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Afecto. por Seiken

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Afecto

Capitulo 10.

Leo no supo que ocurrió con los tres guardias pero algunos días después fue transferido a otra zona de la nave, en la cual servían los felinos mestizos en tareas monótonas, como el mantenimiento de las maquinas de guerra, en donde conoció a Panthera y a su maestro.

Quien en ese momento observaba el horizonte con una mirada indescriptible, escuchando una voz llamarle desde el desierto al mismo tiempo que una espada de color morada brillaba en la oscuridad de su habitación.

Tykus volteo con la mirada perdida, escuchando la voz de la espada hablarle en un idioma que conocía perfectamente, ese lenguaje era el odio y el deseo reprimido, su orgullo lastimado, así como su deseo de venganza.

El tigre de cincuenta y dos años de edad toco la espada con su mano derecha, sintiendo su poder recordando como llego a esa maravilla, una creación de los espíritus del mal blandida por primera vez por esa criatura despreciable, él había logrado toda una hazaña al recuperarla antes de que sus aliados recordaran su existencia, la había ocultado y regresado por ella unos meses después, fingiendo querer estar solo.

Ahora que tenía la espada se preguntaba que podría lograr con las piedras de guerra en su poder, con un ejército y con los aliados adecuados.

Pero primero creía que debía realizar otra visita a la pirámide como a muchos les gustaba decirle, la nave con demasiada rapidez había sido consumida por el desierto, casi como si el propio planeta quisiera borrarla de su superficie.

Panthera y Leo partieron sin decirle nada a nadie, apenas lo necesario para que su ausencia no fuera descubierta, prometiendo que regresarían en unos días, debían realizar una visita de estado, un acto puramente diplomático.

Tykus no era ningún tonto y no por nada había llegado a su vejez, no era un joven recluta al que pudieran engañar dejando en las sombras y por su experiencia propia la lengua del cuerpo felino decía mucho más que sus palabras.

Por la sonrisa de su monarca podría asegurar que se trataba de su clan y la visita que realizaría seria un viaje de cortejo, volvería a creer en las palabras mentirosas de Tygus, el cual seguramente gobernaba su propia ciudad de tigres.

Pero siendo un hombre mayor sabía que Leo perdido por su deseo por ese traidor terminaría cometiendo alguna locura como traerlo a esa misma ciudad para llenarlo de regalos, riqueza y con el tiempo poder.

Tykus no era presumido, ni tampoco demasiado orgulloso, pero sabía que seguía siendo fuerte y ágil, estaba seguro que en un combate cuerpo a cuerpo podría barrer el suelo con cualquiera de los jóvenes felinos que trataba de educar, aun con el propio Tygus, con el cual nunca había logrado enfrentarse.

No quería que Panthera hiciera demasiadas preguntas así como no respondería ninguna hecha por Leo, su debilidad se había llevado su lealtad, desde que comenzó su reinado supo que la paz, los tratados y su benevolencia terminarían costarle demasiado a su raza.

Ellos eran guerreros, no aquello en lo que se estaban convirtiendo, no eran niñeras ni mucho menos amigos de los demás animales, ellos debieron conquistar el planeta, no compartirlo.

Tykus respiro hondo, recordando algunos consejos que Tigris le dio en el pasado, cuando aun eran cadetes, para controlar su creciente molestia con su monarca, al cual quería evitar durante ese viaje por lo que guardando la espada de Plundarr a sus espaldas, decidió que lo mejor era partir antes de que Panthera y Leo regresaran al castillo.

Para ahorrarse la molestia de mentirles.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Los días pasaron con lentitud después de la visita de Leo, Tygus seguía sin poder dormir, cada vez que cerraba los ojos la misma pesadilla seguía atormentándolo, su mente comenzaba a quebrarse como empeoraba el dolor de su cuerpo, las marcas de las serpientes le recordaban el calor de las esquirlas cuando laceraban su piel, sintiendo que un fuego invisible consumía su cuerpo cada vez que cerraba los ojos.

Había tomado una decisión, debía buscar a la única persona que comprendería por lo que estaba pasando, que podría enseñarle a construir las barreras mentales que pudo forjar en el pasado, debía alejar a Mum-Ra de su mente y de sus sueños.

No obstante primero debía recibir a Shen, quien a pesar de ser el Alfa Supremo seguía realizando esos viajes en persona, el que parecía encantado de verlo como cada año que debían replantear esos tratados.

Shen se acerco a él sonriéndole rodeándolo con sus brazos, Tygus por un momento quiso alejarlo de su cuerpo, pero esforzándose por tranquilizarse respondió a ese gesto de camaradería dándole dos palmadas en el brazo izquierdo al chacal y después abrazándolo con menos ímpetu.

El chacal de pelaje azul se alejo poco después algunos centímetros, notando el cansancio en el rostro de Tygus, sus bolsas debajo de sus ojos, su melena un poco descuidada, así como una ligera disminución en su peso.

— Tygus, el único gato en quien puedo confiar.

Tygus sonrió al escuchar esas palabras, lo que significaba que hasta la fecha no existía ningún tratado de paz con Thundera más allá de los realizados durante la rebelión, Shen busco entonces al cachorro que su camarada siempre traía consigo, el cachorro estaba alejado de ellos, aunque parecía sonreírle.

— ¡Claudius! ¡Pequeño príncipe!

Pronuncio el chacal, Tygus le hizo una seña para que se acercara a ellos y el pequeño ligre lo hizo, siendo rodeado por los brazos del chacal, quien se agacho para poder recibirlo entre ellos.

— Te traje un regalo cachorro, una espada.

Tras decir aquellas palabras hizo un gesto para que uno de sus súbditos les llevara una caja de color rojo, de donde Shen saco una espada de madera blanca tallada con maestría, la cual semejaba una cimitarra.

— Para ti, ahora podrás practicar esgrima sin que sufras ningún daño.

Claudius recibió el regalo con gusto y después de agradecerlo corrió a la zona de práctica, para comenzar a golpear los muñecos rellenos de paja sin alguna forma específica, al mismo tiempo Shen siguió a Tygus al cuarto de reuniones.

— ¿Tu consejero no estará presente?

Pregunto Shen al mismo tiempo que tomaba un asiento enfrente de Tygus, quien comenzaba a servir un poco de té en dos vasos de madera, una infusión que estaba tomando para poder dormir sin demasiado resultado pero que al menos tenía un buen sabor.

— ¿Bengalí? No, él no estará presente en esta ocasión.

Aquello sorprendió a Shen, quien comenzaba a creer que el tigre blanco tenía un ligero enamoramiento con su líder, pero seguramente estaba equivocado, sabía que ambos fueron criados juntos, así que solo era un sentido del deber exagerado así como una justificada desconfianza con los que arruinaron su viejo mundo.

— Está tratando de sintetizar una droga que funcione como calmante, muchos de los nuestros siguen teniendo pesadillas, estrés post traumático le llamó, y esta bebida no funciona demasiado bien, aunque su sabor es delicioso.

Shen le dio un trago, era refrescante, pero no pudo dejar de notar la apariencia demacrada del tigre, podría jurar que no había dormido en varios días.

— Te ves muy mal.

Pronuncio el chacal terminando su bebida de un solo trago, Tygus sonrió al escucharle, sí se veía la mitad de mal de cómo se sentía, debía ser todo un espectáculo, no estaba demasiado orgulloso del control de su telepatía, un don que ya ni siquiera deseaba mencionar.

— Casi tan mal como en el pasado, cuando aun eras el capitán de las fuerzas especiales.

Shen tenía razón, su vida en el pasado era mucho peor y él se sentía mucho más desesperado que en ese momento, al menos ahora solo eran sus pesadillas, lo que bien podría ser causado por su cansancio o como Bengalí lo dijo mencionando a otros felinos, estrés post traumático causado por una vida de guerras o en su caso, por una vida en el campo de batalla y compartir la cama de esa bestia.

— Eres el primero que me dice algo como eso, generalmente extrañan al antiguo yo, aun Leo parece extrañar al capitán de las fuerzas especiales.

Respondió Tygus, riéndose entre dientes, sirviéndose un poco más del té que preparaba Bengalí, Shen al escuchar el nombre de Leo pronunciado por los labios de Tygus después de nueve años de amistad llamó su atención, recordando como ese mismo gato hizo algunas cuanta peticiones absurdas.

— ¿Qué ocurría entre ustedes?

Pregunto Shen recargándose en el respaldo de la silla, una demasiado pequeña para alguien de su estatura, sus ojos amarillos no querían perderse un gesto del capitán, quien guardo silencio algunos minutos, enfocando su mirada en la mesa, llevando poco después su mano a la altura de su cuello, recordando un viejo dolor.

— Es una larga historia…

Fue su respuesta, parecía que aquello le dolía más que su servicio bajo esa criatura, Shen estaba a punto de disculparse, no debía realizar aquellas preguntas, no era su lugar y no quería perder la amistad del capitán, una que le costó demasiado tiempo ganarse, aun ahora cuando llegaba a tocarlo por un momento dudaba si debía atacarlo o aceptar su gesto de amistad.

— Nos veíamos a oscuras, fuimos amantes un tiempo, pero no duro demasiado… ambos teníamos diferentes metas.

Shen guardo silencio sopesando las palabras que pronuncio el tigre, aquello parecía una mentira, porque un amorío como ese no causaba tanto dolor, ni un comportamiento tan extraño en el otrora equilibrado comandante.

— No me parece que allá sido de esa forma, Tygus, somos amigos y sabes que puedes confiar en mí.

Shen quería comprender la forma de pensar de Tygus, su mente era un lugar oscuro y confuso, no era como Rezard, quien solo buscaba alimentar sus deseos primarios, como el alimento, las parejas o la conquista, así que tratando de dilucidar el rompecabezas que se le presentaba se rasco la barbilla pensando, llamando la atención de su amigo.

— Para mi ocurrió algo más entre ustedes dos, Leo por lo que se no es el mismo, se comporta como un alma en pena y tu, estas obsesionado con el pasado, parece que pensaras que de un momento a otro Lord Mum-Ra se levantara de su tumba y perderemos todo lo que hemos logrado.

Aquel nombre provoco un estremecimiento en Tygus, el tigre estaba asustado, pero trataba de controlarse, parecer invencible aunque pareciera estaba a punto de caer dormido en esa mesa.

— Así que es eso…

Tygus no pensaba explicarle su pasado a Shen, si quería olvidarse de ello lo mejor era no mencionarlo, esconderlo en sus recuerdos hasta que dejara de torturarlo, aunque esa técnica para olvidar sus pesadillas no le había servido de nada.

— ¿Recuerdas el día que me encontraste en esa celda a punto de ser asesinado por mis carceleros?

Aun recordaba aquel día, fue poco antes de que todo se echara a perder, cuando aun creía que tenían un futuro y que había logrado engañar a su amo.

— Ese día me dejaste recuperarme, me diste alimento y medicina, si quieres puedo ofrecerte todo eso, pero sé que lo único que realmente necesitas es dormir un poco, abandonar este ambiente mecánico por uno más agradable.

Tygus pensó por algunos segundos su propuesta, sin embargo, decidió rechazarla o trato de hacerlo.

— Mi visita es para eso, quería que observaras por ti mismo los logros arquitectónicos de tus soldados, hemos logrado demasiado para que el principal arquitecto de esta alianza no lo admire, solo serian unos días, un mes a lo mucho.

Shen esperaba que Tygus decidiera aceptar su oferta, la construcción de su ciudad había terminado y creía que su alianza podría tomar nuevos caminos, tal vez con un poco de su ayuda los tigres podrían reconstruir su civilización, nuevos ejércitos, nuevos territorios, las dos razas juntas, hombro con hombro, serian invencibles.

— ¿Sabes lo que me estas pidiendo?

Shen sonrió, Tygus estaba a punto de aceptar su propuesta, solo trataba de encontrar alguna razón para evitarlo, lo conocía bien, sólo tenía dos metas en su vida, si aquello podía llamarse como tal, proteger a su clan y a su cachorro.

— Que te tomes un descanso en territorio amigo, es una visita de estado Tygus, puedes llevar a tu cachorro, alejarte de tus preocupaciones por unos días, podríamos renegociar nuestra alianza por una que les beneficie más.

Tygus asintió, Shen tenía razón como siempre, si la ciudad ya estaba terminada debían encontrar otra forma de mantener esa alianza, hacerla mucho más duradera pensando en el futuro de sus dos razas, en beneficiarse como lo menciono Shen, podrían construir armas, carruajes, vehículos, puentes, ellos necesitaban mucha más comida, armas, y trasladarse a otros territorios, unos que fueran menos estériles.

—Sí lo pones de esa forma, creo que sería absurdo que no quisiera ir.

Respondió Tygus, recargándose en la silla, imitando la postura de Shen, cruzando sus piernas, el chacal asintió, finalizando la bebida que le fue ofrecida, su sabor era fresco pero le faltaba un poco de sustancia para su gusto.

— ¿Cuándo partimos?

Pregunto Shen depositando el vaso en la mesa, con una sonrisa en su rostro, era extraño que siendo dos especies tan diferentes pudieran entenderse de aquella forma, pero era obvio que los dos pudieran hacerlo, ambos eran guerreros, hablaban el mismo lenguaje.

— Cuando Bengalí regrese, debo darle algunas direcciones y esperar que con suerte no comience una guerra, sus dotes para la diplomacia dejan mucho que desear.

Shen comenzó a reírse, Bengalí era un medico, no era un guerrero ni mucho menos un estratega y su racista visión de superioridad lograría que tarde o temprano comenzaran conflictos con cualquier otra raza, a juzgar por su desagrado por Leo aun con los otros felinos.

— Nunca he entendido porque son amigos, no se parecen en nada.

Tygus no veía ninguna razón para mentirle a Shen, Bengalí era lo más parecido que tenia a un hermano y aun él comenzaba a cansarse de su actitud, su negativa para aceptar su presente, para olvidar su pasado, creyendo que arriesgaría a su cachorro por una promesa de poder o que el regresaría gustoso a su cama, a su ejército y a la muerte en vida.

— Fuimos entrenados por el mismo felino, así que podría decirse que somos…

Comenzaba a preguntarse cuál era la razón por la cual Bengalí parecía querer sacrificarlo a un amo que ni siquiera tuvo el poder para mantener su dominio, siendo pragmáticos, liberar a la bestia solo les traería más problemas, porque no creía que pudieran recuperar la espada o las piedras de guerra.

— Hermanos.

La espada estaba perdida, cuando entraron para buscar provisiones no se encontraba en la pirámide donde su amo fue derrotado, las piedras de guerra estaban en posesión de Leo, en su espada y guantelete, los animales eran libres, lo que les dejaba con un puñado de tigres, sin armas, con un señor que era demasiado débil, el cual en ese momento solo era una carga.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Habían pasado dos semanas desde que salieran de los territorios del clan de los tigres y Leo estaba demasiado inquieto, nuevamente veía como el trono lo mantenía encadenado a su puesto, justo como paso cuando debía dirigir la rebelión, alejándolo de las personas o lugares en los que realmente quería estar,

Al llegar a Thundera Tykus había desaparecido nuevamente, partió sin decirles nada en medio de la noche, comenzaba a preocuparse por ese anciano demente, Panthera se preguntaba qué era lo que pasaba con su maestro, porque se limitaba a entrenar a los reclutas para después evitarles con demasiada facilidad.

Tykus iba y venía sin decirles nada, a veces desaparecía por días, en otras ocasiones por meses, era como si desconfiara de ellos, en especial de su gobernante, cuando fue él uno de los que insistieron que Leo debía ser la cara de la rebelión, que podrían ganarse la confianza de las otras razas con mayor facilidad, esto debido a que era un león solitario que había realizado todas las tareas posibles.

Hablando de leones, Leo parecía nervioso, caminaba de un lado a otro en la sala del trono, ya había logrado ahuyentar a varios y muchos otros perdieron la paciencia cuando su gobernante simplemente dejo de prestarles atención.

Panthera se acerco a Leo deteniéndose a unos cuantos pasos, su amigo estaba sentado en su trono recargándose en el brazo derecho pisando el cráneo de una bestia que pudo cazar cuando apenas llegaron a ese planeta, estaba demasiado aburrido, su mirada estaba enfocada en el ojo de Thundera, sostenía la espada con apatía.

— ¿En que estas pensando?

Antes de que Leo pudiera responderle ella se sentó en el brazo libre del trono, su mirada verde leyendo la molestia en su monarca, algo había pasado que llamó su atención provocando su molestia.

— Conozco esa mirada y nunca es algo bueno.

Leo guardo silencio, recordando que uno de sus informantes en el interior de los pequeños pueblos caninos había mencionado la llegada de un tigre al palacio del alfa supremo, Lord Shen, el cual había salido como cada año durante aquellas fechas, un acto que hasta el momento le pareció normal, Panthera realizaba lo mismo, pero ahora que sabía de la alianza tigre-chacal no podía dejar de pensar en Tygus.

Mucho más cuando decían era un personaje importante, que estaba siendo tratado como el propio Shen en persona, el cual traía consigo a un león, un pequeño de alrededor de ocho años que se dedicaba a practicar con una espada de madera blanca.

— Creo que Tygus está en el palacio de Shen, sólo él y su cachorro.

Panthera cubrió su rostro con su mano izquierda, acababa de ver a Tygus dos semanas atrás, acaso no podía dejarlo sólo unos días más, durante su corto romance pasaban meses sin verse y solamente podían hacerlo por unas cuantas horas.

— Es una lástima porque la última vez que se vieron Shen y tú no terminaron en buenos términos.

Le recordó, comenzaba a cansarse de la actitud de su monarca, creía que Leo recuperaría el fuego de su corazón, que volvería a ser el mismo que era en el pasado, pero estas dos semanas le mostraron que solo sería peor, ahora no solo se preguntaba que había pasado con Tygus, después de su reunión se le metió la idea de que su amante quería estar a su lado, que lo amaba y que ya tenían un cachorro, que mas daba si no tenia su sangre, para él eso no importaba, solo era cuestión de tiempo para recuperarlo y si eso ocurría en las próximas horas era mucho mejor.

— ¿Hay alguna tarea que haya dejado pendiente?

Pregunto Leo con una sonrisa, una extraña idea comenzaba a formarse en su mente descabellada, Panthera no podía creer lo que escuchaba, acaso no se daba cuenta que los asuntos de estado eran prioritarios y que no podía utilizarlos para perseguir a su amante.

— Nunca he sido muy meticuloso con mis tareas diplomáticas, debe haber algo que no haya atendido como se debe…

Panthera sentía como empezaba a surgirle un dolor de cabeza, se masajeo la sien y después trato de pensar en algo que pudiera disuadir a Leo de comportarse como un tonto enamorado, preguntándose qué pasaba por la mente de Leo.

— ¿Estas usando catnip?

Leo al escuchar esa pregunta se sorprendió, por supuesto que no se drogaba, necesitaba de todos sus sentidos, de toda su astucia y de una cabeza fría para poder llegar a Tygus, esquivar las nuevas barreras que se había creado, así como lograr adelantarse a sus planes para alejarlo de su persona, de pronto sentía que su pasado se repetía entre ambos, el único cambio era que al menos su tigre sabía que existía.

— No, necesito mi cabeza fría para llegar a Tygus después de lo que ocurrió entre ambos.

Aquella respuesta recibió una risa de Panthera, ella no creía que Leo tuviera la cabeza fría, en realidad creía que su amigo estaba perdiendo la razón, actuaba como un adolecente tratando de comportarse como un estratega en un campo de batalla, el campo de batalla era un tigre que no quería saber nada de su persona, cuando en realidad solo era un enamorado que había guardado su cerebro en una pequeña cajita, escondiéndola demasiado lejos de su cabeza.

— No creo que tu uses tu cabeza en cualquier asunto relacionado con Tygus, Leo, te comportas como si hubieras enloquecido, eres aun peor que cuando estábamos en la nave.

Leo parecía no escucharla, solo estaba tratando de recordar alguna tarea que le funcionara como una excusa para visitar a Shen y poder ver a Tygus, esta vez a solas, sin su clan pendiente de sus acciones, mucho menos Bengalí protegiendo su virtud.

— Aunque sí hay algo…

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Tykus ingreso el código primario de la nave, abriendo una puerta secreta, ingresando poco después en un pasillo oscuro que comenzó a iluminarse con forme avanzaba en sus entrañas, ignorando el cantico de la bestia clamando por ser liberada, ofreciendo promesas que nunca cumplía.

La última vez que estuvo en aquellos pasillos fue nueve años atrás, buscando la espada que logro esconder de sus aliados, al ingresar en ellos pudo notar algunos cambios, huellas en el polvo, parecía que Tygus había regresado a ese lugar en varias ocasiones.

La sala del trono estaba a unos cuantos metros, podía ver las ondas de energía morada proviniendo del que se llamara su amo, sí fuera un poco más temeroso buscaría a la criatura milenaria pero en ese caso no hubiera participado en la rebelión.

En vez de eso Tykus dio la vuelta y comenzó a caminar en dirección de la armería, necesitaba ver cuantas provisiones robo de las manos de la muerte el astuto tigre, al ingresar en la parte más honda de la nave pudo ver que las maquinas de guerra estaban intactas, pero no así los rifles ni las municiones, estas habían desaparecido junto a los pocos vehículos terrestres que dejaron intactos los lagartos.

Estaba seguro que Tygus debió buscar medicinas, alimentos, herramientas así como algunas prendas de vestir, las cuales no abandonarían debido a su blindaje, él sabía que el alumno de Tigris no era tonto y que cuando tuviera la oportunidad trataría de reagruparse, su única duda era porque no despertar a su querido Lord Mum-Ra cuando tenía la oportunidad de hacerlo.

Tykus suspiro llevando sus manos a su cintura, fijándose en la dirección de las huellas de los soldados del cachorro, tratando de recordar alguna computadora que no estuviera conectada directamente con lo que ahora llamaban el libro del augurio, existían algunas maquinas pero todas estaban muertas, clausuradas por la absurda maniobra de Panthera.

No entendía la razón para eso, no podrían liberar a su enemigo pero tampoco podrían utilizar su fortaleza, dejándolos con las manos vacías, sin embargo, recordando una discusión que tuvo con Tigris, dos años antes de su asesinato, su traidor amante le dijo que la clave que el memorizo cancelaba todas las órdenes dadas con anterioridad por mandos superiores, en el caso de que otro comandante o director quisiera rebelarse como lo hizo Claudius, dejándolo a él con el control real de esas instalaciones.

La criatura era inteligente, tenía una clave que destruía las demás, esa clave funcionaba en cualquier terminal por insignificante que fuera y en el caso de que la rebelión lograra expandirse, que ocurriera como lo hizo, existía una última computadora que funcionaba con la energía de emergencia para poder reiniciar los reactores, así como todos los sistemas.

Esa terminal se encontraba en el cuarto de la única persona que tenía la confianza ciega de Mum-Ra, el sistema que protegería la sala del trono y provocaría que los sistemas de emergencia comenzaran a funcionar estaba en el propio cuarto del capitán, quien sí acaso su amo no hubiera sido traicionado por Leo se hubiera convertido en el Tyaty.

Tykus sonrió, era fácil llegar al cuarto de Tygus desde aquella posición, Lord Mum-Ra siempre lo tenía cerca de su sala del trono, por lo que no tardo más de una hora en alcanzar su destino, abriendo la puerta con ayuda de su fuerza, la que siempre había sido su orgullo, obligándolas a dejarlo entrar.

El interior de aquella habitación estaba oscuro, las armas estaban en el suelo, regadas como si alguien hubiera buscado algo en particular, la terminal secreta estaba prendida, parpadeando de color azul.

El tigre de edad madura se sentó enfrente de ella y comenzó a buscar la información que necesitaba, debía encontrar la forma de observar con sus propios ojos cuantos tigres habían seguido al cachorro de su amante, que era lo que hurtaron con prisa, así como la razón por la cual dejaron a la criatura en su tumba.

Lo que vio le sorprendió demasiado, sólo buscaron las provisiones que necesitaban, Tygus quiso recuperar el libro del augurio pero no lo encontró, por algunos minutos pudo escuchar la voz de su amo pidiéndole ayuda, ordenándole que lo liberara, pero el joven tigre solo se retiro, casi como si estuviera a punto de caerse a causa del miedo y desagrado que sentía por su amo.

Tygus se recargo en la puerta, escuchando una última advertencia, la criatura pronunciaba algo sobre un cachorro, le prometía que no lo lastimaría, pero el joven tigre simplemente ignoro a su señor, la expresión de su rostro le hacía notar no por primera vez la belleza que poseía ese cachorro.

Tykus cerró los ojos furioso consigo mismo, recordándose que este era quien asesino a su compañero, que disparo sin siquiera pensarlo y que usurpo la oportunidad que Tigris tuvo para vivir a su lado, ambos se marcharían de esa nave, buscarían un lugar seguro, podrían ser felices.

Tygus les quito esa oportunidad, levantándose de la silla comenzó a marcharse, notando por el rabillo de su ojo una daga de oro junto al escritorio que había pertenecido a Tigris, quiso dejarla en su lugar, sin embargo, decidió que lo mejor era recogerla, esa hermosa pieza de metal debía significar algo para el cachorro, con suerte podría saberlo antes de vengarse por el asesinato de su amado.

Un amante que siguió a su amo hasta la muerte, que trato de intercambiar a su propio cachorro para ser libre y que en todo ese tiempo se negó a verlo por temor a ser descubierto por Lord Mum-Ra.

Tykus golpeo el escritorio furioso, fijando su vista en la terminal, comenzaba a dudar de las razones de su venganza, preguntándose porque si ese cachorro era tan desalmado como él mismo se lo decía hizo todo lo que estuvo en sus manos para salvar la vida de su amante, por estar a su lado aunque fuera unas cuantas horas.

— Computadora, quiero ver el archivo Tigris.

Pronuncio esperando que la computadora le enseñara lo que necesitaba ver, el asesinato de su amante, debía recordar la razón por la cual debía vengarse, sacrificar al animal rabioso antes de que mordiera a otro, porque ese muchacho era leal a esa criatura.

Tykus se sentó frente al holograma, como cada ocasión debía obligarse a observar sin poder hacer nada para salvar a su compañero, recordando que aquel día volvió a rechazarlo, creyendo que Tigris prefería servirle a Mum-Ra que vivir a su lado como un cadete o un guardia de seguridad en los corrales.

El holograma ocurría justo como lo recordaba, Mum-Ra parecía encontrar agradable al cachorro, sujetaba su mejilla para ver su rostro con detenimiento, Tygus parecía asustado, Tigris orgulloso de sí mismo, estaba sonriendo, sus manos detrás de la espalda, parecía que pronto seria recompensado por su trabajo duro.

La criatura se alejo de ambos, su mirada era indescifrable, sin embargo, pronuncio las palabras que aun atormentaban a Tykus en sus pesadillas, quería que se mataran entre ellos, sólo uno podría salir de allí con vida.

Tygus parecía petrificado, a punto de preguntar la razón de aquella orden, Tigris estaba molesto, furioso por aquella disposición de los labios de quien debía premiarlo, no castigarlo.

De pronto ambos tigres buscaron sus armas, tratando de matarse el uno al otro, ignorando sus lazos sanguíneos, ni cualquier clase de relación que tuvieran.

El cachorro tenía razón, el disparó primero sin siquiera dudarlo, su amante le siguió, disparando unos cuantos segundos tarde, sin embargo, la bala de su cachorro le dio primero, provocando que Tigris fallara en su tiro al mismo tiempo que caía en el suelo con una expresión aterrorizada en su rostro.

Tykus estaba a punto de finalizar ese holograma, ya había visto demasiado, su furia comenzaba a regresar, apoderarse de su corazón que comenzaba a dudar si acaso no era mejor olvidar el pasado, dejar vivir al capitán de las fuerzas especiales, sin embargo, noto algo nuevo que no había logrado ver hasta ese momento y comenzó a repetir esa imagen sin descanso, tratando de que la siguiente ocasión dejara de percibir un extraño efecto a la altura de la frente del joven tigre, momentos antes de que Tigris cayera al suelo.

— ¡No, no, no, no!

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