el verde botella rasposo, sin embargo no pudo evitar olerlo. Sin embargo ya no olía a Misha, solo sentía olor a polvo. Ahora solo era un suéter más. Pensó en lo horrible que era el paso del tiempo.

Salió al jardín trasero con Ariel dónde estaba un enorme árbol de fuego. El jardín se veía rojo en esos momentos a causa de las flores que habían caído— Es hermoso…

Alessandro sonrió un poco— Mi árbol favorito. Ves la casa del árbol de allá arriba— dijo señalándola— La hicimos con mi padre, bueno él la hizo yo sostuve el martillo y los clavos. Siempre quisimos hacerle segunda planta. Al final era el escondite de mi padre y  mío cuando mi madre nos quería mandar a bañar los fines de semana.

—Es un lugar precioso.

Alessandro pensó lo mismo durante mucho tiempo, pero cuando giró y notó los restos de sangre seca cerca del sofá se estremeció— Quise vender este lugar, deshacerme de todo, pero no pude. Los recuerdos, buenos y malos, que tengo están aquí; y algo me dice que debería seguir adelante y hacer nuevos recuerdos en este lugar, pero no sé cómo.

— ¿Y si yo te ayudase? —Preguntó Ariel—. Podríamos arreglar el lugar. Dejarlo como nuevo. Vivir aquí de vez en cuando. Sería otro escondite secreto. ¿Qué dices?

Alessandro sonrió a su pesar— ¿Quieres vivir donde mataron a alguien?

Ariel se encogió de hombros— Según dicen la casa donde vivía con mis padres alguien se suicidó antes de que la compráramos. Así que no le vería el problema a no ser que tú tengas uno.

Vivir allí una vez más. Quizás no era tan mala idea— Hagámoslo. Podemos vivir aquí. Ambos. Me gustaría—Además Silver Beach era la ciudad dónde más seguro se sentía—. Podríamos arreglar la casa del árbol, así cuando tú hermano o hermana crezca podría venir a jugar allí. Sé que le gustaría.

Ariel sonrió a su pesar, ilusionado— ¿Podría venir?

— Mientras no pongan peros que te meta mano— Ariel sonrió a su pesar y lo abrazó.

—Suena bien.

Sonaba muy bien para ser sinceros, pero aún tenía que solucionar muchas cosas antes de atreverse a involucrarse con una familia. Sentir que Ariel era su mundo ya era peligroso, encariñarse con más personas sería un suicidio— Por el momento empezaremos arreglando este lugar. Pondré manos a la obra, ricura, será perfecto— Quería que lo fuera. Lo besó suavemente, pero el deseo les empezaba a ganar. Sus lenguas se encontraron deseosas. Quizás demasiado. Cuando se separaron agitados sonrieron a su pesar— Deberíamos regresar al hotel, aún tenemos tiempo.

—Me encantaría…

***

Entraron en la habitación casi desnudos.  Durante todo el trayecto a la suite no habían resistido empezar a tocarse, sus manos despojaron las ropas del otro con rapidez, lo que no comprendió fue cuando Ariel lo arrastró hasta la ducha. Dejó correr el agua que en un primer momento hizo que ambos emitieran un quejido a causa de lo caliente que se encontraba. Al poco tiempo el agua tibia bañaba sus cuerpos. Alessandro tenía contra la pared a Ariel— ¿Es está mi voz llena de sexo? — Le susurró ronco al oído, Ariel gimió—. No te dejaré ir, ricura, esta vez lo haremos sin nada y voy a correrme dentro de ti. Quiero marcarte como mío. ¿Quieres que me corras dentro de ti?

—Sí. Córrete dentro de mí— susurró excitado. El agua se le empezaba a hacer fría a comparación de cómo su cuerpo ardía. Alessandro besaba su espalda mientras con una de sus manos tanteaba su entrada y la otra lo masturbaba placenteramente—. Joder, no aguantaré mucho así.

—Aguantarás porque no te dejaré salir de aquí tan fácil— Sentía su erección palpitar con fuerza al escuchar a Ariel gemir de esa manera— Se siente bien ¿verdad?

—Sí, me encanta— susurró echando su cabeza hacia atrás, Alessandro aprovechó de besarle con deseo y posesividad, apretó con más fuerza el glande de su novio y se estremeció al sentirlo ahogar un gemido contra su boca—. Hazlo ya no aguanto.

Retiró los dedos de la entrada de Ariel y empezó a frotar su ya muy dura erección contra las nalgas de Ariel, lo escuchaba gimotear ansioso por que lo poseyera, sin embargo quería volverlo loco— ¿Quieres?

—Sí, sí quiero, lo quiero todo. Hazlo— Alessandro lo movió un poco, haciendo que Ariel  apoyara una de sus manos contra la pared de vidrio de la ducha la cual ya estaba empañada. Entró de golpe, Ariel gimió con fuerza. Alessandro calló sus gemidos poniendo unos dedos en la boca de Ariel los cuales lamió excitado, ese simple gesto lo volvía loco a él también. Empezó un lento vaivén que pronto se volvió en un ritmo feroz. A veces tenía que morder un poco a Ariel para evitar que sus gemidos se escucharan con fuerza. Sus manos recorrían el cuerpo ajeno, que lo sentía retorcerse de placer. Jamás se aburriría de eso. Los sentimientos, la pasión, el deseo que despertaba en ellos. Se recorrieron al unísono. Quedaron tan agotados, sus piernas apenas podían sostenerlos.

— Ricura— susurró mientras salía del interior que había marcado como suyo. Lo giró viendo como su semen bajaba por las piernas de Ariel y tuvo que apartar la mirada de allí porque sentía que volvía a ponerse duro de solo mirar eso. Le besó con lentitud, con un deseo que jamás se iría—. Salgamos de aquí…

Sonrieron al notar como todos los vidrios de la habitación estaban empañados. Terminaron en la cama, desnudos y muy satisfechos. Sus bocas no dejaron de encontrarse hasta que cayeron en un sueño profundo.

***

Alessandro abrió los ojos y una flor roja cayó sobre su rostro. Rojo, había demasiado rojo por doquier, fue cuando notó que estaba en su casa del árbol. Había otro rojo, pero no venía de las flores del árbol. Estaba parado mirándole con una sonrisa— Hola, mi niño…

Alessandro no tuvo miedo; tampoco quiso salir huyendo, solo sonrió, como un niño pequeño. Misha se sentó a su lado y Alessandro hizo lo mismo— ¿Estoy soñando de nuevo?

—Sí y no, recuerdas que a veces las personas dicen que sueñan con alguien que murió y siempre me pregunté si sería cierto, pero nunca esperé descubrirlo estando yo del otro ladoMisha miró a Alessandro con una sonrisa llena de tristezaEsto lo más cercano a la realidad que ambos podemos estar.

— ¿Vienes a atormentarme?

—No. Vengo a decirte que tú dejes de atormentarte— Misha pasó uno de sus brazos alrededor de Alessandro—. Extrañaba estar aquí tan alto contigo. Recuerdo que más de una vez lo hicimos en este lugar.

Alessandro solo sonreía. A su pesar terminó apoyando su cabeza en el hombro de la persona que una vez amó. Misha buscó su mano y luego la besó. Aquello era algo muy propio de él— No tenemos mucho tiempo. Solo quería decirte que estoy orgulloso de ti. Hoy diste muchos pasos importantes. No sabes cuantas veces quise venir a consolarte.

—No necesito que me consuelen. Ya soy un hombre.

—Para mí siempre serás un niño— le aseguró mientras besaba los cabellos color arena de Alessandro—. Siempre serás mi niño. No importa que ahora seas más alto que yo. Ahora que has podido sacar todo lo que te atormentaba  los sueños que habías tenido pararán. Todos. Eran una manera de decirte que necesitabas expresarte.

— ¿Qué hay del sueño que tuve contigo?

—Ese no me preguntes a mí. No te odio por amar a alguien más. Te amo demasiado como para odiarte. Así que mientras seas feliz yo también lo seré, aunque no te niego que a veces mis celos destruyen más de una nube, así que tengo que mirar a otra parte.

—Lo siento…

—Te amo, mi niño, tienes que dejar de culparte de tantas cosas. Sé feliz. Puedes serlo. Yo sé que sí— Le miró a los ojos, lo extrañaba, juraba por todo lo divino que lo extrañaba tanto—. Tienes que dejar de hacer tantas locuras que no estaré siempre para protegerte.

—Sí lo estarás…

Misha sonrió a su pesar, era verdad— No te fíes tanto. No soy tan bueno todo el tiempo, sabes que cuando llegue el momento no podré evitarlo. No temas. No es tan malo.

—No debiste morir tú, hay tantas cosas que debiste decirme antes…

—No hablemos de eso. No hay mucho tiempo. Solo quería decirte que a partir de ahora todo estará bien. No más pesadillas, así que intenta ser lo más feliz que alguien tan amargado como tú pueda.

—Idiota…

Rió a su pesar, siempre reía cuando lo insultaba—Lo vez. Solo ten cuidado, no todos los que dicen ser tus aliados están de tu parte— Vio la sorpresa en los ojos de Alessandro—. No puedo decirte mucho, solo ten cuidado de los que te rodean y los que rodean a Ariel.

— ¿Y puedo matar a ése?

—No, no puedes matarlo. Aunque no quieras es de los pocos que puedes confiar.

—Siempre arruinas mi diversión.

—Eso no lo decías cuando te llevaba a la cama— susurró divertido. Le miró a los ojos y no pudo resistirlo. Lo besó. Extrañaba esos besos que casi le dieron ganas de llorar—Te amo, Alessandro. No temas amar a alguien más porque yo ya no puedo darte todo lo que te mereces— Lo besó hasta que el otro se quedó sin aire, porque él ya no respiraba—. Ya casi es hora de irme, gracias por irme a visitar a mi tumba. Quizás en algún otro momento me veas en tus sueños, aunque no quiero interferir mucho en su relación.

—Te amo, Misha...

Lo besó una última vez y sonrió a su pesar— Siempre fui Misha, Misha Miderhive. Alguna vez fui Marcus, pero esa parte de mí  murió antes que te conociera. Yo estaba muerto antes de conocerte, mi niño, tú me salvaste del peor de los males: de mi mismo— No pudo resistirlo, se inclinó sobre el cuello lo besó sin poder evitar dejarle una marca. Al ver la sorpresa en los ojos de Alessandro rió—. Ya me conoces. Siempre fui demasiado posesivo y esas cosas no se quitan con la muerte. Ten cuidado, no todos son de fiar y muchos dicen menos de lo que saben.  Cuídalos a todos por mí.

Alessandro sonrió— Siempre. Sabes que es mi especialidad.

—Lo sé, mi niño. Ven, acuéstate una última vez en mis piernas, hazme el capricho…

Alessandro no se pudo negar, si nunca pudo negarle nada a Misha en vida, menos lo haría ya muerto. Sintió como acariciaba sus cabellos—Canta— susurró mientras cerraba sus ojos—Canta una última vez…

—I walked across an empty land I knew the pathway like the back of my hand I felt the earth beneath my feet sat by the river and it made me complete— Alessandro quiso llorar al escucharlo cantar esa canción, la que también era su canción—Is this the place we used to love, Is this the place that i've been dreaming of, Oh simple thing where have you gone, I'm getting old and I need something to rely on…— Abrió sus ojos por última vez y vio que los de Misha estaban cargados de lágrimas.  —Te amo, Misha, gracias por hacerme feliz justo cuando creí que ya no había esperanzas para alguien como yo…  Lo vio tragar hondo, sin embargo solo sonrió y siguió cantando—And if you have a minute why don't we go talk about it somewhere only we know this could be the end of everything so why don't we go somewhere only we know…

 

 

 

Notas finales:

¿Algún comentario al respecto? :) gracias a todos los que me leen y por su infinito apoyo :) El siguiente cap será el lunes ¿creen que logré superar aunque sea un poco los caps anteriores? :) Un beso feliz fin de semana!


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