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LOS SANTOS DE BRONCE (by Shun4Ever y Crystalwall) por crystalwall

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Notas del fanfic:

Los personajes no nos pertencen, solo tomamos sus nombres y demás cosas para fines de entretenimiento

Notas del capitulo:

Hola, esta es la segunda colaboracion de Mayte (Shun4Ever) y yo (Crystalwall), este fic está dedicado con mucho cariño a todos quienes nos dieron su apoyo en el fic anterior, esperamos que esta historia sea de su agrado, a nosotros personalmente nos gustó mas

 

En los personajes están listados solo Afrodita, Shun y Shura pero intervienen los cinco de bronce, las amazonas, todos (y cuando decimos todos es en serio) los dorados, los jueces del Inframundo (Incluida Pandora y uno que otro espectro) y las Marinas de Poseidón (incluido Julián Solo), no quisimos dejar a nadie fuera

 

El primer capítulo escrito por Mayte - Shun4Ever

Capitulo 1: El anuncio de un concierto

 

Ahí estaba él, sentado en la misma mesa del local donde se reunían desde hacía cinco años. Moviendo los pies y los cascos puestos, mientras miraba por la ventana con un bolígrafo en la mano y una libreta sobre la mesa. Tantos tonos para una sola melodía, la música era para una balada, no es que fuera la primera vez que las componía, pero esta vez le estaba costando más de lo deseado. Paró el reproductor, suspiró un poco agobiado y colocó la pista desde el inicio, cerrando los ojos, para centrarse en la melodía. Sin lugar a dudas, sería una canción de amor, pues no podía ser de otra cosa con esa dulce sintonía. Se imaginó a dos personas abrazadas en un parque, hablando sin mediar palabra, amándose sin siquiera rozarse. No era complicado pues si salía a la calle, veía a cientos de parejas haciendo lo propio, compartiendo su tiempo, riendo por tonterías y besándose dulcemente.  Siempre se había podido colocar en la piel de los demás, sentir lo que estos sentían o imaginárselo al menos, pero con el amor…. Ese era otro cantar. En sus 27 años de vida no había comprobado lo que era ese sentimiento, lo de sentirse completo estando con otra persona, era algo que no le acompañaba. Abrió los ojos tras escuchar toda la canción y se sorprendió de ver a alguien más en su mesa sujetando su libreta.

 

- ¿Aún nada? – Preguntó Seiya dejando la libreta en blanco sobre la mesa.

- No – Suspiró – Se cual es el tema, pero no sé por dónde empezar – Guardaba su reproductor en el bolso que siempre llevaba encima – Sabes que algunos temas me cuestan – Indicó con una sonrisa a Seiya, que le devolvió el gesto.

- ¿Y el resto? – Preguntó Seiya al ver que era el primero en llegar, después de Shun.

- No han llegado aún – miró su reloj – pero no creo que tarden.

Una chica se les acercó y se quedó mirando a Shun a la cara. Este un poco cortado iba a preguntar si necesitaba algo, pero antes de abrir la boca, inició la muchacha la conversación.

- Disculpad – Estaba nerviosa pues jugaba con sus manos en la pequeña falda que llevaba puesta – Sois Shun y Seiya, de “los santos de bronce”, ¿verdad? – Seiya sonrió ante el “atrevimiento” de la chica y porque Shun, como siempre, se estaba poniendo colorado.

-Si, somos nosotros.

- ¿Podemos ayudarte en algo? – Shun aún no se había acostumbrado a que le reconocieran por la calle y se le hacía extraño.

- ¿Podríais – La muchacha sacó una pequeña libreta de un bolsillo de la falda y la extendió hacia delante con las dos manos, mientras miraba la misma entre ellas-firmarme un autógrafo?

Seiya cogió la libreta rozando con su mano los dedos de la chica, en plan de coqueteo… ¡Cómo le gustaba a él hacer sonrojar a las muchachitas que se le acercaban! Shun sacó nuevamente su bolígrafo y se lo pasó a Seiya.

- ¿Cómo has dicho que te llamabas preciosa? – Ahí estaba de nuevo, sacando al Don Juan que llevaba dentro.

- Me... – Pobre chica, más roja y nerviosa no podía estar, aunque es normal pues no todos los días te encuentras con dos de los chicos más guapos del panorama musical – Me llamo Saiko… Saiko Nakamura

- ¿Por qué no te sientas con nosotros? Yo te invito a lo que quieras – Decía mientras le pasaba la libreta a Shun

- Ohh – Se puso aun más nerviosa la muchacha, con que buena cara habría aceptado si no le estuviera esperando su chico en una de las mesas, sin quitarle ojo – Me encantaría pero no puedo.

- Ya lo tienes – Shun le devolvió la libreta mientras le regala una de sus sonrisas – Encantado de conocerte Saiko Nakamura.

- Que pena – Comentó Seiya al ver como la chica regresaba a donde su novio – Con lo buena que estaba – Se giró para mirar a Shun - ¿Viste sus piernas y su trasero? Ahí me perdía yo, ¡si señor!

 

Pero Shun no estaba en lo que Seiya le estaba diciendo, pues él seguía pensando en lo extraño que era ese hecho. Nunca había sido popular en el colegio y menos en el instituto o la universidad y ahora, incluso le paraban por la calle para pedirle un autógrafo. Una simple firma y ya se ponían contentos… Cierto que ya hacía dos años que esto les venía pasando, pero aún no se había acostumbrado, no como el resto, y se sentía extrañado. De nuevo, algo le sacó de sus pensamientos, su hermano y el resto de los chicos habían llegado.

 

- Hola chicos – Ikki saludo y se sentó junto a Shun, que había quitado su bolso, para que se acomodara su hermano.

- Hola Ikki – el mayor revolvió el pelo de Shun – Hyoga, Shiryu – le devolvieron el saludo con un movimiento de cabeza.

- ¡No os lo vais a creer! – Comenzó a contar Seiya - ¡Ha venido una pava que estaba buenísima a pedirnos un autógrafo!

- ¡Ya! – Hyoga habló – ¡No me digas! ¿Te la has tirado? – El tono era irónico, pues siempre que se acercaba una chica a Seiya, este exageraba el trato recibido hasta el infinito, llegando a decir que hasta se había acostado con ella, cuando todos eran conscientes que el máximo contacto que habían tenido era un ligero roce en las manos.

- ¿Cómo lo llevas Shun? – Shiryu fue el que cortó al muchacho castaño, dejándolo sumergido en sus ensoñaciones.

- Pues… - no iba a decir que aún no tenía la canción, pues el nuevo disco dependía de esa dichosa letra – no tan bien como me gustaría, pero algo tengo.

- Sí. El tema – Dijo Seiya un tanto enfadado porque no le habían querido escuchar.

- ¡Seiya! – Ikki salió en defensa de su hermano – Si fuera fácil escribir la letra, ya lo habría hecho.

- En fin… - Hyoga cambio de tema - ¿Sabéis para que nos ha convocado Shura?

- No

- No

- Ni idea

- Creo que lo vamos a averiguar pronto – Dijo Shun que se encontraba, de nuevo, mirando por la ventana – porque ya viene.

 

Tras unos minutos, el hombre llegó con un café en la mano y cogiendo una de las sillas vacías, se sentó junto a ellos en la mesa, con cara de emocionado, observando cómo los cinco chicos lo miraban expectantes.

- ¡No os lo vais a creer! – Tomó un sorbo de su café - ¡Nos vamos de concierto!

-¿De concierto? – Shiryu le miraba incrédulo – Llevamos años haciendo conciertos.

- Sí, si, eso ya lo sé – Shura se acomodó mejor en la silla – Pero este es especial. Ya que no seréis teloneros, ni tendréis que tocar junto a otros grupos. – Tomó otro sorbo – Será un concierto únicamente de “los santos de bronce”.

- Haremos dos pases en Tokio – Continuó hablando por el silencio entre los presentes - y dependiendo de cómo no vaya, podré convencer a los de la discográfica para organizar una gira. – Se notaba que estaba emocionado. Recogió la bufanda que se había quitado al entrar al local y se la puso a Shun por el cuello. – Será mejor que te cuides, lo vas a necesitar.

Shun no sabía si agradecer el trato o salir corriendo.  Ese representante les había dado mucho y le debían otro tanto, pero el comportamiento que tenía hacia él, le hacía sentir muy incómodo, atosigado. Shun no era el único que se sentía incomodo en esos momentos, pues los demás se sentían menospreciados e inconscientemente, Shura estaba consiguiendo que el sentimiento de envidia y odio creciera en ellos, enfocando dichos sentimientos en el pobre de Shun, que no tenía culpa alguna por ese trato predilecto.

- Eeeee, gracias – se la quita del cuello y la deposito en el apoyabrazos del asiento – pero no creo que sea necesario.

 

El hombre que les representaba, recogió nuevamente la bufanda y cuando acabó la reunión, se dirigió a su casa, en donde su pareja ya le estaba esperando.

- Hola Shura – Se lanzó a su cuello y beso sus labios, como siempre había hecho – Hoy has tardado en venir.

- Mmmm, es que me he reunido con los chicos – se sentó en el sofá y se aflojó la corbata - ¿Cómo ha ido por la oficina?

- Pues están expectantes con el concierto, por ver cómo reaccionarán los chicos – se sentó junto a su pareja – por lo demás, como siempre. ¡ah! – Se incorporó para mirar mejor a su acompañante – Tenemos que buscar a una costurera. Tendrá que comenzar con el vestuario.

- Comenzaré mañana. Hoy no puedo más.

Mientras la feliz pareja se encontraba acaramelada en su sofá, en otro punto de la cuidad el joven cantante se encontraba sentado en el sofá de su pequeño apartamento.

- Shun, entiendo que debas escuchar la música – Ikki se acercó a la mini cadena y bajó el volumen. – pero te vas a quedar sordo, si la pones tan alta.

- Lo siento Ikki. No me había dado cuenta. – Ikki suspiró al escuchar a su hermano y se sentó con él en el sofá.

- ¿Qué ocurre? Es la primera vez que tardas más de dos días en crear la letra para una canción.

- No lo sé. – Shun se dejó caer en el hombro de su hermano –No consigo escribir la dichosa letra y…

- Shun… - Ikki acaricio la cabeza de su hermano pequeño – No fuerces las cosas. Ya verás como tarde o temprano, todo llega. Aún eres joven para presionarte por algo así.

- Ikki – Se incorporó en el sofá, dejando el abrazo de su hermano – Tengo 27 años.

- Ay – Ikki suspiró y se levantó del sofá – Hazme caso y no te presiones. Ya verás como el día menos pensado, llegará.

Shun se quedó mirando a su hermano ir a la cocina y cuando ya estaba por entrar, este se giro.

- Ah! Y he pedido la cena, así que prepara la mesa.

- Ya voy Ikki.

El resto de los chicos se encontraban en casa de Hyoga tomando unas cervezas, muy bien acompañados. Saori era la que más se pegaba a Seiya, pues además de ser una socia del club de fans de la banda, era amiga de Seiya y Shun desde el colegio. Con Seiya había acudido siempre a clase mientras que con Shun se reunía para las actividades extraescolares. Ambos dedicaban su tiempo libre a la natación. Fue una sorpresa para ambos, que no sabían que compartían amistad con la chica, cuando un día Seiya la invitó a conocer a los chicos de la banda en la que tocaba. Desde entonces, parecían congeniar bien y siempre que podían, invitaban a la muchacha a reunirse con ellos. Además de Saori, habían acudido dos de las fundadoras del club de fans, que también estaban muy bien atendidas. Una de ellas, era rubia de larga cabellera ondulada y estaba siendo abrazada, en esos momentos, por el rubio del grupo, mientras la otra, de origen chino y pelo recogido en una trenza, charlaba agradablemente con el percusionista de la banda. Estas dos últimas chicas, no es que solo fueran fans del grupo, sino que eran una parte “especial”, pues eran las respectivas parejas de los chicos con los que se encontraban. Sin embargo, aunque Saori estaba enloquecida por el pequeño bajista, este solo la miraba como si de una hermana se tratara, haciendo que la pobre se sintiera a ratos desanimada. Este castaño oscuro estaba más interesado, sentimentalmente, en otra de las fundadoras del club de fans, que se llamaba Miho. Era una chica morena, con mirar inocente y que siempre estaba pendiente de él, hasta el punto de notarse su completo enamoramiento, aunque para el “Casanova” de Seiya, esto era difícil de ver, pues todas las mujeres llamaban su atención.

 

Cuando ya no les quedó alcohol por tomar y decidieron irse, cada cual por su lado, Hyoga aprovechó el momento para hacer feliz a su Irina y entregarse a ella por completo. Shiryu acompaño a Shunrei, que así se llamaba, hasta su casa, donde su padre Dokho ya la esperaba en la puerta, con los brazos cruzados. Jamás lo admitiría, pero aunque famoso, le agradaba el chico escogido por su hija, pues era muy formal y siempre estaba atento a sus necesidades. Saori fue acompañada por Seiya, hasta su apartamento, donde este se rehusó a entrar, con el pretexto de descansar, y así, dejándola nuevamente sola, se fue hasta su casa, en donde se acostó pensando en esa muchacha de cuerpo perfecto y pelo negro, que le quitaba la respiración.

 

Mientras esto sucedía, Shura se levantó de la cama, asegurándose que su pareja se encontraba plácidamente dormida. Habían compartido unos momentos de sexo alocado y agotador, por lo que no despertaría, por lo menos hasta el alba. Salió de la habitación tras vestirse cuidadosamente y se dirigió, con su coche, a un piso de estudiantes cercano al puerto.  El piso parecía abandonado, pero era como él lo quería para no levantar sospechas. Se adentró tras abrir con la llave y cerró de nuevo tras de sí, colocando el pestillo de la puerta. Encendió la luz y se dirigió a la habitación del fondo, que era la más grande. En esta había una cama, en el centro de la misma sin más decoración o muebles, que una bombilla en el techo, para iluminarla. Cerró esa puerta, quedándose él dentro y paseo rozando las paredes con las puntas de los dedos de la mano derecha. A cada paso que daba, se paraba mirando lo colgado en la pared. Una foto, un recorte, un papel, un poster, otro recorte, otra foto, un trozo de tela, cualquier cosa que encontraba, siempre tenía un dueño, un rostro y no era otro que Shun. Desde que entró como manager de la banda, ese muchacho angelical se le había metido en la piel y sin duda, tarde o temprano, acabaría siendo suyo. Para confirmar ese hecho, sacó la bufanda que había colocado en su cuello y la llevó a la nariz, aspirando fuertemente el aroma que poseía de ese chiquillo, para luego coger una nueva chincheta y colgarla de un pequeño hueco en la pared. Sin duda, ese era el lugar donde se encerraba a pensar y a fantasear, pues era su santuario privado, un santuario en donde tarde o temprano, poseería a ese muchacho.

 

Notas finales:

Como la vez anterior nos turnamos los capítulos, los impares son de Mayte (Sensei) y los pares son los míos, nos vemos en la continuación, muchas gracias por leer

 


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