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Afecto. por Seiken

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Afecto

Capitulo 13.

Claudius comenzó a tejer la corona y cuando estuvo lista la coloco sobre la cabeza de su padre, justo encima del velo en vez de la joya que lo sostenía, Claudius al verle sonrió, no estaba seguro de cuál sería su reacción pero al menos pudo entretenerse algunos minutos.

Los cuales se transformaron en horas, Claudius después de practicar algunos torpes movimientos con su espada de madera término por recostarse junto a su padre, quedándose dormido casi inmediatamente bajo la sombra de Tygus.

Tygus abrió los ojos para observar el rostro pacifico de Claudius, no sabía cuánto tiempo había meditado pero a juzgar por el cansancio de su cachorro debió haber sido demasiado, su pobre pequeño debió pasar un mal día.

— Claudius…

Susurro despejando el cabello rojizo de su rostro, ya estaba atardeciendo, debían comer algo y poco después cumpliría su promesa de enseñarle algunos cuantos movimientos nuevos, nunca sabía cuando los podría necesitar.

Al no recibir ninguna respuesta lo cargo entre sus brazos, llevando su cabeza sobre su hombro, cargándolo de las piernas, el pequeño lo abrazo al sentir que lo cargaban, acomodándose en la seguridad de sus brazos.

— Comeremos algo, leoncito.

Le dijo Tygus acariciando su cabeza a la altura de la nuca, era muy ligero, aunque se asombraba por la rapidez y la fuerza que mostraba a su tierna edad, se preguntaba sí lo mismo había pasado con él cuando aún era un cachorro, aunque recordaba que él era más bien tímido.

— Estoy cansado…

Se quejo, pero Tygus solo se limito a llevarlo a su habitación, en donde creía que habría comida fresca proporcionada por Shen, generalmente era pescado, un poco de pan y unas frutas azucaradas.

— Lo sé, perdón por meditar tanto tiempo.

Claudius se froto los ojos, aun en los brazos de su padre.

— Esta bien…

Tygus asintió notando que una figura de gran tamaño se acercaba a ellos rápidamente, Shen al verlo sonrió, aunque arqueo una ceja al notar que ahora la cabeza de Tygus era adornada por una corona de flores multicolores.

— ¿Qué es eso?

Pregunto lleno de curiosidad, llevando su mano al cabello de Tygus, rosando con su dedo índice una de las flores de colores llamativos.

— Una corona de Flores.

Tygus llevo su mano a la corona con una sonrisa, al menos Claudius había aprendido a tejer ramas, las que te servían para crear anzuelos, redes y cuerdas que le podrían ayudar a cazar, defenderse o sobrevivir en el caso de necesitarlos.

— Te ves… hermoso.

Tygus no pudo evitar sonrojarse, las acciones de Shen se habían vuelto más atrevidas y estaba seguro que eso estaba relacionado con la repentina visita de Leo, quien parecía que comenzaría a perseguirlo con la misma insistencia del pasado, sin embargo, ahora debía recordarse que Claudius dependía de sus decisiones, no debía arriesgarse a ser traicionado por su compañero una segunda ocasión.

—Claudius está cansado, parece que medite demasiado tiempo y lo descuide un poco.

Shen comenzó a seguirlos, ayudándole a Tygus a esquivar algunos obstáculos como las puertas o cortinas, en su habitación como cada día estaba dispuesta una comida modesta, pescado, frutas y pan.

El aroma de la comida despertó a Claudius, quien comenzó a servirse mucha comida en un plato, Tygus lo imito sirviéndole un poco a su anfitrión primero, esa vida era agradable, tenía todo lo que necesitaba aunque en el fondo de su corazón una voz traicionera que nunca lo dejaba disfrutar de los pequeños placeres de la vida le recordaba que le faltaba algo.

— El es un buen niño, aunque muy solitario.

Pronuncio Shen poco después de comer, Claudius se había retirado a dormir dejando a los dos adultos solos disfrutando de una bebida caliente así como de una charla sobre su pasado, haciéndole pensar de momento que esa criatura tenía razón cuando le decía que su vida no era tan mala, por lo que le había dicho el chacal lo que pasaban los chacales y muchos otros esclavos era peor de lo que vivían los felinos, aun él, a veces Tygus se preguntaba cómo era que su aliado quisiera ignorar los viejos rencores del pasado y brindarle ayuda.

— No hay muchos cachorros de su edad en la aldea.

Respondió Tygus observando con detenimiento la luz de las estrellas, nunca les prestaba mucha atención en la nave, ahora en ese planeta se veían como gemas en el lienzo nocturno, la luna era hermosa, iluminando esa habitación con una tenue luz azulada.

— Podrían permanecer aquí, Claudius podría ser educado junto a mis hijos, a ellos les agrada mucho, creo que mi hija pequeña se ha encariñado con él, aunque aun es joven y no siempre el primer amor es él último.

Shen llevo una de sus manos a la de Tygus, tratando de recuperar su atención, la cual estaba fija en el cielo.

— No creo que sea una buena idea, mañana regresaremos a nuestro hogar, creo que los acuerdos que alcanzamos serán sumamente provechosos para ambas especies, aun mi clan debe aceptar eso.

Respondió Tygus permitiendo que Shen sostuviera su mano, llevándola a sus labios para darle un beso delicado, haciendo que se preguntara porque su amigo se comportaba de esa forma, él no tenía nada especial, no era hermoso y su pasado era demasiado oscuro, no podía ignorar sus antiguos deberes cuando Leo no pudo hacerlo, aunque parecía que al chacal el pasado ya no le importaba.

— ¿Aun lo amas?

Pregunto Shen alejando su mano de la de Tygus, de cualquier forma conocía la respuesta, esa nunca cambiaria, lo importante era si podía confiar en él después de lo que paso entre ellos, aunque no lo comprendía por completo sabia que provoco que Tygus huyera y Leo exigiera su vida como recompensa.

— ¿Puedes confiar en él?

Aquella pregunta no era justa, porque sabía la respuesta, de lo contrario Tygus estaría en Thundera no en su ciudad, y ahora que el capitán de las fuerzas especiales había perdido su rango parecía que se conformaba con ser un padre, Claudius era su prioridad, quería mantenerlo seguro a toda costa.

— Tú ya sabes la respuesta a esas dos preguntas.

Tygus se quito la corona de flores dejándola en la mesa alborotando su cabello, de pronto se sentía demasiado cansado, aunque sabía que no podría dormir quería intentarlo de nuevo, al menos así podía asegurarse que Claudius durmiera plácidamente en su cama.

— Podrías tener un lugar aquí, mis compañeras están de acuerdo y yo estaría orgulloso de tenerte como mi pareja, así nuestros tratados serian permanentes aun después de mi.

Esa no era la propuesta mas romántica del mundo pero Shen esperaba ser sincero, él lo amaba pero tal vez Tygus jamás le respondería de la misma forma, el tigre cerró los ojos respirando hondo, el chacal estaba seguro que sería rechazado.

— Yo cuidare de ti y de tu cachorro, no dejare que nada malo vuelva a ocurrirles, Claudius crecerá como uno de mis hijos, tú podrías ser mi comandante o mi consejero, mi gente acepta y respeta a los tuyos.

Tygus se relamió los labios, no sabía que responderle a Shen, estaba seguro que no correspondería a sus sentimientos y al mismo tiempo parecía lógico aquello que le proponía, durante esos años de amistad había cumplido cada una de sus promesas, esa era su forma de ser, sin embargo, este maravilloso individuo no era Leo.

— Podrías pensarlo y antes de que te vayas darme una respuesta, eso es lo único que te pido…

Tygus abrió los ojos al escuchar que Shen estaba a punto de marcharse, mirándolo de reojo quiso saber que ocurriría si no aceptaba su propuesta, sabía que no cambiaría nada pero no quería lastimar a su aliado.

— No te preocupes por los tratados, estos se cumplirán aceptes mi propuesta o no, Tygus, sólo quiero adelantarme a su llegada.

Quería adelantarse a Leo, tal vez debería marcharse por la noche, antes de que decidiera escabullirse con él y olvidarse de su clan, de sus deberes, de cada una de sus tareas como su líder, sería fácil contarle todo a su amante, decirle de donde provenía su cachorro, tener una vida a su lado aunque solo fuera su amante.

Por eso mismo debía escapar del castillo, porque la idea de vivir con Leo era tan hermosa, tan tentadora que no le importaría ignorar el pasado ni se preguntaría que pasaría en su futuro con tal de permanecer a su lado en su presente, su hijo estaría a salvo con Leo, era un cachorro mitad león, ya no había muchos de ese clan, seria protegido solo por eso y por su origen.

— Trata de dormir un poco Tygus.

Se despidió Shen, pero Tygus se limitaba a pensar en alguna forma para evadir a su compañero, recordándose que tenía un cachorro y que era una locura, así como una estupidez, no podían viajar solos en medio de la noche como dos fugitivos, él no había hecho nada malo, no debía esconderse, podía ser fuerte, podía resistirse a sus encantos.

Con tantos resultados como los que tuvo en el pasado se recordó cubriendo su rostro, era hermoso, era fuerte y lo trataba como un tesoro, comenzaba a preguntarse si acaso se había obsesionado de su comandante, aunque no le importaba realmente, sus sentimientos eran irrelevantes, no podía marcharse con él.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Leo comenzaba a sentirse nervioso esa mañana, a su lado estaba Panthera, detrás de sí una pequeña comitiva de felinos que llevaban sus regalos, delante suyo estaba Shen con sus consejeros.

No estaba contento de verlo, tampoco podía ver a su tigre en la comitiva que lo recibiría en aquella ciudad, era gracioso, de pronto se sentía demasiado emocionado y algo incomodo por la expresión de Shen.

Ambos se abrazaron de manera diplomática, mostrando camaradería en ese sencillo acto, pronunciando sus nombres, él con fingido interés, el chacal con cólera controlada, Shen era por mucho más alto que él, aun así no se dejaría intimidar por su tamaño ni por su lenguaje corporal que era completamente agresivo.

— ¿A qué has venido?

Pregunto Shen casi inmediatamente, el no creía que Leo repentinamente se interesara por recuperar la supuesta amistad que tenían, la cual nunca existió, mucho menos después de su desenlace, el cual fue una discusión que llego al uso innecesario de fuerza física para silenciar al otro, ambos terminaron peleándose con sus puños y patadas, aun recordaba que Leo se llevo la victoria aquel día, pero ahora debía recordarse que este era el Rey de Thundera y que no les convenía iniciar una disputa.

— No puedo dejar de sentirme culpable por mi comportamiento anterior Shen, así que vine para tratar de recuperar la amistad de uno de mis amigos.

Pronuncio Leo con su mejor sonrisa, alejándose un poco del chacal, ambos comenzaban a caminar en dirección de la sala de juntas, un cuarto con una mesa redonda, en donde generalmente se encontraba Shen con su compañera alfa y varios otros guerreros que eran, según decían sus costumbres, los más poderosos de los caninos sin importar su rango, edad o posición en la manada, la fuerza era lo único que importaba.

—Nunca hemos sido amigos.

Respondió Shen, permitiendo que Leo entrara primero a la sala del trono, siguiéndolo poco después, Panthera se limitaba a guardar silencio, esta reunión estaba ocurriendo justo como ella lo había supuesto.

— Entonces podríamos serlo, así nuestras razas podrían prosperar, sabemos que ustedes aprecian la arquitectura felina y nosotros tenemos muchos ingenieros, soldados y aun, artistas, pero eso depende si podemos confiar el uno en el otro como en el pasado.

Leo respondió, notando que Shen se recargaba en la mesa, ordenándole a dos caninos que fueran por algunas bebidas, comida fresca y por un escribano, esa reunión debía recordarse por siempre.

— ¿Tu repentina visita no tiene que ver con la presencia de cierto tigre en mi ciudad?

Pregunto Shen dándose la vuelta, sentándose en el borde de una mesa de piedra, parecía mármol, en la cual seguramente habían peleado más de dos caninos en un combate amistoso, a pesar de ser tiempos de paz ellos seguían compitiendo por el control del puesto de Alfa Supremo.

—No se dé que hablas, Shen, yo solo quería disculparme por dejarte un ojo morado y creo que por romperte una de tus orejas.

Leo estaba arrepentido, pero Shen le había increpado su comportamiento en la nave, dudado de su amor por Tygus, diciéndole que solo era un demente obsesionado de un soldado que no le correspondía, que tal vez nunca lo hizo y que lo mejor para ellos, una buena parte de su raza fue alejarse del piadoso Leo.

— ¡Piensas que soy un imbécil y que me tragare tus patrañas Leo!

Panthera trato de interrumpirlos creyendo que Leo volvería a perder los estribos, pero estaba más calmado que nunca, Shen cruzo sus brazos delante de su pecho controlando su molestia, generalmente era una persona sensata, juiciosa, pero también le había prometido a Tygus que tendría paz y tranquilidad en su ciudad, después de las peticiones que hizo Leo no creía que la presencia del Señor de los Thundercats pudiera provocarle alguno de esos sentimientos.

— Le prometí a Tygus que tendría paz y tranquilidad en esta ciudad, él espera por Akbar, después de eso volverá con su clan, pero mientras tanto espero cumplir con mi promesa, así que tomando en cuenta las absurdas condiciones que hiciste cuando derrotamos a Lord Mum-Ra te aconsejaría que no lo tortures más.

Leo sintió aquellas palabras como un golpe, por un momento quiso retroceder, pero era fuerte, debía serlo si quería proteger a su tigre, aunque fuera desde muy lejos, él seguía amándolo y un chacal no podría comprender lo que ellos sentían el uno por el otro, se amaban, se deseaban, esos nueve años fueron una continua pesadilla sin él, simplemente no se podía imaginar una vida sin su compañero, sin su dulce tigre.

— El es mi compañero, no puedes alejarme de él.

Respondió Leo, lo extraño era que aun estaba en control de sus emociones, aunque no permitiría que Shen, que tenía varias esposas y demasiados cachorros pusiera en duda sus sentimientos, para él quien amaba a demasiados compañeros no quería lo suficiente a ninguno.

— ¿El sabe que es tu compañero?

Pregunto Shen, sin entender las palabras de Leo, en la nave no hablo de amor, solo parecía querer poseer a su amigo, castigó a los tigres por crímenes que ellos no habían elegido realizar, aun a su amante, que debía soportar servirle en persona a la criatura de formas humillantes para un guerrero, para él eso no era amor.

— Shen se razonable.

Intervino Panthera cuando Leo no supo que responder ante semejante pregunta, Leo aun dudaba de la reacción que tendría Tygus al saber que estaba en esa ciudad, al escuchar sus nuevas promesas, sus votos de amor, él creía que aun le tenía miedo.

— ¿Razonable? ¿Pensé que habíamos acordado esta junta para entablar nuevas relaciones entre nosotros? Pero sí a lo único que han venido a sido para que Leo pueda seguir persiguiendo a su obsesión, para hacerme perder el tiempo a mí y a mi raza, háganos a todos un favor largándose de mi ciudad e ignorare esa falta de respeto.

Respondió Shen, estaba seguro que sus palabras serian tomadas como un insulto por parte de los felinos, Panthera y Leo guardaron silencio, ella estaba tranquila aunque parecía temer la respuesta del ya no tan joven león, él era parecido a una roca, una montaña impasible, su rostro no mostraba ninguna clase de sentimientos, era la misma postura que usaba cuando estaba en la sala del trono, parecía un ente sin sentimientos, pero en el fondo se preguntaba cual era la razón que tenía el chacal para querer alejarlo de su compañero, si Tygus le había contado algo que le hiciera actuar de aquella manera.

Pero conocía a su compañero, él no compartía su pasado con nadie, ni siquiera con su cachorro, el mismo Claudius parecía molesto por eso, la única ocasión en la cual compartió algo de su historia fue cuando creyó que su vida se había terminado, que lo convertirían en un Tyaty, algo que debía ir más allá de ser el esclavo sexual de esa criatura, tal vez lo que decían era cierto, había magia que te transformaba en alguien completamente diferente.

Sabía que Shen lo único que comprendía sobre él eran sus absurdas condiciones, pero aquello no lo haría arriesgarse a destruir su alianza, debía haber algo más, de pronto se dio cuenta de la dirección que estaban tomando sus pensamientos, comenzaba a sentir celos por la cercanía de ambos, pero era ridículo ese sentimiento.

Su oscuridad comenzaba a destruir su disposición por dejar solo a Tygus, si eso era lo que él deseaba, pensando que tal vez terminaría en los brazos de su aliado y no los suyos.

— Vine a entablar nuevos tratos entre nuestras razas Shen, cualquier sentimiento que tengamos por Tygus creo que debería ser dejado a un lado por un bien mayor, sin embargo, debo saber sí lo que estás diciendo es que no me dejaras acercarme a él cuando este en esta ciudad.

Pronuncio Leo, la pantera y el chacal estaban sorprendidos al ver la tranquilidad con la cual hablaba, parecía que cualquier deseo que tuviera por Tygus había desaparecido, casi era convincente en su indiferencia, su diplomacia había regresado, el antiguo comandante era quien hablaba con decisión, de manera tranquila, pausada, como si él tuviera control de aquella junta.

— ¿Eso es lo que estás diciendo?

Shen de pronto se vio sin saber que decir, no podía ordenarle mantenerse alejado de Tygus, el no era su pareja, ni siquiera eran amantes, su amigo era el líder de su clan, eran iguales en todos los sentidos, se daba cuenta que estaba comportándose como un adolecente celoso, dándole ordenes a Leo como si tuviera el derecho de tomar aquellas decisiones.

— No, Leo… sólo me preguntaba si puedo confiar en ti.

Leo sonrió, supo en ese momento que había ganado esa partida, Shen estaba comportándose de forma extraña, tal vez estaba interesado en su compañero, pero Tygus era suyo, no de nadie más, aun así debía dejarle decidir si quería estar a su lado, si ese no era el caso lo dejaría marcharse.

— Sabes que siempre cumplo mis promesas, pero para poder recordarlas existen los tratados, Shen, tus escribanos no nos dejaran retractarnos de ellas y Panthera será testigo de nuestra nueva alianza.

Pronuncio Leo, finalizando esa absurda discusión para enfocarse en su excusa para poder ver a Tygus fuera de las impenetrables murallas de su clan, de los ojos vigilantes de Bengalí, así como de cualquier intruso indeseable en su relación.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Ese día fue demasiado largo para Tygus, a pesar de tratar de ignorar el hecho de que Leo se encontraba en ese mismo palacio, entreno a Claudius, medito varias horas e intento comer a solas, su cachorro decidió que prefería pasar el tiempo con los cachorros de Shen, les enseñaría los nuevos movimientos de combate que le mostro en la mañana.

Era casi media noche cuando despertó después de algunas cuantas horas de un mal sueño, sus constantes pesadillas comenzaban a inquietarlo, lo único que lo calmaba era caminar, cerciorarse que ese no era ningún sueño inducido por algún sedante en el ala médica de la nave, que era libre y su pequeño realmente existía, que todo su mundo no era una vida perfecta ideada por su subconsciente.

Al salir por los pasillos primero lo hizo utilizando su camuflaje, no quería que nadie pudiera verlo así que se interno en algunas zonas que hasta ese momento no había visitado, ellos estaban en el ala este cuando el dormía en el ala oeste.

Tygus se detuvo en medio de un jardín repleto de vistosas flores amarillas, aunque estaba cansado podía disfrutar de su belleza y perdiendo la concentración se acerco para cortar una de ellas, llevándola a su nariz para disfrutar del agradable aroma silvestre.

No entendía como llego a ese jardín cuando nunca antes le había llamado la atención, porque sus instintos le decían que ese era el lugar donde debía permanecer y mucho menos que era lo que se suponía estaba esperando, sin embargo, solo trataría de disfrutar el momento, si no podía dormir entonces debía utilizar su tiempo en algo provechoso, aunque esto solo fuera apreciar la fragancia de las flores.

— ¿Por qué no me dijiste nada?

Preguntaron a sus espaldas unos cuantos minutos después, Leo estaba junto a él observando el cielo estrellado, demasiado cerca de su cuerpo, tan cerca que se preguntaba cómo era que no se dio cuenta de su presencia.

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Leo había salido a caminar en medio de la noche, estaba demasiado excitado con la idea de hablar con Tygus de nuevo, temía su reacción, que nuevamente pareciera asustado al verle, así que salió de su habitación con sigilo para poder calmar un poco sus nervios, esperando que nadie lo siguiera ni que se dieran cuenta de su paseo.

Había un jardín cerca de sus habitaciones y decidió visitarlo, disfrutar del paisaje, de las hermosas flores amarillas, pensando en alguna forma para llegar a Tygus, verle a solas, ya que parecía que esta vez Shen se interpondría entre ellos.

El viento nocturno acaricio su cabello y sintió la necesidad de ir en dirección contraria de donde había pensado dirigirse al principio, alejándose un poco de sus cuartos, perdiéndose momentáneamente en un laberinto de hojas verdes.

Leo de pronto escucho como una persona se movía sobre unas hojas secas y guardando silencio vio como Tygus aparecía de la nada tomando una flor de color amarillo entre sus dedos, llevándola a su nariz para disfrutar de su aroma.

De pronto quiso hablarle y lo único que pudo preguntar fue.

— ¿Por qué no me dijiste nada?

Thundercats-Thundercats-Thundercats

Aquella pregunta era demasiado extraña, pero Tygus comprendía exactamente a qué se refería Leo, le hablaba del pasado, cuando aun estaban en la nave de Mum-Ra, cuando ninguno confió en el otro.

— Temía perderte cuando supieras la verdad, nadie querría al amante de esa cosa y tuve razón...

Respondió Tygus, estaba demasiado cansado para mentir o esconder sus emociones, de todas formas ya no había nada que pudieran hacer, estaban solos y a veces dudaba si guardar silencio fue lo correcto, aunque sabía que la única razón por la cual su amante seguía vivo era porque Mum-Ra creía que sus sentimientos no eran correspondidos.

—Hable con Panthera…

Tygus sonrió al escuchar esa frase, esta vez no podía comprender de que hablaba Leo, probablemente debía ser importante para él, tal vez Panthera le había hecho reaccionar después de todo ese tiempo y ahora por fin lo dejaría tranquilo, una idea que le hacía sentir terrible.

— Por fin te ha hecho entrar en razón.

Pronuncio Tygus, Leo se atrevió a dar un paso en su dirección y por un momento quiso tocar la mejilla de su amante, pero lo mejor era no hacerlo, no quería imponer su voluntad en la de su dulce tigre.

— Lo sé todo…

Susurro Leo, alejando su mano del cuerpo de Tygus, quien volteo confundido, como tratando de comprender que era exactamente lo que sabía, si acaso era lo que estaba pensando y al ver los ojos de su amante supo que estaba en lo correcto.

— Pensé que ya lo sabías y que…

Susurro Tygus, guardando silencio repentinamente, Leo no necesitaba que su amante finalizara sus palabras, él podía hacerlo por su tigre.

— ¿Qué no me importo?

Pregunto Leo dando otro paso en dirección de Tygus, quien permaneció quieto, aunque había subido un poco de peso aun parecía cansado, mucho más cansado que hacía un mes cuando lo vio por primera vez después de todos esos años.

—Sí, pensé que Panthera ya te lo había dicho todo y que, que no te importo, pero… ya no hay que sumirnos en el pasado.

Leo no quiso aceptar eso, sí ellos querían aun podían estar juntos, pero debía ser Tygus quien quisiera seguirlo, ya no presionaría más.

— El pasado es lo único que me queda de ti, no puedo simplemente olvidarlo, aunque comprendo que no es justo para ti lo que yo estoy haciendo y que si debo alejarme para que tu estés seguro yo lo hare, pero…

Tygus no quería escuchar esas palabras, no quería que Leo dejara de buscarlo, ahora se daba cuenta de lo absurda que era su situación, no podía entregarse a su amante como en el pasado, pero aun así no quería que su dulce león le olvidara, no cuando supo que aun lo deseaba.

— ¿Pero?

Pregunto Tygus, acercándose a Leo, quien parecía temerse a sí mismo, parecía cansado, solo y abatido, una imagen antinatural en su león, quien era una llama que le brindo su calor, que reavivo las cenizas en las que se había convertido su esperanza, para el tigre aquella imagen era sobre natural, una victoria de esa criatura, la que quiso alejarlos como un castigo, que logro separarlos aun después de ser derrotado.

— Pero no soy tan fuerte, no creo que pueda resistirlo.

Tygus rodeo el cuerpo de Leo con sus brazos, llevando su cabeza a su hombro para acariciar con delicadeza el cabello rojizo del que fuera su amante, aun recordaba la última vez que estuvieron juntos y seguía pensando que la espada, las piedras de guerra y la oscuridad que emanaba de la energía que le dio vida a las espadas gemelas, influyeron de alguna forma en su dulce amante, lo que le dolía fue su desconfianza, una que él mismo planto.

— Ya no te tortures Leo… yo te perdono, se que ese no eras tú, era la espada, puedo escuchar su canto, se que tu también lo haces.

Leo rodeo la cintura de Tygus con sus brazos, preguntándose si sus palabras eran ciertas, si realmente lo perdonaba por ser tan ciego y si podía sentir como la espada se comunicaba con él, con ellos, aunque cuando estaba en compañía de su amante parecía contenta, mucho más tranquila.

La espada del augurio no le hablaba en el sentido mortal de la palabra, sino que proyectaba imágenes en su mente, partes de algún futuro que no comprendía, sentimientos, Akbar le había dicho que para vencer al ojo del augurio y la oscuridad que aun imperaba en la espada derivada de las almas que le dieron vida debía encontrar su paz interior, la única forma en que creía que podría encontrar la paz era en compañía de su compañero, quien a su vez el anciano elefante le dijo que podía ayudarle a meditar, a controlar la espada por medio de su don.

— Te abandone, te deje solo cuando me necesitabas… yo nunca podrá perdonarme por eso.

Tygus seguía acariciando el cabello de Leo, era la única forma en la cual podía calmar a Claudius cuando era mucho más pequeño y tenia pesadillas o se despertaba por su culpa, después de soñar con su antiguo amo.

— Porque no tratas de dormir un poco Leo.

Leo se negó a soltarlo, el calor del cuerpo de Tygus lo calmaba, le hacía sentir bien consigo mismo, su aroma y su voz eran más de lo que había soñado, estaba seguro que no le temía, pero aun dudaba que le permitiera regresar a su vida, recuperarle.

— Lo haría si tú vinieras conmigo.

Tygus sonrió como en el pasado, una mezcla entre incredulidad, alegría y regocijo, era una sonrisa que le preguntaba si acaso estaba hablando en serio al mismo tiempo que correspondía su interés.

— Si Claudius despierta se preguntara donde estoy, se preocupara por mí.

Leo sonrió al escucharle, Claudius era el hijo de su compañero, sería su hijo también dentro de poco y nada lo hacía más feliz que eso, esa ridícula idea de recuperar a su compañero para poder criar a su hijo como suyo, tener una familia.

— Puedo verte aquí mañana, por favor…

Tygus asintió, sí Leo quería verlo mañana así seria, nadie tendría porque saberlo y no podía engañarse por más tiempo, quería estar a su lado.

— Te veré mañana a esta hora y tal vez durante el transcurso del día podamos encontrar unos minutos.

Leo beso sus labios de pronto, un beso casto, que no era más que de agradecimiento, el cual fue recibido por una coloración rosada en las mejillas del tigre, quien se marcho poco después ocultándose en su camuflaje.

— No sabes cuánto te lo agradezco…

Pronuncio Leo, esperando que Tygus lo escuchara y lo hizo sintiendo un agradable calor expandirse desde su pecho, apoderándose de todo su cuerpo, haciéndolo sonreír, parecía que esas pequeñas vacaciones tendrían sus frutos.

— Yo te amo.

Finalizo Leo sonriendo, una verdadera sonrisa que ilumino su rostro.

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