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El décimo círculo por PokeGirl Uchiha

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Notas del capitulo:

¡¿Se asustaron verdad?! Creían que no iba  actualizar eh? Sí, yo también lo creía xD lo siento me tocó ir a la U D: Y luego problemas técnicos con el inter en fin xD jaja logré solucionarlos ¿viva yo?

:B este cap va para Andreanotwittea :B! Quien ha terminado de acomplejarme al decirme que me parezco a Ethan viva (?) 

Así sin más que lo disfruten, espero que haya valido la pena la espera :P

Ethan abrió sus ojos de golpe. Estaba empapado de sudor. Había tenido una pesadilla sobre Matías Shiheflit. Intentó calmarse. Su vista reparó primero en lo tarde que era: casi las doce del mediodía. Se quedó un segundo desubicado al notar que estaba demasiado cerca de Lupo—Hijos de puta— gruñó el halcón entre sueños. Ethan sonrió—. Cabrones, esperen a que le ponga las manos encima Se vio forzado a morderse el labio para no empezar a reír y despertar a su invitado.

Aún tenía demasiado sueño así que volvió a apoyar la cabeza en el pecho de Lupo, quién se había quedado a dormir para asegurarse que en verdad estuviera bien. Aunque algo le decía que si se quedó fue para cerciorarse que estuviera a salvo. No había querido dejarlo solo. Así que al final se habían quedado en su habitación viendo películas.

No se había atrevido a decirle a Lupo su descubrimiento. No sabía qué pensar. Sin embargo, ¿cuántas personas van con un tatuaje con un escorpión por la calle? Estaba seguro que era el mismo del que casi lo mata mientras colgaba del edificio. Tenía que averiguarlo. Samuel no estaba a salvo. Aquello no tenía lógica para Ethan; por qué alguien como Matías que lo tenía todo se uniría a un grupo como ese. No estaba del todo seguro, pero tendría que buscar respuestas y eso no podía pasar de hoy.

***

Aquella mañana amaneció haciendo un clima excelente, cielo despejado y un sol radiante, por lo que no dudó en usar el Jaguar para ir hasta su restaurante. Dante Di Ferrer no pudo despegar la mirada de ese cielo tan azul que le recordaba a aquellos preciosos ojos que alguna vez estuvieron a su alcance. Ahora lo había arruinado todo. Sabía que era un cobarde por no enfrentar a Ethan, pero una parte de él le decía que ni siquiera merecía estar en su presencia.

Desde aquel día había dejado de tomar, ni siquiera le gustaba tomarse una sola copa de vino, porque solo le recordaba a la persona que había lastimado. Sabía que no era el primero a quien trataba de esa manera, pero había sido el único que en verdad se sintió completamente arrepentido a tal punto de no considerarse digno de perdón. Aún por las noches en sus sueños, volvía a revivir ese momento donde no solo se comportó como un idiota con Ethan, sino que también lo había hecho con Lyosha. ¿Cómo fue capaz de dañar a dos de las personas más importantes en su vida?

Todos esos pensamientos ocuparon su cabeza hasta que se estacionó frente a su restaurante y notó cómo Samuel Shiheflit lo iba haciendo también. Su corazón se aceleró. ¿Estaría Ethan con él? Vio bajarse a más guardaespaldas de lo normal e incluso vio a Matías acompañarle. Se quedó al pie del Jaguar al notar como el joven heredero de las industrias S&S lo miraba. Momento incómodo. Habían compartido chica al mismo tiempo en más de una ocasión, era algo de su pasado oscuro del cual no se enorgullecía.

Samuel al verle fue a saludarle, seguido de cerca por Matías— Al fin te veo, muchacho. ¿Qué te habías hecho?

—Buenos días, señor Shiheflit. Andaba solucionando unos pendientes en Silver Beach— se excusó—. Hola Matías—Siguió buscando a Ethan con la mirada, lo cual no pasó por desapercibido por Samuel.

—Ethan no me ha acompañado este día— dijo así sin más.

Dante se ruborizó al verse descubierto— ¿Enserio? ¿Él está bien? — Aquel día era sábado y sabía que trabajaba en la mañana y sobretodo nunca había dejado de faltar al trabajo no importando los pendientes que tuviera. Al notar la expresión de Samuel se alarmó— ¿Él está bien? — Volvió a repetir. Samuel le contó todo lo que había pasado el día anterior. Dante sintió que las piernas le fallaban. No, no, ¿en qué estaba pensando Ethan?

—Yo creo que no le vendría nada mal verte.

No estaba del todo seguro de eso, pero tenía que hacerlo, asegurarse que estuviera bien. Sabía que Ethan muchas veces mentía para no preocupar a los demás— Solo dejo unos papeles e iré a verle— informó mientras entraba con Shiheflit al restaurante—. Disfruten su comida.

Dejó todo en el escritorio. Y ordenó lo más aprisa que podía los papeles que tenía que entregar a su contador, pero no tenía cabeza en esos momentos. Mejor llamaba al tipo y le decía que fuera luego. Alzó la mirada y notó como Matías estaba en la entrada de su oficina— ¿Qué te traes con el chico ese?

A Dante no le gustó para nada el tono de Matías— Es mi amigo— ¿En verdad lo era? No tenía idea qué eran.

—Vamos Dante, tu y yo sabemos que no sirves para tener amigos.

—Esos eran otros tiempos— le dijo ceñudo—. Si me disculpas.

—El chico ese no anda en nada bueno…

Dante había pasado a su lado sin decir nada, pero al escuchar las palabras de Matías se giró. Lo vio sonreír complacido— ¿A qué te refieres?

—Que si sabes lo que te conviene no te acercarás a él.

—Ethan es bueno.

—Nadie que pelea como él debe estar metido en algo bueno Dante. Vi las cámaras de seguridad de ayer, el chico saltó como si nada desde la segunda planta y sin hacerse daño. Ni siquiera los guardaespaldas de mi padre se atrevieron a intentarlo.

—Ethan, puede hacer cosas que nadie más puede y eso no lo hace malo, sino especial. Él es mucho mejor que nosotros dos juntos— Dios sabía que Matías Shiheflit podía ser un ser rastrero y nauseabundo.

—Habla por ti. Si yo fuera tú no me encariñaría mucho tiempo con el chico. Sé que tiras para ambos lados, pero como amigo te digo que mejor no consideres a ese chico en tu lista de futuras conquistas.

—Yo haré lo que se me dé la gana— Soltó así sin más y salió de allí ignorando el peligro que encerraban esas palabras.

Subió al Jaguar directo al apartamento de Ethan. Tenía que asegurarse que estuviera bien. Él tenía que estarlo, no sabía qué haría si algo le había pasado. Se estacionó frente al edificio, al diablo si pasaba una patrulla y le ponía una esquela. A la entrada del edificio notó una mancha naranja que le observaba curioso. Dante no pudo evitar sonreír con cierta melancolía, había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo allí. Carlo Magno había dejado de ser el gatito que cabía en la palma de su mano. Siguió avanzando y el minino le siguió de cerca. Sin embargo no se dejó acariciar por Dante, al parecer también él estaba resentido por su ausencia.

Con cierto nerviosismo tocó la puerta. Su corazón latía con fuerza. ¿Qué podía decirle? Luego de lo que pareció una eternidad la puerta se abrió. Ethan apareció con su pijama puesta, apenas alzó la mirada se quedó como si hubiese visto un fantasma.

No pudo evitar reprimir su emoción al verle allí frente a él. Quería decirle tantas cosas, pero  de sus labios solo salió un estúpido—: Hola…

—Ethan, si es el repartidor pregúntale si tiene cambio para un billete de cien— Dante miró confundido al dueño del apartamento. Carlo Magno pasó entre ellos y se fue a enrollar al pie de Lupo quien apareció solo con una toalla alrededor de su cintura—. Veo que no eres el repartidor— comentó Lupo con seriedad—. Bueno iré a cambiarme— Se inclinó para tomar a Carlo Magno que al parecer estaba ansioso porque le prestara atención. Así sin más volvió a la habitación.

Dante no supo bien qué decir, sin embargo ya había comprobado sus sospechas con Lupo— Yo solo quería asegurarme que estuvieras bien. Lamento haber venido sin avisar— Al ver que Ethan no reaccionaba tomó el pomo de la puerta del exterior y cerró la puerta del apartamento. Empezó a bajar las escaleras a toda velocidad. ¿Por qué corría? No tenía derecho. Ethan tenía derecho a rehacer su vida, había pasado demasiado tiempo y él fue tan cobarde de no darle la cara, era normal que creyera que siguiera sin él. Sin embargo. Dolía.

— ¡Dante! — Por un momento creyó que su cabeza le estaba jugando una mala broma— ¡Dante! ¡Aguarda! — Ethan venía bajando las escaleras a toda prisa y salía del edificio en pijama— No te vayas…

Ambos se miraron en silencio por lo que pareció una eternidad— Ethan…

—Perdóname— Dante le miró como si se hubiera vuelto loco—. Yo no debí haber actuado así la otra noche. Perdóname, Dante.

—Ethan, no digas esas cosas, tú no tienes que disculparte por nada.

—Sí, si tengo que hacerlo. Malinterpreté tu trato conmigo y creí que en verdad yo te gustaba. No tenía ningún derecho de reaccionar así contigo y más cuando tú y Lyosha tenían un pasado en común, yo solo…

Le tomó del rostro—Ya no digas nada, me haces sentir más culpable. Tú no malinterpretaste nada. Realmente me gustas y todo lo que me dijiste esa noche fue verdad. Fui muy cruel contigo. Soy yo quién debería pedirte perdón, pero no me atrevo porque no me lo merezco, ni siquiera soy capaz de perdonarme a mí mismo por haberte herido de esa manera.

— ¿Y si me lo pides sabiendo que voy a perdonarte?

—No, Ethan, no merezco…

—Yo soy quien debe juzgar eso. Te he extrañado— No podía evitar sentirse frágil a su lado—. Durante todos estos meses lo único que he deseado es que vinieras a mi puerta y me pidieras un perdón que muero por otorgártelo.

— ¿Podrías perdonar a este idiota?

Ethan le abrazó con fuerza. Dante hizo lo mismo a su vez, pero nunca podría hacerlo con la misma fuerza que la persona que tenía entre sus brazos—Solo no vuelvas a hacerlo. No me lastimes otra vez porque me duele como no tienes idea…

Dante le estrechó entre sus brazos. ¿Quién era él para merecer el perdón de alguien tan bello como Ethan? — No voy hacer que te arrepientas.

—Te quiero, Dante— Creía que lo amaba, para ser sinceros, pero no quería arruinar ese momento con sus sentimientos. El solo tenerlo a su lado le hacía sentir que las cosas estaban volviendo a su lugar. Quería creer que las cosas iban a mejorar para él. Tenían que mejorar. Él aún no perdía la fe.

—Yo también te quiero, Ethan, como no tienes idea.

Incluso allí entre sus brazos recordó las palabras de Lupo— Te perdono, porque te quiero, pero necesito tiempo para volver a confiar en ti.

Asintió— Prometo que seré digno de ésta segunda oportunidad que me das…

***

— ¿Seguro que no quiere que me quede hasta que consiga un reemplazo, señor González? — Ariel se sentía bastante culpable de renunciar a la librería. Su jefe había sido bueno con él, pero en esos momentos necesitaba muchísimo el dinero extra.

—No te preocupes. Es una lástima que no vayas a poder seguir conmigo, pero comprendo que necesites un trabajo mejor remunerado para ayudar a tu madre. Lamento no ser capaz de pagarte más.

—No es su culpa— Dijo con cierta tristeza. Mientras recibía su último pago—. Le ayudaré a poner en la vitrina el último pedido de libros que llegó— Se ofreció. Era lo mínimo que podía hacer.

Empezó a abrir las cajas. Cuando escuchó una motocicleta detenerse frente a la librería. No dejó de acomodar los libros en la vitrina, aún cuando sabía bien quién acababa de entrar a la librería. No le dirigía la palabra desde ayer. Ya no se atrevía a enfrentarle. Lo peor de todo es que tampoco se veía capaz de ponerle fin a esa relación.

—Creía que iríamos a almorzar.

—Quiero terminar de ordenar estos libros— le dijo sin mirarlo mientras levantaba una de las cajas y se le caía un libro que Alessandro tomó en sus manos. No se lo pidió por lo sano. Siguió ordenando, pero al notar la expresión de Alessandro mientras hojeaba el libro lo hizo mirar con más atención uno de los que tenía.

“El último sobreviviente” M.S Popov. Leyó la contraportada. “Autor ruso, emigró a América donde escribió la mayor parte de la obra. Posteriormente se traslada a vivir a Rusia por un corto tiempo y finalmente por motivos desconocidos vuelve a América donde finalmente muere…”

Dejó de leer. Lo cerró de golpe. Sentía su respiración acelerada. Ariel hubiera pasado desapercibido un libro como ese sino hubiera sido porque Alessandro se quedó demasiado tiempo viendo la tercera página del libro. Él también lo hizo. “Para Alessandro, quien nunca abandonó mis pensamientos y quería que le dedicara este libro.”

Sus manos empezaron a temblar. “M” esa simple letra hizo que su mundo terminara de derrumbarse—Misha…

Alessandro no notó nada de las reacciones de Ariel porque estaba demasiado ocupado comprando el libro que había recogido. Ariel se controló lo más que pudo. No podía hacer un escándalo allí. Ya no lo soportaba. No podía un segundo más así. Sintió como una lágrima cayó en su mano. Se apresuró a limpiarla. Puso los libros lo más rápido que pudo, procurando dejarlos en perfecto orden, aunque lo único que quería era quemarlos todos.

—Ya está todo listo, señor González— dijo con una sonrisa que le era difícil de mantener. Intercambiaron un par de palabras y prometió que vendría a verlo de vez en cuando. Así sin más salió de la librería, dejando a Alessandro allí adentro. Ya no le importaba nada. Lo escuchó llamarle entre todas las personas. Lo hizo girarse—. Quiero estar solo.

— ¿Ariel, qué sucede?

—Ese libro— dijo señalándolo con odio—. Lo escribió Misha ¿verdad? — Alessandro le miró confundido—. El de la dedicatoria eres tú ¿verdad? No te atrevas a mentirme.

—Si soy yo…—susurró derrotado—Pero Ariel…— No quería escucharlo. Ya tenía suficiente con eso. Todo estaba claro.

—Suéltame.

—Ariel. No te vayas.

—Suéltame, Alessandro, antes que mande a la mierda lo que sea que tenemos en estos momentos— su voz se quebró—. No quiero verte— Salió corriendo de allí. Ya no lo soportaba. ¿Por qué seguía con él?

***

Su vida parecía que iba mejorando. No podía creer la buena suerte que estaba teniendo. Aquel día estaba saliendo mejor de lo que había esperado. Tenía a Dante de vuelta en su vida y a Lyosha también. Tenía a Lupo con quién se había vuelto muy unido. No podía creer todo lo que le estaba sucediendo.

Sin embargo, aún tenía algo que arreglar. Tenía que hablar con Ariel. Lo había postergado demasiado. Sacó su móvil y marcó el número del que esperaba que aún quisiera ser su amigo súper especial. Dejó que sonara más de tres veces, iba a colgar cuando le respondieron—¿Aló?

—¿Ari? — Su voz no pudo evitar expresar preocupación al notar la voz quebrada. Tampoco no pudo evitar llamarle de esa manera una vez más— ¿Ari, estás bien?

— ¿Ethan? Sí, sí, es solo que me duele la cabeza aún…

— ¿Estás seguro? ¿Todo está en orden?

—Sí, ¿Qué sucede? ¿Tenemos alguna exposición o algo para el lunes?

—No, no, yo solo quería hablarte…

—Te escucho.

—Yo preferiría decírtelo de frente, pero si te sientes mal creo que puede esperar.

— ¿Mañana?

—Seguro. Mañana, no sé si tienes ya algún plan.

—No tengo ninguno. Estoy libre.

— ¿Entonces no importa si me tardo todo el día en decirte lo que quiero?

— ¿Está todo bien?

—Mañana, mañana las cosas estarán perfectas. Entonces quedamos en el parque central como a las nueve.

—Allí estaré. Cuídate…

—Y Ari…—Vaciló unos segundos—. Te quiero…

— ¿De verdad?

—Sí, creo que ya te imaginas por dónde va la cosa, pero quiero decírtelo de frente.

—Comprendo y también te quiero, Ethan. Cuídate mucho.

Colgó sintiendo una mayor tranquilidad en su alma. Miró su habitación ahora vacía. Lupo se había ido hacía un poco más de dos horas, aunque lo vio bastante reticente a hacerlo y no por el hecho que Dante hubiera aparecido, sino porque al parecer creía que aún corría peligro. Luego de advertirle que no hiciera nada estúpido y arriesgado salió de allí dejándole solo.

Sin embargo, lo que no sabía era que Samuel Shiheflit  corría más peligro que él si resultaban ciertas sus suposiciones. Estaba en su cama buscando en frente a su laptop alguna descripción en la página de la policía local que le ayudara a saber si era Matías Shiheflit o no. Estuvo analizando por más de tres cuarto de hora una serie de crímenes que se habían efectuado meses atrás, en los que se suponía que Matías se encontraba de viaje y todos tenían un patrón: Siempre que parecían ser a puntos de ser atrapados alguien del otro equipo moría de bala, una que era disparada por uno de sus propios compañeros para generar un distractor y lograr escapar. Los pocos testigos y policías  solo había identificado un rastro de los implicados: Un tatuaje en forma de escorpión.

Sentía un frío invadirle. No podía ser verdad. No Matías. Miró su celular el cual empezó a vibrar en su cama, con cierto temor lo tomó. No sabía si se había equivocado en mandar ese mensaje, pero estaba desesperado— ¿Qué tienes para mí?

— ¿Vaya ahora soy tu mensajero? Creí que ibas a decir: hola papá, cómo has estado…

Un escalofrío recorrió a Ethan— Necesito esa información. ¿La tienes o no?

—Sí, sí la tengo— Hizo una pausa que sabía que solo lo hacía para ponerle los nervios de punta—. No sé en qué te estás metiendo últimamente, querido Ethan, pero los tipos con los que te has juntados no son de fiar.

—Tú tampoco lo eres.

—Y sin embargo estás pidiendo mi ayuda— Ethan prefirió no decir nada—. El tipo del que me has dado descripción estuvo implicado en el robo que ayer frustraste.

— ¿De qué hablas?

Escuchó una risa del otro lado del teléfono— Ethan Lenz, aún no has comprendido el poder que tengo ¿verdad? Yo controlo estas ciudades. Tengo informantes donde sea. No fue difícil saber que ayer les estropeaste el jueguito a una de mis mayores competencias, si se podría decirle así. Así que te lo agradezco— No quería su gratitud. No lo había hecho para ayudar a Mapelli—. El tipo del tatuaje con escorpión en efecto es el hijo del tipo Samuel Shiheflit. Lleva un poco más de cuatro meses de haber ingresado a esa organización. Tiene buenos movimientos, pero nunca tan buenos como los tuyos, si me permites agregar. Les está pasando información desde hace meses a mi competencia y como un plus tengo algo que quizás no te agrade. Ya sabes siempre tengo que cerciorarme lo que otros planean.

— ¿Qué pasa?

—Ya que ayer frustraste sus cometidos y lo que querían ya no se encuentra en el país pues han decidido secuestrar a Samuel para que les fabrique otro igual.

Ethan empezó a sudar—No, Matías no los dejaría…

—Aún no comprendes que hay personas que no tienen moral ¿verdad? — ¿Qué hacía? ¿Y si ya pasó? Tenía que avisar a la policía o al propio Samuel— Aún estás a tiempo de salvarlo si lo deseas. Tienes un poco más de media hora para ir a sus oficinas.

— ¿Por qué me estás diciendo todo esto?

—Porque me divierte ver fracasar a  los que osan desafiarme. Y según entendí va a ir la elite a secuestrarlo, así que no me importaría que me quites buena parte de la competencia.

— ¿Entonces me estás diciendo todo esto solo para usarme?

—Deberías sentirte halagado. Sin embargo para que veas que sé recompensar un buen trabajo, luego puedes pedirme lo que quieras a cambio de un buen trabajo realizado. Excepto, claro está, que le perdone la deuda a tu amiguito, Ariel. Suerte con ellos, vas a necesitarla.

Ethan se quedó en silencio mirando la pantalla de su celular. Samuel estaba en peligro. El corazón le latía con fuerza. Buscó entre sus cosas. Maldijo por lo bajo al notar como Lupo se había llevado su arma. Miró la katana que estaba debajo de su cama, se la había prestado a Lyosha el día que se había disculpado con él para poder practicar un poco. La tomó con cierto temor. Era lo único que tenía a la mano.

Tenía que advertir a Samuel. Marcó el número telefónico de su jefe, pero no contestaba, ¡Maldición! Probó con la línea directa. ¿Es que nadie contestaba su móvil cuando era de vida o muerte? Ethan fue a su closet y se apresuró a ponerse una camiseta y sus tennis.  Tomó la katana. No había otra opción. Tenía que ir a advertirle a él y a sus hombres. En el peor de los casos tendría que ir a defenderlo.

Salió de la habitación, en una mano llevaba su móvil y en la otra la katana. Tenía que avisarle a la policía, pero no confiaba en ellos, no en todos. Buscó el número de John Erbil en su móvil. Al poco tiempo respondió— ¿Ethan? — No lo culpaba por extrañarse de su llamada.

—Oficial Erbil yo…—calló al asomarse por la ventana y notar como una camioneta se detenía de forma estrepitosa en el edificio—No, no…

— ¿Ethan? ¿Qué sucede? ¿Dónde estás?

—En mi apartamento— Vio como unas figuras con pasamontañas se bajaban de la camioneta—. Hay no…— Su corazón se aceleró— ¡Vaya a la compañía de Samuel Shiheflit! ¡Está en peligro! — Ni siquiera se molestó en cortar la comunicación, solo dejó el celular en la barra desayunadora. Aún escuchaba la voz de Erbil en el móvil, sin embargo el ya estaba corriendo hasta el sillón donde estaba su gato profundamente dormido. Lo tomó con rapidez, tenía que salir de allí. No podía dejarlo allí. Esos hombres lo matarían solo por placer. Cuando escuchó unos disparos pisos abajo fue que realmente se preocupó. El gato se removía asustado—Cálmate, cálmate…— sin embargo lo decía más para él que para su mascota. Se pasó la correa donde estaba el portador de la katana a manera que le quedara en  la espalda. Abrió con rapidez la puerta de su apartamento y salió corriendo hasta la azotea.

Sintió un disparo pasarle demasiado cerca. Llevaba a Carlo Magno en sus dos manos que para esos momentos tenía el pelo completamente erizado. Escuchaba los pasos demasiado cerca de él para su gusto. Apenas giró y notó el tatuaje de escorpión. Un nuevo disparo casi lo alcanza. Subió las escaleras corriendo. Abrió la puerta de una patada. Si no hacía algo lo iban a atrapar. No lo pensó mucho. En esos momentos no podía pensar ya. Saltó del edificio, solo alcanzó a sentir como las garritas de Carlo Magno se le incrustaban dolorosamente en la piel.  Cayó en un tejado un tanto inclinado y sintió su pie doblarse. Apenas pudo incorporarse, justo antes que una ráfaga de disparos le lloviera. Logró ponerse a salvo. Su corazón latía a mil. Miró hacia abajo y se encontró con la piscina del condominio vecino— Lo siento, Carlo Magno— susurró antes saltar a esta.

El agua estaba fría.  Salió rápido de allí, lo más rápido que podía, porque cojeaba. Carlo Magno gruñía furioso en sus brazos por el baño no deseado. Tenía que alejarse de allí pronto. Se metió entre los callejones esperando que nadie le diera alcance.

Aún no apoyaba bien el pie. Sin embargo siguió corriendo. No había mucho tiempo. Cuando creyó seguro salió a la calle principal— ¡Cuidado! — Ethan giró con rapidez y se apartó de la acera, por poco terminaba en el suelo. Casi había sido atropellado por una bicicleta— ¡L-lo siento capitán! Salió de la nada.

—Mike…

— ¿Está bien, capitán? — Preguntó el chico al ver a Ethan empapado— ¿Eh? ¿Por qué el gato está mojado?

Miró la bicicleta unos segundos—Necesito tu bici— Se había olvidado la billetera a todo esto.

— ¿Mi bici? — Antes que pudiera decir algo más Ethan ya lo estaba bajando—Claro, lo que sea por mi capitán.

—Te la devuelvo más tarde— Miró a Carlo Magno que aún estaba entre sus brazos— ¿Me lo cuidas? — No esperó respuesta. Y lo puso en las manos de Mike—. Solo toma leche descremada. La entera le da gases.  Pórtate bien con Mike, Carlo Magno.

No alcanzó a escuchar las palabras de su compañero de equipo. Salió pedaleando lo más rápido que podía. No tenía idea de cuánto tiempo le quedaba, pero sabía que no debía ser mucho. Esperaba que John le hubiera tomado la palabra y haber ido al edificio. A cada segundo verificaba que aún tuviera la katana consigo. Agradecía que el centro de la ciudad no quedase muy lejos de donde se encontraba.

Su corazón latía cada vez con más fuerza a medida se iba acercando al edificio. Sin embargo, cuando no vio las patrullas supo que en verdad estaba solo en eso. A esas horas la mayoría de empleados ya se habían retirado por ser sábado. Era lo único que lo tranquilizaba. Sin proponérselo entró con todo y bicicleta al edificio. La dejó tirada en el vestíbulo y salió corriendo hasta las escaleras.

No veía a nadie en los pasillos y eso le estaba poniendo nervioso. ¿Dónde estaba todo mundo? Llegó hasta el último piso y  abrió las puertas del despacho de Samuel Shiheflit. Paró en seco al notar quien estaba allí.

— ¿Ethan? ¿Estás bien?

—Dante… ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está Samuel?

— ¿Cómo que hago aquí? Me enviaste un mensaje que querías que viniera por ti.

—Yo no…—Su móvil. Se le había olvidado.

— ¿Ethan estás bien?

— ¿Dónde está el señor Shiheflit?

—Está abajo. Dijo que tenía que revisar unos proyectos.

—Tienes que irte.

— ¿Ethan qué pasa?

— ¡Vete! ¡Es muy peligroso para ti! —Corrió hasta el escritorio de Samuel y sacó una de las tarjetas de acceso a esa zona, tenía que bajar a avisarle— Dante, vete.

— ¿Ethan qué pasa?

— ¡No hay tiempo para explicar! ¡Vete Dante!

Las puertas del despacho volvieron a abrirse. Samuel entró con sus guardaespaldas— Señor Shiheflit…

—Ethan, no esperaba que vinieras ahora, ¿por qué estás mojado?

Ethan miraba preocupado a todos en especial a Dante. Matías había lo mandado para que no pudiera proteger a Samuel— Hay que salir de aquí.

— ¿Ethan, qué pasa?

—Por favor, señor Shiheflit. Le explico todo en el camino, pero hay que irnos. Se lo suplico— Todos los guardaespaldas le miraban como si se hubiera vuelto loco—. Confíe en mí. Tenemos que salir de aquí— Samuel solo le miraba sin saber qué decir—. Confíe en mí. Necesito que lo haga…

—De acuerdo. Vámonos. Thomas, ve por la camioneta.

Ethan sintió que la vida le era devuelta. Vio como el hombre se les adelantaba— Gracias…

—Luego me explicas bien— pidió.

Bajaron a toda velocidad por el edificio. Nadie preguntaba nada. Ethan sentía su corazón latir con demasiada fuerza. Tenían que lograrlo. Thomas iría por la camioneta, todos estarían a salvo. Cuando llegaron al enorme vestíbulo se detuvo de golpe al notar como quién debía ir por la camioneta estaba poniendo una enorme cadena a las puertas principales.

— ¿Thomas, qué estás haciendo?

El hombre se giró con lentitud. En un rápido movimiento desenvainó su katana— Un espía…

—Nadie saldrá hasta que yo lo diga— respondió el hombre.

—Trabajas para ellos— Dijo sorprendido Ethan.

—Sí, y a diferencia de esos idiotas yo si voy a eliminarte.

—Vayan a la salida de emergencia…

—Ethan no puedes…

— ¡Váyanse! ¡Dante tú también! — Dijo mirándole de reojo— Voy a estar bien. Tienen que escapar ya— Los hombres de Shiheflit se apresuraron a tomar a Dante quien se resistía—. Voy a estar bien— le aseguró con una pequeña sonrisa.

Dante luchaba con todas sus fuerzas, no, no podía dejarlo allí. Samuel Shiheflit lo tomó también y lo hicieron seguir corriendo— ¡Ethan!

Aquel grito quedó resonando en la cabeza de Ethan. Tomó con más fuerza  la katana con más fuerza. Thomas reía divertido ante su intento de protegerlos, lo consideraba tan patético que ni siquiera se había movido— ¿Piensas que vas a poder vencerme, niño?

—Solo tengo que detenerte lo suficiente para que escapen.

— ¿Quién eres en verdad, Ethan Lenz? Te he observado de cerca y siempre supe que había algo más en ti. Algo muy oscuro— Ethan retrocedió al ver como el otro avanzaba unos pasos—. Creo que te he visto antes…— Ethan empezó a palidecer. Él también creyó haber visto con anterioridad a Thomas. Ambos se quedaron en silencio analizándose— San Peter…— dijo finalmente. Ethan sintió que las piernas le fallaban unos segundos— Fuiste tú ¿verdad? El que estaba con los halcones. El tipo del Audi es uno de ellos ¿O me equivoco? — Ethan no contestaba— ¿Cómo lo sé? Matías siempre sospechó de ti. Con él logramos escapar antes que todo se complicara aún más. Al principio creí que eran paranoias suyas, pero después de ayer…

Se escucharon unos disparos provenientes de la parte de atrás. Ethan giró, pero el tipo ya se había adelantado a sus movimientos y corrió hasta él aplicándole una llave. Soltó la katana al sentir como el aire le estaba faltando— ¿Así que sí eras tú? —Los gritos y los disparos se hacían mayores. Gimió de dolor al sentir como se quedaba sin aire, abrió la boca desesperado por conseguirlo. Dante. Estaba allá. Tenía que ir a salvarlo. También a Samuel— ¿Así que eres un halcón, Ethan Lenz?

No. Él no lo era. No iba a serlo nunca. Intentó concentrarse. Despejar todas esas voces en su cabeza que le decían que era uno. Tomó los brazos de Thomas y usó el peso de este en su contra haciendo que ambos cayeran al suelo. Sintió como finalmente soltaba el agarre.  Ethan se incorporó, pero Thomas le tomó del tobillo. Giró solo para darle un golpe con su otra pierna. Thomas sacó un arma, pero Ethan para esos momentos ya tenía la katana en su mano que no dudó en clavársela en el brazo con que lo apuntó.

Al ver bullir la sangre se alejó con rapidez de este. Su corazón empezó a latir con fuerza. Thomas había soltado el arma. Ethan se apresuró a tomarla— No te muevas— dijo con voz temblorosa. Las manos le temblaban.

— ¿Vas a matarme?

Una vez que empieces a matar, Ethan, nadie va poder detenerte. Eso puedo asegurártelo. Ni siquiera tú mismo.

Las palabras de Mapelli retumbaron con fuerza en su cabeza.  No, no podía. Ethan en un rápido movimiento se posicionó detrás de Thomas y le dio en la nuca con la culata del arma  haciendo que se desplomara.  Miró unos segundos a Thomas que yacía inconsciente en piso del lobby. Le había descubierto. Tenía que matarlo. Si Samuel se enteraba no solo él estaba en peligro, sino que también Lupo. Sabía que era lo que tenía que hacer, sin embargo no pudo. Salió corriendo de allí, se había prometido así mismo nunca matar a nadie. Tenía que cumplirlo. Sentía que eso era lo único que lo diferenciaba ya de su padre.

Su corazón latía a mil. Sentía la garganta reseca. Dante y Samuel tenían que estar bien. Guardó el arma y se aferró más a la katana. Sabía que con ella podía paralizar a las personas sin necesidad de matarlas.  Cuando llegó al callejón vio los cuerpos de tres de los guardaespaldas de Samuel. Solo quedaban con vida dos, sin contar a Thomas.  Vio las llaves del Jaguar. En el suelo. Las tomó a toda prisa y salió corriendo por el callejón.

Se escucharon unos disparos a media cuadra de allí. La gente gritaba horrorizada. Vio a los dos guardaespaldas restantes en el suelo— ¡Llamen una ambulancia! — Gritó con fuerza a un hombre que se había acercado a auxiliar a uno de los guardaespaldas de Shiheflit. En medio del mar de personas que corrían de un lado Ethan buscaba a su jefe. Empezó a correr sin rumbo sintiéndose cada vez más desorientado. La gente no reparaba en él ni en su katana.

—No, no, ¿Dante, dónde estás? — Los buscó con la mirada.

— ¡Ethan!

Giró a su izquierda y notó como Dante  recibía un golpe en la cabeza y luego lo  empujaron con violencia dentro de la camioneta. Ethan empezó a correr hasta esta lo más rápido que podía, sacó el arma y disparó a uno de los tipos que estaban a punto de subir. Le dio directo en la pierna. Sin embargo no logró detenerlo por mucho tiempo. La gente al escuchar los nuevos disparos empezó a correr en todas direcciones. Seguramente no iban a volver a pasar por allí durante mucho tiempo. Ethan apuntó a una de las llantas, pero nada pasó, estaba seguro que había dado en el blanco.

La camioneta aceleró, terminó de correr hasta alcanzarla— ¡No! — Se aferró a la llanta de repuesto. Un disparo le pasó zumbando la cabeza. Tomó impulso antes de lograr subirse al techo la camioneta. Un disparo perforó el techo. Y luego otro. Ethan tomó el arma con una mano mientras con la otra tenía la katana y luchaba por no caerse, el auto giraba con violencia de un lado a otro intentando tumbarlo. No podía disparar sin arriesgarse a herir a Dante o al señor Shiheflit y aunque no lo admitiera tenía miedo de asesinar a alguien.

Alzó el arma, tenía que confiar en él. La cargó, pero en esos momentos solo escuchó la bocina de un tráiler, al girar a su izquierda notó como este iba directo a ellos. El auto viró con violencia haciendo que Ethan se fuera de espaldas y cayera del automóvil. Escuchó un chirrido de llantas seguido del sonido del impacto; los vidrios quebrándose, pero hubo otro chirrido más. El mundo se oscureció unos segundos. Solo escuchaba los gritos de alguien pidiendo una ambulancia.  Cuando Ethan abrió los ojos sentía la sangre caer en sus ojos. Se había golpeado la cabeza al caer, sentía como si se la hubieran abierto, a pesar que había logrado romper el parabrisas con la katana en un desesperado intento de que el impacto no fuera tan grave. Notó como tenía la matrícula de un vehículo a escasos centímetros de su cara. Su cuerpo temblaba. Un hombre se bajó de auto completamente pálido— ¡Chico! ¿Estás bien? — Ethan intentó ponerse de pie. Su cuerpo dolía a horrores. El del auto se apresuró a ir hasta su lado—No te muevas estás sangrando.

—Llame a la policía. Hay gente secuestrada en la camioneta del frente— El hombre hizo lo que le ordenó. Sintió que el poco aire que tenía se le escapaba al ver la camioneta entre el tráiler y un árbol—. Dante, señor Shiheflit…

Intentó ponerse de pie, pero la sangre le caía en el rostro y le impedía ver con claridad. El vidrio había caído hasta donde él se encontraba. Con sus últimas fuerzas logró ponerse de pie. Vio el arma a unos metros de él y su katana un poco más adelante. Avanzó hasta ellas al principio cojeando. Las tomó y avanzó hasta la camioneta la cual había quedado entre el tráiler y un árbol. Antes que llegara a ella vio como la puerta trasera logró abrirse. Uno de los secuestradores, aún con el pasamontañas puesto, salió por el parabrisas. Estaba sangrando. Del lado de la puerta vio a Samuel y a Dante salir, estaban a salvo. No sabía cómo pero estaban a salvo. Se alejaban tambaleantes del automóvil. Solo tenían unos golpes, no sangraban ni nada. Las sirenas de los policías se escucharon a lo lejos.

El hombre que había salido del parabrisas lo apuntó con su arma. Ethan se detuvo en seco—No vas a llevártelos— El secuestrador empezó a avanzar hasta él.

De entre los hierros torcidos del auto deshecho salió otro secuestrador, el cual aún poseía el pasamontañas en la cabeza, que al notar como sus víctimas escapaban empezó a buscar su arma. Ethan olvidó que lo estaban apuntando con un arma y salió corriendo hasta donde se encontraba Samuel y Dante. Escuchó dos disparos. Al tenerlo cerca logró quitarle el arma a quien creía que aún solo le apuntaba. Le miraba asombrado. Solo atinó a desenvainar su katana  y lo hirió en el estómago. Vio el arma caer y él soltó su katana. Cuando giró para mirar al hombre que se disponía a dispararle a Dante y el señor Shiheflit sintió que todo se acababa allí mismo— ¡Cuidado! — Corrió intentando interponerse entre ellos, pero no lo iba a lograr.

Iba a matarlos, vio la decisión en su mirada, los iba a matar. Ethan alzó el arma que tenía en la mano, a partir de allí todo fue como si estuviera en una especie de trance, se sentía en su elemento. No tuvo miedo. No dudó. Sintió sus sentidos agudizarse al máximo. Quitó el seguro del arma, la cargó y disparó…

El sonido del arma para él fue como el de un cañón. El retroceso del arma a penas lo sintió. Antes que pudiera ser consciente de lo que había hecho, el cuerpo se desplomó sin vida. Le había dado directo en la cabeza. Samuel y Dante giraron asustados y más al ver como el hombre que yacía muerto aún tenía la mano en el gatillo, reflejando que en verdad  estaba dispuesto a asesinarlos.

De repente todo se le hizo más vivido. Los gritos, la sangre en el pavimento, la que le caía por el rostro. Entonces cayó en una terrible realidad: —Está muerto…— susurró Ethan temblando. Un frío le invadió en el acto— Está muerto…—Miró con horror como tenía el arma aún en alto. La soltó asustado y retrocedió unos pasos tambaleante—Está muerto…

Samuel y Dante empezaron a correr hacia él— ¡Ethan, resiste! — Gritó el señor Shiheflit viéndolo por primera vez histérico.

Ethan no comprendió bien esas palabras hasta que sintió un dolor en abdomen. Llevó sus manos hasta allí y notó algo caliente escurrirle entre los dedos, bajó la mirada y notó como era su propia sangre. Estaba herido. Sus ojos se llenaron de lágrimas y de pánico.

Sintió las fuerzas fallarle. Cayó sobre sus rodillas— ¡NO! — Dante logró tomarlo en brazos antes que se desplomara por completo— ¡Ethan resiste! ¡RESISTE!

Empezó a temblar— Dante…— pronunció, pero de su voz no salió nada.

—Ethan, no me dejes, no me dejes te lo suplico— tenía los ojos llenos de lágrimas—. Perdóname, perdóname, no me dejes, te amo…te amo… ¿Me escuchaste? Perdóname por no decírtelo ante, pero resiste, te amo, déjame demostrártelo, déjame demostrarte que puedo ser la persona que merece tu amor…Ethan…— Sentía que la vida se le escapaba a esos hermosos ojos azules. No puedes morir. Suplicó.

No podía, Ethan miraba a Dante intentando decir algo, pero nada salía. <<—Dante, no me dejes, tengo miedo. No puedo morir aún. Carlo Magno está con Mike, tengo que ir por él. Aún no le he conseguido una novia a Lupo. Aún tengo que verme con Ariel mañana. Tengo que pedirle perdón. Aún no sé qué se siente amar y ser correspondido…>>

Notas finales:

:B Mueran (?) Ok no listo! Actualizo el lunes, no me entretengo mucho para que vayan a correr y postearme un review (?) x) Saludos!


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