Brutal: adj. Dicho de una persona: De carácter violento.
—¡Vete a la mierda, hn!— los dorados cabellos meciéndose delante mío; propios de la histérica loca rubia, me hacían sentir adrenalina correr por mis venas.
¿Cómo habíamos llegado a aquella situación? Gracias a mi retorcido sentido de demostrar afecto. Desde hacía dos años que vivía con mi rubia loca, como todos nuestros amigos le llamaban. ¿Por qué con él? Ni yo mismo lo sabía, lo único que realmente sabía, era que aquel brutal carácter suyo me había hecho querer amancillarlo, aunque al final caí —inevitablemente— en un juego adictivo.
Nunca me había deslumbrado tanto; Uchiha Itachi causaba pavor con su carácter frívolo y sádico, él fue la excepción. Gozaba cada vez que hacía rabietas por cosas infantiles, me hacía sentir ganas de tirármele encima y violarlo. Era como romper esquemas, nunca antes había sentido el gozo de saber aquella satisfacción, e internamente le agradecía por quitarle la monotonía a mi vida.
—Me voy con mi danna hn— cuando oí aquella mención me levanté de mi silla. Le mostraría exactamente a dónde iba a ir en aquellos momentos.
Sólo la mención de aquel sujeto en mi departamento me hacía rabiar, tener ganas de comérmelo vivo y luego de eso, tatuar mi nombre en el cuerpo moreno de Deidara; él lo sabía, lo que provocaba en mí oír al mencionado y las consecuencias que traía esto.
Le agarré de la muñeca y lo estrellé contra la pared más cercana. Sus muñecas fueron sostenidas sobre su cabeza por una de mis manos, mientras que nuestras miradas chocaban, creando una guerra interminable.
Llevé mi boca hacia la suya y las uní. En un principio tuve que forcejear para que me abriera paso; metí una de mis manos bajo su polera y acaricié su torso, haciéndonos estremecer; pellizqué uno de sus pezones lo cual hizo que gimiera, logrando mi cometido, meter mi lengua en su boca.
Juguetee un poco en su boca sin respuesta alguna, al poco tiempo reaccionó; nuestras lenguas danzaban frenéticamente, mientras que la saliva intercambiada se escapaba por los pequeños espacios sin encajar. Al quedar sin respiración nos separamos, aproveché para delinear con mi lengua sus labios, mientras que mi mirada penetraba la suya. Había salido victorioso fue lo que pensé en aquel momento, aunque al ser empujado mientras estaba desprevenido me dejó aturdido.
—Está bien, te haré tu maldito huevo Omelet hn— le vi caminar hacia la cocina, pero antes de desaparecer de la habitación en la que estábamos, giró levemente su cabeza y me dijo: —Por favor Itachi, arregla tu problemita antes de sentarte a la mesa hn— sonreí y luego mordí mi labio inferior. Cabrón, ahora ya no quería el maldito huevo.
Bufé molesto y me dirigí al baño, sólo por esta vez le dejaría ganar. Desgraciadamente ese puto carácter brutal es lo que me gusta de él, lo que más me excita, provoca y hace amarlo —en secreto— con locura y pasión. Por fin mi vida había perdido la monotonía que había autoimpuesto, todo gracias a él y a los ángeles que lo pusieron en mi camino. Porque yo en secreto realmente lo quiero y aunque todo se vea tan mal, no es necesario decirlo para saberlo.
"Verdaderamente, el hombre es el rey de los animales, pues su brutalidad supera a la de estos." Leonardo Da Vinci (1452-1519) Pintor, escultor e inventor italiano.