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El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos! He aquí una nueva entrega de EDC :P Los reviews aún no están contestados la U me tiene demasiado atareada, solamente he respondido los reviews del capítulo anterior que contenían preguntas concretas y que no eran spoiler :B así que ...¡Solamente!

Habían pasado diez días desde que la familia Miderhive tenía dos nuevos miembros en su familia. El doctor Rosell había aconsejado a Ariel que dejara su madre esos días en el hospital mientras él tomaba decisiones sobre qué hacer ahora que tenían un miembro sorpresa en la familia. Además al estar allí, rodeada de personas, evitaba la depresión post parto que muchas mujeres experimentaban. Ariel agradecía de todo corazón toda la ayuda que le brindaba el doctor.

Al final se convenció que había hecho lo correcto, a pesar que eso le apretara más el bolsillo. Había tenido que pedir a Dante adelantado la paga de ese mes y aunque le costara aceptarlo tuvo que disponer de dinero de parte de Alessandro para costear los costos que implicaban que su madre estuviera ingresada en el hospital, más los gastos que corría por Civella. En su mayoría, las personas tenían un seguro de vida, pero su padre al “trabajar” para los halcones obviamente no disponía de ese tipo de beneficios, así Ariel tenía que ingeniárselas.

En un primer momento estaba cegado por la felicidad ante la idea de no solo tener un nuevo hermano, sin embargo la llegada de Naomi también le implicaba nuevos dolores de cabeza, no obstante él estaba feliz con sus nuevos hermanos. Su madre en general estaba también muy bien. Sus amigas del club de lectura y de la iglesia iban constantemente a visitarla, llevaban obsequios como baberos, mantillas y ropa para los bebés.

Ariel estaba abrumado por las miles de cosas que un bebé podría necesitar, jamás pensó que serían tantas. Su vida nuevamente estaba pasando por una etapa de cambios muy bruscos, pero cada vez que se encontraba con aquellos ojos verdes y esa sonrisa que le dedicaba su novio le hacía sentir que de alguna manera todo iba a salir bien.

Alessandro tampoco las tenía fáciles con el cargamento que recibirían a finales de esa semana. Estaba sumamente ocupado con los detalles finales los cuales guardaba recelosamente.  Sin embargo siempre conseguía tiempo para explicarle las materias que no comprendía y aún más importante: ir a visitar a su madre, a la cual se estaba ganando a un paso impresionante, al día siguiente había llegado con un enorme ramo de flores que casi hacía a su madre llorar de la felicidad, aunque últimamente estaba muy sensible así que casi siempre quería llorar por todo lo que le sorprendía.

Al día siguiente le darían de alta a Emily, por lo que Ariel se había saltado las clases a pesar de las protestas de Alessandro, pero la verdad tenía que arreglar la casa para poder recibirla. Nunca había sido particularmente bueno haciendo la limpieza del hogar, para ser sinceros antes de que fuera a vivir con Alessandro él nunca lo había hecho, sin embargo iba aprendiendo de a poco.

Se miraba asimismo meses atrás donde apenas y podía hacer alguna labor con suerte, ahora era capaz de hacer toda la limpieza de la casa, lavar la ropa sin arruinarla por mezclar colores claros con oscuros, incluso había mejorado muchísimo con la cocina con ayuda de Hamid quien no perdía oportunidad de enseñarle nuevos platillos. Quizás ante los ojos de muchos no eran grandes motivos para celebrar, pero él se sentía mucho más independiente y capaz.

En esos momentos estaba en la que anteriormente había sido su habitación. Hacía una hora había terminado de darle una nueva capa de pintura a las paredes. Sabía que eran gastos demás, pero no podía resistirse a consentir a sus hermanos. Quería que sintieran que en verdad estaban siendo bien recibidos, al principio la noticia del embarazo le había sentado fatal e incluso había pensado que eso nunca debió haber sucedido. Ahora que los veía con sus sonrisitas se sentía sumamente culpable por haber pensado de esa manera, así que quería enmendar todos los errores que había cometido.

Miró una vez más la habitación que ahora se encontraba pintada con colores pasteles; rosa y celeste; alternados en la paredes. Salió con cierta dificultad, puesto que su escritorio, el ropero, y la cama hora yacían en el estrecho pasillo. Ariel no pudo evitar pensar que hasta cierto punto los gemelos habían llegado de improvisto. La casa solo contaba con dos habitaciones propiamente dichas en la segunda planta, cada una con su baño, en el piso de abajo solo estaba la sala, la cocina, el baño de invitados y un pequeño estudio que servía más para bodega. Ahora que veía todas sus cosas amontonadas en el pasillo sentía que en verdad ya no había lugar para él en ese lugar.

Bajó por las escaleras y miró no sin cierta nostalgia la que fue su casa, no es que estuviera siendo echado, pero una parte de él le decía que su ciclo en ese lugar ya había terminado. Aún siendo consciente de eso no pudo evitar botar la mayoría de cosas que había en la improvisada bodega para hacerse un pequeño lugar en su hogar. Estaba intentando bajar el escritorio con las escaleras cuando la puerta de la entrada se abrió y se encontró con la mirada confundida de Alessandro— ¿Qué demonios estás haciendo?

Ariel estaba tendiendo con todo su cuerpo el escritorio a mitad de las escaleras evitando que lo aplastara— ¿Qué no es obvio? De repente tuve un impulso suicida y el arma es este escritorio…—dijo con dificultad. Alessandro se apresuró a quitarlo y a terminar de bajar el escritorio de las escaleras—Gracias…

—Debiste esperarme para hacer estas cosas— Le retó—. Solo a ti se te ocurre querer hacer todo tú solo.

—Tú haces todo tú solo— se quejó.

Alessandro sonrió a su pesar— Sí, pero yo llevo haciendo las cosas de esa manera por más tiempo. ¿Hay algo más que necesitemos bajar?

—Mi cama y el ropero.

—Entonces manos a la obra.

Tardaron una hora en dejar todo bien acomodado en el estudio, apenas había lugar para moverse — ¿Seguro que no quieres llevar estas cosas a nuestro escondite o al departamento?

Ariel negó con la cabeza. Alessandro notó que a su novio le sucedía algo. A veces creía que también él estaba sufriendo la depresión post parto—Hey, ¿qué sucede?

Ariel se sentó en la cama y Alessandro jaló la silla del escritorio para quedar sentado frente a él— Es solo que siento que ya no hay un lugar aquí para mí— Empezó a juguetear con sus manos—. No es que no esté feliz con Naomi y Chris, es solo que en la familia siempre solo fuimos tres y ahora de repente somos cinco.

—La familia creció rápido, es normal que te sientas abrumado por tantos cambios.

Alessandro posó una de sus manos sobre las de Ariel, que no dejaban de moverse— Es que cuando vi todas las cosas fuera de mi habitación sentí que en verdad ya no tengo un lugar aquí y yo soy el que se niega a aceptarlo— Alessandro le hizo alzar la mirada y solo sonrió—. ¿Soy muy infantil?

Recibió un beso, que le hizo sonreír a su pesar—No. No me lo pareces, en absoluto, es como cualquier persona normal debería sentirse— Acarició sus mejillas—. Son demasiados cambios, tómate tu tiempo para asimilar las cosas. Creo que deberías quedarte con tu madre estos días que ella estará en reposo. Ella te necesitará y creo que a ti también te vendrían bien quedarte para que veas que siempre tendrás un lugar en esta casa, aunque en estos momentos no lo veas así.

Ariel sonrió a su pesar— ¿Te estás deshaciendo de mí?

—No, pero quiero que estés bien— Le aseguró—. Ambos necesitan volver a afianzar su relación.

— ¿Y te voy a hacer falta? — Preguntó con una sonrisa maliciosa— ¿O solo el sexo sin control?

Alessandro sonrió y mordió los labios de su ricura— Tú. El sexo sin control es un plus a lo que me das. Así que te dejaré aquí unos cuantos días, pero no quiero que olvides que tienes un lugar en mi vida y debes hacerte cargo de los posibles efectos negativos que desencadene tu ausencia.

Ariel no borró su sonrisa— Me haré cargo. No te preocupes. Eres el mejor novio que alguien podría tener. Lo sabes ¿verdad?

—No, en realidad esta vez no lo sabía— Acarició el rostro de Ariel—. Es bueno saber que tengo una cosa más en la que puedo presumir que soy bueno.

—Eres un presuntuoso de primera.

—Lo sé, pero así me amas— Le besó una vez más con ansia—. ¿Hay algo más que debamos hacer antes que te haga mío?

Ariel río a su pesar al sentir como lo iba acostando en la cama— Sí. Hay mucho que hacer. Perdona, pero tendremos que esperar— Lo escuchó gruñir bastante frustrado—. Lo siento en verdad. Te compensaré en la noche.

— ¿Puedo amarrarte a mi cama entonces?

—Seguro, solo si eres bueno y me ayudas en lo que necesito.

—Yo creo que necesitas ayuda con un problema que empieza surgir abajo— Le susurró contra los labios mientras sus manos se deslizaban por el cuerpo de Ariel.

—Puede esperar— le aseguró mientras intentaba sentarse. Vio bufar molesto a Alessandro, sin embargo sabía que el enojo se le pasaría dentro de unos minutos. Ariel  no podía evitar pensar que maravilloso era poder conocer a esa magnitud a otro—. Anda. Ven quiero enseñarte lo que he hecho—Lo guió hasta la segunda planta y le mostró como había quedado pintada la habitación— ¿Y bien? — Preguntó ansioso— ¿Crees que a los gemelos les guste?

Alessandro examinó todo el lugar y sonrió satisfecho— Has hecho un buen trabajo. ¿Qué sigue ahora?

—Esperar que se seque todo, pero tenemos que ir a comprar las cunas y todas esas cosas. ¡No tienen nada! Creía que contaba al menos con una semana más, pero al parecer los bebés estaban ansiosos por nacer.

— ¿Tenemos que ir? — Preguntó alzando una ceja.

—Sí, anda no seas malo. Acompáñame. ¿Sí? ¡Será divertido!

Alessandro lo miró como si se hubiera vuelto loco— Ariel, no sé si lo recuerdas, pero no tengo experiencias en esas cosas. Puedes llevarme a una tienda de armas y consideraría eso divertido e incluso podría darte varios consejos, pero que me quieras llevar a elegir cosas para los bebés es como pedirle a un vegetariano que vaya a una carnicería por medio kilo de carne para bistec.

Ariel se cruzó de brazos—  No seas tan dramático. Solo son cosas para bebés.

—Ariel, no me pidas que vaya contigo a comprar cosas de bebé porque no voy a hacerlo.

***

Terminaron de preparar los paquetes que entregarían en San Peter. Era un pedido bastante grande, casi medio kilo de coca para una fiesta de no sabían que niño rico. Lamire miró de reojo a Lyosha que fastidiaba a Lupo, para variar, lo veía reírse a expensas del halcón. Desde que habían discutido a causa del chico, Will, sentía que las cosas no habían vuelto a ser lo de antes. Y él, Lamire, empezaba a creer que ya no tenía fuerzas para luchar por Lyosha. Lo amaba, es cierto, pero cuando el amor es unilateral  era difícil mantener las esperanzas de que todo fuera mejor.

Subieron a la Hummer y fueron a cobrar la renta de aquellos locales que estaban en su territorio. Un día normal en la vida de los halcones. Incluso en ese  trabajo, si es que debía llamársele de esa manera, no se escapaba de la monotonía. Vendían droga, cobraban renta para seguir financiando sus negocios, a veces tenían que despistar a la poli, incluso pagaban a ciertos tipos para que dieran información falsa sobre ellos para despistarlos más.

Lamire empezaba a creer que no existía un trabajo fuera de serie, incluso los más extremos tenían su propia dosis de monotonía. Se detuvieron frente al hospital, Lupo bajó no sin antes mirar a Lyosha— ¿No ibas a ver a Ethan?

El español sonrió algo avergonzado— Acabo de recordar que tengo que ir a hacer unos pagos. Ya sabes, el que seamos súper geniales, no me excluye en pagar el agua y la luz de mi apartamento. Vendré más tarde a verlo— Lupo solo asintió antes de perderse en el gran hospital. Lamire arrancó, sin embargo no pudo evitar fruncir un poco el ceño cuando pasaron a la par del Bentley de Dante.

—Deberías de superarlo— Dijo lo suficiente alto para que el español le escuchara—. Lo de Dante. No puedes evadirlo para siempre— Lamire sabía muy bien que desde el incidente con Lyosha, Dante había llamado al español en más de una ocasión para intentar hablar con él. También había intentado hablarle cuando fueron a ver a los hijos de Civella, pero Lyosha se mostraba reticente a verlo—. Deberías de dejar de ser tan infantil y decirle que aún no lo superas y que deberían de dejar de verse por un tiempo.

Lyosha se sorprendió de escucharlo hablar así. Sabía que Lamire no era  alguien que fuera demasiado expresivo, pero la frialdad con que le decía esas cosas le hizo molestarse— Ya lo he superado, segundo no lo estoy evitando, tercero soy yo quien va a decidir lo que quiera con su vida, así que deja de meterte en la mía.

Lamire apretó con fuerza el timón. Últimamente cada vez que cruzaba palabra con el halcón era para discutir— Lyosha, solo intento ayudarte…

—No necesito tu ayuda, Lamire, muchas gracias— Lo cortó el español molesto cruzándose de brazos—. No si vas a decirme lo que tengo que hacer. Así que puedes ahorrártelo.

Estacionó la Hummer, intentaba controlarse. Sin embargo esa actitud del español que rayaba en lo infantil lo hacía perder la cabeza— ¿Estás molesto conmigo por algo? — Soltó de repente mirándole a los ojos— Porque desde que te descubrí con ese mesero en Tabú estás actuando raro conmigo.

—Estoy actuando raro contigo desde hace mucho, para tu información…

— ¿Y por qué? — Lyosha no ayudaba y él no era bueno con las palabras— ¿Es por lo que pasó entre nosotros? — Preguntó finalmente perdiendo la paciencia— ¿Acaso te arrepientes? ¿Tan mal estuve?

Lyosha abrió la boca pero nada salió, empezó a balbucear incoherencias— Ese tema no tiene cabida en esta conversación, Lamire.

— ¿Entonces por qué estás actuando así conmigo? No comprendo nada.

—No hay nada que comprender— Lo cortó Lyosha—. No intentes comprenderme porque vas a perder tu tiempo— Apoyó sus pies en el tablero de la Hummer y desvió su mirada, sin embargo la de ambos se encontraron por el vidrio polarizado—. ¡Deja de mirarme así! — Alzó la voz furioso.

Lamire la desvió sin decir nada y arrancó la camioneta. Durante el camino ninguno dijo nada. Cuando llegaron al apartamento del español pensó que se bajaría rápidamente y azotaría la puerta, porque esa era una actitud muy de Lyosha. Sin embargo no se movió. Lamire tampoco dijo nada para que se saliera.

Sus miradas volvieron a encontrarse a través del cristal— Te odio. ¿Lo sabes? Por eso es que actuó así contigo últimamente— Lamire no dijo nada, solo le miraba a través del cristal. Lyosha tragó hondo ante la intensidad de la mirada del otro—. ¿Acaso has escuchado lo que acabo de decirte?

—Has dicho que me odias…

— ¿No vas a decir nada al respecto?

—No— Dijo el coreano sin inmutarse—. Me odias. No hay nada que pueda hacer al respecto, excepto quizás evitarte malos ratos con mi compañía.

— ¡Maldita sea, Lamire! — Gritó furioso girándose hacia el coreano y golpeándole en el pecho— ¡¿Podrías dejar de ser, por cinco segundos, tan centrado y maduro?! — Volvió a pegarle, pero Lamire no se defendía— ¿Qué no ves que eso es lo que odio de ti?

—Lo siento…

— ¡Deja de sentirlo! ¡Solo me dan ganas de matarte! — Sus manos temblaban sobre la ropa del coreano—. Te odio. Te odio porque me has visto como nadie nunca antes, porque descubriste que soy débil. Yo no puedo darme el lujo de ser débil. No debería estar mal porque un hombre no me quiere y sin embargo lo estoy. Debo parecerte muy insignificante ¿verdad?

Lamire miró esos ojos miel brillar turbados—No…— Estiró la mano hasta asir la nunca de Lyosha y atraerlo a él para que sus labios se juntaran. Sus bocas se encontraron ansiosas, sus lenguas se acariciaron ya sin ninguna vergüenza.

 Lyosha mordió los labios de Lamire con fuerza hasta hacerlos sangrar, de alguna manera quería hacerlo pagar por haber descubierto que no siempre era feliz, que no su vida era perfecta, que sufría por amor. Se separaron agitados se miraron a los ojos confundidos— ¿Qué? Vas a tener sexo conmigo otra vez para que me olvide de mis problemas por unos minutos ¿Tanta lástima te doy?

Lamire bajó el asiento de asiento de Lyosha dejándolo recostado. Apagó la Hummer, dejando solo encendido el aire acondicionado, por fortuna el polarizado de la camioneta era lo suficiente fuerte para que nadie viera lo que pasaba adentro—No. Voy a hacerlo porque me importas— No dejó que el otro le reprochara, al siguiente minuto besaba sus labios con deseo y sus manos ya se iban al sur del cuerpo del español.

***

Entraron a la tienda y lo primero que pensó Alessandro era que eso iba contra todos sus principios— No puedo creer que haya venido contigo a comprar cosas de bebés— Dijo mirando de una manera asesina a Ariel.

—Anda será divertido— Dijo Ariel arrastrándolo por la enorme tienda.

—Divertido será cuando te dé  por el culo toda la noche— Exclamó Alessandro demasiado alto, lo que provocó que más de una persona se les quedara viendo, en su mayoría mujeres embarazadas que les miraban indignados—. ¡¿Qué?! No me digan que sus esposos no les dan por allí, malditos puristas…

— ¡Alessandro! — Chilló Ariel alarmado arrastrándolo a uno de los pasillos ante las miradas indignadas de las mujeres— ¡¿Estás loco?!

Alessandro se encogió de hombros— No me eches la culpa. Esas tipas son demasiado mojigatas. Ya terminemos con esto.

Ariel estaba ardiendo de vergüenza. Sin embargo sabía que pelear con él no serviría de nada, porque Alessandro era Alessandro y nunca le había importando mucho lo que los demás tuvieran para decirle— De acuerdo— Dijo mientras empezaron a caminar por los pasillos, sin embargo no encontraba por dónde empezar. Eran demasías cosas.

Alessandro iba con sus manos detrás de la nuca mirando al vacío. Luego de unos minutos empezó a perder la paciencia— ¿Y bien?

—No me presiones. No sé por dónde empezar. ¿Alguna idea?

—No me mires a mí. ¿Tengo cara de padre de familia?

—No. Definitivamente no, pero deberías interesarte un poco por lo que vamos a comprar.

—Sí claro, porque ahora somos padres de gemelos y debemos criarlos hasta que terminen la universidad ¿verdad? — Nuevamente la gente se les quedó mirando sorprendida. Alessandro empezaba a sentirse molesto por esas miradas— ¿Qué? ¿Cuál es su problema? ¡Alquilamos un vientre y ahora tenemos dos gemelos pelirrojos! ¡¿Y qué?!

— ¡Alessandro! — Gritó Ariel molesto esta vez sacándolo de la tienda— ¿Qué demonios te pasa?

— ¡Te dije que no quería venir aquí en primer lugar! Fuiste tú el que me trajiste hasta acá. A mí no me importan esas cosas.

Ariel le miró bastante dolido —Bien, ya comprendí. No te importa nada que no sea mi culo.

—Ariel no empieces a exagerar…

Apretó sus labios con fuerza— Lo siento, pero se trata de mis hermanos y creí que podrías interesarte aunque sea un poco por ellos, porque son parte de mi felicidad— Alessandro le tomó del brazo, pero este se zafó—. Puedes irte si quieres. De seguro tienes cosas más importantes que hacer— Se giró y entró directo a la tienda una vez más.

Alessandro se echó los cabellos para atrás y empezó a maldecir por lo bajo. Miró la hora, la verdad es que no tenía mucho tiempo y aunque sonara cruel tenía cosas más importantes que hacer; cosas que significaban la diferencia entre la vida y la muerte. Sacó su móvil e hizo unas llamadas antes de volver a entrar a la tienda. Varias de las dependientas le miraron bastante mal, pero a él le daba igual, ya estaba acostumbrado a esas miradas, si vieran el arma que llevaba bajo la cazadora de seguro se iban a escandalizar.

Empezó a ver los trajes que había: de marinero, de bombero, de policía. ¿Es que los bebés iban a una fiesta de disfraces diaria? Se encogió de hombros antes de seguir buscando. Demasiada ropa para su gusto con una serie de números que no podía comprender. Una señora se acercó a él— ¿Primerizo? — Alessandro miró confundido a la mujer, era bastante mayor—. Tiene cara de primerizo— Alessandro no dijo nada al respecto—. Mire, le explico. La ropa está aquí por meses, esos son los números que hay en los percheros. Le sugiero que no compre ropa muy cara porque los bebés crecen muy rápido los primeros meses y sería un desperdicio de dinero.

—Gracias— Dijo algo confundido.

La mujer sonrió— No se preocupe. Yo ando acompañando a mi hija a comprar estas cosas. No es algo que uno sepa de buenas a primeras, se aprende con los años.

Alessandro asintió no muy seguro tomó un par de ropa— Esta es para recién nacidos ¿verdad?

La mujer asintió— ¿Y ya sabe que va a hacer?

—Son gemelos. Un niño y una niña.

—Serán preciosos más con un padre tan guapo como usted. Ojalá mi hija tuviera hijos con sus genes— Dijo la mujer mirándole de arriba abajo, deteniéndose más de lo debido en sus partes bajas—. Bueno tengo que irme a pagar esto. Suerte con los niños.

—Gracias— repitió Alessandro extrañado. ¿Esa mujer le acababa de insinuar que quería sus genes para sus nietos? Se encogió de hombros y fue a buscar a Ariel. Lo encontró en el pasillo de los biberones. No comprendía por qué habían tantos y de tantas formas. Así que se limitó a irlo abrazar por atrás haciéndolo sobre saltar— Lo siento, ricura…— Besó su cuello—. No quise que pensaras que no me interesa tu familia.

Ariel no se movió— No, perdóname tú a mí. No debí haberte dicho esas cosas. No cuando sé que no te interesas solo en mi culo— Alessandro reprimió una sonrisa—. Es solo que quería que me acompañaras en esto, es importante para mí.

—Lo sé— Le aseguró  mientras aún a sus espaldas estiraba los brazos para que viera la ropa que había elegido—. ¿Te gustan?

Ariel ladeó un poco el rostro y no pudo evitar sonreír antes de besarlo— Me encantan.

—Espera que Chris tenga uno o dos años para que le regale su primera chaqueta de cuero.

Ariel no pudo evitar reír— Ya quiero verlo— Se giró aún con su sonrisa palpable—. Ahora ¿te importaría darme una mano? No sé porqué hay demasiados biberones y al parecer todos tienen algo de especial.

—No tengo idea de porque hay tantos, pero sé de alguien que sí— Su teléfono empezó a vibrar—. Y justo viene entrando —Dijo mientras alzaba la mano para indicarle de su presencia.

—En verdad, Alessandro, creía que me estabas tomando el pelo— Tessa Di Ferrer entró en la tienda —. ¡Tú en una tienda para bebés! Estoy ante la escena más surrealista de mi vida— Se fijó en Ariel que solo sonreía—. Hola, Ariel. Vengo a salvarlos porque en verdad ustedes dos no van a hacer nada. Vayan a ver los cochecitos, la ropa y las cunas que es lo único que se les puede confiar a los hombres. Dejen que yo me encargue del resto.

***

Los vidrios de la Hummer estaban completamente empañados. Lamire aún yacía en el interior de Lyosha a pesar que hacía mucho se habían corrido. En medio de la tranquilidad pensó que tendría que llevar la camioneta a lavar antes de la misión de la noche. Besó los labios de Lyosha una vez más, quien estaba desnudo y adormitado— ¿Ya no me odias?

—Cállate…

Lamire sonrió a su pesar y besó el pecho del otro— ¿Tomo eso como un sí? Si no tendré que hacértelo hasta que dejes de odiarme— Salió del interior de Lyosha.

—No te odio, Lamire. En realidad nunca debí haberte tratado así. Es solo que no estoy acostumbrado a comportarme así. Este no soy yo.

Lamire quitó los risos que caían en la frente de Lyosha— O quizás siempre fuiste de esta manera y no querías aceptarlo.

—Espero que te equivoques— Susurró. Miró el reloj de la Hummer—. ¿Quieres subir a ducharte?

—Sí. Gracias…

Empezaron a recoger la ropa que estaba por toda la camioneta— Gracias a ti, por preocuparte por mí. Jamás había tenido un amigo como tú. En verdad eres el mejor, bonito, y eso incluye el plano sexual.

Lamire forzó su sonrisa. Amigo. Una vez más tuvo que reprimir sus impulsos suicidas. Sin embargo no fue capaz de corregir a Lyosha diciéndole que él quería ser algo más que su amigo.

***

La luz lo cegó en un primer momento, pero empezaba a acostumbrarse a ese tipo de sensaciones. El doctor lo estuvo examinando por más de diez minutos— Bien, señor Lenz, creo que está listo para que le demos de alta.

— ¿Es enserio? —Preguntó emocionado— ¡¿Ya puedo irme?!

El doctor río— Paciencia, mañana. Mañana le daremos de alta, pero lo más recomendable es que guarde reposo lo que resta esta semana y alguien se quede cuidando de usted.

Ethan se tensó al escuchar eso— Yo puedo cuidarme solo…

—Seguro que sí, pero esta vez no puede ser así. Tengo que asegurarme que su recuperación será plena.

—No me pueden estar cuidando las veinticuatro horas del día…

—Entonces lo mejor será que se quede aquí hasta que me asegure que no sufrirá ninguna recaída.

Ethan le miró como si se hubiera vuelto loco— No puede retenerme aquí.

Dante se acercó a Ethan— Podrías quedarte conmigo— Propuso con una sonrisa—. Allí no te faltaría nada. Yo me haría responsable de ti.

—Es buena idea. Yo no podría estar pendiente de ti todo el día— Confesó Lupo.

Ethan les miró no muy convencido, Dante lo notó— Sino te parece buena idea o no te sentirás a gusto en casa puedes decírmelo.

—No, no es eso. Es solo que…

Dante suspiró— No eres una carga, Ethan. Debes dejar de pensar así de ti mismo. No lo eres.

—Dile eso a mi madre—susurró sin poder evitar sonar dolido.

El doctor al ver la situación dijo que vendría más tarde. Dante se sentó a la orilla de la cama— Ethan, no eres una carga…

Sonrió con amargura— Claro, solo soy un error, ni siquiera debería haber nacido…

— ¡Deja de hablar así en este instante! — Lupo alzó la voz, Ethan le miró sorprendido—.  No digas esas cosas de ti. No quiero oírlo  ¿Me entiendes? Maldita sea, Ethan, madura y deja de prestarle la atención a lo que los demás piensan de ti. ¡Lo único que importa es lo que tú pienses de ti! ¿Has entendido?

—Sí…

Lupo solo asintió— Bien. Entonces te quedarás con Dante, así yo podré irte a visitar. No es bueno que estés solo. Iré a buscar al doctor para informarle lo que has decidido— Así sin más salió de la habitación.

Ethan no dijo nada. Dante buscó la mano del otro y la apretó con cariño— Ethan. Sé que Lupo no es bueno en esas cosas, pero solo estamos preocupados por ti. No es justo que te sientas de esa manera. Tú nunca has sido un error. Eres demasiado perfecto como para ser un error.

A su pesar Ethan sonrió— No soy perfecto…

—Para mí si lo eres. Y el que estés en mi vida hace que cada día sea perfecto.

— ¿Aún cuando sea un retrasado y no pueda recordar la mayoría de cosas?

Dante frunció el ceño— No eres un retrasado y estás mejorando mucho.

Ethan le dio la razón. Ahora era capaz de retener por más tiempo las conversaciones y era capaz de recordar detalles por horas. Sin embargo seguía teniendo problemas para memorizar información. Ese detalle era el que más le preocupaba y si ya no podía recordar nada ¿tendría que renunciar a todos sus sueños?

— ¿En qué piensas? — Preguntó con amor Dante—. A veces quisiera meterme en esa cabeza tuya, para poder decirte preocúpate por esto o no les des importancia a lo otro—  Amaba a Ethan. Había caído rendido bajo sus encantos  en tan poco tiempo que se sentía abrumado. Él, quien casi nunca sentía más que atracción física por las personas ahora se sentía sentimentalmente atado a Ethan. Lo amaba. Sin embargo no estaba seguro si el otro en todo este tiempo había aprendido a amarlo o se había dado cuenta que solo lo quería como amigo.

— ¿Estás seguro que no seré un estorbo en tu casa?

—Nada me haría más feliz que tenerte cerca de mí las veinticuatro horas del día.

Ethan sonrió a su pesar— ¿No te aburrirás?

— ¿De ti? Imposible. Ya verás que no nos aburriremos.

Se sonrojó un poco, quizás su cuerpo aún no se había calmado de la revolución de hormonas que había estado experimentando puesto que aquella simple frase le sonó con grandes implicaciones sexuales implícitas.

—Gracias. Si te aburres de mí siempre puedes echarme a la calle. No te preocupes.

Dante lo atrajo a él y lo besó con amor—No seas tonto, lindura, del único riesgo que corres es que me enamores a tal punto que no quiera dejarte ir después.

—Creo que puedo correr el riesgo— Susurró con una sonrisa mientras acariciaba el pecho de Dante—. Y lamento ser tan inseguro a veces…

—No te preocupes. Te amo, quiero que este amor que tengo por ti sirva para darte la confianza que necesitas. Eres tan perfecto para muchos, Ethan, pero no te valoras a plenitud. Quiero ayudarte a descubrir lo maravilloso que eres. Voy a demostrártelo.

***

Hacía tres horas que habían ido a comprar las cosas para los gemelos. En esos momentos el camión de la tienda estaba terminando de descargar todo. Ariel se sentía agradecido y a la vez bastante comprometido con Tessa puesto que le había regalado un precioso cochecito para los gemelos; por su parte Alessandro había comprando las cunas de los gemelos. A veces no comprendía cómo su novio tenía tanto dinero. En un primer momento creyó que  lo gastaba a diestra y siniestra, pero al parecer era un excelente administrador.

Les indicó donde poner todo. La habitación lucía bastante estrecha ahora. Principalmente  porque había sido ante la insistencia de Alessandro de comprar lo que había descubierto que se llamaban cama cunas, así los gemelos podrían usarlas por más tiempo. Miraba encantado la habitación. Había comprado bastantes juguetes para sus hermanos. Estaba ordenando todo cuando notó a Alessandro caminar de un lado a otro por el pasillo, lucía tenso, bajó las escaleras. Ariel les indicó con rapidez donde debían poner las últimas cosas antes de bajar por las escaleras. Buscó a Alessandro el cual estaba dando gritos en la cocina. En esos momentos en que era Morello se sentía intimidado. En verdad era aterrador, tragó hondo. No le gustaría estar del otro lado del teléfono.

Lo vio intentando tranquilizarse cuando los de tienda se despidieron puesto que habían terminado de subir las cosas. Ariel fue a despedirlos hasta la puerta. Cuando volvió con Alessandro supo que algo no debía ir bien— ¿Qué sucedió?

Morello, porque en esos momentos era quien tenía enfrente, lucía furioso— Problemas, para variar. Voy al hospital, tengo que hablar con Lupo. ¿Irás a ver a tu madre?

—No, me quedaré aquí terminando de arreglar todo.

Alessandro asintió— Te veo luego— Iba a salir así sin más cuando Ariel lo tomó del brazo y lo atrajo para besarlo—. Ten cuidado. Todo se va a solucionar ¿verdad?

Morello no cambió su expresión— Hablamos más tarde.

Ariel se quedó con un nudo en su garganta. Siempre que tenía esa mirada temía lo que pudiera sucederle. Su vida era demasiado peligrosa, vivía siempre al límite. Tenía miedo de perderlo justo cuando todo parecía tan perfecto en ellos.

***

Lamire entró a la habitación, por fortuna la escena era tranquila. Di Ferrer viendo la televisión mientras Ethan dormía. Lupo parecía leer alguna revista de automotriz, este último fue el primero en notar su presencia— ¿Te ha llamado? — El coreano asintió— ¿Dónde está Lyosha? — Sintió la mirada de Dante—. Está en la cafetería, dijo que tenía hambre. ¿Deberíamos ir al PS?

—No. A la guarida. Andando— Lupo se puso de pie y le encargó a Dante que cuidase se Ethan— ¿Qué pasa, Lamire?

—Adelántate— Lupo lo miró extrañado, pero se encogió de hombros—. Di Ferrer, necesito hablar contigo.

Dante le miró extrañado, pero asintió. Apagó el televisor y salieron de la habitación— ¿Es sobre Lyosha? — Preguntó una vez la puerta estuvo cerrada.

Lamire no respondió en un primer momento. Simplemente miró a Dante y comprendió porque Lyosha se había fijado en alguien como él. Era alto, tenía un cuerpo bien definido, con unos ojos bastante enigmáticos, tan jodidamente rubio que parecía que brillaba, ante sus ojos el tipo era perfecto. No era que de repente le gustase Di Ferrer, sin embargo competir contra él,  incluso cuando este no estaba interesado en Lyosha, era casi imposible. Además de que vestía muy bien y tenía miles o quizás millones en el banco.

Y él, no tenía nada, no era ni alto ni bajo, simplemente promedio, con ojos negros un color común, así como su cabello negro que era la cosa más ordinaria del mundo. No vestía ropa de marca como Di Ferrer o Lyosha. Mucha de su ropa era comprada en tiendas de segunda mano donde no iba tanta gente, a Lamire no le gustaba la gente, era bastante antisocial. Dante seguía esperando una respuesta, pero en su mente solo había espacio para sus pensamientos que le decían que él jamás tendría oportunidad con Lyosha. Dante parecía una supernova, metafóricamente hablando, él a lo sumo aspiraba a ser un eclipse solar, el cual a lo lejos se alcanzaban ver destellos de luz, pero él se consideraba más oscuridad.

No tenía una personalidad impactante, en realidad no había nada impactante en él. Sin embargo ahora deseó tener algo que lograse atraer a Lyosha, pero no encontró nada. Quizás estaba condenado a permanecer en la línea de un amigo con beneficios.

— ¿Lamire?

—Seguí tu consejo…

Dante lucía francamente sorprendido, incluso sonrió, Lamire odió esa sonrisa porque tenía una curvatura perfecta, sus dientes eran perfectos. ¿Es que el tipo tenía que ser tan perfecto? — ¿Le has dicho que estás enamorado de él?

—No…

Los ojos de Dante se abrieron al máximo por la sorpresa— ¿Te has acostado con él? — Lamire pudo percibir cierta nota de celos, pero comprendió que eran los celos que siempre quedaban después de que una relación ha finalizado y las partes quedaban en buenos términos.

—Recé primero y no funcionó…

Dante se echó hacia atrás sus cabellos— Tú sigues las cosas al pie de la letra ¿Verdad? — Lamire asintió— ¿Qué pasó?

—Lyosha cree que me acuesto con él porque le tengo lastima.

— ¿Lástima? ¿Estamos hablando del mismo Lyosha? Porque el que yo conozco jamás inspiraría lastima.

—Él aún siente cosas muy fuertes por ti y yo no puedo competir con eso.

Dante lució bastante incómodo con esa confesión— Yo no lo sabía. Creí que ya estaba en el olvido.

—Lyosha puede pretender que está perfecto con facilidad, pero la verdad es que todo lo negativo lo reprime o intenta olvidarse de eso mediante el sexo.

— ¿Quieres que hable con él?

—No. Quiero que me digas cómo hiciste que se enamorara de ti. Quizás funcione conmigo, quizás tenga alguna oportunidad de hacerlo feliz…

Dante jamás había conocido a una persona que desde el principio se viera tan determinada a hacer feliz a alguien. Comprendió que el amor de Lamire por Lyosha era completamente desinteresado, no buscaba buen sexo o las miles de cosas que el español podía ofrecer, simplemente quería hacerlo feliz. En verdad Lamire era lo que Lyosha necesitaba, aunque este último aún no se hubiera percatado.

—Tienes que decírselo. Dile que lo amas. No hay otra opción. Incluso yo en su momento tuve que hacerlo.

—Creí que solo se acostaron y el amor vino después.

Dante se apoyó contra la pared más cercana y metió sus manos en la chaqueta— Exacto. Ambos fuimos descubriendo que sentíamos más de lo que en un principio esperamos y sin embargo, Lyosha no es de los que dan el primer paso para cuestiones románticas— Miró los ojos negros de Lamire que estaban atentos a todo lo que decía—. Al final fui yo quien decidió arriesgarse. En cambio tú, ya lo amabas incluso antes que él te poseyera…

—Fue al revés…

Dante le miró anonadado. Sin embargo notó la verdad en los ojos de Lamire—Maldito bastardo, se suponía que no dejaba que nadie se lo hiciera en la primera vez— Lamire no pudo evitar tener, a su juicio, el ridículo pensamiento de sentirse especial aunque sea unos segundos—. El punto es que tú ya sentías algo. Así que debes decírselo y sobretodo demostrarle con  acciones concretas que tú harías lo que sea por él. ¿Entiendes?

— ¿No hay otra manera?

—Con Lyosha solo hay un camino que seguir. Podría decírselo yo, lo que tú sientes, pero ninguno es ya un adolescente y ambos sabemos que son cosas que uno solo debe hacer. Si en verdad te importa Lyosha lograrás vencer todas tus inseguridades. Y si te ayuda a tomar confianza eres el primero a quien permite que se lo haga en la primera vez, así que eso ya es bastante prueba de que significas algo importante en su vida— Lamire no dijo nada al respecto—. La decisión es tuya…

***

Morello levantó la mirada cuando vio que sus compañeros entraban a la casa. Enseguida notaron que no se encontraba para bromas. Se sentaron alrededor de la mesa circular. Pasó la mirada con lentitud por el rosto de cada uno— Creo que ha llegado la hora que sepan el plan.

—Creí que nunca lo dirías— Comentó Lupo.

Morello miró a Lyosha y a Lamire que solo intercambiaron una mirada de alivio, al parecer desconfiaban que tuviera un plan elaborado— Si no he comentado nada es porque últimamente se está filtrando información que no debería— Sentenció mirándoles bastante molesto—. Si les he pedido que nos reunamos aquí es porque solo nosotros y Ariel saben de esta ubicación y espero que ninguno abra la boca sobre lo que vamos a hacer.

Lyosha le miró molesto— ¿Desconfías de nosotros?

—Desconfío de  todos, Lyosha. Te sugeriría que hicieras lo mismo si quieres vivir unos años más— El español no emitió ningún comentario extra porque sabía que sería gastar saliva en vano. Morello estaba molesto—. Se ha presentado un problema de última hora. El barco no llegará el domingo a la medianoche como habíamos planeado.

Todos le miraron bastante preocupados— ¿Cuándo viene? — Se atrevió a preguntar Lamire.

Morello le miró bastante sombrío— Pasado mañana— Todos se miraron anonadados.

—Creí que tendríamos más tiempo— Volvió a decir el coreano.

—Todos pensamos que teníamos más tiempo. Así que habrá un cambio de planes con las tareas. Nadie puede encargarse de sus obligaciones los próximos días. No  se metan en problemas, no carguen sus armas, no hablen entre ustedes por teléfono de la misión, ya saben, nada que nos delate.

— ¿Qué pasará con las entregas que teníamos para ahora y mañana?

—Ya le he dicho a Claudio que se encargue de los clientes fastidiosos. Tendrán que esperar. Nos la vamos a jugar en grande esta vez, así que  lo que menos necesitamos es despertar sospechas— Todos le dieron la razón—. Sé que no debo recordarles que en estos momentos los celulares están apagados y con el chip fuera ¿verdad? — Todos sabían las reglas a la hora de reunirse para esas situaciones. Incluso en un lugar tan seguro como su guarida no deberían de correr riesgos.

Morello se puso de pie y entró al estudio para luego volver con unos planos— Al principio estuve analizando las diferentes ventajas y desventajas de recibir el cargamento en tierra; había tomado la decisión que lo recibiéramos en medio del mar, pero los de la embarcación lo propusieron antes que yo, lo cual demuestra que ambas partes deseamos que esto salga bien.

— ¿En  medio del mar?

Morello simplemente miró a Lyosha molesto. Odiaba las interrupciones innecesarias. Desvió la mirada al mapa que acaba de desdoblar en la mesa. Eran cartas náuticas— Aquí— Dijo señalando un punto en medio de la nada—. Doscientas millas náuticas lejos de la costa. Aquí es donde interceptarnos al barco. Las aguas son poco profundas así que en el peor de los casos y algo saliera mal tenemos la opción de tirar el cargamento y luego poder recuperarlo buceando.

— ¿De cuánto es esta vez? — Preguntó una vez más Lyosha.

—Dos toneladas.

—Es un suicidio— Susurró Lupo.

Morello miró a halcón más viejo bastante molesto— Yo no lo he decidido. Quizás deberías ir a decírselo a Mapelli. Quizás a ti si te comprenda.

Lupo frunció el ceño— Mucho cuidado, Morello— No estaba en  sus planes que todos supieran el hermoso vínculo que lo unía con él.

Morello solo le miró de reojo antes de volver a fijarse en las cartas naúticas— Eddie nos ha conseguido dos lanchas. Son rápidas, dos motores. He ido a Silver Beach y las he comprobado yo mismo, resistirían una persecución y tienen el espacio suficiente para que entre las dos se distribuyan las dos toneladas.

— ¿No sería demasiado arriesgado volver con ellas al puerto de Silver Beach?

—Eso está cubierto. No tienen que preocuparse— Les aseguró Morello—. De lo único que necesito que se preocupen es no hacer nada tonto estos días.

— ¿No vas a decirnos todo el plan? — Preguntó Lamire bastante sorprendido, puesto que era la primera vez que Morello lo insinuaba.

Alessandro los miró a todos— No. Esta vez no. Lo sabrán conforme a que transcurra la misión. Solo necesitarán sus armas. Yo me encargo del resto.

Lyosha le miró molesto— Creía que debíamos desconfiar de todo…

Morello sonrió de lado— Entonces imagina que tú eres yo, tal vez así logras sobrevivir esto. Saldremos mañana al atardecer. ¿Entendido? Los quiero a las cinco en el PS. Así que sugiero que descansen bien esta noche— Recogió todos los planos y los miró por última vez— Eso es todo— Guardó todas las cartas náuticas en un porta planos y se lo puso en la espalda y salió sin más de allí.

Era la primera vez que les ocultaba algo a sus compañeros y de alguna manera sentía que los estaba traicionando. Sin embargo una llamada de Eddie diciéndole que se anduviera con cuidado porque había bastantes rumores que a Silver Beach llegaría un cargamento importante de nieve había sido suficiente para que tomara esa decisión, no es que Eddie supiera exactamente que él era quien ejecutaría la misión, pero sabía que el tipo ya debía haber atado los cabos sueltos y descubierto lo que se proponían, pero precisamente por eso había buscado a Eddie, el tipo era de fiar, de suma confianza para él.

 Si Eddie estaba en lo correcto quizás tuvieran más de un problema en la misión, pero no podían echarse para atrás. Mapelli estaba demasiado encima de ellos en esos momentos. Esa misión era otra prueba de fuego, lo sabía, los ojos del bastardo de su jefe se lo decían. Sin embargo no le daría el gusto de caer, lograría completar esa misión aunque fuera lo último que hiciera. Había mucho en juego.

Él no era tonto, así queconforme a los resultados de esa misión iba a comprender muchas cosas, ideas que venían surgiendo en su mente desde meses atrás y conforme a los hechos tomaría decisiones que afectarían el rumbo de su vida y seguramente tendría consecuencias no gratas para Ariel, pero era un halcón, Alessandro ahora solo era un agregado a la persona que era puesto que en su mayoría él simplemente era Morello.

Palpó el anillo que yacía sobre su cuello colgando de la finísima cadena. Lo miró fijamente. Si las cosas tomaban el rumbo que él creía, entonces no tendría alternativa y tendría que buscar respuestas de un pasado que escapaba a su comprensión. 

Notas finales:

Bueno... ¿Qué opinan? :B Una última cosa  la otra semana estoy en parciales :/ así que me veré en la forzosa obligación de actualizar hasta el lunes 30 D: Sino moriré en los parciales y pasaría más tiempo hasta que actualice -.- lamento la demora, pero los parciales están de muerte x.X gracias a todos por su apoyo! De paso esta semana forsoza me servirá para aclarar aún más las ideas :) Un beso! Disfruten la semana de la liga española y de la Champions! XD Creo que serán mis únicos ratos libres, cualquier cosa por twitter, respondo más pronto por allí! Un beso! :D 


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