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El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

Hola a todos! Sí. Sé que creían que no iba a actualizar heme aquí con un elegantísimo retraso. A solo 10 mintuos que sean 31 de Julio y cumpla años Harry Potter yay (?)

Este capítulo pues no esperaba que saliera TAN largo, pero supongo que compensa mucho el retraso por las horas así que sin más he aquí el capítulo :)

La pregunta quedó suspendida en el aire por lo que le pareció una eternidad. De repente todo el mundo pareció enmudecerse. Solo sentía su palpitar violento. Dolía por la culpa. Sin embargo ahora tenía que enfrentarla. Justo allí. Justo ahora. Él había tomado su decisión.

—Sí— Pronunció con firmeza. Una que no supo de dónde sacó porque por dentro se estaba desmoronando.

Dante lo estrechó con más fuerza— ¿Tuvieron relaciones?

—Yo…eso creo…

Dante ahogó una risa— Lo siento. No sé qué hago preguntándote estás cosas. No tengo derecho.

—Dante…

—Shh, no sigas. No digas nada.

—Pero yo…— Dijo con voz quebrada—. Ariel y yo…

El azabache no sintió más los brazos de Dante a su alrededor y se sintió más solo que nunca, le embargó el miedo a la posibilidad que no volviera a sentirlo cerca de él. Se giró y lo vio sentado al borde de la cama con una expresión que no pudo leer.

— ¿Ariel sabe que ibas a decírmelo?

—Sí…

— ¿Alessandro lo sabe?

Ethan cruzó la habitación y solo se vio invadido por una enorme necesidad de golpear a Dante. Lo hizo— ¡Maldita sea! ¡Estamos hablando de nosotros! ¡¿Y tienes que meterlo a él?! — Ethan tenía a Dante contra la cama. Sus manos tenían bien sujeta las muñecas del otro— ¿Es que no te importa lo que acabo de decirte? ¿Es que yo no te importo ni un poquito? — Susurró con voz quebrada mientras sentía que las lágrimas se acumulaban en sus ojos.

Dante intentó moverse, pero Ethan no se lo permitió— Déjame abrazarte…

—No…

—Te amo…

— ¿Entonces por qué metes a Alessandro en esto? ¿Por qué siempre piensas en él? ¿Por qué siempre siento que no puedes desprenderte de él?

—Es parte de mí…

— ¿Y yo que soy?

—Todo…

—No lo entiendo. Ariel y yo…

Dante sonrió con tristeza— Te dije que alguna vez iba a pasar. Cuando tienes ese tipo de amistad es casi inevitable.

—Pero…

—No puedes cambiar el pasado. Pasó lo que tenía que pasar.

Ethan soltó las manos de Dante poniéndose de pie— Lo siento, lo siento tanto— Susurraba —. No quiero perderte. No a ti—Caminó hasta detenerse entre el fin de la habitación y el inicio del  balcón.

—No lo harás. Estás aquí… ¿Por qué estás aquí?

Ethan no dijo nada, se sobresaltó al sentir las manos de Dante rozar su cuello—Mírame…

—No puedo…

—Hazlo. Respóndeme.

Ethan giró un poco enfrentándole—Quiero intentar ser feliz junto a ti— Dudó y bajó la mirada—. Sé que no me lo merezco y…—Fue callado con un beso. Tan rápido, fugaz que no pudo reaccionar— Pero no entiendo ¿cómo lo sabes?

—La vez que rescataron a Lyosha y caíste enfermo. Regresé por mi móvil. Fue cuando los vi besándose de esa manera que los amigos no hacen. Además últimamente sentí que estabas extraño conmigo y con Ariel; después la plática con el señor Shiheflit y empecé a atar cabos que desde ese día que no viniste a dormir y luego empezaste a alejarte de mí.

—Lo siento…

Dante le tomó del rostro— Deja de disculparte.

—Pero siento que te hubiera traicionado…

Miró aquellos hermosos ojos azules brillar aún más por las lágrimas que se acumulaban— ¿Sabes por qué nunca te presioné con lo nuestro?

—No…

—Porque aún no puedo perdonarme lo que te hice aquella noche frente al PS.

Ethan agachó la mirada— Yo ya te he perdonado eso…

—Pero yo no me he perdonado a mí mismo porque me prometí que nunca volvería a ser ese ser despreciable que tú viste— Sus manos se deslizaron con suavidad por las mejillas de Ethan—. A veces pienso que por más que trate  de cambiar, ese hombre que conociste esa noche soy yo en realidad…

—No pienses en eso…

—No puedo evitarlo, lindura— Dijo apresando los suaves cabellos del otro—. Te prometí que haría que la soledad y la tristeza se fueran de tu vida y solo llegué a causarte más. Quería hacerte feliz y te fallé…

—Yo soy feliz a tu lado— susurró Ethan apoyando su rostro en el pecho del otro.

—No merecías más dolor en tu vida. Sé que me has perdonado, pero a veces me pregunto si lo que te hice en verdad tiene perdón.

—Yo ya te perdoné. Hazlo tú también.

—Entonces tú tampoco pienses en lo que pasó con Ariel. Yo te quiero, Ethan, y sé qué si hiciste lo que hiciste con Ariel fue porque de alguna manera yo te empujé a eso.

Ethan a veces  no podía evitar sentirse inseguro, intimidado  ante la experiencia de Dante y en lo torpe que se veía a sí mismo—Entonces… ¿No te importa que yo no tenga experiencia en esas cosas?

Dante le miró lleno de culpabilidad— No. Jamás me importó. Me sentía especial ante la idea de ser el primero en poder tenerte…

—Aún puedes tenerme— Susurró Ethan. Dante notó que Ethan no mentía con esas últimas palabras. Iba a preguntar cuando recordó su respuesta “Eso creo” —. ¿Quieres tenerme aunque no te merezca?

Dante acorraló contra la pared de la habitación— He deseado que seas mío desde el primer momento en que te vi, Ethan Lenz.

El azabache se estremeció al escucharle hablar así. Su corazón latía con fuerza— No veo que hagas algo para poseerme— susurró con una tímida sonrisa mientras se ruborizaba un poco.

Apenas tuvo que esperar por una contestación. Dante le tomó del rostro y no dudó besarle tal como siempre había soñado. Sintió a Ethan estremecerse; ahogar un gemido en su boca; sus brazos flaquear.  Sus manos temblando ante la intensidad del momento. Sus bocas eran una sinfonía de labios y lengua, tan perfectamente acompasada que casi sentía que eran uno solo.

Se aferró con fuerza a Dante, al cual lo acorraló contra la pared. Las manos de ambos intentaban arrancarse la ropa. Ethan temblaba de ansiedad. Sus manos apenas y podía contenerlas. Cuando sintió un botón de su camisa salir volando se olvidó de ser cuidadoso e hizo lo propio con la camisa de Dante.

Dante volvió a acorralarlo contra la pared— Si quieres el control, deberás de hacer algo mejor que eso— le susurró al oído antes de bajar por su cuello sacándole un jadeo. Ethan se aferró con fuerza a la espalda desnuda de Dante—. ¿Te gusta?

—Sí…

Con una sola mano Dante desabrochó el jeans de Ethan haciendo que estos cayeran hasta sus tobillos—Ethan Lenz—susurró a su oído mientras la mano de este se paseaba por sus partes bajas —. Demuéstrame que tanto te gusta.

Ethan se apegó a Dante dejándole sentir como su erección empezaba a despertar— ¿Es suficiente prueba para ti? — Preguntó buscando la boca del otro. Sus ojos dejaban a entrever el deseo, la excitación.

Los dedos de Dante le hicieron levantar la barbilla, su lengua rozó suavemente los labios del azabache quien se encargó que sus lenguas rozaran haciéndolos reprimir un jadeo a ambos. Ethan aprovechó ese momento para terminar de quitarse el pantalón. Dante le tomó con fuerza de las piernas obligándolo a entrelazar sus piernas alrededor de la cintura del otro. Empezó a retorcerse de placer al sentir como la boca de Dante bajaba hasta su cuello.

Ethan alzó el cuello temblando por el deseo. Sus manos se aferraban con fuerza a la espalda de Dante. Sentía cada músculo en tensión. El estar allí entre la pared y el cuerpo de Dante solo lo hacía sentir más excitado— Tócame más…

Las manos de Dante no se hicieron de esperar, lo aprisionó un poco más contra la pared mientras sus manos iban rozando de  apoco aquel delicioso cuerpo, su lengua no dejaba de recorrer el cuello de Ethan dejando una que otra marca haciendo que este gimiera más y más de deseo. De excitación.

Cuando sus manos palparon  sobre la tela de la ropa interior el sexo de Ethan ,este ya estaba húmedo— Quiero hacerte el amor— susurró ronco por la excitación. Con rapidez cruzó la estancia para caer juntos en la enorme cama.

Ethan tenía los labios hinchados, mientras su respiración subía y bajaba con rapidez, le miraba con deseo, este se sentó en la cama quedando a la altura del abdomen de Dante quien permanecía de rodillas en la cama mirándole en silencio. Ethan no sabía bien qué expresión tenía en esos momentos, pero estaba seguro que le gustaba a Dante puesto que estaba allí mirándole con intensidad, con sus ojos ahora grises del deseo. El azabache sonrió antes de deslizarse un poco más hasta quedar de frente al jeans que Dante aún portaba. Con apremio desabotonó el pantalón del rubio bajando de una sola vez la ropa interior de Dante.

Ethan se relamió los labios inconscientemente— ¿Puedo? — Susurró ansioso.

Dante se inclinó para besarle—Solo no acapares toda la diversión— Le susurró.

Ethan rozó sus labios primero con lentitud por toda la extensión, su vista no se despejaba de la de Dante quien le miraba lleno de deseo. Sonrió con un poco más de malicia antes de sacar su lengua y relamerse para luego solo con ella rozar el pene de Dante haciéndolo gemir con fuerza. Aquel simple gemido fue suficiente para darle toda la confianza que necesitaba. Su boca abarcó la punta del sexo y empezó a lamer con deseo. Entregado. Sus manos aprovechaban de tocar las piernas de Dante y por qué no a veces sus testículos logrando sentir como se estremecía más.

Su mano se fue hasta la base del sexo de Dante quien jadeó con fuerza al  percibir una nueva sensación— Ethan…— Lo sintió estremecerse—. Yo también quiero probarte…—susurró con voz ronca.

El azabache se detuvo ante esas palabras. Alzó la mirada y Dante lo atrajo hacia él, para besarle con deseo. Ethan tembló ante el torbellino de emociones que lo embargaba— Dante…—gimió con fuerza arqueando su espalda cuando sintió la lengua del otro recorrer desde su barbilla hasta el borde la tela de sus bóxers— Más…— suplicó temblando de excitación. Dante sonrió al escucharlo tan ansioso. Su dedo índice rozó con lentitud, sobre la tela de la ropa interior, la erección que estaba más que despierta—. Dante…

—Quiero hacerte el amor, Ethan— Le susurró Dante al oído—. Quiero que seas mío. Que te guste tanto y que sientas que no puedes parar ni cuando tu cuerpo te pida descanso…

Ethan se estremeció ante esas palabras, ladeó un poco su rostro y se encontró aquellos ojos ahora grises nublados del deseo. Gimió con fuerza al sentir como Dante rozaba con malicia no solo su pene, sino también sus testículos —Termina de desnudarme…—Mirando a Dante supo que esta vez no había dudas. No había miedo, solo deseo de pertenecerle de una buena vez. En poco tiempo la única prenda que le quedaba terminó en algún rincón de la habitación.

El rubio abrió con cuidado las piernas flexionadas de Ethan, quien se incorporó un poco para no perder detalle. Ambos sonrieron. Se tomaron unos segundos para recorrerse con la mirada cuando estuvieron ambos desnudos.

Dante le miró seductoramente mientras sus labios rozaban los muslos del azabache, calentándolo, excitándolo al por mayor, pero sin tocar aún aquella parte que parecía a punto de explotar.

Ethan cerró sus ojos con fuerza al sentir como tomaba con firmeza la base de su sexo y empezaba a masajearlo con maestría. Cuando sintió la lengua húmeda del otro recorrerle primero lento sentía que podía morir de placer.

Jadeó con suavidad al principio; sin embargo no pudo controlarse mucho tiempo, el ritmo se volvió torturante, su corazón martillaba con fuerza, sentía que iba a explotar en cualquier momento. Sus manos se fueron hasta los cabellos de Dante indicándole que quería que fuera solo un poco más aprisa, su muda petición se vio recompensada con creces y en poco tiempo terminó gimiendo el nombre del otro. Explotó.

Todo el mundo dejó de existir cuando sus ojos se encontraron con los de Dante. Aún estaba bajo los efectos del orgasmo cuando a lo lejos le llegó un olor que no supo reconocer. Jadeó al sentir los dedos  húmedos de Dante rozar con su entrada— Hazlo— suplicó entregado. Alzando un poco más las caderas. Jadeó con fuerza cuando el primer dedo se abrió paso en su cuerpo.

—Tranquilo— le susurró Dante contra sus labios—. Respira profundamente…—Ethan asintió haciendo lo que el rubio le podía—. Ethan, te amo. Te amo tanto…

Ethan lo atrajo para besarle justo cuando otro dedo entró en él. Tembló ante la intromisión. Sabía que el lubricante lo hacía todo más fácil, pero aún así era incómodo. Dante le besaba, le susurraba al oído palabras reconfortantes que le hacían entrever que no debía temer a nada.

Sin embargo cuando lo sintió retirar los dedos de su interior su cuerpo se tensó— ¿Tan malo es la primera vez?

—No. Estás conmigo. Eso no es tan malo ¿verdad?

Ethan sonrió— No. No realmente. Lo hace mil veces mejor—Terminó de abrirse de piernas para Dante quien rozó con lentitud la entrada de Ethan. Ethan jadeó al sentir el pene de Dante rozándolo, completamente duro—. Hazlo— susurró. Respiró hondamente al sentirlo adentrarse con lentitud. Ethan cerró sus ojos con fuerza ante el dolor.

—Shh…Mírame…—Ethan negó— Mírame— volvió a insistir el rubio con gentileza. Ethan abrió sus ojos cargados de lágrimas—. No dejes de mirarme en ningún momento.

Ethan asintió mientras unas lágrimas se le escapaban. Sus manos se aferraron a los brazos de Dante que estaban en tensión. Sus miradas no rompieron el contacto en ningún momento. Gimió con fuerza al sentir como Dante terminaba de entrar en él. Unas lágrimas traicioneras se escaparon— Muévete…

Dante sonrió jadeando con dificultad— Aún no. No quiero dañarte. No quiero volver a dañarte.

Ethan se incorporó un poco para besarle— ¿Estás listo?

Dante río un poco— ¿El que esté dentro de ti no es suficiente prueba?

—No me refería a eso— Comentó con una mirada misteriosa—. Te preguntaba si estás listo para el primer día de nuestro futuro.

La sonrisa de Dante se ensanchó— Creo que siempre lo he estado…

Tomó las caderas de Ethan elevándolas un poco más. Empezó con lentitud, sin perder ningún detalle de las expresiones de Ethan que iban variando primero indeciso si sentía más dolor o placer, para luego dejar a entrever la sorpresa que poco a poco se fueron transformando en expresiones de placer y deseo.

La habitación se llenó de sus gemidos, de sus jadeos. El corazón de Ethan bombeaba con fuerza, abrumado por todas las nuevas sensaciones, por ese placer que jamás creyó que en verdad existiera, pero estaba allí— Dante— gemía una y otra vez. Sus manos se deslizaban por la espalda de Dante extasiado. Sus piernas se envolvieron firmemente alrededor de la cintura del rubio atrayéndolo más a él—. No aguantaré mucho— Dante sonrió un poco y asintió, bajó un poco el ritmo haciendo que Ethan jadeara de frustración—. No lo dije para que te detuvieras…

Dante dejó escapar una pequeña risa, pero empezó a penetrarle con más fuerza, pero con la misma lentitud que había estado desesperado a Ethan hacía solo segundo— ¿Así?

— ¡Joder! — gimió con fuerza al sentir como llegaba más profundo. Ethan creía que ya no podía llegar más adentro, pero se estaba equivocando— Así…

— ¿Así? — Susurró mordiendo los labios del azabache para dar penetrarle con más fuerza.

—Oh, Dante— Dejó escapar en un sensual gemido—. Jamás me había sentido así— jadeó con dificultad.

Dante  le tomó de la nuca y elevó su cabeza atrayéndolo mientras le hacía el amor de esa manera lenta, un poco tortuosa, pero que hacía disfrutar a Ethan a plenitud cada una de esas nuevas sensaciones— Pretendo ser el único que te haga sentir así— le aseguró. Su mano viajó hasta el sexo de Ethan el cual parecía a punto de explotar. Empezó a masturbarle con la rapidez que sus penetraciones no tenían, haciendo gritar y retorcerse de placer a su lindura.

Dante besó las mejillas, la boca, la barbilla de Ethan. Lo sentía arquearse ante sus roces, sus penetraciones, su mano atendiendo su sexo. Ethan era demasiado flexible y aquello le encantaba. Con facilidad puso una de las piernas del azabache sobre sus hombros y empezó a penetrarle con rapidez sintiendo como ese precioso cuerpo se contraría cada vez más.

—Dante voy a…

—Lo sé. Yo también— Le indicó con dificultad. Su mano buscó la de Ethan y la apretó con fuerza justo en el momento en que ambos alcanzaron su orgasmo, por primera vez juntos. El nombre del contrario escapó de los labios del otro.

Ambos se dejaron hundir en la mullida cama. Temblando, jadeando, con sus corazones latiendo a mil. Ethan tenía el rostro apoyando en el hombro de Dante— Te amo…— susurró sin poder evitarlo—. Te amo. No sé por qué tengo la necesidad de decírtelo hasta que no tengas dudas…

Dante se incorporó un poco — No tengo dudas. No contigo…

Ethan se dispuso a besarle, pero el sonido de algo cayéndose los hizo sobresaltarse a ambos. En el escritorio de Dante estaban los ojos brillantes de Carlo Magno los cuales estaban fijos en ambos.

Las miradas de los dos se encontraron y no pudieron evitar soltar una risa nerviosa— Enserio. Hay que hacer algo con ese gato fetichista— Susurró Ethan, quien notó que al parecer su mascota había entrado por el balcón.

Dante salió del interior de Ethan con cuidado, pero en ningún momento dejó de estar encima de él— Ethan Lenz— susurró con una sonrisa—. Quiero que seas mi pareja para poder darte toda la felicidad que alguien como tú se merece y pongo a ese gato como testigo.

—Creo que ya ha sido demasiadas veces testigo de lo feliz que me haces, pero acepto—Le besó con lentitud, hundiendo sus dedos en el cabello del otro. Entregándose a ese momento. A sus sentimientos ¿Cómo no rendirse si nunca fue tan feliz?  

***

Ariel vaciló unos segundos antes de entrar al apartamento. ¿Sería más fácil si lo anunciaba así sin más? Algo como: ¡Alessandro, se me olvidó comentarte estos últimos días que me acosté con mi mejor amigo!

Tembló ante la idea, sin embargo si Ethan tenía el valor de decirle a Dante lo que había sucedido entonces él tendría que hacer lo mismo. Abrió la puerta y la música rock le inundó, si iba a hablar se  le olvidó cuando vio a Alessandro colgado de una barra haciendo flexiones. Ariel tragó hondo al ver el cuerpo de su novio, este sonrió al verlo, pero no dejó su labor— Hola, ricura, no esperaba verte hasta mañana. ¿Está todo bien?

—Sí. Este. ¿Podemos hablar?

—Claro.

Ariel tragó hondo— ¿Podrías dejar de hacer eso? Me cuesta concentrarme cuando estás así. Ejercitándote medio desnudo y sudando…

Alessandro sonrió de lado divertido por la expresión sonrojada de Ariel— Aguarda un segundo— Hizo siete flexiones más y finalmente se dejó caer. Aceptó de buena manera la toalla y la botella de agua que le pasó Ariel. Tomó el control del estéreo y puso pausa a la música.

— ¿Qué haces exactamente?

—Mantenerme en forma. ¿No creerás que tengo este cuerpo por solo tener sexo contigo?

Ariel sonrió a su pesar— Vaya, creía que era buen ejercicio para ti.

—Siempre serás mi ejercicio favorito. Trabajo todos mis músculos contigo— Comentó mientras se secaba el sudor y se aproximaba peligrosamente al pelirrojo—. ¿Y bien? No creo que hayas regresado para seguir ayudándome a  ejercitar ¿verdad?

Ante el recordatorio la expresión de Ariel cambió. Vio a Alessandro allí siendo tan él y aún así tan perfecto. Tan irreal — ¿Así que no quieres que te ayude a ejercitar? — Evadió la pregunta.

—Yo no he dicho eso— Comentó mientras le tomaba de la barbilla y le sonreía seductoramente—. Solo pensé que había ocurrido algo para que regresaras.

— ¿Puedo dormir aquí esta noche?

— ¿Tanto me extrañas? Sabes que jamás tengo inconveniente que te quedes a dormir, pero tu madre…

—Solo una noche. Creo que puede arreglárselas sin mí ¿verdad?

Alessandro sonrió a su pesar— Estás actuando más raro de lo usual, ricura— Le besó primero lento, para ir subiendo poco a poco la intensidad —. ¿Seguro que estás bien?  —Preguntó separándose un poco y mirándole con los ojos entrecerrados— No me importaría detenerme en estos momentos si quieres que hablar de cualquier cosa…

Ariel abrió más sus ojos. No podía hacerle eso. No a él. No quería perderlo. Si le decía lo que había pasado con Ethan era casi seguro que lo perdería. No podía perderlo; arriesgarse a tanto— Aún no se nos ocurre nada con Will para el espectáculo de Mapelli.

— ¿Necesitas ayuda?

—Conoces mi regla de que todo sea sorpresa— Comentó mientras sus manos recorrían los pectorales de su novio. Intentaba convencerse que le estaba haciendo un bien callando la verdad. Era su error y debía cargar con él —. Además se supone que tú y yo no estamos así, de esta manera. Así que mientras más sorprendido luzcas frente a los demás mejor para ambos.

Alessandro no soportó más la escasa distancia que los separaba y tomó al pelirrojo de la cintura haciendo que sus cuerpos  se juntaran por completo— Yo puedo lucir completamente sorprendido ¿Qué tal así? — Preguntó mientras abría sus ojos por completo y abría su boca de manera bastante cómica— ¿O mejor así? — Su rostro ahora simplemente permanecía serio mientras elevaba una ceja de manera coqueta.

Ariel soltó una risa— ¡Estás loco! Y  no es justo. Tú puedes levantar una ceja.

—Venía con el combo de perfección. ¿Y bien? ¿Quieres ayuda? Entre ambos sabemos que podemos sacar tu lado sensual a relucir. Aunque claro, será mejor que vaya censurado por tanto buitre que andará  allí esa noche. No queremos que alguien quiera propasarse contigo.

—Tú siempre quieres propasarte contigo.

Alessandro sonrió de lado mientras con su dedo índice elevaba aún más la barbilla del pelirrojo— Solo porque sé cuánto te encanta que me propase contigo.

—No tienes ni idea cuanto me encanta— Le aseguró el pelirrojo.

— ¿Por qué no lo averiguamos? — Preguntó. Aunque cuando Ariel se acercó para besarle lo esquivó— Ups, fallaste— Susurró con una sonrisa de lado. El pelirrojo fingió enfado e intentó besarle una vez más. Tampoco acertó—. Estamos un poco lentos.

—Joder, ¿Es una especie de juego retorcido para ponerme cachondo?

— ¿Está funcionando?

—Ya lo estaba desde que te vi haciendo esas flexiones—La mano de Alessandro tocó sin ningún pudor aquella zona sumamente personal haciendo que Ariel entrecerrara sus ojos ante el placer—. ¿Ahora no tienes dudas?

—Nunca las tuve. Solo me gusta verte de esa manera— Susurró antes que aquel juego volviera a empezar.

Ambos ansiosos. Hacía días que no podían de estar de esa manera, así que no les importaba hacerlo una vez más en ese día. Estaban más que acostumbrados a eso. En los días libres de ambos y antes que los gemelos nacieran, no les importó pasarse todo el día en la cama satisfaciéndose uno al otro, parando solo cuando era absolutamente necesario o el hambre por comida era más ya demasiado insoportable como para seguirla ignorando.

Al final, el deseo de sentirse una vez más fue demasiado como para poner importancia al lugar, terminaron haciendo el amor justo dónde estaban. Alessandro sonrió complacido después del tremendo orgasmo que su pareja le acababa de regalar.

— ¿No crees que debemos ir a la cama?

—No. No quiero moverme, ni que tú te muevas—Susurró aún sintiendo aquella maravillosa sensación—. Si mañana no puedo sentarme será tu culpa.

Alessandro río ante lo último— ¿Quién era el que gritaba “Más fuerte, joder, más. No me importa si me rompes en dos”?

Ariel terminó encima de él— Sé cuánto te excita que grite cosas sucias.

—Yo no he dicho lo contrario, mi ricura— Sus manos acariciaron el cuerpo del otro sin mayor deseo que poder sentir su calor—. Te extrañaba. Extrañaba poder estar así cada noche a tu lado. Debo admitir que me has mal acostumbrado a tu presencia.

—Yo extrañaba poder dormir en paz.

— ¿En verdad que quieres que me trague eso de: “Extrañaba poder dormir en paz”?

—Claro que no, bobo. Te extrañaba a ti. Eres mi mejor almohada.

Alessandro alzó una ceja— ¿Ahora resulta que soy un accesorio del hogar?

—Uno muy, pero muy sexy.

Pasó sus manos alrededor de Ariel— Eso está mejor. Estoy hecho a la medida— Besó los cabellos del pelirrojo—. A tu medida.

Ariel apoyó su cabeza en el pecho de Alessandro deseando poder ignorar esa vocecilla que le decía cómo pudo haber sido tan estúpido de olvidar lo feliz que era a su lado— ¿Siempre me vas a querer?

—Vaya, mi ricura mimosa ha vuelto.

—Responde…

—Por supuesto.

Ariel se dio la vuelta para quedar pecho con pecho con el otro. Puso sus manos justo donde estaba el corazón de Alessandro y luego apoyó su barbilla sobre estas— Promételo. Prométeme que me querrás siempre, que estaremos juntos hasta la muerte.

El halcón le miró con tristeza ante esas palabras— No puedo…—susurró. Ariel sintió como si su pedacito de cielo de pronto se desmoronara—. ¿Sabes por qué?

—Por Misha…

Alessandro sonrió con melancolía— No. No quiero quererte, esperar a la muerte y fingir que nada de esto pasó, sería muy doloroso. Ya prometí una vez amar a alguien hasta la muerte y es más de lo que alguna vez creí ser capaz de soportar— Sus manos delineaban aquella delicada espalda que ahora tenía más de una marca puesta por él reclamándolo como su propiedad—. Quiero que esto que siento por ti duré más allá de la muerte. Quiero que este sentimiento sea eterno, que tú en mi vida seas eterno. ¿Eso está bien para ti, mi Ariel?

Los labios de Ariel temblaron unos segundos antes de asentir— Para siempre está muy bien para mí…

—Para siempre es demasiado tiempo.

—Estamos hablando de ti y jamás será suficiente— le aseguró con una pequeña sonrisa.

Alessandro posó una de sus manos en los cabellos del otro y se quedó en silencio largo rato dejándose embriagar por esa sensación de paz. A veces creía que Ariel era lo único constante en su vida. Siempre presente en cada momento— Ricura, —susurró sintiéndolo removerse sobre su cuerpo— no quiero que esto acabe…

No recibió respuesta. Ariel estaba profundamente dormido sobre su regazo. Para qué molestarse con moverse.  Por qué arruinar ese momento, esa sensación de paz solo para ir al lugar donde se consideraba correcto descansar. A veces Alessandro creía que las personas perdían demasiado tiempo haciendo lo correcto o a que veces dejaban que la magia del momento se fuera por la borda por intentar apegarse a lo que se consideraba “normal”. Por eso mismo no tuvo ningún inconveniente en quedarse dormido justo allí disfrutando del ahora. De su ahora. De Ariel.

***

Despertó alrededor de las once de la noche. Últimamente con lo de Lamire apenas y podía dormir más de una hora. Así que se sorprendió haber dormido tres. Tomó a Ariel en brazos y lo llevó hasta la habitación. Lo dejó en su cama sin poder evitar pensar que esa pequeña parte de su vida al fin había regresado a él.

Lo arropó y se metió a la ducha. Sintiéndose en verdad tranquilo, tanto como no se había sentido desde que Ariel había vuelto a su hogar. Salió del baño, se colocó unos pants dispuesto a recoger las cosas del pelirrojo. Tomó su pantalón cuando lo sintió vibrar, empezó a buscar entre todos los bolsillos hasta que finalmente logró tomarlo a tiempo para contestar la llamada de Emily— ¿Ariel? ¡¿Dónde estás jovencito?! Es casi medianoche. ¡¿Sabes lo preocupada que estoy?!

—Ariel está durmiendo— Comentó con voz tranquila—. Lamento no haber llamado antes para avisarle. Se veía  bastante agotado. ¿Está bien si se queda a dormir esta noche aquí o prefiere que lo despierte? — Era extraño pedirle permiso a alguien para que su novio se quedara a dormir. Jamás había lidiado con eso y la verdad no sabía que tan bueno era con esas cosas.

—Oh, Alessandro. Creía que era Ariel. ¿Está todo bien?

—Sí. Solo creo que quería descansar un poco más. Al parecer aún no se acostumbra a los dos terremotos que tiene como hermanos.

—Si aún no lo hace creo que se volverá loco cuando aprendan a hablar y caminar. ¿Seguro que no hay inconveniente que él se quede allí esta noche?

—Ninguno.

—Está bien, solo haga que venga temprano por sus cosas para ir al colegio. No quiero que pierda clases.

—Yo me encargo que vaya a clases.

—Sé que Ariel está creciendo y que quiere su independencia, pero…

—Es su madre y se preocupa por él. Es normal— O al menos eso creía. A veces se preguntaba si sus padres hubieran vivido lo suficiente hubieran sido así de controladores.

—Sí. Bueno, buenas noches. Nada de propasarse con mi bebito ¿eh?

Alessandro tuvo que reprimir una risa al ver a Ariel durmiendo en su cama, siendo cubierto solo por la sábana— Jamás. Se fue a la cama temprano y está durmiendo como el angelito que es.

Colgaron. A veces creía que Emily era una mujer demasiado ingenua o ellos eran demasiado pervertidos. Solo rogaba porque no se diera cuenta que tanto se propasaba por Ariel, aunque sabía que no debía preocuparse mucho por eso, de eso se encargaba su pareja.

Caminó hasta el pequeño comedor donde tenía una libreta de apuntes. Empezó a examinar las ideas que venían a su cabeza para intentar salvar a Lamire; sin embargo, era un plan demasiado arriesgado. Tenía demasiadas fallas aún y dependía de demasiada gente para lograrlo. ¿En quién confiar?

Llamaron a la puerta. Alessandro se apresuró a tomar su arma. ¿Quién podía ser a esta hora? Entreabrió la puerta aún con la pistola en mano cuando notó que era Lupo, aquello francamente no se lo esperaba.

— ¿Vas a divertirte esta noche? — Preguntó al ver el arma en su mano.

Alessandro lo dejó entrar aún sintiéndose anonadado con su presencia— ¿Qué haces aquí?

Lupo caminó por el apartamento y no pudo evitar notar al pelirrojo durmiendo— Oh, veo que la diversión ya pasó, me alegra no haber venido antes.

— ¿Por qué estás aquí?

—Lyosha dice que tienes problemas…

—Vaya y creía que me rodeaba con gente de confianza— Exclamó con sarcasmo.

—Se preocupa por ti…

— ¿Y tú?

—Estoy aquí. No porque te lo merezcas, sino porque Lyosha cree que es algo relacionado con los halcones, sino es así en este mismo instante cruzo la puerta por la que he salido y podemos pretender que esta conversación jamás sucedió.

—Lupo, lo siento…—Soltó así sin más—. Lo que te dije el otro día. Yo no sé porque reaccioné así. Jamás…

El halcón le indicó que se callara— Con el lo siento me basta. Me provoca nauseas verte intentando dar una disculpa apropiada.

— ¿De verdad?

—Es la última que te aguantaré. Te lo advierto.

Alessandro asintió mientras le indicaba que tomara asiento— ¿Quieres algo de tomar?

—Cerveza está bien.

Abrió el refrigerador para tomar una y se la tendió a Lupo— De verdad no quise decir lo que dije. Creo que una parte de mí aún se siente bastante recelosa a aceptar lo que había entre ustedes, jamás pude comprenderlos.

El halcón subió los pies a la mesa y dio un sorbo a la botella, mirando por el rabillo del ojo a Alessandro— No lo comprenderás jamás— espetó—. No tiene nada de malo que no lo sepas entender, pero que te quede claro que Misha te amó hasta su muerte.

Una triste sonrisa cruzó por el rostro de Alessandro— Lo sé…— No estaba acostumbrado a hablar con Lupo de la muerte de Marcus. Era un tema demasiado doloroso para ambos. A veces creía que la compañía de Lupo lograba mermar un poco el vacío que dejó su antiguo amante, porque si alguien lo conoció igual o quizás mejor que él, ese era sin duda Lupo.

El halcón asintió —Es bueno que lo sepas— Dejó la cerveza sobre la mesa y se estiró antes de empezar a ver la libreta de Alessandro—. No he venido aquí a tener una hermosa reconciliación. Estoy aquí por trabajo ¿Qué ha pasado?

Se dejó caer en la silla, sintiendo que el momento de tranquilidad se había acabado y que ahora estaba de vuelta en el mundo real. Su mundo real. Pasó su mano por el rostro sintiéndose cansado, aún sin siquiera haber empezado a explicarle cómo estaban las cosas ahora.

Intentó ser lo más breve que podía. Lupo no era de los que te ponía atención a no ser que expresaras algo realmente importante, así que con él no debía andarse por las ramas. En menos de cinco minutos le había dicho todo.

El halcón seguía enmudecido. Mirando las hojas de anotaciones de Alessandro. Sacó el bolígrafo que tenía en su camisa y empezó a tachar a diestra y siniestra sus ideas, en ocasiones era más radical y arrancaba hojas completas— Este plan es inservible. Cobrarías demasiados favores. Si aún estas planeando hacer la locura contra Mapelli debes dejar a toda esta gente al margen— Le recordó mientras ponía la libreta sobre la mesa y señalaba con la punta del bolígrafo los nombres claves—. Debe haber otra manera que ninguno termine muerto.

—Sabes que si Mapelli se entera estaré muerto ¿verdad?

Ambos apartaron la vista unos segundos de la libreta para analizarse— De todas maneras ibas a hacerlo con tu otro maravilloso plan.

—Aún tengo que hacerle muchas modificaciones.

Lupo bufó, pero volvió la vista a las anotaciones— Como sea, ahora supongo que en lo que debes concentrarte es ver si Lamire estará  en condiciones de someterse a alguno de tus demenciales planes. Lo segundo es que debes dejar de lado toda idea de pedirle ayuda a terceros.

—Pero…

—Olvídalo— Lo cortó Lupo—. No sabemos cómo se pondrán las cosas más adelante. Es mejor que no te dejes vulnerable ahora. Si Mapelli es fuerte es porque tiene aliados o personas a quienes cobrar favores. Tú debes tener los tuyos también y no usarlos a manera antojadiza.

—Es por Lamire…

Lupo alzó la mirada bastante molesto— Te estás ablandando.

—No. Eres tú el que eres demasiado drástico en tus decisiones.

—Hace unos meses no hubieras pensado así y lo sabes— Le recordó Lupo sin molestarse por el nuevo reproche de Alessandro—. Has cambiado. Ya no eres el mismo de antes. Te has ablandado y sabes que eso nunca debió haberte pasado— Alessandro iba a objetar cuando el halcón le pasó la libreta—. Búscame cuando sepas reconocer que tengo razón— Se puso de pie—. Esto es una pérdida de tiempo porque aún quieres ser alguien y tener una vida que jamás lograrás.

Lupo cruzó la puerta cerrándola tras sí, dejando a Alessandro sin saber bien qué pensar con todo lo que el halcón le dijo. No podía evitar pensar que había cierta verdad en sus palabras. Se sobresaltó al sentir unos brazos alrededor de su cuello.

Se levantó de golpe tomando ambos brazos dejando a la vista a un muy asustado Ariel— Ricura, yo…

—No quise asustarte.

Soltó las manos del pelirrojo. ¿En qué momento se levantó y cruzó la estancia hasta donde estaba él? ¿Cómo bajó la guardia a tal punto de no sentir su presencia? —Soy yo quien debería decir eso. ¿Qué haces despierto?

—Escuché la puerta cerrarse con fuerza. Creí que algo te había sucedido.

—No yo…—Miró la preocupación asomarse a por el rostro de Ariel—Quizás deberíamos hablar en la habitación — Dijo mientras hacía que el pelirrojo se cubriera mejor con la sábana. Empezaba a hacer frío.

Le guió en silencio hasta la habitación. Ariel estaba sentado en la cama apoyando su espalda contra la pared. Alessandro se acostó y no apartó la mirada del techo— Pasó algo ¿verdad? — No contestó haciendo que Ariel se preocupara más— ¿Qué ha pasado?

—Mapelli quiere que mate a Lamire…

Las palabras tardaron varios segundos en que ejercieran impacto en Ariel y comprendiera todas las implicaciones. Alessandro tuvo que tranquilizarlo y empezar a contar el relato una vez más sintiéndose cada vez más extenuado.

— ¡¿Por qué no me lo dijiste antes?! ¡¿Cuánto tiempo planeabas ocultármelo?!

Alessandro se sentó y le pidió calma —Apenas y te he visto estos días. Además tu madre siempre estaba cerca. No podía decírtelo enfrente de ella.

— ¡¿Y ahora en la tarde?!

— Esta tarde te veías extraño como si algo te quejara y yo no pudiera ayudarte con que quisiera. No sé, llámame loco, pero te había sentido distante estos últimos días que pensé que debía sucederte algo demasiado grave en lo que yo no podía intervenir y por eso pensaba esperar a tener un plan concreto para que no te preocuparas.

Ariel se mordió el labio inferior hasta hacerlo sangrar. El dolor no se comparaba con el que sentía que le estaba causando a Alessandro— Lo siento. No quería que te preocuparas por mí.

—Lo hago, siempre lo hago, aunque a veces creas que tengo cosas más importantes que hacer.

El silencio se instauró esta vez más pesado, más incómodo— Si Mapelli se entera que no cumpliste su orden él puede…

—Lo sé. No dudaría en matarme.

Ariel se estremeció al escuchar como no parecía tomarle mucha importancia— ¿Entonces qué vas a hacer? No puedes no cumplir sus órdenes.

Alessandro le miró sorprendido— ¿Estás sugiriendo que debería matarlo?

Ariel apretó sus labios con fuerza hasta dejarlos blancos— Fuiste tú quien lo salvo…

—Fuimos todos…

—Él estaría muerto si no fuera por ti y lo sabes. Si no lo hubieras rescatado entonces no tendrías que estar pasando por esto.

De repente la persona que estaba frente a él no parecía ser la misma. Su expresión era de completa incredulidad— ¿Estás sugiriendo que como yo lo salvé yo tengo derecho a elegir su destino?

Ariel tembló ante el tono de Alessandro — Y-yo no sé…no sé que estoy diciendo, solo no quiero que termines muerto por defender a otro— ¿Qué le estaba sucediendo? Pensó irremediablemente. ¿Desde cuándo podía ser tan cruel? Sintió la mano de Alessandro rozar su mejilla izquierda.

—Tú no eres así— Susurró—. Ese no es el Ariel que me cautivó. Sé que tienes miedo, pero encontraré la manera que todo salga bien para todos. No necesitas matar esa bondad que me desarma por alguien como yo…

Cerró sus ojos con fuerza y presionó la mano del otro contra su mejilla— No quiero que mueras. Tengo tanto miedo que lo hagas.

Alessandro sonrió  un poco y pellizco la mejilla del pelirrojo— Confía en mí. Algo se me tiene que ocurrir. No por nada soy el mejor.

—Pero…

—Confía en mí.

Ariel tragó hondo al escuchar las mismas palabras que había escuchado en boca de Ethan hacía solo unas horas— Confío…

Lo hizo acostarse — Tu madre llamó, le dije que te quedarías aquí y prometí no abusar de ti así que más te vale pensar en algo para que no descubra que hago todo lo contrario.

Ariel sonrió un poco— Me gusta cuando abusas de mí. No te preocupes. Estoy acostumbrado a esconderle estas cosas, aunque siento que todo sería más fácil si aceptara que ya crecí.

—Eres su angelito. Es normal que quiera defenderte de personas como yo.

— Mi madre te adora.

—Cierto. Deberías dormir. Mañana tengo que llevarte temprano a tu casa para que vayas por tus cosas. No quiere que pierdas clases.

Ariel asintió y luego dudó unos segundos— ¿Puedo pedirte algo?

— ¿Desde cuándo eres de los que preguntas si puedes pedirme algo?

—No sé si estés de ánimo— Alessandro esperaba con genuina curiosidad su petición— ¿Tocas el violín para mí?

Aquello si no se lo esperó, pero sonrió— ¿Qué? ¿Te pusiste celoso que si tocaba el violín para Chris?

— ¿Y si digo que sí?

—Diría que estás loco. Claro que tocaré el violín para ti hasta que te duermas— Le aseguró—. Aguarda aquí—Se levantó y caminó directo a la sala donde estaba el violín que le regaló Dante para su cumpleaños—. ¿Qué quieres escuchar?

—Lo que sea…

Alessandro sonrió. Empezó a tocar con lentitud sintiendo la total atención de Ariel sobre él. Cerró sus ojos dejando que la melodía lo guiase, se envolvió en las notas, en la música.

Recordaba como por mucho tiempo era lo único que tenía para escapar del infierno que lo rodeaba. De repente volvía estar solo en su habitación encerrado bajo llave intentando no escuchar a André azotando la puerta, los gritos de Eva. Todo desaparecía cuando se dejaba seducir por el violín. Tocaba por horas como si no hubiera mañana, hasta que su cuello dolía, hasta que sus dedos suplicaban un descanso, hasta que sus brazos entumecidos pedían un descanso y era necesario, doloroso volver a la realidad.

Sin embargo ahora que volvía a abrir los ojos sonreía. Ariel estaba allí. Era suyo. Aquel pensamiento lo hacía sentir dicha. Se dirigió a la pequeña sala para guardar el violín, había tocado por más de una hora y no lo había notado. Las canciones habían salido una tras otra como antes, cuando necesitaba despejar la mente. Volvió a la habitación y se acostó con la agradable sensación que la cama no se le hacía inmensa como noches pasadas. Sus manos buscaron el cuerpo del otro y lo atrajo a él sin despertarlo. En verdad Ariel sacaba lo mejor de él.

***

Ethan despertó pasadas las once. La luz de la habitación se había vuelto demasiado potente como para seguirla ignorando. Se estiró un poco rozando su mano con los cabellos de Dante. Se quedó mirándole unos segundos, intentando asimilar todo lo que había ocurrido la noche anterior.

Volvió a acostarse apegándose más a él. Hundió su rostro en el pecho del otro, se sentía un idiota por sonreír de esa manera, con esa intensidad, con esa felicidad. ¿Cuándo había sido la última vez que se sintió de esa manera? Quizás nunca.

Se sobresaltó cuando se vio estrechado contra los brazos del rubio— Hola, lindura…

Ethan alzó la mirada sin ser capaz de ocultar su felicidad, se sintió aliviado al notar como Dante parecía irradiar la misma absurda felicidad que él— Hola…

— ¿Cómo te sientes?

—Agotado— Admitió— y feliz. Ridículamente feliz ¿es normal esto?

Dante le besó con lentitud— Yo haré que te acostumbres— le aseguró —. Creo que ambos nos saltamos nuestras responsabilidades este día. ¿Te quieres duchar primero?

Ethan negó y vaciló antes de proponer: — ¿Y si nos duchamos juntos? Di-digo si quieres…si está bien o…— se vio callado por un beso más demandante. Ethan se rindió ante esos labios.

—Me encantan tus ideas— Susurró.

Como era de esperarse tardaron más de lo que creyeron, pero valió toda la pena del mundo. Una vez listos bajaron las escaleras para almorzar. Apenas pusieron un pie en el comedor Tessa apareció— ¡Allí están! ¿Es que no pensaban bajar hasta la fiesta? — Ethan se sonrojó violentamente. No tenía ni la menor idea qué decir ante la situación—. Bueno, no quiero saber qué tanto hacían allá arriba— El azabache pensó que en verdad no quería saber que hacían—. Necesito que se prueben sus disfraces sino los mando a cambiar en estos momentos. 

Ethan y Dante se vieron confundidos— ¿Disfraces?

—Sí. ¿No lo mencioné? — Preguntó la mujer quien interrumpía su conversación para gritarle a los encargados de poner las mesas que no arruinaran sus rosas—. Estas personas son tan descuidadas. En fin. Sus disfraces están en la sala.

—Mamá… ¿No crees que estoy un poco grande para hacer una fiesta de disfraces?

En ese momento entró Armand a la sala— Cariño. ¿Seguro que no me veo gordo con este disfraz?

Dante tuvo que contener la risa al notar como su padre iba vistiendo el traje del sombrerero loco— Déjame adivinar. ¿Tú serás Alicia? — Preguntó a Tessa.

—Por supuesto. No dejaré que cualquiera venga a hacer la Alicia de mi esposo— Dante e Ethan se miraron unos segundos y sonrieron con complicidad.

—Pero madre, no crees que es un gasto innecesario en disfraces…

—Oh vamos, Dante, deja de actuar como si tuvieras mi edad. Sé lo que te preocupes y ya me encargué de eso. Hice que mandaran a dejar unos disfraces a casa de Ariel y de Alessandro no tienes que preocuparte de nada. Bueno, iré a seguir intentando que no destrocen mis rosas.

Quedaron solo los tres hombres— Papá…

—No intentes contradecir a tu madre, hijo. Es así como he vivido una larga y buena vida— Miró al azabache al cual le dio una palmadita en el hombro—. Ahora sí sabrás lo que es formar parte de la familia Di Ferrer, Ethan— Salió de la estancia para darles privacidad.

— ¿Debería tener miedo?

—Aún estás a tiempo de salir huyendo y no te culparé.

Ethan sonrió a su pesar— No. Estamos juntos en esto. No te preocupes. Vamos a ver que nos ha preparado tu madre—Caminaron hasta la sala y allí encontraron dos enormes cajas. Ethan abrió la que tenía su nombre rotulado, no sin cierto temor. Respiró aliviado al notar que no era nada extraño—. Me gusta—Admitió con una sonrisa— ¿Qué hay de ti?

Dante miró horrorizado la caja— ¡Madre, no usaré mallas en mi cumpleaños! — Gritó para que la mujer lo escuchara a través del cristal.

Ethan río encantado— Oh vamos. Te verás bien. Además él es mi superhéroe favorito. No te atreverás a dejarme con la ilusión de verte con él puesto ¿verdad?

Dante río a su pesar— Oh, Dios, eres más manipulador que mi madre y eso ya es decir mucho. ¿Qué? ¿Luego nos iremos por allí a hacer cosas con nuestros disfraces?

—Quizás sí, eso depende de lo que tú quieras— Era extrañamente relajador como el haber intimado más con Dante parecía hacer todo lo demás más fácil. Pareciera que hubieran roto la última barrera que les quedaba por superar para estar realmente compenetrados.

—Umm quizás te ponga a hacer unos trucos ¿qué dices?

—Me sé unos cuantos. Los otros los podemos inventar— Dijo siguiéndole el juego. No tenía idea de dónde le salían semejantes frases, pero estaba feliz ver lo complacido que estaba su pareja.

—Bueno ¿almorzamos? — Se dirigieron al comedor cuando su celular empezó a sonar insistentemente. Miró la pantalla— Ay, no— Dudó antes de contestar— Hola, Alessandro…

—Acaban de traerme un paquete muy curioso y lo manda tu madre. ¿Debería preocuparme por lo que sabe?

—No. En absoluto. Es para la fiesta—Dante sintió la mirada de Ethan — ¿Qué te ha mandado? — Preguntó extrañado.

—Oh, ya lo verás.

—Aguarda… ¿Usarás el disfraz?

—Bueno, supongo que me vendría bien un respiro de tanto problema. Y hablamos de tu madre, Dante. ¿Te recuerdo lo que pasó la última vez que no hice caso a una de sus órdenes?

—Genial, le temes a mi madre…

—Solo alguien muy estúpido no le temería. Además me gusta que sepa mi estilo. Te veré allí. Y no te compraré nada. No tengo humor para ir a buscar regalos.

Dante río— De acuerdo. No esperaba otra cosa de ti. Nos vemos en la noche— Justo colgó cuando les sirvieron el almuerzo.

— ¿Todo en orden?

—Supongo. Aunque me da miedo saber qué disfraz le ha mandado mi madre a Alessandro.

—Creo que lo sabremos dentro de poco.

***

La noche empezaba a hacer su presencia. Lamire miraba a Lyosha dormir la siesta. Se sentía bien que fuera él quien velara el sueño de su pareja, para variar, a veces creía que le estaba cortando las alas al español en muchos sentidos.

Los dolores se habían reducido considerablemente en los últimos días y esperaba que fuera buena señal, pero aún Lyosha se negaba a que hiciera algo de esfuerzo. Se estiró un poco para tomar su reproductor de música, cerró sus ojos y sin darse cuenta empezó a cantar en voz baja.

—Bonito—Susurró Lyosha adormitado mientras le quitaba uno de los audífonos a Lamire para llamar su atención—, cantas terrible. No lo hagas.

El coreano le miró algo avergonzado — Lo siento…

Lyosha se llevó al oído el audífono— Que raro que estés música que no entiendo…

Lamire empezó a traducir la canción para Lyosha: — “Dentro de los muros de la timidez, a menudo me quedo atrapado por la ansiedad, pero siempre un rayo de luz aparece, quiero proteger tu sonrisa. Mi amor está creciendo, no lo puedo expresar en palabras (…)” —Sonrió cuando sus miradas se encontraron olvidándose por unos segundos de lo que estaba haciendo. La expresión de Lyosha le hizo volver a la realidad para seguir traduciendo: —. “Si el mundo se derrumba, si no hay mañana, estaré contigo con tu mano sobre la mía, siempre y para siempre, eternamente te amaré…”

—Creía que ustedes los asiáticos solo hacían música corta venas…

El coreano río un poco—Solo sentimos más intensidad— le dijo atrayéndolo a él—. ¿Te ha gustado la canción?

—Sí. ¿Está en coreano?

—Japonés.

—Se me olvidaba señor presumido que puedes hablar lo que sea ¿Cómo se llama? En español, no me salgas con algo que no pueda entender.

—La traducción sería algo como “Flores con el color de la felicidad”

Lyosha sonrió un poco más— ¿Alguna razón para que te guste esa canción?

—Pienso en ti. Siempre pienso en ti al escucharla— Admitió.

Lyosha se sonrojó violentamente al escuchar la tranquilidad con lo que decía— No digas ese tipo de cosas a la ligera— comentó avergonzado—. No somos adolescentes…

—Tu amor me rejuvenece.

— ¡Lamire! — Chilló Lyosha. A veces no comprendía cómo no le costaba decir esas cosas. Se suponía que él era el comunicativo de la relación, pero cuando Lamire reaccionaba de esa manera lo desarmaba por completo.

—Lo siento. ¿Te he avergonzado?

— ¡Claro que no idiota! — Exclamó con las mejillas ardiendo—. Nada puede avergonzarme.

El coreano río despreocupado— Está bien. Entonces debo imaginarme tus mejillas rojas.

—Si no estuvieras en esa condición ya te tendría bajo mi cuerpo suplicando piedad.

Lamire sonrío con cierta tristeza— Lo sé. Lamento no poder satisfacerte…

Lyosha se sentó al borde de la cama y miró hacia la ventana— ¿Es eso lo que te ha estado preocupando todos estos días? — Giró un poco el rostro para ver a su pareja—. Oye sé que no tengo un muy buen historial en cuanto a la abstinencia, pero no quiero que pienses que me volveré loco o me iré a acostar con cualquiera solo porque tú no estás en condiciones.

—No quise insinuar eso.

El español suspiró y se pasó una mano por sus rebeldes rizos que últimamente habían crecido a ritmo alarmante y ahora apenas tenía control en ellos— Lo sé. Es solo que…—Ahogó un grito de frustración llevándose las manos a su cabeza—. Bonito, no quiero que pienses que me estás limitando o algo por el estilo. No tú. No quiero que pienses que solo necesito sexo, yo he tenido bastante de eso por años y créeme que cuando tú y yo estamos así de esa manera…— ¿por qué le costaba ser sincero consigo mismo? Miró al coreano luciendo desesperado por transmitirle lo que sentía—. Desde que tú y yo hemos estado de esa manera solo sé que no quiero estar con nadie más.

— ¿De verdad?

—Sí…

—Me haces muy feliz, Lyosha. Demasiado.

Sonrió sin poder evitar negar con la cabeza— ¿Qué voy a hacer contigo?

—Desde que confesaste tus sentimientos por mí no te quedan muchas opciones— Le recordó con una pequeña sonrisa— ¿De verdad no quieres tener relaciones?

—Bah, puedo masturbarme pensando en ti, lo prefiero antes que tener sexo con alguien que no seas tú.

—Eres único— Solo el español podía hacer que esas palabras sonaran bien— ¿Quieres hacerme aún más feliz esta noche?

—Vaya y yo creía que hacía un buen trabajo haciéndote feliz. ¿Qué tengo que hacer para que estés aún más feliz?

—Quiero que vayas a la fiesta de Dante.

Lyosha creyó que se había vuelto completamente loco— No. No iré. No voy a dejarte aquí a ti solo.

— ¿Por qué no? Nadie además de ustedes sabe que estoy aquí.

A lo lejos se escuchó la puerta abrirse, debía ser Lupo, pensó el español. Le había encargado una medicina extra por cualquier descompensación— No, Lamire. No voy a dejarte.

—Es solo una noche. Sé cuánto te gustan las fiestas…

— Ya he ido a varias de Dante.

—Lo sé. Recuerdo que siempre decías que te encantaban las de él por el ambiente y la comida. Has pasado las últimas semanas cuidándome, cosa que me ha hecho inmensamente feliz, pero también tú necesitas un descanso.

Lyosha se puso de pie —No voy a dejarte solo. ¿Qué pasa si algo te ocurre en lo que yo no estoy? No habría nadie para cuidarte.

—Yo puedo quedarme con Lamire…

La pareja miró a la puerta donde estaba Lupo con su aspecto despreocupado, pero siempre manteniendo un semblante de “Odio al mundo y a todos los que viven en él” — ¿Tú?

— ¿Por qué no?

—Creía que Dante te había invitado.

—Y lo ha hecho, pero ni loco iré disfrazado y formar parte de una especie de convención de frikis y otakus— Sintió la mirada de Lamire—. Sin ofender. Sé que te gustaba disfrazarte— Respondió con tranquilidad—. Yo puedo quedarme con él. Si iba a ir era por la comida, pero siempre puedes traerme algo.

— ¡Perfecto! Así no tienes excusa para no ir.

Lyosha fulminó con la mirada a Lamire, pero con esa cara no pudo estar molesto demasiado tiempo— ¿En verdad estarás bien sin mí?

— He estado sin ti por más de 30 años, puedo sobrevivir una noche. Tú tampoco me subestimes.

Lyosha suspiró— Iré una o dos horas y…

—No, no. Quiero que vayas y disfrutes una noche, por los dos. ¿Qué dices? — Lupo salió de la habitación al notar lo empalagosa que se estaba volviendo la situación.

—Mira, has espantado a Lupo con tus frases cursis.

—Solo quiero que salgas a distraerte. Ve y diviértete. Sé el alma de la fiesta como siempre lo eres.

—Yo…

—Lyosha, ve. Estaré bien. Lupo estará aquí.

—En verdad debes amarme para querer pasar una noche con Lupo.

 

***

Ariel salió de su pequeña habitación improvisada. Apenas puso un pie en la sala la risa de Naomi lo sobresaltó. Miró a su hermana que estaba en brazos de su madre y reía al verlo.

— ¿Tan mal me veo? — Su madre sonrió— ¡¿Te estás riendo de mí?!

—No, no. Te ves muy bien.

Ariel la fulminó con la mirada. En ese momento entró Alessandro quien se bajó la capucha de su disfraz, se quedó unos segundos sin saber cómo reaccionar, pero apenas Emily se distrajo le lanzó una mirada lasciva al pelirrojo— Hola…

— ¡¿Qué demonios estás usando?!

Alessandro se encogió de hombros— Tessa me lo mando.

— ¡¿Por qué tu disfraz es increíble?! — Emily anunció que iba a acostar a Naomi— ¡Oye no es justo creí que al menos nuestros disfraces harían juego!

—No esperabas que viniera vestido del hada con el lívido demasiado alto ¿verdad?

— ¡¿Y por qué yo tengo que ser Peter Pan?!

Alessandro hacía un esfuerzo sobrehumano por no reírse frente a su novio, porque era para no salir nunca, se veía demasiado violable para su precario autocontrol—No hay muchos pelirrojos de donde escoger…

— ¿Y quién se supone que eres tú?

Alessandro sonrió con superioridad— Ezio Auditore— E hizo que de la nada aparecieran unas dagas en cada una de sus manos  — ¿Genial no? Y son de verdad. Podría cortar cualquier cosa con el filo que tienen. ¿Quieres que pruebe con algo?

Ariel jamás lo había visto actuar de esa manera, parecía tan ¿normal? Lo veía feliz. Relajado— No, pero no es justo, tu disfraz es genial…

—Lo sé. Aunque tardé más de lo que creí poniéndomelo. Espero pasar desapercibido en la Chopper.

—Dudo mucho que pases desapercibido cuando llevas a un Peter Pan detrás de ti.

—Uno muy guapo.

—Ya, no te burles de mí— Alessandro cruzó la estancia con todas las intenciones de besarle— Woau…No te me acerques con esa cosa de afuera— Exclamó Ariel alarmado echándose para atrás.

El otro sonrió un poco mientras volvía a hacer que las dagas se guardaran— Listo. ¿Ya puedo llevarte a nunca jamás?

Ariel sonrió divertido por las ocurrencias de su novio— Seguro, te haré volar— le susurró antes de besarle.

Luego de unos segundos Alessandro sonrió divertido— Esas mallas te marcan todo y cuando digo todo es todo— Ariel se sonrojó, pero le sostuvo la mirada a su novio quien parecía divertido de la situación.

— ¿En verdad dejarás que vaya con este disfraz?

—Te ves demasiado violable, ricura. Créeme que te vigilaré de cerca— Le decía rosando intencionalmente sus labios con los de Ariel disfrutando como se estremecía—. Mejor vámonos antes que sea más tarde o logre causarte una erección que no podrás ocultar frente a tu madre.

Salieron de la sala en el momento que Emily iba bajando las escaleras— Que se diviertan.

— ¡Gracias, mamá!

—Te quiero antes de las doce.

Ariel se giró— ¡Mamá! ¿A qué horas crees que empieza lo bueno en esas fiestas?

—No lo sé, pero a las doce te quiero en casa jovencito.

—Mañana es sábado…

—Y tienes que ir a trabajar ¿O me equivoco?

—Y voy a ir. Déjame venir solo un poquito más tarde ¿sí?

Emily sonrió a su pesar— Te quiero antes de la una. ¿Lo tomas o lo dejas?

Ariel fue abrazar a su madre— Lo tomo— La besó en la mejilla—. Buenas noches— Salieron de la casa directo a la moto—. Lamento el comportamiento de mi madre…

Alessandro encendió la Chopper— No te preocupes.

—A veces quisiera sacarla de esa burbuja en la que vive.

—No lo hagas, sería muy doloroso.

—Lo sé, es solo que haría las cosas un poco más fáciles.

Alessandro giró un poco su rostro— A veces es mejor cargar con un peso extra antes de causarle dolor a otras personas…

***

Ethan caminaba entre la multitud de personas. Era extraño verse de repente rodeado por esa cantidad colosal de personas en donde todos parecían conocerse.  A lo lejos vio a Tessa y Armand inconfundibles con sus flamantes trajes quienes charlaban con los que parecían eran unos ejecutivos, aunque en estos momentos se limitaban a hacer un puñado de fantasmitas de los que aparecían en “Pacman”. Era inusual ver a gente de todas las edades vestidas así para la fiesta. En esos momentos pasaba un “Gandalf” a su lado y por la edad del hombre era claro que la barba era natural.

Hacía varios minutos había perdido de vista a Dante, quien obviamente no iba poder prestarle atención al cien por ciento. Se acercó a una de las mesas bufetes donde tomó uno de los platos repletos de salchichitas de coctel. La música sonaba a tope. Miró al Dj directo de Ibiza. Obviamente era una fiesta marca Di Ferrer.

Vio como varios se escabullían entre los matorrales. Tessa mañana pegaría el grito en el cielo al notar que sus perfectas rosas ya no estaban  perfectas— Hola, Potter— Ethan se giró y sonrió al ver al señor Shiheflit a su lado.

— ¡Señor Shiheflit! No sabía que iba a venir.

—Solo un rato. Me viene bien despejar la mente del trabajo un rato.

— ¿Cómo va todo?

—Bien. Todo bien por ahora.

—Es bueno escucharlo.

El teléfono de Samuel lo interrumpió— Disculpa. Es una llamada debo atender.

—No se preocupe. Nos veremos más tarde y me gusta su disfraz de “El Zorro”.

Samuel sonrió antes de perderse en la multitud. Ethan empezó a buscar a Dante entre la multitud, pero entre cien personas era muy difícil encontrar a tu novio. Aún cuando vistiera de Capitán América.

— ¿Así que Dante tiene nueva presa?

—Sí. ¿Viste al chico vestido de Harry Potter?

Ethan se detuvo en seco. Se escondió detrás del enorme pastel de cumpleaños. Alzó un poco la vista y vio a tres chicas vestidas de brujas.

— ¿Ese niñito? ¡Puff! Como si pudiera darle lo que Dante quiere.

—Bah. Conoces a Dante se cansará rápido de él.

—Sí. Incluso de Lyosha que todos lo querían no tuvo tan buena suerte.

—Es cierto. Lyosha era encantador. Es una lástima que lo haya cambiado por alguien tan aburrido como ese chiquillo de secundaria. ¿En qué estará pensando Dante?

Ethan bajó la mirada y decidió mejor irse en esos momentos a la mansión, con suerte podía pasar el resto de la noche con Carlo Magno. Giró sobre sus talones cuando chocó con el pecho desnudo de alguien —Lo siento... — Ethan se quedó sorprendido al ver a Lyosha allí.

—Aguarda aquí— Le indicó molesto moviéndolo con la enorme lanza que cargaba. Ethan tragó hondo ante el español que parecía recién salido de la película de “300”.

— ¿Y ya saben cómo se llama el mocoso ese? — Preguntó una de las chicas.

—Ethan— Anunció Lyosha—. Se llama Ethan Lenz. Y no es ningún mocoso. Es la persona que Dante ama y que es mucho mejor que yo. No importando cuan divertido sea, lo que Dante necesita yo nunca se lo voy a poder dar, ni él me dará lo que necesito. Así que más vale que aprendan a respetar que Ethan es parte de la vida de Dante ahora, les guste o no. No es culpa de él que ustedes no sean tan buena compañía— Sin decir nada más se giró directo de donde había venido y le indicó a Ethan que se fueran de allí.

—Lyosha…— Dijo sorprendido el azabache una vez lejos de aquí—. Yo no sé qué decir. No tenías que hacerlo.

— Claro que sí. Soy tu maestro. Debo cuidar a mi pequeño pupilo de las brujas como ellas— Le recordó guiñándole un ojo—. Pero tienes que saber moverte entre tanta rata. Tienes que darte a respetar, sino no dudarán en destruirte. No todos son un pan dulce como Dante.

—Lo sé, pero…

—Y tienes que aprender a valorarte un poco más. ¿Eh, Lenz Potter? Quizás deberías usar uno de tus encantamientos para mejorar esa autoestima.

Ethan sonrió mientras se subía las gafas que empezaban a resbalársele— Entendido.

—Por como caminas veo que no me equivoqué en decir que eras el novio de Dante— Soltó una carcajada al ver la expresión de Ethan—. No te avergüences. A todos nos han estrenado en su momento— Ethan ardía en vergüenza—. Oh, mira allí viene tu novio.

Dante caminaba entre la multitud mientras se hacía campo entre la multitud con el enorme escudo del Capitán América— ¡Lindura, allí estás! — Exclamó Dante con una radiante sonrisa. Fue cuando notó la presencia del español— ¡¿Qué haces aquí?! —Preguntó sin poder ocultar su alegría.

— ¿Creías que te iba a dejar ser el alma de la fiesta?

—Joder, menuda sorpresa la que me has dado, Lyosha— Dijo abrazándolo—. Y como siempre no pierdes oportunidad para andar medio desnudo.

—Claro que no. Es parte del encanto de mi disfraz— Tomó a Dante del brazo y lo puso a la par de Ethan—. ¡Siempre supe que este día llegaría!  Me encantan ustedes dos juntos. Más vale que le des un buen sexo de cumpleaños a Dante ¿eh Ethan? — Ethan empezó a balbucear incoherencias, cuando de fondo empezó a sonar “Everybody loves me”—. Uh…Es mi canción. Los dejo un rato. ¡Follen rico!

Ethan vio avergonzado mientras se iba— ¿Quieres bailar?

—Quizás luego. Ahora quiero que conozcas a alguien— Le indicó Dante mientras se abría paso entre las mareas de personas. Llegaron hasta un hombre que vestía de “La máscara”—. Señor Hitmon. Aquí está. Él es Ethan.

El hombre miró con genuino interés al azabache— Dante no ha dejado hablarme maravillas de ti. Mucho gusto.

—Ethan Lenz— Dijo con una sonrisa respetuosa; sin embargo no entendía nada de lo que estaba sucediendo.

—Veo que Dante no te ha explicado nada aún.

Ethan miró a Dante buscando una explicación— El señor Hitmon trabaja para una fundación que se encarga de dar becas a los estudiantes más sobresalientes de cada escuela.

—Por lo que Dante me cuenta dice que eres brillante en tus notas, pero aún más impresionante eres en los deportes. Eso nos interesa mucho. Las becas deportivas son las más difíciles de conseguir últimamente y las únicas que estamos otorgando por el momento.

—Le comentaba al señor Hitman que la final está cerca y que definitivamente debería ir a verte, pero quería consultarlo contigo primero.

— ¿Te sientes capaz de impresionar al comité entero, Ethan Lenz?

Ethan miró a ambos hombres anonadado— No sé qué decir en estos momentos. Solo que daré lo mejor de mí. Siempre me había propuesto a darlo por mi equipo.

El hombre asintió complacido— Eso es lo que buscamos. Espíritu de equipo— Pasó su mirada hacia Dante—. Creo que al final seré yo el más agradecido de que lo hayas recomendado. Entonces, creo que nos veremos en esa final. Ethan Lenz.

—Gracias por su tiempo— Vio alejarse al hombre entre las personas. Se giró hacia Dante y antes de dejarle decir algo más le besó emocionado—. ¿Por qué lo has hecho?

—Sé que no dejarías que te ayudara con los gastos de la universidad y esta es la única manera que se me ha ocurrido para ayudarte a alcanzar tu sueño. Espero que no te molestes.

— ¿Molestarme? — Dijo anonadado echándose los cabellos hacia atrás— ¡Me has dado el mejor regalo de toda mi vida y ni siquiera es mi cumpleaños! ¡Se supone que soy yo quien debo darte algo!

—Tu presencia es el mejor regalo para mí—Le aseguró—. Me alegra que seas feliz.

— ¡Espera que le cuente a Lupo!

Volvió abrazarlo emocionado haciendo que más de alguno los mirase, pero su felicidad era demasiada en esos momentos. Se dejó arrastrar hasta la pista de baile donde aún no procesaba nada de lo que estaba pasando, solo podía bailar y besar los labios de Dante quien lucía radiante en esos momentos.

Entre la multitud apareció Lyosha que al parecer llevaba varias copas encima, pero no ejercían mayor efecto en él.

— ¡Lyosha ¿Qué demonios haces aquí?!

Todos se giraron al ver llegar a Ariel con Alessandro— Lamire se deshizo de mí por una noche. Está con Lupo— le explicó—. Por cierto, quiere que le lleve un plato de la cena— le dijo a Dante quien asintió con una sonrisa.

— ¿Y tú no vas a felicitarme, bastardo?

—Aún no es tu cumpleaños— Apuntó Alessandro con una sonrisa de lado—. Lindas mallas.

—Gracias. Resaltan mis atributos según Ethan— Comentó con una sonrisa—. Tú tampoco estás mal Ezio-Alessandro.

—Me permite reencontrarme con mis raíces italianas— Comentó con tranquilidad—. Y cargo  armas geniales; sin mencionar las dagas— Exclamó alzando una mano haciendo que una saliera de la nada haciendo sobresaltar a Ariel— Ambos amigos se sonrieron con timidez y luego el pelirrojo felicitó a Dante no sin cierto temor, pero agradeció con tranquilidad las felicitaciones— Si nos disculpas iré a violarme a mi ricura. Tenemos toque de queda.

—Podría hablar con Ariel. Un segundo—Pidió Dante.

Alessandro le miró extrañado. Ariel palideció al igual que Ethan. Las miradas de los dos últimos se cruzaron preocupadas.

—Seguro— Comentó Alessandro—. Iré a saquear la mesa del buffete antes de la cena.

—Te acompaño— Se unió Lyosha.

—Dante…

El aludido miró a Ethan y le sonrió indicándole que todo estaba bien. El azabache asintió y se dirigió a la mesa de bocadillos. El rubio le indicó que se alejaran un poco del ruido. Una vez llegaron a un lugar más tranquilo el pelirrojo se apresuró a empezar: — Dante yo…

—No necesitas decir nada Ariel. Yo no te he traído aquí para reclamarte o algo por el estilo— Le indicó—. Por cómo está Alessandro debo suponer que él no sabe nada.

—No…

Dante miró a su amigo entre la multitud sacando uno de los cuchillos para cortar un trozo de la escultura de hielo y luego meterla en la bebida— Quizás es mejor si no sabe nada…

Ariel le miró sorprendido— ¿Qué quieres decir?

—Digo que si en verdad lo amas y quieres seguir con él deberías cargar con ese desliz tú solo.

—Lo he pensado, pero creí que hacía mal…

Dante le indicó que se sentaran en una de las mesas cerca de allí— Alessandro me matará si sabe que hablé de este tema contigo, pero creo que debes saber que él no reaccionará de la misma manera que yo.

— ¿Es por Misha?

—Ariel…

—Tú eres su amigo. Sé que tú sabes. Sé que Alessandro lo amaba y está bien, pero no sé, a veces siento que se guarda todo lo malo de Misha como si temiera que lo llegase a odiar.

Dante se arrepintió de haber empezado esa conversación —Son cosas que deberías hablar con él…

—Él jamás diría algo malo de Misha— Le dijo con seriedad. Demasiada para estar usando un traje de Peter Pan—. Sé que lo sabes. ¿Qué pasó con Misha? Sé que tú lo odiabas…

—No lo odiaba…

—Pero no te simpatizaba por algún motivo— Le recordó el pelirrojo—. Él le era infiel a Alessandro ¿verdad?

—Ariel…

De repente la música. El buen ambiente se había desvanecido— ¿Por eso no quieres que le diga nada?

—Ariel no quiero hablar de esto. No ahora…

—Dante, por favor es importante…

Los ojos de Dante se volvieron de un inusitado gris— Tú solo conoces la parte buena de él, Ariel. Es mejor que solo te quedes con esa parte y no conozcas la otra— Comentó antes de levantarse—. Disfruta la fiesta…

Notas finales:

Nos veremos hasta el otro lunes! Espero que no se hayan aburrido de leer XD Un beso! Los otros vendrán mucho más cortos! Lo prometo! XD 

Para los que que quieran escuchar la canción de Lamire he aquí el link! :D

http://www.youtube.com/watch?v=8F0-_vke1UY

Un beso! Prometo responder reviews! XD Lo prometo y saben que los leo todos y me hacen muy feliz! :D Gracias por su apoyo incondicional!


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