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Afecto. por Seiken

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Afecto

Capitulo 7.

Tygus despidió a los curiosos después de responder algunas de sus preguntas, Bengalí lo seguía en silencio, su expresión era neutral sin mostrar su enojo ante la visita inesperada del rey de Thundera a su aldea.

Tygus al ingresar a su casa, se sentó en su cama sin mucha reverencia, cubriendo sus ojos con su mano derecha, frotándolos con sus dedos al mismo tiempo que bostezaba cansado.

— ¿Si quieres yo puedo encargarme de todo? — Pronuncio Bengalí sentándose frente a Tygus.

Tygus negó aquello con un movimiento de la cabeza, Bengalí no trataría al rey de Thundera con respeto, tampoco a Panthera, no quería problemas que no podían solucionar.

— No es necesario, yo puedo encargarme de su visita.

Bengalí apretó los dientes molesto, Tygus no debía rebajarse a tratar a sus visitantes en persona, era indigno de un Tyaty, sí acaso Lord Mum-Ra estuviera con ellos como en el pasado no tendrían que sufrir tantas penurias.

Ellos eran sus favoritos y Tygus el más apreciado de todos, el joven tigre blanco se preguntaba cómo era posible que su amigo ignorara las bendiciones de su amo, que insistiera en que lo muerto no podía regresarse de la tumba, cuando Lord Mum-Ra era inmortal, lo que significaba que nunca perecería.

— Te aconsejaría que durmieras un poco primero.

Tygus se recostó en la cama sin cubrirse con las cobijas, seguro que su descanso sería interrumpido por los fantasmas de su pasado.

— Despiértame en unas horas.

Bengalí asintió y se quedo sentado enfrente de Tygus por algunos minutos, recargado en los brazos de la silla en donde estaba sentado, tratando de comprender la razón por la cual Leo no había sido asesinado en cuanto lo vieron.

Después de lo ocurrido entre su amigo y el comandante, para Bengalí la opción obvia era que utilizaran esa oportunidad para vengarse, ese león era un peligro para los suyos, sin embargo era Tygus quien mandaba muy a su pesar.

Aunque la llegada de Leo podría resolver algunos de los problemas que acongojaban a Tygus, sólo necesitaba encontrar la forma de comunicárselo a su amigo, aunque no creía que el otro tigre estuviera conforme con su idea.

— ¿Qué es lo que te preocupa? — Pregunto Tygus notando que Bengalí no se había marchado.

Sus brazos cruzados enfrente de su pecho, dándole la espalda a Bengalí, pero comprendiendo perfectamente que su amigo estaba pensando en algo y conociéndolo como lo hacía, lo mejor era que le dijera que estaba pasando en ese momento.

— ¿Aun amas a Leo? — Pregunto Bengalí recargándose en la cama con una mueca de molestia. — ¿Por eso lo dejaste entrar?

Tygus no respondió en un principio, aun amaba a Leo, pero no creía que eso pudiera ser relevante en su situación actual, era imposible que su relación pudiera recuperarse.

El comandante era un felino implacable y muy astuto, cuando aun seguían sirviéndole a Lord Mum-Ra no se detuvo ante nada para lograr que su rebelión fuera exitosa, ahora que se trataba de un Rey, el rey de Thundera, no creía que fuera diferente.

— Mis sentimientos son… — Como podría decirlo sin que sonara tan patético como se lo imaginaba. — Irrelevantes.

— Aun así lo dejaste entrar.

Tygus volvió a sentarse pasando una mano entre su cabello, lo único que deseaba era dormir un poco, mas parecía imposible con sus pesadillas y Bengalí señalando sus faltas a cada paso que daba.

— Ya te dije mis razones, es el rey de los demás clanes.

— No es nuestro rey. — Comenzó Bengalí.

— No seas estúpido. — Siendo interrumpido por Tygus casi inmediatamente. — No estoy diciendo que lo sea.

Bengalí gruño al escuchar el insulto de Tygus, quien respondió levantándose de su cama y caminando en su dirección, cruzando sus brazos delante de su pecho, el también estaba muy molesto por las constantes dudas.

— ¿Por qué cuestionas todas mis decisiones? — Le pregunto tratando de comprender su nueva actitud. — ¿Acaso quieres el liderazgo?

Bengalí suspiro, Tygus estaba enojado y esperaba que ese fuego fuera canalizado en contra de Leo, quien se atrevía a visitarlos después de su traición, creyendo que Tygus abandonaría su posición como líder de su clan para lamer sus botas.

Leo lo único que deseaba era arrebatarle a Lord Mum-Ra todo aquello que le perteneció alguna vez, porque después de todo el ganador siempre se quedaba con el botín.  

— No lo hago, pero después de lo que te hizo me molesta que piense que puede llegar así como así, reclamando nuestra alianza, nuestra servidumbre, como si fuéramos poco menos que… animales.

Lo último lo pronuncio con asco y descontento, logrando que Tygus se tranquilizara un poco, lo suficiente para sentarse a su lado con un gran suspiro.

Bengalí era de los pocos que aun no se acostumbraban a su nueva situación y su enojo era el que hablaba cuando exigía que Leo debía ser eliminado, era de esperarse, después de todo habían perdido demasiado por su culpa.

Aun así Tygus también comprendía que la primera vez que se dejo engatusar por Leo les costó su antigua vida, que era su líder y que ellos eran su responsabilidad.

— Conozco cual es mi deber, siempre lo he hecho Bengalí, así que no te preocupes por eso.

Bengalí le miro de reojo, aun sin creer en sus palabras ni en su fuerza, o eso pensó Tygus al ver su expresión.

— Eso no te evito caer en su juego. — Le recordó el tigre blanco.

Eso era cierto, Leo sin mucho trabajo lo convenció de su amor, de quebrar todas las enseñanzas de su pasado, olvidar el entrenamiento de Tigris, su deber y su orgullo, para que al final fuera traicionado por el comandante.

Para que la persona por la cual hubiera dado todo lo tratara como un enemigo, cuando antes de conocerlo era recompensado por sus logros, bendecido con los regalos que Lord Mum-Ra en persona le concedía y tal vez, con el tiempo se hubiera acostumbrado a servirle.  

— Yo pensé que me amaba… — pronuncio con tristeza. — Pero ahora sé que no fue así, no volveré a ser engañado, Bengalí, no te preocupes por eso.

Las comisuras de los labios del tigre blanco se movieron para dibujar una delicada sonrisa, la cual también parecía tener un dejo de tristeza.

— Aun así me entristece verte así, no es justo que ese león juegue de esa forma contigo.

Tygus se encogió de hombros sin saber que decirle, eran ciertas sus palabras y aunque estaba seguro que Leo no lo amo, porque no creía que hubiera amor sin confianza, se preguntaba si aun deseaba su cuerpo.

Esperaba que no fuera así, no tenía la fuerza para ignorarlo y sabía que si no dejaba atrás su pasado no podría continuar con su futuro.

— Mañana partirán y podremos olvidarnos de Leo y Thundera por un tiempo. — Finalizo Tygus con una gran sonrisa que no alcanzaba sus ojos.

Bengalí arqueo una ceja, cruzo sus brazos delante de su pecho y trato de pensar en alguna forma para convencer a Tygus del error que estaba cometiendo.

— Espero que sepas lo que estás haciendo Tygus. — Pronuncio Bengalí antes de marcharse en silencio.

Tygus volvió a recostarse y cerró los ojos, Claudius estaba con los demás cachorros, probablemente aprendiendo algo o conociéndolo como lo hacía, buscando alguna forma de meterse en problemas.

A veces pensaba que Claudius era demasiado trabajo para él solo, tenía demasiada energía que no sabía cómo canalizar, después de todo el era un soldado.

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Claudius a sus ocho años de edad estaba cansado de permanecer en ese refugio desde la llegada de los dos Thunderianos, su padre había sido muy claro al respecto, no quería verlo salir de ese lugar, mucho menos buscar a los felinos, de hacerlo habría consecuencias.

No le gustaba ser castigado, ni tampoco le gustaba que su padre estuviera enojado con él, por eso sabía que debía obedecerlo, permanecer en ese horrible lugar con los demás cachorros, aburriéndose como nunca.

Su padre le diría que ese momento era perfecto para meditar, pero si había algo que era mucho más aburrido que estar encerrado con un montón de thunderkittens era meditar.

Claudius prefería realizar tareas domesticas a pasarse sentado durante horas en una misma posición sin hacer nada productivo, seguramente su padre tenía alguna clase de don o algo, pero el no, por lo tanto prefería practicar con una espada de madera los pocos movimientos que su padre le había enseñado hasta ese momento.

Podría practicar un poco su tiro, pero con los thunderkittens a su lado eso era peligroso y el felino encargado de cuidarlos, quien era una mujer de edad madura, le quito el arma para que no se lastimara a sí mismo o a los demás.

— Estoy aburrido. — Volvió a quejarse.

La mujer madura, que había sido un soldado en sus años de juventud le observo fijamente para después ignorarlo nuevamente.

— Tygus dijo que no puedes salir de aquí hasta que el mismo venga por ti, así que medita o duerme.

Claudius se cruzo de brazos molesto, era lo peor que hasta el momento podía pasarle a un niño hiperactivo de su edad, ser protegido por una mujer gruñona con cara de pocos amigos, por lo menos cuando Bengalí lo cuidaba le contaba historias de los viejos tiempos.

— No me gusta meditar. — Fue su respuesta molesta.

La mujer tenía la postura que su padre usaba cuando meditaba, tal vez era algo de los ancianos, aquello de meditar, porque francamente él no lo entendía.

— Entonces duerme como los otros cachorros. — Fue la respuesta de la mujer mayor.

Claudius se recargo en sus rodillas, mirándole fijamente, esa mujer era todo un caso, si no quería meditar, entonces tampoco quería dormir, las dos tareas eran igualmente aburridas.

— No tengo sueño. — Insistió el cachorro con una mueca de disgusto.

— Me sorprende que tú seas el cachorro del Capitán Tygus. — Pronuncio la mujer observando que los otros cachorros comenzaban a agitarse.

— ¿Por qué? — Pregunto el cachorro sorprendido.

— Eres demasiado consentido, no sé porque, pero me sorprende que el capitán este criando a un niño malcriado que nunca sigue las ordenes de sus superiores.

Claudius no pudo decir nada al respecto, no entendía que había de malo con su comportamiento, su padre jamás lo había regañado por eso y de repente le vino una pregunta a su mente.

— ¿Cómo era mi padre antes?

La mujer rasco su barbilla, pensando en que responderle al cachorro, Tygus no hablaba mucho del pasado, probablemente se sentía humillado por haber sido interceptado antes de haber finalizado su misión, aun así su cachorro merecía saber la importancia que tuvo, el valor de su esfuerzo en el campo de batalla.

— Tu padre era el epitome de la tradición militar de nuestro clan.

Para Claudius aquello no significaba nada, sin embargo, antes de que pudiera volver a preguntar sobre su padre o el pasado, la tigresa suspiro molesta, para señalar poco después la puerta de ese refugio.

— Claudius, si no puedes guardar silencio, entonces siéntate afuera y espera por tu padre. — Pronuncio la tigresa de edad madura. — No quiero tener que encargarme de estos mocosos también.

Claudius era el mayor de todos los cachorros, tenía ocho años de edad, en cambio el mayor de los otros thunderkittens tenía seis años, los demás eran menores, haciendo que más o menos fuera un niño solitario.

— Esta bien, ya me voy. — Se quejo Claudius, abriendo la puerta, sentándose en una banquita que estaba colocada a un lado de la puerta.

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Leo cerró las cortinas con una mueca de disgusto, Bengalí había entrado en su cuarto con demasiada naturalidad, como si eso fuera normal y de alguna forma aquello le molestaba.

No entendía como ese tigre blanco tenía la amistad y confianza incondicional de Tygus desde siempre, aun en la nave de Mum-Ra parecía que Tygus daría su vida por Bengalí.

— Dime algo Panthera.

Ella le observo sin decir nada, esperando por la pregunta que Leo se moría pro pronunciar.

— ¿Qué es lo que hace Bengalí en esta aldea?

Leo se sentó enfrente de ella con una mueca de disgusto en su rostro, parecía que su rey comenzaba a mostrar alguna clase de emoción, aunque esta fueran celos, unos que estaban enfocados a un felino que era el mejor amigo de Tygus.

Un gato inteligente que siempre había estado acompañando a Tygus desde la infancia, era sorprendente que Leo sintiera celos por él, cuando Bengalí podría ser lo más parecido que el capitán tenía a un hermano. — Es el consejero de Tygus, sabes que siempre han estado juntos.

Lamentablemente lo sabía, Bengalí en el pasado había sido uno de los mayores obstáculos de su breve noviazgo, aun ahora se preguntaba cómo fue que el viejo costal de huesos se dio cuenta de lo que ocurría a sus espaldas.

Porque era sumamente irónico que Mum-Ra desconociera sus planes de rebelión y supiera casi con exactitud que sus dos soldados más leales se veían a sus espaldas.

— ¿Qué te preocupa? — Pregunto Panthera recargándose en su mano izquierda.

— Bengalí… su lealtad a Mum-Ra siempre fue incuestionable.

La respuesta de Leo sorprendió a Panthera, quien se pregunto qué diferenciaba a Tygus y a Bengalí, ambos eran reconocidos por su lealtad, ambos eran soldados de elite y los dos siempre estaban juntos.

— Tal vez solo fue una farsa, una pantalla como la que tú crees que tuvo Tygus.

Para Leo eso no era posible, sin embargo temía que si le comentaba a Panthera sus temores ella simplemente los desechara, para él era como si Bengalí fuera una sombra que siempre seguía de cerca a Tygus, tal vez quien le informo a la momia de su relación.

Se preguntaba quién era los ojos y oídos de Mum-Ra realmente, ¿Tygus o Bengalí?

— Puede ser, pero aun así Bengalí no me da una buena espina.

Panthera no creía que Leo pudiera caminar a su antojo en la aldea o que ello fuera una buena idea, sin embargo, ella en el pasado se gano ese derecho y se preguntaba si Tygus había cambiado de opinión.

Pero a juzgar por la falta de guardias fuera de esa puerta, era seguro que aun podría caminar a su antojo en ese lugar, al menos podría visitar a Tygus y tratar de convencerlo de permitirle a Leo hablar con él a solas.

— En mis otras visitas Tygus me dejo caminar en la aldea a mi parecer.

Seguramente esa información solo haría que Leo se sintiera miserable, aun así no perdía nada tratando de convencer a Tygus de ver a su antiguo amante una segunda ocasión.

— Puedo intentar convencerlo de verte a solas, tal vez decirle lo que tanto deseas.

Leo asintió sin mucho ánimo, eso era mejor que permanecer encerrados en esa capsula de escape y con mucha suerte Panthera podría ganarle una nueva oportunidad para verle, esta vez sin Bengalí.

— No tienes por qué permanecer en este lugar todo el día solo porque yo no puedo salir de aquí.

Panthera creía que tal vez si hablaba con Tygus podría convencerlo de charlar con Leo, no era que ese tigre escuchara sus palabras, pero era mejor que sentarse todo el día en ese lugar, sin hacer nada productivo.

Con esa idea en mente salió de la capsula y camino en dirección de la vivienda de Tygus, tratando de que ese tigre charlara con ella, sin darse cuenta que un cachorro de ojos azules le observaba perplejo.

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Tygus se quedo dormido casi inmediatamente, parecía que su cuerpo estaba tomándole la factura de una vida de trabajo duro y estrés constante, hasta el punto que le costaba demasiado poder mantenerse despierto en el momento en el cual debía estar más alerta.

Dejándolo vulnerable a las voz que constantemente pronunciaba su nombre cuando trataba de dormir, ese león azul que lo torturaba en sus sueños.

— Tygus…

Tygus se revolvió en su cama, cambiando de postura, apretando un poco los dientes susurrando algunas palabras que no podían comprenderse del todo, tampoco había quien pudiera escucharlas.

— Tygus, ven a mí…

Esa voz ancestral seguía nombrándolo, esperando que fuera a su encuentro, lo liberara de su tumba.

— ¡Ven a mí!

Tygus de pronto sintió que era transportado a otro lugar, que unas manos invisibles acariciaban su mejilla, su espalda, tratando de engatusarlo para que obedeciera como en el pasado.

— Tygus…

Sumiéndolo en un mundo que trataba de dejar atrás, como un mero recuerdo de su pasado, el cual parecía no quererlo dejar ir, aunque este mismo pasado se hubiera perdido con la llegada a ese planeta.

De pronto, al abrir los ojos se encontraba en la tumba en el desierto, los pasillos no carecían de vida como la última vez que piso la nave de su antiguo señor, brillaban con la luz mecánica y fría del pasado.

El ambiente estéril que recordaba estaba presente, la fría temperatura interior era la misma, la oscuridad apenas le permitía ver lo que había enfrente de su cuerpo, el cual brillaba de color azul.

Como si se tratase de un mero fantasma, uno más de los recuerdos que quería olvidar, igual a la voz que seguía llamándolo desde las sombras.

— Tygus…  

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Claudius después de hacer todo lo que un niño de su edad podía hacer en un mismo punto de esa aldea comenzaba a desesperarse, preguntándose donde estaba su padre y por qué no había llegado a recogerlo.

Bengalí después de acompañar a Tygus a su casa para que pudiera descansar un poco decidió visitar a Claudius, ver como se encontraba el problemático cachorro de león, el cual seguramente estaría encantado de escuchar que otro león estaba en la aldea y no solo cualquier león, sino Leo en persona.

A quien encontró como era de esperarse sentado fuera de la guardería, no podía culparlo, los otros niños eran demasiado pequeños para hacerle compañía, uno de los inconvenientes de haber sido traicionados por Leo.

— ¿Qué estás haciendo? — Le pregunto sentándose a su lado, observando los garabatos que había hecho con una ramita.

— Nada.

Claudius los borro con molestia, para posar su atención en el tigre blanco, quien se recargo contra la pared detrás del asiento, cruzando sus brazos delante de su pecho mirándolo de reojo.

— Pensé que te gustaría saber que Leo está en la aldea en este preciso momento.

Claudius al escuchar el nombre de Leo se levanto de un salto, recordando todas las palabras que Tygus le había dicho sobre ese león apenas la noche anterior.

— ¿En serio? — Pregunto emocionado.

Bengalí sonrió al escuchar su pregunta y ver la emoción en su rostro, era exactamente lo que esperaba ver.

— Aunque es una lástima que tu padre no quiere verte acercándote a ese León.

Claudius se mordió el labio, era injusto, aunque una idea comenzaba a formarse en un su infantil mente, una idea que Bengalí adivino.

— Pero si no te ven, no habría nada que castigar.

Los ojos del cachorro brillaron con emoción, su padre le había enseñado como camuflarse con sus alrededores, lo que significaba que no podrían verlo.

— Aunque seguramente aun eres demasiado pequeño para saber cómo camuflarte con tus alrededores.

Poco después se levanto y alboroto el cabello de Claudius con afecto, justo en el momento en el que Panthera salía de la capsula que servía como casa de huéspedes para sus visitantes.

— No te metas en problemas, eso no le gustaría a tu padre.

Poco después se alejo en dirección de Panthera, a quien le increpo que hacia vagando en la aldea, sin embargo, estas palabras no las escucho el joven Ligre, quien solo pensaba en ver con sus propios ojos a Leo.

Bengalí tenía razón, su padre le dijo que no quería verlo desobedeciendo sus órdenes, pero si usaba el camuflaje no lo vería infringiendo sus órdenes, ni siquiera ese león en persona podría verlo.

Un plan se formo en la mente de Claudius, este era entrar a la casa de huéspedes, observar a Leo y salir, todo sin ser visto con ayuda de su don, el cual según su padre ya manejaba con suficiente destreza como para engañar a un pequeño grupo de lagartos.

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Bengalí intercepto a Panthera justo antes de que interrumpiera el sueño de su capitán, colocándose enfrente de ella con los brazos detrás de la espalda y un gesto de molestia en su rostro.

— Déjame pasar, necesito hablar con Tygus. — Le indico Panthera.

Ignorando su puesto como el segundo al mando de esa aldea y su precaria situación de visitantes no deseados, provocando que Bengalí sonriera complaciente, sin hacerse a un lado, Tygus necesitaba descanso no charlar con una traidora.

— Tygus esta indispuesto en este instante. — Fue su respuesta amable.

Panthera se sorprendió ligeramente, era medio día y generalmente Tygus a esa hora entrenaba a Claudius, por lo menos eso ocurría las últimas veces que visito esa aldea.

— Pasa de medio día. — Dijo Panthera.

— Pero que perceptiva. — Comenzó Bengalí, recibiendo un gruñido de Panthera, quien comenzaba a cansarse de la actitud del tigre blanco. — Aun así, Tygus no puede atenderte, lo que quieras decirle me lo tendrás que decir a mí.

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Leo comenzaba a cansarse de estar encerrado en esa pequeña habitación, le recordaba demasiado los cuartos que algunos de los felinos tenían en la vieja nave de Mum-Ra, los más afortunados.

Este cuarto era casi claustrofóbico, aunque entraba la luz del sol por las ventanas no se imaginaba que se parecía a lo que Tygus le comento cuando aun estaban juntos, no se acercaba ni siquiera un poco a sus habitaciones en Thundera.

Repentinamente escucho que la puerta que daba a ese pueblo de casas metálicas se abría, pero al voltear, esperando que fuera Panthera con malas noticias, sin embargo se dio cuenta que no había nadie en la puerta.

Leo se acerco a la puerta y volvió a cerrarla, rascándose la cabeza con el gesto fruncido, preguntándose como era posible que ocurriera lo que acababa de pasar, esas puertas tenían un seguro mecánico, no podían abrirse por si solas.

Lo que significaba que se trataba de una persona camuflada, probablemente un tigre, quien había decidido visitarlo, por un momento deseo que fuera Tygus, sin embargo, al aguzar sus sentidos no reconoció el aroma de su antiguo amante.

De pronto estiro la mano en dirección de una pequeña nube de polvo que había provocado que su intruso tuviera que contener un estornudo, sujetando el hombro de un Thunderkitten.

Quien inmediatamente olvido mantener el camuflaje y comenzó a retorcerse tratando de liberarse.

— ¡Suéltame! — Pronuncio el niño de cabello largo.

Leo lo dejo ir sorprendido al ver el color del pelaje del niño, el cual era de color miel cubierto con algunas cuantas rayas de color blanco, exceptuando sus mejillas en las cuales había dos líneas de color negro, las que contrastaban el que de otra forma seria el distintivo color de un león.

— ¿Qué haces aquí? — Pregunto Leo sonriendo en dirección del cachorro.

— Solo quería ver a un león. — Claudius sabía que cuando su padre supiera que había desobedecido sus órdenes sería castigado. — Aquí no hay muchos de tu tipo.

 Aquella respuesta era tan válida como cualquier otra pensó Leo, quien se hinco para estar a la altura del joven cachorro, preguntándose quien podría ser su madre y quien su padre, había algo en ese niño demasiado familiar para poder ignorarlo.

— ¿Qué hay de ti? — Pregunto Leo con una sonrisa que trataba de ganarse la amistad y confianza del cachorro. — ¿No eres un león?

— Yo soy un tigre. — Respondió Claudius casi inmediatamente, mostrando una seguridad encantadora a su tierna edad. — Aunque… Tygus dice que también soy un león, así que… si, también soy un león.

— ¿Tygus?

Escuchar ese nombre de los labios de ese pequeño removió el corazón de Leo, quien casi inmediatamente se dio cuenta de quién era este cachorro, a pesar de casi no tener mucho parecido con su padre.

— Tygus es mi padre, es el líder de la aldea…

Leo asintió pasando una mano sobre el cabello del pequeño thunderkitten, preguntándose quien era su madre y porque esta tuvo que ser una leona, si acaso lo había cambiado por ella.

— ¿Cómo te llamas? — Quiso saber su nombre casi inmediatamente.

— Claudius. — Respondió el niño, sintiéndose seguro en la presencia de Leo.

— ¿Claudius? — Pregunto Leo asombrado.

Tygus le había puesto el nombre de su padre, era como si se tratase de una broma, una venganza tal vez, sin embargo, las palabras de Akbar volvieron a perturbarlo.

— Sí, mi padre dijo que Claudius era un gran felino.

— ¿Qué hay de tu madre? — Pregunto sin saber realmente una respuesta. — ¿Quién es ella?

Leo se dio cuenta en ese momento que había mentido, no era cierto que el perdón de Tygus fuera suficiente para él, tampoco era suficiente para el saber que su amante encontró a una compañera, quería recuperarlo y necesitaba saber, quien era la mujer que se lo estaba arrebatando.

— Ella… — Fue la respuesta del cachorro, quien no parecía demasiado triste con esa información. — Ella murió cuando yo nací.


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