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El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

:) ¿Qué creían que no iba a actualizar ahora? ¡Se equivocaron! :D Aquí estoy con una entrega un poco tarde, pero siempre los lunes :)

Un capítulo bastante crucial para la mayoría de nuestros personajes favoritos así que espero que sea de su agrado.

Así sin más este cap va para todos aquellos lectores que fueron al concierto de Junsu ya sea en México, Brasil o Chile y me llenaron la T-list con sus fangirlead@s intensas x) Espero que lo hayan pasado bien. :D

Jensen miraba desde el otro lado de la calle a Misha quién caminaba junto a alguien más; hacía reír a otro; besaba  en la boca a una persona que no era él. Marcus nunca besaba a nadie en los labios, se lo había dicho en más de una ocasión mientras le contaba acerca de sus aventuras sexuales, contra la voluntad de Lupo.

Los vio perderse en el edificio dónde estaba el viejo apartamento de su ¿amigo? Sabía que no saldrían pronto, probablemente no lo hiciera a no ser que fuera de vida o muerte. Las últimas semanas en verdad parecía que Misha estaba dispuesto a olvidarse de él. Si se comunicaban era para indicar quién se encargaría de algún trabajo.

Jensen había respetado no sin ciertos reparos la decisión del otro, pero jamás se había sentido más solo. Tanta era la soledad que incluso había empezado a ver los trámites para irse a Nueva York lo más pronto posible. Quizás el no tener a Marcus tan cerca y a la vez tan lejos le haría no extrañarle tanto o al menos eso quería creer. Jamás había reparado en lo solitaria que era su vida sin él. No le gustaba descubrirlo ahora que su padre no dejaba de hablar en todo momento de Clarissa. La compañía de su familia jamás fue más tortuosa.

Al percatarse de la hora notó cómo se le hacía tarde para su parcial. Aceleró. Últimamente hacía todo como un autómata: Conducía. Asesinaba. Estudiaba. Comía. Evitaba a la gente.

Cinco horas más tarde fue el primero en salir de su parcial. La mayoría parecía bastante perdida, se percató que muchos parecían no entender siquiera las preguntas, pero no era su caso. Estaba seguro que obtendría un sobresaliente en una materia que pertenecía a una carrera que jamás le interesó, para complacer a su padre quién ya le tenía planeada una vida que jamás quiso.

Caminó por los jardines hasta su Mustang, pero nunca se esperó que Clarissa estuviera sentada en la capota del auto. Apartó la mirada su libro cuando lo sintió acercarse, le sonrió como jamás lo había hecho— Hola, Jensen— Era la primera vez que ambos tenían una conversación a solas desde que se convirtió oficialmente en la novia de Demian. Él no respondió al saludo. La chica le miró algo incómoda—. Yo…—Rebuscó entre sus hojas y le enseñó una papeleta con el examen final con nota perfecta—. La mejor nota entre doscientos estudiantes.

—Felicidades…

La chica le miró suplicante, se notaba que intentaba sostener una conversación y él no le estaba facilitando las cosas— Es gracias a ti. Sin ti no hubiera logrado nada. ¿Has terminado todos tus parciales ya?

—Sí…

La chica asintió dejando todo de lado— Jensen. Yo quería preguntarte algo— Él le indicó que prosiguiera, pero ella no sabía bien cómo abordar el tema, así que fue directo al grano: — ¿Demian está metido en algo indebido?

En esos momentos sabía que lo que debería preocuparle era que ella sospechara algo, pero a lo que realmente le dio importancia era que estaba allí para hablar de su hermano. Una parte de él había creído que su primera conversación sería sobre el porqué terminó enamorada de la persona que más aborrecía en el mundo y no de él.

— ¿Por qué lo preguntas?

La chica se encogió de hombros— Últimamente se va sin decir a dónde. Lo noto tenso. Malhumorado. No sé, me preocupa que esté haciendo algo peligroso. ¿Tú no sabes nada?

— ¿Por qué debería?

—Eres su hermano.

—Hay una gran diferencia entre ser eso y ser su niñero. A  mí me importa poco lo que él haga. Si hay alguien con quién deberías hablar  sobre este tema es con él. Yo no tengo nada que hacer— Abrió la puerta del auto y entró en él. La chica no se movió de la capota hasta que encendió el motor.

Jensen no quería demostrar lo mucho que le afectaba verla allí. Finalmente Clarissa se bajó del auto y él emprendió la marcha a baja velocidad.  Empezó a caer una suave llovizna sobre la ciudad. Detuvo el auto y miró por el retrovisor dónde aún estaba Clarissa bajo la lluvia. Suspiró derrotado y retrocedió  hasta quedar a altura de ella— Vas mi casa ¿verdad? — La chica asintió— Sube— Susurró sin poder evitar molesto consigo mismo, pero no podía dejarla bajo la lluvia.

Subió al asiento del copiloto y se dejó guiar. Lupo puso la radio dejando que “The Smiths” intentaran hacerle olvidar sus problemas y  sobretodo que iba al lado de la chica que quería para llevarla a brazos de su hermano.

— ¿En verdad te gusta esa música?

—Sí— Respondió molesto porque estuviera cuestionando sus gustos musicales. Había aprendido a que ese género le gustara gracias a Misha y por alguna razón sintió como si estuviera ofendiendo a su amigo y no a él directamente.

La siguiente canción fue “Take my breath away” que fue como una pedrada para Jensen iba a cambiarla, pero la mano de Clarissa se lo impidió— Me encanta esa canción— Se excusó algo avergonzada por estar tomando la mano del chico.

Lupo retiró la mano y muy a su pesar su mente empezó a revivir todas las cosas que Marcus  le había dicho y el beso. Ese beso que no rechazó. Sus mejillas se enrojecieron a causa de la vergüenza al recordar la manera que Misha le había besado.

—Nunca te había visto sonrojado…—El comentario fue casual, pero lo suficiente para que el halcón se pusiera nervioso—. ¿Te recuerda a alguien esa canción?

—Sí— Respondió automáticamente. Apretó sus manos con fuerza en el timón—. Digo, no….digo…—Ya no sabía bien qué decía. Para su desgracia el semáforo cambió a rojo y tuvo que detenerse. Miró por el retrovisor aquellos ojos azules que eran capaz de hacerlo sentir más nervioso.

Adoraba ese azul  tan penetrante, pero su mente empezó a divagar hasta que ese color se transformó en un verde intenso. Uno tan intenso que era capaz de dejarle sin aliento cuando se lo proponía. Tembló cuando la imagen de Misha apareció en su mente. Mirándole con reprobación por estar con Clarissa en el auto en lugar de estar con él. Al final no había valido de nada. Había apostado todo y lo había perdido todo.

Aceleró cuando la luz se puso en verde— Lamento haberte presionado con lo de Demian— Comentó luego de unos minutos. Un lapso demasiado largo que Jensen había olvidado por completo que tenía compañía. Jensen no respondió a eso—. Nunca sospeché que ustedes fueran hermanos…

—Nunca sospeché que salieras con él— Soltó sin poder sonar un poco molesto.

La chica no respondió nada. Se dedicó a mirar por la ventana. Jensen aceleró un poco más. Molesto. Frustrado consigo mismo. De a poco el velocímetro iba subiendo cada vez más— ¿Podrías ir un poco más despacio? — Preguntó la chica preocupada. Lupo no respondió. Siempre tenía que arruinar todo. Misha. Misha. ¿Por qué no podía sacárselo de la cabeza? Odiaba a ese maldito. Él estaba feliz de la vida follándose con alguien y él estaba allí con la novia de su hermano. La persona que debería ser su pareja— Jensen, para por favor— La lluvia empezó a caer con más fuerza, pero no reducía la velocidad ni siquiera en las vueltas. Se odiaba por estar pensando en Marcus en lugar de intentar hacer algo para tener a Clarissa a su lado. Demian no se la merecía. Sólo iba a lastimarla— Jensen, déjame bajarme…

El velocímetro siguió subiendo. Los autos se transformaron en simples manchas. Un auto salió de la nada. Escuchó a Clarissa gritar. Él sin inmutarse giró el volante con maestría logrando esquivarlo justo a tiempo. La chica lloró hasta que el auto se detuvo frente a su casa. Lupo bajó del auto sin inmutarse. Sentía la rabia recorrerle por sus venas. Sabía que era un monstro. Lo odiaba, pero no podía evitar serlo. Lastimaba a las personas que le importaban. La puerta se abrió dejando relucir a Demian y su padre.

—Jensen ¿qué…?— Su padre calló al ver a la chica bajarse del Mustang echa un mar de lágrimas—¡¿Qué demonios le has hecho?!

Lupo le miró con frialdad— Simplemente le di un aventón.

Demian le miró furioso— Escúchame imbécil. Sólo porque tu maldito novio no quiere verte ni en pintura no vas a venir a desquitarte con mi novia.

Su padre le lanzó una mirada acusadora— ¿Tu novio?

—Ignóralo, padre. Es un imbécil.

—Más respeto para tu hermano.

Jensen sabía muy bien que su padre reaccionaba así sólo porque Clarissa estaba allí. No entendía porque la necesidad de fingir que eran una familia normal— Yo a ese le perdí el respeto hace mucho— Comentó molesto entrando a la casa. Subió las escaleras, se detuvo al pie de éstas viendo como Demian besaba a Clarissa y la reconfortaba.

Aquella imagen lo hizo sentir más molesto. Fue a encerrarse a su habitación. Terminó quedándose dormido hasta que el ruido del auto de su hermano lo despertó. Miró la hora, pasaban de las dos de la mañana. No había cenado nada y su estómago suplicaba por alimentos así que bajó hasta la cocina con el propósito de prepararse un sándwich.

Al pasar por el estudio de su padre notó como la puerta estaba entreabierta. Varias voces llegaron hasta los oídos de Jensen quien se acercó hasta el despacho. Nunca significaba nada bueno cuando había ese tipo de reuniones a altas horas de la noche— ¿Estás seguro que Mapelli puede encargarse de esa misión?

—Claro que sí. En estos momentos está saliendo con la hija de nuestro principal objetivo. Los Lenz sabrán lo que implica meterse con nosotros. Ellos jamás sospecharán de su propia hija.

—Aún no entiendo porqué no encomendarle esta misión a Lupo. Él asiste a la misma universidad que la chica ¿verdad? ¿No hubiera sido todo más casual?

—Mapelli tiene los instintos necesarios para sacar información de manera más sutil. Lupo jamás podría seducir a una chica— Aquello fue un golpe bajo para el orgullo de Jensen—. Además Mapelli está haciendo un buen trabajo. Sabe que tiene que sacar esa información a la manera que sea. Si la chica no coopera no habrá otra opción que probar con nuevos métodos de persuasión— Pronunció con voz lúgubre.

— ¿No te preocupa que tu hijo termine enamorándose de ella?

—Él no sabe lo que es el amor. Él sabe que es una misión de vida o muerte. Tiene claro que Clarissa Lenz es un instrumento que debe utilizar a su antojo para obtener lo que necesitamos. La chica no sabe con quién se ha metido. Una vez tengamos la información será fácil deshacernos de ella…

Jensen retrocedió con lentitud. Todo era una trampa. Clarissa estaba en peligro…

 

 

***

Un rayo seguido de un trueno despertó a Lyosha. Miró a todos lados. Lamire dormía profundamente. El reloj indicaba que apenas eran las dos de la mañana, pero no podía seguir pretendiendo poder dormir y despertarse a la media hora. Estaba nervioso.

Se levantó por un vaso con agua cuando notó que la habitación de al lado estaba con la luz encendida. Aquello hizo que todos sus sentidos saltaran en alerta. Se acercó con cuidado hasta la puerta que estaba entreabierta, se sorprendió de ver a Morello allí, durmiendo.  Bajó la guardia, pero no le gustó el hecho que estuviera haciéndolo al lado de la “caja de pandora” decenas de fotos y papeles estaban regados por la cama. Se limitó a apagar la luz y a cerrar la puerta, pero aquellas  cosas esparcidas en la habitación sólo le confirmaban que algo malo estaba pasando.

***

El llanto de Chris le despertó. Ariel hundió su rostro bajo la almohada. Al poco tiempo el llanto de su hermana se unió. Eso era de cada noche. Siempre. A veces deseaba ganar un poco más para hacer que la empleada estuviera allí a tiempo completo y no sólo por las mañanas, así sería más fácil dormir un poco más.

Muy a su pesar abandonó la comodidad de su cama. Su madre ya estaba alimentando a su hermano cuando él llegó a la habitación. Tomó a su hermana en brazos quién en poco tiempo se había tranquilizado. A Ariel en momentos así le gustaba más Naomi. Deseaba que Chris dejara de ser tan llorón o al menos que le fuera más fácil comprender qué demonios quería porque a veces creía que su hermano sólo quería fastidiarlo. A los pocos segundos dejó el pecho de su madre y empezó a llorar de nuevo.

— ¿Qué demonios le pasa? — Dijo exasperado.

—No lo sé— Comentó su madre algo preocupada—. El pañal está limpio. Creí que sería hambre— Su madre empezó a pasearlo por la habitación mientras entonaba una canción de cuna que parecía tener más efecto en Ariel que en su hermano.

—Christopher duérmete de una vez, por amor a Dios…

—No entiendo porqué está sudando tanto, principalmente con este frío— Comentó con un matiz de preocupación—, pero no tiene fiebre ni nada. Chris, mi bebito ¿qué tienes?

El pequeño estaba bastante irritable, pero luego de diez minutos finalmente terminó dormido en brazos de su madre. Emily cargó a Naomi quién seguía despierta— Gracias, Ariel, yo me encargo de esta pequeñuela.

— ¿Estás segura?

—Por supuesto. Ve y descansa.

Ariel asintió bajando agotado las escaleras a su improvisada habitación. Se dejó caer en la cama sintiéndose cada vez más agotado. Intentó no pensar que en unas horas tendría que volver a despertarse para ir a la escuela. Quería que el año se acabara de una buena vez para al menos tener unas horas de sueño antes de ir a trabajar.

***

Alessandro reprimió un gemido de dolor al sentir la mano de Misha aferrarse con fuerza a su brazo— ¡¿Quién era él?!

— ¡Ya te dije, maldita sea! ¡Era un compañero nada más! — Exclamó furioso intentando librarse de él— ¡Suéltame! — Dijo separándose con brusquedad— ¡¿Podrías dejar que tenga una vida normal por cinco segundos?!

Misha volvió a apresarle contra la pared evitando que se escapara— ¿Qué? ¿Quieres que termine muerto por tu culpa?

Éste le miró lleno de odio— No iba a pasar nada. ¡No había ningún peligro! ¿Es que tanto te molesta que vea a otras personas?

Misha le acorraló contra la pared— Escúchame. No me estés probando porque sabes bien que no respondo de mis actos ¿Te quedó claro? — Dijo tomándole con fuerza del rostro.

Alessandro le soltó un puñetazo furioso— Claro, yo tengo que estarte rindiendo cuentas a cada momento. Siempre soy yo quién tiene que tragarse todo. No soy imbécil ¿Sabes? — Marcus le miraba furioso, pero Alessandro estaba en igual condición— ¿Dónde estabas ayer? ¿Por qué me mentiste? No tenías ningún trabajo que hacer.

El pelirrojo aún tenía la mano en su abdomen donde había recibido el golpe— No empieces con tus escenas…

— ¡Hago mis escenas porque tú haces las tuyas! — Gritó furioso— Yo no tengo nada que ocultar ¿Y tú? — Marcus calló haciendo que Alessandro no se sintiera mejor— No puedo seguir un segundo más en este lugar— Dijo pasando a su lado golpeando con fuerza su hombro. Tomó su chaqueta dispuesto a salir, pero Misha ya le bloqueaba la puerta—. Quítate. No me hagas moverte a la fuerza.

— ¿A dónde crees que vas?

—A ti que te importa, es mi vida. Puedo hacer lo que quiera con ella, así como tú haces lo que quieres con la tuya.

Marcus se apoyó contra la puerta— No irás a ningún lado, Alessandro— Dijo con una calma inusitada cruzándose de brazos— Supongamos que te dejo salir ¿A dónde irás? ¿Por cuánto tiempo crees que estarías con alguien sin sentirte fuera de lugar? — No recibió ninguna respuesta. La sola mirada de odio era su única contestación— ¿Crees que podrías estar con alguien que no fuera yo y te acepte tal como eres, con tu pasado?

—Basta. No empieces eso de nuevo…

— ¿Crees que alguien normal se quedaría tan campante con todo lo que has hecho? —Silencio— ¡Responde!

Alessandro le miró profundamente dolido y muy a su pesar respondió: —No…

Misha al verlo en ese estado intentó acercarse, pero Alessandro rehuyó a su contacto y fue a encerrarse a la habitación que compartían.

Alessandro sentía la cólera bullirle por todo el cuerpo. Odiaba cuando lo hacía. Cuando le recordaba que no habría nadie en la tierra que aceptara todas las abominaciones que cometió. Aborrecía que hiciera eso, principalmente porque le dolía el hecho que Misha creyera que tenía que chantajearlo para que permaneciera a su lado. Él aún con todo lo negativo de su relación lo amaba y jamás se atrevería a dejarlo verdaderamente.

Se acostó en la cama mirando hacia la pared. Luego de una hora sintió la puerta abrirse cuando estaba quedándose dormido. La mano en su cintura afianzándose posesivamente hizo que se sintiera un poco mejor, pero al mismo tiempo se odió por ser tan débil con él. El beso en su cuello se llevó los últimos vestigios de su dignidad— Alessandro— Susurró Misha con voz arrepentida—. Perdóname, mi niño, por todo…

Alessandro se giró y quedó mirando hacia el techo— No vuelvas a hacerlo…

—Te lo prometo…

Ladeó el rostro y se encontró con el rostro de Misha quién le besó en los labios haciendo que esa promesa le supiera aún más a mentira. Ambos lo sabían: Él no cumpliría su promesa y él volvería a perdonarle una y otra vez. Simplemente porque a veces no puedes renunciar a las cosas que te lastiman.

El sonido de la alarma le despertó. Alessandro abrió los ojos con cierto pesar. El notar las fotos en la cama sólo le hizo sentir que la soledad aumentaba. Cuando tomó su celular para apagar el despertador y vio la foto de Ariel sintió que se ahogaba en la soledad. Apagó la alarma y encendió la luz de la habitación. Volvió a la cama y se sentó en el borde de ésta.

Con una mano masajeó sus sienes. No podía volver con ese tipo de sueños. No ahora. No comprendía porque siempre sus sueños eran cosas del pasado. Nunca podía ser cualquier tontería como que volaba o que respiraba bajo el agua. Jamás podía tener un sueño que no le recordara algo de su pasado. Su mano se fue hasta la cadena que tenía el anillo. Suspiró. Desde que lo había recuperado seguía soñando y recordando más cosas de su pasado. Era como si el volver a tenerlo le hacía recordar todo lo que creyó haber olvidado. Seguía sin tener clara muchas cosas.

Miró la hora: Tres de la mañana. Tenía que ponerse en marcha. Guardó todo en la caja sin poder evitar mirar con más detenimiento y con cierta tristeza una foto en particular. Todo en esa foto parecía ser tan irreal. La felicidad que había sentido en esos momentos parecía ser más una ilusión y no una realidad que él había tenido la fortuna de haber vivido. Volvió a guardarla para evitar de seguirse haciendo daño con recuerdos que había dejado atrás, pero no sabía bien si el haber intentado traer de vuelta el recuerdo de Misha para olvidar a Ariel lo lastimaba más o simplemente ya había tocado fondo y no había manera de detener esa soledad que le comía de a poco.

***

Lyosha estaba en la sala cuando vio a Morello salir de la habitación. Claramente éste no se esperaba que estuviera despierto— Hola…

—Creí que dormías.

El español se frotó las manos para disipar el frío que sentía— No puedo dormir. Estoy nervioso— Confesó—. Esto es peor que cuando hacemos una de las misiones de Mapelli.

Alessandro lo comprendía. Estaba vez estaban yendo en contra del propio Mapelli— Todo saldrá bien— Pronunció más seguro de lo que en realidad estaba, pero el que Lyosha se mostrara más tranquilo al escucharle decir eso le hizo sentir un poco mejor, pero mucho más comprometido a que todo saliera bien—. Volveré en una hora. Estén listos.

—Morello…—Éste se giró en el umbral de la puerta— ¿Iba enserio? — Preguntó sin poder evitar sonar anhelante— El que en verdad me quede con Lamire en España.

Éste asintió— ¿Cuándo he bromeado contigo sobre asuntos serios? — Sin decir más salió de la habitación.

Todavía estaba cayendo una suave llovizna cuando subió a la Chopper. Suspiró antes de mirar a aún lado donde aún estaba su Ducati a medio reparar. No quería morir ese día, pensó irremediablemente. No con un clima como ese. Odiaba la lluvia, si moría quería hacerlo cuando el sol brillara en lo alto o por lo menos que el día estuviera nublado. No lluvioso. Hoy era mal día para morir. Tenía que recordarlo en todo momento para no cometer una estupidez.

Se colocó sus lentes para la noche.  Buscó entre los bolsillos de la chaqueta y sonrió con cierta tristeza cuando vio los guantes que Ariel le había regalado para su cumpleaños. Se los colocó para sentir que de alguna forma él seguía estando a su lado. Arrancó. A los pocos minutos corría en carretera abierta directo a San Peter. Aceleró un poco más sintiendo la llovizna mojarle de a poco el rostro. A esa hora, en su mayoría, circulaban camiones de cargas. Alessandro adoraba andar en moto, parecía que sus problemas quedaban muy atrás conforme aceleraba un poco más.

Iba a ciento ochenta cuando entró a San Peter. Cruzó la ciudad que parecía nunca descansar. No sin cierta ansiedad cruzó las calles, no sabía dónde estaría Mapelli ese día y no tenía muchos deseos de encontrárselo en esos momentos.

Entró al parqueo subterráneo del hotel de Dante. Se estacionó al lado del Bentley. Miró la hora. Todo iba acorde al plan. Cuando subió por el ascensor se sorprendió de ver a Dante esperándole en el vestíbulo. Parecía que no había pegado un ojo en toda la noche, incluso seguía con la ropa del día anterior— Creía que tendría que subir por ti a la habitación

El rubio negó y le indicó que lo siguiera nuevamente hasta el ascensor. Una vez dentro presionó el botón que los llevaría hasta la terraza. Dante miró de reojo a Alessandro antes de quitarse su bufanda y ponérsela en el cuello. Éste le miró sin inmutarse— Vas a resfriarte.

Alessandro no dijo nada, pero se dejó la bufanda puesta. Dante aún tenía en sus manos los extremos de ésta— ¿Cómo lo soportas? — Susurró luego de unos segundos. Vio aquellos ojos verdes que parecían impasibles. Siempre le era difícil leer a Alessandro y en especial cuando parecía aislarse en sí mismo.

El halcón no dijo nada. Miraba a Dante quién lucía destrozado. Anoche sabía que debió haberse quedado a su lado. Debió haberlo apoyado así como él siempre lo hacía, pero si no lo hizo era porque una parte de él temía que volvieran a caer en esos viejos hábitos. No quería seguir lastimando a Dante aunque éste se lo permitiera. No quería volver a repetir los errores del pasado.

Desordenó los cabellos de su amigo e intentó mostrarse sereno— Todo estará bien…

Dante le miró provocando cierta incomodidad a Alessandro— Promételo. Alessandro, no hagas una locura. Tengo miedo que esté ayudándote a cavar tu propia tumba.

— ¿Crees que atentaría contra mi vida y  la de los demás?

Dante soltó la bufanda y retrocedió unos pasos— De lo único que estoy seguro es que no sé de lo que eres capaz de hacer con tal de destruirte a ti mismo. Ambos sabemos que no tienes límites.

Las puertas del ascensor se abrieron y Alessandro salió de éste sin mirar a su amigo. El helicóptero estaba ya esperando por él. Lupo debería estar llegando a la cabaña a esta hora según sus cálculos.

Dante le miraba preocupado, pero no se atrevía a decir nada. Durante años no le había servido de nada y no esperaba que eso cambiase justo en esos momentos. Cuando Alessandro volteó no espero que lo hiciera para caminar hacia él y abrazarlo— Tranquilo, pequeño idiota. No haré nada estúpido— Buscó su mirada para saber si iba enserio. Se sorprendió que en verdad fuera así—. He pasado por demasiado. Esto es parte de la vida. Además aún hay muchas cosas que debo de hacer.

Dante sonrió un poco —Sí. Aún debes ser feliz…

—Ya lo he sido. Muchas veces. La felicidad no es una constante, es una variable de la vida. Volveré. No te preocupes. Sé que tu madre me matará si sabe que robé su jet privado.

—Alessandro…

—No, Dante. No te dejaré acompañarnos, es demasiado peligroso— Sabía que sólo quería asegurarse que estuviera bien, pero no podía exponer a Dante aún más. Ya se estaba arriesgando demasiado con ser su cómplice.

—Vuelve. Confío en ti.

Alessandro subió al helicóptero y con un gesto se despidió de él. Claro que confiaba. Lo sabía. Y no quería defraudarle. No esta vez. Una vez se aseguró que todo estuviera bien, tomó los controles de helicóptero y empezó a ascender con lentitud. Las cosas tenían que salir bien de alguna manera.

***

Lupo entró a la habitación dónde Lyosha terminaba de abrigar bien a Lamire— Sus papeles— comentó intentando ignorar el hecho que la mirada de ambos lo ponía algo nervioso—. Tu maleta está en el vestíbulo, Lamire.

— ¿Tuviste problemas para encontrar todo lo que te pedí?

—No. Lo demás ya nos encargaremos de ver qué hacemos.

Lyosha miró la hora algo nervioso— ¿Crees que nos dejarán despegar con este clima? — La lluvia por momentos caía con fuerza y en otros se tranquilizaba.

—Si no nos dejan, estoy seguro que Morello lo hará de todas maneras— Respondió con cierta ansiedad. La verdad él también tenía sus dudas sobre el clima. No era el mejor para sacar a Lamire de allí, pero el plazo de Mapelli casi expiraba y no había manera de prolongarlo un poco más. Aún con la lluvia a lo lejos se escuchó el sonido de un helicóptero— Está aquí.

Lupo fue el primero en salir de la habitación. Lyosha miró a Lamire quién estaba envuelto en varias capas de ropa— Todo saldrá bien, bonito— le aseguró—. Te voy a proteger en todo momento.

—Y yo a ti.

Ambos se besaron para descargar un poco los nervios. Lyosha cargó a Lamire en su espalda aún contra su voluntad. Era la manera más fácil de hacer las cosas. Ambos salieron a la entrada de la cabaña dónde Alessandro se bajaba del helicóptero y ayudaba a Lupo a cargar con las cosas de los demás. Una vez todos acomodados en el helicóptero volvió a ascender. Temía que la lluvia les diera problemas. Pilotear el helicóptero con ese clima era un poco más problemático de lo que había creído.

Vio la cabaña hacerse más y más pequeña conforme ascendían. Lupo estaba a su lado quién parecía saber lo que estaba pensando. Alessandro volteó para ver a Lyosha sonriéndole a Lamire para darle confianza.

Su mano se fue hasta su chaqueta en la cual guardaba sus dos armas. El peligro comenzaría cuando estuvieran en el aeropuerto. Lupo con discreción le mostró su arma también. Al menos ellos dos estaban conscientes dónde podrían tener problemas. Si lograban despegar en el Jet privado estarían a salvo.

***

Dante estaba mirando por el balcón de su suite el amanecer. No había podido dormir ni un solo segundo. Ethan seguía en su mente. Las imágenes de éste con Ariel. Siempre con Ariel. No importando del lugar. Siempre había sabido que llevaba las de perder en ese juego, pero aún así no pudo evitar enamorarse de Ethan. Quizás era un experto de fascinarse por las causas perdidas. El amor era una causa perdida para él.

Su móvil empezó a sonar. Tuvo un pequeño ataque de pánico al ver que era su madre, podría llegar a tener unos cuarenta años, pero su progenitora siempre le pondría nervioso. ¿Y si se daba cuenta que había tomado el helicóptero y el jet?

Contestó— Hola, mamá. ¿Qué tal Francia?

— ¿Estás despierto? Creía que tendría que llamarte al menos veinte veces antes  de conseguir que contestaras.

Dante sonrió a su pesar— Estoy revisando unas cuentas. Nada grave— Mintió— ¿Pasó algo? — El silencio de su madre le hizo ponerse nervioso— ¿Mamá?

—Está muerta. Elena está muerta…

La voz de su madre se quebró y la escuchó llorar del otro lado del teléfono. Dante no supo que decir— No lo entiendo. Ella estaba bien…

—Se suicidó— Dijo con dificultad—. No soportó haber perdido a su hijo…

— ¿Lo sabe el señor Shiheflit? ¿Cómo pasó? ¿Cuándo?

—Esta madrugada. Van a velarla en Silver Beach desde la tarde. Mañana es el entierro. Samuel ya lo sabe. Nos avisó su hermano. No quieren hacer mucho alboroto. Quiere que todo sea muy discreto. Dios sabe que el pobre Samuel no puede con más desgracias. Primero su hijo, ahora Elena. Dante, ¿podrías ir a acompañarle? Aún tenemos que quedarnos una semana como mínimo para solucionar las cosas aquí.

—No te preocupes. Yo iré. Me encargaré de acompañarle.

—Gracias, hijo. Estoy seguro que tu compañía y la de Ethan le sentará bien. Él los aprecia a ambos.

Dante no vio razones para decirle a su madre lo de Ethan en estos momentos. No quería preocuparla aún más. Así que se comprometió ir a la vela. Se quedó mirando su móvil aún perplejo por la noticia. Elena Shiheflit estaba muerta. Una parte de él quería ahorrarle el dolor a Ethan de saber esa noticia, pero la otra sabía que jamás le perdonaría el que hubiera callado algo tan importante y no haber estado allí para Samuel.

Miró la hora. Pasaban de las cinco. A esa hora generalmente en días de escuela Ethan ya estaba despierto. Probó llamarle varias veces pero no atendió su llamada. Suspiró algo decepcionado. Una parte de él le decía que era normal que no  respondiera. Se dirigió a la ducha. Si no le contestaba no habría más remedio que irlo a buscar.

***

El helicóptero aterrizó al lado del jet de los Di Ferrer. La lluvia había aminorado para ese momento y el sol se alzaba en el horizonte. Alessandro les indicó a todos que aguardaran allí. Al salir no habría chequeo debido a que era avión privado. Éste se efectuaría en España.

Apenas puso sus pies en la pista del aeropuerto sus sentidos se dispararon. Miraba a todos lados buscando algo que no estuviera bien. Se fijó en todos los puntos dónde podrían ser vulnerables, pero nada denotó mayor peligro. Subió hasta el Jet para comunicarse con la torre de control.

Tenían permiso para despegar. Alessandro dirigió su mirada a los alrededores antes de salir una vez más hasta el helicóptero. Le indicó a Lupo que saliera primero luego Lyosha cargando a Lamire. Morello fue detrás de ellos— Dense prisa— Susurró. Alessandro miraba a todas las ventanas que daban hacia la pista donde se encontraba, pero no había nada. ¿Sería posible que no se les presentara ninguna traba en el camino?

Lograron llegar hasta el avión. Todos se miraban sorprendidos. Parecía que nadie creyera lo fácil que fuera. Alessandro fue hasta la cabina del jet y se aseguró una vez más que todo pareciera en orden con el avión. La torre de control volvió a reiterar el permiso de despegue. Encendió los motores.

Lupo llegó hasta su lado y  tomó asiento a su lado— Sientes algo no está bien ¿verdad?

—Todo luce demasiado sencillo…

—Descubrimos que Claudio era el soplón. Es normal que las cosas surjan bien ahora. No hay manera en que Mapelli supiera lo que planeábamos. Vámonos.

Alessandro aún dudando que las cosas fueran tan fáciles, tomó asiento y les indicó a los demás que ajustaran sus cinturones de seguridad. La pista estaba frente a sus ojos, pero aún así seguía dudando. Empezó a sudar frío, pero Lupo le indicaba que todo estaba bien. Luego de vacilar dirigió el avión hasta la pista de despeje. Sus ojos no dejaban de chequear a cada segundo que todo estuviera bien. Su corazón palpitaba con violencia. La adrenalina bullía con fuerza por sus venas y el no tener un medio donde verterla lo hacía sentirse más ansioso.

Detuvo el avión esperando la confirmación de la torre de control. Cuando finalmente llegó se limitó a acelerar y a elevar el avión con precisión. Lupo observaba sus movimientos de cerca, pero no dudó ni un segundo. Cuando dejaron de tocar suelo creyó que en cualquier momento explotarían, pero nada pasó. Todo estaba en orden. No hubo ni una sola anomalía.

Bajó la mirada y notó cómo dejaban atrás la ciudad. Alessandro no pudo evitar sonreír. Aliviado. Finalmente las cosas iban bien para ellos. Lupo sonrió también a su manera, claro está— ¿Estarás bien si te dejo sólo un rato?

—Por supuesto. Ve y descansa. Esta cosa tiene de todo para tener un viaje placentero.

Apenas Alessandro se quedó sólo sonrió más abiertamente. Todo iba a estar bien. Soltó una pequeña risa mitad llena de incredulidad, mitad felicidad. Recordó cuando aprendió a pilotear. Estaba con Dante. Había sido un regalo para su cumpleaños. ¿Quién da esa clase de regalos? El pensar que aquello era una simple práctica de sus lecciones hizo que se sintiera mucho mejor. Si el clima estaba de su parte estarían en España aproximadamente dentro de ocho a diez horas.

***

Ariel caminaba distraído por las calles.  No había dormido bien y temía que terminara durmiéndose en clases, pero lo que más temía era ver a Ethan después de lo de ayer. Una vez hubo hablado con Alessandro no se atrevió a regresar.

Alzó la mirada confundido cuando vio el Bentley frente a la escuela. Dante estaba apoyado en él, parecía tener ratos de estar en ese lugar, pero más importante jamás lo vio con ese semblante triste y desmejorado.

Sus miradas se encontraron y este se incorporó un poco. Ariel llegó hasta él— Voy a renunciar— Le soltó sin dejar a que su jefe hablara—. No necesitas despedirme…

Dante le miró confundido— Ariel, no es bueno que mezcles asuntos personales con los laborales— Le recordó intentando sonar lo más cortés posible.

— ¿Vas a decirme que no me odias por lo que pasó ayer?

Dante lució cansado— No estoy aquí para hablar de eso. Como me sienta respecto a ti no va influir nuestra relación laboral.

Ariel negó— No es lo correcto. Prefiero ahorrarnos momentos incómodos a ambos. Voy a renunciar, lo he pensado toda la noche y creo que es lo mejor que podría hacer— En especial porque no sabía cómo se pondrían las cosas a partir de ahora.

—Supongo que no puedo hacer nada para hacerte cambiar de opinión.

—No…

Suspiró— De acuerdo— Sacó su billetera y empezó a contar el dinero— Ariel nunca comprendía por qué Dante cargaba tanto dinero consigo y no tenía miedo que lo asaltaran a plena luz del día—. Aquí está tu paga.

Ariel la tomó no sintiéndose cómodo con ella. Prácticamente había mandado al carajo la relación que Ethan tenía con Dante y todavía tenía que recibir dinero de parte de él. Lo contó y le miró extrañado— Eso es más de lo que me corresponde. Dante, no puedo aceptarlo.

—Por Dios, Ariel— suspiró cansado—. No hagas las cosas más difíciles. Te doy lo que considero que es conveniente. Aún no hemos terminado nuestro contrato.  Soy tu jefe te guste o no y tengo el derecho de pagarte lo que considere conveniente. Además no sólo pienses en ti. Ten cuenta a tu familia. Eso será suficiente para mantenerlos mientras consigues otro trabajo.

Ariel vaciló, pero tenía que tragarse su orgullo. Dante tenía razón. No estaba pensando a largo plazo— Gracias— susurró aún avergonzado por lo sucedido—. Yo…— Calló porque notó que ya no le prestaba atención.  Dante miraba a Ethan quién estaba parado a sólo metros de distancia.

Dante caminó hasta el menor quien no se atrevió a mover ni un solo músculo. El rubio sonrió con cierta tristeza— No has contestado ni una de mis llamadas.

Ethan le miró incómodo— No lo consideré apropiado.

—Me lo imaginé— Dijo con tristeza—. No estoy aquí para hablar de nosotros— Era normal que Ethan se mostrase sorprendido. Una parte de él quería hablar de lo que había pasado, pero no era el momento apropiado—. La esposa de Samuel falleció esta madrugada— No quería darle mayores detalles porque eso lo haría sentir peor—. Van a velarla en Silver Beach esta tarde y el entierro será mañana. Se supone que será algo muy privado y están llevando todo con la mayor discreción posible. Samuel ha pasado por mucho y no quieren alterarlo más, pero pensé que quizás querrías saberlo y llamarlo para darle el pésame y…

— ¿Llamarlo? — Preguntó incrédulo Ethan—. No puedo sólo llamarlo. Tengo que ir a verlo.

Dante sonrió un poco— Me imaginé que dirías eso. No esperaba otra cosa de ti. Sólo quería que lo supieras— Ethan tenía una mezcla de emociones al estar frente a Dante, quería decir algo, pero cuando se animó a hacerlo éste se le adelantó y le tendió una nota con una dirección—. La vela es allí. También está dónde será el entierro por si no puedes asistir a ambos.

Ethan  tomó el papel y recordó que ya no podían ir juntos hasta Silver Beach. No sería apropiado. Dante se lo dejó saber de la manera más diplomática posible. Algo muy propio de él— Lamento que hayas venido hasta aquí. Yo…

—No importa. De verdad— Le dijo lo más tranquilo posible—. Bueno, supongo que tal vez te vea allá.

Se le hizo un nudo en su garganta. Quería disculparse, pero sabía que eso no solucionaría nada. No tenía idea cómo manejar una situación tan incómoda como esa. Él se había buscado eso, pero ahora no tenía idea cómo afrontarla sin seguir lastimando a Dante— Nos veremos…— No era una promesa, era una expresión que dejaba a entrever que si las circunstancias se daban al menos no saldría huyendo.

—Dante…—Le llamó Ariel ansioso—Yo... —Sabía que no tenía derecho a preguntarle nada, pero necesitaba saberlo— ¿Alessandro logró solucionar lo de Lamire? — No había olvidado que el plazo casi expiraba.

El rubio asintió— No estará en los próximos días en la ciudad, pero todo está bien.

Aquello dejó más tranquilo a Ariel. Cuando el Bentley se perdió en la esquina Ethan miró a Ariel quién había escuchado todo. El azabache se acercó a él y le sonrió un poco. Ambos claramente incómodos, pero aún si saben si era porque habían visto a Dante o  porque no habían hablado como debían.

—Supongo que irás ya a Silver Beach.

Ethan asintió— Luego veré que excusa pongo. ¿Me pasas las clases luego?

—Por supuesto. Ten cuidado por favor. Te acompañaría, pero tengo ensayo esta tarde.

Ethan le robó un beso a Ariel y le sonrió con tranquilidad— No te preocupes. Ten mucho cuidado ¿sí? — El pelirrojo estaba completamente sonrojado. No esperaba que le besara justo allí dónde sabía que más de alguno lo había visto. ¡Era la entrada de la escuela! Estaba seguro que antes que llegara al salón, todos sabrían que Ethan le había besado.

—Te llamo cuando llegue a Silver Beach. ¿Vale? — Ariel asintió aún confundido— Te quiero, Ari— susurró con una pequeña sonrisa acariciando su mejilla.

—Yo también te quiero, Ethan— Sin embargo se sintió un poco culpable porque el tono de Ethan le hizo pensar que él lo quería de otra manera. Se sonrojó aún más cuando besó su frente y luego echó a correr así sin más. Cuando se giró dispuesto a entrar a la escuela todos lo miraban. Suspiró. Al parecer sería un día muy largo.

***

Ethan entró a su apartamento aún impactado con la noticia. Elena estaba muerta. No podía dejar de pensar en ellos. ¿Y si había sido su culpa? Pensó irremediablemente. Intentó apartar esas ideas lo más pronto posible de su mente. Ni siquiera sabía cómo había sido el percance. Armó una maleta con todo lo que tenía a la mano.

Buscó en su billetera y notó que con suerte tendría para ir y quedarse en algún lugar más o menos decente. Después se las ingeniaría para volver. Le invadió un acceso de culpa al notar como se había acostumbrado a depender en muchas cosas de Dante en tan poco tiempo. Tendría que volver a encontrar un empleo si quería seguir viviendo en ese lugar.

Su vida estaba cambiando de nuevo y esperaba que esta vez hubiera un período de estabilidad un poco más largo porque si no se volvería loco con tantos cambios.

***

Ariel casi se baja en la estación equivocada. Había terminado dormido en el metro después de clases. Se suponía que almorzaría allí, pero el sueño lo terminó venciendo. Se sentía en extremo agotado, pero la fiesta estaba cada vez más cerca y aún tenía muchos reparos con unas partes de la coreografía y la música.

Se había pasado las últimas dos noches viendo videos de baile en youtube intentando encontrar algo más para hacer. Ya casi se le agotaban las ideas y no era bueno que eso pasara justo cuando Mapelli pedía algo exageradamente bueno.

Salió de la estación intentando buscar su almuerzo, el cual terminó derramado en el fondo de su mochila. Ariel gritó exasperado. Se puso de cuclillas y empezó a sacar los cuadernos, los cuales ahora olían a espagueti. Botó el contenido en el basurero más cercano y tomó todos sus cuadernos en sus manos. No podía ponerlos allí de nuevo. Bastante frustrado empezó a caminar por las calles de San Peter. Tenía dinero para comprar un nuevo almuerzo, pero no quería gastarlo a no ser que fuera absolutamente necesario.

El tener dos hermanos se llevaba todo su salario. Una parte de él empezaba a arrepentirse por haber renunciado. Sabía que difícilmente encontraría una paga tan buena en otro lugar. Se detuvo a esperar el autobús que lo llevaría hasta Tabú cuando escuchó la bocina de un auto sonar con insistencia. Ariel miró a todos lados cuando notó a Will del otro lado de la calle. El pelirrojo sonrió aliviado por ver una cara amigable al fin.

Cruzó la calle y subió en el destartalado Toyota— ¡Hola! — Exclamó el chico con una sonrisa—. ¿Qué demonios le pasó a tus cuadernos?

—Larga historia— Dijo frustrado el pelirrojo poniéndolos en la parte de atrás del auto. Total éste estaba bastante sucio y un poco más de mugre y mal olor no haría mucha diferencia.

—Luces terrible— Exclamó Will mientras aceleraba y el escape hacía un horroroso sonido—. ¿Has comido algo?

—Mi almuerzo terminó en un bote de basura…

El chico le miró con empatía— Vamos, cambia esa cara. Te invito a almorzar.

—No, no te preocupes…

—Voy a invitarte, además quería a alguien con quién celebrar y Hayley anda en sus días últimamente así que mejor ni me acerco a ella.

—Oh…

—Sí. Una mierda. No sé como las mujeres pueden soportarlo y además ¡No hay sexo! No sé cómo pueden vivir así. Debí hacer algo bien en mi vida pasada para no ser mujer ahora.

Ariel sonrió un poco más relajado. Se dejó hundir en el asiento dejándose embriagar por la música que sonaba alto. Al poco tiempo ambos estaban cantando mientras se dirigían a algún lugar de la ciudad.

Se detuvieron en un local bastante pintoresco— ¿La casa del cerdo? — Preguntó confundido al ver el enorme letrero.

—Las mejores costillas del universo— Anunció Will mientras le indicaba que entraran. Terminaron en una cómoda butaca. Antes que Ariel echara un vistazo al menú y los precios Will ya se le había adelantado con la orden. El pelirrojo tomó el menú y miró algo preocupado los precios—. Cambia esa cara. Dije que iba a invitarte. Estamos celebrando.

— ¿El qué celebramos?

Jamás había visto a Will sonreír de esa manera. Era casi ofensiva la felicidad que irradiaba en esos momentos— Presenté un proyecto a un catedrático, el más exigente de toda mi facultad, dijo que había sido el mejor que ha visto en toda su vida. ¡¿Puedes creerlo?!

Ariel no pudo evitar contagiarse de esa alegría— Eso es increíble.

Will parecía que explotaba de emoción— ¡Eso no es nada! ¡Me ha ofrecido una beca para ir a estudiar a Italia! Dice que mi talento no puede desperdiciarse aquí. ¡Quiere que vaya a Italia!

Ariel le miró anonadado— ¿Hasta Italia?

— ¡Sí! Me llamó ahora a su oficina y me explicó todo. Me dio los folletos y unas indicaciones yo aún no puedo creerlo— Hablaba rápido, nervioso, feliz. Tan feliz como Ariel jamás lo había visto— Dijo que tenía muchísimo potencial que llegaría muy lejos me comparó con los mejores no sé, no sé ya ni qué más me dijo. ¡¿Te imaginas yo en Italia?!

— ¡Claro que sí!

— ¡Pues yo no! ¡Joder, espera a que se lo diga a mis padres! — Decía emocionado— Finalmente podré decirle algo de lo que estén orgullosos. ¡Estoy tan emocionado! Tengo que ver todo, pero con suerte en unos meses estaré en Italia. ¡En Italia! — Ariel sonrió feliz por su amigo, pero una parte de él se sintió triste. Will se iría. Se iría lejos y Tabú no sería lo mismo sin él. Gracias a su nuevo amigo todo había sido más ameno. Él sólo con Mapelli haría todo peor— ¿Eh? ¿Qué pasa?

Ariel se sobresaltó— No, nada— Mintió pésimamente. A veces se preguntaba porque gastaba energía intentando pretender que estaba bien cuando era claro que no lo estaba—. Pensaba en lo mucho que te voy a extrañar…

El semblante de Will cambió— Yo también te voy a extrañar— Comentó con cierta tristeza—, pero aún falta mucho para eso. Además siempre puedes irme a visitar. ¡Te llevaré a antros de perdición para que te montes orgías con italianos sensuales! —Ariel sonrió un poco. Intentando animarse. Will dejó de sonreír al notar como su amigo no parecía estar de ánimo para bromas— ¿Pasó algo? Luces triste.

Ariel no pudo evitar desahogarse con Will. Terminó contándole todo lo que le había pasado. El cómo Ethan había terminado con Dante, cómo ellos dos habían terminando haciendo el amor y luego había aparecido Alessandro sólo para que  cayera en cuenta que en verdad a quién amaba era a él y no a su amigo, del cómo temía que Ethan si sintiera algo más por él.

Para cuando terminó de contarle todo los platos de costillas estaban fríos y Will estaba a su lado dándole palmaditas en la espalda para reconfortarlo— Creo que no ayudará en nada un “Te dije que te tomaras las cosas con calma” — Dijo algo frustrado por no poder ayudarle—. Mira, no hay mucho que puedas hacer si ya decidiste que quieres a Alessandro; tampoco puedes hacer nada si Ethan está enamorado de ti. Esas cosas no las puedes parar y lo sabes.

—Nunca quise que las cosas se complicaran tanto. Me crees ¿verdad?

Will revolvió los cabellos del pelirrojo— Claro que te creo. Tú eres bueno por naturaleza. No te preocupes, firedoll Ariel. Encontrarás la manera de arreglar las cosas. Por ahora no te atormentes tanto. No solucionarás nada.

—No sé qué hacer…

—Mira, si yo fuera tú hablaría con Ethan si veo que va enserio conmigo. En cuanto a lo de Alessandro lo único que veo lógico en estos momentos es dejarlo en paz— Odiaba ver la cara de tristeza y sufrimiento del pelirrojo—. Sé que no es lo que quieres escuchar, pero cómo están las cosas, ambos se han lastimado mucho. Necesitan tiempo para que esas heridas sanen. No sería bueno que volvieran en estos momentos, sólo se lastimarían aún más.

—Lo extraño. No tienes idea cuanto lo extraño…

Will pasó una mano alrededor de los hombros del pelirrojo y lo abrazó con fuerza— Volverán a estar juntos. Lo sé.

— ¿Cómo lo sabes?

—Alessandro no dejaría escapar a alguien tan sensual como tú. Nadie en su sano juicio te dejaría ir tan fácil.

Ariel sonrió un poco más tranquilo. El hablar con Will lo tranquilizaba— No sé qué haría sin ti, Will. Me hubiera vuelto loco si no hablaba con alguien sobre lo que me pasa.

—Gracias por confiar en mí…

***

Ethan terminó de mandar su mensaje de texto a Ariel cuando bajó en la terminal de buses de Silver Beach. Empezó a caminar por las calles que conocía vagamente gracias a las veces que había estado allí con Dante. La gente le miraba extrañada. Claro, no era normal andar con un traje en un lugar como ése.

Luego de una hora entró al lugar donde era la velación, se había extraviado en el camino y por eso tardó más de la cuenta. Reconoció muchas caras de los trabajadores de las industrias S&S. Nadie parecía sorprendido de verlo allí. Aún con su mochila llena de ropa buscó al señor Shiheflit, pero al único que encontró fue a Dante quién sonrió lo más cordial que podía— Están terminando de poner el cuerpo de Elena en el ataúd. Samuel saldrá pronto— Le explicó. Miró la mochila del otro—. ¿Quieres guardarla en mi auto para que no cargues con ella?

Ethan no muy seguro sobre si era lo apropiado asintió. Dante la tomó y se fue con ella. Era claro que no debía seguirlo. Luego de unos minutos más apareció el señor Shiheflit acompañando el ataúd de su esposa. A Ethan se le hizo un nudo en la garganta al verlo en ese estado. No era justo tanto sufrimiento para un hombre tan bueno.

Muchos se acercaron a darle el pésame. Ethan esperó a que todos los que consideraba más importantes lo hicieran. Cuando finalmente encontró el momento adecuado se acercó con cierta reticencia.

Posó una mano en su hombro, el señor Shiheflit giró con cierta lentitud y se mostró un poco shockeado al ver a Ethan allí, pero luego su semblante cambió a uno más sereno— Lo lamento, Señor Shiheflit— pronunció el azabache antes de abrazarle.

—Ethan. No esperé que vinieras…

—Dante me avisó, espero que no le importe— Dijo separándose de él.

—No. No, en absoluto. Gracias por estar aquí.

—Es lo menos que podría hacer por usted— Miró el ataúd que estaba cerrado. Samuel también lo miró con tristeza.

—No puedo creer que mi Elena se haya suicidado…

Ethan apartó la mirada de dónde yacía el cuerpo de la mujer al escuchar eso— ¿Qué?

—Me llamaron en la madrugada— Dijo Samuel ignorando la pregunta de Ethan—. No soportó haberlo perdido. Debí haberme dado cuenta que no estaba bien.

Ethan no encontró palabras para consolarlo, por fortuna llegaron más personas a darle el pésame a Samuel. Se alejó de allí sintiéndose abrumado. No había sido un accidente. Él había empujado a Elena al suicidio. Si él no hubiera…

Chocó con alguien. Dante— ¿Ethan? — Dijo preocupado

—Se suicidó…— Susurró temblando—. ¿Por qué no me lo dijiste?

—No quería que lo supieras. Nunca pensé que lo sabrías.

Ethan miró entre la multitud a Samuel y se sorprendió que él lo estuviera mirando aún, pero había algo en su mirar que lo perturbó. Éste apartó la mirada antes de descubrir lo que era— Debiste haberme dicho la verdad.

— ¿Para qué? Para que te culparas cómo lo estás haciendo ahora— Le dijo bastante molesto Dante—. Tienes que dejarte de culpar por cosas que no puedes controlar sino nunca podrás ser feliz— No encontró algo con que rebatir su argumento—. No es tu culpa. Entiéndelo. Elena obró por su propia voluntad. No puedes hacer nada excepto apoyar a Samuel.

Ethan asintió intentando no lucir tan impresionado con la noticia del suicidio— Saldré a tomar un poco de aire— Susurró. Salió hasta el jardín lleno de flores blancas. Giró  esperando notar a Dante a su lado, pero estaba solo. Se reprendió a sí mismo. No podía esperar algo de Dante cuando él había pagado tan mal todo el amor que le había otorgado. Extrañaba tanto a su punto de apoyo en estos momentos.

***

El jet tocó con suavidad el suelo. Alessandro aterrizó sin problemas. Todo había salido sin problemas. Aquello era algo que no podía creer. Durante todo el camino se mantuvo tenso creyendo que en cualquier momento algún motor fallaría y tendrían que saltar en paracaídas en medio del atlántico, pero todo había salido perfecto. Aún no podía salir de su asombro.

El camino hasta la salida del aeropuerto fue una sucesión extraña de imágenes. Sentía que él no estaba allí. Su mente aún estaba del otro lado del océano. Era medianoche cuando finalmente salieron del aeropuerto de Barcelona. Lupo parecía agotado. Lamire, para quién habían conseguido una silla de ruedas, parecía incómodo con la idea de no poderse mover como acostumbraba.

Sin embargo quién más le preocupaba era Lyosha. Desde que habían aterrizado no había dicho ni una sola palabra. Miraba todo como si no reconociera todo lo que había dejado años atrás. Muchas cosas debían haber cambiado para esas alturas— Busquemos un hotel para quedarnos— propuso Alessandro—. No son horas apropiadas para tener encuentros familiares.

Tomaron un taxi y dejaron que Lyosha decidiera dónde quedarse. Él era quién conocía mejor ese lugar. Sin embargo el español no habló más que para dar la dirección del hotel. Alessandro a su pesar no pudo evitar mirar con cierta curiosidad las calles de Barcelona, apreciar su vida nocturna. Las cosas habían salido bien y por unos minutos se dio el lujo de pensar que aquello no era un viaje de vida o muerte, quería creer que era un viaje por placer que en cualquier momento iría a reunirse en el famoso acuario de Barcelona con Ariel; o quizás irían a ver un partido de fútbol. Cualquier cosa estaría bien. Su mente empezó a divagar en los miles de lugares que podrían ir, tanto que no notó que habían llegado a su destino hasta que la voz de Lamire lo sacó de sus pensamientos.

Alessandro alzó la vista ante el hotel que Lyosha había elegido. Abrió baúl del taxi y sacó su pequeña maleta y se la echó al hombro. El lugar le pareció apropiado. Terminaron pidiendo dos habitaciones. Él compartiría una doble con Lupo y como era de esperarse Lyosha y Lamire dormirían en otra.

Tomaron las tarjetas de acceso, pero el recepcionista miraba al español de forma bastante insistente— Adiós, Nicolás— pronunció cuando Lyosha se empezó a alejar. El español sólo sonrió un poco algo nervioso y se despidió. Lamire le miró de manera inquisitiva, pero éste la ignoró

Lupo sonrió un poco: — Mala idea de traernos a un lugar dónde te has acostado con medio personal…

El español le lanzó una mirada fulminante— Deberíamos comer antes de ir a dormir— Propuso—. Iré a dejar las maletas a la habitación. Adelántense.

Sin embargo Alessandro tomó las cosas de Lupo y se apresuró a ir con Lyosha. Entró en el ascensor antes que las puertas se cerraran— ¿Sabes? Lupo puede ser un cabrón muchas veces, pero tiene razón en cuanto a que no debiste traernos a un lugar donde alguien puede reconocerte.

Las puertas se abrieron en una de los pisos. Una pareja estaba aguardando por el elevador. La chica entró, pero el hombre miraba directo a Lyosha. Alessandro miró fastidiado la situación— ¿Vas a entrar o no? — El hombre que parecía entrado en sus cincuenta y tantos se ruborizó antes de decidirse a entrar, sin mirar al español. Luego de unos pisos más Alessandro salió con Lyosha del elevador— ¿Enserio? ¿Con ese tipo?

—Fue algo de una noche…

—Para él no pareció ser algo de una noche.

Lyosha le ignoró y entró en la habitación que le correspondía. Luego de unos minutos bajaron hasta el restaurante del hotel. Lamire y Lupo estaban terminando de ordenar— Pedimos para todos, espero que no sea un inconveniente— Anunció Lamire.

—No, no importa.

Lyosha tomó asiento francamente de un mal humor. Cada vez que alguien pasaba cerca de ellos, éste se sobresaltaba temeroso que fuera alguien que conociera. Sirvieron las bebidas y el camarero anunció que su turno finalizaba por ese día, pero otro de sus compañeros se haría cargo de servirles la comida.

—Nos levantaremos temprano— Anunció Alessandro—. No podemos quedarnos más de dos días acá. Mapelli intentará contactarme— Tomó un poco de su vino tinto—. Lyosha, no es que quiera presionarte, pero mañana tienes que hablar con tu padre.

—Lo sé. No pretendía postergarlo— Su voz sonó bastante desanimada—. No te preocupes, iré a hablar con él.

— ¿Nicolás?

Todos voltearon a ver al camarero que llevaba sus platos, pero éste parecía sorprendido de verlo— ¡Ay no! — Exclamó el aludido llevando sus manos a su rostro.

Lamire miró de reojo, francamente molesto, al español antes de volver su atención al vino— Necesitaré algo más fuerte de tomar…

—Creo que todos— Exclamó Morello.

***

La mano de Will recorría sin ningún pudor su cuerpo. La otra mano hizo que le mirara directo a los ojos. Respiraban agitados. Sus cuerpos apenas podían un segundo más. Sus frentes estaban juntas. En un momento las palmas de sus manos se encontraron y sonrieron antes que Will tomara una de sus manos con más fuerza y le diera una vuelta rápida dejándole en medio del escenario.

La música cesó. Un aplauso general recorrió entre los que ensayaban.  Incluso Ariel se sintió más satisfecho. Un poco más tranquilo. Todo había ido sobre ruedas con esa canción. Sólo tenía que afinar unos detalles para la segunda  y todo estaría bien.

Indicó a todos que podían marcharse. Todos se apresuraron a ir por sus cosas antes que cambiara de opinión. Will puso una mano en su hombro— Lo hiciste muy bien— Ariel sonrió satisfecho consigo mismo.

—Gracias. Tú también estuviste increíble.

Ambos sonrieron— ¿Tienes que irte ya? Hay una fiesta buenísima en unas horas. Terminará temprano así que si quieres puedo irte a dejar hasta tu casa. Te vendría bien un respiro.

Ariel vaciló unos segundos— Mejor en otra ocasión. Tengo clases mañana y no me gusta que mi madre se quede sola en la noche.

—Si sigues así vas a terminar autodestruyéndote. Te exiges demasiado.

—Ellos dependen de mí, Will.

Decidió no insistir más sobre el asunto— De acuerdo. Al menos déjame llevarte hasta la estación del metro.

—No es necesario…

—Lo sé, pero me gusta tu compañía. Así que me aprovecho de las situaciones para pasar más tiempo contigo.

Ariel sonrió agradecido— ¿Te importa si me doy una ducha?

—No. No te preocupes. Yo te espero.

Ariel no tardó  demasiado en estar listo. Will estaba en el bar tomando un poco de ron cuando lo vio salir— ¿Listo?

—Andando.

Ambos se pusieron de pie, pero justo cuando iban a salir Mapelli iba entrando en el lugar. Ariel se detuvo con tal brusquedad que Will lo notó— Firedoll— Pronunció Mapelli con tranquilidad—. ¿Has terminado ya el ensayo? — Se limitó a mover la cabeza en afirmación—. Perfecto. Supongo que nos veremos pronto. Cuídate— Ariel le miró confundido. No hubo una mirada lasciva o atemorizante. Nada. Aquello jamás se lo espero.

Se quedó confundido mirando a su jefe desaparecer en el despacho— ¿Estás bien?

—Sí…— Susurró abrumado—. Vámonos.

Ariel entró al Toyota en el momento en que su móvil empezó a sonar. El número era desconocido— ¿Aló?

—A-Ariel…

Su corazón se encogió al escuchar la voz quebrada de su madre del otro lado teléfono— ¿Mamá? — Ella empezó a llorar— ¡¿Mamá que pasa?!

—E-es Chris…

Ariel empezó a temblar— Mamá, mamá ¿Qué pasa? ¿Qué tiene Chris? — La mujer sólo sollozaba al otro lado del teléfono— ¡Mamá! Necesito que te tranquilices. ¿Qué pasa? ¿Dónde estás?

—En urgencias— Lloró—. Aparentemente Chris estaba mal desde hace días. En la tarde empeoró. Empezó a respirar con dificultad lo traje al hospital se lo llevaron de urgencias dijeron que le harían unos estudios— Decía con voz quebrada. Ariel tenía su celular fuertemente apretado contra su oreja para escuchar lo más que podía.

— ¡¿Pero qué tiene?! ¡Mamá! ¡¿Qué le pasa a mi hermano?!  

—No sé, no sé, es algo del corazón…

A Ariel se le vino el mundo abajo— Mamá…Mamá dime que Chris va a estar bien— Suplicó—. Dime que es algo que tiene solución— Su madre no respondió— ¡Mamá! ¡Di algo por todos los cielos!

Escuchó una voz discutir con ella y luego la voz de un hombre tomó el lugar del de su madre— ¿Aló? Habla el doctor Shields.

—Doctor, ¿qué pasa? Mi hermano ¿Qué tiene mi hermano?

— Christopher sufre de un defecto del tabique ventricular o lo que comúnmente se conoce de comunicación interventricular.

—No entiendo nada de lo que me está diciendo— Decía desesperado—. ¿Va estar bien?

—El caso de Chris es poco común. Generalmente este tipo de problemas se soluciona por sí sólo, pero en este caso necesita de una operación…

Ariel empezó llorar —Pero es sólo un bebé. Es un bebé no pueden operarlo— Exclamó abatido. Will le miraba preocupado, pero no se atrevía a decir nada—. Mi hermano no puede estar tan mal para necesitar una operación, él estaba bien…

—Estamos consciente que es una decisión de alto riesgo, pero ya lo discutimos con mis colegas y no hay otra solución. Si no lo operamos la vida de Christopher puede correr peligro.

Ariel no podía dejar de llorar en su asiento— Entiendo…

—Hay otra cosa que necesitaba comentar con usted, señor Miderhive. Tengo entendido que ninguno de sus familiares tiene un seguro de vida y su padre está hospitalizado en este lugar.

—S-sí, pero eso que tiene que ver…

—La operación de Christopher es costosa y al estar retrasado con el pago de los cuidados de su padre no estamos autorizados a operarle no sin un respaldo monetario o un seguro médico.

— ¿Qué? — Susurró tembloroso.

—Son las políticas del hospital…

— ¡¿Sus políticas dejarán que mi hermano muera?! — Gritó al borde del colapso— ¡Pásame a mi madre! — Su corazón latía con fuerza. La voz de su madre no ayudó a tranquilizarlo— Mamá. Mamá escúchame busca al doctor Rosell. Búscalo no importa cuánto tardes y comunícamelo— La comunicación se cortó.

Ariel respiraba agitado, su pecho dolía— Ariel…

—Mi hermano…— Susurró antes de que el nudo en su garganta se hizo insoportable y lloró desesperado. Gritó lleno de impotencia, golpeando con fuerza el tablero del auto—. Chris, Chris…

Will intentó calmarlo. Terminó recibiendo un puñetazo, pero eso no impidió que le abrazara con fuerza. Ariel gritó lleno de dolor sentía que se ahogaba allí mismo a causa del llanto—Se puede morir, se puede morir mi hermanito— Decía con voz quebrada. El móvil volvió a sonar. Tuvo que hacer uso de todas sus fuerzas para tranquilizarse— ¿A-aló?

—Ariel, habla el doctor Rosell.

—Doctor. Necesito su ayuda…

—Tu madre ya me explicó la situación. No hay mucho que pueda hacer, excepto convencerlos que empiecen a operar a Chris, pero al menos tienes que haber cancelado los honorarios por tu padre para cuando la operación termine.

—Por favor, haga que operen a Chris. Conseguiré el dinero. Voy a conseguirlo.

—Tranquilízate, Ariel. Hablaré con ellos. Van a operar a tu hermano. Quizás alguien pueda hacerte un préstamo o algo…

— Lo conseguiré. Lo conseguiré— Aún cuando la comunicación había terminado siguió pronunciando esas palabras. Guardó su móvil sin saber cómo conseguiría tanto dinero. Ethan no podía ayudarle. Alessandro no estaba en la ciudad. Lamire por consiguiente tampoco lo cual implicaba la ausencia de Lyosha. Lupo jamás le ayudaría. Había hablado con el señor Shiheflit por una prórroga, pero ya había abusado de ella, además acababa de perder a su esposa. Dante ya le había ayudado demasiado, pero sólo pudo pensar en él aún a sabiendas que estaba hasta Silver Beach. Marcó el número, pero el móvil lo mandó directo al buzón de voz. Probó con Ethan esperanzado que estuviera con Dante, pero también lo mandó al buzón de voz.

—Ariel…—Miró a Will quién lucía preocupado—. Dime qué hacer para ayudarte.

Ni él mismo sabía cómo podía ayudarle. Bajó del Toyota sintiéndose más perdido que nunca alzó la mirada y entonces notó algo. Tabú. Su cerebro proceso tan rápido la información que la conclusión sólo le hizo llorar más.

Miró a Will— Conseguiré el dinero. Por favor, busca algo que nos lleve al hospital más rápido.

— ¿Qué dices? ¿Dónde conseguirás dinero hasta hora?

—Sólo hazlo, Will…—Suplicó desesperado.

— Vuelvo en quince minutos. Espérame aquí.

—Lo mismo digo—Susurró limpiando sus lágrimas. El Toyota salió colina abajo. Apretó con fuerza sus puños antes de entrar a Tabú una vez más. Sus piernas parecían fallarle conforme entraba al lugar. No podía recurrir a nadie más.

Entró al despacho  sin llamar, todos los hombres reunidos allí se le miraron sorprendidos por su atrevimiento. Sólo Mapelli no mostró ninguna emoción— Podemos hablar— Preguntó Ariel intentando no sonar desesperado—. A solas…

Las personas miraron a Mapelli quién asintió. Todos se pusieron de pie y salieron de allí con excepción de sus guardaespaldas— Déjenme a solas con él— Sus hombres salieron no sin dejarle claro al pelirrojo que estarían afuera de la puerta esperando— ¿Qué puedo hacer por ti mi precioso firedoll?

Aún estaba a tiempo de salir corriendo. Podía irse y salir bien librado en lugar de sentenciar más su estadía allí. Se suponía que estaba allí para pagar una deuda, no para generar una nueva; sin embargo, la imagen de su hermano le hizo quedarse. Chris sólo lo tenía a él. Su vida estaba en tus manos.

Ariel apretó sus manos lleno de impotencia— Necesito dinero lo necesito ya, sino fuera de vida o muerte no estaría frente a ti.

Mapelli sonrió de lado y empezó a ver unos papeles. Ariel no se movió. Ni cuando pasaron cinco minutos. Mapelli volvió a fijar su vista en el pelirrojo que seguía allí inflexible, sacando todo el valor que podía por su hermano.

—Estaba pensando que algo así debió haber sido cuando tu bisabuelo vino pidiéndole dinero al mío. Curioso ¿verdad? Como la historia parece ser un ciclo. Todo vuelve al punto de partida.

Ariel miró el reloj, cada segundo ponía en riesgo la vida de su hermano. Mapelli volvió a ignorarlo— Mi hermano está enfermo en un hospital y nadie quiere atenderlo porque no tengo dinero para pagarlo— Dijo furioso consigo mismo, con su impotencia.

— ¿Y has venido a contarme lo afortunada que es tu vida?

— ¡¿Es que nada te importa?! — Explotó— ¡¿No tienes corazón?!

Mapelli finalmente puso toda su atención en Ariel— Si tengo, pero este sólo sirve para bombear sangre; en cuanto a las cosas que me importan se encuentra el dinero y el poder.

Apretó sus labios con fuerza. Sentía la rabia subirle por la garganta— Eres la persona más despreciable y ruin que he conocido en toda mi vida.

—Lo escucho a diario. No me molesta— Comentó como si fuera un cumplido.

—Basta ¿No ves que mi hermano puede morir?

Mapelli se encogió de hombros mientras encendía un puro— Es un chico inteligente— Pronunció después de dejar escapar el humo—. Sabe los problemas que tendría si tú no pagas la deuda.

—Ayúdame— Susurró derrotado—. Ayúdame a salvarlo. Eres el único a quién puedo recurrir.

 Jamás se sintió tan solo desde que había perdido a su padre. Siempre Alessandro había estado allí para ser su punto de apoyo también Ethan lo había sido en su momento, pero en ese instante comprendió que había situaciones en la vida en las que debía actuar solo. Esa era una de ellas.

Mapelli sonrió de lado mientras daba una profunda calada al puro— ¿Ayudarte? — Pronunció como si fuera un chiste— Me acabas de decir que soy una persona despreciable y ruin. Aún así quieres mi ayuda— Exclamó divertido—. Tus palabras son contradictorias, firedoll. Además yo no ayudo a nadie de gratis.

El rostro de Ariel se oscureció— Lo sé, estoy dispuesto a pagarte lo más pronto posible.

—Lo mismo le dijo tu bisabuelo al mío y henos aquí con una deuda de varias décadas.

—Mapelli…— Susurró desesperado.

—Necesitaré una garantía esta vez…

Ariel se mantuvo firme cuando Mapelli se puso de pie y dejó el puro de lado y caminó hasta quedar frente suyo. El líder de los halcones se regodeó de la escena— ¿Qué clase de garantía?— Preguntó el pelirrojo.

Mapelli le tomó con fuerza de la barbilla haciéndole daño, pero intentó no demostrarlo mucho— ¿Qué te parece si me das un adelanto de ese cuerpo que pronto será mío?

Ariel abrió los ojos llenos de sorpresa, de un manotazo rompió el tacto que Mapelli ejercía en él— Estás loco— Susurró.

— ¿Yo estoy loco? — Preguntó divertido apoyándose contra el escritorio— No mi precioso firedoll, loco estás tú para no aceptar. Tu hermano se está muriendo y tú aún quieres conservar tu orgullo intacto. Creía que los Miderhive hacían todo lo que fuera necesario por aquellos que amaban.

Mapelli lo apegó a él sintiendo cómo el pelirrojo temblaba— ¿Qué tan malo puede ser dejar tu orgullo para ver vivir a quién amas?

Ariel esquivó la boca del halcón. Se sintió asqueado cuando esos labios tocaron su mejilla y bajaron por su cuello— Anda firedoll. Tu familia depende de ti. No los defraudes— susurró a su oído— ¿Te imaginas que el pobre Chris muera por culpa tuya? ¿Podrías vivir con esa culpa? ¿Sería capaz de ver a tu madre a la cara todos los días del resto de su vida sabiendo que pudiste evitarle ese sufrimiento? ¿Dejarías a tu pequeña hermana si su hermano?

Ariel empezó a llorar al escucharlo susurrar esas palabras. No, no podía hacerlo. No podía dejar que su familia se siguiera desmoronando. Su madre no soportaría perder a Chris. Él no soportaría vivir sin él. Giró un poco chocando con el olor a tabaco de Mapelli. Sus alientos rozaban. Aquellos ojos grises le miraba con malicia. El destino de Chris estaba en sus manos. Ambos lo sabían. Ariel pasó sus manos alrededor del cuello de Mapelli y le besó con fuerza, con odio, lleno de frustración.

Mapelli mordió sus labios hasta hacerlos sangrar. Tiró de sus cabellos al punto que las lágrimas cayeron con más fuerza. Su boca fue profanada por aquella lengua que sólo le trajo un sabor a veneno. Ariel temblaba mientras lo besaba. Se aferraba más a él, para evitar que su cuerpo lo empujara como acto reflejo y perdiera la única oportunidad que tenía de salvar a Chris.

La boca de Mapelli bajó por su cuello besándolo, mordiéndolo todo a su paso. Sin delicadeza, con odio. Ariel abrió sus ojos cargados de lágrimas. Esas manos recorriendo su cuerpo. Hundió su rostro en el cuello del otro intentando creer que eso era una pesadilla. Ahogó un sollozo cuando las manos de éste se fueron hasta sus pantalones. Quería creer que no importaría, que todo pasaría rápido, pero sabía que no sería así.

Sin embargo Mapelli paró dejando a Ariel confundido y con su rostro constipado— Desnúdate…

No estaba bromeando. Ariel lo supo con una sola mirada. Mapelli se cruzó de brazos mirándole con cierta expectación.

Ariel limpio sus lágrimas avergonzado de mostrarse frente a él de esa manera— Hazlo como te desnuda ante tus amantes, firedoll. Intenta excitarme aunque sea un poco a ver si te ganas unos cuantos dólares—Aún con sus manos temblando empezó a desabotonarse la camisa, pero Mapelli tomó una de sus manos—. Así lo único que ganarás es que te saque a patadas por hacerme perder mi tiempo…

Ariel respiró con dificultad intentando controlarse. No podía dejarse vencer por el miedo en esos momentos. Se dio la vuelta. Luego de unos segundos recuperó el aire que estaba perdiendo con rapidez.

Chris. Chris. Se repetía una y otra vez. Intentó pensar en aquellas lecciones con Lyosha, despejar su mente. La dejó en blanco e intentó pensar en algo que lo tranquilizara. Se giró  y algo en su mirada había cambiado. Empezó a desnudarse de la forma más sensual que sabía, pero frente a él no tenía a Mapelli. En su mente estaba Alessandro. Él y sólo él por eso la ropa cayó al suelo de la manera erótica que jamás imaginó.

Ariel quedó desnudo frente a Mapelli quién no apartaba la mirada de él. Intentó seguir manteniendo a Alessandro en su mente, pero apenas el jefe de los halcones posó una mano en él volvió a la realidad y esta fue demasiado dolorosa como para intentar ignorarla. La seguridad que tenía se evaporó— ¿Qué pasa, firedoll? ¿Tienes miedo?

—No— susurró intentando convencerse así mismo.

Mapelli tiró con fuerza de sus cabellos sonriéndole siniestramente— Yo haré que temas entonces.

Las manos de éste recorrieron su cuerpo esta vez sin ningún impedimento. Ariel empezó a respirar con dificultad. Estaba desnudo frente a Mapelli. Ese simple pensamiento fue lo que lo hizo perder el control. Estaba expuesto, vulnerable frente a alguien que quería lastimarlo.

Cuando Mapelli llevó sus manos a su propio pantalón, se desabrochó el cinturón y se bajó la cremallera sabía a dónde iba a parar todo— Veamos si esa boca puede hacer algo más que cantar—Ariel tembló. No. No podía. Su jefe miró el reloj— Me pregunto si el pequeño Christopher sigue aún con vida…

—Basta…

— ¿No quieres mi dinero?

—Me das asco. Tienes que pagarles a otros para que se acuesten contigo…

—Si no es contra su voluntad no tiene ningún placer en mí, firedoll— Confesó como si nada—, pero claro aquí no te obligo a nada. No aún. Si no quieres hacerlo simplemente te viste y sales de aquí con las manos vacías— Puso sus manos en la cremallera, pero las de Ariel impidieron que subieran. Ambos se miraron uno lleno de poder y dominación y el otro lleno de resignación y sumisión. Ariel se odió cuando se puso de rodillas frente a Mapelli. Se le formó un nudo en su garganta ante la impotencia— Cuidado con los dientes. ¿Eh? Firedoll.

Ariel liberó el sexo de Mapelli. No se atrevió a mirarle a la cara. Al menos no le daría el gusto de dejarle ver lo mucho que se odiaba en esos momentos. Sus labios tocaron aquella carne con cierta reticencia, sin embargo Mapelli lo obligó a profundizar aquello que en primer lugar quiso que fuera sólo un roce.

Su boca empezó a bombear la erección. Ariel intentó no pensar en la cara de decepción de su padre. Ni en todos los miembros de su familia que habían muerto sirviendo a los halcones. Sintió como el sexo de Mapelli empezaba a despertar bajo sus labios y lengua. Intentó no sentir nauseas, pero fue imposible cuando Mapelli tomó sus cabellos y empezó a indicarle el ritmo torturante haciendo que su garganta doliera, acumulando las lágrimas en sus pestañas. Llegó un punto en que era Mapelli quién penetraba su boca. Ariel intentaba no ahogarse entre el llanto y su necesidad de respirar. La habitación se lleno de esporádicos jadeos de su jefe. Ariel sentía que iba a volverse loco cuando finalmente todo terminó. Él eyaculó en su boca provocando que jamás se sintiera más sucio en su vida. Intentó en vano limpiar el semen que escurría por su boca. Tosió sintiendo su garganta arder.

Alzó la mirada encontrándose con la de Mapelli que parecía disfrutar más de verlo humillado que por el orgasmo. Ariel aún se intentaba recuperar cuando éste ya se había arreglado los pantalones. Sacó su billetera. Ariel sollozaba lleno de vergüenza —Cien, doscientos, trescientos— Los billetes empezaron a caer frente a sus ojos. No se movió y sólo los siguió viendo caer. La cifra siguió aumentando— Cuatro mil novecientos…—Los billetes algunos caían en los cabellos de Ariel quién jamás se sintió más humillado en su vida— Cinco…—Paró. Ariel no alzó la vista.

Mapelli se inclinó hasta Ariel tomando su barbilla con fuerza obligándolo a mirarle a los ojos.  Con un billete de cien limpió el semen que aún caía por su comisura. El menor ya no tenía fuerzas para rechazarlo— Hacía tiempo que no me divertía así— susurró en su oído antes de erguirse y empezar a contar el dinero—. Aquí tienes cinco mil por una buena mamada— Dejó caer el último billete de a cien frente de Ariel quién no se atrevió a moverse—. Vístete y cierra la puerta antes de salir.

El pelirrojo arrugó los billetes con fuerza, quería gritar, decirle que se quedara con su dinero, pero a esas alturas ya no le quedaba orgullo ni dignidad por la que luchar. Se vistió lo más rápido que pudo y tomó ese dinero que le quemaba las manos. Se apresuró a salir del despacho aún rebosante de lágrimas sin poder controlar el temblor de sus manos.  No se atrevió a mirar a ninguno de los guardaespaldas.

Al salir de Tabú Will le esperaba frente a él con un Honda que se veía mucho más rápido que el Toyota— Ariel ¿Qué demoni…?

—Vámonos— Suplicó el pelirrojo—Vámonos—  Subió al asiento del copiloto.

— ¿Lo conseguiste?

—Sí…

Will le miró incrédulo— ¿Enserio? ¡¿Cómo demonios lo lograste?!

Hice todo lo que fue necesario…—Susurró el pelirrojo con el único consuelo de saber que en verdad había hecho todo lo necesario para salvar a Chris. Sólo esperaba que fuera suficiente para salvar la vida de su hermano.

Resiste Chris…

Pensó mientras veía como se alejaban de aquel lugar dónde perdió lo poco que le quedaba por amor a su familia. 

Notas finales:

Actualizaré no este lunes que viene sino hasta el siguiente porque la próxima semana es de parciales y sí moriré horriblemente.

Como punto final sólo valgo aclarar que estoy encontra de las relaciones no consensuadas o a la fuerza, pero el rumbo que llevaba esta temática era algo inevitable. Espero que no haya sido algo muy shockeante para ustedes.

Veremos como hacemos que Mapelli pague. No se preocupen. Estudio leyes dispondré de medios legales para hacerlo pagar en caso que no llegue Alessandro primero~ 

Un beso. Julie! :D 


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