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El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

Hola a todos! :) Bueno qué puedo decir, empezaré agradeciendo a todos los que me han dejado un review estos dos capítulos que llevamos :D en segunda disculpandome porque en el anterior no puse nada, no ando inter D: -soypobre- así que robe un inter movil x 3 minutos la conti pasada asi que no podía entrenerme mucho. Hoy ando con inter movil de nuevo xD pero me puedo tardar un poquito más.

Este cap va para Camu camu que piensa que Alessandro es un desgraciado xD

Los reviews ya estan todos contestados :) Y aclaro mis malas intenciones de hacer un poco enredado el primer cap :B fue cn toda la mala intención del mundo :P sé que pronto volverán a ese capítulo (?)

Para no abrumarlos tanto un tip nuevo todo lo que vaya en cursiva y sea más largo de una linea es flashback así nos entendemos, así sin más espero que disfruten este capítulo :D!

Odiaba cuando la gente gritaba y en especial cuando le gritaban a él. No vio venir el golpe. Intentó contener su llanto, el cual fue la causa que le pegasen— No debes llorar. ¿Cuándo vas a aprender? ¡Ya cállate! — Se encogió de miedo al notar como su padre alzaba la mano amenazante, dispuesto a pegarle  nuevamente porque seguía llorando. Como pudo intentó contener sus lágrimas.

—Pe-pero es que extraño a mamá…

— ¡Entiende de una buena vez que no volverás a verla!

—No, yo quiero estar con ella— no le gustaba aquel hombre. No le inspiraba la misma confianza que su hermosa madre—. Llámela, ella va a venir por mí. Estoy seguro— Aquel que llamaba padre solo empezó a reírse y se fue de allí sin darle mayores explicaciones. ¿Dónde estaba su mamá?

***

Cuando el timbre dio por finalizada las clases todos se apresuraron a salir de allí. Nadie quería desperdiciar un viernes por la tarde en la escuela. Miró a Ariel que recogía sus cosas. Intentó decir algo, pero no sabía bien qué. ¿Cómo habían llegado a ese punto de parecer unos desconocidos?

Le llamó bajo, aunque el otro logró escucharle, no pudo evitar notar la sorpresa en sus ojos—Yo, solo quería…— ¿Qué quería? No estaba muy seguro de saberlo, pero sabía que echaba de menos al pelirrojo. Vio aquellos ojos verdes y supo que necesitaba a su amigo de vuelta—. Saber si ya sabes qué vas a hacer con lo del plazo— Apretó sus puños con fuerza a causa de la frustración. ¡Él no quería decir eso!

—Esperar que se cumpla la fecha para pagar la deuda— respondió no sin cierto pesar. Creyó que si Ethan le había hablado era para hacer las paces. Quiso creer que de alguna manera el otro había conseguido perdonarle a pesar de todo el sufrimiento que había causado.

—No es justo. Tú no has hecho nada. No deberías pagar por ello.

Sonrió con tristeza— Nadie debería pagar por ello, pero no me queda otra opción. Tengo que proteger a mi familia.

—No es justo que tengas que hacerlo tú solo.

—No estoy solo tengo a Alessandro.

Intentó controlarse. Claro, él tenía a Alessandro. No lo necesitaba. ¿Cómo podía olvidarse de esos detalles? — Eso es bueno. Entonces, supongo que te veré el lunes…

Ariel en principio había querido decir que tenía a Alessandro y a él, pero no se atrevió por temor a que Ethan le recordase que ya no había nada que los uniera. Le vio salir del salón y sintió grandes deseos de por decirle que quería contar también con él, que lo necesitaba. Tomó su mochila y sin pensarlo mucho salió detrás del azabache.

— ¡Ethan! — Logró alcanzarlo justo en la entrada de la escuela. Había tomado su brazo por instinto y ahora lo tenía más cerca de lo que había planeado. Aquellos ojos azules le miraban con sorpresa—. Yo…— ¿Qué hacía? No se le ocurrió nada brillante. No podía pensar en algo que no hubiese dicho en el pasado y no hubiera cumplido— Ethan, yo quería…

Quería tenerlo a su lado; volver a hacer los mejores amigos súper especiales del mundo, miró aquellos labios sin ningún disimulo; quería volver a besarlos. El  claxon de un automóvil los sacó de sus pensamientos. Voltearon y vieron el Audi que estaba frente a la escuela— Voy a almorzar con Lupo…

Soltó el agarre con cierto pesar—Que te diviertas.

No dijo nada más. Se limitó a caminar hasta el automóvil y subió en él. Apenas y entró, notó la mala cara que le hacía Lupo a Ariel— ¿Qué quería ese?

Terminó de acomodar y vio a su ¿amigo? A través de la ventana—No lo sé…

***

Noventa y uno. Noventa y dos. Noventa y tres. ¿Cómo podía tener esa resistencia? Noventa y cinco. Noventa y seis. Él hacía ejercicio, pero nunca podía tener un cuerpo cómo ese. Noventa y ocho. No es que quisiera ese cuerpo, simplemente deseaba poder sentir un poco de su calor. Cien— Lamire, ¿ya? — Aquel acento español logró sacarlo de sus pensamientos. Veía cómo seguía haciendo esas flexiones.

—S-sí, lo siento, hiciste tres más.

—No te preocupes, mejor para mí, hago más ejercicio— Y él agradecía a kami porque el otro quisiera ejercitarse de esa manera—. ¿Sucede algo? — Maldición, se había quedando mirándole más tiempo del necesario.

—No…

El problema allí era que sucedía de todo. Aún recordaba lo irritable que había estado actuando estas últimas semanas con el español, el cual se tragaba su “mal humor” sin renegar. No era que odiase a Lyosha, el problema allí era que no lo odiaba en absoluto. Admitir que había sentido celos por el ex novio de éste, Dante Di Ferrer, no había sido algo fácil. No sabía bien cómo llamar a eso que profesaba, pero no le gustaba porque le hacía sentirse ansioso todo el tiempo sin razón aparente. Sin embargo sabía que estaba mirando a Lyosha demasiado y que empezaba a sentirse atraído por él, pero se negaba a admitir que eso en verdad le estaba pasando,  es decir se miraba así mismo y luego a él y sentía que había una diferencia de varias eras glaciales.

Él, Lamire, no tenía nada fuera de lo común. No es que fuera horrible, pero sentía que no tenía ese no sé qué, que lograba atraer a las masas. No podía ser como Lyosha, no tenía los mejores chistes, ni los mejores temas de conversación, tampoco lograba sacarles una pequeña sonrisa a las personas con las que convivía a diario. Él no tenía esa chispa que el español poseía.

Le era difícil sentirse así. Es decir lo veía a diario, trabaja con él y aunque conocía sus peores mañas, no podía evitar sentirse atraído por esos hermosos y expresivos ojos color miel, o no podía evitar notar como el viento movía aquellos rizos.

Oficialmente se estaba asustando a sí mismo y eso que allá en Corea vio cosas muy fuertes.  No pensaba que sentirse de esa manera provocaría un grado masivo de estupidez. Apenas lograba aprovechar bien el tiempo. Cuando no tenía nada que hacer siempre buscaba alguna excusa para que Morello le pusiera más trabajo y así poder evitar pensar en cómo se sentía respecto a Lyosha.

No podía dejar que esos sentimientos se desataran a tal punto que no pudiera controlarlos—Lamire…—Vio aquellos ojos tan bonitos cerca de él—. Cariño ¿estás enfermo? — Cuando puso la mano en su frente fue que reaccionó y notó que estaban demasiado cerca uno del otro— ¿Seguro? Estás sudando demasiado y temblando. ¿No quieres que te revise? — Se sintió arder ante esas palabras—Oye yo creo que mejor lo hago, ahora te estás poniendo rojo.

—No, estoy bien. No pasa nada.

Tenía que comportarse. No tenía que despertar sospechas en el otro. No cuando no tenía ninguna oportunidad con él— ¿Segurísisisisisimo? — preguntó con una sonrisa que lejos de hacerlo sentir mejor lo hacía sentir culpable por tener esos sentimientos hacia su compañero.

Solo se puso de pie y empezó a caminar hacia la salida—Seguro…

Lyosha no supo bien qué decir. No sabía bien qué le pasaba a Lamire últimamente. Quizás para los coreanos la crisis de la edad no era en los cuarenta, sino que en los treinta. Miró el reloj de la pared y notó como casi eran la una. Justo en ese momento entró su nuevo aprendiz— Lamento la demora— dijo jadeando. Claramente había corrido todo el camino desde la franja hasta el PS— ¿Y Morello?

—No está aquí. Le llamaron de emergencia a San Peter a solucionar unos asuntos.

— ¿Él solo? — preguntó preocupado. No podía evitarlo, no era fácil hacerse a la idea que su pareja siempre iba a tener que estarse exponiendo a peligros que eran más de los que sus nervios podían aguantar.

—No te preocupes, si no fuera seguro no lo dejaríamos ir solo— le explicó mientras le invitaba a ponerse cómodo. Se quitó la camisa como ya era costumbre muy suya—. Ven relájate unos segundos— le invitó mientras se sentaba en el tatami y cerraba los ojos—. ¿Recuerdas los ejercicios de meditación?

Ariel se puso enfrente de su maestro y se puso exactamente cómo le había indicado meses atrás. Sonrió mientras despejaba de su mente todo aquello que lo estaba desconcentrando. Luego de unos minutos Lyosha le indicó que se pusiera de pie— No seré tan condescendiente esta vez.

Eso era lo que él quería. Se puso en posición de pelear— Estoy listo…

***

El almuerzo con Lupo fue bastante ameno. Y no había podido evitar notar como una de las meseras del lugar se le había quedado mirando bastante fascinada— ¿No te gusta? Es muy linda y parece que si le has gustado.

No era bajita y tenía unos bonitos cabellos castaños. Sin embargo Lupo ya había aprendido la lección con las mujeres y mejor se alejaba de ellas— No sé. Quizás te estás imaginando cosas— O quizás no. porque en esos momentos llegó a dejarles la cuenta y de paso su número telefónico escrito en ella con la clara indicación que iba para él, para Lupo.

La manera en que Ethan le miró le hizo sentir como si estaba de vuelta en sus años de escuela— ¡Ves que te dije! No sé tú, pero deberías llamarla.

—Lo pensaré— Ethan le miró algo decepcionado. A veces sentía que Lupo estaba bastante solo o quizás estaba pensando como él se sentiría. Quizás a él si le gustaba su vida de soltero. Aunque suponía que por lo menos de vez en cuando tenía algo de emoción en su vida. Después de todo era hombre relativamente joven. Y después de que Ariel le comentara que no estaba mal se había percatado que en efecto, era hombre que llamaba la atención de muchas mujeres. Lo había notado desde que salían de vez en cuando a comer por allí— Entonces ese tipo, el tal Matías llegó así de la nada y te declaró la guerra de la nada.

No había podido evitar contarle sobre lo que había pasado con el hijo de Samuel— Quizás fueron cosas mías. Es decir, apenas conozco al tipo.

Lupo no comentó nada al respecto, pero no creía que fueran cosas de Ethan ya que era muy perceptivo en esas situaciones— Supongo que eso lo sabrás a medida que lo trates— Miró la hora—. ¿Nos vamos? Tengo que estar en el PS a eso de las dos—Faltaban quince minutos para la hora indicada— Te pasaré dejando por tu trabajo— Se levantaron y Lupo lo vio de pies a cabeza—. Me haces sentir que ando con harapos cada vez que te viste así— Vio como las mejillas del otro se teñían de carmín. No lo dijo para avergonzarlo, en realidad era él que se sentía así y eso que iba bastante decente, pero claro estar comiendo con alguien que llevaba un traje Hugo Boss hacía que cualquiera se sintiera que vestía cualquier harapo — Ya no digas nada y mejor vámonos que sino llegarás tarde.

***

Volvió a caer al suelo. Intentó ponerse de pie, pero sus pies temblaban demasiado, sus brazos apenas podían sostenerle. Sentía su pecho dolerle a causa del esfuerzo— Creo que deberíamos terminar por hoy.

— ¡No! — Se apresuró a decir intentando ponerse de pie, pero no lo conseguía— Yo sé que puedo…—Tenía que poder. No tenía otra opción. Vio a Lyosha sentarse a su lado y aquello solo lo hizo rabiar más.

—No te esfuerces demasiado. Además ya casi tienes que irte a tu trabajo— le informó mientras señalaba el reloj que marcaban las dos.

Dejó de intentarlo, pero se sintió débil. Nunca pensó que el primer entrenamiento sería tan agotador. Lyosha le había estado enseñando cómo esquivar los golpes a algunos puntos vitales del cuerpo, pero era demasiado lento y siempre le terminaba dando en uno, si bien con poca fuerza, lo suficiente para sentir el dolor y caer en el tatami.

— ¿Estás bien? —No era que Lyosha lo quisiera desanimar o algo por el estilo. Todo lo contrario, necesitaba ser así de rudo con él para que se fuera acostumbrando al tipo de vida de los halcones. Le ayudó a ponerse de pie y al tenerlo tan cerca no pudo evitar sonreír con cierta malicia— Sabes, cuando ayer te dije que te relajaras no pensé que ibas a ir por ese camino— Apenas dijo eso la mano del pelirrojo se fue directo hasta su cuello para tapar aquella marca que Alessandro le había dejado en el cuello— ¿Así que se lo pasaron bien? — Veía como las mejillas del chico competían con sus cabellos— Ahora eso explica porque Morello venía de tan buen humor ahora. No sé que hayan hecho anoche pero no dejes de hacerlo, porque es más fácil trabajar con él cuando no tiene un humor de los mil demonios— Ariel le miraba avergonzado— ¿Así que sí es tan bueno en la cama como el presume? — Abrió la boca sin saber bien qué decir— Tomaré eso como un sí, ni siquiera puedes hablar pensando en la noche de lujuria que tuvieron anoche.

 Sus mejillas ardieron aún más y estaba seguro que si Lyosha hubiera seguido hablando hubieran alcanzado límites insospechados, pero en ese momento entró Lupo a la habitación y le miró como si tuviera la misma peste— Despídete de ese inútil, tenemos que irnos. Lamire ya  fue a buscar la Hummer—De por sí ya lo odiaba, pero desde que se había vuelto más unido a Ethan se esforzaba por hacerlo sentir como una basura. No comprendía cómo podía congeniar tan bien con su amigo con esas actitudes.

—Ya voy— Tomó su camiseta—. Discúlpalo. Casi siempre viene de buen humor después de ver a Ethan— No emitió ningún comentario, porque sabía que el buen humor de seguro lo traía, pero él se lo había echado a perder—. Quizás al fin descubrió que no es tan hetero como todos pensábamos y si quiere con él— le dijo bajito. Aquello le sacó una risa al pelirrojo, que calló de inmediato cuando notó la manera en que Lupo le miraba.

—Lyosha, no tengo tu tiempo o te quedas con este  o nos vamos ya.

—Voy, voy, solo deja ir por mis cosas. ¿Seguro que estás bien? No quise ser tan rudo, Mini Morellito.

 Lupo le miró con detenimiento, pero intentó ignorar su mirada, sin mucho éxito— No pasa nada. ¿Podemos seguir mañana?

Pensó unos segundos— Mañana solo podría ayudarte por la mañana de seis a ocho. Y no creo que te apetezca…

—Estaré aquí, sí tu quieres venir, yo vengo puntual.

No iba a negar que prefería quedarse en casa junto a su pareja durmiendo plácidamente hasta las ocho, porque tenía trabajo de nueve a tres en la librería, pero ya no había lugar a las comodidades— De acuerdo, entonces mañana a las seis. Dile a Morello que te venga a dejar, el barrio es un tanto peligroso a esa hora— El simple acto de tensar su mandíbula le indicó a Lyosha lo que no quería saber— ¿Aún no se lo has dicho?

¿Qué podía decir? Había planeado hacerlo después de hacerlo, sin embargo tenía que tomar nota que primero debía decir lo importante porque quedaba agotadísimo. Y durante el desayuno no tuvo oportunidad alguna porque se despertó tarde— Hoy en la noche lo haré. Lo prometo.

Lyosha esperaba que así fuera porque no le gustaba la idea de estar haciendo cosas a espaldas de su líder y menos si eso implicaba a “la ricura” de su jefe— Mañana a las seis. Cuídate. Dile a Morello que no fue mi idea y que no me asesine.

—Claro, no te preocupes. Gracias por todo.

Al verse a solas con Lupo no supo bien qué hacer. Caminó hasta su mochila que estaba próxima al halcón. Se inclinó para tomarla pero el pie de Lupo se adelantó y este lo puso sobre esta— ¿A qué juegas?

—A ti no te debo ninguna explicación.

Apoyó con más fuerza el pie en la mochila y sintió algo quebrarse dentro de esta— No estés dando problemas por aquí. Ya suficientes inconvenientes le creas a Morello como para venir a molestar a Lyosha.

—Si le estuviera causando inconvenientes, él mismo me lo diría. Al único que parece que le causo problemas es a ti.

—Eres demasiado estúpido para notar que si la gente sigue a tu lado es porque te tiene lástima— Vio el acto venir incluso desde antes de que el chico lo pensara. Era débil, patético, un perdedor. Atrapar su puño antes que llegase a su rostro fue más fácil que patear un balón—. Me das tanta lástima. Quieres ser igual a tu tío y jamás lograrás ser como él, incluso Civella que parecía más débil  logró conseguirlo.

Sentía su sangre hervir. ¡¿Cuál era su maldito problema?! — ¡Cállate! No te atrevas a hablar de mi familia, no la conoces. No me conoces a mí— Gimió de dolor al sentir como apretaba con fuerza su puño.

—A Marcus lo conocí muy bien. Mucho mejor que tú mocoso— En un segundo lo tenía de rodillas a causa del dolor. Patético— ¿Cómo esperas proteger a los tuyos si ni siquiera eres capaz de protegerte a ti mismo? — Ariel no pensaba, el dolor lo tenía paralizado. Gimió con más fuerza al sentir como daba el último apretón,  creía que iba a fracturarle la mano en esos momentos. De repente el dolor paró. Tenía los ojos llenos de lágrimas— Aún te faltan unos cuantos años de dolor para lograr siquiera pensar en poder defender a otros.

Lupo salió de allí dejándolo adolorido y humillado. Ariel golpeó el suelo con fuerza. Se odiaba por ser tan débil. ¿Por qué? Porqué tenía que ser de esa manera. Siempre tenía que haber otros defendiéndole. No podía soportar un día más así. No fue capaz de proteger a su familia, a causa de eso su padre estaba en coma, su madre había salido herida y por su culpa casi hace que perdiera la vida su hermano o hermana.

Salió de allí aún con su mano temblando cuando vio como Claudio iba saliendo de la oficina de Alessandro. Se quedó un tanto extrañado al verlo— Pensé que habías salido con los demás— Negó con la cabeza— ¿Estás bien? —preguntó preocupado al notar como sostenía su muñeca con la otra mano.

—Estoy bien. No te preocupes. ¿Y tú que hacías?

Sonrió un poco más—Andaba buscando los pedidos de cerveza—explicó mientras le enseñaba un folder que llevaba en sus manos—. El proveedor viene esta tarde así que necesito saber bien cuánto necesito pedir— Le miró con detenimiento— ¿Seguro que no quieres que te le eche un vistazo a eso? Ya se te ve bastante hinchada.

Al final terminó accediendo por temor a que se pusiera peor y tuviera que darle explicaciones a Alessandro. Al poco tiempo tenía a Claudio vendándole la mano—Gracias…

—No es nada. Así salgo de la rutina.

Ahora que lo notaba era la primera vez que hablaba más de cinco palabras con él— ¿No te aburres de estar todo el día aquí?

Sonrió de una manera que le indicaba todo lo contrario— ¿Aquí? ¡Es más aburrido estar en casa! Por lo menos aquí siempre pasa algo interesante— Eso no iba a negarlo si se notaba a leguas. Miró el reloj y notó como iba con varios minutos de retraso— ¿Tienes que ir a algún lado?

—Al trabajo.

—Vamos, te llevo— le dijo así sin más. Ariel le miró extrañado—. Lyosha necesita unas cosas del supermercado así que te daré un aventón.

No lo dijo en voz alta, pero la verdad Claudio parecía más como la mucama del PS que un simple portero.

***

Su agenda electrónica empezó a vibrar. “Reunión en la tercera planta con los ejecutivos de Singapur”. Dejó de revisar los documentos que tenía en las manos y atravesó la enorme puerta de roble que lo dividía a él y su jefe— Disculpe la interrupción, pero quería recordarle que tiene la reunión con los ejecutivos de Singapur en quince minutos y ellos son bastante puntuales.

—Gracias, Ethan. ¿Terminaste de revisar los documentos que te pedí?

—Los que me entregó hace dos horas esta todo en orden. Sobre el informe de las acciones que posee en las Islas Canarias me falta menos de la mitad. Cuando regrese de su reunión los tendré todos listos.

Samuel Shiheflit no se consideraba así mismo como un patrono exigente. Y con Ethan todo parecía fluir de manera natural. El chico había resultado ser su mejor empleado. Sabía que no se había equivocado al momento de ofrecerle el empleo y si no estuviera estudiando no hubiera dudado en ofrecerle el trabajo a tiempo completo. Era ordenado, eficiente y muy servicial con todos los que llegaban hasta su oficina.

Se había ganado su confianza con rapidez a tal punto que lo ponía a revisar documentos confidenciales ya que confiaba en su prudencia. Se apresuró a tomar todos los documentos y se despidió del joven. Aún no comprendía por qué a su hijo no pareció agradarle. Llegó hasta la tercera planta y se acomodó en el salón cuando se percató que se había olvidado de las estadísticas. Ni siquiera había terminado de reparar en eso cuando tocaron a la puerta y apareció su asistente— Se le ha olvidado esto en la oficina— dijo con una sonrisa—. Me tomé el atrevimiento de hacerle una presentación con los gráficos para que sea más sencillo mostrarlo al público— Dijo mientras sacaba la tablet y se apresuraba a conectarla al proyector.

—Gracias, Ethan. Eres demasiado eficiente— A veces sentía que explotaba al joven sin ser del todo consciente.

—No se preocupe, ayer por la tarde tuve un poco de tiempo libre así que decidí aprovechar el tiempo. Suerte con los ejecutivos— le deseó con una sonrisa para luego salir del lugar.

En poco tiempo había logrado acoplarse a su trabajo. No solo logró adaptarse sino que ahora lo disfrutaba muchísimo y los domingos que eran sus días libres sentía un gran vacío. Era el único día que no encontraba algo que evitase sumergirse en pensamientos que no le hacían ningún bien. Caminó arrastrando los pies hasta el ascensor.

Aún seguía pensando en Dante. ¿Cómo había podido ser tan estúpido de no ver que no sentía cosas por él? En un principio había intentado mantener esos sentimientos bajo perfil, pero la manera en que el rubio lo había tratado le hizo sentirse especial. Había creído que tenía una oportunidad para ser feliz.

Cerró sus ojos con fuerza mientras el ascensor lo llevaba de vuelta al último nivel del edificio. ¿Cómo había sido tan iluso? Él no tenía nada que ofrecerle a Dante, ni siquiera le hubiera podido dar estabilidad o la paz que se supone que debía otorgar la pareja. A su lado hubiera sufrido mucho y  al final no hubiera dudado en irse con Lyosha quien era optimista, alegre—Todo lo que yo nunca seré…

Las puertas se abrieron y notó algo extraño en el lugar. No estaba seguro qué era, pero Lyosha le había enseñado a confiar más en sus instintos que en sus sentidos. Dio primero un vistazo rápido al lugar. A simple vista no había nada, pero al fijarse bien descubrió que la puerta de Shiheflit estaba entreabierta.

Salió del ascensor sin hacer ruido alguno y caminó hasta ésta. Él había cerrado antes de salir, estaba seguro de eso. Al asomarse en esta notó que había alguien en ella. Sin pensarlo mucho abrió las puertas con cierta violencia. El intruso giró con rapidez— ¡¿Qué haces aquí?!

Si no hubiese reaccionado de esa manera no le hubiera tomado importancia, pero ese tipo de comportamientos era de alguien quien no quería que descubrieran algo— Vine a buscar unos documentos— Matías Shiheflit le miró con desconfianza.

—Mi padre no está aquí. No deberías entrar mientras no esté.

Frunció un poco el ceño. No le gustaba el tono con que lo trataba— Tengo completa autorización de su parte, puede preguntarle cuando guste— Vio como tenía unos documentos en la mano. Unos confidenciales—. ¿Necesitaba algo? Porque puedo ayudarle a buscarlo.

Solo pasó a su lado casi tirándolo y salió de allí como alma que lleva el diablo. Ethan se quedó allí sin saber bien qué hacer. Ahora sabía que el comportamiento de Matías Shiheflit no eran solo cosas suyas.

***

Miró su mano con cierto pesar. Le dolía más de la cuenta, pero no podía evitar pensar en ella como un recordatorio que tenía que hacerse más fuerte. Alzó la vista ante el hospital que estaba frente a él. Una de las razones por las que tenía que ser más fuerte estaba en él. Al llegar a la habitación de su padre sintió una gran tristeza. Apenas era capaz de ir a visitarlo dos o tres veces a la semana. La escuela y su trabajo le estaban consumiendo más tiempo del que había planeado.

—Hola papá— quería creer que lo que le habían dicho los médicos era verdad: Que Aarón podía escucharle—. Lamento venir hasta ahora, he estado bastante ocupado. ¿Sabes algo? Hoy empecé a entrenar con Lyosha. No soy muy fuerte de hecho, pero me prometió que iba a mejorar con el tiempo. Quizás con un poquito de suerte pueda ser como tú o mi tío Marcus— su labio tembló y apretó un poco la mano de su padre—. Yo solo quiero ser capaz de protegerlos a ti, a mamá y a mi hermano o hermana— no quería llorar allí, frente a su padre, no quería verse débil por si despertaba.

Si eso pasaba…Cuando eso pasara quería recibirlo con una gran sonrisa, no con lágrimas en sus ojos—Te amo, papá. Y voy a hacer lo necesario para salir adelante. Te prometo que ya no vas a tener que protegerme siempre. No te preocupes. Volveré muy pronto a verte ¿sí? Saluda a mamá de mi parte…

Se puso de pie dispuesto a salir cuando se encontró con el doctor Rosell. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? —Ya no es horario de visitas…

—Lo siento, ya me iba. Solo quería pasar a verlo unos segundos.

—No se preocupe. De todas maneras tiene el libre acceso a la habitación a la hora que quiera— Terminó de entrar a la habitación para revisar los signos vitales de Aarón—. Su madre estuvo pasando consulta por cierto—No era ningún secreto para él que la relación del chico con su madre se había roto de manera catastrófica.

— ¿Está enferma?

Al notar el atisbo de pánico se sintió un poco culpable por no haber seleccionado mejor sus palabras— No. Solo fue una consulta de rutina, para saber cómo va su embarazo.

— ¿Le ha comentado algo? — Al final el doctor Rosell se había vuelto algo así como su informante.

—Sí. Ya sabe que va a hacer— Un brillo de ilusión apareció en aquellos preciosos ojos verdes que después de mucho tiempo empezaban a brillar—. ¿Quiere saber?

—No. No realmente— dijo con una sonrisa—. Quiero que sea sorpresa. Solo sé que sea lo que sea voy a quererlo o quererla mucho.

—Será un buen hermano.

Eso esperaba. Al final eso se había convertido en el único sueño que en realidad podía aspirar, ese y el de proteger a todos los que amaba.

***

Algo que adoraba de las motocicletas era el hecho de no tener que quedarse en medio de los embotellamientos. Manejaba ágilmente entre los vehículos mientras estos se limitaban a sonar sus bocinas en  un vano intento de hacer que avanzaran más a prisa.

Aquel día le había ido de la patada. Había tenido que ir a silenciar varias bocas, unas de ellas para siempre, y de paso se tardó más de lo esperado. Solo había alcanzado a mandarle un SMS a Ariel para disculparse por no poder acompañarlo a ver a Civella. Al parecer tendría que deberle otra disculpa por no ir al hospital por él. Ya pasaban de las siete y estaba seguro que no estaría allí.

Ese día dormirían en uno de los apartamentos que tenía en la zona céntrica, muy cerca del hospital así que no había problema si dejaba que fuera solo hasta allí. Se detuvo a comprar comida mexicana donde un conocido suyo. El lugar era bastante agradable aunque la zona no era la mejor para llevar a su Ariel. La mayoría de buenos lugares para comer no eran apropiados para que los vieran juntos. Nunca pensó que tener un novio en el sentido estricto de la palabra iba a ocasionar que hiciera tantos cambios en su vida.

Era extraño lo mucho que había cambiado por Ariel y lo poco que había cambiado por Misha. Aunque las circunstancias eran diferentes, eran muy diferentes para ser sinceros.  También aunque no lo admitiera en voz alta no llevaba a Ariel a ese tipo de lugares porque sentía que traicionaba a ambos. Había pensado demasiado el asunto de Misha, lo sabía pero no era un sentimiento que pudiera quitarse de la noche a la mañana y menos cuando pronto sería el aniversario de su muerte.

—Morello— Alzó la mirada y se encontró con su orden lista—. Tu móvil no ha dejado de sonar desde hace cinco minutos— le dijo el dueño del local señalando con el enorme cuchillo.

Tomó la bolsa y caminó hasta la Chopper. Con desagrado vio el número. Todos los que terminaban en 89 era como una tortura para él, porque significaba que solo podía ser una persona: Mapelli. Como no quería que le arruinase su apetito decidió no responderle de inmediato. Sabía que el tipo se molestaba pero él no era tan lameculos como los demás y hacía sus propias reglas aún a sabiendas que era algo que el líder de los halcones no soportaba, pero éste ya se había cagado en su vida más de una vez y no iba a permitir que siguiera haciéndolo. Ya no era un niño y ahora él empezaría a tomar el control de las cosas.

Aceleró la motocicleta, rumbo al apartamento donde esperaba que estuviera ya Ariel. De seguro tendría hambre, aceleró un poco más, y aunque apreciaba que intentase cocinarle la verdad era un pésimo en eso. La última vez que probó algo que había cocinado terminó con una terrible indigestión que no paró hasta que Lyosha le recetó unos medicamentos bastante fuertes, por supuesto que Ariel nunca supo de ese incidente y aunque de seguro sospechaba por su constante insistencia de que salieran a comer en lugar de probar algo preparado por el pelirrojo, aún no era capaz de decirle que si su relación dependiera solo de cómo cocinara probablemente no estarían ya juntos.

Luego de diez minutos se detuvo en el condominio. Iba en el elevador cuando escuchó su celular sonar con insistencia. ¿Es que no podía dejarlo comer en paz? Decidió atender para evitar hablar con su odioso jefe en presencia de Ariel— ¿Así que sigues con vida?

Apretó con fuerza el móvil— Estaba atendiendo tus negocios. ¿Sucede algo? — Nunca se le había dado bien tener paciencia con Mapelli y estaba consciente que a veces se le iba la lengua a la hora de tratarle, pero no se moderaba en absoluto.

—Siempre tan elocuente, Morello. Y sí necesito que hagas algo. ¿Alguna vez has visto al hijo de Civella?

El elevador se detuvo de golpe y las puertas se abrieron, pero Morello no se movió en ningún momento— Solo de lejos en el hospital— mintió con descaro—. ¿Qué pasa con él?

—Necesito que lo lleves al PS el próximo lunes. Es hora que pague la deuda de Civella.

Volvió a quedar encerrado en el elevador, pero ese encierro no se comparaba al que estaba sintiendo en esos momentos psicológicamente— Creí que Civella iba a despertar y continuar— comentó no queriendo sonar demasiado interesado, porque en primer lugar el no debería estar interesado en Ariel.

—Le di al chico hace tres meses un plazo para dejar ver si Civella despertaba o no. Y como es obvio, no lo ha hecho, así que espero que el niñato ese esté listo para asumir la deuda— aunque no podía verlo estaba seguro que Mapelli se estaba regodeando del dolor del otro—. El lunes en el PS a las nueve ya sabes qué hacer si se rehúsa a ir—Colgó.

Le di un plazo de tres meses. Golpeó con fuerza el botón del elevador. Y salió de él temblando de rabia. No hacia Mapelli, sino hacia el que estaba en su apartamento. Abrió la puerta con violencia. Apenas vio al pelirrojo perdió el control— ¡¿Por qué no me lo dijiste?! — Ariel estaba con la tabla periódica en sus manos intentando resolver unos problemas de química, pero cuando lo vio entrar de esa manera supo que estaba ante un problema más complicado.  Se encogió de miedo al ver como tiraba la bolsa que llevaba en la mano y esta se estrellaba en una de las paredes más próximas— ¡Responde! ¡¿Cuánto tiempo pensaste ocultármelo?!

La manera en que actuaba solo le indicaba una cosa: Se había enterado del plazo.

—Yo quería decírtelo, intenté hacerlo ayer…

— ¡¿Ayer?! ¡¿Por qué no se te ocurrió hacerlo en algún momento de las semanas anteriores?! — Se acercó hasta él y lo tomó con fuerza haciéndole daño, lo sabía por la manera en que gimió de dolor. No pensaba en esos momentos, solo estaba dolido que le ocultase algo tan importante— ¡¿Por qué nunca me dices las cosas importantes?! Creí que teníamos tiempo, que estabas a salvo de Mapelli, que él no te iba a hacer daño.

— ¡Suéltame! — Suplicó al sentir como apretaba con más fuerza de la necesaria sus brazos— Me estás lastimando…

— ¡Responde! — Gritó.

Ariel temblaba muerto de pánico—No quería decírtelo por miedo que hicieras una locura— gimoteó—. No quería que reaccionaras así.

Lo soltó con brusquedad — ¿Por qué te empecinas en callar la verdad siempre? — Sentía su ira ir creciendo— ¡¿Qué nunca aprendes la lección?! Así perdiste a Ethan ¡¿Cuándo vas a aprender a no callar?!

Ariel  intentó recordar algo de lo que había aprendido con Lyosha, como pudo logró zafarse del agarre de Alessandro, pero casi tropieza con la silla — ¡Ya basta! —Dijo tapando sus oídos.

— ¡¿Por qué no quieres escuchar la verdad?! ¡Así lo perdiste Ariel, por no decir las cosas en el momento oportuno!

No comprendía por qué se enfadaba tanto, pero no quería escuchar esas palabras— ¡¿Por qué siempre te empecinas en echarme en cara mis errores?! Siempre lo haces y no te das cuenta que justamente me estás reclamando algo que tú haces— Odiaba que lo hiciera, que le dijera que era un niño, que no sabía nada, pero él cometía sus mismos errores— ¡No me dices nada! ¡¿Cuándo vas a decirme algo de tu pasado?!

— ¡Estamos hablando de ti!

— ¡Lo vez! Allí estás de nuevo evitando un tema que va a salir tarde o temprano a la luz. ¡Si estoy contigo es porque te amo! Solo quiero saber más de ti, de Misha, de tus padres. ¿Acaso pido mucho?

—No estamos hablando de mí. ¡¿Cómo pudiste callarte algo tan importante?! Ahora Mapelli quiere que te lleve al PS el lunes, quiere que te entregue a él. ¡¿Qué esperas que haga?! — ¿Qué esperaba? No iba a entregárselo así como así. No a Ariel.

— Espero que hagas lo que te ha pedido. Es mi deuda, Alessandro, no tuya.

—No voy a sentarme a ver como entregas a tu futuro a una persona que claramente no quiere que tengas uno.

—No hay otra opción…

—Si la hay— Siseó amenazante—. Voy a matarlo ya mismo— No pensaba. Solo quería salvarlo, no iba a dejar que se consumiera en ese mundo. No él. Salió rumbo a su habitación ignorando las súplicas de Ariel. Se agachó y sacó un baúl donde tenía su pequeño arsenal. Lo abrió de una patada y tomó la primer arma que se vio lo suficiente potente para abrirle la cabeza a ese bastardo.

— ¡¿Qué estás haciendo?! Solo vas a hacer que te maten.

—Es lo mismo que puedo decirte a ti— Ariel se abalanzó sobre él y como pudo le quitó el arma y le dio una patada al baúl apenas logrando alejarlo unos cuantos centímetros de su alcance.

Alessandro forcejó contra Ariel que intentaba quitarle el arma, sin querer apretó el gatillo y solo escuchó la bala incrustarse con fuerza en el techo. Ambos pararon de inmediato. Alessandro confundido y Ariel demasiado asustado.  Ambos la soltaron y se quedaron viendo con sus respiraciones agitadas.

—No puedes matarlo. Estás loco. No estás pensando. Alessandro cálmate— Suplicaba. Había cerrado la puerta con llave por temor que hiciera una locura—. No va a pasar nada. Todo va a estar bien. Cálmate. Por favor.

— ¿Qué quieres demostrar? — susurró sintiéndose derrotado. Odiaba ese sentimiento de impotencia.  

—Que puedo defender a todos los que amo. Necesito probarme a mí mismo que soy capaz de hacer algo sin la ayuda de nadie.

— ¿Por qué quieres hacer eso? No ves que no es necesario que lo hagas.

—Necesito hacerlo— Quería probarse así mismo que sí valía algo. Tomó el rostro de Alessandro—. Confía en mí…

Por un momento pensó que todo se había tranquilizado, pero cuando tomó su mano lastimada supo que aquello apenas empezaba— ¿Qué te pasó?

No comprendía por qué seguía empeñado en mentir para salvarle el pellejo a Lupo—Me lastimé en el entrenamiento de ahora y…

— ¿Entrenamiento? — Al principio estaba sorprendido, sin embargo luego no pudo evitar mirarle realmente molesto—. Así que todos sabían del plazo menos yo.

—No, no, Alessandro— Soltó su mano con brusquedad, haciéndole más daño— Alessandro— el otro retrocedió—. Compréndeme.

— ¡No!  No te comprendo Ariel. ¡No puedo hacerlo por más que lo he intentado!

—Pero yo…

— ¡No quiero escucharlo!

—Alessandro…

— ¡Ya basta Ariel! No quiero oír lo que tengas que decir.

— Yo solo…— cayó al sentir la lámpara  de vidrio pasarle zumbando cerca de su oído y se estrellaba estrepitosamente a su lado.  Vio los pedazos sobre sus zapatos. Su corazón se aceleró.

— ¡Cállate! No quiero escuchar tus excusas, sé lo que estás haciendo. ¡Maldita sea eres igual a él! — Gritó viéndose por primera vez desesperado. Ariel retrocedió asustado al ver como avanzaba a hasta él. Lo dejó acorralado contra la puerta—No voy a dejar que sigas haciendo cosas a mis espaldas ¡¿Me escuchaste?! — Golpeó el muro muy cerca de su cabeza y se encogió de pánico al ver aquellos ojos verdes chispeantes de ira—. No voy a dejar que hagas una locura, no tú. No voy a permitir que por querer llevártelas de héroe termines tú también muerto— Le agarró con fuerza de la camisa—. Si es necesario no vas a volver a salir, pero no voy a dejar que mueras, no tú, no puedo perderte…—su voz se quebró. No quería, no iba permitirlo, ya había fallado protegiendo a Misha, no iba a hacerlo con Ariel, no podía.

— Alessandro, no vas a perderme— susurró aún temblando.

—Sí, si voy a hacerlo, porque eres igual que él, maldita sea. ¿Por qué? Porque tienes que ser tan terco y querer hacer todo tú solo. ¿Qué no ves que vas a morir si haces lo que Mapelli quiere?

Los ojos  de Ariel se llenaron de lágrimas. ¿Es que no iba a comprender nunca cuánto le dolía que lo comparase con Misha?— No soy Misha— susurró dolido—. ¿Cuándo vas a aprender eso? Si estás conmigo solo porque de alguna manera te recuerdo a él entonces deberíamos ponerle un alto a esto— No quería, lo amaba, pero ya no soportaba más vivir bajo la sombra de un recuerdo—. Te amo, te amo tanto y no comprendes que solo quiero que sigas adelante y no te estés lastimando con tu pasado. No me dejas ayudarte, no sé qué hacer. Sé que no soy la mejor persona para decirte que tienes que seguir adelante, cuando yo mismo he pasado los últimos meses lamentándome de todo lo que ha sucedido a mi alrededor, pero quiero salir adelante, quiero que lo hagamos juntos, pero si tú no me dejas  ayudarte no sé que estoy haciendo en este lugar…

Sintió aquellas delicadas manos acariciar sus brazos. Alessandro no había conocido el miedo hasta tenerlo en el momento preciso e incluso en esos momentos ni siquiera se detenía a pensar que era miedo, solo salía adelante como podía, pero el miedo de la espera era algo que no podía soportar, el preguntarse qué iba a pasar el día de mañana. Temía que la persona que tenía enfrente lo dejase y se fuera a algún lugar dónde no podría alcanzarle. No iba a soportar otra vez esas noches solo anhelando tener el cuerpo de esa persona entre sus brazos.

— ¿Es que acaso no crees que las cosas nos van a salir bien? — Su silencio fue suficiente respuesta— Alessandro, confía en mí. No soy Misha, así que no temas. Yo voy a vivir, voy a estar contigo siempre, voy a ver crecer a mi hermano o hermana, voy a ver a mis padres envejecer juntos y voy a envejecer junto a ti si así lo deseas. Te amo demasiado como para dejarte vivir solo en este infierno—Lo abrazó con fuerza—. Mapelli no se va a salir con la suya. Voy a estar siempre contigo. Alessandro…—Lo sintió hundir el rostro en su cuello y respirar con fuerza sobre él.

— ¿Por qué quieres hacer esta locura? Ariel, me rehúso a perderte…

—Yo te voy a demostrar que nuestro amor hace milagros. Solo dame tiempo— Aunque debió haber dicho su amor y no el de ellos, porque Misha seguía allí en el corazón de Alessandro luchando a toda costa por no dejarlo entrar—. Vamos a salir de esta…

Notas finales:

Gracias por leer! :D Ya sabes cualquier cosa, por review, o twitter y nos leemos el jueves :) Un beso a todos!! :D


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