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El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

Bueno he aquí uno de los capítulos que más ansiaba llegar :B! Ps espero que les guste la verdad me salió bastante diferente a como lo había planeado, pero ya ven, los personajes me controlan a mí no yo a ellos @.@

Una disculpa enorme que me ha agarrado la tarde con los reviews prometo contestarlos todos sin falta.

Este cap va para Diinoka que me sigue desde infierno de ángeles :)

Que lo disfruten! :)

A lo lejos escuchó el despertador. Hoy era el día. Abrió sus ojos y se encontró con los de Alessandro mirándole atento. Con solo un vistazo supo que ambos estaban pensando lo mismo— Todavía estoy a tiempo de matarlo…

—Tengo que hacerlo.

—No, no tienes que hacer nada, Ariel, no quiero pelear.

—Entonces me dejarás hacerlo a mi manera—Se incorporó sin muchos ánimos. Odiaba la distancia que había entre ellos—. Voy a proteger a mi familia.

—Y yo quiero proteger a lo único que me importa.

Sonrió con tristeza. A veces creía que Misha era más importante que él. ¿Cómo le decía eso? No se sentía capaz. Había prometido ser paciente con el tema, pero no sabía cuánto iba a resistir— Y lo harás, solo que no puedes estar controlando mi vida en todo momento, así como yo no puedo controlar la tuya— Daría lo que fuera por controlar esos pensamientos tan complejos.

Alessandro no dijo nada. Se limitó a darle la espalda. ¿Qué podía decirle? “No, tú me perteneces y no te dejaré hacer una locura.” Sabía que eso no podía ser. Si algo tenía en común con Ariel era esa terquedad de elegir lo que iban a hacer y nadie podía hacerlos cambiar de parecer.

—Voy a ducharme…

No dijo nada. Solo  se volteó un poco para ver aquella figura que le parecía tan frágil ir al baño. ¿Cómo protegerlo si él mismo lo estaba dañando en esos momentos? ¿En qué momento las cosas se pusieron así? Quiso odiar a Misha, culparlo por lo que pasaba en esos momentos, pero sabía bien que la culpa era solo suya.

¿En verdad iba a ser tan estúpido de echar a perder su relación por cosas del pasado? No quería volver a ser el tipo de tiempo atrás. Sin embargo sino hacía algo pronto estaba seguro que iba a perder a Ariel para siempre, y no lo iba a soportar. Tenía que pensar en algo. ¿Pero qué?

Escuchó la vibración de su móvil sobre la mesita de noche. Tenía un mensaje de texto:

“Hola ¿Podemos hablar?

Dante.”

 

Quizás el rey en estropear todo pudiera darle un consejo.

“Claro, tengo tiempo hasta las nueve. ¿Dónde nos vemos?”

 

Al poco tiempo tenía su respuesta.

“En mi casa. Te estaré esperando”

No tenía muchos ánimos de pelear. De discutir. Cerró sus ojos intentando encontrar un poco de paz. Solo quería descansar sus ojos unos minutos.

Ya no puedo más. ¿A dónde demonios me llevas?

Ya casi, mi niño, sé que te va a gustar. Ten cuidado con las rocas.

Gustarle fue poco. Miró fascinado la vista del mar. El aire salado. Él. Aquella vista solo parecía sacada de los libros de cuento que alguna vez le gustaron tanto.

¿Qué es este lugar?

Nuestro escondite secreto. Un lugar dónde solo tú y yo sabremos que existe ¿te gusta?

Me encanta.

 

Sintió que lo movían de los hombros. Abrió los ojos con cierto pesar. ¿En qué momento se había quedado dormido? Vio a Ariel solo envuelto en una toalla— ¿Me vas a dejar a la escuela o prefieres seguir descansando?

—Voy a bañarme, no me tardo.

Con cierto pesar se levantó de la cama. ¿Por qué tenía que soñar con esas cosas que no le ayudaban en absoluto? ¿Por qué el pasado seguía siendo tan latente?

***

Dante miraba aún el último mensaje que envió. Se encontraba en la enorme habitación que tenía solo para él; la enorme casa, la mayor parte del tiempo, también solo para él. ¿Cómo teniendo todo para ser feliz, él solo arruinaba esa oportunidad?

Buscó entre sus cosas un pequeño cajón y rebuscó entre todos los papeles y extrajo justo lo que había buscado. No había podido dormir a causa de las palabras de Lyosha. Miró la carta que estaba entre sus manos, sabía que le había dicho a su ex que había tirado todo lo que tenía en relación con él, mintió. Una parte de él no pudo olvidarle y ahora que descubrió que todo fue un malentendido no sabía bien qué pensar sobre el papel que estaba en sus manos.

Sus ojos pasaron por aquella carta  buscando alguna pista que le dijera quién escribo aquello que se encargó de separarlos para siempre.

Dante:

Esto no es fácil para mí. Ahora que lo pienso nuestra relación o lo que sea que tenemos nunca ha sido fácil. Es cierto que empezamos siendo como un juego, así nos veíamos uno al otro, un ligue ocasional o un polvo fácil, pero muy satisfactorio. Sin embargo poco a poco ciertos sentimientos surgieron por ti y lo sabes. Nunca he demostrado ningún sentimiento negativo hacia tu persona, pero ya no puedo seguir pretendiendo que todo está bien y menos cuando te miro a ti, mirándole a él. Sé que no estoy en posición de reclamarte nada, por eso pongo distancia, porque me duele amarte y que tu aún le ames a él. No soy idiota, veo cómo le miras y sé que aunque estés conmigo no soy la persona con la que quieres un futuro. Te pido que si no te importaron mis sentimientos, mi amor, que por lo menos respetes mi decisión de ponerle un alto a esto. Tú y yo no tenemos un futuro, nunca lo vamos a tener porque en tu corazón solo hay lugar para una persona. No me busques, no me llames porque será en vano. Mis sentimientos por ti fueron en vano. Así que déjame seguir adelante, tal vez nos veamos alguna vez y espero que no volvamos a tocar este tema el cual ya está cerrado. Tú nunca me diste ninguna oportunidad de demostrarte que podía ser mejor opción, así que yo no te doy oportunidad que vengas  diciendo que sí sientes algo por mí.

Lyosha.

— ¿Quién habrá sido? — susurró.

La duda estaba allí presente, sin embargo ahora tenía cosas más importantes que pensar, una de ellas era Ethan. La principal razón por la que no se atrevía irle a pedir perdón era que había fallado a su promesa de hacerlo sonreír siempre. Él le había prometido que haría que todo el dolor que lo rodeaba se iría y fue él mismo quien lo dañó de una manera tan sucia y baja.

Aún recordaba lo terrible que se sintió cuando Alessandro llegó y le contó todas las estupideces que dijo esa noche. Lastimó a dos personas de las cuales no merecía su amor. Había actuado como el adolescente idiota que había intentado dejar en el pasado. ¿Por qué seguía lastimando a las personas que amaba?

Lo peor de todo era que no sabía qué pensar sobre Ethan y su relación con Lupo. Ayer que acompañó a su madre al evento de arte nunca esperó encontrárselo allí y menos con el halcón.

Los acontecimientos aun eran demasiado palpables para él.

—¡Auch! Mamá ¿A dónde me llevas? — Se quejó al sentir como lo tomaba de la oreja y lo apartaba de la multitud.

—Dante Di Ferrer, exijo saber que le hiciste a Ethan en este instante— Aquella pregunta no se la esperó en ningún momento y menos cuando no había tenido el valor de decirles porqué Ethan no los había acompañado a su paseo mensual a la casa que tenían en la montaña.

— ¿De qué hablas? — Preguntó intentando ganar tiempo en vano.

Tessa se cruzó de brazos y empezó a mover su pie izquierdo impaciente por una explicación, adoraba a su único hijo, pero Dios sabía que podía hacer lo peor de lo peor si no lo tenía bien vigilado. Creía que los días en que llegaban chicas con el corazón destrozado o recibía amenazas de los padres por el comportamiento de su hijo se habían acabado con la escuela, quizás no debió haber cantado victoria tan a prisa— Me acabo de encontrar con Ethan cerca del romanticismo. Los cielos saben que ese chico es demasiado bueno como para decir algo malo de alguien, pero lo he notado en su mirada ¿Qué le has hecho? —Se sintió acorralado. Nunca pensó que iba a encontrarse a Ethan en un lugar así, ¿cómo demonios había entrado? — Estaba a punto de preguntarle al buenmozo caballero que lo acompaña, pero no me atreví.

— ¿Quién es buenmozo? —No podía ser Ariel, no es que el chico no tuviera sus atributos, pero su madre nunca hablaría así de alguien que no tuviera al menos unos cuarenta.

—El hombre que lo acompaña. Por el parecido creo que es su padre…

Al escuchar aquello sintió como si le acabaran de decir que había una bomba debajo del museo. Dejó a su madre hablando sola y salió casi trotando hasta donde se suponía que estaba Ethan. No estaba en el romanticismo, lo encontró en la exposición del realismo. Su corazón se aceleró al verlo a la distancia éste contemplaba uno de los cuadros fascinado.

¿Qué hacía? ¿Se acercaba? ¿Se iba?

Sintió a alguien tomarle del brazo con fuerza. Casi como si quisiera quebrárselo. Lupo estaba demasiado cerca de él. ¿De dónde había salido? —Tú y yo tenemos una charla pendiente—antes que pudiera hacer algo se vio arrastrado lejos de Ethan.

—Oye, tranquilo, creí que nos llevábamos bien.

—Lo hacíamos hasta que decidiste empezar a llevártela de chulo con Ethan— Lo soltó con cierta brusquedad— ¿Acaso no lo has lastimado demasiado?

Dante nunca se esperó una reacción así de parte de Lupo—Yo quería reparar mi error.

—Repáralo lejos de él.

—Oye, no sé quién te crees. Si Ethan no quiere verme puede decírmelo y listo.

—Escucha bien Dante, te lo pondré de esta manera: O te alejas de él y no le arruinas este día o te acercas a él con un agujero en alguna parte de tu cuerpo, sabes que me gusta hacerlos grandes y bonitos en la cabeza— Tragó hondo al notar cómo le enseñaba con disimulo su revólver. ¿Es que no había seguridad allí?

—Oye, creí que éramos amigos.

—Lo somos— dijo con seriedad. Dante creyó que se había vuelto loco—. Por eso te estoy dando la oportunidad de elegir. Si fueras cualquiera sólo te hubiera disparado hace tan solo unos minutos.

—No te atreverías a disparar en un lugar así.

— ¿Apuestas?

Su tono le indicó que no debería estarlo probando porque llevaba las de perder— No, tranquilo, me lo has dejado claro—Genial, primero Lamire y luego Lupo. ¿Acaso todos se habían puesto de acuerdo para amenazarle? —. Solo no me imaginé que te importara Ethan.

—El chico me importa más de lo que crees.

— ¿Qué significa eso?

—Que si te atreves a lastimarlo aunque sea con tu presencia no voy a dudar en hacerte sufrir el doble o el triple.

— ¿Por qué tantas molestias con él? No es como si te gustara o algo así.

— ¿Algún problema si así fuera?

Dante no supo que decir en esos momentos. A decir verdad  incluso  veinticuatro horas después de eso no sabía bien que decir. ¿Lupo enamorado de Ethan? No, debía ser una locura. Él lo conocía de años y jamás le vio ningún talle de siquiera llegar a bisexual. Dante los había aprendido a identificar con solo mirarles. Era como un sexto sentido o algo así, y jamás ha visto algo en Lupo que lo delatase, si hubiera encontrado algo no hubiera dudado en intentar llevárselo a la cama en sus tiempos oscuros donde no le importaba nada.

—Lupo no puede estar enamorado de él— susurró sintiendo un vacío en su estómago. No supo cuanto tiempo estuvo recreando esa escena en su mente una y otra vez buscando algún indicio que le indicase que le estaba tomando el pelo, pero la seriedad con que se lo dijo le impedía siquiera poner esas palabras en tela de juicio. Se hubiese quedado toda la mañana pensando al respecto sino hubiera sido por el ruido de una motocicleta y la llamada a su puerta donde una de las empleadas le comunicaba que Alessandro acababa de llegar—Que pase a la terraza. Nos llevas el desayuno allí por favor.

Ni siquiera le había dado tiempo de ducharse, pero sabía que Alessandro no era de los que esperaba así que se conformó con lavarse la cara y ponerse su bata para irlo a recibir—¿Terminaste de maquillarte, muñequita?

Sonrió a su pesar—Si cariño, estaba preparándome para recibirte— Se dieron un abrazo fraternal antes de tomar asiento. Cuantas veces no habían estado allí desayunando en verano o por las tardes haciendo tareas. Dante examinaba su amigo de ya varios años— ¿Vas a decirme que te pasa?

—Creí que estábamos aquí para hablar de ti.

—Sabes que siempre tus problemas son más grandes que los míos—Mucho más grandes. Al lado de Alessandro sus problemas eran los de un niño pequeño. Él se buscaba los problemas, pero a la persona que tenía enfrente no acababa de descifrar si era él quien los buscaba o ellos lo buscaban a él— ¿Problemas con Mapelli?

—Algo así…—Calló al ver que llegaban a servir el desayuno. Ambos estaban acostumbrados a esas pausas y los empleados también. Dante le vio revolver un poco el café con leche antes de animarse a continuar hablando—Ariel tiene que hacerse cargo de la deuda de Civella.

—Pero me habías dicho que eso solo aplicaba cuando alguien moría.

Dante conocía los detalles de parte de Alessandro, pero guardaba las apariencias ante la pareja de su amigo lo más que podía—Al parecer Mapelli ya lo da por muerto. Le dio un plazo de tres meses…

—Aún hay tiempo para pensar que hacer. Ya sabes que si puedo ayudarte en algo…

—El plazo termina hoy— le cortó. Podía percibir la sorpresa en su amigo—. Solo que Ariel no me lo había dicho.

Dante desvió la mirada de aquellos penetrantes ojos verdes. Miles de cosas pasaron por su cabeza al imaginar el momento en que se enteró—No te lo tomaste muy bien ¿verdad?

— ¿Cómo te lo hubieras tomado tú?

— ¿Le pegaste? —Preguntó con cierto temor.

—Solo discutimos y varias cosas volaron por la habitación.

—De tu parte, claro está— dijo con una pequeña sonrisa mientras se llevaba la taza a los labios para ganar tiempo—. Si hubiera sido Misha…

—Si hubiera sido Misha hubiera quemado el apartamento con nosotros dentro.

—No hubiera sido la primera vez que lo haces— No comentó nada al respecto pero ambos sabían que había mucho que decir sobre ese tema—. Es lo bueno de Ariel, se controla cuando tú estás colérico e intenta hacerte entrar en razón.

—Odio eso de él…

—No, no lo haces— No había nada que odiase en el chico. Lo sabía por la manera en que lo miraba. Empezaron a comer en silencio. Durante varios minutos solo se escuchaba el sonido de los cubiertos.

—Por el almuerzo y la botella de vino que llegó al PS ayer, debo comprender que se han reconciliado con Lyosha.

Sonrió un poquito— A veces pienso que Lyosha es demasiado estúpido por seguir perdóname todo el sufrimiento que le causo. No merezco su perdón—La verdad no merecía estar con nadie y menos con personas tan increíbles.

— ¿Han regresado?

—Nunca estuvimos juntos, juntos como tú y Ariel. Sin embargo no hemos regresado a lo que sea que teníamos antes que me fuera al extranjero. Somos amigos o algo así.

— ¿Así que el gran Dante fue rechazado?

—Se podría decir que sí. Lyosha me ayudó comprender que no lo amaba a él sino a Ethan— hizo una pauta y estudió las reacciones del otro, sabía que no se llevaban nada bien, pero no hubo mayor respuesta de su parte—. Sin embargo,  tarde me di cuenta  que lo amo.

Alessandro le miró sin saber bien a qué se refería— ¿Ése tiene a alguien?

—No estoy seguro. Deberías preguntarle a Lupo.

—En realidad iba a hacerlo— Confesó—. El muy idiota me dejó ayer con todo su trabajo para irse a no sé donde con ése, estoy seguro.

—Y no te equivocas, los vi juntos en San Peter.

Solo emitió un sonidito que demostraba su enfado. Nuevamente se volvió a instaurar un silencio, pero no de esos incómodos.

—Yo nunca me disculpé por el comportamiento que tuve ese día contigo— Había dejado de comer hacía unos minutos buscando las palabras adecuadas—. Ese día en el PS dije cosas que no debí, muchas de ellas ni siquiera las sentía. También me desquité contigo en cierta manera, perdóname.

Silencio. Y del incómodo. Ni siquiera podía mirarle a la cara. Sabía que el solo hecho que se hubieran seguido mandando mensajes y que hubiese accedido a ir a su casa ese día significaba que las cosas estaban bien, en un plano relativo— Sin embargo lo que me dijiste era verdad y lo que tú sentías— Se miraron fijamente—. Yo nunca quise que te sintieras como un plato de segunda mesa y sé que muchas veces mi comportamiento no ayudaba a demostrarte que en verdad me importas— ¿Acaso aquello era una disculpa? Dante le miraba incrédulo—. Eres mi amigo. Mi mejor amigo y estás en tu derecho a decirme cuando actúo como un cabrón.

—Ambos tenemos la culpa. Creo que yo más por no ponerte un alto cuando venías a desahogarte conmigo— Vio un destello de culpa en aquellos ojos que siempre le habían gustado—. No te sientas mal. Éramos jóvenes. No es que ahora seamos unos viejos cincuentones que tomen viagra, pero sabes a lo que me refiero. Si te hace sentir mejor yo tuve la culpa desde un primer momento por andar proponiendo cosas que no debía— Se sonrieron con complicidad. Como en los viejos tiempos donde solo eran ellos dos. O eso era lo que creía. Siempre estuvo la sombra de Misha aunque eso no lo vino a saber mucho después.

—En verdad hicimos cosas bastante locas en nuestra juventud.

—Fue una época bastante interesante a decir verdad. Y ahora estamos aquí. Bebiendo el café que en principio dijimos odiar. Ambos enamorados, yo infeliz por mi estupidez y tú eres feliz a tu manera— Sus hombros se tensaron, era un acto reflejo que Alessandro tenía, no sabía si era consciente de eso o no, pero siempre era lo que lo delataba cuando algo no iba bien— . Eres feliz ¿verdad?

—Yo no consigo olvidar a Misha…

—Ya hablamos de esto una vez— dijo en tono compresivo—.Sabíamos que te iba a resultar difícil, pero Alessandro, Ariel te ama.

— ¿Crees que no lo sé? No deja de decírmelo y sé que todo lo que me pide es que le responda lo mismo— dijo exasperado.

—Misha formó parte de tu vida más tiempo de lo que es sano. Es normal que no puedas olvidarle de la noche a la mañana— Si él le hablaba del tema era porque de alguna manera quería ayudarle a superarlo. Estaba consciente que sobre Misha no hablaba con nadie, ni siquiera con Lupo—. ¿Y si le hablas a Ariel sobre él?

Alessandro le miró como si a su amigo se le hubiera zafado un tornillo— No. Nunca lo haría.

Dante bajó la mirada incómodo— Tarde o temprano el pasado sale a la luz. Quizás si se lo explicas de buena manera…

—Sabes bien que hablarle sobre Misha conllevaría a explicar cosas que no le conciernen. Y si las descubriera ¿Cuánto tiempo crees que se quedaría a escucharlas?

—Yo lo hice y no te juzgué por ello.

—Dante hay cosas de mí que ni siquiera tú sabes.

Aquello fue como una bomba nuclear que arrasó con toda la confianza que creía que ambos se tenían. Bajó la mirada sintiendo como sus cabellos caían sobre su frente, deseó que taparan sus ojos para que no notase cuanto le había dolido aquello—Espero que algún día puedas contármelo todo…

***

A lo lejos se escuchaba una ambulancia, aquel sonido solo le provocaba escalofríos a Ariel. No quería volver a escuchar una en su vida, ya que solo evocaba a los últimos momentos que vio a su padre con los ojos abiertos. No podía olvidar todo, la sangre, los cuerpos inertes de sus padres. Lyosha cubierto de sangre intentando salvarle la vida a su compañero. La impotencia, él cubierto de la sangre de Alessandro. No quería recordar esas cosas, pero ese sonido las evocaba sin poder hacer algo para evitarlo.

Una mano se posó en su hombro. No se movió en un primer momento, solo bajó su vista a su móvil que le indicaba que faltaba media hora para ir a enfrentar su destino. Tomó la mano de su padre— Todo va a estar bien. Te lo prometo. Solo despierta—susurró mientras se ponía de pie para enfrentarse a Alessandro que había estado excepcionalmente silencioso desde que lo llegó a recoger a la librería.

Salieron del hospital sin decir nada. A esas horas ya no había visitas así que no tuvieron problemas para salir del estacionamiento. La Ducati se deslizaba silenciosa por la calle. Sus manos estaban firmes alrededor de la cintura de Alessandro, pero sus sentimientos tambaleaban peligrosamente. Cerró sus ojos y hundió su rostro en la espalda del otro. No quería pensar en nada en esos momentos. Solo quería tener el valor de presentarse allí y no lucir aterrado. Aquella tarde había seguido entrenando con Lyosha, es más, pidió permiso en el trabajo de llegar un poco más tarde.

Escuchó como la moto frenaba. No se movió. Ni tampoco su pareja lo hizo. Se quedaron en silencio largo rato. Cada uno sumergido en sus propios pensamientos y preocupaciones. Quizás no se hubieran movido sino hubiera sido por Lupo que salió del PS en ese momento—Mapelli ya viene…

Bajaron de la motocicleta y entraron sin decirse nada hasta el lugar. Lupo los guió hasta la sala de juntas donde esperarían al jefe. Sin embargo, Alessandro le detuvo al pie de las escaleras—No lo hagas. Si aprecias tu vida no lo hagas— No sabía cómo clasificar ese tono de voz—. Aún puedo matarlo, no me importa si muero, pero estarás a salvo.  

Ariel solo le abrazó, pero algo estaba muriendo en su interior, quizás era él quien se estaba muriendo o  solo era la parte de su alma que amaba a la persona que abrazaba—Allá adentro tú y yo no somos nada. Así que no te metas, ni hagas una locura— Su voz sonó impasible. Se separó de Alessandro sin mirarle y entró a la habitación, no sin antes recibir una mirada enigmática de Lupo.

Se sentó en el asiento que quedaba de espaldas a la puerta de la habitación. Escuchaba discutir a Lupo con Alessandro, no dijo nada, no se movió. Su vista estaba fija en el reloj que estaba frente a sus ojos en lo alto. En diez minutos su vida iba a cambiar y no podría evitarlo. Las voces a sus espaldas se volvieron gritos, cerró sus ojos para intentar concentrarse, en recordar porqué hacía eso: Su familia. Nada valía más que su seguridad y estaba dispuesto a entregarse. Los gritos pararon de repente. Abrió los ojos y notó como el reloj marcaba las nueve en punto.

A lo lejos les llegó la voz de Claudio diciendo lo que estaba esperando desde hacía tres meses: Mapelli ha llegado.

Ariel no temblaba, no quería salir huyendo, estaba tranquilo, por increíble que sonara. Era como si durante los últimos días hubiera estado nervioso y ansioso para que cuando llegase el momento pudiera enfrentarlo con valentía.

La puerta se abrió y sintió por alguna extraña razón que el aire de esa habitación se acababa. Escuchó unos pasos y luego unos brazos en sus hombros— ¿Así que decidiste venir por las buenas? — Sintió su aliento chocar contra su mejilla. Intentó controlarse.

—El trato fue tres meses. Aquí estoy— dijo con voz neutral, una que no reflejaba el temor que empezaba a embargarle al tener a Mapelli tan cerca.

Sintió como la mano del líder acariciaba su mejilla y lo hacía mirarle a los ojos— ¿Qué se siente? Perder todas tus ilusiones, tus sueños, solo porque Civella fue un debilucho que no puede levantarse.

Soltó el agarre de inmediato y se puso de pie—Mi padre no es un debilucho. Es más hombre que usted— le dijo furioso. Vio como uno de los guardaespaldas de Mapelli le apuntaba con un arma. Alessandro estaba en la entrada mirándole sin poder hacer nada. Lupo estaba a su lado mirándole de reojo para evitar que hiciera una locura—. Estoy aquí para tomar su lugar y recibir las indicaciones del caso.

Mapelli sonrió divertido mientras terminaba de entrar a la habitación y sus guardaespaldas se apresuraban a ponerse detrás de él al fondo de la habitación cubriendo así toda la pared del fondo. Le indicó a Ariel que tomase asiento. Le estudió con cierto cuidado—Antes de empezar —señaló sobre su hombro—. Morello, acércate— Ariel no dijo nada, pero su corazón se aceleró, puso sus manos debajo de la mesa para que no notase el temblor de éstas. Alessandro avanzó hasta que Mapelli le indicó que se quedara justo al lado de Ariel—. Muy bien. Ahora mírense— Ninguno de los dos hizo caso en un primer momento—. ¿Acaso son sordos de repente? He dicho que se miren— Ariel apretó sus jeans con fuerza antes de mirar aquellos preciosos ojos verdes que en esos momentos parecían carentes de vida—. Eso está mejor, mírense muy bien ambos. No tengan pena en mirarse de más— Había un tono burlesco en la voz de Mapelli, como si disfrutase del momento.

Silencio. Nadie decía nada. Lupo en el umbral de la puerta no sabía bien que planeaba su líder, pero sabía que si las cosas se salían de control todos iban a terminar muertos y cuando se refería a todos, hacía alusión a Morello,  el enclenque pelirrojo y él— Morello,  descríbeme a Ariel.

Alessandro volteó a mirar a su líder alzando solo una ceja. Mapelli volvió a repetir su orden— Joven, alto, blanco, pelirrojo, ojos verdes.

—Sé que puedes hacer un trabajo mejor, Morello. Estudiaste en un colegio de niños ricos, así que debiste aprender algo más. Anda míralo y dime algo que no sea tan obvio.

Alessandro miró a Ariel quien no había apartado la mirada de este ni un segundo— Manos largas y delicadas, piel sin cicatrices…

— ¿Luce amenazante para ti?

—Todo lo contrario— Su voz era fría.

— ¿Podrías decir que en lugar de eso luce frágil?

Alessandro le miró de reojo y Mapelli volvió a repetir su pregunta—Es una manera de decirlo.

— ¿Sus antecesores tenían estos rasgos?

—No…

—Ahora, Ariel es tu turno. Descríbeme a Morello.

Ariel miró a Mapelli a los ojos—Alto, fuerte, con mirada amenazante, musculoso sin llegar a exagerar, pero que deja claro que puede triturar a cualquiera que se propusiera.

—Muy bien. Ahora una simple pregunta: ¿Confiarías en este hombre?

Ariel  miró a los ojos a su pareja. Muy en el fondo notaba a Alessandro queriendo saber la respuesta—No, nunca podría confiar en alguien como él— dijo sin quitarle la mirada.

— ¿Alguna razón en particular?

—Aparte que es un asesino, se nota que tiene demasiado secretos y un pasado muy sucio, nadie puede confiar en una persona así—Apartó la mirada de allí.

—Eso nadie lo pone en duda. Incluso yo no me fío de él.

Se quedaron en silencio. Ariel intentando descifrar que quería conseguir con todo ese numerito— Mi querido Ariel, lamento informarte que no has pasado la prueba— Su corazón se aceleró. ¿Qué prueba? No pudo evitar preguntarlo en voz alta, sin demostrar el pánico que sentía ante esas palabras—. Acabas de ser rechazado por el líder de este grupo. Así que me temo que no podrás realizar tu sueño de ser un halcón como padre y tu tío.

—Mapelli…

Levantó la mano indicándole a Alessandro que se ahorrara sus palabras— Tú mismo lo dijiste Morello, es frágil, lejos de lucir amenazante el chico parece de porcelana. ¿Crees que voy a arriesgar la reputación que tenemos? No, Ariel, no tiene madera de halcón.

— ¡¿Acaso se está burlando de mí?! —Dijo perdiendo el control y poniéndose de pie. No, no iba a dejar que lo hiciera— Yo puedo hacer tan buen trabajo como lo hizo mi padre y mi tío.

— ¿Enserio? —Mapelli sonrió mientras sacaba una pequeña pistola automática.  Y la ponía sobre la mesa, la deslizó a lo largo de esta y terminó a centímetros de Ariel—Pruébalo. Demuéstranos a todos los de esta sala que estamos equivocado, pequeño Ariel.

— ¿Cómo?

Mapelli sonrió como si le hubieran acabado de contar un buen chiste— ¿No es obvio? Toma el arma y dispara a quien tú quieras de esta habitación— Ariel le miró desconfiado—. Yo estoy incluido en esa lista. Eso sí tienes que matarlo, sino no cuenta. Anda, tómala, está cargada, solo tienes que halar el gatillo.

Ariel con cierto temor tomó el arma y la alzó—. Adelante, demuéstranos que detrás de esa bella cara de porcelana hay un asesino. Puedes disparar a cualquiera de mis hombres, a tu lado tienes a un buen blanco por si tienes miedo a fallar, pero si quieres un mayor desafío puedes dispararme a mí— La mano que tenía el arma le temblaba, miró a todos los hombres que estaban detrás de Mapelli, todos tenían una sonrisa burlesca, como si creyera que no era capaz de disparar, aquello le enfureció. Miró a Alessandro quien se veía impávido, pero lo conocía demasiado y sus ojos le indicaba que si quería dispararle a él que no habría problema— ¿Alguna dificultad, Ariel? — Alzó el arma de inmediato apuntando a Mapelli. Tenía el dedo en el gatillo—Me estoy ofreciendo en bandeja de plata, adelante dispara…

<<—Vamos, dispara, no seas tan cobarde, es un sucio asesino, nadie va a extrañarle. Te vas a ahorrar mucho sufrimiento. No tiene nada de malo en vengarte de él. Vas a vengar la muerte de Marcus. Va a apagar el sufrimiento tu familia. Vamos, Ariel, no seas tan cobarde. ¡Dispara! — se dijo desesperado>>.  Intentaba buscar algo que le diera el valor de hacerlo, sin embargo notó como su mano empezó a temblar, puso la otra sobre la que sostenía el arma, para darse valor. No debía ser difícil, matar a alguien, pero cargar con la culpa, incluso cuando era alguien que se lo merecía…

Puso el arma en la mesa. Sentía sus ojos llenarse de lágrimas. No, no allí. No podía—No puedo…—susurró.

— ¿Dijiste algo, pequeño Ariel?

— ¡No puedo! —Gritó desesperado.

—Déjenme a solas con el chico— pronunció con lentitud mientras se regodeaba de la impotencia del joven que tenía ante él, no podía verle la cara, puesto que estaba gacha, pero su perfil era suficiente para hacerlo sentir muy bien. Vio como sus hombres salía— ¿Algún problema, Morello? —Lo veía vacilante. Sabía que le gustaba retarlo, pero no se lo iba a permitir más—. Si quieres recibir un disparo, puedo hacerte el honor sin ningún problema— Sonrió al notar la mirada amenazante que le dirigía y salía de allí así sin más.

Se puso de pie y caminó hasta su nueva adquisición. Era precioso, no iba a negarlo, se moría por agregarlo a su colección, pero a la vez quería postergar el momento puesto que entre más sufrimiento le añadía, lo veía más bello. Tomó con rudeza la barbilla de este y notó como los ojos estaban llenos de lágrimas—No llores— susurró con fingida ternura, él no conocía nada de eso—. Sé que es desgarradora la noticia de no poder ser un halcón, pero te tengo un trabajo especial para ti. Uno donde no tendrás que poner en peligro esta cara tan linda…

Ariel se zafó del agarre—Deje de burlarse de mí.

— ¿Burlarme? Oh, no Ariel, contigo no usaría esos métodos contigo— Le recorrió con la mirada y notó con complacencia que este se estremecía—. Te tengo el mejor trabajo de todos. Seguro, con la misma paga que le hacía a tu padre, para que veas que me agradas. Serás mi acompañante—Ariel le miró sin comprender a que se refería—. Me refiero a que como vez soy un hombre ocupado y muy poderoso, pero claro, siempre necesito un buen trofeo que mostrar.

No pudo reprimirlo, le dio una cachetada que sonó en toda la habitación, pero ni siquiera había terminado de dársela bien cuando sintió un golpe en su mandíbula y cayó al suelo. Asustado se llevó la mano a la boca de la cual empezó a salir sangre sin control. Tembló al verla, alzó la mirada llena de pánico y notó como Mapelli le había dado con la culata del arma que hacía segundos estaba en la mesa.

Se echó para atrás cuando este se inclinó sobre él. Soltó un grito de dolor al notar cómo le tomaba de los cabellos— Si yo fuera tú, no volvería a hacer algo como eso en toda tu vida— Deslizó su arma delineando la barbilla de Ariel—. Sería una pena que te sucediera algo. No creo que a tu madre le gustaría ser una de mis putas que trabajan en un burdel. ¿O crees que sí? Con suerte alguien se atreve a pedirla, pero no creo que sea un buen lugar para criar a un bebé. ¿Verdad? — Ariel temblaba lleno de pavor al escucharle hablar. Lo sabía, Mapelli lo sabía. No era posible, él no tenía manera de enterarse— Por esa bromita te acabas de ganar un trabajo extra. Aparte de mi puta personal, eres la nueva atracción de mi nuevo bar en San Peter— Lo soltó con brusquedad haciendo que cayera al suelo—. Si esa cara no valiera los miles que pretendo sacarle tenlo por seguro que ya estuvieras desfigurado.

Se puso de cuclillas para llegar al nivel de Ariel— Cierto, necesitas tu nuevo nombre para mostrarte en el espectáculo. ¿Qué nombre debería darte? Solo los halcones tienen derecho a elegirlo, pero claro, tú no eres un halcón— Ariel le escupió en la cara, pero en lugar de saliva vio como en la mejilla de Mapelli caía algo rojo: Su sangre. Volvió a recibir un golpe, esta vez fue a parar a la altura de su pómulo y luego recibió otro en su cabeza de la cual sintió algo caliente empezar a recorrer su frente. Gritó de dolor. Mapelli sonrió divertido—No te atrevas a que te ponga con los putos, Ariel. Pagarían bien por ti, lo sé, pero pretendo tenerte a mi lado hasta que el muñequito que tengo frente a mí haya perdido toda su belleza— Le tomó una vez más, pero con más fuerza de los cabellos, escuchándole gemir de dolor. Aquel sonido le excitó—. Claro, pero ese carácter explosivo que tienes creo que no se va a perder nunca, pareces indomable como el fuego, pero claro todo se puede domar, solo basta una mano dura como la mía— Sonrió de lado—. Ese es un buen nombre para ti. Fire— Lo miró detenidamente—. O mejor: Firedoll. Así serás mi muñequito de fuego— Lo dejó tirado en el suelo—. Y como no confías en Morello, entonces creo que es la mejor opción para que sea tu guardaespaldas. Pronto recibirías noticias mías, mi precioso Firedoll. Así que mejor procurar estar como porcelana para cuando ese momento llegue.

***

Alessandro daba vueltas en la habitación como un animal enjaulado—Morello, si Mapelli entra por esa puerta y te ve así va a sospechar.

—Ariel es un idiota. ¡Un idiota! ¡¿Cómo no pudo asesinarlo?! ¡Lo tenía enfrente!

— ¿Esperabas otra cosa de un chico como él? — Preguntó con voz lúgubre—. No ha tenido la misma vida que nosotros. Es normal que dude en matar. No queda nada humano en nosotros, Morello. Asesinamos a sangre fría como si se tratara de insectos. No puedes pedirle a un tipo como él, que de la nada, haga lo mismo que nosotros hacemos desde hace años sin dudar.

¿Acaso lo estaba defendiendo? — Tengo que ir a ver qué pasa, ya se están tardando demasiado—Lupo le bloqueó el paso—. Quítate, Lupo.

—No voy a dejar que hagas una locura.

—La persona que más me importa está en una habitación sólo con Mapelli. ¡¿Quieres que me quede sin hacer nada?!

—La persona que más te importa está muerta— No supo en qué momento tenía la colt de Morello debajo de su mandíbula apuntándole amenazante—. ¿Vas a matarme por decirte la verdad?

—No me provoques, Lupo.

—Solo te digo lo que es verdad. El chico es solo un reemplazo, Morello, uno que nunca podrá ser Misha. ¿Cuándo vas a entenderlo? — Escuchó el “clic” del seguro del arma siendo quitado.

—Una palabra más al respecto y te juro que te asesino.

—El chico tiene su propio destino. Hagas lo que hagas no vas a poder evitar que lo cumpla. Ya te pidió que no te entrometas, te haría bien escucharlo solo esta vez.

—No voy a dejar que Mapelli haga con él lo que quiera.

—Si haces algo contra Mapelli, solo vas a morir y se lo vas a dejar en bandeja de plata, idiota.

—No voy a morir. Sé que puedo, sé que podemos asesinarlo.

Lupo abrió la boca, pero no dijo nada al escuchar unos pasos directo a la habitación donde se encontraban. Se miraron unos segundos y Alessandro guardó su arma. Y a los pocos segundos Mapelli entró en la habitación rodeado de su séquito de lameculos, según Alessandro— Vas a tener trabajo extra Morello— Solo le informaba, no pedía su opinión, como siempre—. Serás el guardaespaldas del chico, lo llevarás a donde yo te diga. No dudes en usar un poco de tu persuasión si se pone duro, pero no quiero que lo toques. ¿Entendiste? — No dijo nada. Jamás le respondía— ¿A qué horas regresan Lyosha y Lamire de traer el cargamento?

Lupo miró el reloj— No deben tardar. Como máximo media hora.

—Bien, díganle a Lyosha que tiene trabajo como médico cuando regrese. Estaremos en contacto— Sin más se giró y se dispuso a salir de allí. Apenas se dieron la vuelta, Lupo miró a Alessandro que se había quedado pálido al escuchar aquello.

Ni siquiera habían terminado todos los guardaespaldas de Mapelli por la puerta del PS  cuando salió corriendo hasta el cuarto de reuniones. No, no podía haberlo tocado, lo iba a asesinar se había atrevido a tocar a su Ariel. Escuchaba los pasos de Lupo detrás de él. Abrió la puerta con violencia y buscó con la mirada a su novio el cual yacía tendido en el suelo intentando parar sus lágrimas y la sangre que salía de su boca—Ariel…—Sabía que tenía que ir a matar a Mapelli, a hacerlo pagar por lo que le había hecho a su ricura, pero en esos momentos no podía pensar en otra cosa que ayudarlo. Lo tomó del rostro—Ariel…

—Sabe lo del bebé— susurró aterrado abrazándole. No pudo reprimir más su llanto—. Perdóname por no haberlo matado— sollozó—. Perdóname…

Alessandro solo le abrazó con fuerza. Hundiendo su rostro en el cuello del contrario. Intentando controlarse, procurando no perder el control, porque si lo hacía en esos momentos sabía que el que las llevaba de ganar era Mapelli y no iba a morir para dejarle el paso libre para que hiciera con Ariel lo que quisiera.

Notas finales:

¿Dudas? ¿Sugerencias? ¿Críticas? Ya saben que todo es bienvenido :) nos leemos el jueves ok?? :) un beso!


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