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El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

:) Hellou a todos ~ Espero que esten teniendo un buen inicio de semana y para quienes no los tenga espero que esto los anime :)

Bueno este cap va para todos aquellos que me han confesado haber soñado con algún personaje del fic x) desde Alessandro, pasando por Lupo, Ethan, Lyosha etc :D

Bueno espero que este cap sea de su agrado :3 

Aquel viernes estaba resultando más agotador de lo que había pensado. Ethan se apresuró a recoger todas sus cosas para salir directo a su casa, cambiarse e ir a trabajar con Samuel, al cual aún no le comentaba nada sobre sus sospechas sobre el comportamiento de Matías. No quería abrir la boca para que luego el tipo ese viniera y le dijera a Samuel que estaba celoso de que él tenía una buena familia y él era lo más cercano a un huérfano o algo por el estilo. Quería tener pruebas concretas antes de hablar en contra de Matías Shiheflit y hasta ese momento no se le habían presentado.

 Aquella mañana le había tocado presentar el reporte de “Cien años de Soledad” el cual se suponía que tenía que hacer con Ariel, pero considerando que estaba enfermo terminó haciéndolo solo. Esperaba que para esas alturas ya todo estuviera bien para él. Necesitaba hablar con Ariel y con Dante, pero al último no lo había visto en meses, por lo que le hacía pensar que ya no era importante en su vida.

Llegó a casa y se sirvió su almuerzo, el cual había dejado preparado esa mañana, apenas le quedaba tiempo para hacer sus cosas, pero le gustaba la rutina. Además aquella noche tenía entrenamiento con el equipo, así que con fortuna podría quedar con Ariel mañana para disculparse por su comportamiento tan inmaduro.

Salió directo hasta el centro de la ciudad una vez le prestó la debida atención a Carlo Magno unos minutos. A veces se sentía mal con su peludo amigo, lo dejaba solo demasiado tiempo, esperaba que llegase el momento en que pudiera tener una vida más o menos tranquila.  Bajó del autobús y caminó el resto de cuadras. Estaba esperando que le dieran señal para poder cruzar la calle. La luz cambió para darle paso libre. Ethan hubiera cruzado enseguida si la persona que conducía el carro frente a él no hubiera sido su madre.

Ambos se quedaron viendo sin saber que decir. Ethan sentía un vacío en su estómago. ¿Diría algo? ¿Se bajaría del carro, lo abrazaría y preguntaría cómo iba su vida? El semáforo volvió a cambiar y todos empezaron a pitarle a Clarissa quien solo emprendió marcha, dejando a Ethan con el corazón hecho pedazos— Adiós, mamá…

Siguió su camino hasta el trabajo sintiéndose pésimo. Alzó la vista al enorme edificio antes de atreverse a entrar. Esperaba que lo que hubiera dentro de él le sirviera para olvidarse de lo que acababa de pasar. Subió por las escaleras con el ánimo por los suelos— ¡Deténganlo! — La voz de Samuel retumbó por todo el edificio. Su jefe estaba a unos pisos encima de él— ¡No disparen hay demasiada gente! — Vio a todos los de seguridad y parte de los guardaespaldas pasar a toda velocidad junto a él— La alarma del lugar fue activada.

Ethan alcanzó a distinguir una figura venía corriendo del ala de dónde tenían los prototipos de los aparatos de espionaje. No lo pensó. Se saltó la barra. Era segundo piso, así que la caída no fue muy brusca y menos porque cayó encima del sujeto. Escuchó la voz de los de seguridad, giró un poco, pero recibió un puñetazo en el momento en que lo hizo. Cayó. El hombre llevaba un pasamontañas, Ethan se abalanzó sobre el tipo y logró tomarle del tobillo, pero recibió otro golpe, éste en su cara que lo hizo soltar el pie.

Alzó la mirada furioso. El tipo se escapaba— ¿Estás bien chico? — preguntó uno de los guardaespaldas de Shiheflit.

— ¡Se está escapando!

—La policía ya viene.

Vio como las puertas enormes puertas de acero iban descendiendo con lentitud. La alarma se había activado demasiado tarde—Cuando vengan será demasiado tarde—No esperó una respuesta y salió detrás del tipo. A lo lejos le llegó la voz de Samuel diciéndole que no valía la pena.  Para Ethan valía toda la pena del mundo. Ya le había fallado a Samuel una vez. Tenía que hacer algo para enmendar su error. Prácticamente tuvo que lanzarse para evitar quedar encerrado con el personal. La calle estaba concurrida de gente a esas horas. Escuchó a lo lejos unos gritos y luego unos disparos al aire—Allí estás—dijo entre dientes.

Salió directo hasta el hombre, era más bajo que él, pero no se había quitado el pasamontañas para esos momentos. El tipo debía ser un principiante. Ethan corría con todas sus fuerzas, al principio los había separado una cuadra, pero ahora estaba a punto de darle alcance, chocaba con la gente que aún no se daba cuenta del peligro en que estaban. Lo vio meterse a un callejón. A lo lejos escuchaba las sirenas de los policías, pero claro los tipos nunca llegaban justo cuando los necesitaban.

Lo vio subir por la escalera de incendio de uno de los edificios antiguos de la zona céntrica. ¿Qué demonios se proponía? No iba a tener escapatoria. Ethan se apresuró a subir por las escaleras también. El hombre volteó y cuando vio que tenía compañía no dudó en apuntar. Ethan se apresuró a quitarle el arma, sin embargo no pudo bloquear el golpe en la boca del estómago que lo dejó paralizado unos segundos, sin embargo logró ver como ya no quedaban balas en el arma.  El hombre le dio una terrible patada que lo dejó abrumado, chocó contra el barandal que crujió con fuerza al sentir su peso. Recibió un golpe directo en sus rodillas, perdió todo equilibrio, solo alcanzó a ver unos ojos negros brillando victoriosos y luego un golpe en su pecho que lo empujó contra el barandal de la escalera el cual estaba oxidado y al sentir todo el peso de Ethan terminó por quebrarse.

Cayó dos pisos. Intentó aferrarse a cualquier cosa, pero no lo consiguió, terminó precipitándose contra el suelo. La caída le dejó sin aire y sin poder moverse por lo menos un minuto. Abría la boca desesperado por conseguir un poco a aire ¡Maldita sea! Se había confiado. Se levantó aún temblando. No iba a dejarlo escapar, no podía. Tenía que demostrarse que podía hacer algo bueno aunque sea una vez. Se tocó las costillas, no parecía que tuviera alguna fractura. Respiró profundo antes de volver a saltar para lograr alcanzar la escalera de incendios que se alzaba sobre unos metros sobre su cabeza. 

A lo lejos escuchó el sonido de un helicóptero. El corazón empezó a acelerársele. Corrió lo más rápido que podía para alcanzar la azotea. Su vista estaba clavada en el cielo, ningún helicóptero tenía permiso de cruzar esa ciudad, además no había ningún helipuerto cerca, así que solo podía significar una cosa…

Cuando llegó a la azotea del edificio confirmó sus sospechas: iban a escapar por aire. El helicóptero ya estaba en posición con el edificio, solo un pequeño salto y escapaban con lo que sea que Samuel hubiera creado.

Ethan nunca comprendería porqué no tenía miedo en esas situaciones. Solo actuaba. Muchas veces con impulsividad. Pensaba que un vistazo le servía para saber de qué podía ayudarse. Sentidos alerta, le había dicho Lyosha más de una vez.

— ¡Cuidado! — Alcanzó a escuchar cómo le gritaba uno de los del helicóptero a su compañero, pero la advertencia llegó demasiado tarde. Ya se había lanzado sobre él, lo tomó de la cintura, y sintió como ambos caían del edificio, como pudo logró aferrarse al sujeto, quien a su vez se sujeto de uno de los patinaje de aterrizaje del helicóptero. Para esos momentos el maletín estaba en manos de Ethan— ¡El portafolio! ¡Tómalo! — El corazón de Ethan latía con fuerza, estaba colgando a más de treinta metros de altura, a bajo solo se escuchaba las patrullas y los gritos de las personas. No se atrevió a mirar abajo. Un tipo con pasamontañas desde el helicóptero los estaba apuntando con un arma— ¡Entrega el portafolio! — Le exigió. No, el hombre no iba a ser capaz de dispararles a ambos— ¡Entrégalo o ambos se mueren! — Ethan bajó la mirada unos segundos intentando buscar algún escape. Todos los policías estaban allí con sus armas en alto. ¡¿Qué no podían ser más idiotas?! Jamás lograrían darles desde allí. Estaban  colgando del lado que daba a la calle principal por lo que el tráfico estaba parado— ¡Última oportunidad!

— ¡Dispara! — Gritó Ethan retándole, pero lo que no esperó fue que en verdad lo cumpliera. Sus ojos se abrieron se sobremanera al notar como la sangre del sujeto del que se estaba sosteniendo le caía en el rostro. El tipo le había disparado a su propio compañero.

Todos sus sentidos se agudizaron en el momento en que sintió que el cuerpo del que se sujetaba se soltaba del helicóptero. Los gritos de los presentes se hicieron más fuertes. Ethan caía. Soltó el cuerpo sin vida, pero en ningún momento soltó el portafolio. Tenía que ser capaz de protegerlo.

Sentidos alerta. Sonó con fuerza en su mente. Apenas logró ver una marcha gris. No dudó en estirar el brazo libre, gritó de dolor al sentir como la caída paraba de golpe. Escuchó el saco de su traje rasgarse de la manga. Maldita hora decidió irlo a seguir vestido así. Alzó la vista y notó como colgaba de un asta horizontal que había en el edificio. Su vista se fue más arriba y notó como el tipo preparaba el rifle para apuntarle a él. Alcanzó a distinguirle un tatuaje en el antebrazo, un escorpión, bastante grande.  Le apuntaba entre los ojos.

Cerró sus ojos al escuchar un disparo, pero no sintió dolor. Escuchó a lo lejos un grito el cual había sido ahogado por el sonido del helicóptero. Abrió los ojos confundido y notó como unos del helicóptero estaba herido. El del tatuaje aún lo apuntaba, pero al notar que empezaron a disparar con más insistencia, el helicóptero no dudó en alejarse al verse atacado.

Cuando el helicóptero se alejó solo escuchó con más fuerza los gritos de las personas. No podía estar así mucho tiempo. Alzó la mirada— ¡No vayas a soltarte! — La voz llegó con demasiada fuerza. Sus ojos se encontraron con los del oficial John Erbil, quién palideció de golpe— ¡Ethan, no vayas a soltarte! Los bomberos ya vienen.

— ¡El portafolio! — Gritó—Alguien, necesito que lo agarré. Su mano empezó a resbalarse del asta— ¡Rápido!

Escuchó a Erbil hablar por el radio transmisor. Su brazo temblaba. Lo sentía entumecido. Escuchó una de las ventanas de unos pisos abajo se abría. Vio como un policía se asomaba— ¡Chico deja caer el portafolio! — Así lo hizo. Vio como el hombre lo tomaba. Se apresuró a aferrarse con las dos manos— ¡Aguanta! — Ethan quería decirle que no tenía otra opción, pero prefirió ahorrarse el aire. Sus brazos no iban a soportar mucho tiempo y no se atrevía a soltarse porque sabía que era poco probable alcanzar la ventana, estaba demasiado lejos de ella. Incluso había tenido que tomar impulso antes lanzarle el portafolio al policía de abajo. Escuchó  la sirena de los bomberos en la esquina.

—Ethan, ya vienen— Vio la preocupación, la impotencia de Erbil, solo asintió un poco, pero ya no aguantaba. Sintió como uno de sus brazos se soltaba, al no poder seguir así— ¡Ethan!

Su corazón latía con fuerza. La barra crujió con fuerza— ¡Se va a romper! — Gritó sin poder evitar que su voz reflejara miedo.

Los bomberos ya estaban allí. ¡¿Qué estaban haciendo?! No se atrevió a mirar abajo— ¡Resiste solo un poco!

— ¡No depende de mí! — Gritó desesperado. Tenía que hacer algo ya. Lo que sea. Vio como el asta se despejaba más de la mitad. Gritó desesperado. No, no. No podía morir, no allí. No sin decirle a Ariel que lo perdonara. Tenía que vivir. Tenía que remediar su error.

La baranda se desprendió— ¡Ethan!

Un vacío se apoderó de su estómago. Solo se sintió caer, los gritos se hicieron más fuertes. Ariel…

Cayó en algo que no era suelo. Al principio no comprendió que era, después notó como estaba en un colchón de aire gigante— ¡Ethan! ¡Ethan! — No se movió. No quería hacerlo. Sentía su corazón latir con fuerza. Vio a Samuel Shiheflit abrirse paso entre los policías— ¡Ethan!

—No lo mueva, puede tener lesiones— Se apresuró a detenerlo un paramédico.

—Estoy bien…

—No te muevas— Le ordenó el paramédico.

—Estoy bien— Seguía vivo. Era todo lo que le importaba.

***

Alessandro hacía las cuentas. En general hacer números era algo sencillo para él, especular los precios de la coca, luego poner los precios más altos o más bajos, sin embargo en esos momentos no tenía cabeza alguna para los números. Estaba perdiendo a Ariel y no sabía bien qué hacer para recuperarlo. Hablar de su pasado, de Misha, de todo no era una opción viable, nunca lo sería. No quería recordar muchas cosas porque temía que odiase el recuerdo de la persona que alguna vez amó. Temía que le dijera lo que Dante más de alguna vez le había dicho, no quería creer que Misha solo utilizaba. No a él. Él lo conocía. Creía conocerlo lo suficiente como para confiar que en verdad lo amó.

La puerta se abrió,  entraron Lyosha y Lamire— Tenemos un problema— dijo Lamire bastante serio—. Los tipos que traerían el próximo cargamento han desviado el curso, los estaban monitoreando.

Alessandro elevó la vista— ¿Cuándo vendrán?

—Más o menos en un mes o mes y medio.

— ¿Debemos a algún cliente?

—No, por fortuna.

—Entonces has que dure lo que tenemos hasta que llegue el otro cargamento.

—Hay algo más— Dijo Lyosha bastante preocupado—. Los tipos dicen que se la están jugando demasiado últimamente y quieren que vayamos nosotros al muelle a recibir el cargamento.

— ¿Hasta Silver Beach? — Asintieron. Alessandro gruñó furioso— Dicen o que vamos o tiran el cargamento al mar.

—Pues entonces creo que no habrá otra opción más que ir. Lamire vamos a necesitar un furgón, la carga es grande. La más grande hasta ahora. No sé que está pensando Mapelli últimamente. La poli nos está siguiendo los pasos, no solo a nosotros, sino a todos y  él solo se preocupa por hacer más dinero.

—Quizás podríamos volver a los viejos métodos— propuso  Lyosha—. Estar yendo a los lugares y ofrecer con disimulo, por entrega se nos está haciendo más arriesgado.

—Tú solo quieres irte de fiesta…

—Solo quiero que no nos atrapen a todos— Le espetó con seriedad—. Todo es más fácil cuando te cuelas a una disco, parloteas un rato, ofrece algo por aquí y haces una venta por allá.

—El problema es que requiere mucho tiempo y los tragos dinero, Lyosha. Mapelli nos anda cortos de presupuesto. Habrá que esperar un poco para volver a esos tiempos. Comprendo tu preocupación, yo soy el que menos quiere que nos atrapen a todos.

— ¿Lo dices por Ariel?

—Por Ariel y por todos.

— ¿Cómo ha seguido? — Preguntó Lamire preocupado. Cuando llegaron de su misión solo vio como Morello tomaba Lyosha del cuello de la camisa y se lo llevaba arrastrando al cuarto de reuniones donde casi le suplicó que hiciera algo. Jamás había visto a su líder tan vulnerable, nunca pensó que un tipo como Morello pudiera preocuparse a esos extremos por alguien.

—Mejor, aunque aún le duele la cabeza del golpe que le dejó ir Mapelli.

— ¿Podrías traerlo mañana? Así lo chequeo bien.

—De acuerdo. ¿Dónde está Lupo a todo esto?

***

Una de las cosas buenas de tener un infiltrado en la policía era que te enterabas de todo lo que estaba sucediendo en esos momentos. Lo malo era cuando te daban noticias que no querías escuchar. Lupo se abría paso entre la marea de gente, había dejado el Audi en algún lado, no recordaba bien dónde, ya luego iba a pensar bien. Se saltó la línea amarilla e ignoró olímpicamente a los policías que le decía que no pasara.

Corrió hasta la ambulancia. Tenía una cola de policías detrás de él. Si no estuvieran en un lugar muy público ya le hubiera asestado un disparo a todos esos metidos. La vida la volvió cuando vio lo vio sentado adentro de la ambulancia — ¿Lupo? ¿Qué haces aquí?

—Señor, no tiene permiso para entrar a esta área.

—Se equivoca— Dijo furioso volteando a encarar al policía—. Yo tengo permiso de entrar donde se me dé la gana y especial donde sea que esté ese chico. Así que largo— Todos los que estaban cerca de la ambulancia se apresuraron a quitarse al notar como había dejado al oficial con las palabras en la boca—. ¡¿Qué demonios pensabas?! — Ethan no dijo nada. Jamás le había visto tan alterado—No, te diré algo, es que no estabas pensando. ¡¿Qué no has aprendido nada con Lyosha?!

Solo agachó la cabeza—Lo siento, es que iban a robarse algo de Samuel.

— ¡A mí que me importa que le roben al viejo ese! — Todos estaban en silencio— ¡No eres su perrito para andar recogiendo las cosas que se le pierden! ¡No quiero que vuelvas a hacer una locura así! ¿Me escuchaste?

—Sí, lo siento, no quería preocuparte…

— ¡Preocuparme es poco! — Espetó— Cuando me dijeron que era un chico de la compañía S&S pelo azabache y ojos azules casi choco porque sabía que solo tú eres tan estúpido de ir detrás de unos tipos así.

—Ya, estoy bien…

— ¡¿Y si no lo estuvieras?! ¡No sé qué piensas, Ethan! No había nadie cerca para ayudarte, no estábamos Lyosha, Lamire o yo ¡¿Qué querías demostrar?!

—Que podía hacer algo bueno— susurró con voz quebrada. Lupo calló—. Eso es todo. Que podía hacer algo bueno y no solo perjudicar a los que me rodean— Sus ojos se llenaron de lágrimas se había estado reprimiendo las ganas de llorar al notar que casi moría, pero escuchar los regaños de Lupo solo hizo que se quebrara—. Solo quiero probarme que puedo ser bueno…

Ethan se quedó sin palabras al notar como Lupo le abrazaba. Era la primera vez que lo hacía por iniciativa. Lo apegó más a él—Si serás idiota. Tú ya eres bueno. No quiero que vuelvas a ir detrás de alguien así. Me preocupaste.

—Lo siento— susurró. Hundió su rostro en el pecho del halcón quien no dejó de abrazarle en ningún momento. De repente ya no le dieron ganas de estar llorando. Solo se aferró a Lupo y sintió que ahora todo estaba bien. Cerró sus ojos intentando disfrutar de la calidez de ese abrazo.

—Ethan ¿cómo…?— Era John Erbil— Lo siento. No sabía que…

—No se preocupe. Estoy bien.

— ¿Quieres que avise a tu madre?

—No, no estoy bien. No hay motivos para preocuparla— La verdad si no dejó que le avisara era porque no quería confirmar que no le importaba en absoluto su seguridad.

— ¿Necesitas que te lleve a algún lugar?

—Yo me encargaré de Ethan si necesita algo— Soltó Lupo de repente. El oficial Erbil solo le miró unos segundos y luego asintió—. Ya llegaron los de medicina legal. Tengo que dejarte, si necesitas cualquier cosa no dudes en llamarme.

Ethan asintió, pero se notaba que Lupo se moría de ganas de decirle que no necesitaría nada— ¿Y ese quien era? — Preguntó cuando se alejó lo suficiente.

—El novio de mi madre.

Lupo volvió a fijar la vista en aquel hombre, estudiándolo bien— A todo esto donde está tu jefe. ¿O me vas a decir que el cabrón te ha dejado solo para andar callando la prensa?

—Eso ya lo he hecho—Ethan tragó hondo cuando vio a Samuel Shiheflit frente a él—. Lamento haberte dejado solo, Ethan.

—No, no importa, yo le dije que fuera atenderlos.

Lupo miró realmente molesto a Shiheflit— ¿Así que este es el hombre que no puede ir a buscar las cosas que le roban?

—Ya te dije que fui yo quien decidió ir, nadie me mandó— dijo preocupado porque a Lupo se le fuera la lengua—. Discúlpelo, señor Shiheflit.

—El caballero aquí tiene razón. Sé que una disculpa se queda corta por los riesgos que has corrido. Cuando saliste corriendo sentí que de alguna manera te obligué a hacerlo ya que eres de los pocos que está al tanto de lo que significa ese proyecto para mí, pero eso no justifica que tu vida se ponga en peligro. Cuando te vi allá arriba pensé que si algo te pasaba nunca iba a perdonármelo.

—No debería ser tan duro con usted mismo. Yo quise hacerlo.

—Pero casi pierdo no solo a un empleado, sino a un buen amigo. Eso no está bien— Miró a Lupo—. Por favor, acepte usted también mis disculpas, jamás quise que las cosas llegaran a tal punto.

No dijo nada en un primer momento, solo le miró fijamente, examinando si realmente lo sentía, después de unos segundos asintió— Supongo que si Ethan no lo culpa, no hay motivo para que yo siga en este plano.

— ¿El portafolio? ¿Lo tiene usted?

—Ya no te preocupes por eso— pidió Samuel. Sin embargo Ethan no estaba tranquilo—. Ya ha sido llevado al edificio de vuelta.

— ¿No tendría que estar cuidándolo? — Preguntó Lupo.

Negó— Mi deber era quedarme aquí con Ethan.

Lupo pareció satisfecho con la respuesta— Lo mejor es que nos vayamos, Ethan.

— ¿Eh? Pero…

—Pero nada. Tienes que descansar— Iba a protestar, pero Lupo le indicó que no iba a aceptar una negativa como respuesta.

—Él tiene razón Ethan. Descansa, no me imagino por lo que has pasado. Comprendo que después de lo que pasó te plantees seguir trabajando para mí y yo…

— ¿Eh? No, me encanta trabajar con usted. No quiero dejar de hacerlo— Se apresuró a decirle.

Samuel sonrió— Yo estaré feliz de recibirte cuando estés listo para volver. No tengas prisa, quizás deberías pensártelo mejor.

Ethan quería decirle que no había nada que pensar, pero prefirió no decir nada en esos momentos porque Lupo ya estaba poniéndose de pie y ayudándole a incorporarse. La verdad había terminado bastante adolorido, en especial de su brazo y su abdomen. Tenía más de algún moretón, pero estaba bien— ¿Seguro que puedes caminar? Puedo traer el auto hasta aquí.

—No, no, estoy bien. No te preocupes— Bajaron de la ambulancia—. Cualquier cosa no dude en llamarme— le dijo a Shiheflit.

—Lo mismo digo.

Se despidieron. Y Lupo lo condujo entre la multitud— El tipo debió haber gastado varios miles para callar a toda la prensa— Ethan no emitió ningún comentario.

Se encaminaron entre la multitud, pero se detuvo en seco al notar algo, fue solo unos segundos, pero fue lo suficiente para hacerle girar con violencia. Un tatuaje de escorpión en el antebrazo, pero no supo qué hacer al notar cómo el dueño del tatuaje se acercó a Samuel Shiheflit y lo llamó: Padre.

***

Ariel hacía una lista de las cosas que quería comprar para su hermanito u hermanita. Al parecer eran más de las que había creído. Había tomado su computadora y empezado a investigar en internet. Sus padres solo habían guardado un poco de su ropa de cuando él era bebé, por lo que tenía que comprar más. Además de un cochecito para que saliera a pasear, una cuna, ese lugar extraño donde le cambiaban los pañales, también quería comprarle muchos juguetes brillantes. Le ilusionaba tener un nuevo hermano u hermana. No quería que le faltara nada y sobre todo que viviera en un hogar seguro.

Los últimos días la idea de darle todo lo que necesitase era lo que lo mantenía feliz y le provocaba una pequeña distracción del infierno que estaba viviendo. Alzó la mirada y el espejo que había en la sala le devolvió su imagen. Su rostro lucía casi normal, aún se veían algunos rastros morados o verduzcos a la altura de su mejilla, pero ya no estaba inflamada. No quería pensar en lo que sea que Mapelli estuviera planeando para él. Sabía que le había dicho que sería su nueva atracción en su bar, pero no sabía bien qué tipo de atracción.

Los últimos días no había dormido bien, había tenido pesadillas con Mapelli, con hombres desconocidos, queriendo abusar de él, lográndolo. En todos los sueños se veía así mismo suplicando piedad, veía a Mapelli burlándose de él.

Se había quedado mirando la página donde había estado cotizando los diferentes precios de las tiendas en las que pensaba que su madre podría comprar. Nada le hacía mayor ilusión de poder compartir esos momentos con ella, pero sabía que eso no iba a ser posible. Quizás ya nunca podría estar a su lado otra vez.

La puerta del apartamento se abrió y se apresuró a limpiar las lágrimas que querían salir. No era ningún niño pequeño, tenía que dejar de llorar por todo, no tenía que llorar. Alessandro entró en esos momentos. Dejó una bolsa sobre la mesa —Hola— Dijo como queriendo tantear el terreno.

Ariel no había querido ceder, estaba demasiado dolido en esos momentos—Hola. ¿Qué tal el trabajo? — Sin embargo, no podía evitar seguirse preocupando por él.

—Cansado, pero todo en orden.

—Que bueno— Silencio. Odiaba esos silencios—. ¿Qué te parece esta cuna? — Preguntó intentando limar hasta cierto punto asperezas. Le dio vuelta a la portátil, para mostrársela.

—Creí que no sabías que iba a hacer— dijo al notar cómo le mostraba una con los barrotes rosas.

—No sé, creo que va a hacer niña.

Sonrió a su pesar— Ahora eres clarividente.

Ojala lo fuera, así podría saber si seguir con él valía la pena o no— No, es solo una sensación, aunque también a veces creo que va a ser niño.

—Deberías elegir colores neutrales— opinó mientras buscaba en el navegador—. Mira esta, es blanca y no sé, supongo que está bien. No sé mucho de bebés.

—Yo tampoco, pero supongo que siempre podemos aprender— Vio la cuna que le enseñaba. Era muy linda—. Tienes buen gusto.

Alessandro sonrió y buscó la mano de su novio—Lo sé, la mejor prueba está frente a mis ojos.

Una sonrisa triste se dibujo en el rostro de Ariel, desvió la mirada a la pantalla de nuevo— Mañana quiero ir a hablar con el señor González. Ya sabes, el de la librería, aún no le he dicho que voy a renunciar.

Alessandro asintió mientras quitaba su mano con cierto pesar—Ariel—Tenía que decirlo, tenía que ser capaz—Yo te…—Notó la sorpresa en los ojos del otro, el anhelo por escucharle decir aquellas palabras, tenía que poder, no era tan difícil. Lo había dicho un millón de veces en el pasado, tenía que ser capaz de decírselo a alguien como él, Ariel se merecía escucharlo—te…—Las palabras no salían—.Te quería decir que volveré al PS más noche— Sintió que en cualquier momento su novio se iba a poner a llorar. ¡¿Por qué no podía decirlo?! No era algo tan difícil, lo sabía, pero cómo le decía a Ariel que quería decírselo en el momento indicado.

—Está bien. No te preocupes. Comprendo.

—Lo siento…

—No importa. ¿Quieres que sirva ya la cena? — No esperó a escuchar una respuesta. Tomó la bolsa creyendo que era comida, pero al notar el contenido la volvió a cerrar y la dejó donde estaba.

—No quise traerlo a la casa.

—No tiene importancia. Después de todo es con lo que trabajas— Aunque odiaba ver drogas en la casa.

— ¿Quieres salir a comer? Ya no se te nota mucho la hinchazón. Creo que un poco de aire fresco te vendrá bien— Asintió mientras iba por su billetera y su móvil. No espero respuesta del otro y salió junto a Alessandro.

Caminaban en silencio por las calles mal iluminadas de esa zona de la ciudad. Ninguno parecía querer forzar un acercamiento directo e irse en moto. Así que caminaron hasta el centro de la ciudad que estaba un tanto alejado de allí. Se detuvieron en una pizzería. Incluso en la comida se ve reflejada la relación entre pareja. El pedir dos pizzas personales cuando miles de veces habían terminado con la gigante solo ellos dos, solo era algo más para constatar que en verdad las cosas entre ellos no parecían mejorar.

La cena transcurrió incómoda. Un silencio tenso, tanto que Ariel no pudo siquiera comer a gusto. Pidió la mitad de su pizza  para llevar— ¿Te importa si regresamos a casa? Me duele la cabeza— sin embargo, supo que Alessandro captó que solo era una excusa para no tener que estar así.

—Por supuesto.

— ¿Alessandro? — Ambos giraron y vio a una despampanante mujer acercarse a ellos. Ariel  juró que su pareja parecía querer que la tierra lo tragase— ¡Sí eres tú! Alessandro Di Stephano.

—Hola…

— ¿Me vas a decir que ya no me recuerdas?

—Claro que si, Sharon— Se puso de pie y le dio un beso en la mejilla por educación— ¿Qué te trae por aquí? Tan lejos de Silver Beach.

—Ando conociendo a mis futuros suegros— explicó con una sonrisa radiante mientras le enseñaba el anillo de compromiso—. ¡¿Te imaginas?! Voy a casarme.

—Felicidades. ¿Quién es el afortunado?

— ¡Tú lo conoces! Es Joaquín. Mira allí viene— Alessandro pareció que enserio quería la tierra en esos momentos lo tragara—. ¡Cariño! Mira a quien me encontré.

— ¿Alessandro? ¡Alessandro Di Stephano! — Antes que pudiera hacer algo el hombre lo abrazaba— ¿Qué haces aquí?

—Cenaba.

—No has cambiado en nada. Siempre tan arisco— dio Joaquín mientras le daba una palmadita en la espalda. Entonces fue cuando notó la presencia de Ariel quién tenía una expresión sombría— ¡Disculpa! Hemos venido a interrumpir tu cena.

—No…

—Sí…

Pronunciaron al mismo tiempo. Ariel no se atrevió en esos momentos a mirar a su pareja a la cara— No se preocupen. Ya habíamos terminado— Dijo con total seguridad—. Ariel Miderhive, mucho gusto, felicidades por lo de la boda— agregó mientras estrechaba las manos de los presentes.

—Mucho gusto— dijo la mujer—. ¿Eres amigo de Alessandro?

—En realidad es mi novio— soltó el aludido así sin más.

Ambos miraron con cierta sorpresa al pelirrojo, pero luego la mujer sonrió— Ahora ya sabemos que te trae por aquí.

Alessandro no emitió ningún comentario al respecto y Ariel se sintió incómodo por primera vez por el título de novio— ¿Y qué has hecho? ¡Después de la graduación prácticamente desapareciste! Al igual que Dante.

—Tenía cosas que hacer— respondió sin poder evitar mostrar que no quería tener esa conversación. Sin embargo la pareja parecía acostumbrada a tratar ese humor.

—Ya veo. Antes que se me olvide, estamos planeando una reunión de ex alumnos. ¡Sería estupendo que llegaras! Eres el único que faltaba de avisar. Solo tú y Dante aún no quieren subirse al tren de las redes sociales, así que no hay modo, pero a él le enviamos la invitación a su restaurante ayer, así que ya debe estar enterado. ¿Aún son amigos verdad?

— ¿Qué clase de pregunta es esa cariño? — Le reprendió con gentileza la mujer—Ellos dos eran como la uña y mugre.

—Aún mantenemos contacto— dijo Alessandro—. Pensaré lo de la reunión.

—Deberías ir. Lo celebraremos en el hotel de Dante. Hablamos con Tessa y Armand nos harán buen descuento y se pondrá muy bueno. Ya sabes cómo las fiestas en el colegio.

— ¿Todos borrachos y un poco drogados?

El hombre se sonrojó un poco— Solo lo primero, pero anímate. A todos les caerá bien verse las caras. ¡Han pasado ya cinco años desde que salimos! Y por supuesto que puedes llevar a Ariel— agregó con una amable sonrisa. Ariel sonrió por educación, pero lo que menos le apetecía era ir a una fiesta en esos momentos.

—Lo pensaré.

—Te enviaremos la invitación donde Dante. ¿De acuerdo? —La conversación se hubiera prolongado sino hubiera sido por uno de los que trabajan allí y anunciaba que la orden veinticinco estaba lista—Es la nuestra cariño. Mejor nos damos prisa, no queremos hacer esperar a tus padres— Se despidieron de ellos y fueron a buscar su pizza.

Ariel miró a Alessandro de reojo— Te espero afuera mientras pagas— no esperó respuesta. Salió de allí casi corriendo. Se apoyó contra la pared del establecimiento. La temperatura había bajado de golpe. Maldito calentamiento global. Se cerró la chaqueta. La puerta del establecimiento volvió a abrirse y salieron Joaquín y Sharon.

—Quién diría que nos lo encontraríamos aquí.

—Lo sé. Pensé que el tipo había muerto o algo.

—No seas malo cariño, ya sabes que Alessandro nunca parecía sentirse a gusto rodeado de personas.

—Claro la excepción era Dante y aquel sujeto que todos decían que era su amante o algo así…

— ¿Cómo se llamaba?

—Era un nombre muy extraño…

— ¡Misha!

—Sí, ese mismo, el tal Misha. Siempre lo estaba esperando fuera del colegio, a nadie parecía caerle bien el tipo ese, pero todos nos ahorrábamos los comentarios porque era las pocas veces que se veía a Alessandro feliz. Todos creían que se escaparían a Las Vegas y se casarían allí.

— Me pregunto que habrá pasado con él…

Ariel los vio alejarse en dirección contraria a la que él se encontraba. Cerró sus ojos intentando no pensar en nada. No pensar en Misha, y sobre todo no pensar en el hecho que aquellas personas habían llamado a Alessandro: Di Stephano y no Bolshói.

<<— ¿Dios mío, de quién estoy enamorado? —Pensó>>

Notas finales:

Aún ando retrasada, bueno muy retrasada con los reviews, iba a contestarlos primero pero luego dije no xD sino actualizaría como en 3 horas más así que primero actualizo y voy a responder los reviews después de cenar :3 gracias a todos los que me dejan uno prometo responderlos siempre! :D Un besote a todos :)

Para no dejar más intriga actualizo el jueves ;)! sean felices~


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