Capitulo 2: Amargo pecado.
Al despertar de su sueño, frente a el, estaba dormido, lleno de paz y tranquilidad, su pequeño hermano menor, ambos estaban abrazados, sin una prenda encima, esa noche, ambos se amaron sin medir tiempo, ahora el amanecer se posaba en su ventana, mostrando con su luz, lo que la oscuridad de la noche oculto.
El rubio solo callo, acaricio la mejilla del pequeño castaño, le regalo un pequeño beso, un beso de despedida, que marcaba un adiós mudo, se levanto, tomo sus prendas y se vistió, con una caminata lenta y pausada, se fue de su hogar.
No miro hacia atrás…
No dudo…
Tampoco se detuvo.
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El castaño se despertó, busco con sus manos el cuerpo al cual estaba abrazado hacia pocas horas, lo buscó, pero, jamás lo encontró, abrió sus ojos, estaba solo, completamente solo. No se despidió, no dijo ni siquiera un adiós, no dejo un consuelo o alguna promesa de volver.
Lo dejo ahí solo.
Las lágrimas no se hicieron esperar, cada lágrimas, bajo con sutileza de sus mejillas, sentía tanto dolor, su pecho caía a sus pies, los pedazos de su corazón, se mojaban con sus lágrimas, se había ido, aquello para el, no fue nada, solo una noche más. Nada le importo, lo dejo ahí, nada era ya de él, ni siquiera ese lazo de sangre que los unía, le importó.
Solo lloró.
Un largo sollozo mudo.
Una amarga despedida sin palabras.
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Estaba sentado frente su escritorio, con la mirada perdida en el cielo infinito, estaba perdido en su memoria, imágenes de la noche anterior que colmaban su memoria, los besos donde su piel ardió, las caricias que hicieron a su ser temblar. Ahora recuerdos son, solo son recuerdos, que el tiempo va a encargase de olvidar.
No deseaba olvidar aun.
Acero…-llamo una voz conocida para el- ¡¡acero!!
Roy…-susurra el rubio mientras se voltea, mira justamente a lso ojos del pelinegro- ¿Qué desea comandante?...
Enano, repórtate en mi oficina….-dice esperando al reacción del rubio, pero fue grande su sorpresa, al ver que simplemente el rubio se levanto de su asiente y asintiendo levemente, sin poner queja o insultarlo por haberlo llamado enano.
El pelinegro lo llevo a su oficina, se pudo enfrente de el, toma su muñeca, y lo abraza por su cintura, atrapándolo en sus brazos, sin dejarlo escapar, el rubio intento zafarse, pero cada intento era inútil.
¡¡SUELTA!!-grita el rubio molesto
¡¡No!!- tomo con una mano el rostro del rubio- ¡¡ No pienses que no note esas marcas en tu cuello, estuviste con alguien anoche!!! ¿¿¡¡no es así??!!
¡¡¿¿¿Y SI LO ESTUBE, QUE???!!...-le grita mientras por fin se zafa del agarre del pelinegro- ¡¡¡ TU Y YO SOMOS AMANTES NADA MÁS, TU TIENES ESPOSA, NUNCA FUIMOS NADA MAS QUE ESO!!!
¡¡¡TENGO DERECHO A METERME CON ALGUIEN MÁS!!-le grita mientras le da la espalda- no tienes cara para reclamarme nada….
¡¡¡EDWARD!!!...-le grita mientras trata de tomarlo por al muñeca pero este lo evita y le mete un puñetazo en la quijada.
¡¡¡SI MI PERMISO, NO ME TOQUES!!!-grita mientras sale de allí, corriendo, se va lejos, lejos de aquel lugar, no quería mirar hacia atrás. Sus ojos se llenaron de lágrimas y los sollozos mudos quedaron en su garganta.
Detiene sus piernas, recupera su aire, estaba en frente a un parque, escuchaba con claridad la risa de los niños, se encamino hasta una banca, se sentó mirando para arriba, viendo lo infinito que era el azul del cielo. Las nubes taparon su sol, nubes que no eran blancas si no grises. Un viento hizo volar su cabellera rubia y la primera gota cae, seguida de miles y miles más, sus lágrimas pronto desparecieron entre las gotas de agua.
Se preguntaba…
Si su pequeño hermano menor…
Se encontraba llorando, no dejo ni un adiós.
No pudo ni decirle…
Que jamás olvidara esa noche…-susurra el rubio mirando al cielo gris.