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El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

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Había vuelto a posponer sus planes para marcharse. No podía hacerlo ahora que todo estaba bien, o lo más cercano a bien, desde que Lupo tenía memoria. Tenía la mirada fija en el techo del apartamento de Misha. El ruido de la calle sonaba demasiado lejano en esos momentos. Intentó moverse, pero sintió unos brazos aferrarse con más fuerza a su cintura. Bufó. Marcus a veces podía ser un verdadero mimoso. Bajó la mirada. Su amigo dormía profundamente. Dirigió su vista al calendario, de un hombre en speedo, colgado en la pared.

Lupo había marcado hace días esa fecha en el calendario. No por temor a olvidarla, simplemente era porque quería que Marcus supiera que no lo había olvidado. Hoy era el cumpleaños de su amigo. Los últimos años no había hecho nada realmente memorable por él, pero este año se había prometido que sería diferente, lo más que pudiera. Por más que quisiera, a Lupo nunca se le habían ocurrido buenas ideas en cuanto a cuestiones normales como las celebraciones.

Podía trazar un plan infalible para irrumpir a un banco para robar la bóveda del lugar, pero le era casi imposible ser capaz de hacer algo especial y agradable para alguien. En esos momentos le hubiera gustado tener una amiga. A veces veía a las chicas en su universidad haciendo tarjetas obscenamente decoradas para dársela a sus amigos o se las hacían en nombre de sus amigos quienes se la daban a alguien más.

No era que quisiera darle una gran tarjeta a Misha, pero estaba seguro que una chica sabría cómo hacer memorable un cumpleaños. Tenía algo pensado, una especie de plan que había ideado durante días; sin embargo, sólo estaba seguro del gran final. Esperaba que su regalo fuera lo suficientemente bueno porque el resto, para ojos de Lupo, no tenía nada de memorable.

A los pocos minutos Marcus despertó. Jensen sonrió como pocas veces se permitía hacerlo, sabía que aquella sonrisa tomaría por sorpresa a su amigo, pero no esperó que lo sorprendiera tanto— ¿Quién demonios eres y que has hecho con mi Lupito amargado? — Lupo frunció el ceño al escucharlo hablar de esa manera— Eso está mejor. Creía que estaba en algún sueño bizarro o universo alternativo.

—Cállate, imbécil. ¿Qué no ves que intento ser amable contigo?

Marcus se estiró mientras se sentaba a la orilla de la cama y se frotaba los ojos con una mano, mientras con las otras se alborotaba aún más sus cabellos rojizos. Jensen se preguntaba como a veces podía ser tan infantil. Se suponía que más maduro tendría que ser Misha, pero parecía que las cosas eran al revés — ¿Y por qué quieres ser amable conmigo? No hay mañana que no me digas: “Marcus, hoy roncaste y no me dejaste dormir o Marcus, no dejas de moverte en las noches y estoy harto de tus malditas patadas o ¡Joder contigo, Marcus, siempre terminas empalmado a mitad de la noche!”

Lupo frunció el ceño— Pues todo lo que te digo es verdad. ¡Además se supone que compramos una cama más grande es para que estuviéramos más cómodos, pero te la pasas encima de mí!

Marcus le miró un poco dolido— Claro, se me olvidaba esa. ¡Marcus no dejas de sofocarme!

Lupo se llevó sus manos a sus cabellos— ¿Podríamos dejar de pelear?

—Eres tú el que empezó.

— ¡Claro que no! — Exclamó furioso Lupo— ¡Yo lo único que quería era poder hacer algo agradable para variar y no sé, desearte un feliz cumpleaños sin que nos estuviéramos matando, pero contigo no se puede!

El pelirrojo se quedó mudo con esa confesión. Miró el calendario y notó como en efecto, era su cumpleaños. Éste le miró sorprendió, no creía que Lupo se lo tomara tan apecho este año. En sus cumpleaños pasados siempre era una felicitación casual a mitad del día o después de una misión, un simple gesto que lo hacía sentir demasiado bien por más estúpido que se escuchara. El que la persona más importante en tu vida recordase tu cumpleaños era algo que no tenía precio. Viendo allí a Jensen supo que la había embarrado por completo.

Luego de unos segundos, sin saber qué decir, sonrió —Hagámoslo de nuevo—exclamó mientras obligaba a Jensen a acostarse en la cama y se volvía a poner sobre su pecho.

— ¿Qué demonios haces?

—Cállate. Se supone que debes comportarte mejor conmigo ahora. Es mi cumpleaños.

Lupo le miró indignado— ¡Eso es lo que he intentado hacer desde un principio, pero tú…!

—¡Shhh! — Lo calló poniendo una mano sobre la boca del halcón. Sus rostros estaban demasiado cerca. Marcus sonrió con malicia—. Es mi cumpleaños y harás todo lo que yo diga. ¿Ok?

Volvió a acostarse sobre el pecho de Lupo sintiendo aquel suave palpitar. Sonrió. Era imposible no estar de buen humor en esos momentos. No sólo había recordado su cumpleaños, sino que al parecer quería esforzarse porque fuera algo especial.

Había en algo Lupo que le fascinaba. Un no sé qué indescriptible, pero que sabías que estaba allí y que te obligaba quedarte a su lado un poco más, ese algo que te invitaba a acortar toda distancia, a relajarte en su regazo. Marcus se estaba quedando dormido de nuevo cuando recordó que se suponía que tendría que fingir despertarse.

Se removió primero antes de atreverse a alzar la mirada. La expresión de Jensen le causó gracia, leer los ojos de Lupo nunca era fácil, pero había pequeños momentos que le permitía saber lo que pensaba, ese era uno de ésos y aquellos ojos grises le decían: “Estás completamente loco” —Hola, idiota, feliz cumpleaños…

Marcus río. Era imposible no hacerlo— Gracias, Lupito. No creía que lo recordaras…

—Eres mi mejor amigo…

—Soy tu único amigo.

—Entonces agradece el privilegio que te concedo.

— ¡Sí, amo y señor de mi vida!

Jensen bufó. Marcus siempre tenía alguna excentricidad para decirle, pero sonrió a su pesar— Ve a bañarte, Misha.

— ¿Por qué? ¿Vamos a salir?

— ¿Qué clase de pregunta es esa? Es tu cumpleaños. Si salimos cuando no hay nada interesante: ¿por qué no habríamos de hacerlo justo ahora?

Marcus salió disparado a la ducha. Jensen no pudo evitar contagiarse con el entusiasmo de su amigo. En verdad el estar a su lado le hacía mucho bien. Al poco tiempo ambos estuvieron listos

— ¿Y mi desayuno? —Preguntó el pelirrojo. Jensen parpadeó confundido— ¿No me preparaste el desayuno, Lupito? Creía que si no me lo llevaste a la cama al menos habías preparado uno y arreglado la mesa.

El halcón no se esperó aquello. Intentó encontrar algo inteligente que decir en esos momentos— Sabes que no cocino…

Marcus le miró cruzándose de brazos— Enserio, ¿nadie te enseñó a ser detallista? — Al ver como Lupo le miraba apenado sonrió y lo atrajo a él—. Sólo bromeo. No te tomes las cosas tan apecho. Sé que tú no eres así.

Aquello lejos de hacerlo sentir mejor, hizo sentir un poco más culpable a Jensen. De los dos, obviamente, él no era el más detallista o el que más se preocupaba porque hacer cosas memorables, siempre era Marcus— Lo haré— Dijo con seriedad mientras avanzaba a la cocina.

— ¿Eh? Jensen, no es necesario…— El halcón ya había tomado un cuchillo y buscado algo para preparar—. Oye, sólo bromeaba. Ya, anda suelta eso y…

Lupo se giró mirándole con seriedad sosteniendo el cuchillo en alto casi rozando la punta con la barbilla de Marcus quién retrocedió— Escucha. No hago esto por cualquiera. Así que te sientas, te callas y te comes lo que sea que consiga preparar y te gustará. ¿Entendiste? —Lo amenazó blandiendo el enorme cuchillo de cocina.

—Está bien, está bien. No hay que ponerse bélicos.

Lupo volvió a su tarea de buscar algo que cocinar y Marcus tomó asiento. Luego de una hora de intentos fallidos el halcón puso frente al pelirrojo una especie de huevos revueltos con tomate y algo más que Misha no logró descifrar que era, pero lucía un poco amorfa y una taza de café.

—Feliz cumpleaños— Comentó con seriedad.

Marcus intentó sonreír animado— ¿Tú no comes?

—Sabes que sólo bebo café de desayuno.

El pelirrojo asintió y volvió mirar su comida. Se maldijo internamente por hacer ese tipo de bromas. Tomó sus cubiertos y una hogaza de pan antes de llevárselo a la boca. Aquello había sido la cosa más nauseabunda que había probado en su vida. Tuvo que apurarlo con café para evitar vomitarlo frente a Jensen que lo miraba expectante.

—Está increíble…

Increíblemente asqueroso, pero Lupo se había esforzado por hacerle el desayuno y no iba a herir sus sentimientos. Tuvo que pedir otras dos tazas de café para poder terminar su desayuno de cumpleaños. Una vez logró esa gran proeza sonrió a Jensen que a su manera lucía feliz.

El resto del día fue de esos que Marcus siempre guardaría en su memoria por el resto de sus días. Todo fue sobre ruedas hasta que terminó vomitando el desayuno de Jensen en el parque y no pudo engañarlo con la excusa que había sido la cena del día anterior. Luego de prometerle que no volvería a mentirle y unas clases de cocina con urgencia siguieron con su recorrido.

Cuando ya estaba atardeciendo salieron del cine y se dirigieron al estacionamiento— Jensen, te recuerdo que no andas el Mustang…

—Ya lo sé, pero no estoy buscando el Mustang— Comentó despreocupado. El pelirrojo no comprendió que pretendía. Justo antes de llegar al parqueo Jensen se giró hacia Misha— Cierra los ojos.

— ¿Eh?

—Cierra los ojos. Eso hacen las personas en las películas cuando van a dar una sorpresa. Así que ciérralos.

Marcus iba a decirle que parte del encanto de esas cosas era no saber que iba a recibir una sorpresa, pero sabía que Lupo se estaba esforzando al máximo así que obedeció sin chistar. Se dejó guiar por su amigo— ¿Cuánto falta? — Preguntó cuando sentía que habían caminado demasiado.

—Ya casi llegamos. No te quejes…

—No me estoy quejando, sólo que es incómodo andar a ciegas.

— ¿No te fías de mí?

—Claro que sí.

—Entonces cállate antes que te deje estrellarte con uno de los postes de luz del estacionamiento— Marcus gruñó, pero se dejó guiar un poco más—. Bien. Llegamos. Ya puedes abrirlos.

Marcus los abrió lentamente, primero y casi pierde el equilibrio por atrapar algo que Lupo le lanzó. Fue hasta que abrió su puño en él que notó una llave de la cual colgaba un llavero con una “M”. Al principio no comprendió de qué trataba todo hasta que Jensen señaló con un gesto de su barbilla la motocicleta que estaba al lado suyo.

Misha abrió sus ojos al máximo al verla. Intentó decir algo, pero por primera vez no tenía nada que decirle a Jensen.

—Deberías ver la cara de idiota que tienes en estos momentos— Comentó con una sonrisa sincera—. Era esta la que te gustaba ¿verdad? Sale en esa película ñoña que te encanta tanto, junto con la canción cursi que bailamos…— Marcus se echó los cabellos hacia atrás—. El gran Misha se ha quedado sin palabras. Eso es nuevo para mí.

Marcus quería decir tantas cosas en ese momento, pero lo único que logró hacer fue besar a Jensen de la emoción, apasionado, feliz, tanto como no lo había estado hacía mucho tiempo. Tembló de dicha al sentir sus labios bajo los suyos y no verse apartado por él. Se separó agitado, emocionado. Sin dejar de sonreír ante la cara de estupefacción de Lupo.

Miró la Kawasaki GPZ 900R que ahora era suya. Sólo suya— No es broma ¿verdad? — Dijo con dificultad— Dime que no es broma porque te juro que te mato si me estás tomando el pelo.

—Es tuya— Le aseguró el halcón—. ¿Entonces, te gusta?

— ¡¿Tengo que besarte de nuevo para que captes que me encanta?! — Exclamó emocionado.

Apenas logró entender que la motocicleta en verdad era suya, se subió en ella con Lupo detrás. Aceleró sin dudarlo, sentía la adrenalina correr por sus venas. Gritó extasiado. Incluso escuchó a Lupo reír a sus espaldas. Aquel momento ambos sólo eran dos personas normales que eran ridículamente felices y que se perdían en el atardecer.

El sonido de la música, horas después, les llegó a tope. Los tragos empezaban a hacer estragos en ellos. Marcus dejaba que el sonido de la música lo sedujera. Reía al ver a Lupo intentando seguirle el ritmo, pero era imposible hacerlo bailar algo moderno. De por sí ya había sido toda una proeza arrastrarla aquella disco.

—Deja de beber tanto. Tú nos llevaras a casa— Se quejó Lupo mientras terminaba otro vodka. A esas alturas estaba completamente sudado, la camisa se le pegaba al cuerpo dejando entrever el físico de infarto que se manejaba. Aquellos ojos grises estaban seduciendo a Marcus más de lo  que estaba acostumbrado.

A esa hora a la gente no le importaba quién se estuviera metiendo mano con quién. Todos habían salido a divertirse y él estaba teniendo el mejor cumpleaños de su vida— ¿Qué se siente ser tan viejo?

— ¿Viejo? — Exclamó indignado Marcus— Si sólo nos llevamos por tres años. No estoy viejo…

Jensen río. El alcohol en grandes cantidades lo desinhibía, eso le gustaba Marcus— Estás viejo, Misha. Dentro de poco estaremos celebrando tus cincuenta…

—No planeo llegar a los cincuenta, es una edad horrible ni se ha de poder follar bien— Se quejó el pelirrojo.

—Tú sólo piensas en follar— Se quejó Jensen mientras la música se volvía más ensordecedora— ¡¿Y por qué no has ido a enrollarte con alguien?! —Tuvo que gritar para que lograra escucharle.

—Estoy contigo ahora— Dijo en el oído del otro—. No te dejaré a la deriva de cualquier rata que quiera propasarse con mi halconcito borracho.

—No estoy tan borracho…

—Así como estás, eres capaz de meterte a la cama con cualquiera y no dejaré que eso pase.

—No estoy borracho, joder, ve a follarte al primero que veas…

Marcus río al escucharlo hablar de esa manera. Jensen estaba arrastrando las palabras— Al único que veo eres tú. ¿Tengo que follarte?

—Yo no cuento. Iré por otro trago— Dijo mientras se abría paso entre la marea de personas.

Marcus se quedó bailando por su cuenta. Cerró sus ojos para dejarse embriagar por la música. A los pocos minutos sintió unas manos detrás de él— ¿Tan rápido de vuelta? — Exclamó sin abrir sus ojos, fue hasta que sintió unos labios en su cuello que se sobresaltó y se giró— ¿Map? — Dijo incrédulo— ¡Joder, no vuelvas a hacer eso! ¡¿No tendrías que estar trabajando?!

—Lo mismo te pregunto a ti. ¿Qué haces aquí?

—No es de tu incumbencia— Dijo sintiéndose más sobrio sólo para poder hacer frente al halcón.

—Vienes con el idiota de Jensen, debo de suponer.

Marcus entrecerró sus ojos, bastante molesto— ¿Por qué odias tanto a Jensen? Es tu hermano.

—Esa maldita rata no es nada mío.

—Eh, más respeto con él cuando hablas frente a mí— Le dijo furioso—. Mejor me largo antes que arruines mi cumpleaños— Dijo girándose, pero Mapelli lo tomó por atrás.

— ¿Es tu cumpleaños? — Susurró a su oído ronco—. ¿Sabes? No soy de dar regalos, pero tengo uno que puede gustarte…—Se restregó un poco contra él — ¿Qué dices?

—Digo que no gastes tus energías en un regalo que sé que no me gustará— Dijo Marcus  separándose de él— ¿No te bastó un beso, Map? — Preguntó cruzándose de brazos— ¿A poco no has dejado de pensar en mí?

Mapelli iba a responder cuando de pronto alejó un poco más de él. Cuando Clarissa apareció entre la multitud comprendió todo, lo que no se esperó que Jensen apareciera en esos momentos— Te traje un Whisky— Dijo sin haberse percatado de la presencia de ellos dos en un primer momento. Cuando lo hizo, pareció que la borrachera se le pasó un poco a él también— ¿Qué demonios haces aquí?

Demian pasó un brazo a los hombros de Clarissa que lucía incómoda de estar frente a Jensen, era la primera vez que tenían un contacto directo desde la vez en la playa— Estar con mi novia. ¿Algún problema? Al parecer tú estás con el tuyo…

Jensen le miró indiferente. Esta vez no le seguiría el juego— Por supuesto. ¿Algún problema, Demian? — La cara de desconcierto tanto de Clarissa como de Mapelli fue inmediata—. Nosotros ya nos íbamos a seguir celebrando— Dijo tomándose de golpe su Whisky y tomando a Marcus de la cintura para luego llevárselo lejos de allí.

Una vez lejos de ellos Marcus río— Joder, te has lucido con eso. Gracias por salvarme del imbécil de tu hermano.

—No te preocupes— Dijo con seriedad.

Marcus dejó de sonreír al escucharle hablar de esa manera— ¿Estás bien? Digo por la tipa…

Jensen volteó a la distancia y notó como aún la chica lo observaba, volvió la vista a Misha— Claro. No importa. Estoy contigo así que lo demás es secundario.

Marcus sonrió mientras empezaba a bailar una vez más— Has hecho este día el mejor de mi vida— Dijo apegándose a él—. Joder, me muero por besarte…

—No lo hagas— Exclamó con una sonrisa de lado—. Deja que te muestre tu regalo final.

— ¿Qué?  ¿Al fin me vas a dejar ver tu polla? — Preguntó mordiéndose el labio divertido.

Jensen bufó intentando lucir molesto, pero se limitó a sacar su billetera y de ella extrajo dos entrada. Apenas Marcus las vio se las arrebató y las miró incrédulo— No inventes. No inventes. ¡Te acabas de ganar la follada de tu vida! — Dijo casi a gritos— ¡¿Cómo demonios conseguiste esto?! — Los boletos para el concierto de Nirvana se suponía que se habían agotado en veinte minutos.

—Uno tiene sus contactos— Comentó Jensen despreocupado.

— ¡Eres el puto amor de mi vida! — Exclamó abrazándolo. Al alzar la mirada notó como Mapelli y Clarissa no les quitaban la mirada de encima. Marcus sonrió con cierta maldad antes de separarse de Jensen—. Espero que estés lo suficientemente ebrio para que no me pegues mañana por el beso que voy a darte para fastidiar a la perra de la novia de tu hermano y a él de paso— Le dijo con una sonrisa antes de pasar sus brazos alrededor del cuello de Jensen y besarle de la forma más sensual que sabía.

Marcus abrió los ojos sorprendido cuando sintió a Jensen tomarle por la cintura con fuerza apegándolo a él haciendo que sus caderas chocasen. Sus lenguas rozaron a plenitud haciendo volar al pelirrojo. Cerró sus ojos para no olvidar nada de ese momento. Sus labios se mordieron, sus bocas se exploraron a plenitud.

Cuando se separaron Jensen le miraba con tranquilidad— Espero que te haya gustado tu cumpleaños, cabrón.

Marcus sonrió a su vez. Sabía que eso no había sido un beso de amor, en realidad no comprendía a veces a Jensen, quizás eso era lo que lo atraía de él, el no comprender que significaban todas esas acciones para él— Nunca podré olvidarlo— No por  la moto o las entradas para el concierto de su vida, simplemente no podría hacerlo porque nunca  nadie se había esforzado tanto para hacerle sentir tan especial.

***

Ariel alzó la vista cuando escuchó un trueno.  El cielo se había ennegrecido de un momento a otro. Volvió a posar la vista en el ataúd que ya se encontraba dentro de la tumba. Lo siento tanto, Will.  Pensó antes de lanzar su rosa blanca.

Su vista chocó con la de la madre de Will que lloraba sin encontrar consuelo. El padre de Will estaba igual o peor que ella. Ariel apretó con fuerza sus labios cuando la primera pala de tierra cayó sobre el ataúd de su amigo. Su amigo muerto.

Sintió la mano que se aferraba a su cintura atraerlo más a él. Ariel no miró a Alessandro. No podía hacerlo. No enfrente de los padres de Will. Él estaba muerto por culpa de ambos. Miró a Hayley quién lloraba en el hombro de Ethan. Su mirada cruzó sólo unos segundos con la de su amigo.

Él había sido claro que había ido al entierro por Hayley, no por él. De la noche a la mañana Ethan había vuelto de dejarle de hablar y él ya no tenía energías ni voluntad de saber qué había hecho mal esta vez. Había intentado ser lo más claro con Ethan sobre sus sentimientos respecto a él, pero parecía que no comprendía o no quería comprender que ellos dos sólo podían ser amigos. Quizás tomar un poco de distancia era lo mejor. Quizás debería alejarse de todos. La gente se fue retirando poco a poco del cementerio. Una hora después Ariel seguía allí.

—Ricura, deberíamos irnos…

—No…

—Ariel, está a punto de llover…

No le importaba la lluvia. No le importaba nada. Sólo quería dejar de sentir que la culpa lo estaba matando de a poco. Se arrodillo en la tierra que acababa de ser colocada. Will estaba bajo tierra, donde  ya nunca podría volverlo a alcanzar.

Aquella idea lo volvió loco fue entonces cuando empezó a llorar, a gritar, a querer remover la tierra. Lo único que en esos momentos pensaba era que Will no podía estar allí, tenía que ser otra persona.  No su amigo tan lleno de vida. Lleno de sueños, de planes para el futuro. Se suponía que Will debía tener una vida brillante, llena de felicidad. Will debía estar en Italia, rodeado de hombres y mujeres que notaran lo increíble que era, debía enamorarse, quizás quedarse allá, ser exitoso y hacer llorar a sus padres a causa del orgullo de tener un hijo como él. Will debía ser todo eso y sin embargo estaba muerto y su cuerpo estaba bajo tierra; nunca iba a enamorarse de alguien que valiera la pena, nunca iría a Italia y sus padres sólo llorarían por su muerte.

Ariel fue arrancado de la tierra que intentaba remover con tanta desesperación— ¡Suéltame! — Gritó desesperado.

— ¡No hay nada que puedas hacer! — Dijo Alessandro intentando sujetarlo con más fuerza— Ariel, no hay nada que puedas hacer…

El aire le faltó al escuchar aquellas palabras, el nudo en su garganta le hacía impedir respirar correctamente— No, no, no…

Alessandro lo abrazó con fuerza— Está muerto. Ariel, tienes que entenderlo, entre más tardes en hacerlo más daño te harás.

El pelirrojo intentó separarse de él, forcejó, pataleó, gritó— No, Will no está muerto. No está muerto— El aceptar que Will ya no estaba sería aceptar que había muerto por su culpa—. No, no por favor, haz que vuelva— De un minuto a otro se quedó sin fuerza y se dejó abrazar por Alessandro sin mayor impedimento. Ariel lloró amargamente—. Will…Will…— Susurraba sin dejar de temblar.

Cerró sus ojos y sólo escuchó la voz de Will pronunciando aquellas palabras que no tenían ningún sentido para él en esos momentos. Cuando la comunicación se cortó lo único que había pensando era en encontrarlo, en saber que estaba bien. Alessandro había llamado a Dante logrando que rastrearan el celular y aunque él, Ariel, aún no se encontraba en un buen estado de salud no había impedido que los acompañara a buscarlo.

Él había sido el primero en llegar al cadáver de Will que había sido abandonado en el callejón. Sintió frío al recordar ese lugar, al tocar el cuerpo sin vida de su amigo. Después todo fue borroso, las preguntas de los policías, el reporte de medicina legal diciendo que había muerto instantáneamente, la llegada de los padres de Will.

Los últimos dos días habían sido un completo caos y ahora allí en el cementerio sentía que todo había terminado de alguna manera, pero él no estaba listo para que todo acabara. El estar allí llorando por primera vez por su amigo era aceptar que realmente estaba llorando su pérdida. Ariel no había podido derramar una tan sola lágrima, ni siquiera cuando descubrió el cadáver, porque se había aferrado tontamente a la idea que podría estar vivo inclusive cuando había pasado un poco más de una hora desde que se había cortado la comunicación.

—Ariel, tienes que ser fuerte…

Las palabras de Alessandro sólo lo hicieron sentir peor, ya no quería ser fuerte lo había intentando con tanto esmero y ahora sólo deseaba ser débil, dejarse derrotar. La vida era demasiado cruel y él no era lo suficientemente fuerte como para afrontarla.

Una gota de lluvia cayó en la mejilla del pelirrojo, seguida de otra y de repente la lluvia cubría sus cuerpos. Alessandro se apresuró a quitarse su chaqueta y cubrirlo un poco— Tenemos que irnos…

Ariel le miró con ojos llorosos— No, tú tienes que irte…

—No estás pretendiendo que te deje aquí.

Ariel asintió con lentitud— Es exactamente lo que pretendo. ¿No lo entiendes? Will murió por nuestra culpa. Descubrió algo que no debía y por eso lo mataron. Si nosotros dos no estuviéramos juntos…

La expresión del halcón se ensombreció — No estás queriendo decir eso…

—Es exactamente lo que quiero decir…

—Creía que después de lo que pasó en Tabú…

Ariel también lo había creído. Había pensado que finalmente iban a estar juntos, pero se había vuelto a equivocar— Antes nadie había muerto por nuestra culpa. Creía que todo estaría bien si sólo nosotros afrontábamos todo, pero no es así. Si es verdad lo que Will dice y estamos en peligro entonces las personas que nos rodean también están destinadas a sufrir y yo no puedo hacerle eso ni a Ethan ni a mi familia.

—Ariel, esta no es la solución…

— ¿Entonces cuál es? ¿Estar juntos mientras vemos como matan a todos los que me importan? Yo soy quién tiene más que perder de los dos ya perdí a alguien y no voy a soportar volver a pasar por esto.

Alessandro guardó silencio al escucharlo hablar de esa manera. En verdad él no tenía nada que perder. Todo lo que alguna vez le importó le había sido arrebatado tiempo atrás y jamás podría recuperarlo.

Dejó de cubrir a Ariel con su chaqueta y se la puso. Miró a lo único que le quedaba por perder y sabía que podía protegerlo a la distancia. Quería estar con él, pero ya no tenía caso si Ariel había tomado su decisión— Debemos permanecer juntos…

—Debemos permanecer a salvo…

Alessandro no mostró ninguna emoción, aunque por dentro sentía que se estaba derrumbando— Yo puedo protegerte.

—Pero no puedes salvarnos a todos…

Entrecerró los ojos— No haces esto sólo por la seguridad de los otros…

—Will murió por nuestra culpa, no es justo que nosotros pretendamos ser felices mientras él yace bajo tierra.

Alessandro le miró dolido— Creía que eras feliz a mi lado…

Ariel quiso decirle que jamás fue más feliz, durante toda su vida había sentido que muchas veces se había obligado a ser feliz porque era lo correcto, pero desde que Alessandro había aparecido en su vida había experimentado una nueva de felicidad, más genuina, más intensa— No podemos estar juntos ahora…

— ¿Por qué?

—Necesito tiempo…

Ése era el problema, pensó Alessandro, no sabía cuánto tiempo tenían antes que Mapelli quisiera acabar con él, podía ser mañana, en una semana, en un mes— ¿Cuánto?

—No lo sé. Sólo necesito tiempo.

Alessandro le miró con tristeza— Está bien…

—No necesitas esperarme. Puedes buscarte a otra persona…

—Lo sé— Pero Alessandro no quería otra persona, lo quería a él—. Voy a esperarte…

***

Lupo entró vacilante al apartamento de Morello. El lugar estaba a oscuras, pero se suponía que él estaba allí. Aún con ganas de salir de allí encendió el interruptor de la luz y se encontró con el lugar que parecía haber sido arrasado por un tornado. Cuando su vista se posó en Morello supo que él había sido quién había originado todo.

—Creía que habías superado tu etapa destructiva y autodestructiva— Alessandro no dijo nada, se limitó a llevar la botella de Whisky a sus labios—. ¿Me llamaste para que me compadezca de ti? Si es así, pierdes tu tiempo— Morello hizo una seña que cerrara la puerta y que tomara asiento. Lupo aún no muy seguro tomó asiento junto a él— Por tu cara supongo que el enclenque pelirrojo ha vuelto a hacer de las suyas…

— ¿En verdad te importa?

—No…

—Entonces vamos para lo que te he llamado— Comentó con seriedad mientras miraba su anillo. Hacía unos días había vuelto a soñar  con su pasado y ahora cada vez  dormía era como si éste no lo dejara en paz hasta que averiguase quién era en verdad—. Necesito un favor, Lupo.

El mayor de los halcones le miró con seriedad— ¿Quieres que vaya a Rusia?

Alessandro sonrió de lado— Sí. Eres el único en quién confío para poder ir hasta allá. Sabes que Mapelli me tiene bien vigilado y sin embargo no notará sospechoso que tú quieras tomarte unas pequeñas vacaciones.

— ¿Por qué no se lo pides a Dante?

—Sabes bien que hay cosas que no puedo pedirle a Dante. Esta es una de ellas y por alguna razón siento que es lo correcto enviarte a ti. No soy el que pide favores Lupo…

El halcón sonrió de lado mientras buscaba un cigarrillo— No te vengas a ser el duro, Morello. Conmigo no va. Te conozco desde hace tiempo— Comentó mientras encendía el cigarro y daba una honda calada—. Sé bien lo que eres y lo que no. También estoy consciente de que te estás rebajando al pedirme mi ayuda— No podía evitar regodearse sólo un poco de la cara de Morello. Ambos eran iguales. Generalmente eran los que acostumbraban a hacer favores para luego cobrarlos, pero  entre ambos siempre habían evitado deberse algo porque sabían que su orgullo no se los permitía—. Supongamos que decido ir a Rusia. ¿Por dónde se supone que deba empezar a buscar?

El halcón vaciló unos segundos antes de quitarse la cadena con el anillo— Esto es lo único que tengo para guiarte, pero algo me dice que deberías buscar por los lugares que la gente normal no empezaría.

Lupo río— ¿Me mandas a meterme a los bajos mundo de Rusia? — Preguntó mientras le quitaba la cadena con el anillo—. Se nota que tienes aprecio por mi persona.

Alessandro le miró con seriedad— Sé que durante mucho tiempo tuvimos nuestras diferencias, Lupo, pero en verdad…— El halcón lo cortó.

—No empieces, Morello— Dijo con intención de ponerse la cadena, pero Alessandro lo frenó— ¿Y ahora qué?

—Preferiría que no lo usaras…

— ¿Por qué?

Alessandro vaciló— Quizás me esté volviendo loco, pero toda la gente que la ha usado termina muerta. Así que por seguridad preferiría que no la usaras.

Lupo bufó— Ahora nos hemos vuelto supersticiosos. De acuerdo. No la usaré e iré a investigar, pero no prometo encontrar algo. Ha pasado demasiado tiempo.

—Lo sé— Dijo con cierta ansiedad—, sólo necesito sentir que lo he intentando…

—Querrás decir que yo lo he intentado— Lo corrigió Lupo mientras se ponía de pie—. De acuerdo. Iré a Rusia. Me debes una grande…

Alessandro lo sabía y que Lupo se lo recordara no le hacía nada de gracia, pero necesitaba averiguar sobre su pasado y así poner en marcha su plan. Si las cosas salían mal al final no importada, después de todo él ya no tenía nada que perder.

***

El flash de la cámara lo sacó de sus pensamientos. Ariel miró a su hermano vestido de blanco, su hermana vestida de igual manera. Habían pasado más de tres semanas desde la muerte de Will. Un escalofrío le recorrió al mirar el techo de la iglesia; las altas paredes, los imponentes vitrales, se suponía que todo debía traerle paz allí, pero sólo le traía dolor.

A veces se preguntaba que tenía su madre en la cabeza. Cerró sus ojos con fuerza para evitar que los presentes notaran lo incómodo que estaba en ese lugar. En esa iglesia que había sido donde había sido la misa de cuerpo presente de Will. La misma iglesia donde había tenido que enfrentarse a los rostros destrozados de los padres de su amigo.

Un nudo en su garganta se formó al recordarlo.Una mano se posó en su hombro, abrió los ojos y se encontró con los azules de Ethan— ¿Estás bien?

—Eso creo— Quería decirle a Ethan que las cosas no estaban bien. Todo en su vida era caótico, pero no se atrevió puesto que notó que aquella pregunta había sido formulada más por compromiso.

Miró a su madre que estaba a su lado sosteniendo a Chris  y luego a Lupo que parecía aún querer descifrar como debía sostener a Naomi. Otro flash de una cámara lo sacó de sus pensamientos. Dante estaba frente a él con la cámara en alto. A su lado estaba Lyosha quién lucía preocupado por el rubio. Las cosas entre Dante e Ethan no iban para mejor.

Desde la muerte de Will, Ariel, no había podido evitar tener pesadillas con éste, tampoco podía dejar de tener pesadillas con Mapelli. Todo su mundo se había venido abajo nuevamente y aunque sabía que contaba la ayuda de las personas que estaban a su alrededor no había querido aceptarla.

No quería superar la muerte de Will porque había sido culpa suya. Sus últimas palabras no podía sacárselas de la cabeza, le había dicho que estaba en peligro y que Alessandro también, pero el único que había terminado muerto había sido él.

La mano de Ethan apretando su hombro no le hizo sentir mejor. Las cosas con él no habían mejorado. Sentía que un abismo los estaba separando y no había un puente para poder cruzar al mismo lado que él se encontraba. Ya no era el mismo Ethan de hace casi un año atrás. Ninguno de los dos era ni la sombra de lo que alguna vez fueron.

Ariel jamás pensó que la vida podía cambiar tanto en un año. Pronto haría un año desde la primera vez que vio a Alessandro, desde ese día todo cambió. Un año. Y aún así todo parecía haber ocurrido demasiado tiempo atrás.

Emily se despidió del sacerdote y le agradeció una vez más por haber bautizado a los gemelos. Ariel se apresuró a ir al lado de su madre y de Lupo, el nuevo padrino de Chris y Naomi. Uno que había regresado la semana pasada de algún viaje del cual no entró detalles. Ariel nunca quiso eso, que los gemelos fueran bautizados de esa forma, pero desde que Will había muerto era como si su voluntad de oponerse al mundo, a las reglas, se hubiera ido con él.

No había tenido fuerzas de recordarle a su madre que las cosas no debían ser de esa manera. Ya ni siquiera tenía fuerzas de pelear cada vez que regresaba del trabajo y encontraba a Lupo en la cocina de su casa con más frecuencia de la que debería.

Salió de la iglesia  y el viento le pegó en el rostro. Octubre había llegado y el otoño se había hecho presente con fuerza. Sacó sus guantes y se los colocó intentando buscar un poco de calor.

El pelirrojo alcanzó a escuchar como Dante los había invitado a todos a almorzar a su restaurante para poder celebrar apropiadamente el bautismo de los gemelos, como era de esperarse Emily no tardó en aceptar.

Ariel pasó su vista a Ethan quién miró incómodo a los demás— Yo ya tengo que irme…

Dante intentó no lucir demasiado afectado, algo que no pasó desapercibido por Lyosha ni por Ariel— ¿No nos haces el honor de acompañarnos?

—No, discúlpame. Tengo otro compromiso— Lo que le sorprendió a Ariel era ver como Ethan no parecía mentir—. Vine porque Emily me lo pidió— Dejándole más que claro al pelirrojo que no estaba allí por él. El azabache miró a Emily con una pequeña sonrisa— Lamento no poder acompañarlos, pero he quedado con alguien más para la hora del almuerzo. Estoy muy feliz por el bautismo de los gemelos.

Luego de un vano intento de parte de Emily por hacerlo que los acompañase Ethan se fue. Ariel no iba a negar que extrañaba a su amigo, pero en esos momentos tenía demasiados problemas como para seguir dándole importancia a Ethan quién claramente no quería estar cerca de él.

Lyosha posó una mano en el hombro de Dante— ¿Qué tal si nos adelantamos para ver que todo esté listo para cuando la familia de Ariel llegue? — Propuso el español intentando aligerar el ambiente. Dante no muy convencido asintió. Lyosha lucía preocupado por su amigo, fijó su vista en el pelirrojo— ¿Te vienes con nosotros?

—Adelántense— Dijo el pelirrojo con una sonrisa bastante forzada.

Lyosha subió al Bentley de Dante y partieron. Ariel miró como Lupo intentaba descifrar cómo encoger el cochecito de los gemelos. El pelirrojo frunció el ceño molesto y empezó a alejarse de allí. Acción que no pasó desapercibida por su madre quién se apresuró a alcanzarlo— ¿A dónde crees que vas?

—Caminaré…

—Ariel, por favor, no empieces con esas actitudes. No sé qué te sucede últimamente, pero apenas y te reconozco. ¿Es por tu amigo?

Ariel apretó con fuerza los labios— No metas a Will en esto— Dijo intentando controlarse—. Voy a caminar…

—Ariel…

—Dije que voy a caminar— Exclamó molesto—. No quiero pelear. Necesito estar solo— Últimamente necesitaba estar solo más tiempo de lo que cualquiera consideraría sano. Ariel se alejó de allí y se apoyó en el tronco de un árbol. Escuchó el motor del Audi ser encendido. Al poco tiempo vio a su madre y a Lupo pasar frente a él.

No estaba de humor para celebraciones. Sabía que debía estar feliz por sus hermanos, que era algo importante, pero simplemente no podía. No era momento para festividades, no justo ahora, cuando todo parecía venirse abajo.

Empezó a caminar rumbo al restaurante aún intentando convencerse que no era lo mejor dado su estado de ánimo actual cuando notó una motocicleta que conocía muy bien en el estacionamiento del lado de atrás de la Iglesia. Ariel la miró extrañado, pero no había lugar a dudas: Era la Chopper de Alessandro.

Aún con sus dudas entró a la Iglesia. Se detuvo en seco al notar como Alessandro miraba uno de los vitrales. Luego de vacilar unos segundos se acercó a él— Creía que eras ateo…

Alessandro no apartó la mirada del vitral— Eso no impida que no pueda admirar la arquitectura del lugar— Comentó con una pequeña sonrisa—. Creía que tú eras ateo…

Ariel sonrió un poco— No lo sé. A veces creo que sí, en otras ocasiones…

—Necesitas creer en algo— Terminó la frase el halcón.

Ariel asintió, aunque no estaba seguro que el otro lo hubiera visto. El pelirrojo guardaba en su memoria esos momentos, donde Alessandro parecía comprenderlo inclusive mejor que él mismo— ¿Viniste al bautismo?

—Dijiste que necesitas tu espacio. No que no podía estar cerca de Chris y de Naomi.

Ariel se sintió culpable— No lo hagas. A veces siento que Naomi y Chris sólo nos tienen a mi madre y a mí. Mi tío por parte de mamá apenas parece existir y mi tío Marcus está muerto. A veces me gustaría tener más tíos para evitar sentir que estamos completamente solos. El que tú te preocupes por ellos me hace sentir más tranquilo, además yo no dejo de pensarte como parte de nuestra familia— Alessandro se tensó al escucharlo hablar de esa manera y Ariel no pudo evitar notarlo—. Lo siento, dije algo que te ha incomodado.

Alessandro bajó la mirada hasta el pelirrojo— ¿A qué juegas, Ariel?— Susurró con cierta amargura—. Me quieres lejos de ti, cerca de ellos. Últimamente me es más difícil entenderte— Al no obtener respuesta de parte del otro, Alessandro se alejó. Le dolía ver como Ariel se seguía autodestruyendo. Odiaba la idea de no poder sacarlo de ese estado.

Llegó a la Chopper, pero antes que pudiera poner la llave en el contacto. La mano de Ariel se lo impidió. Alessandro se giró bastante molesto, estaba dispuesto a explotar en ese mismo instante, pero la expresión de Ariel se lo impidió— Lo siento— Susurró—. Odio tenerte lejos. Odio llegar cada día a mi casa, ver cómo se desmorona de a poco y ser el único que lo nota. No soporto la idea de que alguien más muera por mi culpa. Sólo quiero que la gente que me rodea deje de morir. Es lo único que pido. Ya ni siquiera me importa tener una vida normal, sólo quiero que la gente que me rodea deje salir lastimada, que dejen de morir—Su voz se cortó. Tragó hondo intentando tranquilizarse—. Quiero dejar de sentirme culpable por la muerte de Will, pero no dejo de pensar que si no lo hubiera conocido, sino me hubiera encariñado tanto de él no estaría muerto. Sólo quiero un poco de paz en mi vida, ser feliz de nuevo. Ya no sé como eso se hace…

Alessandro suspiró. Atrajo a Ariel hasta él y lo abrazó con fuerza. Odiaba cuando actuaba de esa manera porque lo hacía desear poder protegerlo de todo, hacerlo feliz. No soportaba esa impotencia. Acarició aquellos cabellos rojizos embriagándose con su aroma— Esta es nuestra vida, Ariel. Siempre habrá alguien que saldrá lastimado. Muchas veces será quién menos se lo merece. Sé que no es lo que quieres escuchar, pero no puedo mentirte. No puedes vivir en el pasado. Eso no te hace bien, no le hace bien a nadie. ¿Crees que Will estaría feliz de verte en ese estado? Él siempre se preocupó por verte feliz. Es una falta de respeto a su memoria el que  él haya dado su vida intentando protegerte, protegernos— Se vio forzado a corregirse— y no intentar al menos ser felices por él.

Ariel alzó la mirada con tristeza— Pero Will…

—Will vivirá mientras tú lo recuerdes— Susurró Alessandro—.  No hay nada que puedas hacer, no hay nada que yo pueda hacer y sabes que no dudaría en hacer cualquier cosa para que dejes de seguirte lastimando. No podemos hacer nada, Ariel. Excepto seguir adelante y siempre recordar el buen amigo que fue para ti— Ariel se quedó en silencio mirándolo a los ojos—. En cuanto a ser feliz creo que puedes empezar por esto— Le susurró Alessandro antes de besarle primero con delicadeza poco a poco el beso se volvió  en uno desesperado, hambriento.

Ambos se separaron jadeantes— Piénsalo, Ariel. Puedes quedarte a vivir entre fantasmas o puedes elegir vivir entre las personas que aún nos preocupamos por ti— Le dijo acariciando su mejilla—. Yo he estado en los dos lados y vivir entre fantasmas no hace que la soledad y la culpa se vayan, sólo la asientan más. Piénsalo y búscame cuando estés listo para volver a vivir…

***

Ethan buscó entre las mesas del restaurante de comida rápida. Se había retrasado más de lo que había pensado en un primer momento. Cuando una mano conocida se alzó sonrió aliviado, no se había marchado aún.

Avanzó entre la marea de personas que se hacían paso con sus bandejas y se dejó caer agotado en la mesa mientras se quitaba el saco— Muy elegante…

Ethan sonrió avergonzado— Era el bautismo de Naomi y Chris. Lamento haber llegado tarde. Creía que te habías marchado.

—Yo creía que tú me dejarías plantada— Comentó la chica con una pequeña sonrisa. Los ojos de Hayley brillaron con curiosidad al notar como Ethan se sonrojaba un poco e intentaba explicarle que jamás se atrevería a dejarla plantada.

— ¿Ya has comido?

—Estaba esperándote.

Ethan sonrió avergonzado— Lo siento. Yo invitaré como manera de disculpa. ¿Algo en especial?

—Lo mismo que tú pidas está bien— Comentó la chica. Ethan se puso de pie y fue hasta la caja a pedir la comida. Hayley no estaba tan interesada en la comida. Estaba interesada en Ethan. No sólo por la información que podía darle ahora que Will había pasado a mejor vida. La chica estaba interesada en todo lo que su ex pudiera ofrecerle. Pretender que estaba devastada por la muerte de William era demasiado agotador. Tenía que fingir luto no sólo frente a Ethan sino que frente a todos en Tabú. Sobre todo frente a firedoll.

La chica frunció el ceño al recordar al pelirrojo. Deseaba poder deshacerse de una vez por toda de él. El chico le debía demasiadas y planeaba cobrárselas con intereses. El cóctel de drogas sólo había sido una pequeña muestra de lo que realmente ella capaz de hacer. Tuvo que dejar de lado sus pensamientos una vez que Ethan puso la bandeja con la comida de ambos frente a ella.

Hayley sonrió e Ethan no dudó en corresponder esa sonrisa. Últimamente ambos habían pasado juntos más tiempo del que Ethan había planeado en un primer momento, pero era de esperarse que para ojos del azabache, la chica no tuviera a nadie más que acudir. Will había sido lo más cercano a una fuente de apoyo y ahora ya no estaba. Ethan también buscaba intentar apoyarse en alguien más para poder superar el tema de Ariel, pero no era fácil y por alguna extraña razón el estar con Hayley hacía que se olvidara del drama que se había vuelto su relación con su mejor amigo.

— ¿Qué tal la escuela?

Ethan sonrió un poco al escucharla interesada en su día— Ya sabes, complicada, estamos a punto de entrar a los exámenes finales y luego adiós escuela para siempre y hola al mundo adulto.

—Sé mucho del mundo adulto. No es tan aterrador como lo plantean.

—Tú eres más fuerte que la mayoría de chicas que conozco. El que digas que no es tan aterrador me hace aterrarme un poco.

—Puedo enseñarte a enfrentarte el mundo sin problemas, Ethan— Comentó la chica—. No tendría ningún problema en enseñarte todo lo que yo sé— Agregó con un tono de voz un poco más insinuante. No tanto como a ella le gustaría, puesto que aún se suponía que lloraba la muerte de Will.

—Gracias, no me molestaría que me enseñaras un poco de todo lo que tú sabes— Dijo sin poder apartar la mirada de su comida.

La chica apretó sus labios intentando controlar su molestia— Así que hoy era el bautismo de los gemelos— Dijo intentando volver al tema que le concernía en esos momentos. Se suponía que debía mantener informado a Mapelli de todo lo que aconteciera en la vida de firedoll—. No pensé que fueras a ir. Creía que las cosas con Ariel no estaban bien…

Ethan apartó la mirada de su comida. No había querido hablarle de Lupo por alguna extraña razón— No lo sé. Las cosas no están bien con Ariel, pero ya sabes que me llevo bien con su madre, así que no podía simplemente no ir.

—Espero que Ariel no se lo tome como si quisieras volver a ser su amigo…

La expresión de Ethan se ensombreció al recordar la mirada llena de tristeza que el pelirrojo le dirigió— No creo que lo haya tomado así, pero la verdad es que lo extraño.

—Ethan— Lo llamó con voz dulce—. Eres un buen chico. Quizás demasiado bueno. Creía que ya habíamos hablado de este tema. El ser amigo de alguien como Ariel no te hace ningún bien. Sólo sales herido cada vez que estás cerca de él. Deberías simplemente olvidarte de él, personas como Ariel sólo hacen daños a quienes los rodean.

—Ariel no es así…

La chica alzó una ceja intentando no perder el control— ¿A no? ¿Vas a decir que no jugó con tus sentimientos para luego botarte por su ex? —Ethan bajó la mirada y una sonrisa de satisfacción se dibujó en el rostro de Hayley. Estiró su mano y tomó la del azabache— Ethan sólo quiero que tengas a alguien que sepa valorar la maravillosa persona que eres. No es justo que tú estés aquí mientras Ariel debe estarse acostando con su novio…

—Ellos no han vuelto— Susurró apremiante—. No están juntos…

— ¿Aún piensas que no están juntos? ¡Ethan ambos los vimos el día de la fiesta en Tabú!Ariel casi me asesina porque cree que intenté robarle a Morello en la fiesta.

—Aún no sé de dónde sacó que a ti te podría interesar él…

—Yo tampoco, está completamente obsesionado con él y no dudará en herir a cualquiera que crea que se va interponer entre ellos. Por si no fuera suficiente prueba todo lo anterior ambos fueron juntos al entierro de Will. Si antes tenía mis dudas sobre si estaban juntos o no el verlos allí sólo confirmó mis sospechas.

—Sabes que nadie puede saber que ellos dos están juntos.

—Claro que lo sé. Te prometí no decir nada. ¿Acaso no te fías de mí?

—Claro que sí— Dijo avergonzado de haberla lastimado—. Es sólo que me da miedo lo que pueda pasar si alguien se entera que ellos dos están juntos.

—Deberías dejar de preocuparte tanto por alguien que no lo vale.

Ethan le miró con tristeza— Quizás tienes razón— Pero era difícil sacarse del corazón a Ariel—. No tengo nada que hacer por el resto de la tarde. ¿Te gustaría pasarla conmigo aunque sea un alma en pena?

La chica río un poco— Claro que me gustaría. ¿Por qué no vamos por unas películas y las vemos en tu apartamento?

—Me parece estupenda idea— Dijo intentando animarse—. Gracias por estar a mi lado. Es extraño, pero es genial tenerte de vuelta en mi vida.

***

Lupo alzó el arma apenas sintió que había alguien más en su apartamento. Era Morello— ¿Cómo mierda entraste? — Comentó mientras se quitaba el saco y lo colgaba con meticulosidad para que no se arrugara y dejaba el arma en la mesa.

Alessandro se encontraba acomodado en el sofá de Lupo desde hacía tres horas— La pregunta sería si en verdad pensaste que tu sistema de seguridad iba a detener a alguien como yo— dijo con una sonrisa de lado—. No hemos tenido tiempo de hablar desde que has regresado…

Lupo le miró agotado. No tenía muchos deseos de charlar en estos momentos— Estaba ocupado con lo del bautismo de los hijos de Civella— Le recordó mientras iba a sacar una cerveza del refrigerador y le lanzaba una a Morello.

— ¿Desde cuándo te importan tanto? Es decir, creía que odiabas a Ariel— Comentó sin poder mostrar su perplejidad ante ese comportamiento de Lupo. Una cosa era que Emily fuera amable con él y otra muy diferente que aceptara ser el padrino de los gemelos—. ¿O lo haces por Misha?

Lupo empezó a fastidiarse— ¿Ahora tengo que rendirte cuentas de todo lo que hago? Si decido ser o no el padrino de alguien no es asunto tuyo, Morello— lo cortó. No necesitaba darle explicaciones.

—Vale, vale— No estaba en posición hacer enfadar a Lupo en estos momentos. Guardó silencio unos segundos, pero el halcón no parecía tener mayor interés de empezar a hablar— ¿Y bien? — Su voz delató la ansiedad que se había acumulado en él los últimos días— ¿Lograste averiguar algo?

—Sí— Lupo se dirigió a su habitación, a los pocos minutos salió con el anillo de Alessandro en la mano. Se puso frente a él y se lo tendió—. No sé que tanto recuerdas, Morello…

—No son recuerdos en sí. Más bien son sensaciones— Alessandro echó sus cabellos hacia atrás. Frío. Era lo que principalmente recordaba de Rusia. Miedo. Tristeza. Lo único bueno que recordaba de aquel lugar era un gato gordo que se colaba por la cocina—. ¿Por qué lo preguntas?

—Porque lo mejor sería que no recordaras lo que has olvidado— Le contestó con franqueza—. Morello, no sé que tanto le habrás contado a Misha…

—Sé que tú sabes lo mucho que le conté a Misha— Le recordó Alessandro—. El querer saber bien quién soy, de dónde vengo no es un simple capricho. Necesito entender todas estas imágenes en mi cabeza. Darles algún sentido…

Lupo guardó silencio unos segundos— Lucy y Blaine Di Stephano no eran tus verdaderos padres ¿verdad?

—No son mis padres biológicos, pero no te atrevas a decir que no eran mis verdaderos padres porque son los únicos que yo he querido— También recordaba eso: la indiferencia de dos personas que ya no recordaba, pero esa sensación se había quedado gravada en su mente con tanta fuerza, a tal magnitud que cuando empezó a recibirla de los demás no le importó—. Eso siempre lo supe, siempre lo recuerdo. Ellos me adoptaron, pero no recuerdo nada de los Bolshói o cómo llegué acá. No recuerdo nada— Pero por alguna razón le daba miedo escudriñar en su memoria porque implicaría saber cosas que tal vez no estaba del todo listo para descubrir—. Nada en absoluto— dijo sintiéndose acongojado—. Descubriste algo ¿verdad?

—Sí, y quizás te sea de ayuda…

***

Les sirvieron una generosa porción de pie de manzana. Dante no pudo evitar sonreír al notar la expresión de Lyosha. Asesino o no, el español jamás podía resistirse a todo tipo de postres. Apartó la mirada de éste unos segundos para cerciorarse que todo estuviera bien. Los clientes satisfechos y el local en un orden impecable.

— ¿Tú no comes?

Cuando Dante regresó su vista al plato del español ya no había nada. Sonrió un poco y deslizó su plato por la mesa— Es todo tuyo— Al poco tiempo no hubo tampoco nada del que había sido su postre—. Gracias por acompañarme ahora…

—No necesitas agradecérmelo.

—Sí, si tengo— Dijo con seriedad mientras tenía sus manos puestas elegantemente sobre la mesa. Sin poner los codos sobre esta. Etiqueta que le habían enseñado por años y que ahora no podía desprenderse de ella por más que quisiera—. No sé como hubiera terminado todo si no hubieras estado allí.

—Al menos no tuviste que pasar por el trago amargo de tener a Ethan en la comida.

Dante muy en su interior hubiera querido pasar ese trago amargo. Extrañaba a Ethan demasiado y ver cómo él había seguido como si nada con su vida le hacía sentirse sólo más idiota. Se suponía que al ser el mayor tendría que haber sido él el que superara la ruptura más fácilmente.

Lyosha le miró preocupado— Tienes que dejar de hacerte daño— Pidió—. Dante, no puedes seguir así. Te estás destruyendo a ti mismo mientras Ethan sigue con su vida.

— ¿Crees que no lo noté? — Le soltó bastante molesto— Es bastante obvio que él sigue adelante y yo me he quedado estancado…

—Aún lo amas ¿verdad?

—No quiero hablar de eso, Lyosha. Por favor. No lo hagas más difícil…

El español suspiró derrotado— ¿Entonces de qué quieres hablar?

—De ti. ¿Cómo estás manejando todo? — Casi siempre que se veían su amigo tenía que intentar animarlo y salían por allí a intentar hacer que él no pensara en Ethan y funcionaba bastante bien por unas horas, pero después la ausencia se hacía notoria.

—Bien, supongo— Se masturbaba más de lo que había hecho en toda su vida, pero no se quejaba mucho—. Pero sabes no he tenido noticias de Lamire desde que partimos. Ha pasado tanto y quisiera saber si todo está bien. No sé nada, Dante. ¿Tienes idea como me siento?

— ¿No puedes comunicarte con él?

—Sería muy peligroso. Mapelli puede descubrir que no está muerto. ¿Crees que si no hubiera riesgos no lo llamaría al menos tres veces a la semana? Joder, lo extraño tanto. Todo fuera más fácil si al menos me pudiera contar si la operación salió bien o si no tiene ningún problema allá…

Dante adoptó un semblante pensativo— ¿Y si alguien más fuera a verlo?

Lyosha ahogó una risa— ¿Quién? No hay nadie que quisiera…—La oración quedó en el aire al notar la expresión de Dante— ¿Tú?

Se encogió de hombros— Tú lo extrañas. No sé podrías escribirle una carta o no sé algo. Yo podría llevársela y asegurarme que está bien.

—No podría pedirte un favor de ese calibre…

Dante sonrió— No me lo estás pidiendo. Yo me estoy ofreciendo a hacerlo. ¿Qué dices? — El otro parecía indeciso—. Mira de todas manera, no sé, planeaba seguir el consejo que me diste hace unos días; el estar aquí no me está ayudando mucho. Quizás si estoy lejos de  todo este ambiente que me recuerda Ethan, al menos unos días, pueda seguir con mi vida. No lo sé…

— ¿En verdad está bien?

—Por supuesto. Además hace algún tiempo que no voy a España— Lyosha le miró agradecido—. Deja que planee todo un poco mejor, pero mejor ve haciendo tu carta o lo que sea que vayas a darle a Lamire…

—Gracias, Dante— dijo sintiéndose un poco más tranquilo.

***

Sólo el sonido del reloj de la pared era lo único que se escuchaba desde hacía más de diez minutos. La cerveza de Lupo estaba tibia desde hacía mucho. La habitación se estaba empezando a quedar en penumbras prueba de que pronto caería la noche, pero el halcón no se había querido mover desde que le contó a Morello todo lo de su viaje a Rusia.  Morello luego de una hora de estar en silencio en su mesa haciendo quién sabía qué demonios con papel y lápiz se había puesto de pie y le había pasado la hoja. Lupo había leído todo detenidamente, pero seguía tan anonadado por lo que él se proponía.

—¿Estás seguro de esto? — Preguntó.

Morello estaba frente a él con semblante serio— Sí.

—Estás dejando muchas cosas a la fortuna, Morello.

Alessandro lo sabía, se estaba arriesgando demasiado. Había muchos huecos por llenar en su plan y desgraciadamente estos sólo podrían ser rellenados cuando el plan se pusiera en marcha— Pero si funciona tendríamos una oportunidad de asesinar a Mapelli.

Lupo se echó los cabellos hacia atrás— No entiendo por qué me sigues metiendo en estos planes suicidas.

—Porque eres en quién más confío y al único que podría pedirle un favor de este tamaño— Aún cuando implicara estar en deuda con Lupo para toda la vida.

—No deberías confiarme tanto tan ciegamente...

—Lo sé. Nos enseñaron a confiar sólo en nosotros mismos durante nuestra vida, pero esto sabes bien que no puedo hacerlo solo.

—Si falla un solo paso de esto, Morello, todos vamos a terminar muertos y eso incluye a tu enclenque pelirrojo y posiblemente su familia.

El semblante de Alessandro se ensombreció— Ariel no sabrá nada. No tiene que saberlo, así ni él ni su familia saldrán perjudicados si todo saliera mal.

— ¿En verdad eso crees? Aunque el plan funcione hay una alta probabilidad que lo pierdas de todas maneras…

Silencio. Lo había pensado mucho, durante semanas, pero no estaba preparado para escucharlo de boca de alguien más—Lo sé, pero no tengo otra opción.

— ¿En verdad no la tienes?

—No si quiero que Ariel se libre de una vez por todas de Mapelli.

— ¿Por qué haces esto? ¿Por qué por alguien como ese?

Alessandro sonrió con tristeza al escuchar el tono de reproche— Tú sabes bien porque lo hago Lupo— No quería molestar a Lupo aún más, pero su mirada le indicó que era claro que lo hacía por el amor que le tenía a Ariel— Y…porque nunca supe cómo ayudar a Misha— Susurró—. Esto lo hago por ambos, y es en un intento desesperado de poder redimirme con Misha y a la vez cumplir su sueño: que nadie de su familia volviera a estar bajo las garras de los halcones.

Lupo le miró molesto, pero se ahorró todo lo que quería decirle— No planeas decirle nada a ese idiota ¿verdad?

Alessandro sonrió con tristeza— No. Es mejor que no sepa nada— Porque si se enteraba de todo sólo lo pondría en peligro y no iba a dejar que Ariel muriera intentando protegerlo.

***

Ariel deseó no haber entrado a su casa— ¡Ya me disculpé por no ir! — Gritó furioso. Había llegado buscando un poco de paz, pero sólo se había encontrado con su madre furiosa por no haber ido al almuerzo— ¡Es sólo un almuerzo!

— ¡Era una celebración para tus hermanos! ¡¿Tan poca consideración tienes?! — Dijo su madre furiosa. Naomi y Chris había empezado a llorar a causa de los gritos.

— ¡No habíamos planeado eso en primer lugar! Y baja la voz que estás asustando a los gemelos— Dijo intentando calmarse.

—Ahora sí piensas en ellos ¿verdad?

— ¡Mamá! — Bramó volviendo a perder el control— No es justo que me estés reclamando por algo como eso— Su voz se cortó—. Todo lo que hago es pensar en ustedes. Sólo pienso en ustedes— Tanto que ya ni siquiera sabía que quería para él mismo—. Estás siendo muy injusta por un simple almuerzo al que en primer lugar yo no quería asistir.

—No entiendo porque no querías ir, al menos pudiste contestar el teléfono estaba preocupada por ti.

—Fui a ver a papá— Le dijo molesto—. Claro, pero eso algo que tú…—Calló al notar lo que había estado a punto de decir.

Su madre le miró furiosa y a la vez había palidecido notoriamente— Dilo— le exigió—. Di lo que ibas a decir…

Ariel le miró lleno de resentimiento, desafiante— Pero eso es algo que tú ya ni siquiera recuerdas porque ahora sólo te la pasas con Lupo— Apretó sus puños con fuerza—. ¿Acaso te acuerdas de mi padre alguna vez?

—Basta, Ariel…

—Porque te recuerdo que él aún es tu esposo. Te guste o no— Aún no la había perdonado por siquiera haber pensado en la posibilidad de dejar que su padre muriera—. Lamento no haberte dejado el camino libre para…—Ariel calló al sentir la bofetada de su madre—. No es justo— dijo con los ojos llenos de lágrimas mientras se llevaba una mano a su mejía y miraba a los ojos a su madre—. No es justo que yo intente evitar que esta familia se desmorone y tú sólo quieras fingir que nada está pasando…— Su madre le miraba iracunda—. ¿Tú crees que no siento deseos de salir corriendo de este infierno? ¿Crees que es divertido venir para verte reír, cocinarle y conversar con alguien que no es mi padre? — Un nudo se formaba en su garganta— Hay días en que yo también deseo que todo sea como antes, pero no me la paso fingiendo que los problemas que están a mi alrededor no existen— Ya no podía fingir que su vida era perfecta. Las lágrimas se aglutinaban en sus ojos, pero no dejó que ninguna saliera—. ¿Crees que me encanta la vida que tengo en estos momentos? ¡¿Crees que me divierto?! — Gritó— No tengo ni un solo segundo para mí. Siento que me estoy volviendo loco cada día que pasa. No tengo a nadie que esté allí para mí. Alejé al amor de mi vida porque en mi vida simplemente no hay ni un segundo de paz, uno de mis amigos está muerto y el otro no quiere ni hablarme. Mi vida se ha convertido en un infierno y tú no me ayudas— Su voz se quebró y tuvo que reprimir un sollozo—. No me ayudas a hacer las cosas más fáciles. Sólo haces que quiera suicidarme para poder escapar de todo esto que ya no sé si soy capaz de manejar…

Se limpió con rabia las lágrimas que intentaban salir. Su madre se había quedado como piedra al escucharlo hablar así. Ariel pasó de largo y fue a encerrarse a la que ahora era su habitación. Los llantos de su hermano lo estaban volviendo loco. Apretó su almohada con fuerza intentando escapar por sólo unos segundos de todos esos problemas. Quería paz. Sólo un poco de paz para evitar volver hacer alguna locura…

***

Estaban sentados en el sofá. Hayley estaba apoyada en él. Una escena la hizo sobresaltarte. Ethan río por lo bajo— Aún te asustas fácilmente— Comentó con tranquilidad.

La chica alzó la mirada algo molesta por el comentario— No lo hago. Sólo estaba distraída…

—Sí, claro. ¿Aún no olvidas la maratón de películas de horror que hicimos en tu casa? No me dejaste irme en toda la noche porque tenías miedo. Por fortuna tus padres confiaban en nosotros y no les importó que pasara la noche allí— La expresión de la chica se ensombreció al escuchar mencionar a sus progenitores. Ethan cayó en cuenta de su error— Lo siento— Ella no dijo nada. Ethan puso pausa a la película—. Hayley…— susurró arrepentido mientras tomaba el rostro de la chica y la obligaba a mirarlo—. No quise…—calló al notar aquellos ojos llenos de lágrimas.

— ¿Por qué no podemos volver a ser lo que éramos? — Susurró— Desearía poder regresar el tiempo y hacer todo bien— Posó sus manos en las mejillas del azabache—. Desearía no haberte lastimado tanto, Ethan. Si tan sólo te hubiera valorado un poco más…

—Eso ya está olvidado…

La chica negó mientras unas lágrimas caían— Te he extrañado tanto, durante tanto tiempo. Cuando mi vida se vino abajo sólo podía pensar en que si te hubiera amado de la forma que tú lo hiciste ahora podríamos ser verdaderamente felices, juntos— Susurró acercándose más a él—. Aún quiero ser feliz…

—Y lo serás— Dijo Ethan con una pequeña sonrisa—. Eres hermosa, inteligente. No hay nadie que no dudaría por estar contigo. Sólo tienes que ver todo lo bueno que yo veo en ti—Susurró acariciando los largos y suaves cabellos de Hayley—. No llores más. Me gustas más cuando sonríes…

La chica esbozó una tímida sonrisa mientras miraba los labios de Ethan, su mirada se alternó entre los labios de éste y aquellos ojos azules llenos de intensidad. Su respiración se volvió agitada conforme se acercaba a él. Cuando unió sus labios sintió un calor recorrerle todo el cuerpo.

Ethan la separó casi de inmediato— Hayley, no…

— ¿Por qué no? — ´Preguntó acariciando su rostro— Sólo quiero ser feliz y sé que puedo serlo a tu lado…

—No soy un buen partido. Te mereces a alguien mejor, además y-yo ya no tengo estos gustos…

— ¿Cómo puedes saberlo si nunca estuviste con una chica? — Lo cuestionó duramente—. ¿Cómo puedes estar seguro que no es esto lo que quieres? — Susurró mientras tomaba la mano de Ethan y la posaba en uno de sus pechos. Ethan le miró sorprendido— Sabes que no tengo ningún problema si te gustan ambas cosas, pero creo que antes de hacer una aseveración tan tajante deberías dejarme ayudarte a reconsiderar aunque sea una bisexualidad— le dijo con una sonrisa mientras se ponía encima de él—. Vamos, Ethan, te has negado tantas cosas esperando el momento correcto, la persona correcta ¿Por qué no simplemente te dejas llevar?

— No quiero hacerte daño…

—Yo no tengo miedo a que puedas lastimarme. No le tengo miedo ya a nada. ¿Y tú? — Susurró ronzando sus labios—. No te resistas, Ethan. Ambos ya somos grandecitos para hacernos responsables de nuestros actos. Además nos lo debemos, ¿qué dices? por los viejos tiempos — No esperó que el chico se decidiera cuando ya lo estaba besando. Hayley coló sus manos bajo la camiseta de Ethan y pudo sentir a plenitud aquellos músculos que guardaba con tanto recelo, arañó con cierta coquetería esa piel, sacándole un jadeo de sorpresa en el que aprovechó colar su lengua en la boca de Ethan, quién para esos momentos dejó de poner resistencia alguna.

Ethan dejó de pensar en esos momentos, besaba aquellos labios, pero en su mente sólo no podía pensar en Ariel. Sus manos empezaron a recorrer el cuerpo de Hayley y un acceso de rabia lo embargó al no poder dejar de pensar en el pelirrojo y descubrir que aquel cuerpo no era el que él deseaba; sin embargo, no pudo parar porque de alguna manera deseaba poder sacarse a Ariel de la cabeza, del cuerpo y la única manera que en esos momentos tenía lógica para él, era poder tomar el cuerpo que estaba encima suyo.

Hayley bajó sus manos y se sorprendió en notar como Ethan estaba empezando a excitarse, creyó que eso le tomaría un poco más de tiempo, pero se había equivocado. Se apresuró a desabrocharle el pantalón y liberar su sexo.

Rompieron el beso mirándose fijamente— ¿No vas a detenerme? — Preguntó con una sonrisa la chica mientras el cabello le caía desordenadamente por el hombro derecho.

Ethan apenas se daba el lujo de pensar  en esos momentos y negó con lentitud. Al siguiente segundo tenía a Hayley arrodillada frente a él y con su erección dentro de su boca. Ethan jadeó y echó hacia atrás su cabeza. Cerró con fuerza sus ojos y la imagen de Ariel volvió a aparecer con fuerza.

Jadeó más fuerte al sentir que era él, no Hayley, quién estaba dándole ese placer. Su mente no podía dejar de invocar el recuerdo de Ariel. Sus manos, aquella boca que había besado tantas veces, su aroma que lo volvía loco. Su mano se aferró a los cabellos que en su mente imaginaba como rojizos y obligó a la chica a tragar más profundo. Estaba en su límite. La imagen de Ariel sólo se hacía más nítida. Podía escuchar sus gemidos de la vez que lo poseyó, esa boca pidiéndole por más, sus cuerpos empapados de sudor, Ariel lo había deseado con tanto ahínco y él se había entregado por completo.

Gimió con fuerza cuando el orgasmo llegó de improvisto, en su mente él marcaba a Ariel, no a Hayley por lo que no se atrevió a abrir los ojos de inmediato, quería sentir la presencia de Ariel sólo un poco más. Deseó tanto poder pronunciar su nombre, pero se abstuvo de hacerlo porque una parte de él, la racional que aún parecía tener cierto control de su cuerpo inclusive en esas situaciones, le hizo recordar que no estaba con la persona que había hecho que se corriera.

Ethan abrió los ojos con lentitud y notó a la chica limpiándose los restos de semen de su boca. Esperó sentir culpa, remordimiento por haberla utilizado de esa manera, pero sólo se sintió bien.

Los ojos de Ethan brillaban peligrosamente, hubiera tomado a Hayley en el sofá sin siquiera haberse detenido a pensar en las consecuencias, lo hubiera hecho,  si no hubiera sido porque en ese momento llamaron a la puerta y la voz de Lupo sonó del otro lado.

—Mierda…

— ¿Quién es?

—Un amigo— Soltó de improvisto mientras se ponía de pie—. Lo siento, tienes que irte…—La chica alzó una ceja interrogante—. No me acuesto con él. Me dobla la edad. Sólo necesito hablar con él. Lo siento…

La chica suspiró derrotada. Había estado tan cerca, incluso había hecho que Ethan se tragara  la escena de lo devastada cuando recordó a sus padres— Voy a cobrármela con intereses…

Ethan sonrió antes de atraerla hacía él— No te preocupes. Creo que ambos estamos de acuerdo de la manera en que voy a pagarte— Una parte de él se sorprendió que en verdad hubiera dicho tales palabras enserio, pero la otra le indicó que sólo lo haría para poder volver a revivir ese momento con Ariel.

—De acuerdo. Nos estamos llamando entonces— Comentó la chica mientras recogía su bolso— Deberías subirte los bóxers y los pantalones por cierto— Dijo con una sonrisa maliciosa antes de abrir la puerta y salir de allí sin siquiera mirar al dichoso amigo de Ethan. Si lo hacía de seguro no iba a contenerse las ganas de decirle unas cuantas palabras por haberlos interrumpido.

Lupo se había quedado como si hubiera visto un fantasma cuando la chica salió de allí y vio a Ethan avergonzado intentaba acomodarse lo mejor posible los pantalones. Una vez lo hizo miró al halcón quién lucía perplejo— Hola— Su voz sonó demasiado ronca para su gusto y le miró avergonzado antes de tragar un poco—. Hola…—Esta vez sí sonó como él—. Yo no sabía que ibas a venir…—El nerviosismo se disipó al ser consciente de algo— ¿Por qué has venido? — Su voz sonó demandante y cayó en cuenta de su error—. Digo, no es que me moleste que estés aquí, es sólo que no me lo esperaba…

—Bueno yo tampoco me esperaba que tuvieras compañía…

Ethan sonrió avergonzado— Creo que ya conocías a Hayley de antes…

—Sí, creo haberla visto en Tabú más de alguna vez. No sabía que fueran tan íntimos.

Ethan se sonrojó un poco— Es mi novia— La expresión de Lupo se volvió un poema—. Digo, ex novia. Es una larga historia. Salíamos antes de mudarme acá y conocer a Ariel y Dante…

—Oh— Exclamó un poco perplejo— ¿Y están volviendo a salir? Creía que ya no te gustaban las mujeres— Al notar la expresión de Ethan se vio forzado a buscar una solución—. Lo siento, son preguntas muy privadas y yo…

— ¿Quieres quedarte a cenar? —Preguntó con ansiedad.

Lupo asintió e Ethan le invitó a pasar. El azabache se apresuró a sacar todos los implementos de cocina. Había algo relajante en preparar los alimentos, le servía para disipar la ansiedad y al estar frente a Lupo necesitaba disiparla. Durante unos minutos nadie dijo nada— Nunca pude disculparme— Exclamó mientras alzaba unos segundos la mirada— por lo que pasó en la cafetería del hospital—. Después de la noche de Tabú, Ethan había ido a dejar el Audi directo al apartamento de Lupo y cuando intentó hacer las paces él se había ido—. Intenté hablarte, pero según tenía entendido te tomaste unas vacaciones…

—Sí…

— ¿Te divertiste?

—No— Ethan sonrió un poco al escucharlo hablar así—. Y tú has cambiado— Agregó el halcón.

— ¿Eh?

—Lo que escuchas. No es algo que cualquiera pueda percibir, pero hay algo en ti, Ethan que me indica que apenas eres el que conocí tiempo atrás.

—Bueno las personas cambian, las situaciones cambian…

—Lo sé, has pasado por mucho. No quiero volver a pelear como la vez pasada.

—Yo nunca debí haberte dicho esas cosas tan horribles— Dijo arrepentido—. Siempre te he dicho que eres como un padre para mí, pero ese día no te lo demostré…

—Ethan eso ya está olvidado…

—No, no quiero perderte a ti también por mis errores Lupo. Las cosas que dije no las pensaba, de verdad…

—Lo sé— Le aseguró el otro—. Eso empieza a oler bien— Vio una pequeña sonrisa de parte de su sobrino—. Estás perdonado, Ethan, aunque no dejas de preocuparme. El encontrarte con esa chica haciendo claramente lo que estaban haciendo me hace pensar que quizás no sabes lo que estás haciendo…

Ethan evitó la mirada del halcón— Voy a estar bien. Ya sabes, son esas crisis de la adolescencia en donde no sabes que quieres o quién eres.

—Tú nunca las has tenido.

— ¿Y no tengo derecho a tenerlas?

—Sí, pero necesitas que un adulto esté allí para guiarte— Le recordó con seriedad—. Y aunque te hayas comportado como todos mocoso malagradecido, hasta la fecha de  hoy yo sigo siendo tu padre adoptivo te guste o no, así que vas a escuchar los consejo que vaya a darte cuando sea oportuno.

Ethan no pudo evitar sonreír al escucharle hablar así— Como digas, papá…

***

Dante detuvo el Jaguar frente al apartamento de Ethan a la mañana siguiente. Sabía que aquello no dejarle nada positivo, pero miró el sobre de manila que estaba en el asiento del copiloto. Suspiró. Sólo lo deslizaría debajo de la puerta. Sería lo mejor. En realidad no tendría que estar haciendo eso, podría haber encargado a cualquiera que se lo llevara y aún así había decidido ir hasta allá.

Bajo del auto y subió hasta el apartamento de Ethan. Notó a Carlo Magno en la entrada de la casa hecho un ovillo. Dante sonrió un poco al ver al gato tenía tiempos de no pasar tiempo con él, no desde que se había encargado que se lo llevaran a Ethan después de haberlo descubierto con Ariel.

Suspiró al recordar aquello lo alzó un poco y le hizo unos mimos. El gato ronroneó a gusto— Al menos tú si me sigues queriendo— Dijo con cariño justo en el momento en que la puerta del apartamento se abrió.

Lupo le miró confundido, detrás de él estaba Ethan quien claramente había escuchado sus palabras. El halcón le miró confundido, pero se limitó a anunciar que iría a comprar leche para el desayuno. Una vez se perdió en las escaleras del edificio Dante se apresuró a bajar a Carlo Magno y darle unas palmaditas antes de que el minino entrara al apartamento— Hola…

—Hola…

Dante le miró con cierta ansiedad, lo extrañaba, jamás había creído que podría necesitar tan desesperada a alguien— Yo sé que no debería estar aquí— Dijo no sabiendo como alargar ese momento sólo un poco más—, pero te mandaron esto a mi dirección— dijo tendiéndole el sobre—. Supongo que esta fue la dirección que habías puesto antes que todo…

—Lo siento, no debí haberlo hecho.

Dante sonrió con tristeza— No te preocupes. No tenías idea que las cosas iban a terminar así.

El azabache le miró incómodo mientras se revolvía un poco los cabellos— Gracias. ¿Y cómo has estado? Ayer no tuvimos tiempo para hablar.

Sabía que era una pregunta casual destinada a obtener una respuesta igualmente causal y sencilla, pero Dante no pudo guardarse sus sentimientos— Extrañándote— Admitió—. Intentando saber qué hacer con mis sentimientos por ti.

Ethan no estaba listo para escuchar ese tipo de respuesta— Nunca quise lastimarte…

Dante sonrió con amargura. Una parte de él había esperado que al menos le dijera que lo extrañaba, pero era claro que ahora los sentimientos eran unilaterales— Lo sé. Sólo quiero que sepas que si alguna vez me necesitas no dudes en acudir a mí, no importando el problema que sea. Ten por seguro que voy a ayudarte…

—Dante, lo mejor sería si te olvidaras de mí…

El rubio agachó la mirada— ¿Crees que no lo sé? — Metió sus manos en sus bolsillos— Pero entiende que para mí no es tan fácil olvidarte, Ethan, aunque sé que para ti fue sencillo— Demasiado—. No vengo aquí a pedirte que vuelvas conmigo o algo por el estilo. Tú hiciste una pregunta y yo respondí con franqueza, pero claramente lo que yo siento no importa— Nunca había importado—. Sólo vine a dejarte eso. Espero que sea una buena noticia. Te lo mereces…— Empezó a bajar las escaleras.

—Dante…

El otro no se giró— Si vas a decirme otra vez que lo sientes, Ethan Lenz, preferiría no escucharlo— No hubo otra palabra más de parte de Ethan. Dante salió lo más rápido que pudo de ese lugar. Bajó las gradas dispuesto a subir al Jaguar, pero no esperó encontrarse a Lupo esperándole allí—. No estoy de humor, Lupo. Enserio.

—Lo sé— Notó la expresión confundida de Dante, pero el comprendía de esas cosas. En realidad era la única cosa de sentimientos que comprendía a la perfección: El amor no correspondido—. Eres un idiota, Dante, pero aún así mereces ser feliz y este definitivamente no es el camino donde encontrarás esa felicidad— Alzó la vista al edificio—. Quizás lo mejor es que tomes distancia de Ethan. No porque no te quiera cerca de él, sino porque es lo mejor para ti.

El rubio le miró sorprendido— ¿Desde cuándo te preocupas por lo que yo sienta?

—No me preocupo. Sólo me das lástima. Así que crece de una vez.

 Quiso sonar duro, pero Dante a su pesar sonrió un poco. Sabía que no lo decía en serio y que Lupo se preocupara por alguien como él era toda una novedad— Me quedo más tranquilo ahora que estás tú a su lado para aconsejarlo y apoyarlo.

—Sigue con tu vida, Dante— Aunque él mismo sabía lo difícil que era eso.

***

Cuando Lupo subió las gradas con la leche que había comprado en la tienda de la esquina.  Tener más de cuarenta era un asco, pensó inevitablemente, ahora ya ni siquiera podía tomar leche entera. Hacía tiempo atrás había tenido que modificar su dieta de sólo café como desayuno, no por él, por Misha. Odiaba sentarse a comer solo así que de a poco había empezado a cambiar sus hábitos. Ahora él no estaba, pero todos esos pequeños hábitos que cambió por él permanecían.

Apartó esos pensamientos de su cabeza cuando entró en el apartamento. Ethan estaba mirando por la ventana donde de seguro lo vio hablar con Dante. Carlo Magno corrió hasta Lupo y lo mordió en la pierna para llamar su atención. El halcón frunció el ceño— Ya voy…Ya voy— Se acercó al tazón de Carlo Magno y le sirvió un poco de leche. Al menos no era el único que no podía ingerir leche entera en esa casa.

Al alzarse vio a Ethan aún en la ventana, pero esta vez examinaba un sobre que antes no estaba allí entonces comprendió el motivo de la visita de Dante— ¿No vas a abrirlo?

La voz de Lupo hizo sobresaltar al azabache. Miró otra vez el sobre— Es la respuesta de lo de la beca…

—Con más razón: ¿No vas a abrirlo?

Ethan lo dejó en la mesa y volvió a su trabajo de preparar el desayuno— No lo sé. No quiero llevarme una decepción…

Lupo tomó el sobre y se lo tendió— No lo sabrás hasta que lo abras ¿Y podrías ser un poco más positivo?

Ethan hundió sus manos en la masa de los hot cakes— No creo ser lo suficientemente bueno para merecer esa beca…

—Hey, hey…No digas estupideces. Tú eres lo suficientemente bueno para recibir cualquier beca. Es más esas organizaciones deberían estarte rogando de rodillas para que aceptes cualquiera de sus mugrosas becas— A veces deseaba haber podido conocer a su sobrino antes, haber intentado que no sufriera tanto, que su autoestima no se hubiera visto tan afectada—. Ethan Lenz, no importa que diga ese papel, para mí eres un lo suficientemente bueno para lograr todo lo que te propongas y si ellos no quieren ayudarte a cumplir tus sueños no dudes que yo voy a hacerlo. No te dejaré solo en esto ni en nada. Ya no tienes que volver a estar solo.

Ethan sonrió como no lo había hecho desde hacía semanas. Sabía que Lupo odiaba que fuera demasiado expresivo, pero es que no podía evitar serlo. No cuando él le decía las palabras adecuadas en el momento adecuado. Volviendo a hacerlo sentir alguien valioso. Lo abrazó con fuerza llenándolo de masa de hot cakes, pero no pareció molestarse— Ahora abre esa mierda que yo empiezo a ponerme nervioso…

Ethan río y se limpio la poca masa que quedaba en sus manos y abrió el sobre bajo la atenta mirada de Lupo. El halcón se sintió en el pasado, como cuando Misha le leyó su carta de aceptación a la universidad, no podía evitar sentirse ansioso como si volviera a repetir ese momento. Los ojos de Ethan se llenaron de lágrimas mientras seguía leyendo, el largo silencio sólo hizo que Lupo temiera lo peor

— Me han aceptado…— Susurró sin poder creerlo. Alzó la mirada aún con las lágrimas en sus ojos, pero con una sonrisa radiante— ¡Lupo van a darme la beca entera! — Gritó lleno de emoción.

Lupo lo abrazó con fuerza e Ethan hizo lo mismo— Te lo dije…

—Me aceptaron, me aceptaron— Decía sin poder creerlo.

—Estoy  tan orgulloso de ti, Ethan.

Aquellas palabras hicieron que derramara algunas lágrimas. Durante toda su vida había querido que alguien le dedicara esas palabras, con ese  orgullo palpable. Abrazó con más fuerza a Lupo sintiéndose feliz de poder tenerlo en su vida— Gracias, Lupo, no sabes cuánto deseé poder escuchar esas palabras aunque fuera una vez.

***

Los días pasaron con rapidez. Octubre se instaló con fuerza y cuando menos Ariel se lo esperó: Era el día de su cumpleaños número dieciocho. El pelirrojo fue despertado por el sonido incesante de su alarma. Miró furioso la hora: Cuatro de la mañana. No es que necesitara despertarse tan temprano, pero desde la pelea con su madre cambiaba constantemente sus horarios para no poder encontrarse con ella. Llegaba tarde, se levantaba temprano, perdía el tiempo caminando por los parques o por las calles casi desiertas.

Se bañó con rapidez y se vistió para ir a la escuela. Tomó su mochila y abrió la puerta de su casa dejando que el aire de la madrugada le pegara de lleno, pero Ariel no cerró la puerta de inmediato, en realidad se quedó de pie bastante extrañado al mirar como su pórtico estaba cubierto de globos con helio e incluso un pequeño muffin, que tenía un dieciocho de caramelo en una cajita transparente, le aguardaba en una de las gradas. Ariel caminó entre los globos y se inclinó para recoger el pastelito sorprendido.

El pelirrojo miró a los lados, confundido, pero después sus ojos se posaron en la acera frente a su entrada y allí no pudo despegarlos. La Ducati.  Ariel bajó las gradas y caminó hasta ella y pasó su mano por el asiento, sus manos se detuvieron en la chonga roja que tenía en el manubrio y luego notó la tarjeta que estaba allí.

“Una vez dijiste que te gustaban más los regalos hechos a mano. Espero que esto cuente como uno. La reconstruí pensando en ti. Feliz Cumpleaños, mi Ariel.

A.”

Ariel miró a todos lados, pero no había rastros de Alessandro. Una sonrisa llena de felicidad se instaló en sus labios mientras miraba la entrada de su casa, ridículamente decorada. También miró su pequeño muffin de cumpleaños, la Ducati.

Ariel no pudo dejar de sonreír en todo el camino hasta el apartamento de Alessandro. Cuando llegó allí buscó a prisa aquella llave que había guardado con tanto recelo— Tu amigo el enojado no está— Ariel se giró confundido al notar a un niño con aspecto soñoliento mientras llevaba su mochila—. No ha estado durmiendo allí. Sólo viene a traer ropa en las tardes y luego se va.

—Gracias por decirme— Dijo con una sonrisa.

— ¿Por qué estás tan feliz?

— ¡Es mi cumpleaños! — Gritó mientras corría hacia las escaleras.

— ¡Feliz cumpleaños!

Ariel sonrió y se despidió con un gesto de su mano. Ese no era el único motivo para estar feliz: La persona que más amaba en el mundo aún estaba esperando por él. Corrió hasta su moto y aceleró dirigiéndose hasta el único lugar donde sabía que podría encontrarlo.

Luego de lo que le pareció una eternidad finalmente logró llegar hasta el refugio de los halcones. Estaba amaneciendo en esos momentos. Ariel iba a entrar a la cabaña cuando se giró al notar a Alessandro saliendo del claro del bosque.

Ariel corrió hasta él, pero cuando estuvo cerca de él se detuvo, le miró con ansiedad no sabiendo por dónde empezar.

—Te estaba esperando…

— ¿Tan predecible era que vendría?

—No, me refiero a que te estaba esperando…

Ariel sonrió con un sonrojo al comprender el verdadero significado de esas palabras: Él lo había estado esperando todo este tiempo— Perdona que haya tardado tanto…

Alessandro lo atrajo a él y acarició con delicadeza la mejilla del otro— Está bien. Estás aquí conmigo ahora— Susurró inclinándose hacia él rozando sus labios—. ¿Volverás a irte?

Ariel se estremeció al sentir sus alientos rozar— No—susurró entrecerrando sus ojos—. Vine para quedarme…

— Eso está muy bien—Alessandro suspiró al sentirlo entre sus brazos.

— ¿No vas a besarme?

Al escuchar esa pregunta sonrió de lado— Estamos un poco ansiosos…

—Por recuperar el tiempo. Sólo bésame— Pidió, pero Alessandro lo detuvo cuando intentó acercarse a él— ¿Ahora vas a vengarte?

El otro río un poco— No, sólo quiero decirte: Feliz cumpleaños, mi Ariel. Estoy feliz que hayas nacido para amarme— Y esta vez sí lo besó tal y como él se lo merecía. Tal como había deseado hacerlo desde hace días atrás.

El pelirrojo se aferró a él. Su piel se erizaba al sentir el contacto de su lengua con la de Alessandro; esos brazos que siempre lo hacían sentir seguro elevarlo un poco, haciéndolo sentir como si volara. Sus manos acariciaron los cabellos de Alessandro sin poder evitar sentir una gran necesidad de llorar de felicidad porque finalmente encontró la paz que había estado buscando con tanta desesperación.

Se separaron, pero Alessandro no lo depositó en el suelo, se quedaron así abrazados, Ariel hundió su rostro en el cuello del otro— Estoy feliz…

—Más te vale que lo estés, dejé esa motocicleta como nueva.

Ariel río como había tenido la necesidad de hacerlo desde hacía mucho— No es por eso, bobo. Es por ti. Sólo por ti…

Alessandro lo depositó en el suelo y frunció el ceño— ¿En serio? De haberlo sabido no me hubiera matado reconstruyéndola.

El pelirrojo volvió abrazarlo— Te amo, te amo aunque te lastime tanto por mis miedos, por mis inseguridades…

—Lo sé, yo también siento lo mismo por ti— le susurró al oído—. Y todo eso: tus miedos, tus inseguridades, incluso tu impulsividad son parte de ti y no dudes que te acepto todo de ti, así como tú has aprendido aceptar todo de mí— Sus manos acariciaron los brazos de Ariel y de un solo movimiento lo tomó en sus brazos.

— ¡Alessandro! — Se quejó mientras se aferraba al cuello del halcón— Oye, ya no soy un niño.

El otro río un poco— Lo sé, pero eso no impide que te consienta un poco— Le susurró con una sonrisa—. Quiero hacerte muy feliz este día y cada uno de los días  de nuestra vida— Entró a la cabaña y fue directo a la habitación donde depositó a Ariel en la cama.

El pelirrojo creyó que empezaría a desvestirlo de inmediato, pero se sorprendió cuando éste se limitó a acostarse a su lado y abrazarlo— Estás un poco raro…

— ¿Tú crees?

—Creía que haríamos el amor…

Alessandro se puso de lado y apoyó su cabeza en uno de sus brazos— Te lo estoy haciendo en estos momentos en mis pensamiento— Comentó con una sonrisa de lado.

Ariel se sonrojó y le dio un golpe en el hombro— Estoy hablando enserio…

El otro lo atrajo más a él— No comas ansias— susurró mientras hundía su rostro en aquellos cabellos rojizos—. Te extrañaba— Demasiado, pero ya había aprendido que hacer ese tipo de confesiones con Ariel no tenía nada de malo y en realidad le hacía mucho bien a lo que intentaban construir—. Feliz cumpleaños…

Ariel sonrió un poco— Eso ya lo dijiste…

—Pero en verdad deseo que este día sea muy feliz para ti— Bajó la mirada y besó la frente del pelirrojo—. Ariel, ricura…

 — ¿Tanto me extrañabas? — Preguntó sorprendido por el comportamiento de Alessandro. Era como si descubriera una nueva faceta del otro.

—Tu ausencia dolía. No vuelvas a irte— Susurró mientras lo apegaba a él posesivamente—. Eres mío. Sólo mío.

—Siempre lo seré— Ahora ya no tenía ninguna duda. Acarició las mejillas del otro—. Soy un idiota por haber intentando encontrar la paz donde definitivamente no la hay, lo que tanto busqué con desesperación lo he encontrado aquí junto a ti…

Alessandro sonrió un poco, sólo un poco— Quieres hablar de eso— Le preguntó con tranquilidad. Ariel le había enseñado que hablar era más fácil para saber cómo ayudar a las personas.

—No quiero arruinar este día…

El otro delineó la mandíbula del otro con su dedo índice— No lo harás. Yo me encargaré que el resto del día compense este rato amargo, te lo juro— le susurró mientras su dedo rozaba los labios del pelirrojo—. No estás arruinando este día, estás garantizando que los días que vienen serán mejores.

Ariel intentó sonreír, pero no pudo al recordar todo lo que le agobiaba— Extraño a mi padre— susurró—. Lo extraño tanto. ¿Sabes? El año pasado fue el primero en felicitarme. Se quedó despierto hasta que dieron las doce y fue hasta mi cuarto a despertarme. Me abrazó y me dijo que yo era su mayor orgullo— Los ojos verdes de Alessandro lo contemplaban con atención—. En esos momentos yo me había sentido mal porque no había tenido el valor de decirle que era gay. Yo no sabía en esos momentos que en verdad tenía un padre que iba a aceptarme tal y como era…

Hubiera deseado poder retroceder el tiempo y haber podido disfrutar ese momento tal como se debía— Es curioso ¿verdad? — Dijo con una sonrisa amarga— Como las cosas que antes pensabas que podrían ser el fin del mundo ahora se ven tan superficiales. Nunca pensé que la vida te pudiera cambiar tanto en tan poco tiempo…

Alessandro escuchaba todo con atención, pero no pudo evitar darle su propio significado a esas palabras. Él sabía bien que la vida te cambiaba de un segundo a otro. Uno solo, significaba la diferencia entre la vida y la muerte; la alegría y la tristeza. Cuando conoció a Ariel para él,  hasta cierto punto, ese fue un segundo sin importancia, pero sin saberlo la vida ya había vuelto cambiar para él y desde ese momento no hubo marcha atrás.

—Las cosas con mi madre van de mal en peor, a veces siento que ella solo quiere tirar la toalla con todo el asunto de mi padre y me da miedo dudar de si lo que estoy haciendo es lo correcto: El no dejarlo partir…

— ¿Qué te dice tu corazón? — Preguntó con suavidad.

—Que mi padre va a despertar…

Alessandro sonrió al escuchar esas palabras. Amaba esa fe ciega que tenía su ricura en que las cosas iban a mejorar. Deseó tener un poco de esa bella cualidad de Ariel— Entonces él va a despertar— le aseguró—. Sólo no tienes que dejar de creer— Ariel se apegó a él y le besó con suavidad— Qué más te preocupa, mi ricura— Susurró.

Ariel aún con los ojos cerrados y cerca de los labios de Alessandro suspiró— Mi madre, está empecinada en no ver los problemas que la rodean. Toda su vida siempre había estado mi padre para protegerla y ahora no sé, siento que espera de mí que yo la proteja, pero me es tan difícil hacerlo— Se aferró a la camisa del halcón al recordar que tampoco sabía bien como proteger a Chris y Naomi—. No lo sé, tengo miedo de fallarles, de fallarme a mí mismo.

Cerró sus ojos con fuerza al recordar lo que sucedió con Mapelli. Lo que más le aterraba de todo eso era que no arrepentía de haberlo hecho. Tembló ante la idea que Alessandro se enterara alguna vez de lo que había hecho, pero en esos momentos no había pensado, lo único que tenía claro era que toda su familia durante décadas habían sacrificado muchas cosas para hacer que todos estuviera bien y en ese momento sólo pensó que era su turno de sacrificar algo.

La idea que Chris hubiera podido morir lo desesperó y sólo pensó en que su padre o su tío hubieran hecho cualquier cosa por salvarlo. Él se había convencido que todo tenía un perdón cuando se trataba de la familia. Se auto convenció que nadie lo iba a juzgar porque había sido por el bien de Chris, pero la verdad es que aunque Will no lo juzgó, él si lo hacía. Se sentía sucio, sentía que había caído tan bajo, pero se vio presa de la desesperación cuando la llamada con Dante no se enlazó porque estaba apagado o fuera de servicio. Él no tenía recursos para buscar otra solución y sólo siguió su naturaleza impulsiva al estar frente a Tabú.

Él no se arrepentía de haberlo hecho, pero ahora su miedo era mayor, puesto que había rebasado todos los principios que alguna vez tuvo. Temía que si otra situación como esa se presentaba entonces no dudaría en volver a rebasar sus límites y que de a poco se fuera hundiendo en un mundo donde sabía que sólo le esperaría dolor.

— Tengo miedo que esté tomando las decisiones equivocadas — Susurró con voz trémula—.Me aterra la idea que después no pueda parar y que me convierta en algo que odie…

Alessandro sonrió un poco, pero por dentro se estaba desmoronando. Esas palabras sólo ayudaban a confirmar lo que tanto temía: Will tenía razón y Mapelli le había hecho algo a Ariel. Sacarle la verdad no había sido fácil aquel día en el hospital y aunque le había asegurado que no sabía con exactitud lo que había hecho el pelirrojo, temía que Mapelli hubiera abusado de él de cualquier forma.

Alessandro intentó ignorar el hecho que Ethan sabía de esas cosas y que éste, diciendo que era el mejor amigo de Ariel no había hecho nada.

—Morello, enserio no sé nada, pero te lo repito: Ariel no estaba bien cuando salió de Tabú, pero una parte de él parecía convencida que lo único que importaba era tener el dinero para la operación de su hermano. Necesitas ayudarlo. Ariel necesita de ti, me da miedo que esté tomando las decisiones equivocadas por no saber manejar toda la presión que lo rodea. Es sólo un niño psicológicamente y temo que no sepa sus propios límites. Él se ha convertido en casi un hermano para mí y me sería muy doloroso que terminara como muchos de los meseros de Tabú…

— ¿Qué más sabes?

El chico dudó— Una vez lo encontré llorando en el despacho de Mapelli, parecía que él había intentado abusar de Ariel. Lo dejé pasar porque se lo mencioné a Ethan cuando llegó por Ariel y me juro que se haría cargo, pero al parecer no funcionó. Tú eres al único que Ariel va a escuchar, yo puedo orientarlo, pero sólo en ti confía ciegamente. Necesito que me jures que no vas a decirle nada de lo que te he dicho, sino Ariel nunca más va a confiar en mí y ninguno de los dos podrá ayudarlo.

 

Alessandro intentó convencerse que Mapelli no se atrevería a tocarlo, pero se había equivocado y no había estado para Ariel cuando más lo necesitaba. Desde el momento en que Will le había dicho eso había sentido la imperiosa necesidad de asesinar a Mapelli, ese deseo lo había estado comiendo vivo y por eso había enviado a Lupo a Rusia, para poner en marcha su plan lo más pronto posible. No iba a permitir que Ariel sufriera aún más.

Alessandro deseó que hubiera otra manera de hacer las cosas más fáciles y más prontas, pero en esta vida no había soluciones sencillas y cada decisión implicaba un sacrificio. Él estaba dispuesto a arriesgarlo todo por Ariel.

—Tienes que entender, mi Ariel, que eres humano— Dijo mientras se incorporaba sobre un codo y se ponía de lado para mirarle—. Sé que quieres proteger a tu familia, que no quieres fallarle a nadie: a tu madre, tus hermanos, tu padre e incluso a tu tío— Misha tampoco había querido fallarles—. Sé que crees que todo va estar bien mientras los protejas. Nadie puede juzgarte por todo lo que has hecho hasta ahora porque no todos serían capaces de asumir un desafío tan grande como el que tú has aceptado— Los ojos de su ricura se tornaron húmedos—. Nadie puede reprocharte nada, pero no me preocupa que los otros te reclamen, lo que me preocupa es que tú te reproches en el futuro esas decisiones que dices que no estás seguro si son correctas— le susurró.

Ariel giró un poco el rostro evitando mirar a Alessandro, pero este le tomó con delicadeza y le hizo mirarle hasta que terminara de hablar— Yo siempre voy a estar a tu lado. No me importan las decisiones que tomes. Siempre voy a estar allí para ayudarte cuando te equivoques, pero lo que me preocupa es que tú no puedas perdonarte las decisiones que has tomado.

Alessandro lo sabía mejor que nadie. Perdonarse así mismo era el paso más difícil—. Estoy orgulloso de la persona que eres, Ariel. Esos errores, esos aciertos son los que te han llevado a convertirte en la persona que realmente aprecio— le sonrió—, pero es necesario que aprendas a trazarte un límite porque tú no puedes proteger a todos, al menos no solo— tomó la mano del pelirrojo—. Juntos sí podremos, pero no quiero que olvides tus sueños por estar pensando en los demás. Tu padre y tu tío encontraron la manera de ser felices y cumplir sus sueños mientras se encargaban de protegerlos, sé que tú también puedes encontrar la manera de serlo.

Ariel le miró con cierta sorpresa— ¿Es verdad?

—Claro que sí.

—No, me refiero a que si es verdad lo que dijiste: Que me tío fue feliz y cumplió sus sueños…

Alessandro sonrió con tristeza— Sí…

Ariel sonrió ante esa idea— ¿Lo conociste?

—Sí…

—Nunca me lo habías dicho. ¿Eran amigos?

—Hay muchas cosas que aún no te he dicho, mi Ariel— Y temía que llegara el momento en que tuviera que decírselas.

El pelirrojo frunció un poco el ceño, pero su expresión se relajo de inmediato— No importa. Aún tenemos toda una vida para que me las digas—Dijo mientras le abrazaba—. Gracias por escucharme…

Alessandro se relajó un poco más— Y una última cosa— Dijo mirándole a los ojos—. No tiene nada de malo que quieras ser feliz, mientras no olvides los sacrificios que hicieron los demás por ti— Ariel le miró sorprendido—. Te conozco, no deberías sorprenderte porque sepa bien lo que estás pensando— comentó con una sonrisa de lado—. Sé que a Will le haría feliz ver que estas luchando por ser feliz, después de todo es lo único que él quería para ti.

Ariel sonrió al escuchar aquello. De repente sentía que el peso que había estado cargando solo durante las últimas semanas hubiera disminuido— Alessandro— dijo con aquel tono que empleaba cuando quería pedirle un favor a la persona que más amaba—. No me hagas volver a casa ahora, te lo suplico…

Alessandro suspiró— Te aprovechas de calidad de cumpleañero— le dijo a modo de reproche, pero sonrió un poco—. Al menos déjame avisarle a tu madre que pasarás el día conmigo. ¿Sí?

Ariel asintió— Gracias…

Acarició los cabellos del pelirrojo— ¿Por qué no duermes un poco más? Luces exhausto.

—Quiero pasar el mayor tiempo posible contigo…

—Ya habrá tiempo, descansa y recarga tus energías vas a necesitarlas— le aseguró.

Ariel sonrió al escuchar aquello, de a poco fue cerrando sus ojos. La verdad estaba exhausto de luchar per mantener todos a salvo, de darles todo lo que necesitaban, de intentar demostrarse que era lo suficientemente fuerte como para sobrevivir en ese mundo.

***

El olor a comida fue lo que lo despertó. No sabía bien qué era, pero olía exquisito. Ariel se removió un poco entre las sábanas que antes no habían estado sobre él. Se abrazó un poco a la almohada y respiró profundo al sentir el aroma de Alessandro impregnado en ella. Una risa lo hizo abrir los ojos.

Allí estaba él, frente a él sentado en un taburete con una guitarra en sus manos. Ariel se frotó un poco los ojos intentando despertarse —Hola, mi ricura dormilona— Ariel se incorporó un poco en la cama—. Me preguntaba cuánto tiempo más me tendrías esperándote— Antes que el pelirrojo respondiera, el halcón se le adelantó—.No soy muy bueno con los regalos de cumpleaños si he de serte sincero, pero quiero cantarte. Tú siempre lo haces, te gusta cantar o dedicarme canciones así que creo que hoy es un buen día para que yo haga lo mismo…

Ariel se sentó en la cama apoyando su espalda a la pared. Alessandro empezó con unos acordes que el pelirrojo reconoció de inmediato. Una sonrisa afloró de su rostro cuando éste empezó a cantar:

It's hard for me to say the things I want to say sometimes. There's no one here but you and me and that broken old street light. Lock the doors we’ll leave the world outside…

Ariel no pudo dejar de sonreír cuando llegó al coro y le miró a los ojos. Él era quién tendría que estarle cantando esa canción a Alessandro y no al revés.

Thank you for loving me for being my eyes when I couldn't see for parting my lips when I couldn't breathe. Thank you for loving me…

Alessandro no podía dejar de sonreírle mientras cantaba. Quizás se estaba volviendo cursi, a lo mejor debía de evitar que esas mañas se le pegaran de su ricura, pero ese momento deseó que fuera eterno. Cerró sus ojos para cantar el último coro de “Thank you for loving me” de Bon Jovi.

Apenas terminó sintió los labios de Ariel posarse sobre los suyos y no pudo borrar esa sonrisa. Abrió los ojos y empezó con otros acordes, el pelirrojo sonrió al escucharlos— ¿Ahora esta será nuestra canción?

Alessandro sonrió mientras asentía justo antes de empezar a cantar “Your Guardian Angel” — When I see your smile tears roll down my face I can't replace and now I’m stronger that I figure out…

Ariel sonrió y continúo con la siguiente estrofa. Sus voces armonizaban de una manera que jamás esperó, como si en verdad esa canción había sido destinada a que fuera suya. Al llegar al coro y escuchar su voces juntas fue algo que siempre guardaría en su memoria.

Seasons are changing and waves are crashing and stars are falling all for us days grow longer and nights grow shorter I can show you I'll be the one…

Al terminar la canción ambos se quedaron mirándose con una sonrisa que era difícil de borrar. No ahora, no allí cuando estaban ellos solos, lejos del mundo, de los problemas. Alessandro puso la guitarra en el suelo y se inclinó para besar a Ariel quién lo atrajo hacia la cama besándole con suavidad primero, pero dejando que el beso fluyera de a poco, el amor se fue transformando en ese deseo de poseerse uno al otro.

Al poco tiempo, Alessandro estaba colando sus manos debajo de la camisa de Ariel, quién jadeó suavemente al sentirlas recorrer su pecho— Eres un pervertido, yo queriendo ser un novio romántico y tú solo me incitas a hacerte mío…

Ariel se sonrojó un poco— Yo no te he incitado a nada…

El halcón se alejó un poco de él y alzó una ceja— ¿A no? — Preguntó mientras una de sus manos iba rozando de a poco la piel del pelirrojo sintiendo como se iba erizando ante su toque—. Vamos, Ariel, ya estás grandecito para hacerte responsable de tus actos. ¿Crees que no me vuelves loco con esa mirada que tienes en esos momentos? — Le preguntó mientras con un hábil movimiento desabotonaba el pantalón de éste— Esos verdes rebosantes de deseo, que me desvisten con la mirada— Ariel se sonrojó al escucharle hablar de esa manera—. Hacerte  inocente con ese sonrojo sólo hacen que me den más ganas de clavártela— le susurró—. Sigues seduciéndome, Ariel— le dijo con voz ronca mientras su mano se colaba bajo los bóxers del pelirrojo. Sonrió de lado y aquello sólo hizo que el otro apartara la mirada avergonzado— Ya estás húmedo y luego dices que no me incitas a hacerte cosas indecentes…

El pelirrojo iba a protestar cuando el otro empezó a bombear su naciente erección, toda queja quedó en el aire y sólo dejó salir un suspiro, casi un ronroneo de placer. Cerró sus ojos dejándose embriagar por aquella sensación que hacía arder a su vientre. No puso queja alguna cuando Alessandro lo desvistió, apenas descuidando su erección.

Ariel abrió los ojos encontrándose con aquellos verdes que parecían devorárselo por completo— ¿Vas a seguir negando que me seduces?

—Sí— dijo intentando conservar la calma. Su mano se fue hasta el cabello de Alessandro para luego tomarlo por la nuca atrayéndolo a sus labios—. Ahora sí lo estoy haciendo— susurró con una sonrisa sensual mientras rozaba sus labios con los del otro y su otra mano se iba hasta la entrepierna del otro y la apretaba descaradamente lográndole sacar un gruñido de placer. Ariel le sacó la camisa y en poco tiempo se encargó de dejarlo completamente desnudo.

— ¿Dónde está mi angelito?

—No lo sé, pero para mientras puedes divertirte conmigo— Le aseguró con una sonrisa mientras alzaba un poco sus caderas haciendo rozar sus erecciones, sacándole un suspiro de placer a ambos.

Alessandro empezó a moverse haciendo que sus erecciones rozaran logrando hacer suspirar a Ariel de deseo. Las manos de Ariel se fueron hasta las nalgas de Alessandro obligándole a que sus erecciones rozaran aún más. Ante el mayor roce empezó a jadear suavemente sin despegar la mirada de aquellos ojos que no perdían detalle de sus expresiones.

Ariel recorrió la ancha espalda de Alessandro con sus manos — Alessandro, fóllame ya…

El otro negó con una sonrisa— Aguarda un poco— susurró antes de reacomodarse dejando su erección a la altura del otro de Ariel y él teniendo a su alcance la erección del pelirrojo.

Ariel le miró lleno de deseo y antes que pudiera poner sus labios alrededor del pene de Alessandro el otro empezó a bombear su erección sacándole un ronco jadeo elevando un poco sus caderas.

Apenas logró acostumbrarse a la sensación acogió la erección de Alessandro en su boca, embriagándose con su sabor. Se excitó aún más al tenerla en su boca y sentir a Alessandro trabajándole. Su lengua recorrió el sexo de Alessandro extasiado, sus labios ejercían un poco más de presión en la punta logrando percibir como el cuerpo del otro se tensaba un poco. El ritmo de Alessandro de un segundo a otro aumentó drásticamente haciendo que Ariel ahogara gemidos al tener su boca ocupada— Alessandro, para…— suplicó pausando la felación del halcón, pero el otro le ignoró—. Alessandro, voy a correrme— le advirtió con voz aguda segundos antes de alcanzar su orgasmo que le dejó sumamente dócil.

Ariel respiraba con dificultad, sintiendo su cuerpo temblar. Alessandro sonrió un poco limpiándose un poco del semen de Ariel que escurría por sus comisuras— Te ves exquisito— susurró antes de dejarle boca abajo.

El pelirrojo protestó un poco, pero cuando sintió la erección de Alessandro rozar sus nalgas se olvidó de todo y se dejó hacer. Ahogó suspiros al sentir al halcón besar su nuca, bajando por su espalda. Ariel relajó su cuerpo, dejando escapar un suave jadeo cuando el otro empezó a masajear sus nalgas antes de separarlas. El pelirrojo apretó las sábanas cuando  la lengua de Alessandro acarició aquel lugar tan íntimo. Hundió su rostro contra la almohada sintiendo como su corazón martillaba con fuerza al sentir como la lengua de Alessandro lo penetraba.

Alessandro parecía empeñado en volverlo loco, en devorarse su culo. Gimoteó ansioso cuando esas húmedas caricias le lograron causar otra erección. El halcón elevó las caderas de Ariel dejando que el resto del cuerpo de éste reposara en la cama.

Éste no dudó en penetrar a Ariel, poseyéndolo. El pelirrojo gimió al sentir a Alessandro dentro de él, llenándolo por completo. Ladeó el rostro— Fóllame…

Alessandro se inclinó un poco para besar su nuca— Vas a hacer que me corra si sigues diciendo esas palabras con esa voz— le susurró antes de moverse con lentitud. Lográndole sacar unos jadeos al pelirrojo—. ¿Más? — Le preguntó con voz ronca mientras tomaba con más fuerza las caderas de Ariel.

—Sí. Fóllame más fuerte…

Alessandro se incorporó con una sonrisa antes de hacerlo tal Ariel le pedía, adoraba que Ariel le gustara hacerlo de esa manera, fuerte, rápido un poco brusco. Alessandro le penetraba con tal fuerza que pronto el pelirrojo no pudo contener sus gemidos que llenaron toda la cabaña.

Alessandro gruñó al sentir como Ariel contraía con fuerza su cuerpo justo cuando dio en aquel punto que lo volvía loco, no necesitó que Ariel se lo hiciera notar. Dio unas cuantas embestidas dando justo donde sabía que su ricura perdía la cordura—Voy a correrme— susurró Ariel con voz aguda.

Alessandro dio las últimas embestidas aferrándose con fuerza a las caderas de pelirrojo hasta que sintió como el otro lograba su orgasmo, manchando las sábanas, apretando su cuerpo deliciosamente alrededor la erección de Alessandro, pero él necesitaba un poco más, dio un par de embestidas haciendo que Ariel gimoteara aún más hasta que finalmente logró correrse en el interior de Ariel llenándolo con su semen en abundancia.

Alessandro soltó las caderas de Ariel y aún en su interior se acostó sobre él intentando no aplastarlo mucho, pasando sus brazos bajo éste en un posesivo abrazo, su respiración era agitada, se dejó embriagar por esa sensación de absoluta tranquilidad. Sus labios besaron los hombros del pelirrojo.

Salió con lentitud del interior de Ariel y se acostó al lado del otro. Sonrió al notar la expresión de satisfacción de éste— Estás muy callado— dijo para molestarle un poco.

Ariel se sonrojó— Deja que recupere el aliento— exclamó con voz aguda.

Alessandro sonrió y lo atrajo a él dejando que Ariel apoyara su cabeza en su pecho. Acarició la espalda del menor sintiéndose satisfecho sexualmente hablando. Cuando escuchó un gruñido del estómago de Ariel ahogó una risa— Creo que ahora tendré que alimentarte de otra forma— dijo mientras le pasaba una de sus camisas—. No te pongas nada, total pronto volveré a follarte.

Ariel le miró apenado mientras se ponía sólo la camisa de Alessandro para cubrir su desnudez. Alessandro se limitó a ponerse sus bóxers y lo guió a la mesa donde tenía ya la mesa preparada. Al notar la sorpresa del menor río— ¿Creías que no tenía un plan para este día?

Ariel sonrió mientras tomaba asiento en la mesa— No pensé que lo planearas tan bien…

—Siempre tengo un plan para todo— comentó con tranquilidad mientras le servía el almuerzo que había preparado especialmente para su ricura.

***

Los guardaespaldas de Mapelli al verlo llegar se apresuraron a quitarse de su camino. Él se limitó a dirigirles una mirada gélida antes de entrar al despacho sin anunciarse. Apenas entró se encontró mirándole directo a los ojos— No esperaba tu visita…

Cerró la puerta detrás de él, no le convenía que alguien lo viera allí— ¿Desde cuándo he tenido que anunciarme?

Mapelli sonrió de lado mientras se acomodaba en su silla— Nunca. Simplemente me sorprendió tu visita, creía que finalmente tu consciencia te remordió por estar traicionando a tus queridos amigos.

—Sabes bien que yo no tengo conciencia— Le espetó con frialdad—. Se nota que los subordinados que tienes a tu servicio no pueden darte información.

—Te recuerdo que fuiste tú quién propuso que Claudio debía morir para que no descubrieran que él sólo era un títere más y quién verdaderamente me informa eres tú.

Sonrió de lado— ¿Ahora vienes a arrepentirte? Sabes que en este juego siempre hay que sacrificar algunas piezas irrelevantes…

—Pues cuando no apareciste debo decirte que realmente lo consideré— Miró el bolígrafo que tenía en sus manos y luego alzó la vista unos segundos—. Después de todo Morello se creyó que en verdad me había engañado— Una pausa—. Suponiendo que aún te conozco bastante bien debo suponer que esta no es una visita social…

—Lamire está vivo.

Mapelli dejó caer su bolígrafo mirando a su informante incrédulo— Imposible…

— ¿Ahora me llamas mentiroso?

El halcón puso sus manos sobre el escritorio temblando de rabia— Lamire está muerto. Incluso…

—Morello es Morello sabes bien que él puede hacer lo que sea aunque a ti te duela aceptarlo. Si se lo permites entonces será superior a ti en todo sentido y no dudará en quitarte del camino— Mapelli le miró furioso—. Has perdido facultades. Eso no es algo nuevo considerando tu edad, deberías de ir retirándote.

Mapelli crujió sus dedos con fuerza— Si Lamire está vivo entonces ¿dónde está? ¿Por qué decírmelo hasta ahora?

—Porque quería asegurarme que no perdería mi tiempo informándote que estaba vivo cuando podía morir en cualquier momento.

—Está vivo…

—Y en Barcelona— Comentó con tranquilidad—. ¿Quieres que me encargue de él? ¿O vas a dejarlo al margen de todo?

—Lamire es leal a Morello. Dejarlo vivo sólo representaría un obstáculo…

—El tipo no puede caminar ¿crees que un paralítico va a generarte problemas?

— ¿Estás sugiriendo que lo deje vivir y salirse con la suya?

—Estoy sugiriendo que lo dejes vivir y que pase el resto de sus días temiendo que puedas encontrarlo. Basta con que  le dejes saber que sabes que está vivo.

Mapelli relajó sus hombros y sonrió ante esa idea— Házselo saber… — Su informante se puso de pie indicándole que esa reunión había terminado—. ¿Sabes? Siempre hay algo que me he preguntado…—La persona se detuvo y giró un poco su rostro para ver al otro— ¿Qué harás cuando ellos se enteren que no eres el amigo fiel en que ellos pueden confiar?

Sonrió un poco— Tú tienes tus  propios objetivos; ideales; metas, Mapelli, yo tengo los míos…

— ¿Y cuál son esos?

—Venganza…

***

Ariel sonrió al sentir los dedos de Alessandro delinear su cintura. Cerró sus ojos al sentir los besos en sus hombros— No me digas que quieres más…

Alessandro se apegó más a él— ¿Te has cansado del sexo?

—No, pero mi culo necesita un descanso si quiero sentarme la otra semana…

Habían hecho el amor tres veces más después de comer. Alessandro se estaba luciendo con sus dotes de amante, parecía que ese día se había propuesto a ser más intenso de lo usual y Ariel creía que eso era algo imposible, pero al parecer para éste no había cosas imposibles.

—Aún es temprano, podemos ir a dar una vuelta a la ciudad ¿Qué dices?

Ariel sonrió un poco— Estoy bien aquí. Se respira tanta paz, pareciera que estuviera en otro mundo, es como si los problemas no te alcanzaran hasta este lugar.

—Me alegra que te sientas cómodo en este lugar, después de todo te pertenece también…

— ¿De verdad?

—Sí, puedes venir las veces que quieras incluso cuando yo no esté aquí…

Ariel le besó— Gracias, pero prefiero que estés aquí conmigo…—Se apoyó en el pecho del halcón sintiendo aquellos latidos que pronto le relajaron. Se estaba quedando dormido cuando su móvil empezó a sonar.

—Creí que lo habías apagado— dijo entre dientes.

El pelirrojo se inclinó para tomarlo, pero cuando notó el nombre de Ethan en su pantalla vaciló. Alessandro le arrebató el teléfono antes que pudiera reaccionar. Ariel creyó que lo estrellaría contra la pared, pero se quedó mirando la pantalla unos segundos antes de volvérselo a pasar— Deberías de contestar…

El pelirrojo le miró sorprendido, pero decidió seguir su consejo— ¿Aló?

—Hola, Ari…

—Hola…

—Yo…Feliz cumpleaños.

Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Ariel quien se sentó en la cama aún sintiendo la mirada de Alessandro sobre él— Gracias…

—No llegaste ahora a clases y me preocupé…

— ¿De verdad? — Dijo un poco incrédulo, después de todo por la manera en que Ethan se venía comportando últimamente se le hacía un poco difícil de creer.

—Sí, yo entendiendo si no me crees, pero es la verdad…

—No quería preocuparte. Es sólo que tuve un ligero cambio de planes en mi rutina diaria— Sonrió a Alessandro quién había permanecido en silencio todo ese rato. Vaya cambio de planes.

—Oh…—Ariel se preguntó si Ethan ya habría averiguado la razón por la que había faltado, después de todo su amigo era muy intuitivo— Entonces estás demasiado ocupado para salir conmigo un rato…

Ariel vaciló unos segundos. Alessandro alzó una ceja interrogante. El pelirrojo lo ignoró unos segundos— ¿Tienes  algo en mente?

—Hablar, no sé un helado o cenar si tienes suficiente tiempo. Quería hablar contigo…

Ariel chasqueó la lengua recordando lo mal que lo pasaron la última vez que ambos decidieron hablar— Supongo que un helado no me haría daño ¿Te parece como dentro de dos horas en el centro comercial?

—Perfecto.

Ariel sonrió— Entonces nos vemos allá— Cortó la comunicación y se apresuró a mirar a Alessandro—. Lo siento, sé que acabo de rechazar tu idea de salir, pero las cosas no están bien con Ethan y yo…

Alessandro suspiró— Odio cuando pones esa cara y me pides perdón al mismo tiempo porque me es imposible enfadarme contigo, pero yo iré a dejarte y sólo te compartiré tres horas. ¿Entendido?

—Entendido.

El halcón se subió encima del pelirrojo— Aún tenemos dos horas y como castigo por abandonarme no vas a sentarte la próxima semana…

***

Horas más tarde Lupo pasaba de largo entre los diferentes apartamentos del almacén— ¿Me repites que estamos buscando?

—Algo para Ariel. ¿Alguna idea?

—Cianuro— respondió con una sonrisa de lado. Ethan apartó la mirada de las camisetas y le lanzó una mirada algo molesta—. Pediste mi opinión…

—Recuérdame no hacerlo en cuanto se trate de darle regalos a Ariel.

—Creía que estaban peleados…

—Las diferencias pueden dejarse para este día— Comentó con tranquilidad.

Lupo se sentó en una de las sillas frente a Ethan quien sonrió al notar como varias mujeres se le quedaban viendo y Lupo ni siquiera se daba cuenta— Repíteme de nuevo ¿por qué te llamó el tal Erbil?

Ethan borró su sonrisa— Intenta acercarse a mí. No sé por qué…

—Le simpatizas.

—Es el prometido de mi madre…

Lupo frunció el ceño— ¿En verdad van a casarse?

—No lo sé, no es que tenga una excelente comunicación con mi madre— le recordó—. Así que no creo que esté en la lista de invitados si es que llegan a hacer algo.

—Al menos las cosas con Shiheflit están bien.

Ethan sonrió al escuchar aquello, era verdad. El señor Shiheflit le había mandado un bonito presente al enterarse que se había ganado una beca. Las últimas veces que había visto a Samuel después de la muerte de Elena lo había sentido bastante extraño, pero quería creer que aquel presente era la señal que necesitaba para saber que las cosas no habían cambiado entre ellos.

Luego de unos minutos más buscando su regalo salieron de la tienda y Lupo se despidió para evitar cruzar palabra con el pelirrojo. Ethan no comprendía por qué era la aversión de Lupo hacia su amigo, pero por lo sano prefería no saberlo.

Se dirigía hacia la fuente donde habían acordado por mensaje que se encontrarían cuando notó a una figura conocida. Ethan sonrió al ver a Samuel y éste hizo lo mismo a su vez— Que  agradable coincidencia.

—Hola, Señor Shiheflit, nunca me imaginé encontrarlo por aquí.

—Bueno aún soy una persona y necesito comprar una que otra cosa. ¿Te ha llegado el pequeño obsequio?

Ethan sonrió mientras le enseñaba el imponente rolex que había sido regalo de Samuel— No debió haberse molestado…

—No fue ninguna molestia. En realidad te lo tenías ganado desde hacía mucho, pero no había encontrado una ocasión adecuada para dártelo.

— ¿Todo bien en la compañía? — Preguntó no atreviéndose a indagar sobre la vida privada.

Samuel pareció vacilar— En realidad estoy en proceso de venderla…

Ethan le miró sorprendido— ¿Por qué? Creía que todo iba bien.

—Y es así, pero creo que es tiempo que me retire e intente pasar en paz los años que me quedan. No sé alejarme de todo, ver el mundo creo que me haría bien…

Ethan sintió que parte de ese retiro lo había causado él— Entiendo…

Samuel sonrió al ver su expresión— Cambia esa cara, Ethan. Además sabías bien que estaba planeando seriamente alejar de todo por un rato.

Ethan intentó lucir más cómodo para no hacer las cosas más difíciles— ¿Entonces se irá?

—Sí, pero aún debo ir a hacer unas diligencias a los laboratorios antes de sentarme a escuchar propuestas, pero el que mi chofer y mi asistente no puedan acompañarme mañana me van a generar ciertos problemillas.

—Yo podría acompañarlo— Se apresuró a ofrecerse, pero luego cayó en cuenta que no sería lo más conveniente. No sabiendo aún cómo en verdad su relación estaba con Samuel.

— ¿Podrías?

Ethan no esperó que en verdad le tomara la palabra— Por supuesto. Me encantaría ayudarle en lo que esté en mis manos.

—Me harías un enorme favor, Ethan, pero no quiero abusar de tu amabilidad…

—De ninguna manera. Si usted está de acuerdo que lo acompañe entonces lo haré.

Samuel sonrió al escucharlo hablar de esa manera— Entonces pasaré por tu apartamento a eso de las siete ¿te parece bien la hora o prefieres dormir un poco más?

—No, no, a las siete está muy bien— Iba a seguir hablando cuando su móvil empezó a sonar. Era Ariel—. Yo…

—No te preocupes, creo que vas a reunirte con alguien y te estaba entreteniendo. Puedes irte ya, yo seguiré encargándome de mis diligencias.

Ethan asintió— Entonces nos veremos mañana.

—Hasta mañana y otra vez gracias por la ayuda.

—Un placer ayudarle— Comentó sonriente antes de despedirse y dirigirse hasta la fuente donde el pelirrojo lo esperaba.

***

Ariel aún se encontraba incómodo media hora después de que se encontró con Ethan. Sonrió al mesero que le llevó una enorme copa de helado de todos los sabores.

— ¿Seguro que sólo eso quieres?

—Claro, con fortuna desayuno mañana después de comerme esto— Comentó medio broma medio enserio.

Había algo en Ethan que le hacía sentir nervioso, incluso en esos momentos que parecía tan relajado. Intentó convencerse que eran cosas suyas, pero eso no ayudó a que esa sensación se marchase. Él temía que llegaran a tocar el tema que había sido el punto de quiebre entre ellos y mientras que Ethan tampoco había mencionado a Alessandro en todo esto, él no sería el primero en meterlo a la conversación.

Extrañaba a su amigo con el que podía hablar sin sentir que en cualquier momento diría algo inapropiado y éste se iría sin darle mayores explicaciones. Suspiró. No quería perder a Ethan como amigo y se había intentando convencer que si lo había invitado allí era porque quería hacer las paces y de alguna manera había comprendido que sus sentimientos hacia él sólo podían ser los de una incondicional amistad.

—Estás incomodo ¿Verdad?— Ariel alzó la mirada al escucharlo hablar así— Disculpa. Fui muy egoísta por hacerte venir en tu día de cumpleaños a verme.

— ¿Eh? No, no, Ethan yo quería verte...

— ¿De verdad? — Preguntó con demasiada ilusión que hizo querer retractarse sólo un segundo al pelirrojo de sus palabras.

—Sí— admitió a su pesar—. Odio que estemos peleados y que no sepa bien la razón. Extraño a mi mejor amigo…

Ethan le miró un poco desanimado al escuchar cómo le llamaba de esa manera— Creo que te debo una enorme disculpa por mi comportamiento…

Ariel dudó antes de poner su mano en la de Ethan, la cual notó que estaba bastante fría y temblaba ¿por nervios? — Sólo quiero a mi mejor amigo de vuelta. ¿Sería mucho pedir?

Ethan le miró con intensidad y una tímida sonrisa surgió de sus labios antes de apretar esa mano haciendo que sus dedos se entrelazaran. Su corazón palpitaba con fuerza— No. No es mucho y menos cuando te quiero de vuelta en mi vida— No podía estar lejos de Ariel por mucho que le doliera admitirlo: lo necesitaba demasiado. Aprovechó ese momento para sacar un pequeño paquetito—. Feliz cumpleaños— dijo mientras se lo tendía.

—Oye, no tenías que comprarme nada…

—Sí. Si tenía. Espero que te guste…

— ¿Puedo abrirlo?

—Mejor cuando estés solo— pidió algo apenado—. Si no te gusta puedes cambiarlo por algo mejor.

—No seas bobo. No voy a cambiar algo que me regalaste— Comentó mientras lo guardaba en el bolsillo de su abrigo. Ariel tomó una enorme cucharada de helado. Miró sobre el hombro de Ethan mientras se la llevaba a la boca, pero palideció al ver a chico que en un momento le pareció Will. No notó en el momento en que su cuchara cayó con fuerza sobre la mesa, fue hasta que lo escuchó hablar y se giró por completo que en verdad supo que no era su amigo.

—¿Ari?

El pelirrojo se llevó las manos al rostro intentando controlarse. No era Will. Will estaba muerto por más que se repitiera esas palabras no ayudaba a que se sintiera mejor. Escuchó la silla de Ethan moverse y al siguiente segundo este estaba a su lado abrazándolo lo más que la silla les permitía.

—Creí que…

—No es él—Ariel intentó tranquilizarse, pero no tuvo mucho éxito—. Lamento que haya muerto…

El pelirrojo le miró bastante afectado— Él no debería estar muerto— dijo lleno de rabia—. No es justo…

— ¿No ha habido ningún avance con la investigación?

—No— Y no creía que la hubiera—. Lo odio, odio tanto a la persona que le hizo eso a Will. Desearía que estuviera muerta, desearía poder encontrarla y hacerla pagar por eso…

—Ariel…

Notó la sorpresa en Ethan— ¿Qué? La policía no hace nada. ¡Nunca hace nada! Primero mi padre, ahora Will. No me pidas que se lo deje en manos de la justicia porque está claramente no existe al menos si uno no hace algo por su propia cuenta.

—No— susurró—. En realidad iba a decirte que si alguna vez llegara a saber quien le hizo eso a Will o a Aarón lo haría pagar el triple por todo el sufrimiento que te ha causado…

***

A la mañana siguiente un auto deportivo se detuvo frente al departamento de Ethan. Éste llevaba cinco minutos afuera esperando. Sonrió al notar a Samuel en él— Creía que era un viaje de negocios.

—Y lo es, es sólo que he vendido todos mis autos y  este es el único que me queda— Ethan subió en el asiento del copiloto—. Buen día, lamento tenerte que importunar tanto con mis obligaciones.

—No es una molestia— Dijo mientras se acomodaba un poco mejor el saco del traje— ¿No quiere que le ayude a manejar?

—Al regreso estaría bien. Terminaré molido después de la reunión estoy seguro de ello.

Ethan asintió, esas reuniones eran realmente agotadoras. Se acomodó en el asiento del copiloto, al poco tiempo dejaban la ciudad atrás. Pensó en Ariel, en qué haría si alguna vez llegara a tener enfrente a quién asesinó a Will y disparó a Aarón y Emily. No intentó dejar de pensar en aquellas ideas que incluso hasta él le perturbaban, pero al poco tiempo terminó presa del sueño, después de todo aún faltaba mucho camino por recorrer.

***

Ethan gruñó al sentir algo frío deslizarse por su mejilla. Intentó quitárselo de un manotazo, pero nuevamente volvió a sentirlo. Abrió los ojos intentando saber dónde estaba lo primero que sus ojos divisaron fue árboles por doquier. ¿Un bosque?

Miró al asiento del conductor y Samuel no estaba— ¿Me buscabas? — Susurró cerca de su oído.

Ethan iba a girar su rostro cuando sintió algo frío ser presionando contra su mandíbula. No algo: Un arma.

— ¿Señor Shiheflit? —El pánico se hizo presente en él. Una parte de él quería convencerse que era un sueño. Uno muy vivido, pero estaba despierto.

—Levántate. No quiero que vayas a manchar los asientos con tu asquerosa sangre…

Ethan hizo lo que le ordenó. Salió del auto, Samuel le tenía la puerta abierta. El arma pasó de estar en su cuello a su frente. Ethan miró a todos lados sintiéndose presa del pánico, no había nadie allí— Señor Shiheflit…

Aquel hombre que siempre había tenido una sonrisa amable, una expresión llena de serenidad no era la sombra de quién tenía enfrente— Creías que de verdad iríamos a un viaje de negocios ¿eh?

Ethan empezó a temblar— Era una trampa…

Samuel empezó a caminar alrededor de Ethan y éste intentó no perderle de vista— ¿Creías que en verdad podíamos ser amigos después de todo lo que me hiciste?  ¿Tienes una idea de lo mucho que tuve que controlarme por no asesinarte cada vez que te veía?— Samuel apretó con fuerza el arma contra la frente de Ethan, tanto que lo hizo retroceder un paso— ¿En verdad eres tan estúpido, Ethan?

—Yo no quería matarlo, fue un accidente…

—Esto también será un accidente. Te apreciaba, Ethan. Te quería como un hijo, hasta que decidiste asesinar al mío— comentó con rabia— e hiciste que mi amada Elena se suicidara…

—Yo no…

— ¿No fue tu culpa? — Preguntó furioso— ¿Eso ibas a decir? ¿En verdad vas a negar lo obvio frente a mí? —Ethan intentaba buscar un modo de escapar, pero no tenía idea dónde estaban y era claro que nadie sabía que ellos estaban allí— No sabes cuánto he planeado esto, quise asesinarte desde el momento en que mi Elena se quitó la vida acusa de ti— Samuel le miraba furioso—. No quise creerle, te defendí frente a ella y por eso está muerta…

—Yo no…

—Cállate— dijo entre dientes—. Debí haber escuchado lo que ella me advirtió: Que ibas a encargarte de destruir nuestras vidas, debí haber escuchado a tu madre: Ella me advirtió que sólo podías traer destrucción, dolor y muerte…

—Yo nunca quise causarle tanto dolor— Dijo desesperado—. De verdad, sí hay algo que yo…

—Sí, si hay algo— lo cortó Samuel—. Puedes morir. Ahorrarnos el sufrimiento a quienes quedan. A tu amigo Ariel, al señor Lupo, a Dante a todos— Ethan tembló al escucharle hablar de esa forma, ese no era el señor Shiheflit, intentó convencerse, él jamás le hablaría de esa forma, él no era así—. Voy a matarte y ahorrarles el sufrimiento a todo los que te rodean…

Ethan empezó a retroceder, pero Samuel no le quitaba la mirada de encima. No podía pensar. Sentía su corazón palpitar al máximo, la adrenalina fluirle indicándole que debía hacer algo en ese mismo instante si no quería terminar muerto.

—Yo nunca quise, yo nunca quise asesinar a Matías…

—No importa cuántas veces lo digas, eso no va a devolverme a mi hijo. Tus lágrimas no van a devolverme a mi esposa— Ethan tenía los ojos llenos de lágrimas—. Estás podrido por dentro, Ethan Lenz, debí haberte matado aquella tarde en el cementerio. ¿Sabes por qué te di ese reloj? Para que fueras contando las horas que te quedaban de vida…

—Señor Shiheflit, us-usted no es así…

—Maldigo el momento en que te conocí, en que te invité a trabajar para mí...

Ethan lo vio vacilar un segundo, antes de que apretara el gatillo. Ese fue el momento en que aprovechó para abalanzarse contra él. El disparo fue al aire. Ethan forcejeó con Samuel recibiendo un golpe en su mandíbula, el arma cayó varios metros lejos de ellos. Ethan se apresuró a ir hasta el arma, intentando deshacerse de ella, pero Samuel lo tomó del tobillo haciéndolo caer nuevamente.

Shiheflit salió corriendo hasta el arma. La tomó dispuesto a terminar una vez por todas, esta locura justo en el momento en que se giró, notó a Ethan abalanzarse contra él una vez más. Forcejearon hasta que el sonido del arma activándose los hizo detenerse. Ambos se miraron llenos de pánico.

Ethan estaba bajo de Samuel sintió su mundo tambalearse. Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando una gota de sangre cayó en su rostro. Sus manos soltaron el arma que hasta hacía unos segundos había luchado por conseguir. Quiso gritar cuando el cuerpo sin vida de Samuel Shiheflit cayó sobre él sintiendo cómo la sangre caliente se derramaba sobre su cuerpo, impregnándose en él. Ethan empezó a respirar erráticamente, su cuerpo empezó a temblar, sentía que se estaba volviendo loco, intentó quitárselo de encima, pero sus manos no respondían, quería salir huyendo pero apenas y podía respirar. Sentía que su cabeza iba a explotar. Quiso alejarse de allí, pero lo único que consiguió luego de unos minutos de luchar por intentar recobrar el control de su cuerpo fue gritar, gritó hasta que su voz fue ahogada por el perenne silencio de ese bosque. 


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