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El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

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Habían pasado tres meses desde que había empezado las clases en la universidad. Las cosas parecían ir con normalidad: Estudiante de día, asesino de noche. En su casa, nunca sería su hogar, las cosas parecían haberse calmado con el tema de su liderazgo.

En la universidad las cosas iban demasiado bien para estar cursando una carrera que jamás le había llamado la atención. Su vida seguía siendo lo más normal que podía. Ya que siempre sucedían cosas extrañas a su alrededor y no podía evitarlo, hasta ahora lo más extraño era que Misha había desarrollado algún nuevo fetiche extraño porque siempre encontraba botellas de crema batida o esposas por doquier en el apartamento. Claro, lo más extraño aparte que no sabía bien porqué a veces se encontraba en el edificio de su facultad y de repente sus pies lo dirigían al de humanidades.

Más de alguna ocasión se había vuelto a encontrar con la chica de los ojos azules. Pocas veces no se cuidaba las espaldas y terminaba pasando justo al lado de ella y se quedaba sin saber qué hacer. Ella se limitaba a verlo y le sonreía educadamente, pero no habían vuelto a cruzar palabra porque siempre iba acompañada por alguna otra chica.

No es que Jensen fuera acosador, simplemente no había podido evitar que jamás andaba sola. ¡Ni siquiera para ir al baño! Nunca se había fijado en las chicas, así que era completamente desconocido para él muchas cosas de ese mundo. ¿Qué había de interesante ir con alguien al baño? A veces Misha le acompañaba, pero era para querer espiarlo y no creía que todas las chicas fueran a eso al baño.

En esos momentos estaba con Marcus en la cafetería de la universidad. Este último hacía tiempo había notado a Jensen diferente. No sabía bien en qué sentido, pero de a poco venía atando cabos y tenía que decir que su posible respuesta no lo hacía demasiado feliz, pero Lupo era su amigo así que tenía que tragarse todo lo que sentía e intentar ayudar al otro a que aceptara una realidad de la cual apenas parecía notar— ¿Y bien?

— ¿Y bien qué?

—Vas a decirme quien es la afortunada que ha llamado tu atención.

A Lupo Casi se le cae el café que había pedido —No sé de qué hablas.

—Oh vamos, tú nunca te quedas después de clases. Dices que odias la universidad, la vida social y todas esas cosas— Tenía que dejar de ser menos obvio, pensó Lupo—. Y de repente, por arte de magia, te dan ganas de tomarte un café en la universidad. Y en un campus que no es el de ingeniería.

¡¿En qué estaba pensando cuando lo invitó?!  Desvió la mirada. Sin embargo deseó no hacerlo. Allí estaba. Desvió la mirada una vez más, pero se encontró con los ojos verdes de su acompañante— Te he pillado…

—Cállate.

Marcus examinó al grupo de chicas con detenimiento—Pues mira que no tiene demasiado de ningún lado si no fuera por el pelo largo diría que es un chico y ya hubiera ido a coquetearle un poco…

—Si tiene, lo que pasa es que esa ropa no le favorece— salió en su defensa demasiado pronto. Su amigo solo sonrió divertido.

¿Así que acerté? — Una vez más había caído en su trampa ¡¿Cómo no se había fijado que iba rodeada de chicas que o tenían mucho adelante o mucho atrás?! — ¿Tomo tu silencio como un sí?

—Ve a que te jodan.

—Ahora que lo mencionas tengo una cita más tarde. Gracias por recordármelo— Lupo tenía que recordar con él esos insultos eran más sugerencias—. ¿Y ya sabes cómo se llama?

—No—Vio como se puso de pie— ¿A dónde vas?

—A preguntarle su nombre.

— ¿Eh? ¡No! ¡¿Estás loco?! Va a pensar que eres un acosador.

—Cuando eres gay, amigo mío, no nos importa mucho lo que las mujeres piensen de nosotros. Regreso en cinco…

—No, detente o te asesino.

—Entonces mi fantasma irá a preguntarle, porque los cielos saben que es la primera vez que te fijas en alguien, benditas sean las chicas de la facultad de humanidades.

— ¡No me llama la atención!

Marcus sonrió un poco más— ¿Entonces por qué no dejas de verla? — Lupo se quedó sin respuestas— ¿Tan difícil es aceptar que no eres tan asexual como creías?

—No seas idiota…

—No. Tú no seas idiota. A este paso no conseguirás nada viéndola desde lejos.

 Antes que pudiera detenerlo ya salía corriendo hasta la chica. Al principio se mostró un tanto confundida e incluso incómoda, pero ni había pasado veinte segundos cuando ya estaban riendo. A veces Jensen odiaba a Marcus por hacer parecer tan fácil las cosas que él quería hacer.

Lo que no se esperó fue que Marcus se encaminara hacia la mesa de nuevo, pero acompañado del grupo de chicas. Lupo quiso salir huyendo en esos momentos, pero sus piernas no reaccionaron. Las chicas saludaron con tranquilidad mientras Marcus movía otra mesa y las invitaba a sentarse.

—Hola, Jensen. Espero que no te haya importado que trajera compañía— Comentó intentando sonar lo más casual —. Chicas, Jensen. Jensen…—Decir que olvidó el nombre de todas las chicas en un segundo sería poco, pero el último le quedó grabado para siempre: “Clarissa”.

—Hola. Veo que aún sigues sin encontrar tu campus— Comentó la chica con una sonrisa.

Marcus alzó una ceja intentándolo hacer reaccionar.

— La vista es mejor aquí…

Todas las demás chicas rieron. Sin embargo Clarissa solo se limitó a sonreír un poco— ¿Enserio? ¿En qué sentido?

Jensen se encogió de hombros— No lo sé. En todo. Supongo…

—Sí. El campus de ingeniería es bastante feo— Concedió la chica.

—Y los hombres—comentó Marcus sin poder evitarlo. Haciendo que todas lo voltearan a ver—. Claro, a excepción de Jensen— Las chicas rieron un poco y estuvieron de acuerdo. Ellas no tardaron en congeniar con Marcus, pero Clarissa volvió la vista a Jensen quien seguía sin decir nada.

—Tienes un amigo bastante peculiar.

—Es el único que tengo. No tengo mucho de donde elegir.

La chica sonrió un poco más— ¿Así que ingeniería?

—Sí…

— ¿Por qué?

—Me obligaron— Sabía que no era el mejor conversador del mundo, pero no podía pretender algo que no era. Sintió la mirada de Marcus como queriéndolo estrellar contra la mesa por no ser más original con sus respuestas.

Clarissa solo asintió de modo comprensivo— ¿Y qué querías estudiar?

—Prefiero no pensar en eso. Ya no hay marcha atrás.

—Lo siento…

—También yo— Silencio.

Miró los libros de la chica y allí estaba de nuevo el libro de “Derecho Romano”. Ella lo notó y sonrió un poco— ¿Te llama la atención el derecho?

—Muy poco— Sin embargo quiso retractarse en ese momento. Se suponía que debía impresionarla o algo en su interior le decía que debería hacerlo, pero estaba haciendo todo al revés—. No sé, me parece complicado y ¿no deberías de ver algo más actual?

—En teoría, pero muchas cosas del derecho romano siguen vigentes.

— ¿No es muy difícil?

— ¡Uff! Bastante. Hay muchos términos en latín que no sé qué significan y hay veces que ponen fragmentos enteros y ni idea qué dicen y no hay muchos diccionarios de esta índole. Me va de la patada en esta materia.

Lupo miró con curiosidad el libro— ¿Puedo? — La chica no comprendió bien, pero asintió. Empezó a ojear el libro con curiosidad. Se detuvo en un apartado bastante grande escrito en latín — “El grupo de conspiradores interceptó a César…” —Hizo una pausa para mirar a la chica— Hablamos de Julio César ¿verdad?

Ella le miraba sorprendida con sus brillante ojos azules al máximo— Aguarda— Le arrebató el libro para ver dónde estaba leyendo. Luego miró al chico— ¿Sabes latín? — Jensen se encogió de hombros— ¡¿Quién demonios sabe latín en estos días?!

—Fue idea de mi padre. Lo domino mejor que el inglés, pero aún así no soy un experto…

— ¿Pero comprendes?

—Sí…

— ¿Podrías ayudarme?

— ¿Eh?

—Por favor. Ayúdame si repruebo mis padres de seguro me asesinan. Por favor, haré lo que sea.

Lupo sintió que Marcus y las chicas habían interrumpido su conversación para mirarlo con curiosidad. Él no despegó los ojos de la chica— Supongo que puedo ayudarte dos veces por semana. Tengo unas cuantas horas libres entre clases y…— Clarissa la abrazó dejándolo confundido.

— ¡Gracias! Me salvarías la vida.

Jensen se quedó sin saber cómo reaccionar; sin embargo sintió una enorme necesidad de sonrojarse, cosa que reprimió con todas sus fuerzas. Su mirada se encontró con la de Marcus y  en esos momentos no notó que el pelirrojo se moría de celos.

***

Empezó a caer una suave llovizna sobre San Peter cuando Alessandro aparcó la motocicleta frente a Tabú. Hizo una mueca de desagrado ante la lluvia.  Subió el cierre de su chaqueta, regalo de Tessa y Armand, y entró al local.

Había decidido ponerle fin a ese asunto lo más pronto posible. Miró a todos lados antes de palpar el arma, obsequio de Lupo, bajo la chaqueta. Sabía que esa conversación tendría que llevarse tarde o temprano. La habían postergado demasiado tiempo y no había sido él quien lo había provocado.

Tal como lo había sospechado a esa hora no había mucha gente en local.  Bruno, el encargado de Tabú se acercó a él, pero Alessandro le indicó que ni se atreviera a hablarle. Después de lo de Claudio prefería tener lo más lejos posible a todos los encargados de los locales.

Apenas se había alejado un poco escuchó a Bruno decirle que Mapelli estaba en reunión. Le importó una mierda. Después de todo él expresamente le había dicho que no importaba la hora que lo hiciera.

Entró sin siquiera tocar la puerta. Como era de esperarse todos voltearon molestos ante tal falta de respeto. Sin embargo Alessandro entró a sus anchas, viendo como la cara de todos los invitados de su jefe pasaban de la molestia a la sorpresa.

Mapelli le miró claramente enfadado por haberse osado a entrar de esa manera — Jefe— Dijo en un tono que sabía que solo Mapelli pudo captar el sarcasmo en su tono—. No creía que estaría demasiado ocupado para atenderme.

—Morello. Espera tu turno.

Alessandro solo sonrió de lado y se encogió de hombros— Solo seguía sus órdenes de venir a cualquier hora.

Uno de los socios de Mapelli los miró a ambos— Quizás deberías atenderlo. De todas maneras íbamos a tomar un descanso dentro de poco. ¿Los demás están de acuerdo? — Todos los hombres asintieron de inmediato sin dejarle siquiera opinar a Mapelli de todo esto. Muchos  miraron a Morello sin poder ocultar su sorpresa hasta que uno se atrevió a decir lo que el resto pensaba: — Buen trabajo en Silver Beach. Creo que hablo por todos que nos dejó impresionado por la manera en que manejó la situación.

Morello solo asintió intentando no mirar a su jefe quien parecía furioso por el último comentario. De repente se le antojó de meterle una bala en la sien al sujeto para que dejara de jugarse su pellejo; sin embargo él siguió alabando su trabajo—. Mapelli tiene una suerte de tenerlo. Hombres como usted son irremplazables— Alessandro quiso decirle que a su jefe no le parecía tan irremplazable porque había conspirado en su contra para terminar muerto—. Cualquiera estaría feliz de tenerlo a su servicio.

—No estarás planeando ofrecerle una mejor oferta de empleo a Morello ¿eh? Gaspard— Preguntó Mapelli sin poder ocultar su desagrado ante la situación.

El hombre sonrió un poco más— Si no lo cuidas bien creo que cualquiera se atrevería a darle una buena oferta.

Mapelli le miró con extrema seriedad— Morello recibe lo que debe de recibir.

Gaspard miró a Alessandro unos segundos— ¿Es eso verdad? — Se atrevió a preguntar— Porque hay muchos interesados en contratar sus servicios. Al menos para un trabajo. Quizás debería plantearse independizarse.

—Gaspard, deja de incitar a la anarquía a mis empleados.

El hombre miró a Mapelli como si nada— Siempre es bueno poner en aprietos a otros. Por ahora tú estás en una posición privilegiada porque tienes a Morello. Así que cuídalo. No vaya a ser que alguien quiera quitártelo.

Mapelli con sus movimientos corporales dejó claro que no estaba humor para bromear— ¿Tú por ejemplo?

El hombre sonrió aún más divertido porque sus provocaciones habían ejercido efecto— Creía que eso lo había dejado claro. Así que espero que cuides bien a tu empleado. No vaya a ser que un día trabaje en tu contra— Morello sabía que estaba tratando con alguien igual de poderoso como Mapelli. Era la única manera en que Mapelli se aguantara esas humillaciones. El tal Gaspard le miró una vez más—. Espero que al menos te haya recompensado bien por ese soberbio trabajo que hiciste.

Ni Mapelli ni Morello se movieron aún cuando la puerta se cerró dejándolos solos. Silencio. Sus miradas parecían medir la fuerza de su adversario— Como ya has visto no es secreto lo que has hecho en Silver Beach.

— ¿Me llamaste para alabarme en persona? Eso podrías haberlo hecho por teléfono y ahorrarme el viaje hasta aquí.

Mapelli frunció el ceño— Te he llamado para hablar de tú misión fallida.

Morello alzó una ceja— ¿Fallida? Entonces debo haberme imaginado la obscena cantidad de cocaína que dejé en el helicóptero.

Mapelli dio un golpeó el escritorio con el puño y se puso de pie— Tenías que haberme traído la carga entera. No solo la mitad.

Alessandro tenía los sentidos alertas, aunque su semblante seguía demostrando la tranquilidad que lo caracterizaba mientras hablaba con su jefe— Por cómo se pusieron las cosas lo que debí haberte traído era solamente los cadáveres de mis compañeros— Le recordó mirándole desafiante.

—No completaste tu misión.

—Porque alguien le avisó a la policía—Su voz sonó venenosa al pronunciar ese alguien. Tuvo que controlarse para no decirle en esos momentos que sabía bien que había sido él quien había advertido a la policía.

Podía matarlo en ese momento, pero no ganaría nada aparte de ver correr su sangre. Tenía el arma a su alcance, pero sabía que Mapelli incluso en esos momentos que estaba furioso, raramente bajaba la guardia. Si él tenía un arma su jefe debía tener al menos cinco a la mano. Además aún cuando lograse sacar la suya  aún cabía la posibilidad que errase a la hora de disparar, poco probable para él, pero tenía que ser más inteligente y analizar todas las posibilidades.

En todo caso y lograse matarlo sabría que el séquito de lameculos de su jefe no lo dejaría salir tan airoso. Esos malditos perros eran leales a Mapelli hasta la muerte. Aún cuando éste no se los agradeciera. Aún logrando superar a todos los guardaespaldas, tendría que vérselas con los sujetos de allá afuera. Sabía que de una manera u otra estaban impresionados por lo que había conseguido en Silver Beach, pero de estar impresionados a decidirse formar una alianza contra Mapelli había una gran diferencia. Aún tenía el juego en su contra. No podría arriesgarse a tanto, no ahora que él volvía a tener algo que perder.

Mapelli se inclinó sobre el escritorio— Debiste haberlo previsto.

—Eso hice. Por eso, para tu desgracia, sigo vivo.

— ¿Crees que no estoy feliz de verte con vida?

Alessandro apoyó su puño en el escritorio y se inclinó también peligrosamente cerca del rostro de Mapelli— No estás feliz de verme con vida. Estás feliz que al menos la mitad de esa porquería terminó en tus manos. ¿Crees que soy tan estúpido como para sentirme mal porque no te he traído toda la carga? De  seguro habías acordado alguna especie de seguro con ésta y obtuviste mucho más de lo que habías perdido.

—Yo no te mandé allá para poder cobrar el seguro.

Morello se limitó a permanecer con seriedad. No estaba con el ánimo de ceder ante los berrinches de su jefe— Tienes la carga. Es lo único que importa ahora. Además me tienes con vida para seguir enriqueciéndote cosa que sin mí no lograrías.

Aquello fue como una bofetada para Mapelli— ¿Qué estás insinuando?

Alessandro sonrió de lado mientras le miraba con superioridad— Nada. Simplemente me limito a repetir lo que tu socio te acaba de decir.

—Él no sabe nada. Tú no sabes nada. Eres un simple subordinado.

—Uno que te ha estado generando los mayores ingresos de una década en tan solo un año. Me atrevería a decir que soy el que te ha generado más ganancias que todos esos incompetentes que tienes bajo a tu servicio.

— ¿Así que te crees tan bueno en este negocio?

Alessandro frunció el ceño, casi sentía la rabia de Mapelli queriéndolo estrangular— Debo serlo para que tus socios, no muy leales debo añadir, me quieran trabajando para ellos.

— ¿Me estás amenazando?

Tenía que ceder. Solo un poco. Mapelli era capaz de desafiarlo a irse con alguno de ellos y él no tendría el valor de dejar a Ariel a merced de la maldita cucaracha que era su jefe. Podría encomendárselo a Lyosha, pero estaba cuidando de Lamire. Lupo. No contaba con Lupo en esos momentos e incluso dudaba que alguna vez pudiera contar en cuestión de proteger a Ariel. No, no podía.

—Eres tú el que cree que he venido a eso. Simplemente estoy aquí porque me has llamado.

La expresión de Mapelli no mejoró, pero el solo hecho que volviera a sentarse significaba que no iban a volarse los sesos. Alessandro se quedó justo donde estaba esperando cualquier acción precipitada. Su cuerpo estaba en guarda. Sus manos tensas, dispuestas a tomar el arma en un rápido movimiento. Cuando su jefe le indicó que se sentara se sintió menos tenso, pero no por ello bajó la guardia.

—Tú y tú heroica salvación de Lamire nos ha generado más problemas de los que podemos cargar.

—La policía no tiene idea dónde buscar.

—Pero varios de los halcones sí. Están furiosos porque no has respetado las reglas.

 Alessandro comprendió entonces para qué lo había citado. El problema no era la droga. Quizás nunca lo fue. El problema era Lamire y él por haberlo rescatado. Las reglas eran simples en su mundo: Te atrapan y debes quitarte la vida o esperas a que alguien vaya y te la quite.

—Eres el líder. Se supone que controlar a unos cuantos revoltosos debería ser fácil— Le recordó.

—El problema es Morello que tu acto heroico solo vino a generarle problemas a tus colegas en Silver Beach. Prácticamente están enclaustrados al igual que ustedes. Un acto de rebelión así sabes bien que no se puede pasar por alto.

¿Rebelión? Por la cabeza de Alessandro jamás se pasó que los demás verían eso como un desacato a la autoridad de Mapelli y a las décadas de tradición de los halcones— ¿Entonces qué sugieres que haga?

Mapelli sonrió mientras sacaba su daga con lentitud. Morello se puso en guardia, sin embargo el primero se limitó a examinar el filo y a pasar su dedo por la punta de este— Creo que ambos sabemos lo que quiero que hagas.

Alessandro lo sabía, pero jamás lo haría— Lamire es uno de tus mejores hombres.

—Nadie es indispensable en esta organización. Excepto yo, claro está.

En otras palabras “Morello, si me dan ganas de matarte aquí mismo me da igual. Hay millones dispuestos a tomar tu puesto”. Alessandro no iba a ceder— ¿Quieres que me deshaga de Lamire?

— ¿Creí que ya había sido lo suficientemente claro? Los demás no quieren verlo en este lugar nunca más. Él desde el momento en que lo capturaron dejó de ser un halcón. No podemos arriesgarnos de esa manera.

—Mapelli…

—Te encargas tú de que no lo volvamos a ver o lo hago yo.

—No tienes idea dónde encontrarlo…

—No me desafíes. Recuerda que soy bueno encontrado los escondites secretos de los demás— Alessandro lo sabía bien y la sola idea que encontrase su santuario. Un lugar donde solo  guardaba  los pocos buenos recuerdos que tenía le era impensable. Manchar ese lugar con sangre y muerte solo le haría más difícil su existencia— ¿Qué dices, Morello?

—No volverás a ver a Lamire.

—Espero que sea verdad.

Alessandro quiso estrangularlo en ese momento— Yo soy hombre de palabra. Si te digo que no volverás a ver a Lamire. Entonces no volverás a verlo.

—Tienes dos semanas para hacerlo. En caso que la culpa no te deje obrar inmediatamente.

Alessandro se puso de pie y caminó hasta la puerta cuando la voz de Mapelli lo retuvo— En un mes habrá una fiesta.

— ¿Quieres que vaya por firedoll?

—Aparte de eso serás el invitado de honor.

A Morello no le gustó como sonó eso. Analizó su expresión ¿lo tendría planeado desde el principio o surgió por lo que acababa de ocurrir? — No necesito fiestas en mi honor.

—No es una invitación es una orden.

Estaba más que claro que no lo hacía para felicitarlo. Todo era una fachada para aparentar que su relación laboral era perfecta. Que Alessandro era lo suficiente leal y que recompensaba esa lealtad como se merecía. Todo era apariencias para evitar que alguien se atreviera a insinuarle a Morello que estaría mejor en otro lugar, trabajando para otra gente. Nadie se atrevería a seguirlo insinuando por temor que fuera a decírselo a Mapelli y este tomara represalias contra el que se hubiera atrevido. Era para cubrirse las espaldas. Nadie se atrevería a hacer algo en contra de Mapelli si sabía que tenían a alguien como él para defenderlo o para vengarse. Él solo era una simple marioneta dentro de ese teatro barato que su jefe montaba frente a los demás.

En pocas palabras: Por el momento él estaba a salvo. Lamire no.

***

Carlo Magno. Eso fue lo primero que notó al despertar. El felino estaba a su lado ronroneando plácidamente. Una sonrisa afloró. Estiró el brazo para acariciar al gato— Eres feliz aquí ¿verdad? — Susurró. Los enormes ojos de su mascota parecían querer comprender el significado de esas palabras; sin embargo, solo emitió un suave maullido.

La sonrisa del azabache se volvió triste. Él tenía todo lo que alguna vez deseó e incluso más. Tenía a Carlo Magno, a Dante, a Tessa y Armand bien dispuestos para darle todo el calor de familia que se había perdido durante años; sin embargo no podía dejar de pensar en las palabras de Ariel. En lo mucho que le habían impresionado— Él había estado enamorado de mí— susurró sin poder creérselo aún. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Cómo no se dio cuenta?

No podía imaginárselo. Había intentado quitárselo de la cabeza, pero no podía. Esas palabras habían calado demasiado hondo en él. Incluso cuando había decidido olvidarlo. Se levantó de golpe asustando a su mascota. Se metió a la ducha intentando tener el pensamiento claro. No comprendía. No comprendía por qué Ariel se había callado algo tan importante como eso. Sabía que su amigo amaba a Alessandro, pero ¿qué  significado había en esas palabras que le había dicho? El hecho que estuviera confundido no significaba que ya se hubiera decidido y cortaría al halcón por él.

Paró el agua. Quizás la pregunta allí sería: ¿Él quería que Ariel terminara con Alessandro por él? Terminó de bañarse. Se vio reflejado en el espejo, su rostro solo demostraba confusión. ¿Por qué le decía eso justo ahora?

Pensó en lo difícil que había sido enfrentar a Dante. Mirarle a la cara y hacer como si nada hubiera pasado con Ariel. Sin embargo tenía que admitirse que mientras estaba con él jamás pensaba en Ariel. Dante acaparaba todos sus pensamientos y le hacía sentirse bien. Feliz. Sin preocupaciones. Hasta que mencionaba a pelirrojo. Entonces volvía la culpa por pretender que nada había pasado. Todo parecía un ciclo interminable.

Salió del cuarto de baño. Dante estaba en su cama jugando con Carlo Magno quien daba pequeños saltitos para alcanzar las llaves del otro. El gato aprovechó el momento en que Dante se distrajo mirando a Ethan para arrebatarle las llaves y salir corriendo— ¡Carlo Magno!

Dante rió— Déjalo que se divierta. Ya las encontraré por la casa.

—Pero eran las llaves de Bentley.

—Son cosas sin importancia— Respondió con tranquilidad.

A Ethan le causo gracia esa frase. ¿Sin importancia un auto de varios miles de dólares? — Entonces ¿qué es importante para ti?

Dante sonrió un poco más— ¿Aún no lo adivinas?

Era esos momentos en los cuales se sentía más culpable— ¿Carlo Magno?

Dante rió un poco— Claro que es importante para mí. Aunque tú lo eres un poco más de él— Se puso de pie y caminó hasta Ethan quien se había quedado desarmado por los sentimientos que Dante le ofrecía— ¿Estás bien?

—Dante, necesito decirte algo—No podía con la culpa. Se dejó llevar por Dante hasta la orilla de la cama donde se sentaron. Ethan se sentía acorralado. Allí estaba esa sonrisa tan comprensiva de nuevo. Haciéndolo sentir la peor basura del universo—. Yo…—Recordó la promesa que le había hecho a Ariel. Se suponía que no le diría nada a Dante, pero no podía sentir que lo engañaba. Su voz tembló.

—Lindura, puedes decirme lo que sea— Le aseguró—. Haré todo lo que esté en mis manos para ayudarte. No te preocupes.

—Algo pasó. Yo no sé bien cómo explicarlo, pero no puedo seguírtelo ocultando…—Llamaron a la puerta e Ethan se sintió aún más frustrado— Dante…—Volvieron a llamar no dándole más opción que indicar a quien fuera que pasara.

De todas las personas que se imaginó no esperó a ver a Samuel Shiheflit en la puerta— El señor Shiheflit insistió en subir— Dijo una de las empleadas.

Dante le indicó que no había problema. Samuel se quedó en la entrada mirando a Ethan quien evitaba la mirada de este en todo momento— Buenos días. Ethan lamento haber venido de improvisto, pero necesitamos hablar.

—Yo me retiro para que hablen —Se apresuró a decir e intentó ponerse de pie, pero Ethan le sujetó su mano.

No le miró a los ojos, tenía la mirada baja— Quédate…—susurró Ethan. No sentía que iba a soportar enfrentarse a Shiheflit él solo. Cada día se sentía más débil. Ya no sentía esa fortaleza necesaria para enfrentarse al mundo él solo. Necesitaba de alguien. Necesitaba de Dante.

El rubio miró a Samuel y luego a Ethan— ¿Estás seguro? Quizás sea algo privado entre ustedes y no quiero entrometerme.

—Te necesito—Ethan alzó la mirada con lentitud—. Quédate…

Dante nunca pensó escuchar esas palabras de parte de Ethan. Sonrió un poco y apretó cariñosamente la mano del azabache. Volvió a sentarse e invitó a Samuel a tomar asiento en una de las sillas de la habitación.

—Ethan yo…

—Lo siento— Lo cortó, aferrándose a la mano de Dante—. Yo no quise causarle problemas con su esposa.

Samuel sonrió con cierta tristeza— ¿Cuándo dejarás de pedir perdón por cosas que no debes? Soy yo quien debería pedírtelo. Me siento muy apenado por lo que pasó Ethan. No encontraba el momento apropiado para pedirte mis disculpas. Ella no tenía derecho a decirte esas cosas.

Ethan negó— Ella tiene razón. Yo no debería estar vivo. Solo soy un asesino mi lugar es la prisión. Yo destruí su familia señor Shiheflit. No es justo que usted me defendiera aún a sabiendas que yo que yo…—Dante le abrazó con fuerza Ethan dejó que ese calor, que esa tranquilidad que le transmitía formara parte de él también—. Ella tiene razón. Si ni siquiera mi madre intentó defenderme ¿por qué lo hizo usted?

Samuel adoptó una postura más seria— Ethan. Escúchame lo que voy a decirte. Necesito que lo comprendas de una vez: Tú no tienes a culpa de nada. Solo tuviste la mala suerte de tener que lidiar con todo. No estás en la prisión porque no había ninguna prueba que pudiera acusarte. Tú solo estabas intentando de protegernos a mí y a Dante. La ley no castiga cuando intentas defenderte o defender a terceros— Samuel se mostraba sereno incluso cuando hablaba de la muerte de su propio hijo—. Además estabas en una situación que no cualquiera puede reaccionar con normalidad. Tú solo querías protegernos eso no tiene nada de malo. Tú no tienes la culpa de nada. Elena tendrá que comprenderlo tarde o temprano. Tendrá que entender que Matías no era la persona que nosotros creíamos.

—Pero…

—Ethan a lo largo de la vida encontrarás personas que no comprenderán tus acciones. Habrá gente que quiera lastimarte o verte derrotado es algo inevitable— Replicó Samuel—. Enfrentarás situaciones para las que no te creerás capaz, pero yo confío en ti. Sé que Dante también lo hace. Cuando las cosas se ponen mal la única manera de sobrevivir es aferrarte a aquellas personas que nos dan cariño.

Dante acarició los cabellos de Ethan y lo estrechó con fuerza— Ya es hora que dejes de culparte por cosas que no puedes controlar, lindura— Le susurró al oído.

— Si confía en mí debió haberme dicho que las sesiones eran parte de una medida de seguridad— dijo mirando por primera vez con resentimiento a Samuel—. Debió haberme dicho que se había divorciado por mi causa en vez de mentirme cuando le preguntaba por su esposa.

—Tienes razón. No debí haberte ocultado algo tan importante, pero en esos momentos solo quería que superaras lo sucedido— Admitió el hombre—. Y de alguna manera estar contigo, Ethan, revivir ese momento de una perspectiva diferente me ayudaba más a comprender el por qué las cosas terminaron de esta manera.

—Pero…

—Elena no puede comprenderlo porque ella no te conocía desde antes. Mucho menos puede superar la pérdida de Matías porque no comprende lo que te motivó a realizar la acción. Puedes explicarle al mundo lo que sucedió, pero te encontrarás con más de una persona que no comprenderá tus razones—Ethan apretó con fuerza la mano de Dante—. Lo importante aquí es que las personas que te quieren si comprenden porque lo hiciste. Al final del día eso es lo único que importa y que te perdones a ti mismo por haberlo hecho.

— ¿Cómo? ¿Cómo perdóname el haberle quitado la vida a alguien? Eso es algo imperdonable.

—Todo tiene perdón si tú lo deseas. Yo ya te perdoné, Ethan. Te perdoné desde el principio. Incluso mucho antes que tú lo supieras.

Samuel no bromeaba. Ethan no necesitó más palabras —Tengo miedo que vuelva a suceder— admitió.

—Es casi imposible. Dudo mucho que tengas que volver a enfrentarte a una situación como esa.

Dante miró significativamente al azabache. Solo ellos sabían que las probabilidades que se diera una situación parecida eran demasiado altas si seguían involucrándose con los halcones, pero era imposible romper lazos entre ellos. Dante tenía a Alessandro e Ethan a Lupo. Y ambos no iban a darles la espalda si en un momento llegaran a pedirle ayuda.

—Lamento que haya causado tanto alboroto. Solo quería preguntarle si era verdad lo de las medidas cautelares y lo de su mujer, pero no encontré palabras.

—Es un tema delicado. Era normal que no supieras como abordarlo. No esperé que Elena llegara en la mañana. De verdad lamento todo lo que te dijo y el bofetón. Me preocupaste mucho, si no hubiera sido porque Ariel me llamó para decirme que estabas bien y que estaba contigo no me hubiera quedado tranquilo. Si vine hasta ahora era porque no creí que sería apropiado presentarme. Incluso creí que no estarías dispuesto a hablar conmigo.

—Yo nunca dejaría de recibirlo, señor Shiheflit, le debo tanto.

—Al contrario. Soy el que te debo demasiado, incluso mi vida. Esa es una deuda que quizás nunca pueda pagar.

—No es necesario. Lo hice porque creí que era lo correcto en su momento…

—Fue, es y será siempre lo correcto. Nunca lo dudes— Silencio. Ambos sonrieron a su pesar—. Creo que yo los dejaré a solas. Espero que no haya interrumpido algo importante— comentó Samuel con toda tranquilidad fue cuando Ethan notó que aún solo estaba en una toalla.

Dante sonrió a su pesar— No interrumpió nada señor Shiheflit.

—Eso es bueno. Que apoyes a Ethan y estés a su lado en estos momentos es mejor.

—Siempre que él me lo permita estaré allí.

Samuel asintió complacido— Gracias por recibirme. Espero que podamos hablar otro día con más calma, Ethan.

—Por supuesto.

Dante se puso de pie— Lo acompaño a la entrada.

Samuel le indicó que así estaba bien con un suave ademán— Quédate con el chico. Conozco esta casa lo suficiente como para no perderme— Sin más salió de la habitación cerrando la puerta.

Dante se puso de cuclillas hasta el nivel de Ethan quien evitaba mirarlo— ¿No vas a mirarme?

—Sé que debí habértelo dicho, pero…

Dante tomó el rostro de Ethan entre sus manos lo calló con un beso. Uno intenso. Arrebatador. Ethan abrió sus ojos de la impresión, pero no tardó en entregarse a él. Se separaron agitados— Un día me volverás loco, Ethan Lenz. Te lo juro— susurró volviéndolo a besar con más pasión.

Ethan lo atrajo a la cama en poco tiempo sentía el calor del cuerpo de Dante sobre él— Yo no quería preocuparte— susurró agitado. Aquellos ojos ahora grises estaban cargados de deseo—. Sé que debí, pero en esos momentos…

Dante le besó con gentileza, con amor— Solo quiero que estés bien. Es lo que siempre he intentado— le susurró contra los labios—. Te amo, Ethan, te amo tanto que mientras tú estés bien no me importa nada más. Qué bueno que Ariel te encontró. No sé que hubiera hecho si algo malo te pasaba— Volvió a besarle, pero esta vez Ethan fue un poco más torpe para responderle, sentía un nudo en su garganta—. Sé que debería reclamarte por no habérmelo dicho, pero eso no solucionará nada. Solo te pido que confíes un poco más en mí. No quiero pelear contigo, porque una pelea no es lo que necesitas en estos momentos. Por ahora solo necesitas sentirte querido.

—Dante…

Su boca buscó la del rubio quien no tardó en corresponderle. Ethan tenía los ojos abiertos, mirando la expresión de serenidad de Dante, de amor. Se aferró a los brazos del otro, sentía que la culpa lo consumiría de a poco. En esos momentos deseó que Dante lo hubiera encontrado en lugar de Ariel. Así se hubiera entregado a él sin mayor impedimento y las cosas estarían bien.

¿Por qué la vida nunca nos lleva por el camino fácil?

***

Alessandro derrapó la motocicleta justo frente a la cabaña a causa de la suave llovizna que caía en esos momentos. Miró uno de los pocos lugares donde aún solo preservaba buenos recuerdos. La sola idea de manchar uno de los pocos santuarios que tenía con sangre le hacía temblar de rabia.

Entró a la cabaña. Tenía el arma justo bajo su chaqueta. Era fácil. Tendría que serlo. Entrar y disparar a Lamire. Quizás Lyosha sería un problema después, pero sabía que no le daría demasiado tiempo de reaccionar. Un tiro directo al corazón para no hacerlo sufrir. Caminó con lentitud hasta la habitación. Sacó el arma. La puerta estaba entreabierta.

Lamire y Lyosha estaban profundamente dormidos. Por lo que podía percibir Lyosha pasó mala noche. Tenía unas profundas ojeras. Al parecer Lamire no mejoraba del todo. Sin embargo no fue todo lo que notó. La manera en que el español abrazaba al coreano era semejante a la que él, Alessandro, abrazaba a Ariel; con esa posesividad y deseo de proteger al otro incluso cuando dormía. Miró su arma y se odió por siquiera habérselo planteado.

Si mataba a Lamire solamente caería en su juego otra vez. Seguiría sometido a las reglas de otro y siempre estaría a la voluntad de su jefe. Guardó el arma y se quedó mirándolos en silencio. No podía. No después de todo lo que habían pasado juntos. Cerró la puerta con cuidado de no despertarlos y caminó por la casa hasta llegar al dormitorio principal. El que él usualmente usaba. Lo primero que notó fue la caja donde guardaba las cosas de Misha. Suspiró. No necesitaba verlas ahora. No cuando finalmente empezaba a ser la persona que Ariel se merecía. Se quitó la chaqueta y la dejó sobre la caja.

Odiaba la lluvia. Tanto. Sin embargo en ese lugar siempre todo parecía mejor de lo que en realidad era. Así que las gotas cayendo sobre la pequeña cabaña no parecían tan malas. Miró por la ventana que daba directo al bosque. Su escondite secreto. Sus amigos. Ariel. Todo parecía de repente no estar a salvo de Mapelli.

Su mano se deslizó hasta el arma. ¿En verdad iba casi mataba a Lamire? Se quedó largo rato pensando las posibilidades y descubrió que en verdad iba a hacerlo, solo porque el matarlo implicaba poder permanecer con Ariel solo un poco más. ¿En verdad podía llegar a ser tan egoísta? Caminó por la habitación y depositó el arma sobre la chaqueta.

Mapelli quería ponerlos a todos en contra. Si perdía la confianza de Lupo, Lamire y Lyosha él no era nada. Si bien los planes eran suyos, pero sabía que si habían conseguido lo que tenían  hasta ahora era porque ellos estaban allí siempre dispuestos a seguir sus instrucciones al pie de la letra. Ellos siempre confiaban en él. Miró el arma furioso ¿Así pagaba él la confianza que le depositaban?

No.

Se quedó largo rato viendo la lluvia caer, sopesando la situación. El solo hecho que aquellos hombres le hubieran dejado a solas con su jefe, aún cuando estaban tratando de temas importantes sabía que lo ponía en una situación difícil porque estaban reconociendo su superioridad frente al resto, de manera implícita. ¿Qué tan superior le permitiría ser Mapelli? Se suponía que en ese mundo solo se trata con igualdad a los jefes de las máximas organizaciones, no a un simple subordinado como él; sin embargo, las cosas no eran así.

Alessandro perfectamente podría estar casi o inclusive a la altura de Mapelli con lo que hizo en Silver Beach. Tenía que andarse con cuidado a partir de ahora. Tenía que volver al papel del subordinado fiel dejándole todo el crédito a Mapelli quien de seguro jamás hubiera salido con vida de una misión como esa. Claramente su jefe no se esperaba que él lo hubiera conseguido. Mapelli siempre intenta eliminar a otros a partir de sus propias limitaciones. Era obvio que si planeó esa entrega era porque según sus capacidades no lo hubiera logrado, pero Alessandro lo había conseguido y desde ese momento se volvió en la principal amenaza para el jefe de los halcones porque no podía darse el lujo que un simple subordinado fuera más fuerte y letal que él.

La puerta crujió. No se movió de su lugar ni siquiera cuando Lyosha se puso a su lado y miró hacia la ventana— A ti no te gusta mucho la lluvia ¿verdad?

—La odio…

El español sonrió, pero siguió sin mirar a Alessandro directo a los ojos— ¿Pasó algo? Últimamente no vienes a no ser que sea necesario.

Si supieras, pensó — Solo me aburrí de estar solo.

— ¿Pasó algo con mini Morellito? Generalmente acudes a él.

—Ariel tiene demasiados problemas como para que yo sea uno más. Además todo está bien. Solo no quería estar solo, pero no quería dejar la soledad. ¿Tiene sentido?

—Más de lo que te imaginas.

Sus miradas se cruzaron unos segundos antes de volverse a posar en la ventana que empezaba a ser cubierta por pequeñas gotitas— ¿Noche difícil?

—Nada que no pueda manejar— Contestó animado. Alessandro siempre se preguntó cómo Lyosha tenía energías todo el tiempo. No solo para sonreír sino que tenía energías para seguir viviendo.

Bajó el tono de voz porque a veces creía que su voz retumbaba con más fuerza de la apropiada— ¿Lamire podrá volver a caminar?

La expresión de Lyosha se volvió sombría unos segundos— Aún es demasiado pronto para saberlo. Además aquí no cuento con el equipo adecuado para darte una respuesta certera.

— ¿Qué piensas tú?

—Morello, se trata de Lamire. Por como están las cosas entre él y yo ahora podría decirte que en cualquier momento podría levantarse y correr una maratón, pero eso es porque yo lo creo capaz de todo, porque quiero creer que él podrá volver a ser el de antes, pero los estudios del hospital no eran muy alentadores.

—No hay muchas esperanzas…

Lyosha se cruzó de brazos y se apoyó contra la pared— Si quieres una respuesta honesta le preguntas a la persona equivocada, porque yo no pierdo la fe. Lamire incluso pudo haber perdido una pierna y estoy seguro que te diría que no importa porque se trata de él. Si hay algo que odio de sentirme como me siento es la estúpida creencia que todo estará bien. Que aunque el mundo esté en contra, las cosas de alguna manera se van a solucionar porque crees que el otro es capaz de superar todos los obstáculos.

—No tiene nada de malo tener fe…

—No hay nada de malo cuando eres una persona común y corriente. Nosotros solo somos personas que pretenden tener una vida común y corriente una vez al tiempo.

— ¿Entonces tú crees que personas como nosotros no merecen ser felices?

Lyosha miró a Alessandro intentando buscar un significado a esa conversación, pero no encontraba alguna razón que llevara a su líder a tocar ese tipo de temas sin motivo alguno— Quizás tú sí. Yo no lo merezco.

—Es la primera vez que escucho menospreciarte.

El español sonrió de una manera que pocos habían visto. Lleno de amargura. Tristeza— Es porque no puedes escuchar mis pensamientos.

— ¿Entonces crees que no mereces ser feliz?

Lyosha no apartó la vista de Morello— ¿Tú nunca lo has pensando? Que hacemos demasiado mal como para merecer ser felices— Alessandro se apoyó en el alfeizar de la ventana, la cual abrió y dejó que la lluvia le golpeara suavemente el rostro y el resto cayera dentro de la habitación— ¿Qué haces? Vas a arruinar todo aquí adentro.

— ¿Crees que estas cosas no merecen estropearse?

— Por supuesto que no. De seguro tú o los que vivieron antes aquí las cuidaban para que no se estropearan.

— ¿Entonces crees que no vale la pena que la lluvia las arruine? Aún cuando no podamos parar la lluvia.

Unas gotas caían entre los risos de Lyosha los cuales se aplastaban en su frente, pero no hizo ningún ademán de quitárselos de encima. Solo estaba allí dejando que la lluvia humedeciera su ropa de a poco— ¿Qué quieres decir?

—Digo que a veces nos encontraremos con situaciones de las cuales no podemos escapar. Que a veces nos enfrentamos a situaciones que no dependen de nosotros; como el que merezcamos ser felices o no, sino de los otros que hagan por medio de  pequeñas acciones— Cerró la ventana y sonrió de lado—. Como cerrar una ventana para protegernos de la tempestad de la vida. Aún cuando nosotros creamos que solo somos un bulto más en una habitación y que ni siquiera deberíamos existir— Lyosha se quedó en silencio mirándole sorprendido—. Piénsalo.

—Es la primera vez que te escucho decir algo tan profundo como eso…

Se limitó a encogerse de hombros— No soy un bruto salvaje. Para llegar a donde nosotros estamos se necesita un poco más de inteligencia y de análisis. No solo de las situaciones que se nos encargan, sino de la vida general. Si piensas que no mereces ser feliz y lo crees entonces no mereces serlo. Si por el contrario estás consciente que has pasado por situaciones difíciles y dolorosas y que mereces tener una oportunidad para intentar ser feliz entonces la mereces.

Lyosha sonrió a su pesar— Dices cosas muy sabias de vez en cuando Morello.

Alessandro sonrió— Claro que digo cosas sabias. Siempre lo hago. Lo que pasa es que la mayoría de veces esta cualidad queda opacada por las otras miles que tengo— Sin decir más se dispuso a salir de la habitación.

—Me alegra que seas feliz ahora— Se limitó a decir el español mientras veía un rayo surcar el cielo—. Con Ariel. Mereces serlo. Si alguien aquí merece serlo eres tú. Después de todo lo que has pasado.

Alessandro giró un poco— ¿Lo dices por lo de Misha?

Lyosha sonrió con cierta tristeza— Lo siento yo no…

—Supongo que ahora que lo sabes es inútil fingir que no pasa nada.

—Nunca me lo imaginé. Es decir, en algún momento se me pasó por la cabeza cuando los conocí, pero después no sé…

— ¿Por Lupo?

Lyosha sonrió a su pesar— Sí…

—Quizás algún día sepas toda la historia. Por ahora deberás conformarte con lo que sabes, que ya es demasiado.

—Lamento lo de Misha. Ahora comprendo muchas cosas.

—Lo sé.

— ¿Y no planeas decírselo a Ariel?

—Si me dices una manera en que no me arriesgue a perderlo entonces iré a decírselo en este instante.

Lyosha se tensó. La sola idea de Alessandro diciéndoselo a Ariel le hacía estremecerse. Tomando en cuenta del carácter del pelirrojo— Él lo sabrá tarde o temprano. Secretos así nunca permanecen en las sombras demasiado tiempo.

—Lo sé, pero créeme que si no se lo he dicho no es simplemente porque sea un cobarde.

—Nunca he pensado eso.

—Mejor.

—Sin embargo la verdad siempre será preferible a una mentira.

—Yo no he negado eso. Sé que la verdad siempre será mejor incluso cuando duela.

— ¿Y porque no lo has hecho?

El semblante de Alessandro se volvió más sombrío— Decir la verdad nunca es un camino fácil, Lyosha. Es especial cuando ese camino contiene otras verdades incluso más dolorosas que el solo hecho de saber lo que Misha y yo teníamos. Ariel lo sabrá, pero aún no es el momento. No cuando todas las cartas no han sido puestas sobre la mesa.

—Debí imaginarme que estas aguardando el momento adecuado.

Alessandro no tenía mayores deseos de seguir con esa conversación. Estiró sus brazos sobre su cabeza y masajeó su nuca— ¿Me preparas un sándwich?

Lyosha sonrió a su pesar— Creo que no tengo otra opción ¿verdad?

—No. No la tienes.

Lyosha pasó al lado de Alessandro, sin embargo se detuvo— ¿Seguro que todo está en orden?

—No, pero aún no es tiempo que lo sepas. Por ahora concéntrate en cuidar de Lamire.

—De vez en cuando tiene recaídas, pero es normal por su situación.

— ¿Cuánto tiempo más crees que necesitamos para saber si podrá caminar o no?

—Quizás una semana o semana y media para evaluar bien como sanan sus heridas.

—Perfecto.

Tenía que idear un plan para salvar a Lamire. El rescate solo fue el principio de esa operación que parece que nunca tendrá su final, pero estaba en sus manos. Solo en sus manos está el poder ejercer una pequeña acción como cerrar una ventana, para así ayudar a Lyosha a Lamire a que fueran felices. Así como él lo era con Ariel. Esa clase de felicidad no se encuentra todos los días y quizás muchos jamás la encontrarían, pero él tuvo la fortuna de encontrarla incluso cuando ya había perdido la fe. No sabía bien cómo sucedió, pero Ariel lo había cambiado de a poco con su gentileza y su sentido de la justicia. Quizás desde su mundo no podía vivir bajo la idea de justicia, pero al menos haría todo lo que estuviera a su alcance para que no lastimaran a las personas que formaban su mundo.

Notas finales:

Actualizaré el lunes! 


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