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El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

:D Hola a todos! ¿Qué tal la semana? Espero que anden súper bien! Yo bastante ajetreada con la U, pero nada que aún me anime a tirarme de un edificio. 

Lamento que aún no estén listo sus reviews, pero prometo que en su momento los contestaré todos. Es solo que en estos momentos tengo que concentrarme en la U :/

Así sin más un nuevo capítulo que por lo que veo en los reviews tiene en la expectativa a todos así que espero que cumpla con sus estándares de lo que es bueno :)! 

 

En el estéreo del auto se escuchaba a Linkin Park. Miraba constantemente la velocidad del Jaguar, pero nada fuera de lo común. Tampoco en Ethan. Lucía mucho más tranquilo ahora. Ariel miró la hora, iban a llegar demasiado temprano a San Peter, pero creía que al menos así tendrían tiempo para dar una vuelta por la ciudad. Nunca había estado allí solo con él.

Sintió la mirada de Ethan a través del retrovisor— ¿En qué piensas?

— En lo mucho que nos divertiremos en San Peter— respondió el pelirrojo con tranquilidad—. ¿Tienes hambre?

—Un poco ¿Por qué quieres que me de prisa?

—No, me gusta disfrutar del paisaje— También de su compañía. Así que quería prolongar ese momento lo más que pudieran.

Ethan volvió la vista a la carretera. Era extraño, aún no podía creer lo que hacía una hora acababa de hacer con Ariel. Un sonrojo cruzó su rostro. Miró al pelirrojo quien tenía la vista fija en las cordilleras que se veían a lo lejos. ¿Por qué lo había hecho? Ambos. Recordó las palabras de Samuel Shiheflit y comprendió que en verdad no bromeaba cuando le dijo que su amigo lucía un poco confundido, pero jamás pensó que fuera respecto a todo.

Sacudió su cabeza. No. Ariel no podría estar confundido respecto a eso. Además éste amaba a Alessandro. Ethan sintió un pinchazo de culpabilidad. Alessandro. ¿Qué pensaría si lo supiera? No, no sería lo correcto. Además por muy idiota que se comportase con él jamás le haría daño. Mordió su labio sintiéndose muy culpable. Sin embargo lo que sucedió no significó nada. No significó nada. ¿Verdad?

También pensó en Dante, pero ellos no eran pareja. ¿Por qué no lo eran? Sobrepasó a un camión que iba demasiado lento y aceleró un poco. Ethan pensó que quizás no estaba listo para tener una relación con Dante. Es decir, lo quería. Hasta hacía unas horas atrás hubiera jurado que lo amaba. Su mirada se cruzó con la de Ariel quien le sonrió con calma. Ethan se quedó unos segundos mirándole fijamente, antes de devolver su mirada al camino, justo a tiempo para evitar terminar estrellado contra un Honda. El auto dio un pequeño frenazo. Miró algo apenado a Ariel— Lo siento…

—No importa.

Volvió su mirada al camino. Él creía que amaba a Dante, pero entonces si lo amaba entonces no hubiera hecho lo que acababa de hacer con Ariel. Además ¿eso como dejaba las cosas entre ellos? ¿Había cambiado algo? No, nada había cambiado. No era como si hubieran tenido sexo. Su mente le contradijo y le recordó que si lo tuvieron. Sus mejillas se sonrojaron un poco. Sexo oral. Tuvieron sexo oral. Hasta allí. No pasaron a más. Tuvo que conceder a su subconsciente que volvió a contraatacar y le dijo que sexo era sexo. ¿Entonces eso convertía a Ariel en infiel? ¿Lo ponía a él como el amante?

Apretó sus manos en el timón ante esa idea. No, no podía ser el amante porque para que eso pasara tendría que haber sentimientos de por medio y si bien había sentimientos no eran de ese tipo.

— ¿No vas muy rápido?

La voz de Ariel le sacó de sus pensamientos y en efecto iba a más de cien. Redujo la velocidad. Por más vueltas que le daba no comprendía bien por qué no lo detuvo. Ahora que estaba en sus cabales no estaba tan seguro que tan justificable era no haberlo parado porque en esos momentos se sentía pésimo. Sin embargo estaba tan confundido, no había sido él mismo, pero aún así no era justificable.

— ¿Qué piensas tanto que tienes una cara de estreñido?

Ethan se sonrojó un poco— No, en nada—. No era que se arrepentía lo que pasó entre Ariel y él, pero se sentiría mucho más cómodo si no dejara de pensar que había apuñalado a Alessandro por la espalda. No era que le debiera lealtad a alguien como él, pero no había sido lo correcto. Se convenció que no debía pensar tanto en eso porque no volvería a pasar. Además si a Ariel no le preocupaba era porque no habían hecho nada malo ¿verdad?

***

Sabía que la idea no le haría ni pizca de gracia, pero la manera en que le miraba le hizo comprender que por primera vez debió haberse guardado lo que pensaba. Esos ojos grises parecían dos balas que parecían querer perforarlo. Lo vio dar un manotazo al vaso de Whisky que terminó estrellándose contra la pared haciendo añicos.

— ¿Debo entender que no te gusta mi decisión?

Lupo se puso de pie sin decir nada. Alessandro se apresuró a bloquearle la puerta— Me hiciste venir hasta aquí para decirme que has decidido firmar tu sentencia de muerte. ¿Quieres que me ponga a bailar?

Alessandro no le dejó pasar— Escucha. No es sentencia de muerte. Algo se me ocurrirá. Además tienes que admitir que el plan que estoy empezando a formular pinta bien. Confía en mí.

Intentó salir, pero Morello seguía allí bloqueándole el camino— Quítate— No lo obedecía. Estaba harto de tanta estupidez de la gente. Sacó su revólver—. Quítate o te juro que disparo— Alessandro sonrió como si no le creyera—. No me provoques.

—No serías capaz.

—Pruébame…

Alessandro se movió— Vale, vale te creo capaz, pero necesito que confíes en mí.

Guardó el arma, pero no salió como tenía planeado hacía solo unos segundos atrás— Ese es el problema, Morello. Ya no confío en ti— Vio la sorpresa asomarse en él—. No desde que empezaste este jueguito del enamorado otra vez.

— ¿Por qué te molesta?

Lupo sentía que cada día ponían a prueba la poca paciencia que le quedaba. Intentó decirlo lo más tranquilo que alguien como él podía: —Porque es estúpido lo que haces. Creí que habías aprendido la lección y ahora vienes con que vas a seguir adelante. Si quieren terminar todos muerto, perfecto. No me incluyan en el plan.

Alessandro puso una mano en el pomo de la puerta evitando que Lupo lo tomara— Escúchame. Las cosas se han hecho bien hasta ahora. Al menos con lo que respecta a Ariel. Además te he dicho que si las cosas se ponen peores no dudaré en separarme de él. No quiero que salga lastimado y sé que piensas que no va a funcionar…

Lupo le miró con seriedad — Es una manera demasiado suave de decir lo que estoy pensando y lo sabes.

— ¿Actúas así porque es Ariel o lo harías con cualquiera?

Lupo le miró con la barbilla en alto, desafiante—Con cualquiera.

No le gustó su tono— No sé porqué, pero creo que si fuera alguien más no actuarías así.

Lupo sonrió de lado, con superioridad— Tienes razón. Es por ese enclenque al que tienes que estar protegiendo todo el tiempo. Si fuera alguien más al menos haría algo para no terminar bajo tres metros del suelo.

Apretó con fuerza el pomo de la puerta para intentar canalizar el odio que sintió al escucharlo hablar así— Ariel hace lo que puede. Está mejorando. No seas tan exigente con él.

—No. Tú tienes que dejar de ser tan blando con él. Misha jamás fue así contigo y por eso sigues vivo.

—Y él está muerto— Dijo sin poder evitar sonar aún un poco afectado por el tema. La culpa no se había ido. Seguía allí. No podía evitar pensar que él había provocado la muerte de Misha y no iba a dejar que eso pasara otra vez con Ariel—. Quizás si yo no presiono a Ariel para que sepa cómo defenderse las cosas no terminen mal para él.

Lupo le miró incrédulo— Estás loco. ¿Te estás escuchando a ti mismo? ¿Quieres mandar a la mierda el sacrificio que Misha hizo por un enclenque inútil?

—Ese enclenque inútil es su sobrino— Le dijo entre dientes—. Sabías lo importante que era su familia para él, así que esperaría que al menos la respetes un poco.

Lupo quitó la mano de Alessandro del pomo— Yo no le debo lealtad a ellos.  Mi lealtad era con Misha. Me importa bien poco el resto de su mugrosa familia.

Alessandro lo tomó con fuerza de la camisa que llevaba y lo estrelló contra la puerta. Sus rostros estaban cerca, sentía las manos temblarle de furia— No te permito que hables así de la familia de la persona que es la más importante en mi vida— siseó amenazante.

— ¿De quién exactamente estamos hablando ahora? — Preguntó Lupo sin inmutarse ante la cercanía y peligrosidad de Alessandro— En verdad eres un idiota, Morello. Exponiéndote así por alguien que no vale la pena.

—Eso lo decido yo. Tú no conoces a Ariel…

La mirada de Lupo se tornó sombría— ¿Y tú sí? A veces creo que solo te dejas llevar por qué crees que es Misha, pero el chico no lo es.

—Ya lo sé. Eso ya lo sé.

— ¿Entonces qué tanto lo conoces? Porque a veces creo que te ve la cara de idiota—Morello lo presionó más contra la puerta, obligándolo a reprimir una mueca de dolor al sentir el pomo de la puerta clavársele en la espalda baja.

—Él me ama. Tú no lo conoces como yo.

—No, pero basta conocerlo solo un poco como para darse cuenta que es el típico niño mimado que a la larga no sabe lo que quiere. ¿No lo entiendes? A él se la ha dado todo siempre fácil, Morello, a diferencia tuya no sabe valorar lo que tiene. Incluso Misha tardó un poco en darse cuenta que era lo que en verdad quería— Vio la tristeza en la mirada de Alessandro—. Sí, Misha. La persona que amaste desde el primer momento. Si él tardó en darse cuenta y eso que no la tuvo tan fácil ¿Qué puedes esperar de ese enclenque?  Es igual que el resto de chicos de su edad.

Alessandro lo apretó con más fuerza contra la puerta, esta vez Lupo soltó un pequeño jadeo de dolor— Escúchame. Él  tampoco  la ha tenido fácil. No lo conoces. Ariel no es como los demás. Así que deja de tratarlo tan mal solo porque estás celoso…

Ambos se miraron desafiantes. Los ojos de Lupo brillaron peligrosamente— ¿Celoso de qué? ¿De ser un inútil como él?

—Al menos es un inútil al cual todos quieren…

—Suéltame, Morello. No voy a rebajarme a pelear sobre ese mocoso idiota.

—Oh, vamos. ¿Tantos celos tienes de él?

Lupo se soltó del agarre dándole un golpe en la boca del estómago. Alessandro tenía sus brazos alrededor de su abdomen. Había olvidado que Lupo tenía un buen gancho.

—Te advertí que me soltaras— Dijo con inusitada calma.

— Con lo que acabas de hacer me has comprobado que en verdad estás celoso. Estás celoso de lo que él y yo tenemos. Celoso que tú no tienes a nadie por quién arriesgarte. Alguien que valga la pena.

—Como si me importara entregarme en bandeja de plata para que venga Mapelli a volarme los sesos por andar de estúpido por alguien que no se lo merece.

Alessandro se incorporó un poco más aún sintiendo como el aire le faltaba— Sigue mintiéndote a ti mismo. Estás solo. La única persona que te toleró alguna vez ahora está muerta. A veces me preguntaba si en verdad eran amigos o simplemente Misha te toleraba porque le dabas lástima. Ahora que estás solo empiezas a cuestionarte si no es demasiado tarde para intentar encontrar a alguien que se aguante el humor de mierda que te manejas y…—Lupo dejó irle un derechazo que si no hubiera sido porque él mismo lo detuvo su cuerpo hubiera terminado en el suelo, pero no se esperó el rodillazo en su estómago y luego un golpe en su nuca. Alessandro cayó esta vez al suelo de manera estrepitosa.

Alzó la mirada furioso— ¿Qué? ¿Ahora nos tratamos así por decirnos las verdades? ¿Tanto te dolió? —Recibió una patada que le sacó el aire unos segundos. Sin embargo empezó a reír— Oh, vamos Lupo. ¿Alguien de tu edad cediendo tan fácil a las provocaciones de alguien como yo? En verdad te hace falta alguien con quien follar. Estás celoso que jamás has tenido alguien que se arriesgue así por ti. Nadie nunca te ha preferido sobre todas las cosas. Estás celoso que al menos yo en este infierno tengo a alguien que está dispuesto a acompañarme hasta el final— Esta vez la patada terminó en su rostro. Alessandro tuvo que reprimir una mueca de dolor, pero sintió la boca llenársele del sabor metálico de la sangre, sin embargo era como si cada vez que Lupo lo lastimaba físicamente él tenía que devolverle la dosis de dolor de  alguna manera.

Lupo se puso en cuclillas y le tomó del cuello de la camisa— Tú no me conoces, Morello, no eres Misha. No sabes ni la mitad de cosas que él sabía. Así que no te permito que vengas tan a la ligera a hacer afirmaciones sobre mí porque no tienes ni la mínima idea de lo que soy capaz de hacer. Lo que Misha y yo teníamos no puedes comprenderlo. Crees que la persona que amas siempre estará a tu lado he allí un gran error. Crees que esos sentimientos serán eternos, pero ya sabes el dicho: Lo que fácil viene fácil se va — Sus ojos lucían turbios—. Si quieres morir, bien. Solo no me pidas que forme parte de esta masacre porque Misha jamás hubiera querido ese futuro para ti. Si ya te olvidaste de él y su sacrificio bien. Yo aún lo tengo presente y sé que jamás hubiera aprobado esa locura— Lo soltó y salió dando un tremendo portazo.

***

Ambos se miraban constantemente intentando ver quien llevaba la delantera. Ethan solo alzó una ceja retando a Ariel quien a los pocos segundos paró y admitió su derrota. Ethan río un poco, divertido. Su amigo siempre era el primero en perder en ver quien aguantaba más tiempo en tomar un frozen sin que sintiera que el cerebro se te congelaba.

—Vale, me has ganado de nuevo— admitió con una sonrisa. Era algo bobo, pero le gustaban esos juegos con Ethan. Siempre era divertido, por más estúpido que pareciera.

Siguieron comiendo entre risas, de vez en cuando tirándose una papa frita cuando empezaban a molestarse un poco más. Salieron del restaurante abrazados. Ethan llevaba su mano alrededor de la cintura de Ariel quien a su vez llevaba la suya sobre los hombros de su amigo.

— ¿Y bien qué quieres hacer ahora? — Preguntó el azabache mientras miraba los edificios que se alzaban sobre ellos. Era extraño e inevitablemente reconfortante tener ese tiempo a solas con Ariel. Pensó lo extraño que era estar allí sin tener que preocuparse porque alguien llegara y quisiera dañarlos o sin preocuparse porque algo les sucediera a los halcones. Era extraño sentirse normal.

—No lo sé. Dejemos el postre después de un rato— Entraron a un centro comercial cuando vieron un lugar para jugar en las maquinitas—. Allí. Vamos.

Entraron al local. Y no tardaron en ir al hockey de mesa, donde Ethan le propinó una aplastante derrota a Ariel— ¿Ya te rindes? — Dijo divertido al ver que su amigo no se rendía después de la séptima partida. Se habían gastado casi todos los créditos allí, pero no iba a negar que se estaba divirtiendo al máximo— ¿O tengo que dejarte ganar?

Ariel frunció el ceño— Bien, bien andamos un poco presuntuosos ¿eh? Bueno, ahora yo elegiré el juego— dijo con una sonrisa de superioridad.

Ethan sabía que no le esperaba nada bueno, cuando se detuvieron frente al dance dance revolution supo que no se había equivocado— ¿Tienes miedo? — Preguntó Ariel divertido.

—Jamás. Hagámoslo.

Aún cuando estaban en nivel para principiantes Ethan fue machacado por Ariel, quien al final solo para divertirse un poco más, subió a nivel de experto donde le dejó claro que si alguna vez quería superarlo tendría que comprarse uno para practicar todos los días.

Al final terminaron con una fina capa de sudor cubriéndolos por haber estado allí por más de media hora— Fue divertido— Dijo Ethan mientras sentía sus piernas bastante agotadas. Quién diría que se cansaría con eso—. Además me vino bien el ejercicio. No quiero llegar sin estar en forma para los entrenamientos.

—Bueno ya que te estoy ayudando a entrenar sigamos— dijo mientras lo arrastraba a una maquina donde podía hacer tiros libres.

— ¿Qué? ¿Vamos a hacer como en esas películas sosas donde le ganan un premio al otro? — Preguntó con una sonrisa que a Ariel le pareció sumamente sexy.

—Nah, de todas maneras no creo que ganes nada— dijo solo para molestarle un poco.

— ¿Apuestas?

—Lo que sea— Dijo Ariel sin  dudarlo.

Ethan lanzó la primera pelota que fue una canasta limpia— Aún puedes arrepentirte de la apuesta— exclamó sin apartar la mirada de esos ojos verdes que ahora los veía  brillar con más intensidad.

—Solo tuviste suerte…

Ethan lanzó los siguientes balones sin fallar ninguno. Incluso se alejó unos pasos más para que realmente fuera un reto, pero seguía acertando todos los tiros. Al parecer no había perdido la técnica en esas semanas que no había pisado la cancha. Era reconfortante saber que al menos no iría a hacer el ridículo.

Cuando el tiempo para hacer los tiros libres terminó sonrió al ver una larga tira de tiquetes para poderlos cambiar. Ya en el puesto Ethan miró divertido a Ariel— ¿Qué quieres, amorcito?

Ariel se ruborizó un poco, pero le siguió el juego— Lo que quieras, cosita, me encanta todo lo que eliges para mí.

El encargado solo les miraba extrañado, pero se abstuvo de hacer comentarios. Ethan miraba lo que podía adquirir con los tiquetes que había conseguido. Entonces lo vio. Sonrió y le indicó al encargado lo que quería. No dejó que Ariel viera hasta que lo depositó en su mano— ¿Entonces? ¿Te gusta? —Ariel sonrió al verlo— Se parece a ti y además te será útil.

— ¿Me estás diciendo gordo?

Ethan soltó una carcajada y atrajo a Ariel hacia él— Si serás bobo. ¿Qué no ves que tiene tus ojos? — Le dio un pequeño golpe en el hombro. Caminaron hasta la salida del local— ¿Entonces te gustó o no?

Ariel sonrió encantado— Me gusta mucho— Era un llavero de cristal en forma de ángel algo gordito, del cual lo único de color eran los ojos de este que eran verdes, el resto del angelito con las alas extendidas era transparente. Su nuevo llavero no tardó en estar junto a las llaves de su casa—. Gracias, Ethan.

—No fue nada. ¿Vamos por un helado?

Ethan empezó a caminar, pero Ariel le detuvo. Apenas el primero se giró el segundo le dio un beso que lo dejó sorprendido. Incluso le hizo estremecerse un poco, por la carga de sentimientos que sintió en él, pero no se vio capaz de rechazarle. Se separaron con lentitud— ¿Qué fue eso? —susurró aún sintiendo el aliento de Ariel rozándolo.

—Mi manera de pagar la apuesta…

—En realidad había pensado que tú invitarías los helados…

Ariel le miró algo ceñudo— ¿No te ha gustado? Bueno, devuélvemelo así de fácil— Esta vez el pelirrojo le besó con más pasión, con más deseo. Antes que Ethan pudiera reaccionar el otro ya lo había hecho y le miraba de una manera que jamás había visto—. Bueno, andando. Pagaré mi deuda, pero no abuses pidiendo el más caro ¿eh? — Se alejó de allí

La gente que pasaba a su alrededor les miraba bastante molesta. De seguro les incomodo la muestra de afecto de su amigo. Mientras él seguía sin saber bien cómo interpretar el comportamiento de Ariel.

Cuando llegó a la heladería el pelirrojo estaba terminando de pedir una enorme copa de bolas de chocolate con crema chantilly — ¿Qué vas a pedir?

Dio un rápido vistazo a los helados y pidió una  copa con más de diez bolas de nieve de mango. Ethan miraba a Ariel intentando encontrar algo que delatase que estaba significando todo ese comportamiento. No era que le molestara tenía que admitírselo constantemente, pero era extraño por todo lo que había sucedido últimamente.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Ariel empezó a hablar de todo un poco. Siempre le gustaba escucharlo hablar. Al poco tiempo llevaron los helados. Ariel parloteaba animadamente. Le gustaba verlo de esa manera. Odiaba verlo sufrir, pero su mirada de vez en cuando se deslizaba hasta el reloj que estaba en la pared del local. Al parecer Ariel se había olvidado que esa salida no era por placer. Poco a poco la hora que partiera se iba acercando.

Sin querer terminaron tocando de nuevo el problema que los llevó a subir un poco más de nivel su relación de amigos súper especiales.

— ¿Estás diciendo que te has fugado por mí?

Ariel se sonrojó a su pesar—Bueno, sí. Me preocupe mucho— Su expresión cambió unos segundos—. ¿Podemos hablar ya de eso?

—Ariel…

—Me preocupo por ti. También el señor Shiheflit. Cuando me llamó estaba preocupado, había llamado a Dante y…

— ¡¿Dante lo sabe?! — Preguntó alarmado.

Ariel frunció un poco el ceño ante la preocupación de este— No. Le dije que no le dijera nada. ¿Seguirás aguardándote este tipo de cosas? ¿Qué paso allá?

Ethan posó la vista en su helado— Quería hablar con Samuel. Mapelli me había dicho que por mi culpa él y su esposa se habían divorciado— No se atrevía a mirar a Ariel—. Empezamos a hablar de cualquier cosa cuando ella apareció. Me dijo que no merecía vivir. Que me odiaba y que si pudiera me mataría con sus propias manos. Samuel me defendió, pero solo hizo que las cosas entre ellos se pusieran peores— Dejó la cuchara a un lado y puso sus manos sobre el rostro—. Me dijo que no debería estar vivo. Me odia por haber destruido su familia, por haberle quitado a su único hijo y…—su voz se quebró. No se atrevía a ver a Ariel porque sino empezaría a llorar otra vez—. Yo solo pensé que tenía razón, que debería estar muerto…

Sintió una mano en su hombro, alzó un poco la vista y notó a Ariel de cuclillas a un lado de él— Está lastimada. Aún no puede aceptar que Matías no era la persona que era. Sin embargo no debió haberte dicho esas cosas.

—Ella tenía razón…

—No. No la tiene, Ethan. Fue un accidente. Un error…

Ariel se puso de pie y le abrazó. Ethan apoyó su cabeza contra el pecho de este— Cometí un error. Uno imperdonable…

—No fue tu culpa. Tú no quisiste hacerlo.

—Claro que no quería, pero esta es una de esas situaciones en que un “lo siento” no arregla las cosas— Su voz sonó bastante chillona a causa del nudo en la garganta que empezaba a formarse—. Sin embargo no podía parar de pedírselo a la esposa de Samuel. Ella tiene razón. Soy un mounstro.

—No lo eres. Tienes que dejar de pensar así de ti por lo que más quieras—le susurró bajito inclinándose para besar sus cabellos. Varias personas los miraba, pero Ariel los ignoraba a todos. Era como si se metiera en una burbuja súper especial cuando estaba con Ethan. Una donde el resto del mundo no importaba—. Fue un accidente. Le pudo pasar a cualquiera. Incluso a mí.

Ethan alzó la mirada—Pero me pasó a mí. No puedes comprender cómo me siento, Ariel.

—Trato de comprenderte…

—Entonces hablaremos cuando tú mates a alguien por accidente. Así ambos estaremos en la misma posición—No quiso decirlo de esa manera tan venenosa, pero las palabras simplemente salieron. Ariel le miró sorprendido y se separó un poco—. Ariel yo…

—Quizás deberíamos irnos. Ya casi es hora—Al parecer aún se acordaba de su reunión con Mapelli.

Se dirigió a la caja a pagar por los helados, incapaz de esperar que llevasen la cuenta a la mesa. Una vez cancelados pasó a la par de Ethan sin mirarle. No comprendía qué podía hacer para ayudarle. Le frustraba no poder hacerlo.

Iba caminando por los pasillos del enorme centro comercial cuando Ethan le dio alcance, le abrazó por la espalda impidiéndole que siguiera avanzando—Perdóname. No debí haberte hablado de esa manera. No cuando por ti sigo vivo. Sé que solo quieres ayudar y yo no sé cómo manejar todo esto…

Ariel se giró para mirarle unos segundos aún molesto, pero la expresión de su amigo no ayudaba a seguir dolido— Te perdono— exclamó derrotado—. Lamento haber actuado así. Es solo que no sé. Me frustras, Ethan. Quiero ayudarte, de verdad, pero tú no me lo permites.

—No estoy acostumbrado a compartir mis problemas con otros…

Ariel rodó sus ojos— Es hora que aprendas a confiar en los demás. Déjame ayudarte. ¿Quieres? — Sonrió al ver la afirmativa de Ethan—. No temas en decirme lo que te suceda que nunca voy a juzgarte. Te quiero.

—Y yo a ti…

No supieron quién empezó el movimiento, pero sus labios se encontraron ansiosos por sellar ese perdón. Ariel pasó sus manos alrededor del cuello de Ethan dejándose embriagar por esa sensación de paz. El otro lo tomó por la cintura estrechándole aún más contra su cuerpo. Lo sintió suspirar contra sus labios. Sus lenguas se encontraron con cierta timidez al principio, pero después se degustaron sin prisas, serenas, ajenas al mundo exterior.

Cuando rompieron el beso sus frentes quedaron juntas. Ethan llevó sus manos a las mejillas del otro— Te quiero, Ariel. Te quiero tanto— susurró mirándole con intensidad—. No sé qué haría sin ti.

—Ni yo sin ti…

Se hubieran podido quedar así toda la tarde mirándose de esa manera en la que los amigos no deberían de mirarse si no hubiera sido porque alguien los reconoció.

— ¡Firedoll, deja de dar espectáculos en lugares tan públicos!

Ariel se sobresaltó al escuchar como le llamaban. Buscó nervioso a quien le había llamado de esa manera, pero cuando vio a Will acercándose a ellos se sintió más aliviado— Will…

— ¡¿Así que este es tu súper novio misterioso?! — Dijo Will con una sonrisa mientras estrechaba la mano de Ethan— ¡Hola, mucho gusto soy Will!

Ethan le miró confundido y luego a Ariel quien de repente lucía más nervioso—Hola…

— ¿Pasa algo? — Preguntó Will que también lo notó nervioso.

— ¿Andas solo?

— ¿Eh? Sí, me libré de ella por unas cuantas horas. Tenía que hacer no sé qué demonios— dijo Will comprendiendo que se refería a Hayley.

— ¿De ella?

Antes que Ariel pudiera negar algo Will de adelantó— Si, de mi amiga con derechos. Aunque si le preguntas a ella sigue empecinada con la idea que somos novios, pero  sabe que no es así, pero las mujeres y su orgullo. Ya sabes les gusta hacerle creer a las otras que son exclusivas.

Ethan asintió no muy seguro de haber comprendido todo— ¿Pasa algo? — Preguntó algo incómodo al notar como Will le miraba.

— ¿Así que tú eres el novio súper misterioso de firedoll? — Preguntó con una sonrisa pícara—. Te tenía bien guardadito. Ahora veo porque no quería mostrarte en público, cualquiera quisiera tenerte en la cama.

Ariel le miró alarmado—Will…

—En verdad estás a la altura de él. ¿Así que firedoll es tan bueno en la cama como cuando baila?

— ¡William! — Chilló Ariel avergonzado— ¡Ethan no es mi novio! ¡Y deja de llamarme así!

Will le miró confundido y luego a Ethan que estaba igual de avergonzado que Ariel—Aguarda. ¿Él es Ethan? ¡Tú amigo, el que quieres que te folle!

— ¡William! — Chilló una vez más Ariel. Miró a Ethan avergonzado—. No le hagas caso a Will. No sabe lo que dice…

Will lo tomó del cuello y lo atrajo a él— Oh vamos, firedoll, tu amiguito ya está grandecito para decidir si quiere follarte o no— Esta vez se dirigió a Ethan—. Deberías escuchar cómo se expresa de ti. Ahora veo por qué lo hace de esa manera tan apasionada— Miró a Ariel unos segundos con una sonrisa—. No te culpo. Si yo tuviera un amigo como él no perdería oportunidad de ser tan amigable con él.

—Will…

— ¿Qué? ¿A poco no puedo decirle como te brillan los ojos cada vez que hablas de él? ¿O de lo celoso que te pusiste aquella vez que dije que quería conocerlo?

Ariel tenía la cabeza gacha— ¿No tienes que hacer algo, Will? — Escapándose del agarre.

Will se rascó la barbilla unos segundos— Cierto. Gracias, firedoll, tengo que ir a comprar unas cosas. Después ir a Tabú. El jefe nos pidió a todos que estuviéramos allí a las tres. ¿Por cierto tú no vas?

—Sí…

— ¡Perfecto! ¿Quieres que te pegue el aventón? — Miró a Ethan y luego sonrió apenado—. Lo siento. Andan juntos y vine a hacer un mal trío ahorita. A lo mejor él te acompañará.

—No. No. En realidad me vendría bien el aventón. ¿Por qué no vas a hacer tus cosas y me llamas cuando termines?

— ¡Genial! No me tardaré mucho. Voy por un CD que tengo apartado desde hace días en la tienda de música— Así como llegó desapareció entre la multitud de personas.

Ariel se quedó viendo por donde había desaparecido, aún no atreviéndose a ver a Ethan a los ojos sin sonrojarse.

— Un tipo bastante especial el tal Will.

Ariel sonrió intentando disculparse— Lo sé. Está loco. Lamento que hayas visto eso.

Ethan ignoró el último comentario para ponerse más serio— ¿Por qué no quieres que te acompañe hasta el lugar?

—No quiero que te encuentres con Mapelli— Admitió—. Además creí que venías a buscar el regalo para Dante.

Ante la mención de Dante, Ethan sintió una punzada de culpabilidad— Sí, tienes razón. Solo prométeme que tendrás cuidado allá. ¿Sí?

—Lo prometo. Te llamo cuando termine. Si Mapelli no está allí me vas a recoger, sino yo regreso hasta aquí ¿te parece?

Ethan se encogió de hombros— Es imposible llevarte la contraria. Así que diré que me parece bien.

Ariel rió divertido— Me harás sentir como un tirano.

—Es un poco la idea. Y ten cuidado con Will, se ve que te tiene ganas.

Sus mejillas se encendieron— Es muy obvio ¿verdad?

—Bastante.

—No te preocupes. Will es inofensivo.

—Eso creo. Tú lo conoces mejor que yo.

—Sí. No te preocupes. Es un poco sexópata, pero nada que no pueda controlar.

—De eso no tengo dudas. Aunque claro si quieres que te enseñe algunos movimientos no tendría problemas.

Ariel sonrió con malicia— Creo que por hoy me quedo con los movimientos que me enseñaste en tu apartamento.

Ethan se sonrojó al escucharle hablar de esa manera— Yo, eh…bueno…—Ariel le besó antes que pudiera darle una excusa realmente razonable.

— ¡Listo! ¿Nos vamos? ¡Ups! Creo que interrumpí de nuevo.

Ariel se separó algo avergonzado por haber sido atrapado una vez más besándole— No te preocupes. ¿Listo?

—Sí. Mejor nos damos prisa que vamos un poco atrasados y ya sabes la súper velocidad del Toyota.

Ariel hizo una cara al recordar lo “rápido” que era— Cierto. Mejor nos vamos— Miró a Ethan con una sonrisa radiante—. Te llamo para ver como quedamos al final ¿eh?

—Claro, yo te espero. Suerte.

—Igual a ti. Que encuentres el regalo que buscas.

—Eso espero— Ethan miró a Will y sonrió—. Un placer conocerte.

—Créeme que el placer fue mío. Y no te preocupes cuidaré bien de firedoll.

—Nos veremos luego. Supongo.

***

Dante tomó todas las bolsas antes de empezar a caminar por el bosque. Miró una última vez el Bentley asegurándose que lo había dejado bien oculto entre los árboles. Luego de cinco minutos llegó a la cabaña. Estaba vacía a simple vista, pero era normal en esos días. Dejó todas las compras sobre la mesa y fue hasta la habitación donde estaban Lamire y Lyosha.

La puerta estaba abierta. Ambos estaban acostados en la cama. Lyosha dormido y Lamire viendo la televisión. Sin embargo notó la presencia de Dante quien le sonrió. Lamire hizo lo mismo. A simples señas le indicó que le dejaba las compras en la mesa, pero en ese momento el español de despertó.

—Dante. Hola...

—Hola, no quería despertarte por eso no saludé bien. Les traje unas provisiones en nombre de Morello y Lupo.

—Gracias. Mejor las guardo ya.

— ¿Necesitas ayuda?

—Di Ferrer. ¿Podrías quedarte?

Dante miró  sorprendido ante la petición de Lamire, pero asintió. Lyosha salió de la habitación aún somnoliento. Dante se preguntó si no le había pedido que se quedara solo porque no confiaba aún que se quedara a solas con Lyosha. Era la primera vez que ellos dos se quedaban solos desde el incidente de Lamire así que no sabía bien que decir— Yo nunca tuve la oportunidad de felicitarte por lo de Lyosha.

Lamire sonrió a su pesar— Supongo que tu consejo sirvió de mucho— Vio la culpabilidad en los ojos de Dante—. Hey, no lo dije para que te sintieras mal. En verdad te lo agradezco, Di Ferrer, si no fuera por ti quizás aún no tuviera el valor de confesármele.

Dante se sentó en la silla al lado de la cama y se cruzó de piernas con la elegancia que solo él podía poseer— Me alegra que ambos sean felices. ¿Cómo te has sentido?

—Mejor de lo que debería. Aunque eso se lo debo a Lyosha— Admitió. Miró hacia la puerta que estaba entreabierta, a lo lejos veía a Lyosha hurgando entre las bolsas y comiendo unas uvas sueltas—. Di Ferrer, si te he pedido que te quedes es por una razón.

Dante se inclinó un poco más adelante al notar como el tono de voz iba bajando del coreano— Te escucho.

—Es Lyosha. Sé que lo conoces mucho más que yo. Así que necesito preguntarte algo y que me respondas con sinceridad— Dante no se sintió cómodo ante la idea de hablar de su ex a sus espaldas, pero asintió—. Ayer recibió una carta de su padre— Al notar la expresión de Dante no le quedó dudas que él sabía todo lo que implicaban esas cartas—. Él no quiere decirme porque se pone así, no es la primera vez que lo veo en ese estado.

—Lamire, no soy quién para hablar de esas cosas contigo— Le interrumpió de la manera más educada posible—. Deberías de preguntárselo directamente.

—No me dice nada. Quiero ayudarlo, Di Ferrer, pero no me deja.

Dante le miró con cierta empatía, sin embargo: —Lyosha no quiere ser ayudado. ¿Crees que no lo intenté en mi momento? Es un tema delicado para él. Y Lyosha es tan Lyosha así que prefiere fingir que nada pasó y seguir con su vida.

— ¿Y tú lo aceptaste esos términos? ¿Así de simple? — No recibió ninguna respuesta, lo que lo hizo sentirse más furioso, pero estaba demasiado agotado y adolorido para expresarlo como quisiera— ¿Qué no lo amabas?

—Lamire, no voy a sostener esta charla de sentimientos contigo y…

— ¿No te preocupaste por él? ¿Acaso solo querías un novio que pudiera follarte bien? ¿Alguna vez te interesaste por saber su historia? —Tanto silencio de parte de Dante lo ponía furioso— ¿Acaso hiciste algo por él en todo ese tiempo?

—Lamire, cálmate esto no te hace bien…

— ¡No voy a calmarme! ¡Fuiste su novio y ahora eres su amigo! Lyosha haría cualquier cosa por ti. ¿Y tú qué harías por él? — El aire se le escapaba y estaba alzando la voz demás haciéndole doler la garganta.

—Cometí muchos errores con él, Lamire, pero…

— ¡No hace falta que lo dijeras eso me ha quedado claro! ¿Aprendiste al menos de ellos o vas a cometerlos con Ethan también?

— ¡Lamire, basta! — Lyosha estaba en el umbral de la puerta con una taza humeante de té. Por primera vez se veía realmente molesto con él. Al parecer tenía más tiempo de estar allí del que ellos habían notado.

Dante le miró preocupado— Lyosha, oye no pasa nada…

—Sal, Dante.

—Pero…

—Sal de la habitación. No voy a repetírtelo otra vez. Espérame afuera— Dante se limitó a ponerse de pie y a caminar para salir de la habitación—. No se te ocurra largarte hasta que haya hablado contigo— le susurró cuando pasó a su lado poniendo la taza de té en sus manos.

Dante quiso decirle que aún recordaba muy bien cómo terminó todo la última vez que no le hizo caso, pero se limitó a asentir. Apenas puso los dos pies afuera de la habitación Lyosha la cerró de un portazo. Dante solo esperaba que Lamire sobreviviera a la ira del español. No todos podían hacerlo.

Lyosha se quedó mirando unos segundos la puerta donde aún tenía la mano puesta. No se atrevía a mirar a Lamire a los ojos, no sin tener ganas de darle una paliza— ¿Cómo te atreves? — Susurró intentando controlar el temblor a causa de su ira—. ¿En qué estabas pensando en primer lugar?

Lamire tragó hondo— Lyosha yo solo quería…

— ¡No! — Alzó la voz furioso— ¡Te dije claramente que no te metieras en mis problemas! ¡¿Es que no puedes respetar eso?!

—Yo solo quería ayudarte…

— ¡¿Y no se te ocurrió otra manera que involucrar a Dante?! — Su voz resonaba en toda la casa— ¡Al menos sé que puedo confiar en alguien y no es exactamente la persona que tengo enfrente!

Lamire se sintió realmente dolido con esas palabras. Sin embargo dejó que Lyosha descargara su ira. Lo veía caminar de un lado a otro en la habitación, alzando la voz por momentos, bajándola por otros. A veces mirándole con ganas de querer asesinarle. Recriminándole por no poder seguir una simple petición de no inmiscuirse en sus asuntos.

— ¿Cómo puedo confiar en ti cuando es lo primero que te pido y haces todo lo contrario?

Lamire lo vio suspirar, por unos segundos no dijo nada más y creyó que era el momento para poder hablar— Eres mi novio. Sé que no debí haber traicionado tu confianza, pero prefiero hacer eso antes de romper mi promesa— Su voz era calmada. Incluso en esos momentos seguía comportándose tan él—. Yo me prometí que nunca dejaría que nada te lastimara. Eso incluye el aspecto psicológico.

— ¡¿Ahora me estás llamando loco?!

—No— respondió con gentileza—. Solo digo que lo que sea que tengan esas cartas te afectan y mucho. No me gusta verte sufrir, porque yo sufro. Me gusta verte sonreír. Amo tu sonrisa, pero la amo más cuando no es fingida. Tú te preocupas por mí. Sufres por mí. Y creo que es justo que yo haga lo mismo por ti. Estoy en mi derecho ¿verdad?

Lyosha le miró furioso. Incluso creyó que en cualquier momento le iba a saltar encima e iba a romperle los huesos que apenas estaban sanando y de paso iba a romper los que aún no estaban rotos. Sin embargo solo lo vio salir de la habitación dando un terrible portazo.

A Dante casi se le cae la taza con el té cuando escuchó la puerta azotarse de esa manera. Apenas alcanzó a ver los últimos rizos salir hacia el frente de la casa. Dante suspiró. Creyó que al menos se había librado de intentar apaciguar a Lyosha. Aunque claro, no había nadie más que lo hiciera en esos momentos e incluso aunque hubiera alguien presente dudaba que lo pudieran calmar.

Cuando salió lo vio caminado de un lado a otro por todo el claro, a veces se adentraba un poco en el bosque para darle un puñetazo a un árbol el cual hacía que todas las ramas temblaran ante la ira del español.

Dante no pudo evitar sonreír divertido. Ahora que la ira de Lyosha no era dirigida a él incluso lo veía divertido. Era como un niño grande con sus berrinches.  Un niño grande y letal.

Bajó las escaleras del pórtico hasta llegar al medio del claro. Lyosha al verlo con los brazos extendidos frunció aún el seño— ¡Quítate, Dante! — Sin embargo el otro se limitó a abrazarlo— ¡Suéltame o te juro que te vas a arrepentir!

Dante río a su pesar— ¿Después de todo lo que me hiciste en el pasado crees que temo a tus amenazas, Lyo? — Sin embargo lo soltó y le indicó que fueran a sentarse al pórtico. De mala manera el español le siguió—Dime que Lamire aún vive.

—Es un idiota. Es un entrometido. ¡¿Tienes idea cuanto me saca de quicio que actúe de esa manera tan tranquila?! ¡Es frustrante Dante! ¡Quiero partirle la cara y él me sonríe y sale con sus razonamientos que me ponen en jaque!

Dante asentía a todo lo que le decía el español. Era más fácil estar en esta posición en la que solo tenía que intentar calmarlo. Las cosas eran mil veces más complicadas cuando le tocaba calmarlo y convencerlo que no lo matara— Sabes, él se preocupa por ti. Y a ti te molesta que tenga razón.

—No debió haberte dicho esas cosas. No debió haberte comprometido de esa manera.

Puso una mano en el hombro del español— Está bien. Me lo merecía. Cometí muchos errores contigo, Lyosha. Uno de ellos fue no haber insistido más sobre el tema de tu padre. Te dejé solo en ello.

—Fue porque te lo pedí.

—Sí, pero yo te amaba en ese entonces y se suponía que debía demostrártelo intentando ayudarte a solucionar ese problema en cambio hice lo que me pediste: Hacer como si el problema no existiera.

—Eso estuvo bien…

—No. Cuando amas a alguien, a veces tienes que ir en contra de sus deseos para asegurarte que estará bien. Yo no hice eso contigo y me arrepiento. Lamire es mejor novio que yo, debo admitirlo.

—Es un idiota…

—El amor nos vuelve a todos un poco idiotas. Él a su favor está siendo bastante racional. Deberías confiar en él. Es decir, están juntos ahora. Las parejas hacen eso.

Lyosha se llevó la mano a la cabeza frustrado— Es solo que no quiero la imagen que tiene de mí se quebrante.

Dante le dio unas palmaditas en la espalda— Él te ama. Está dispuesto a hacer todo por ayudarte. Así que no dudes de sus sentimientos por ti. Sé que entenderá.

—Pero…

Dante le indicó que no quería que lo contradijera— Te has guardado demasiado tiempo eso para ti solo— le recordó con gentileza—. Creo que es hora que hagas la carga menos pesada. Si no me dejaste a mí ayudarte con ella lo comprendo, pero Lamire se nota que es el indicado para poder ayudarte. Él es más fuerte y determinado que yo.

Lyosha le dio un golpe un tanto fuerte entre las costillas a Dante, pero a veces ignoraba su propia fuerza— Oh vamos. No te tires tierra tú solo. Hiciste un buen trabajo. No fuiste mal novio— Le dijo con tranquilidad—. Bueno, aunque nunca aclaramos qué éramos.

—Yo siempre te consideré mi novio— Admitió Dante sobándose donde había recibido el golpe.

—Yo también, pero nunca te lo dije.

—Qué raro, tú guardándote cosas— exclamó sarcástico y solo recibió otro golpe—. ¿Entonces? ¿Hablarás con él?

Lyosha se mordió el labio algo nervioso— Supongo que no me queda otra opción. Tú no dijiste nada, lo cual agradezco, pero si le llega a preguntar a Morello no sé qué respuesta le daría y a él no puedo amenazarlo como lo hago contigo.

—Vale, entonces te aprovechas de mi debilidad…

Lyosha río a su pesar —Siempre lo hice, cariño, por eso siempre estuviste abajo.

Dante le miró algo avergonzado. Se abstuvo de hacer comentarios. Sin embargo le parecía extraño como podían estar ahora allí hablando como si nada hubiera pasado entre ellos. Jamás se esperó que pudieran volver a tener una conversación tranquila, pero allí estaban y se sentía muy bien el saber que por lo menos aún lo tenía allí para él. No de la misma que solían estar, pero no por ello se sentía menos feliz.

—Por cierto. ¿Qué tal van las cosas con Ethan? — Dante río un poco avergonzado— ¿Tan bien? ¿A poco salió tan excelente en la cama?

—Oh, eso no lo sé aún, pero sé que será increíble.

Lyosha le miró sorprendido— ¡¿Aún no te has acostado con él?! Oh vamos no mientas. Eres Dante Di Ferrer, eres de los tipos que se  llevan a otros a la cama la misma noche.

—Ese era el otro Dante. Este quiere hacer las cosas bien por eso no quiere presionarlo. Amo a Ethan y espero que él me ame a mí. Si se entrega a mí  quiero que esté seguro.

Lyosha río a su pesar— Oh vamos ¿Quieres que me crea eso? Tiene que ver algo más para que no lo hayas hecho. Anda, dímelo. Confía en mí.

El rubio se recostó en las gradas y miró al cielo azul— Es verdad lo que te digo, pero también es verdad es que hay algo más. No sé cómo explicártelo —Tampoco había encontrado cómo explicárselo así mismo—. Es solo que tengo miedo…

— ¿Qué no se te pare?

— ¡Lyosha es enserio! — Le recriminó. A veces creía que el español era más infantil que él—. No sé si lo he explicaré apropiadamente, pero lo intentaré— Se tomó unos segundos para buscar explicarlo con palabras simples—. Es solo que…

— ¿Es solo que qué? — Preguntó interesado el español.

— He lastimado a tantas personas en el pasado que me da miedo que todo ese daño se me revierta justo ahora que estoy aprendiendo a amar.

—Auch, eso me dolió. ¿Así que no me amaste?

Dante sonrió un poco— Sabes que sí, idiota. Y también sabes a lo que me refiero…

Lyosha le devolvió la sonrisa con complicidad. Claro que lo sabía. Dante estaba aprendiendo a amar de a poco, paso a paso. Sin prisas. A la manera tradicional y no a la manera Di Ferrer y el que hiciera eso ya decía mucho de cuanto le importaba Ethan— Cometiste unos errores en el pasado. Todos lo comenten y nadie puede juzgarte porque nadie es perfecto. Ama a Ethan sin temores. Es mejor entregarse por completo a pensar qué hubiera pasado si hubieras dado solo un poco más.

***

Cuando entraron en Tabú la mayoría de meseros estaban ya allí. Al verlo todos  empezaron a murmurar. En todo ese tiempo solo había conseguido ser cercano a Will y por asociación a Hayley. El resto parecía temer juntarse con él. No sabía si Mapelli les había dicho algo y Will lo ignoraba o simplemente parecían preferir evitar problemas.

Bruno, el encargado de Tabú se acercó a él y le informó que Mapelli quería hablar con él en privado. Apenas se alejó Will le miró preocupado— ¿Estás bien? Estás pálido…

—Sí, no te preocupes. Voy y vengo.

Sin embargo sabía que Will se había quedado preocupado aún cuando le había indicado que no pasaba nada. Ariel caminó con lentitud hasta la puerta de la oficina de Mapelli. Sentía que algo no iba bien y odiaba cuando tenía ese tipo de presentimientos.

Abrió la puerta con lentitud, allí estaba. Estaba solo— Hola, firedoll, cierra la puerta—. Los ojos grises le miraban con una inusitada calma. Tanta que Ariel tuvo miedo. Cerró la puerta y caminó hasta sentarse frente a él. Durante los primeros minutos no dijo nada— ¿Estás nervioso, firedoll?

Ariel intentó mantenerse sereno—No. Solo necesito que me diga qué hago aquí.

Mapelli se puso de pie con lentitud. Empezó a caminar alrededor de Ariel— ¿Qué haces aquí? Bueno, pues eso es sencillo. Tú y yo tenemos una deuda.

—Eso ya lo sé. No necesita recordármelo siempre que nos vemos.

Mapelli pasó su mano por el cuello de Ariel haciendo que se sobresaltase— ¿Estás nervioso de estar conmigo aquí a solas? — Le susurró al oído, viendo como la piel de este se erizaba del miedo.

—No…

— ¿Seguro? — Volvió a susurrar esta vez más cerca de él—. Cada día te encuentro más hermoso, firedoll— Ariel no se movía, tenía sus ojos cerrados con fuerza. Sentía asco de las manos que estaban tocando su cabello, de ese aliento pesado. Intentaba no temblar cuando la mano se metió por el cuello de la camisa y la retiró un poco—. Qué tenemos aquí…— le susurró divertido. Ariel reaccionó con rapidez y se levantó quedando de frente a Mapelli—. No sabía que te divertías tanto cuando no estabas bajo mis servicios—Ariel llevó una mano hasta donde Ethan le había mordido horas antes—. ¿Así que te gusta jugar rudo? — Mapelli se iba acercando a él y Ariel no creía tener fuerzas para seguir evadiéndolo. Sabía que tenía como defenderse, pero una defensa tan pobre como la suya solo haría que el dolor fuera mil veces peor. Estaba cansado de luchar contra su destino.

No se movió. Mapelli lo acorraló contra el escritorio y su cuerpo. Le tomó con fuerza de la barbilla sacándole una pequeña mueca de dolor— ¿No huyes de mí? — Ariel solo le sostenía la mirada. Desafiante hasta el final— ¿Te comió la lengua el gato? ¿O alguien más? — No respondió— Oh vamos, firedoll, al menos pon un poco de resistencia. Así no es divertido.

—Estoy aquí para pagar una deuda. No para hacerla de bufón su personal— susurró lleno de odio.

Mapelli rió— ¿Ves? Ese es el firedoll que yo conozco. Siempre tan rebelde. Sin embargo hay algo en que te equivocas. Como tienes una deuda conmigo puedo hacer contigo lo que se me plazca— Le recordó mientras lo acorralaba más y lo obligaba a reclinarse contra el escritorio—. Si quiero que seas mi bufón lo serás. Si deseo que seas mi  bailarín estrella lo serás. Si deseo que seas mi puta lo vas a hacer y…—Frenó el golpe a escasos centímetros de su rostro. El puño de Ariel temblaba a causa de la ira. Sus ojos verdes eran chispeantes—. Aún no lo comprendes ¿verdad? Tú eres mío. Si quisiera pudiera matar a todos con los que osan a mirarte, a tocarte, a atreverse a marcar tu cuerpo— Los ojos de Mapelli brillaron peligrosamente. Lo tomó de su espalda baja y lo apegó a él, aún sosteniendo con la otra mano el puño de Ariel—. La próxima vez que se te ocurra meterte con alguien recuerda a quién le perteneces. Tú eres mi puta. Así que mejor que no me entere con quién te metes. Ya sabes que me gusta lo que es raro y coleccionable. Así que no cualquiera puede tenerte, sino te vas a desvaluar.

—No soy tuyo. Nunca lo voy a hacer— Le dijo molesto—. Crees que puedes tener a todos, pero no me puedes tener a mí.

— ¿A no?

—No. Si así fuera ya me hubieras tomado hace tiempo— Dijo sin bajar la mirada ni un segundo—. No sé qué te detiene, pero sé que debe ser algo importante. ¿A qué le temes?

—Yo no le temo a nada—Dijo entre dientes apretando con más fuerza la  muñeca de Ariel—. Solo digamos que parte del sufrimiento que me gusta darte, va encaminado en prologar ese momento, pero tú serás mío.

—Jamás, primero muerto antes de pertenecerle a alguien tan asqueroso como tú…

Mapelli sonrió de lado y apretó aún más la mano lo apegó aún más haciendo que sus caderas se pegaran dejándole ver lo excitante que era para él esa situación— Nunca digas nunca. Quién sabe a lo mejor tú vienes a ofrecerte en bandeja de plata.

—Sigue soñando.

Mapelli subió la mano que tenía en la espalda baja hasta la cabeza de Ariel y tiró con fuerza de los cabellos rojizos sacándole un gemido de dolor— No estás en posición de ganar. No tienes ningún arma contra mí. Si quisiera podría hacerte mío en este instante sobre ese escritorio—Tiró con más fuerza de los cabellos logrando que las lágrimas se aglutinaran en sus ojos—. ¿Te gustaría? Una puta como tú debe estar acostumbrado a que se lo folle cualquiera.

Ariel se removió furioso— ¡Suéltame! ¡No tienes ningún derecho de hablarme de esa manera!

La risa fría de Mapelli resonó en la habitación— ¿Soltarte? Pero si la estamos pasando muy bien— Abrió las piernas de Ariel y con su rodilla apretó con fuerza la entrepierna de este sacándole un gemido más fuerte de dolor. Ariel intentó empujarlo con su mano libre, pero Mapelli en un rápido movimiento lo dejó con la cara contra el escritorio una mano en su cabeza y la otra sosteniendo sus manos.

— ¡Suéltame! — Gritó furioso Ariel— ¡Suéltame!

Mapelli recargó todo su cuerpo contra el de Ariel— ¿Soltarte? — Le susurró al oído mientras sus labios delineaba la mejilla del otro— No estás en posición de darme órdenes. Nunca estarás en posición de darme órdenes a mí. Tu vida me pertenece a mí.

—Suéltame…—susurró esta vez aterrado al sentir como esos labios se posaban en su cuello y le dejaban una marca.

—Para que no se te olvide que tú nunca podrás elegir nada. Eres mío Ariel Miderhive. ¿A quién pertenece tu vida?— Ariel no respondió. Tenía los ojos fuertemente cerrados temblando. Intentando contener las ganas de gritar—. Responde— susurró amenazante Mapelli tirando de sus cabellos. Ariel gritó de dolor.

— ¡Suéltame!

—Creo que se te ha olvidado los modales. ¿Desde cuándo te he autorizado a tutearme? — Ariel se removía intentando encontrar una manera de escapar. Mapelli apretó con fuerza sus muñecas hasta dejar completamente adoloridos sus brazos. Cuando vio que no ponía más resistencia en ellas lo soltó. La mano bajó hasta el pantalón del otro y  lo desabotonó.

—Basta…— susurró Ariel temblando de miedo—.Basta…

Mapelli se detuvo unos segundos— ¿A quién le pertenece tu vida?

—A ti…

—No, no. ¿Qué dijimos del trato? No te entrenado para que seas tan irrespetuoso. Probemos una vez más. ¿A quién le pertenece tu vida?

Tembló al sentir como aquellos dedos rozaban aquella zona baja—A usted—susurró Ariel sintiendo como las primeras lágrimas empezaban a caer. Se odió por permitirse ver tan frágil frente a Mapelli. Odiaba ser débil. Creyó que esta vez sería el final.

—Así me gusta, pequeño firedoll. Aprende a saber cuál es tu lugar en este mundo y quizás no la pases tan mal. Te quiero afuera en cinco minutos— Así sin más salió de la habitación.

Ariel se quedó allí con la mitad del cuerpo recargado contra el escritorio unos segundos. Se intentó poner de pie, pero todo su cuerpo temblaba. Lentamente se sentó en el suelo de la oficina apoyando su espalda contra el escritorio. Miró sus muñecas enrojecidas. Su pantalón abierto. Las lágrimas se acumulaban en sus ojos. No quería llorar más. No podía llorar. Su padre jamás debió haberlo hecho, tampoco su tío. Ellos lograron siempre tener la frente en alto ante la adversidad así que él debía hacer lo mismo, pero era difícil. Él no era tan fuerte.

Tenía la cabeza mirando el techo de la habitación intentando tranquilizarse. Llevó su mano hasta su boca intentando controlar los sollozos que querían salir. Cerró sus ojos con fuerza. Unas lágrimas cayeron inevitablemente.

— ¿Firedoll? —  Ariel abrió los ojos y se encontró con la mirada de Will preocupada en medio del pasillo. Al parecer iba al vestuario.

Intentó sonreír, pero no pudo. Al siguiente segundo lo tenía a su lado— Ariel, ¿qué pasa? ¿Por qué estás así?

—Vete, vete, Will— No quería imaginar qué pasaría si Mapelli los encontraba.

— ¿Estás loco? No voy a dejarte así en ese estado.

—William, vete, te lo suplico…

Sin embargo no lo hizo. Le miraba preocupado intentando saber qué hacer. Ariel notó como quería abrazarlo, pero parecía no estar seguro que eso fuera lo que necesitaba. Al final se limitó a pasarle su pañuelo.

—Nunca creí que fueras de los que usaran pañuelos.

—Aún no nos hemos extinto— Comentó Will con una pequeña sonrisa—. Quién sabe cuando lo  podremos ocupar.

A su pesar Ariel sonrió con cierta tristeza— ¿Es tu táctica para conquistar?

—Depende. ¿Está funcionando contigo?

—Idiota…—Se sonó la nariz. Y luego se lo pasó a Will.

—Sabes, mejor quédatelo. Tengo miles en el apartamento.

Ariel sonrió apenado y aún con unas lágrimas en sus ojos— Mejor salgamos de aquí.

— ¿Estás seguro?

—Sí. Vamos, Mapelli quiere hablar con todos.

Will le ayudó a ponerse de pie, fue cuando notó las muñecas del otro— ¿Qué te pasó? — Ariel retiró las manos con rapidez.

—Nada…

—Ariel…

—No es nada, Will. De verdad. Vamos— Sin embargo le cerró el camino— Will…

Will le atrajo a él y todo su cuerpo se tensó. Cerró sus ojos por acto reflejo. Se quedó rígido al sentir las manos de su amigo allá abajo, pero este solo se limitó a abotonarle el pantalón y subirle la cremallera— Ahora no me vengas con mierdas de que estás bien— susurró con seriedad—. Solo basta ver cómo has reaccionado. ¿Crees que voy a violarte sin tu consentimiento? —Al ver como se limitaba a bajar la mirada sin decir nada realmente se preocupó—. Ariel ¿qué pasa?

—Hay que salir, sino tendremos problemas…

Will asintió no muy seguro. Lo vio salir primero y luego le siguió los pasos de cerca. Ariel se quedó al fondo de la habitación, pero alcanzó a ver como Mapelli no le quitó la mirada  al pelirrojo desde que entró al lugar. Intentó a cercarse a él, pero de la manera más discreta le indicó que quería estar solo.

Ariel se cruzó de abrazos intentando ocultar sus muñecas enrojecidas. Solo deseó que no se notase para cuando volviera a ver a Ethan. Mapelli estaba en lo alto del escenario— En un mes— Empezó con voz calmada, pero autoritaria—. Organizaré una fiesta exclusiva para mis socios más cercanos y todos mis trabajadores— A Ariel no le gustó mucho como sonaba la idea de una fiesta de los halcones—. Así que firedoll aquí presente— Todos voltearon a verlo, pero él no despegó la mirada de Mapelli—. Nos honrará con un buen espectáculo. El mejor hasta ahora— No era una opción—. Así que está demás decir que todos deberán trabajar ese día. La fiesta comenzará a las ocho. Los que montan el espectáculo con firedoll deben estar más que disponibles para las próximas semanas. Se los hago saber con tiempo, para que luego no me hagan quedar en ridículo.

Fue en ese momento que Ariel notó cómo todos los presentes eran solo empleados de la zona VIP. Tragó hondo. La última fiesta a la que había ido había terminado muy mal. Y una fiesta organizada por Mapelli no tenía mejor pinta. La mirada de su jefe era clara: No tenía que cometer ni un solo error o tendría que atenerse a las consecuencias.

***

Ethan tenía más de una hora de estar en la misma banca mirando a todos pasar. Se suponía que tendría que estar buscando un regalo para Dante, pero después de todo lo que había pasado con Ariel de repente se sintió un poco hipócrita. ¿Con qué cara se presentaría a su casa esa noche?

Hundió su rostro en sus manos. De repente se sintió como si estuviera traicionando a Dante. Intentó convencerse que entre Ariel  y él no estaba pasando nada raro. Además eran amigos. Solo eso. No era como si estuvieran enamorados uno del otro— Ethan, deja de pensar en estupideces y mejor ve por el regalo— se ordenó en voz baja. Se  puso de pie con rapidez, pero solo terminó chocando con alguien. Lo único que vio fue una serie de bolsas con ropa cayendo de un lado a otro.

—Lo siento, lo siento— se apresuró a decir y se inclinó para recoger todo. Se sonrojó al notar que mucha de las cosas era lencería.

—Genial…

—Lo siento mucho, señorita— La chica se agachó para recoger todo también—Aquí tiene…—la última “e” quedó suspendida cuando Ethan se encontró con el rostro de la chica que se levantaba sus gafas de sol sobre el largo cabello castaño. Estaba ocupada recogiendo las últimas bolsas que no había reparado en él, pero cuando finalmente lo hizo, lució igual de sorprendida que él— Hayley…

Notas finales:

Gracias por leer! :D!! Ya saben que pueden dejarme sin pena sus opiniones, les gustó, no les gustó :B! Cualquier crítica es bienvenida para mejorar! :D 

Hasta el otro lunes!


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