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Afecto. por Seiken

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Afecto

Capitulo 11.

Tykus se sentó frente al holograma, como cada ocasión debía obligarse a observar sin poder hacer nada para salvar a su compañero, recordando que aquel día volvió a rechazarlo, creyendo que Tigris prefería servirle a Mum-Ra que vivir a su lado como un cadete o un guardia de seguridad en los corrales.

El holograma ocurría justo como lo recordaba, Mum-Ra parecía encontrar agradable al cachorro, sujetaba su mejilla para ver su rostro con detenimiento, Tygus parecía asustado, Tigris orgulloso de sí mismo, estaba sonriendo, sus manos detrás de la espalda, parecía que pronto seria recompensado por su trabajo duro.

La criatura se alejo de ambos, su mirada era indescifrable, sin embargo, pronuncio las palabras que aun atormentaban a Tykus en sus pesadillas, quería que se mataran entre ellos, sólo uno podría salir de allí con vida.

Tygus parecía petrificado, a punto de preguntar la razón de aquella orden, Tigris estaba molesto, furioso por aquella disposición de los labios de quien debía premiarlo, no castigarlo.

De pronto ambos tigres buscaron sus armas, tratando de matarse el uno al otro, ignorando sus lazos sanguíneos, ni cualquier clase de relación que tuvieran.

El cachorro tenía razón, el disparó primero sin siquiera dudarlo, su amante le siguió, disparando unos cuantos segundos tarde, sin embargo, la bala de su cachorro le dio primero, provocando que Tigris fallara en su tiro al mismo tiempo que caía en el suelo con una expresión aterrorizada en su rostro.

Tykus estaba a punto de finalizar ese holograma, ya había visto demasiado, su furia comenzaba a regresar, apoderarse de su corazón que comenzaba a dudar si acaso no era mejor olvidar el pasado, dejar vivir al capitán de las fuerzas especiales, sin embargo, noto algo nuevo que no había logrado ver hasta ese momento y comenzó a repetir esa imagen sin descanso, tratando de que la siguiente ocasión dejara de percibir un extraño efecto a la altura de la frente del joven tigre, momentos antes de que Tigris cayera al suelo.

— ¡No, no, no, no!

Pronunció, al mismo tiempo que el holograma que volvía a correr se mezclaba con las constantes pesadillas de Tygus.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Tygus había visitado en otras ocasiones la sala del trono, siempre en compañía de otro felino con un rango superior, la primera vez que ocurrió fue en compañía de Claudius, el comandante del ejército, un león de gran tamaño y mirada amable.

Ese día la criatura estaba impresionada con los resultados de sus exámenes de aptitud, con su capacidad para controlar el don de su clan así como su belleza, eso ultimo provoco que su maestro, el primero de ellos, pareciera molesto, preocupado por su destino.

A su lado estaba Tigris, el capitán de las fuerzas especiales, su expresión era una de indiferencia mientras que mantenía sus brazos detrás de su espalda, su rostro estaba maquillado con los colores de su amo, su cuello tenía un collar de metal, su ojo estaba cubierto con una maquina que parecía brillar en la oscuridad, la que poco después supo que le ayudaba a mejorar su visión, su ropa era extraña, demasiado vistosa, él era el único que portaba un abrigo en esas instalaciones.

— Esplendido…

Pronuncio la criatura, Tigris de pronto le observo como si fuera un objeto, un animal para sacrificio pero hasta ese momento no supo que se convertiría en una ofrenda, un intercambio por su libertad.

A sus diecisiete años Tygus vestía con un uniforme de color oscuro que no dejaba demasiado de su cuerpo a la imaginación, un casco que generalmente no utilizaba y un cinturón del que colgaban varias armas de fuego, era alto y atlético, su melena aun no se había formado, sus ojos brillaban rebosantes de vida así como un dejo de orgullo.

El joven tigre pensaba que su carrera militar era perfecta, había logrado controlar varios motines sin demasiadas bajas, sobrepasado a varios felinos mayores que él, derrotando a un lagarto de tamaño monumental de nombre Rezard, un chacal y hasta la fecha parecía que nada podría detenerlo.

Su don estaba controlado, las alucinaciones que lograba imprimir en la mente de sus enemigos eran poderosas, algunos perdían el sentido poco después de haber sido atacados, su camuflaje a diferencia de su maestro podía ocultar a más de uno, creía que pronto sería promovido.

Tigris tenía su mano derecha sobre el hombro de su pupilo rodeando su espalda de forma protectora, aunque el joven tigre pensaba que en realidad era para que no huyera de esa sala, odiaba ese lugar, era frio, oscuro y su habitante lo atemorizaba, lo hacía sentir sucio.

Su maestro lo guiaba con delicadeza indicándole suavemente hacia donde caminar, acercándolo a su amo, quien les observaba desde su trono con una extraña mueca que debía ser una sonrisa.

— Este es Tygus mi señor, el cachorro enclenque que protegía Claudius en mis manos se ha convertido en una hermosa joya para su reino.

Lord Mum-Ra descendió de su trono con interés, de pronto Tygus deseaba marcharse, huir lejos de aquella criatura, pero al retroceder un paso, Tigris lo sostuvo con mucha más fuerza provocándole dolor al encajar sus uñas en su hombro, obligándolo a permanecer en presencia de la criatura.

— Tygus es mi regalo en agradecimiento por todo lo que usted ha hecho en beneficio de mi clan.

Lord Mum-Ra se detuvo a unos cuantos pasos, de pronto su atención se encontraba en Tigris, quien empujo al cadete en su dirección, esperando que sus ojos rojos regresaran a devorar la silueta del joven a su cuidado.

— Es joven, es hermoso, será leal y sumiso, todo lo que usted espera de un Tyaty, lo sé, yo mismo lo entrene con ese motivo.

La sorpresa en el rostro de Tygus era sublime, de pronto comprendió hasta donde llegaría Tigris para recuperar su libertad, todas esas ocasiones en las cuales hablo con el director tomaron sentido, la advertencia de Claudius, pero el ya no estaba en esa nave, por primera vez se daba cuenta que estaba solo, que no debía confiar en nadie.

Su maestro lo estaba sacrificando, entregando a esa criatura para que tomara su lugar y hasta ese momento aun estaba confundido sobre que se esperaba de él, si solo sería su mano derecha o también su amante.

Tygus retrocedió varios pasos, pero inmediatamente fue sujetado por la criatura, quien lo cargo del cuello, sosteniendo su mentón para que pudiera apreciar su rostro, llevo sus manos a las de la criatura e intento liberarse sin mucho éxito.

— ¿Me amas tanto como para entregarme a este cachorro?

Pregunto la criatura sorprendida, dejando caer al cachorro al suelo, sin embargo, su atención estaba enfocada en Tigris, quien comenzaba a preguntarse porque su amo no se comportaba como hubiera esperado, no estaba agradecido sino furioso.

— Pero no lo suficiente como para permanecer a mi lado.

Tigris trago un poco de saliva, aclaro su garganta e intento explicar sus acciones, la criatura se alejo de ambos, parecía meditar su decisión, aceptar su regalo o rechazarlo, Tygus trato de levantarse, su cuello le dolía demasiado, creía que tendría una marca por varios días.

— Yo sólo quiero complacerlo, Lord Mum-Ra, es por eso que he…

Lord Mum-Ra hizo un gesto con su mano derecha para que Tigris guardara silencio, su maestro comenzaba a sentir miedo, Tygus podría reconocer ese sentimiento, él también lo sentía.

— Te has tomado demasiadas libertades, sacrificaste a Kairi por este cachorro no programado.

¿Kairi? Se pregunto Tygus, posando su mirada en la puerta, quería escapar, pero a donde más podría ir, el hecho era que no existía un lugar seguro en esa nave, él comprendía lo que significaban las palabras de la criatura, él no debería existir y tal vez podrían arreglarlo pronto, cómo ocurría con los reptiles, esa criatura era demasiado estricta en ese sentido, sólo nacían los esclavos que la nave podía albergar o necesitar.

— Sólo para que tu compañero, cuál era su nombre… Tykus.

Al notar la expresión en el rostro de Tigris la criatura sonrió, Tygus comenzó a preguntarse cuál era el motivo para que esa bestia estuviera tan enojada, él era el dueño de cada una de las almas que habitaban ese lugar, no creía que un poco de compañía pudiera ser la causa de su molestia, a menos que los rumores fueran ciertos.

— Sí ese era el nombre, para que Tykus te acepte de nuevo.

Tigris no se atrevía a pronunciar una sola palabra, el inmortal de pronto los señalo, notando cierto parecido entre el cachorro y su maestro, Tygus no lo comprendería hasta mucho después, por el momento creía que su maestro trataba de regalárselo a la criatura y que esta lo rechazaría, él no era valioso, no era nada y no le importaba a nadie, esa terrible realidad le evitaba mover un solo musculo, estaba sumido en un trance.

— Pero el te odia tanto como tú me días a mí, Tigris.

El capitán mantenía al cachorro en su lugar a duras penas, sabía que Tygus quería marcharse, huir, pero no podía permitirlo, ese era el día que por fin podría ser libre, que Tykus regresaría con él, que todo volvería a ser como en el pasado, con una diferencia, él tendría poder, los beneficios de servirle a la criatura, sin tener que sacrificar su cuerpo a ella, para eso estaba su pupilo.

— Pero haremos algo, sólo para probar el fruto de tu entrenamiento, comprobar si este cachorro es tan magnífico como quieres hacerme creer.

Tygus trato de moverse, liberándose de aquella nube, retrocediendo varios pasos, alejándose de la mano de la criatura, la que trato de acariciar su mejilla con delicadeza, casi como si se tratara de una mascota o un animal acorralado.

— Usted dígame que debemos hacer para probar la valía de Tygus.

Respondió Tigris, creyendo que la criatura aceptaría su regalo, sonriendo con orgullo, llevando sus manos detrás de su espalda, un gesto que claramente era una imitación del que usaba la criatura, que parecía complacida con la belleza del joven tigre.

— Muy hermoso…

Pronuncio sujetándolo de la barbilla, notando el color de sus ojos por primera vez, no eran amarillos, tampoco café claro, ni avellana, eran dorados, una tonalidad asociada con el don de su raza, la facultad de caminar en el plano astral sí su control y su poder eran los adecuados.

— Pero me pregunto si acaso es un guerrero...

Lord Mum-Ra dudaba si el cachorro era un guerrero, si podía disparar y utilizar sus dones, aunque su belleza era sublime, no necesitaba una joya que no pudiera utilizar como un arma.

— Aun es joven, crecerá…

Pronuncio Tigris, de pronto la criatura les dio la espalda, alejándose lo suficiente para poder disfrutar el espectáculo que sería destruir las esperanzas del mayor, no creía que Tygus pudiera dispararle, no cuando toda su vida había estado al cuidado de su capitán, creyendo que podía esconderle algo, cualquier acto por pequeño que este fuera.

— Sólo para probar que tu joya es digna de mi servicio, que no es solamente un hermoso cachorro, quiero ver cuál de los dos es él más hábil disparando.

Los dos tigres le observaron perplejos, se miraron por unos segundos y poco después llevaron su mano en dirección de su arma de fuego.

—Sólo uno de ustedes saldrá con vida, no me importa quien sea.

Tygus desenfundo su arma, apuntando con ella a Tigris al notar la furia contenida en el rostro del mayor y como lo apuntaba con su arma de fuego, él sabía que su maestro dispararía sin pensarlo, por unos segundos se miraron fijamente y de pronto dispararon, el joven tigre no entendía lo que estaba pasando, pero un resplandor cegó su vista junto al ensordecedor sonido de las armas siendo disparadas al mismo tiempo.

Al recuperar la visión se encontró con el cuerpo de Tigris en el suelo, estaba muerto, le había disparado a su maestro sin siquiera pensarlo, su mano ya no pudo sostener el arma, esta cayó al suelo, el primer sonido que pudo escuchar con claridad, el cual asociaría siempre con su primer asesinato.

Tygus cayó al suelo de rodillas, su mirada estaba perdida en el cuerpo de Tigris, Lord Mum-Ra no le prestó atención al que fuera su amante, su capitán estaba muerto así que no había caso alguno en lamentarse por eso, después de todo le había dejado un regalo, uno muy hermoso.

La criatura esperaba que Tigris fuera el vencedor, y debió serlo, el cachorro disparo antes pero equivoco su blanco, rozando apenas la melena de su maestro, su mano temblaba como una gelatina, estaba aterrado, arrepentido, sólo su instinto de supervivencia lo mantuvo con vida, su don logro detener la bala que lo hubiera liberado de su servicio, la cual rebotando contra un escudo invisible cambio su trayectoria, dirigiéndose hacia la cabeza de Tigris, quien cayó al suelo sin comprender como había fallado.

Tygus al escuchar el sonido de su pistola chocando contra el suelo comenzó a mirarse la mano, sentía asco por sus acciones, miedo y arrepentimiento, como si esta no fuera parte de su cuerpo, tratando de alejarla de sí, de pronto sintió la mano de la criatura sobre su hombro.

— Serás el nuevo capitán.

Pronuncio agachándose para estar a su altura, la expresión de la criatura era extraña, estaba emocionado y complacido, acariciando el cabello del joven tigre, quien seguía inmóvil, sin poder moverse.

—Tygus, buen trabajo.

Tygus trago un poco de saliva, mirando a la criatura que parecía imponente, mucho más ajena a su raza de lo que había sido hasta ese momento, su mano seguía sobre su cuerpo, casi como si fuera su derecho.

— Yo… yo no quería que muriera.

Susurro el cachorro, algunas cuantas lagrimas recorrían sus mejillas, aunque trataba de parecer indiferente, no mostrar sus sentimientos, fallando, en ese momento Tygus era un libro abierto y la criatura estaba disfrutando lo que veía.

— Y aun así lo hiciste…

Lord Mum-Ra limpio su mejilla de la pequeña lagrima que la recorría, observando de reojo el cuerpo de Tigris, el cual era recogido por varios guardias vestidos con ropajes blancos, para poder preparar el cuerpo del capitán antes de que la muerte se comiera su belleza.

— ¿Quieres saber porque?

Tygus parecía no darse cuenta de su existencia, luchaba con sus enseñanzas, las que decían que debía obedecer sin hacer preguntas, pero al mismo tiempo deseaba ignorarlas, marcharse, desobedecerlo.

— Sí.

Respondió de forma monótona, recuperándose poco a poco de su transe, sintiendo que Lord Mum-Ra sostenía su barbilla con delicadeza, llevando su rostro hacia el suyo.

—Porque yo soy tú amo y tú me amas.

Pronuncio la criatura, besando los labios del joven tigre, el que trato de alejarse de la bestia sin ningún resultado.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Tykus apago la terminal, respiro hondamente y comenzó a tranquilizarse, lo que había visto era contrario a lo que él recordaba que paso, aunque debía recordarse que nunca lo vio completo, se limitaba a ver la muerte de su compañero, no, no era su compañero, porque casi no pudieron estar juntos.

Su amante nunca quiso arriesgarse a estar juntos, creía que al final, cuando entregara a la bestia su remplazo podrían ser libres, ignorando que ese acto de voluntad propia le hacía inservible.

El tigre se levanto de la silla y comenzó a caminar en dirección de la sala del trono, la criatura seguía tratando de llamar su atención, en ese momento lo había logrado.

El video no podía estar equivocado, Tygus había fallado al contrario de Tigris, quien después de todo lo que había hecho con ese cachorro quiso matarlo para no morir, después de todo que era la libertad si no se tenían los lujos que la hicieran memorable.

La espada de Plundarr parecía llamar a su verdadero amo, pero no podría llegar a él, porque ahora le pertenecía, Tykus la tenía consigo, cargándola a su espalda pero pronto se la pondría, la blandiría enfrente de la criatura que la forjo.

— Tú esperabas que ese cachorro fuera asesinado.

La criatura en el interior del ataúd guardaba silencio pero Tykus sentía que tenía toda su atención.

— Nunca lo dejarías ir, jamás, y por eso permitiste que Tigris continuara con su plan del sustituto.

Tykus dio varios pasos en dirección del sarcófago, recordando la mirada de dolor, pero no la de su amante, sino la del cachorro que había sido traicionado por quien debería protegerlo.

— Solo jugabas con su mente, haciéndole creer en una libertad que nunca seria suya.

La criatura se carcajeo al escuchar aquellas palabras, aun disfrutaba del dolor que había causado al separarlos como lo hizo.

—Tú también sabías de su plan para crear a mi dulce cachorro y según recuerdo tú lo apoyaste.

Fue la respuesta de la criatura, cuya voz era diferente, mucho más decadente si eso era posible.

— ¡Eso fue porque pensé que podríamos estar juntos!

Tykus se había prometido no caer presa de las mentiras de esta criatura, pero se daba cuenta que era imposible no hacerlo, aun seguía alterado por lo que descubrió momentos antes.

— ¿En serio crees que Tigris habría querido estar al lado de un tigre cualquiera? ¿Qué habría abandonado el poder que tenía a mi lado si su jugarreta no lo hubiera asesinado?

Aquella pregunta le quito el habla, Tigris quería estar a su lado, lo amaba, ambos se amaban, pero debía recordarse que ninguno de los dos quiso verse en las sombras, que él dijo más de una ocasión que no deseaba las sobras de Mum-Ra, que su amante no quería perder las migajas, el poco poder que había obtenido de la bestia.

—No has respondido a mi pregunta.

Le recordó Tykus, sintiendo que su odio cambiaba de lugar, ahora estaba enfocado en la criatura que aun tenía suficiente poder para utilizar el plano astral como un medio para llegar a sus sueños.

— ¿Tu esperabas que ese muchacho fuera asesinado por Tigris?

Lord Mum-Ra guardo silencio al principio, pero Tykus conocía la respuesta, no podía ser de otra forma, el don de Tygus salvo su vida por reflejo, su triunfo no fue más que un accidente.

—Los espíritus del mal dijeron que uno de los tuyos nos traería las ultimas piedras de guerra.

Pronunciaron a sus espaldas, una figura casi transparente, encorvada y debilitada, una sombra de la bestia invencible que los gobernó por siglos, Tykus retrocedió un solo paso pero al ver a esa monstruosidad supo que no era más que una proyección psíquica, un remanente de la criatura que gobernaba el plano astral del que tanto hablaban sus antepasados.

— Por mucho tiempo creí que este felino seria Tigris, pero durante décadas ese tigre no había obtenido nada más que derrotas y fracasos, obviamente mis suposiciones eran un error, mi capitán por hermoso que fuera no era el elegido de los espíritus del mal.

La criatura se acerco a su pozo, el lugar donde antiguamente podía proyectar imágenes del presente o del pasado, sin embargo, era tan débil que no pudo ver a su cachorro.

— Su lealtad era inútil sin las piedras de guerra que sustentaran mi fe en su destino, así que cuando trajo a ese gato, uno que no debió haber nacido siquiera, quise destruir su esperanza, debía enfocarse en servirme, no en controlarme a través de su cachorro.

La criatura comenzaba a desaparecer, su cuerpo atrapado en su sarcófago comenzaba a debilitarse y su traicionero cachorro no lo liberaría, se lo había dicho más de una vez, todo por ese inmundo cachorro hibrido.

— Pero lo que ocurrió fue algo que yo no supuse que pasaría, mi nuevo cachorro no solo fallo su tiro, uno demasiado fácil a decir verdad.

Tykus respiraba hondo, quería destruir a la criatura, pero no podría lograrlo sin liberarlo del sarcófago, aquella batalla debía realizarse en otro plano, uno en el cual era invencible.

—Sino que mato a su maestro con el poder de su mente, rechazando la bala que lo hubiera liberado de mi y de los cuatro espíritus del mal, estaba equivocado, a quien necesitaba en mis filas era a Tygus, no a Tigris, por eso puedo entregártelo, a él ya no lo necesito pero a Tygus, a él si lo necesito.

De pronto la criatura desapareció repentinamente, sorprendiendo a Tykus, quien se daba cuenta que la criatura quería ganarse su lealtad, quería que lo liberara de su tumba, pero a cambio de que se preguntaba.

— ¿Lord Mum-Ra?

Pregunto Tykus, deteniéndose a unos pasos del sarcófago, cruzando sus brazos delante de su pecho, observando las ondas de energía emanando de la prisión de metal.

— Tykus… libérame.

El tigre se carcajeó al escuchar esa petición, parecía que su amo ahora se limitaba a pedir lo que antes les arrebataba sin remordimientos.

— ¿Cómo tu liberaste a Tigris?

Pregunto Tykus, recordando las imagines marcadas en su memoria, la sorpresa y el sufrimiento de su amante, el arrepentimiento en el rostro de su pupilo.

— Tigris podrá ser tuyo, yo te recompensare si me traes a ese traicionero cachorro, si me liberas de esta prisión.
Repitió la criatura, aun estaba cegada por el orgullo, creía que lo liberaría creyendo en sus promesas como lo hizo Tigris, aun el propio Claudius, pero él no era un idiota, sólo había visitado esa tumba para poder seguir el rastro del orgulloso capitán Tygus, el que seguía escondiéndose en la inmensidad de ese planeta.

— ¿Cómo recompensaste a Tigris? ¿A Claudius? ¿Al propio Tygus?

Pregunto Tykus, esperaba escuchar lo que la criatura le diría, como lo recompensaría si su compañero estaba muerto, sí lo único que quedaba era un cadáver sin vida en un sarcófago de metal.

— Puedo traer a Tigris de regreso, será lo que tú quieras, dócil, amable, obediente, será todo tuyo, sólo si me liberas.

Tykus fingió pensar su respuesta por varios minutos, sin embargo, volvió a reírse, en esta ocasión colocándose el guante de Plundarr, blandiendo la espada.

— No deseo un no-muerto, no quiero yacer con un cadáver que a fin de cuentas te pertenece a ti, como lo hizo esta espada.

La criatura guardo silencio, sentía la presencia de la espada en su sala del trono, comenzaba a comprender que Tykus no lo liberaría, solo fue para burlarse de su derrota.

— Ahora que lo pienso, ya tengo tu espada, porque no hacerme de todo lo que fue tuyo alguna vez.

La criatura trato de liberarse, pero no lo logro, era imposible para él salir por su propia cuenta, necesitaba de alguien más que lo liberara de su tumba.

— ¡Poderoso Lord Mum-Ra el inmortal!

Tykus dio una reverencia que simulaba respeto y después de eso, se dio la vuelta, alejándose de la sala del trono, tomando algunas cuantas provisiones, así como grabando la localización de la nave de escape de su clan, aun necesitaba encontrar al Tyaty.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Tygus despertó sudando frió, no comprendía cual era la razón pero cada noche sus pesadillas empeoraban, comenzaba a creer que se estaba volviendo loco, no se sentía seguro, creía que pronto lo poco que tenía se perdería, que no podría proteger a su cachorro, él era un fracaso, no era un líder competente, apenas podía mantener seguro a su clan.

La ropa que Shen le otorgo era extraña, decían que era lo que usaban sus antepasados y todos los caninos de aquella ciudad utilizaban algo parecido, diferentes colores, diferentes patrones, pero en sí, era un conjunto similar.

Tygus utilizaba vaporosa ropa negra que dejaba su pecho al descubierto, sus zapatos eran unas sandalias de piel teñida de negro, un collar tejido a mano con piedras de rio desviaba la atención de su cuello desnudo, este collar había sido un regalo de una de las hijas de Shen, dos pulseras de cuero adornaban sus brazos, un velo cubría parte de su cabello, kohl adornaba sus ojos.

Al principio el tigre se sentía desnudo, dos semanas después comenzaba a acostumbrarse a esa extraña ropa, que aun le hacía sentirse incomodo, era demasiado estorbosa para poder moverse con facilidad, no había forma de guardar ningún arma en ella y las espadas no eran de su agrado.

Tygus se recargo en el barandal que estaba junto a los jardines, era media noche y la luz de la luna iluminaba el castillo.

— ¿No has logrado dormir?

Preguntaron a sus espaldas, Shen estaba a su lado, fumaba un poco de tabaco en lo que parecía ser una pipa, sus ojos estaban posados en la el cielo nocturno.

— Sólo unas cuantas horas, pero parece que no soy el único.

Shen asintió, había meditado todo el día si debía decirle a Tygus de la inesperada visita del Señor de los Thundercats o esperaba algunos días más, hasta que Leo llegara en persona a su castillo.

— He estado meditando si debo decirte que Leo ha anunciado una visita diplomática a esta ciudad o te lo ocultaba, creo que lo mejor es que lo sepas de mí antes que de él.

Tygus respiro hondo, debía suponer que su vista no pasaría inadvertida por demasiado tiempo, después de todo las relaciones diplomáticas entre los animales no habían cambiado y nunca lo harían.

— ¿En cuánto tiempo estará aquí?

Shen estaba sentado en una serie de cojines, con las piernas cruzadas, Tygus tomó un lugar a su lado e intento ignorar que Leo no se detendría ante nada para recuperarlo, no sabía si debía sentirse alegre o molesto.

— Dos días, tres cuando mucho.

Tygus arqueo una ceja, era demasiado poco para la distancia en la que se encontraban ambas ciudades.

— Como te lo dije estaba meditando si debía decírtelo o guardaba silencio.

Tygus sonrió al escuchar esa respuesta, Shen estaba avergonzado así como muy dolido, parecía que la presencia de Leo no era bien recibida, que arruinaba de cierta forma la calma de aquel palacio.

— ¿Qué es lo que desea?

Pregunto Tygus, recargándose en la pared cercana a Shen, quien lo rodeo con uno de sus brazos, tratando de tranquilizar a su amigo, quien estaba demasiado estresado, sus pesadillas no eran como las suyas, eso no era estrés post traumático, había algo oscuro en ellas, el chacal podía sentirlo en su piel.

— Revivir nuestra amistad, trae regalos y no sé que más, pero sé que viene para verte a ti.

Tygus al sentir el brazo de Shen rodear sus hombros recargo su cabeza sobre su pecho, por alguna razón creía que Shen era de fiar, que estaba seguro en ese castillo, aunque se preguntaba si su amistad seguiría siendo la misma una vez que Leo diera el primer paso en ese castillo.

— ¿Eso te molesta?

Quiso saber Tygus, sonriéndole a Shen, quien de pronto se sonrojo por esa pregunta.

— Sí, en realidad sí me molesta.

Esa era una de las razones por las cuales Shen había discutido con Leo, un compañero era algo valioso, se trataba de un camarada, de un aliado y un amigo, alguien con quien debías estar agradecido, serle fiel, protegerle en cualquier momento, aun los más oscuros, pero ese león dejo que su compañero estuviera solo cuando lo necesitaba, desconfió de su amor, de su lealtad, el Señor de los Thundercats no se merecía su afecto, no lo haría en cien vidas.

— Leo no te merece.

Pronuncio Shen rodeando a Tygus con su otro brazo, sintiendo como este en vez de tensarse como siempre ocurría, se tranquilizo, cerrando los ojos, aceptando ese diminuto gesto de amistad.

— No entiendo cómo puede tratarte así.

Shen respondió masajeando la espalda de Tygus, dibujando pequeños círculos a la altura de sus omoplatos, justo como él hacia cuando trataba de tranquilizar a Claudius después de una pesadilla.

—Esas pesadillas no son normales.

Pronuncio Shen cambiando de tema, no quería seguir hablando de Leo, no cuando sabía que Tygus aun lo quería, de lo contrario su visita no le causaría tanto dolor.

— Hay algo maligno en ellas…

Tygus también lo sentía, no eran normales, en el pasado nunca las tuvo, se preguntaba porque ahora que ya era libre las tendría.

— He mandado llamar por Akbar… ese anciano sabrá que hacer.

Shen esperaba que Akbar quisiera salir de la ciudad que ahora habitaba una buena cantidad de los elefantes, así como varias razas más, las que no deseaban seguir sirviéndole a un amo, fuera de los suyos o de otra especie, aunque sabía que tratándose de Tygus, el elefante de edad madura no se negaría a visitarlos.

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