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Afecto. por Seiken

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Afecto 6.

Seguía siendo hermoso, perfecto a pesar de los años que habían pasado separados, de pronto Leo se dio cuenta que Tygus seguía volviéndolo irremediablemente loco.

Los felinos a su lado parecían tensos, demasiado ariscos, no los deseaban en su aldea.

Panthera no pronuncio ninguna palabra, espero a que él dijera la primera palabra, no le robaría ese placer, sin embargo, fue Tygus quien hablo primero, su voz tersa provoco un estremecimiento en su piel.

— Cuanto tiempo Comandante…

Aquellas palabras eran tan frías, sus ojos estaban posados en los suyos pero sentía una barrera impenetrable separándolos, podían estar a la distancia de un brazo pero jamás había visto a Tygus tan alejado de su persona.

De repente la idea de que su amante lo recibiera con los brazos abiertos o que luciera ligeramente contento de verlo, que lo extrañara de la misma forma en la cual él lo había hecho, fue absurda.

Aunque era difícil saberlo, Tygus siempre había sido un maestro en ocultar sus sentimientos, especialmente de su persona.

— Por un momento pensé que no nos recibirías.

Bengalí apretó los labios, seguramente ese tigre blanco esperaba darles una violenta bienvenida, Tygus por otro lado sonrió inclinando ligeramente la cabeza hacia un lado, tal vez pensando en una respuesta para darle.

— Muchos pensaron en disparar al primer contacto, comandante.

Esa bienvenida era diferente a la que Panthera recibió la primera vez, en esa ocasión Tygus lucía un poco menos molesto, ahora a juzgar por el cabello erizado en su cuello, sus dientes ligeramente apretados y esa sonrisa completamente falsa le hizo ver que tan enojado estaba con Leo.

— ¿Y tú?

Leo sabía la respuesta de Tygus o creyó saberla, porque no pasas dos años de tu vida en compañía de otro felino sin conocerle solo un poco, sin embargo, tal vez ese fue el principal problema, jamás conoció del todo a su amante.

— ¿Yo? Comandante.

Tygus arqueo una ceja, fingiendo que no la comprendía del todo, porque el movimiento de sus ojos lo delato en un instante, aunque lo que vio en ellos sorprendió a Leo en cambio, podía jurar que había cierta añoranza en ellos.

— ¿Qué pensabas hacer Capitán?

Leo no quería que su reunión fuera como eso, esperaba que se abrazaran, que se dijeran perdón o que tal vez le presentara a su esposa, no que se trataran como enemigos, eso nunca.

— Yo ya no ostento ese cargo Comandante, ahora solo soy… un civil.

Tygus siempre que lo deseaba podía evadir responder alguna pregunta, ya fuera con él o con el propio Mum-Ra, el tigre de alguna forma encontraba la manera de esquivar la verdad o tan solo mencionarla ligeramente sin la necesidad de mentir.

— El es nuestro Tyaty.

De pronto Bengalí pronuncio a sus espaldas, Tygus no reacciono a esa intervención no deseada, al mismo tiempo que los otros felinos asentían o aceptaban ese titulo que significaba “el que es la voluntad del amo, los ojos y oídos del rey”

— Cualquiera diría que ese titulo es mejor que ser solamente un Capitán.

Pronuncio Leo con amabilidad, aunque no le gustaba el titulo que ostentaba Tygus, era como si Mum-Ra aun siguiera gobernándole y solamente estuvieran esperando su resurrección.

— Casi como el titulo de Rey… Lord Leo.

Panthera se cruzo de brazos, parecía que los dos amantes estaban a punto de tener una riña de alcoba y ese no era el momento, no cuando tenían algunas cosas que discutir en privado.

— Tygus.

Tygus coloco sus manos detrás de la espalda, su mirada posada en la suya esperando por lo que tuviera que decirle, desde su accidentado encuentro el antiguo capitán de las fuerzas especiales de Mum-Ra le trataba con respeto.

— ¿Podemos hablar en algún lugar un poco más privado? — Pregunto Panthera esperando que Tygus comprendiera la necesidad de no hacer de esa reunión un espectáculo público. — Por favor.

— Muy bien, sígueme.

El tigre no discutiría con Leo enfrente de los suyos, no era su gobernante pero aun así no creía que fuera una buena idea enemistarse con el rey de Thundera, mucho menos mostrar debilidad permitiendo que el león le tratara como un mero súbdito.

— ¿A dónde vamos? — Pregunto Panthera esperando que Leo fuera paciente, ya no era el mismo muchacho del pasado y estaba segura que se comportaría como todo un rey. — Tygus.

Panthera ya conocía el camino, cada año era recibida en una pequeña casita que funcionaba como sala de juntas y cuarto de huéspedes, la que antes era ocupada por un veterano, una de las casas vecinas a la vivienda de Tygus.

— Donde siempre, Panthera.

Tygus le señalo la capsula en donde generalmente era recibida, no era una sala de reuniones sino en si parecía una casa más o menos acogedora con una mesa redonda, varias sillas, una cama y varios utensilios de cocina.

— Muy bien.

Cada año ocurría lo mismo, ella llegaba con algunas provisiones, discutía con Tygus y poco después permanecía cerca de un mes con ellos, algunos pensaban que se trataba de un mensajero de Thundera, otros una espía, pero ninguno cuestionaba la decisión de su líder de permitirle el libre tránsito.

Algunos felinos se limitaron a esperar fuera de la capsula acondicionada con curiosidad, otros se retiraron y comenzaron a realizar sus tareas diarias, todos menos uno, ese era el tigre blanco, Bengalí, quien siguió a su líder de manera silenciosa y se recargo en la pared detrás de Tygus.

Sus ojos azules posados en ellos dándole la apariencia de una estatua, Leo podría decir que se trataba de un espía, una sombra que siempre seguía los pasos de Tygus, cuya lengua astuta pudo convencerle de su amistad.

— ¿Qué es lo que quieren? — Pregunto Tygus recargándose en la mesa, recordando claramente cuáles fueron las condiciones de su primer acuerdo, una de ellas era que Leo no podía saber de su existencia. — ¿Por qué lo has traído?

— ¿Cuánto tiempo crees que dure tu alianza con los chacales, Tygus?

Panthera respondió antes de que lo hiciera Leo, ella tenía muy claras cuales eran las razones de su visita, esta tenía que ver con la alianza que Tygus había firmado con los chacales, de la cual se había enterado poco tiempo atrás, durante una de las visitas de estado a los chacales.

No era tanto por el amor que Leo seguía sintiendo por Tygus, este amor que a pesar de los largos años que habían pasado seguía fresco, mermando la esperanza de su gobernante que al finalizar la construcción de Thundera parecía aburrido, desesperado, como si estuviera atrapado en la sala del trono y su corona fuera una condena.

Ese era un crimen contra natura, uno que estaba dispuesta a evitar ya que sí lograba que la alianza militar en vez de ser con los chacales fuera con ellos podría brindarle un motivo, aunque fuera completamente primario, de seguir adelante.

Leo había accedido a acompañarle con la excusa de buscar el perdón de Tygus, diciéndole que era eso lo único que deseaba del tigre, pero ella conocía mucho mejor a su amigo de lo que él mismo lo hiciera y su mirada fija en el antiguo capitán era más que suficiente.

La esperanza insensata de recuperar al tigre como si se pudieran borrar los años separados, las traiciones sufridas en ambos lados, podría ser una herramienta para unir a los felinos en un solo gobierno.

Leo no descansaría hasta que Tygus fuera suyo, su lealtad, sus habilidades y su cuerpo.

— ¿Shen? — Pronuncio Leo ligeramente sorprendido. — ¿Shen que tiene que ver con esto?

Tygus fingió ignorarlo, sus ojos estaban posados en los de Panthera, quien había roto su promesa de jamás decirle a Leo donde se encontraban, no lo quería cerca de él, de su pueblo y de su cachorro.

Ni él ni su gente, quienes seguían culpando al comandante por las pérdidas, aunque poco a poco comenzaban a disfrutar de ser los dueños de su propio destino.  

A muchos de sus soldados aun les dolía haber perdido los pocos beneficios que tenían en el antiguo régimen y culpaban a Leo de su situación actual, la que en el mejor de los casos podía calificarse como precaria.

— Durara lo que tenga que durar… — Respondió arqueando una ceja, ligeramente sorprendido por la información que tenía Panthera. — Aunque no tengo por qué darte ninguna explicación Panthera.

Su alianza era un secreto, él y Shen habían llegado a la conclusión que eso era lo mejor por temor a las represalias de los lagartos así como la inoportuna intervención de Thundera y su soberano.

— ¿Tienes una alianza con Shen? — Leo le pregunto sorprendido. — ¿Desde hace cuanto tiempo?

Tygus estaba a punto de darle la misma respuesta que obtuvo Panthera, sin embargo, aquello sería demasiado infantil, podría verse débil y no podían darse ese lujo.

— Hace varios años. — Fue su respuesta más o menos sincera. — ¿A que han venido?

Leo se dio cuenta que no podía decirle sus razones para visitar ese asentamiento, esa reunión repentinamente era una de Estado y como el rey de Thundera debía poner sus sentimientos a un lado.

Aunque tampoco podía perder la oportunidad que le brindaba una visita de Estado para acercarse a Tygus, así como las subsecuentes reuniones para mantenerlos en pie, lo cual era gracioso, ya que de momento esas aburridas visitas parecían tener su lado positivo.

— Mentiría si no dijera que quería verte. — Comenzó Leo, buscando una forma de apaciguar a Tygus. — Cuando Panthera me dijo que estabas vivo, que los soldados perdidos habían sido descubiertos quise comprobarlo.

Bengalí apretó los dientes, Tygus permaneció impávido, sus manos sujetando los brazos de su silla, sus ojos posados en los suyos, leyendo sus movimientos.

— No era este el recibimiento que esperaba.

Leo esperaba ser rechazado por los soldados de Tygus en cuanto los vieran, sin embargo, aquí estaban representando cada uno de ellos a un grupo diferente de felinos y Leo creía que ese podía ser el momento de unir a su raza en una sola.

Esperaba que Tygus lo comprendiera, de lo contrario le daría una razón para regresar a ese asentamiento e intentar convencerlo de abandonar ese precario territorio en un oasis en medio del desierto por la esplendorosa Thundera, necesitaban urgentemente de los soldados veteranos en sus filas.

Bengalí estaba a punto de interrumpirlo cuando Tygus levanto la mano en señal de que guardara silencio, era un líder y sus decisiones eran respetadas, provocando que Leo casi sonriera al ver el gesto fruncido del tigre blanco.

— Somos una misma especie Tygus y estoy seguro que comprendes la imperante necesidad de estar juntos como raza, es cierto que aun somos los más fuertes pero a nuestro ejército le falta la experiencia que las otras especies poseen, tu gente la tiene y serian recibidos en Thundera como nuestros hermanos.

Tygus no esperaba escuchar esas palabras, no de los labios de Leo que confiaba en las otras razas, en las posibilidades de crear un solo gobierno, una alianza perpetua, pero ahora, aquí estaba el rey de Thundera hablando como alguien que no conocía, era como si hubiera perdido la esperanza que brillaba en su corazón, esa llama que lo sedujo en el primer momento que le vio.

— La libertad de la que gozamos es suficiente para nosotros y no veo la necesidad de abandonar lo que hemos construido con esfuerzo en estos ocho años. — Fue su respuesta.

No podía tratar a este gobernante como al joven e idealista león que conoció en la nave de Mum-Ra, había pasado demasiado tiempo y ambos eran personas diferentes.

Tygus volvía a sentir su cuerpo pesado, había perdido la cuenta de las noches que había pasado en vela atormentado por sus constantes pesadillas, esa voz que parecía aun rondar en su cabeza, estaba demasiado cansado para discutir con Leo los trillados detalles de su alianza.

No podía ofrecer más de lo que le prometió a Panthera la primera vez que pactaron una tregua, así que no había caso de seguir discutiendo esos asuntos, a menos que quisiera descubrir sus debilidades.

Leo estaba a punto de pedirle que rectificara, no podía negar que aquella era la mejor opción para su raza y sería una oportunidad para acercarse a Tygus, aunque fuera de manera diplomática.

— No obstante puedo ofrecer algo parecido a lo que le ofrecí a Panthera.

De repente Leo tenía demasiadas preguntas que hacerle a su consejera y segundo al mando, era como si lo hubiera llevado a esa reunión a ciegas.

Tygus al notar su sorpresa sonrío, por lo menos Panthera había cumplido su promesa antes de traicionar su confianza, de tener la oportunidad le preguntaría que le hizo cambiar de opinión.

— En el supuesto de que ocurriese una guerra con otra raza que no sean los chacales nosotros estaremos de su lado en el conflicto, pero hasta ese momento queremos ser respetados como un grupo independiente.

— Eso no fue lo que tú me prometiste Tygus. — Panthera inmediatamente trato de hacerlo cambiar de opinión, aquella ocasión le había dicho que serían sus aliados incondicionales, sin importar quien fuera el enemigo a vencer.

— Esa era mi primera oferta, esta es la segunda.

Fue la respuesta de Tygus, quien parecía sumamente seguro de sí mismo, aunque de la misma forma que parecía tener el control de esa reunión se daba cuenta que lucía cansado, casi como los últimos días antes de la rebelión.

— ¿Qué esperan de nosotros Tygus?  

Leo se recargo en la mesa, si estaban negociando debía saber que se esperaba de ellos, aunque estaba seguro que Panthera no habría pactado con el tigre si las condiciones del tratado los ponían en desventaja.

Tygus no esperaba tener que renegociar su tratado, aunque no parecía tener otra alternativa, el pacto anterior había sido firmado con Panthera, aparentemente a las espaldas del rey de Thundera.

En esta ocasión tenía frente a si al rey en persona y no podía creer que sólo por haber sido amantes no trataría de tener la ventaja, Tigris siempre había sido claro en ese aspecto durante su entrenamiento, la neutralidad no funcionaba, tenías que dejar en claro tu postura y que tan lejos llegarías para mantenerla.

Los chacales eran sus aliados, necesitaban de sus conocimientos, por el momento estaban en una posición equitativa, con los otros gatos su situación era de desventaja y no podía permitir que lo supieran.

— Lo mismo que en el pasado, Panthera conoce todos los detalles y no veo la necesidad de volver a mencionarlos.

Leo asintió, no podía exigir que se le presentaran todos los detalles, aquello solo comprobaría que Panthera había actuado a sus espaldas y que su gobierno de alguna forma era débil.

— Veo que tienes todo planeado. — Dijo Leo, con cierta molestia en su tono de voz. — Tygus.

— No esperaba tener que recibirte en mis tierras Lord Leo, ninguno de mis soldados y muchos de ellos aun recienten tus decisiones.

Tygus trataba de controlar sus emociones por que en el momento en que se dejara llevar por el pasado perdería la ventaja que tenía en esa reunión inesperada.

— Panthera puede explicarte las razones por las cuales tu visita no es grata, sin embargo…

Tygus respiro hondo, comenzaba a mostrar los rastros del cansancio y estrés acumulado durante esos largos meses en los cuales parecía que todo les estaba saliendo mal, primero una sequia, después una peligrosa escases de Thundrilium, ahora la visita inesperada de Leo.

— Estoy tratando de actuar tan pragmáticamente como me es posible cuando tú nos has costado demasiado Lord Leo.

Tygus se levanto de la mesa y se recargo en esta, dos gotas de sudor resbalaban en su mejilla, Leo podía darse cuenta que su antiguo amante tenía bolsas en los ojos y aparentaba no haber dormido en días, una imagen común antes de su rebelión, una que seguía atormentándole.

— Pueden dormir en este cuarto si así lo desean, nadie los perturbara y durante la mañana, antes de que se marchen me darás tu decisión.

Tygus dio la media vuelta y salió de la capsula acondicionada, lo seguía Bengalí con una apariencia sumisa, como si lo único que deseara fuera ayudarle, aunque Leo se preguntaba porque ese tigre blanco le daba un mal presentimiento, tal vez era su lengua de plata o el odio que siempre había mostrado por su persona, así como su exagerada lealtad por Mum-Ra.

— ¿Qué es exactamente lo que está pasando aquí Panthera? — Pregunto Leo, enfocando su mirada en la de su segundo al mando. — ¿Por qué no me dijiste que podía esperar?

Ella no se inmuto y recogiendo su cabello en una coleta desabrocho un poco su ropa, ese territorio era demasiado caluroso, casi desértico a diferencia del sitio en donde habían fundado Thundera, cuyo clima templado siempre era agradable.

— Me parece que tu ex no te quiere en este lugar y francamente no me sorprende. — Fue su respuesta un tanto divertida. — Aunque no creo que te refieras a eso.

Ella se sentó en la cama, su mirada estaba fija en Leo, quien sabía que no tenía ningún derecho de sorprenderse ante semejante recibimiento, por el contrario, debía agradecer que Tygus ignorara su pasado al tratar de firmar un pacto con él.

— Estoy hablando sobre el pacto con los chacales. — Aquellas eran noticias relevantes de las cuales no estaba enterado. — ¿Qué está pasando con eso?

Panthera pasó una mano sobre su cabello pensando en la forma de responder a esa pregunta, llevaba poco tiempo de saberlo, la última vez que vio a Shen este parecía sumamente orgulloso de sí mismo, era extraño y al ver las edificaciones supo que aquella maravillosa obra era el trabajo de ingenieros felinos.

Tal vez la construcción no había sido hecha por manos felinas, pero la arquitectura tenía casi los mismos diseños que Thundera, solo que un poco más práctico, era sin duda el trabajo de un ingeniero militar.

— No estaba segura del todo, pero los diseños de su fortaleza eran sin duda alguna diseños de ingeniería militar felina.

Leo rasco su barbilla, aun seguía recargado en la mesa pensando la forma en la cual debía llevar ese asunto, especialmente si Bengalí era como lo suponía uno de los consejeros de Tygus.

Ese astuto tigre de pelaje blanco y lengua de plata trataría de evitar que hubiera paz entre ellos a toda costa, no sabía porque razón pero estaba seguro que Bengalí no sería más que un estorbo.

— La única opción obvia era que supieran donde estaba este campamento.

Leo se levanto de la silla y caminó en dirección de la ventana, desde donde podía ver que varios felinos hablaban con Tygus, aparentemente increpándole sus motivos para dejarlos pasar o el resultado de su reunión.

Tygus se comportaba como un capitán, seguía mandando a sus soldados, los que parecían respetar sus decisiones sí la mirada de los más jóvenes eran una indicación de ello, quienes le preocupaban eran dos gatos de gran tamaño, los que tenían un tatuaje en su brazo izquierdo con el emblema de Mum-Ra.

La posibilidad de que hubiera una guerra entre Thundera y las otras razas animales era remota, ni siquiera Rezard tenía ánimos de manchar sus manos, cada líder se enfocaba en crear su propio refugio, sus propias reglas, en sí, una civilización que pudieran disfrutar las generaciones futuras.

Por lo que tal vez había otro motivo detrás de las acciones de Panthera que iban más allá de la alianza con los chacales, la que no era motivo de preocupación inmediata.

— ¿Esa fue la razón para que me trajeras aquí? — Pregunto Leo con un gran suspiro. — La alianza.

Panthera jamás había actuado sin pensar sus opciones, aunque si se dejaba llevar por su instinto cuando pensaba que la ocasión lo ameritaba, este era uno de esos casos.

— No… — Fue la respuesta de Panthera.

Leo abandono la ventana, paso una mano entre su cabello pensando en cómo distraer a Bengalí para poder conversar con Tygus en privado, quería pedirle perdón, hacerle ver que tan arrepentido se encontraba.

— ¿Cuál fue la razón entonces? — Leo estaba confundido y de pronto pensó que Tygus podría necesitar ayuda. — Piensas que Tygus…

— No lo hice por Tygus tampoco. — Panthera lo interrumpió casi inmediatamente sorprendiendo a Leo.

— ¿Por qué lo hiciste? — Pregunto esta vez Leo, confundido por la razón que llevo a Panthera a actuar de esa forma. — Porque me trajiste aquí cuando estaba a punto de olvidarlo.

— No es verdad.

Panthera sabía que Leo no comprendería sus razones, ella tampoco lo hacía del todo, pensaba que de esta forma podría brindarle cierta ayuda a los felinos que vivían en ese asentamiento, pero no era la razón principal detrás de sus acciones.

— Tengo la impresión de que has perdido algo de tu fuego interno y quería ver cuál sería tu reacción al ver a Tygus.

Su respuesta sorprendió a Leo, quien trato de decirle que eso era falso, tenía muchas razones para seguir adelante, sin embargo, Panthera no lo permitió, casi inmediatamente se levanto de su asiento y cubrió su boca con dos dedos.

— Tu reacción fue la que esperaba.

Leo no intento separarse de Panthera, ella al ver que no sería interrumpida se alejo de su soberano y se asomo por el hueco de la ventana, el que dejaba ver la tranquila población que una década antes eran soldados imparables, un ejército temible cuya cereza del pastel era el propio Tygus.

Lo que necesitaban para poder asegurar su dominio, un ejército imparable de veteranos entrenados para la conquista, no era que necesitaran de ellos, porque la paz sería duradera, pero no podían asegurarla con el pobre ejercito que Tykus estaba tratando de entrenar.

— Aun después de todo este tiempo sigues deseándolo.

Parecía que Tygus tenía en Leo el mismo efecto que en el pasado, el león seguía volviéndose loco por él, de pronto parecía que recuperar su perdón era una misión tan grande como cualquier otra y tal vez en el proceso podrían recobrar al ejército perdido de su raza, asegurar o fragmentar la alianza existente con los chacales, así como el rey de Thundera podría recuperar ese fuego interno que amenazaba con extinguirse.

— La respuesta de Tygus también fue extraña... el siente algo por ti.

— Tygus me odia y ni siquiera puedo culparlo por eso. — Le dijo Leo con tristeza, cruzando sus brazos delante de su pecho como si fueran una barrera que podría protegerlo de sus errores. — Arruine todo.

— Nunca lo había visto mostrar tanta vida, solo con Claudius, pero él es su hijo y creo que debe ser normal.

Leo sonrió ligeramente, pero aun así creía que Panthera solo estaba tratando de animarlo, empujarlo a perseguir algo que deseaba, aunque no entendía el propósito detrás de sus acciones.

Pero sí comprendía sus propios motivos, durante años se dijo que lo único que deseaba era el perdón de Tygus, que si lo recibía podría ser libre de esa culpa que no lo abandonaba, pero con solo verlo se daba cuenta que no se contentaría con eso.

Sin embargo, Tygus no lo deseaba, todo el afecto que pudo sentir por él se transformo en odio y la única forma de recuperarle, tenerle como en el pasado cuando se entrego por completo a él, era ignorando sus deseos, convirtiéndolo en su sirviente y a el mismo en un monstruo.

No volvería a hacerlo, Tygus ya había tenido suficiente con la primera vez que ocurrió, cuando estaba tan perdido en sus propias sospechas, en sus propios temores que no pudo ver la inmensidad del afecto que su amante le brindaba.

El día que decidió visitarlo en la celda para reclamarle a Tygus que cumpliera su promesa de entregarse a él por completo, de pertenecerle en cuerpo, alma y corazón, el día que por primera vez su amante lo rechazo.

 Ocurrió justo como Akbar le advirtió que pasaría, pero no en la forma que él se lo imagino.

— No tengo ningún derecho a interferir en su vida. — Pronuncio en un susurro, aun recordando las imágenes de aquella noche. — Lo mejor es que lo deje libre y me contente con saber que aun vive.

— Ese no es el Leo que conozco. — Le espeto Panthera sujetándolo de los brazos. — El Leo que conozco no cree en imposibles y no se detiene hasta que logra su objetivo.

— El Leo que conoces ha muerto, él creía que con solo derrotar a Mum-Ra podríamos ser felices, que no tendría que encargarme de la seguridad de todos los felinos, que la corona no sería una cadena y la sala del trono no se convertiría en una tumba. — Fue la respuesta de Leo.

— Es gracioso, porque Tygus se enamoro de ese Leo.


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